UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1911-1920
CAPITULO-XLIII
Eduardo Pedro García
Rodríguez
Fiestas y costumbres
populares en Garachico, municipio de la
Isla de Tenerife.
Cabalgata de Reyes.
La fecha del 5 de enero tiene en todos los pueblos una honda significación,
aunque en algunos de ellos no se celebren actos conmemorativos. Esta
significación se amplía considerablemente en Garachico, donde se celebra
la cabalgata más alegre, espectacular y colorista de cuantas nos es posible
presenciar en la zona geográfica. Es, además, la más sorprendente y
original. La originalidad consiste en que (un poco por esa inveterada costumbre
de los garachiquenses de nadar contra corriente y otro poco porque
el tráfico rodado obliga a ver así las cosas) los Reyes Magos entran en
la Villa por
Occidente, es decir, por el extremo opuesto al que señafa la
tradición. El cambio no supone a SS.MM. ningún quebranto porque a la estrella
de Belén, a la de verdad, la sustituyen en Garachico por otra de carpintería,
grande también, para abrir el cortejo. Y no ocurre ningún contratiempo. Los
Reyes, invariablemente, se presentan en el lugar de la cita y reparten
sus juguetes, que llegan a ¡as manos de los niños sin problemas enojosos porque
tales destinatarios están allí esperando, al lado del Belén al
que se acercarán los Magos para hacer la adoración al Niño-Dios.
Como
es noche de ilusión los Reyes visitarán, entre sueños, los hogares de todos
los niños. Y, aunque hay hogares pobres, no pueden disimular
los Reyes su deseo de pasar cerca de los palacios, las casonas, las iglesias
y los viejos conventos. Unos lugares en los que, tal vez deteriorados
por el tiempo, alguien supone que habrá vestidos de seda, túnicas de terciopelo
y piedras preciosas.
Los
Reyes salen desde la
Quinta Roja, una casa de campo que se hizo construir el
marqués, allá por 1620, junto a la ermita que había construido antes
y a pesar de que ya tenía otra mansión en la plaza principal del pueblo.
Pasan
por San Pedro de Daute, donde sigue en pie la más antigua Iglesia
de la comarca. Pero sus muros se acicalaron un día y perdieron así el encanto
de su vejez.
Siguen
los Reyes su recorrido y suben hasta la ermita de su nombre para
hacer su anual visita al Niño que allí mora en brazos de la Virgen titular.
La ermita había elevado sus muros hacia 1586. Allí pueden ver los visitantes
lo cerca que estuvo la lava de 1706, a pesar de ¡o cual respetó el pequeño
santuario.
La comitiva continúa.
Ya
organizada, la cabalgata va delante la Estrella de Belén en
artística carroza; la siguen pajes, soldados, antorchas,
guardia romana a caballo, palmas, estandartes y los tres
camellos de los Reyes, con algún que otro caballo cargado de juguetes. Se acercan hasta el castillo de
San Miguel, que es hoy la residencia de Heredes y allí surge un diálogo que la
chiquillería sigue expectante. Pero antes, para que Herodes supiera que los Magos
estaban cerca, unos vigilantes que hay en las almenas del castillo hacen
sonar sus clarines. Se abre la puerta de la pequeña fortaleza —todo es
pequeño esa noche, menos la esperanza— y aparece Herodes, majestuoso,
ricamente vestido, altivo y disimulando una sonrisa de perversidad. La gran
multitud que hay en los alrededores escucha atentamente el diálogo
que ha surgido, en el que los chiquillos, que son mayoría, ven las malas
intenciones del morador del castillo; un castillo que fue construido a partir
de 1575, cuando Felipe II era
el rey de las Españas. Cuando Fabián Viña
expresaba sus deseos de ejercer el hermoso cargo de alcaide o castellano.
Los Reyes se acercan luego a una edificación que, en
1601, fue convento dominico y donde hoy moran unos ancianos que encuentran
allí los cuidados y los afectos de las Hermanas de San
Vicente de Paúl. Como los ancianos se hacen esa noche más
niños que siempre, SS.MM. les entregan unos
obsequios, que ellos reciben con la mayor complacencia.
Es
largo el recorrido de la comitiva. Sube al Volcán y cuando por fin llega
al centro del pueblo, se acerca, por San Roque y San Sebastián, hasta San
Francisco. ¡Parece como si todos los santos se hubieran dado cita esa noche
para presenciar la fiesta!
Entran
en la gran explanada la carroza, los pajes, la guardia romana, las
antorchas... y tres camellos que apenas se ven porque hay muchos juguetes
y los Reyes llevan túnicas muy largas.
