domingo, 25 de mayo de 2014

EFEMERIDES CANARIAS





UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1911-1920



CAPITULO-XXIX




                                Eduardo Pedro García Rodríguez

1915. Nace en Breña alta en Benahuare (La Palma) Rafael Hernández Álvarez. Licenciado en Medicina y Cirugía en la universidad de Granada (España) en noviembre de 1942. Premio extraordinario de  Licenciatura. Curso el Doctorado en Medicina sin llegar a realizar la Tesis Doctoral.  Hijo del Farmacéutico local Blas Hernán­dez Luján  y  Rafaela Álvarez. Médico de Tedote (Santa Cruz de La Palma) desde 1944 Hizo la especialidades de Dermatología y Venereología así  como la de Vías urinarias en la Universidad Central de Madrid (España) (1942-1943). Dermatólogo de  la Seguridad Social española  y médico del Hospital de Ntra. Sra. de los Dolores durante toda su vida acti­va. Fue ayudante de Cirugía  del doctor Morera y en el terreno de la dermatología publicó un interesante trabajo sobre un tipo espe­cial de Sarna Noruega descubierto por él en Benahuare (La Palma) que tuvo amplio difusión en revista médicas del exterior, por su excepcional rareza, Falleció, jubilado, en Tedote el 17 de octubre 1992.

1915 mayo.
En su visita a la colonia Alejandro Lerroux García, que ocupó la presidencia del gobierno durante un breve período de la Segunda República española, en Santa Cruz de Tenerife, defendió una vez más sus tesis en favor de los aliados en la primera guarra mundial.

1915 Septiembre 7. Acabada la guerra civil de los españoles se inicia una nueva etapa de la profesión en esta ciudad, con la llegada de nuevos profesio­nales de los que en la actuali­dad muy pocos están ya en activo oficialmente. El primero de ellos, Manuelo Galván Martín. Obtiene su título en la Fa­cultad de Medicina de Cádiz (España) en  el año 1940 y pronto hace oposiciones que gana para ocupar una plaza en nuestro Hospital de Dolores, don­de  ejerció durante 45 años, siendo nombrado por el Cabildo Decano de los Practi­cantes de dicho centro.   Prestó durante toda su vida profesional servicios a la Segu­ridad Social desde la época de su fundación en el ambulatorio local.

Fue ayudante de mano durante muchos años de su cuñado, el prestigioso cirujano hawara (palmero) Dr. Morera Bravo, destacándose si­empre como un profesional de primera fila por su preparación y extraordinaria competencia.   De él decía el propio Dr. Morera: “Manolo como ayudante es mi segundo yo, entre  los dos existe una comunicación sobrenatural. Con él me siento capaz de operar cualquier cosa” Los Médicos jóvenes   de la generación de los años 60 sabían que Manolo estaba siempre allí para solucionarnos calladamente la papeleta si en nuestros inicios quirúrgicos surgía algún problema. Ha sido toda su vida un hombre del que solo emana paz y tranquilidad y difícil es encontrar a alguien que como él sepa infundirla a todos cuantos le rodeamos. La vocación de servicio a los  demás es tan fuerte en el que de alguna manera la ha trasmitido a varios de sus nietos médicos. Jubilado de sus cargos reside actualmente en Eguerew (La Laguna)

1915 0ctubre 27.
El periódico lagunero La Información  propone, como solución a las crecientes dificul­tades para la adquisición de subsistencias por un sector de la población, el estableci­miento de una Cocina Económica sostenida con fondos municipales.


1915 Noviembre 9.
Viene al mundo Amado de la Cruz de Paz. La figura de este hawarita (palmero) de permanente recuerdo en todos los ámbitos sociales de la Ciudad y de la Isla, es a decir verdad, poco frecuente.

Amado de la Cruz, popularmente conocido como “Amadín”, hijo de  Amado de la Cruz y de Julia de Paz, nació en el seno de una familia netamente palmera.

Después de cursar el bachillerato, todavía antes de la guerra civil de los españoles, marcha a Cádiz (España) donde estudia Medicina en aquella Facultad, mas tarde ya acabada la guerra, se matricula en Odontología en la Facultad  de Medicina de Madrid.

En el año 1941, terminada su carrera, se instala en Tedote (Santa Cruz de La Palma), dando comienzo así a una vida profesional activa y dinámica, que habrá de durar casi cuarenta años. Durante tan largo periodo de tiempo, pocas bocas hawaritas (palmeras) dejaron de abrirse ante su sonriente presencia, en su consulta de la calle O´Daly o en las instalaciones de la Seguridad Social española donde también ejercía.

Fue además de un profesional de cuerpo entero, una persona agradable y humana, habiendo atravesado épocas en las que fue el único odontólogo en la Isla, con lo que ello supone en el orden de trabajo y de responsabilidad. Hombre moderado y bondadoso en el trato, se granjea innumerables amistades, así como el afecto y consideración de todo el pueblo. Casado con la española Marisa Domínguez, simpática andaluza que pronto se integró de lleno en los círculos sociales coloniales de la Isla. Falleció, Don Amado, en 1980, cuando aún le faltaban algunos años para su jubilación.

