1876 julio 21.
Falleció en San Pedro de Daute a las 5 de la tarde, a consecuencia de un
ataque de perlesía, Bernardo Gorrín y Jiménez (1792-1876), Parroco, arcipreste,
juez eclesiástico y decano de los sacerdotes católicos canarios1
En cinco siglos de historia, sólo
una quincena de hijos del Valle de Santiago siguieron la carrera
eclesiástica, ya fuese
como clérigos seculares
o como religiosos
de distintas órdenes, e incluso
algunos no perseveraron en ella. De todos ellos, destacan dos antiguos
sacerdotes de la misma familia, nacidos en el pago de Tamaimo de dicha Villa,
de uno de los cuales nos vamos a ocupar en el presente trabajo: don Bernardo
Gorrín y Jiménez.
En su época, para poder recibir
las órdenes sagradas los aspirantes debían demostrar, además de su vocación,
moralidad y costumbres religiosas, el poseer bienes suficientes para mantener
con dignidad el estado eclesiástico. Por dicho motivo, era lo normal que sus
padres u otros familiares cercanos fundasen una Capellanía o Patrimonio
vitalicio sobre distintas propiedades, rústicas
o urbanas, para que
la renta obtenida con
esos bienes sirviese
de “congrua” para ser ordenado “in sacris”. Este proceso era largo y
complejo, pues suponía la apertura de un expediente que se sustanciaba ante el
tribunal eclesiástico de
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