Frente
a la portada principal de San Francisco se ha montado un Belén en
el que los Reyes adoran al Niño. También hay tres doseles, bajo los cuales
están los tronos reales. La iglesia de San Francisco nació en 1524. fue
destruida cruelmente en 1706 y se reedificó luego, entre 1714 y 1721. Y
allí, junto a la iglesia, comienzan los Reyes su hermosa tarea.
Los
niños son llamados, uno a uno, al son de la trompetería. Y cuando los
pajes citan sus nombres, sube un niño, y después otro, y luego otro, para
tocar casi las barbas y los bigotes de SS.MM., unas veces con sonrisa forzada
y otras veces a lágrima viva, porque los bigotes y las barbas de SS.MM.
asustan a los pequeños aunque las madres no tengan ya edad para
comprenderlo.
Dura poco el
susto. En la mano de cada niño hay un paquete, cerrado con cintas de colores,
que nadie es capaz de
abrir al primer intento. Luego, el sueño llegará
indefectiblemente a los ojos de todos; de los pequeños y de los
mayores. Es el final. Pero ha valido la pena esperar tanto tiempo,
para permitir que los Reyes pudieran efectuar tan largo recorrido. (Carlos
Acosta García, 1994:450 y ss.)
1920 enero 12.
En la ciudad colonial de La Laguna, el incremento del
precio del azúcar y la negativa de los comerciantes a su despacho
ante los rumores de nuevas subidas condujo al asalto de algunos comercios
en la noche del 12 de enero de 1920,
a la requisa por parte de la Guardia Civil y a su
posterior venta pública a precio tasado.)
En la versión ofrecida por La
Provincia, diario de Las Palmas, grupos de
hombres, mujeres y niños exigieron a los comerciantes especuladores la entrega
del azúcar, arroz y garbanzos. Los alimentos así obtenidos comenzaron a
venderse a un precio justo en los locales de la Asociación Obrera.
Ante la orden de cesar la venta, dada por el Gobernador
colponial, el resto de la mercancía fue repartido de forma gratuita.
1920 Enero 18. Nace en San Andrés y
Sauces, en la isla de Benahuare (La
Palma). Máximo Hernández Feliciano. Cursó los estudios de
Bachillerato en el Instituto de dicha localidad. Posteriormente se trasladó a la Facultad de Medicina de
Madrid (España), en la que se licenció en 1946. Durante los dos siguientes años
permaneció en el Servicio de Aparato Digestivo del Hospital de San Carlos, que
dirigía el Dr. Heliodoro González Mogena, quien le otorgó el correspondiente
diploma acreditativo como especialista en Aparato Digestivo.
1920 febrero 18.
La precariedad económica con la que se
desenvolvía la mayor parte de la población del Sur de Tenerife, forjaba una
vida entre la subsistencia y la escasez. Su sustento se arrancaba
principalmente a la tierra y a la ganadería. Las dificultades agrícolas eran
innumerables, la casi nula presencia de regadío; baja productividad, en muchos
casos ligada a la ocupación de tierras marginales de baja calidad; campo
descapitalizado; dificultades de mercado; en suma un frágil equilibrio, muy
dependiente de la naturaleza y con escasa operatividad para hacer frente a las
consecuencias negativas que se producían. Equilibrio roto con frecuencia, y con
suma facilidad, por las plagas de langosta y los ciclos de sequía. Uno de estos
ciclos de ausencia de lluvias, 1917-1919, coincide con el bloqueo económico que
motivó el aislamiento padecido en las islas por la contienda de la I Guerra Mundial
(1914-1918) y con la gran epidemia de gripe de 1918-1920, que en el Sur de
Tenerife tuvo una nefasta incidencia en los dos primeros meses de este último año,
conocido popularmente por el año de la gripe.
Antes de esta incidencia mortal se creó tal
alarma social que desde todas las instituciones se establecieron diversas
normativas para preservar su contagio. Llegando incluso a alguna Corporación
Municipal, como la de Arona a tomar un drástico acuerdo en octubre de 1918: Se
acuerda facultar al Sr. Alcalde para que, en vista de la gran epidemia que en la Península se padece y
que hoy está extendida por algunas de estas Islas y algunos pueblos de esta
misma Isla, toma toda clase de medidas, incluso saltando por encima de la ley
si fuera necesario.
