1953
mayo 1.
Fue enterrado en Venezuela el awara
Juan Bautista Hernández
Maestro nacido en la localidad de
Mazo (La Palma)
el 14 de abril de 1891, hijo del también maestro, natural de La Laguna (Tenerife) y
destinado en Mazo, José María Hernández y de María del Carmen Hernández
Rateliffe, natural de la localidad tinerfeña de Tacoronte. Cursará los estudios
de Magisterio en la
Escuela Normal de La Laguna y, finalizados los mismos, obtendrá como
primer destino y con carácter interino la escuela de Tiguerorte, barrio de su
localidad natal, a la que llega con tan sólo 19 años. De esta escuela tomará
posesión en propiedad, superadas las correspondientes oposiciones, el 10 de
mayo de 1916. Hacia 1924 traslada su residencia a la capital palmera donde
continuará su labor docente y el desarrollo de sus ideas educativas basadas en
una concepción laica y racional de la enseñanza. Al mismo tiempo, hará patente
su preocupación por la educación de los menos pudientes, impartiéndoles clases
gratuitas, gestionando becas y ayudas en su favor y apoyándoles incluso con su
ayuda económica personal. Fue, en definitiva, uno de los introductores, en La Palma de finales de la
década de 1920, de las teorías educativas renovadoras en boga. Paralela a su
trayectoria personal como educador está su labor como activista político y
sindical. "Era -según Juan Régulo Pérez- un hombre liberal, republicano y
masón,…". En este sentido fue militante de la Unión Republicana
y delegado general en la capital palmera de la Federación de
Trabajadores de la
Enseñanza. Tras la sublevación militar de julio de 1936
sufriría las consecuencias de la represión fascistas porque, al fin y al cabo y
como bien afirma Manuel Ferraz Lorenzo, "había brillado en la sociedad de
Santa Cruz de La Palma
por su compromiso republicano en lo político, por la fidelidad masónica en las
ideas, por la trayectoria progresista en sus conductas y manifestaciones, y por
su talante reformista y renovador en lo educativo". El franquismo le dejó
sin titulo y sin trabajo y las difíciles circunstancias le obligaron, junto a
su familia, a abandonar La Palma
para establecerse en Tenerife desde donde, en 1948, se verá igualmente forzado
a emigrar clandestinamente a Venezuela; país en el que continuará con su labor
docente hasta su misma muerte, acaecida a finales de abril de 1953. Fue
enterrado el 1 de mayo, envuelto en la bandera republicana. Testimonio
elocuente de su personalidad son las palabras de su puño y letra, escritas el
28 de julio de 1940, en las que señalaba; "…en mi memoria, salvo la
voluntad de mi familia, no quiero más honras fúnebres que buenas acciones y
vivir siempre en el recuerdo de los que han sido tan requeridos".
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