En enero de 1920 surge la alerta en la isla
de Tenerife por el temor de que un nuevo brote de la epidemia gripal, que ya
estaba haciendo estragos en la isla de Gran Canaria, pudiese introducirse en la Isla. Las primeras
informaciones de muertes de naturales del Sur de la Isla se produjeron entre los
emigrantes que estaban embarcados en el vapor Roger de Lluria. Procedente de
Barcelona y con escala en el Puerto de la Luz de Las Palmas, donde debieron subir enfermos
de gripe, se dirigía a Santa Cruz de La Palma para después ir a su destino, La Habana. Al encontrarse
en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife se le produjo una avería que le obligó a
retrazar su partida y una vez que se subsanó se mostró a bordo, con gran
virulenta, la epidemia de gripe, por lo que permaneció en la rada hasta finales
de enero. Los enfermos que eran desembarcados de este vapor ingresaban en el
Lazareto para su tratamiento, entre los que fallecieron se encontraba Fulgencio
Frías Alfonso, de 15 años y natural de Arona. Asimismo se encontraba en el
Lazareto José María Alfonso, de 20 años, natural de Abona.
A través de los medios de comunicación de la
época se conocen múltiples casos de defunciones en los pueblos del Sur de
Tenerife. De Arico se informa que había varios casos graves de bronco-neumonía
y que a finales de enero habían fallecido dos hijos del conocido propietario
de aquel pueblo, don José Delgado, Belisario y Eladio Delgado Morales. Para
atender a estos enfermos el doctor Pisaca, Inspector Provincial de Sanidad,
realizó gestiones para que se desplazase un médico desde Güímar, labor que
realizó Alcibíades Hernández Mora. A comienzos de febrero de da a conocer que
las defunciones en Guía de Isora ascendían a tres, sin detallar sus nombres.
En abril se comunicaba desde Granadilla que
la epidemia gripal se considera extinguida, al no producirse ningún nuevo caso
en el último mes, produciéndose una muerte en El Médano. De este municipio, al
que se trasladó el médico Agustín Pérez Díaz para asistir a los enfermos y a
los de los municipios cercanos, se encuentran referencias de la virulencia de
esta enfermedad, no así fallecimientos que se citen expresamente que lo fueron
por la gripe. Se informa de otras muchas más muertes repentinas, como
para todo el Sur, sin relación de su causa, como la del oficial de milicias,
Ulises Guimerá y Gil Roldán que fallece en el pago de Las Vegas, victima de
rápida enfermedad.
En el Sur de la Isla el caso más sangrante
ocurrió en San Miguel de Abona donde en este periodo de máxima virulencia
fallecieron 21 vecinos: Luciano Delgado, de 60 años; Florencio Delgado, 35;
Felipe Cabrera, 40; Lorenzo Pérez, 60; José Delgado, 85; Gregorio Manso, 48;
José Sierra, 80; Tomás Bello Gómez, 68, aunque en su esquela mortuoria se
detalla que lo fue el 18 de febrero en Arona; Julio Bello, 28; Gregorio Rancel,
45; Agustín Delgado, 75; Francisco Estévez, 69; Teófila González, 30; María
Marrero García, 35; Micaela Delgado, 80; Catalina Marrero, 60; Adela Trujillo,
60. Y las menores, que se anotan como hija de don Cristóbal Tejera, de 3
años; hija de Teófilo Bello, de 2; hija de Francisco González, 6 meses; y la
hija de Agustín Pérez, de 2 años. A comienzos de marzo se informaba de la
mejoría de la situación y el escaso número de los afectados.
Y por si podría añadirse alguna adversidad
más a la falta de lluvia que se padecía desde años atrás, a la escasez de
trabajo que propiciaban la emigración, y a esta virulenta gripe, se le suma la
falta de algunos productos de primera necesidad como el azúcar, causando
diversas quejas desde pueblos como el de Adeje, desde el que se comunica que
se carece en absoluto de azúcar, y, como ya menudean los casos de gripe, es un
verdadero conflicto. Y para acrecentar el infortunio se produce un temporal
de viento y agua, entre los últimos días de febrero y primeros de marzo, que
causan graves daños a las contadas vías de comunicación, como las pistas que
unían los pueblos con la costa, el caso de la de Arona a Los Cristianos, o la
siempre en obras carretera vieja del Sur. O los graves destrozos que causó a
los cultivos, como la enfermedad que ocasionó la excesiva agua en el cultivo de
papas, imprescindible para la subsistencia de pueblos como San Miguel de Abona
o Granadilla de Abona. (Marcos Brito, 2014)
1920 mayo 16.
Nace criollo Felipe machado del Hoyo-Solorzano en la Calle de La Marina del Puerto de la Cruz, bautizado en la
parroquia de Nuestra Señora de la
Peña de Francia, imponiéndosele los nombres de Felipe
Fernando Sixto, sus padres Francisco Javier Diego Machado Pérez-Ventoso y María
del Rosario Juliana del Hoyo Solorzano y Hernández, casaron en el Puerto de la Cruz el 21 de mayo de 1919.
tuvieron tres hijos más, (2º) Fernando Francisco Toribio, (3º) Jaime Francisco
Pastor (4º) María del Rosario, sus abuelos paternos Felipe Machado del
Hoyo-Solorzano y Ángela Pérez Ventoso, sus abuelos maternos, Fernando María
Cándido del Hoyo Solórzano y Román y María del Rosario Hernández y Peraza de
Ayala.
Con tan solo 16 años se enroló como voluntario en el Ejército facista,
para participar en la
Guerra Civil, hasta alcanzar el grado de teniente coronel, en
el año 1957 pidió el retiro. Casado con María Luísa Galán Pérez de Marzan, sus
padres Juan Galán Herreros y Ana Pérez de Marzan tuvieron tres hijos, Felipe,
Ana Rosa y Juan Victor.
Una vez en la vida civil comienza como empresario en hostelería con el
boom turístico de los años sesenta construyendo en el año 1962 la Residencia Maga y
en el año 1969 el Hotel El Tope. Entra en la política local en calidad de
teniente alcalde con Isidoro Luz Carpenter, y luego fue alcalde desde 1963 a
1970, durante este tiempo en la alcaldía y bajo su mandato, en 1964 se comenzó
con el Festival de la Canción
del Atlántico. En 1967, se recupera la concesión de las Piscinas del Lido San
Telmo y se quiere remozar el litoral de Martianez encargando el proyecto a los
ingenieros de caminos Juan Alfredo Amigó, José Luís Olcina y el artista en
Bellas Artes Cesar Manrique, el presupuesto de esta obra supuso 42 millones de
pesetas que se financiaron con recursos municipales, corriendo la ejecución a
cargo del constructor Luís Díaz de Losada. Finalmente en septiembre de 1971 se
inauguraron las piscinas de los Alisiós. Construye el nuevo Ayuntamiento,
comprando los terrenos a Richard Yeoward y cediendo el empresario Guillermo
Rahn una donación de siete millones de pesetas para levantar el edificio, creo
la agrupación Independiente Portuense (AIP) con la que concurrió como candidato
a la alcaldía en las primeras elecciones municipales en democracia, el 3 de
abril de 1979 logrando el acta como concejal, formando parte de la comisión
permanente de la corporación, con Francisco Afonso Carrillo, ejerciendo
funciones como teniente de alcalde hasta el año 1983. Ligado al sector
turístico desde el año 1964 como fundador y primer presidente del Centro de
Iniciativas Turísticas (CIT) de esta Ciudad, fue presidente de la patronal
hotelera, Ashotel desde 1978 hasta 1992. Ostento el cargo de cónsul de Lituania
en Canarias desde 1998. Recibe el titulo de XI Conde de Sietefuentes de su
pariente Idelfonso Fernando Sixto Salazar de Frias y del Hoyo Solórzano X Conde
de Sietefuentes.
Felipe Machado del Hoyo Solórzano, Conde de Sietefuentes, muere el día
10 de julio del 2008, este portuense jugo un papel muy importante en el
desarrollo de los años sesenta y setenta de nuestra Ciudad Turística. Esperemos
que alguna corporación de esta Ciudad se acuerde de él tanto como
empresario turístico como político para poner una de las nuevas
Calles que se hagan con su nombre. (Bernardo Cabo Ramón, 2012)
1920 Junio 26. Nacido en la ciudad de
Los Llanos de Aridane, Benahuare, José Camacho Camacho. Hizo el bachillerato en
el Instituto de Tedote (Santa Cruz de La Palma) y la Carrera de Practicante en la Facultad de Medicina de
Cádiz (España), obteniendo su Titulo el 28 de Febrero de 1947.
Entro por
Oposición en el Cuerpo de Asistencia Pública Domiciliaria, desempeñando durante
varios años la Titular
de E1 Paso. Mas tarde, pasa por concurso de traslado a Los Llanos de Aridane,
donde se instala con consultorio privado (que hoy lleva un hijo suyo)
trabajando en las dos Clínicas de Los Llanos, y muy intensamente en todo el
Valle, donde fue un profesional muy conocido y apreciado.
De sus cuatro
hijos, dos son Médicos, una Farmacéutica y el cuarto Ayudante Técnico Sanitario
(ATS).
Falleció en Los
Llanos el 14 de Abril de 1994.
1920 Agosto 1. Nace Horacio de León
Pérez, en Tedote n Benahuare (Santa Cruz
de La Palma).
En la misma convocatoria que Santiago García Cejas terminó su carrera en
la Facultad
de Cádiz (España) en 1941. Horacio de León Pérez, hijo del practicante Don
Ventura, ya mencionado. Ejerció en su ciudad natal, antes de marchar a Venezuela
donde se estableció y trabajó durante 20 años, siendo ayudante de mano de un
cirujano español de gran prestigio en Caracas. A su regreso fue contratado en
el Hospital y más tarde hizo y ganó oposiciones a dicho centro, así como al
cuerpo de APD. Jubilado reside en la ciudad de su nacimiento.
1920 septiembre 24.
Iglesia de Ntra. Sra. De Las Mercedes. Punta Abona.
Iglesia
enclavada en las cercanías de la Playa Grande, en la Punta Abona. Sus
muros, al igual que su denominación, han pasado por múltiples transformaciones,
desde su primera ermita creada a comienzos del siglo XVI. En los siguientes
siglos se producen diversas reedificaciones hasta que un incendio, acaecido en
1835, la destruyó. Esta fotografía nos muestra como era esta Iglesia después de
su nueva construcción, bendiciéndose en 1902. En la bahía se contempla un barco
de cabotaje y en la orilla se diseminan las viviendas de El Porís de Abona.
(Marcos Brito, 2013)
1920 diciembre 31.
María Moreno Moreno y Juan Sierra Moreno residían en La Escalona (Tenerife)
cuando él fallece y a María Moreno se le comienza a conocer por María la Viuda.
Con su hijo, Juan
Sierra Moreno, se traslada a residir al Valle de San Lorenzo, como así consta
en el Censo de Población de Arona, a 31 de diciembre de 1920; María Moreno
Moreno cuenta con 29 años de edad, y su hijo con 5 años. En el Padrón Municipal
de Arona, a 31 de diciembre de 1931, ya se asientan en Los Cristianos; en donde
se inscribe a María Moreno casada con Martín Melo Villareal.
Juan Sierra Moreno se le trata como Juan el de la Viuda, que
posteriormente evolucionó a Juan el Viudo. Entre las múltiples
ocupaciones a las que se dedicó, se podría mencionar que cuando llega a Los
Cristianos, podría contar entre 12 o 13 años, realiza labores en la pesca.
Además trabajó en la empresa Pelarre; como chofer en camiones o de
encargado con García Jorge. Este apodo lo hereda su mujer, Carmen Bello
Rodríguez, Carmen la del Viudo; y su hija, Nina la del Viudo.
En el Padrón Municipal de Arona,
a 31 de diciembre de 1960, Juan Sierra Moreno se encuentra inscrito en Los
Cristianos, nace en 1916 y de profesión chofer; casado con Carmen Bello
Rodríguez, quien nace en 1912, natural de Adeje y con 20 años residiendo en
Arona. Y sus hijos: María del Carmen, 1941; y Pedro Sierra Bello, 1945. (Marcos
Brito, 2011).
1920 diciembre 31.
En el Censo de Población de
Arona, de esta fecha, Consolación Rodríguez García se encuentra inscrita en la Calle Luna, de Arona
Casco, con 69 años de edad y natural de Adeje.
Consolación Rodríguez García, La Morena, a quien se
le añadió este nombrete por el color de su piel, ejerció de madrina en el
bautizo de María Luisa Rodríguez García, la que recuerda algunos pormenores de
la vida de una de las hermanas de su abuela Margarita Rodríguez García.
Consolación se crió en Benítez, al borde del Barranco del Infierno, en Adeje,
donde María Luisa cree que nació. Sus padres, Francisco Rodríguez y María
García, trabajaban de medianeros en Benítez. En el Censo Electoral de Adeje
para 1901 se registra en Ifonche a un Francisco Rodríguez, de 63 años y de
profesión jornalero.
Consolación La Morena, se adaptó
desde niña en las duras tareas de la agricultura y a otras labores a los que se
consagraba su familia, como la elaboración del carbón. Estaba con todos los
hermanos y el padre cortando pinos y haciendo carbón, hacían el carbón y lo
vendían y ella como un hombre más. Y por estas medianías transcurrió un
largo período de su vida, cortando leña; haciendo carbón, transportándolo a los
pueblos cercanos en los lomos de bestias, a los que se trasladaba a pie por las
humedecidas veredas en esas mañanas de rocío y frío; confeccionando zarandas,
balayos, con mollos de centeno y de trigo, sembrados y segados pensando en esa
utilidad, y los amarres de juncos, que los obtenía de ese vergel que era el
Barranco del Infierno.
Sobre Consolación Rodríguez
García publicó dos artículos, La
Prensa, noviembre de 1935, el periodista Luís Álvarez
Cruz, y de los cuales también se han obtenido las fotografías de Bacallado que
acompañan a este comentario. Luís Álvarez Cruz visitó a Consolación Rodríguez
en su vivienda en Arona, cuando contaba con ochenta y tantos años. En el
Censo de Población de Arona, a 31 de diciembre de 1920, Consolación Rodríguez
García se encuentra inscrita en la Calle Luna, de Arona Casco, con 69 años de edad y
natural de Adeje.
En el primer reportaje resalta su
dura vida, de sus inicios con los balayos, con juncos criados en el Barranco
del Infierno, fueron remojados y aplastados por sus manos, y enhebrados en la
aguja gruesa de la casa. Pequeños haces pajizos fueron rodeados por los juncos
y superpuestos circularmente, en vueltas que se iban agrandando desde el
“ombligo” del objeto hasta sus bordes superiores. Una puntada de remate, y el
balayo salió, con su aire fácil y sencillo de cosa sin trascendencia, de sus
manos laboriosas.
¿Y podría, acaso olvidar la
frase que para su primera obra tuvo la boca materna? … No la ha olvidado. Su
madre le dijo: “Hija; tu obra es una “lipipipura”. Ello equivalía a decirle:
“Hija; tu obra no vale nada”. Pero aquella obra de seña Consolación fue vendida
en una peseta. En diez tristes monedas de cobre que, a sus ojos, fueron como
diez soles de oro purísimo. Porque, vamos a ver, ¿a qué padre le resulta feo el
hijo feo de su amor?. Al fin y al cabo, aquel balayo rústico era el primer hijo
salido de las manos de seña Consolación. De cualquier manera, aquella obra le
había ocupado un día entero de trabajo.
En el segundo reportaje se reseña
otra de las muchas labores que realizaba esta anciana, nacida en Ifonche, y que
residía en una modesta casa en Arona, la recolección y el secado de la
cochinilla.
Balayos y cochinilla son restos,
residuos, estertores del tiempo viejo que aún se aferra a la vida. ¡Bah! Cosas
que únicamente logran interesar a esos seres absurdos e inútiles –así se le
denomina, absurda e inútilmente- llamados poetas. ¿Pero cómo podríamos nosotros
evitar que esas cosas nos conmuevan, si nos llegan temblando a las puertas del
alma?.
En fin, el caso es que esta
viejecita, arrinconando un instante los balayos para atender a la cochinilla,
murmura esta frase, urgida de melancólicos y estériles afanes: ¡Si volvieran
los tiempos!
¡Si volvieran los tiempos de
la cochinilla!… ¡Aquellos tiempos en que la libra se cotizaba a cinco pesetas,
otro gallo le cantaría a seña Consolación. Pero la industria de la cochinilla
se encuentra arruinada. Si hoy se vende alguna libra, se vende a peseta, y este
precio, y este precio, esporádico por
demás, no compensa el esfuerzo. ¡Si no fuera por la necesidad de la “probea”!…
¡Quién sabe, seña Consolación! Si no hubiera sido por estas necesidades
elementales de la pobreza acaso ya hubiesen desaparecido del país todas estas
cosas antañonas y conmovedoras. ¿Quién se atreve a rasgar los siete velos de la
vida?… Pero, palabrería aparte,, volvamos a esto de la cochinilla.
Bien sencillo es todo. Seña
Consolación raspa las pencas de los nopales con una cuchara y recoge el
codiciado insecto color ceniza. Una vez en su casa, lo “avienta” sobre un
encerado y lo purga de impurezas. Después lo frota con tierra para que “no se
dedique a parir bichillos”. Finalmente, lo pone al sol. Cuando se halla seco se
envasan las libras obtenidas, y al mercado con ellas. En esto consiste la
manipulación de la cochinilla, esta antigua fuente de riqueza de Canarias.
(Marcos Brito, 2013)
1920 diciembre 31.
En el Censo de Población de
Arona, de este año, Consolación Rodríguez García se encuentra inscrita en la Calle Luna, de Arona
Casco, con 69 años de edad y natural de Adeje.
Consolación Rodríguez García o el esfuerzo de una vida
Consolación Rodríguez García, La Morena, a quien se
le añadió este nombrete por el color de su piel, ejerció de madrina en el
bautizo de María Luisa Rodríguez García, la que recuerda algunos pormenores de
la vida de una de las hermanas de su abuela Margarita Rodríguez García.
Consolación se crió en Benítez, al borde del Barranco del Infierno, en Adeje,
donde María Luisa cree que nació. Sus padres, Francisco Rodríguez y María García,
trabajaban de medianeros en Benítez. En el Censo Electoral de Adeje para 1901
se registra en Ifonche a un Francisco Rodríguez, de 63 años y de profesión
jornalero.
Consolación La Morena, se adaptó
desde niña en las duras tareas de la agricultura y a otras labores a los que se
consagraba su familia, como la elaboración del carbón. Estaba con todos los
hermanos y el padre cortando pinos y haciendo carbón, hacían el carbón y lo
vendían y ella como un hombre más. Y por estas medianías transcurrió un
largo período de su vida, cortando leña; haciendo carbón, transportándolo a los
pueblos cercanos en los lomos de bestias, a los que se trasladaba a pie por las
humedecidas veredas en esas mañanas de rocío y frío; confeccionando zarandas,
balayos, con mollos de centeno y de trigo, sembrados y segados pensando en esa
utilidad, y los amarres de juncos, que los obtenía de ese vergel que era el
Barranco del Infierno.
Sobre Consolación Rodríguez
García publicó dos artículos, La
Prensa, noviembre de 1935, el periodista Luís Álvarez
Cruz, y de los cuales también se han obtenido las fotografías de Bacallado que
acompañan a este comentario. Luís Álvarez Cruz visitó a Consolación Rodríguez
en su vivienda en Arona, cuando contaba con ochenta y tantos años. En el
Censo de Población de Arona, a 31 de diciembre de 1920, Consolación Rodríguez
García se encuentra inscrita en la Calle Luna, de Arona Casco, con 69 años de edad y
natural de Adeje.
En el primer reportaje resalta su
dura vida, de sus inicios con los balayos, con juncos criados en el Barranco
del Infierno, fueron remojados y aplastados por sus manos, y enhebrados en la
aguja gruesa de la casa. Pequeños haces pajizos fueron rodeados por los juncos
y superpuestos circularmente, en vueltas que se iban agrandando desde el “ombligo”
del objeto hasta sus bordes superiores. Una puntada de remate, y el balayo
salió, con su aire fácil y sencillo de cosa sin trascendencia, de sus manos
laboriosas.
¿Y podría, acaso olvidar la
frase que para su primera obra tuvo la boca materna? …
No la ha olvidado. Su madre le
dijo: “Hija; tu obra es una “lipipipura”. Ello equivalía a decirle: “Hija; tu
obra no vale nada”. Pero aquella obra de seña Consolación fue vendida en una
peseta. En diez tristes monedas de cobre que, a sus ojos, fueron como diez
soles de oro purísimo. Porque, vamos a ver, ¿a qué padre le resulta feo el hijo
feo de su amor?. Al fin y al cabo, aquel balayo rústico era el primer hijo
salido de las manos de seña Consolación. De cualquier manera, aquella obra le
había ocupado un día entero de trabajo.
En el segundo reportaje se reseña
otra de las muchas labores que realizaba esta anciana, nacida en Ifonche, y que
residía en una modesta casa en Arona, la recolección y el secado de la
cochinilla.
Balayos y cochinilla son restos,
residuos, estertores del tiempo viejo que aún se aferra a la vida. ¡Bah! Cosas
que únicamente logran interesar a esos seres absurdos e inútiles –así se le
denomina, absurda e inútilmente- llamados poetas. ¿Pero cómo podríamos nosotros
evitar que esas cosas nos conmuevan, si nos llegan temblando a las puertas del
alma?.
En fin, el caso es que esta
viejecita, arrinconando un instante los balayos para atender a la cochinilla,
murmura esta frase, urgida de melancólicos y estériles afanes: ¡Si volvieran
los tiempos!
¡Si volvieran los tiempos de
la cochinilla!… ¡Aquellos tiempos en que la libra se cotizaba a cinco pesetas,
otro gallo le cantaría a seña Consolación. Pero la industria de la cochinilla
se encuentra arruinada. Si hoy se vende alguna libra, se vende a peseta, y este
precio, y este precio, esporádico por
demás, no compensa el esfuerzo. ¡Si no fuera por la necesidad de la “probea”!…
¡Quién sabe, seña Consolación! Si no hubiera sido por estas necesidades
elementales de la pobreza acaso ya hubiesen desaparecido del país todas estas
cosas antañonas y conmovedoras. ¿Quién se atreve a rasgar los siete velos de la
vida?… Pero, palabrería aparte,, volvamos a esto de la cochinilla.
Bien sencillo es todo. Seña
Consolación raspa las pencas de los nopales con una cuchara y recoge el
codiciado insecto color ceniza. Una vez en su casa, lo “avienta” sobre un
encerado y lo purga de impurezas. Después lo frota con tierra para que “no se
dedique a parir bichillos”. Finalmente, lo pone al sol. Cuando se halla seco se
envasan las libras obtenidas, y al mercado con ellas. En esto consiste la
manipulación de la cochinilla, esta antigua fuente de riqueza de Canarias.
(Marcos Brito)
1920 diciembre 31.
Pancho Pachanga. Los Machangos
En el Censo de Población de Arona, , Francisco González se inscribe en Guaza, con 52 años de edad y de profesión cabrero; casado con Juana Hernández Martín, de 52 años.
De este modo se reconoce a
Francisco González, Pancho Machanga. Tal como apunta el cabrero Salvador
González Alayón, el apodo le proviene por su buen humor y alegría, porque él
siempre estaba con machangadas y entonces los que estaban trabajando con él,
los peones, lo pusieron Pacho Machanga. Realizó trabajos en la agricultura
y labores en el cuidado de diversas manadas de cabras; estuvo en San Blas, San
Miguel de Abona y en Los Bebederos, en Arona. De este último lugar se trasladó
a la Hoya de la Viuda, también en Arona,
donde dispuso de su última manada de cabras. Asimismo Salvador apunta que Pancho
Machanga raspó sal en la zona de Los Goros, en Punta Rasca, cuando estuvo
de cabrero en Los Bebederos. Señor Pancho llevaba la sal en las burras dél,
tenía dos burras, una negra y otra parda, porque señor Pancho lo conocí de
cabrero allí en la Hoya
de la Viuda,
porque cuando don Daniel Feo vendió se fue de cabrero a Los Lomos, a la Hoya de la Viuda. Él después dejó las
cabras el año veintisiete y se fue pal Valle.
Salvador González Alayón describe
lo parrandero que era Pancho Machanga al recordar lo que aconteció en
unos festejos del Cristo de la
Salud y Virgen del Rosario en Arona. Hasta el año mil
novecientos treinta y siete se celebró esa parranda, señor Pancho era el
Potoco, un perro amarrado con una cadena por el cinto y cho Marcelo era el
Cambumba, era un perro grande, y mi tío Antonio tocando la guitarra. Mire usté
quien era señor Pancho, eso era una parranda con el perro y tocando y cantando
y al llegar allí al bar, señor Pancho llegó y cuando llegó armó un brinco y se
quedó de cuatro patas encima del mostrador, y cuando se arrimó al Cambumba
brinca señor Pancho delaltro dél. Y eso era una risa enorme, eso podía durar un
par de horas, eso era una fiesta de todos los años, y por áhi pegó la
machangada.
En el Censo de Población de
Arona, a 31 de diciembre de 1920, Francisco González se inscribe en Guaza, con
52 años de edad y de profesión cabrero; casado con Juana Hernández
Martín, de 52 años. En la vivienda familiar constan sus hijos: Camila, de 27
años; Leocadio, 18; María, 12; Ángela, 9; y Celedonia, 8 años. A Juana
Hernández se le nombra por Juana la
Moca, desconociéndose la razón de este apodo. Esta
familia, que se traslada a vivir al Toscal de Arriba, en el Valle de San
Lorenzo, dejó una larga descendencia en diversos barrios de Arona, además de
los citados tuvieron otros hijos como Dionisia, quién vivió en el Valle de San
Lorenzo, conocida por Nisia la
Machanga; Guillermo o Casiano González Hernández, Casiano
Machanga, que también fue cabrero, cuidó una manada de cabras en El Mojón,
en Arona, en la década de los sesenta.
A dos miembros de esta extensa
familia se les cita por sus apodos en dos juicios orales, de los que fueron
absueltos. En el Juzgado Municipal de Vilaflor, a 24 de septiembre de 1949, se
le toma declaración a Casiano González Hernández, Machanga, de profesión
cabrero y de 40 años, por una denuncia en la se alegan daños en un
cultivo de papas en Galindo, causado por ganado cabrío.
En un juicio de faltas que se
sigue, en los últimos meses de 1955, en el Juzgado de Paz de San Miguel de
Abona, contra una nieta de Pancho Machanga, Carmen González Morales, a
la que se absuelve, se le añade el apodo de La Machanga, de 24
años, hija de Guillermo y Victorina, natural de Arona y con domicilio en San
Roque, Aldea Blanca.
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