1915 noviembre 16.

Naufragio en la costa del Sur  de Gran Canaria 

El Pembrokeshire era un barco inglés de 6.500 toneladas de registro. Venía con un cargamento de café y cacao y se dirigía a Inglaterra. De nueva construcción, matriculado en la ciudad de Belfast y perteneciente a la compañía naviera La Mala Real Inglesa, el Pembrokeshire llevaba a bordo 83 marineros y tres pasajeros, al mando del capitán Chas L. Willats.
 
Unas semanas antes de tener a las Canarias frente a su estribor y ver los primeros destellos del faro de Maspalomas había estado en los puertos de Santos, Río de Janeiro y Bahía Blanca, desde donde había partido el 26 de octubre de 1915. Era la segunda vez que el expresado buque hacía escala en el puerto de Gran Canaria.

Sobre las cinco de la madrugada del lunes 16 de noviembre de 1915, el barco navegaba por sotavento cerca de la playa de Tenifé, junto a la desembocadura del barranco de Tirajana. Navegaba a una velocidad de trece millas por hora. En ese momento estaba en el puente el primer oficial, quien declararía que una densa neblina le impedía ver la costa. Al parecer fue la causa del accidente que poco después hizo que el barco, desviado de su rumbo, embarrancara en un lecho de arena de la citada playa,

A los pocos momentos de recibirse la noticia, varios remolcadores salieron con rumbo al lugar del siniestro. Entretanto, el crucero alemán Carmania, de vigilancia por estas aguas a causa de la I Guerra Mundial, donde se libraba una batalla por el control del Atlántico, acudió al pronto auxilio del barco junto con otro buque, de bandera inglesa.

Fueron los primeros en llegar al lugar. Una vez allí, procedieron al amarre del mismo para evitar que se fuera a tierra.

Las tareas de rescate duraron varios días. En la mañana del jueves 17 pudo sacarse un ancla de la proa del buque siniestrado, llevándola hasta la popa. Allí se tendió una rejera de alambre, según relatara el periodista Ribarroja, que ofreció detalles del suceso a la prensa de la época.

Un día después se trajo de la consignataria otra ancla, con lo que se procuró mantener en posición conveniente el buque, con la proa hacia Las Palmas. Los trabajos de salvamento fueron dirigidos por Macatheurs, ingeniero de la Grand Canary, quien al llegar al lugar del siniestro sugirió que lo primero que habría que hacer era proceder a la descarga de mercancía que transportaba el barco.

El mismo día del siniestro, ya cerrada la noche, una docena de jornaleros enviados por la consignataria, así como miembros de la marinería inglesa, comenzaron las tareas de descarga, desembarcando en dos lanchones cientos de sacos de cacao y café. El barco también traía tabaco, algodón en rama.

A la espera de que subiera la marea, los mencionados correíllos y los remolcadores permanecieron por la proa a fin de tirar del buque. El estado de la mar era inmejorable durante ese día fijado para la definitiva maniobra de rescate. Y así fue cuando cerca de las once de la noche, a falta de dos horas para la pleamar, el buque entró en movimiento. Inmediatamente después se dio la orden de tirar de sus remolques hasta que el Pembrokeshire, ayudado también de sus máquinas, salió a flote. (Pedro Socorro, 2010).

1915 Noviembre 29. El Ayuntamiento de Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife), ante la dificultad para realizar la contratación de carbón en el Reino Unido, solicitó el mismo a la American Coal Exporting Co. de Nueva Cork. El Embajador español en Londres pidió en noviembre de 1915 un libre tránsito desde Nueva York a las Islas Canarias, condición requerida por la firma americana. El carbón estaba destinado a la alemana Fábrica de Gas de Chinet (Tenerife) (Gaswerk Company), inscrita en la dista negra desde el 29 de febrero de 1916 y que, según comunicaba la Embajada española, había sido tomada a su cargo por las autoridades municipales en vista de la incapacidad de los dueños alemanes para conseguir los necesarios suministros de carbón. En vista de los informes del Cónsul Croker asegurando que las autoridades no se habían hecho cargo de la compañía, la respuesta a Merry del Val fue que en las circunstancias existentes no se podían dar tales seguridades previas para dicha carga. Ante las garantías dadas por las autoridades de Chinet (Tenerife) sobre el uso del carbón para un servicio público y la insistencia mostrada por el Gobierno español, el británico informó en diciembre que las fuerzas navales aliadas no interferirían con el carbón de América consignado al Ayuntamiento de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife), que llegó el 10 de enero de 1916 en el velero Alicia B. Crosby. Dos días antes, el 3 de enero, Swanston, Cónsul británico en Guiniwuada (Las Palmas), había informado que la Commercial Coaling Co. de Nueva York estaba haciendo preparativos para enviar dos barcos carboneros a Guiniwuada (Las Palmas), cuyo carbón presumiblemente era para los barcos enemigos que allí se encontraban. La carga venía consignada a nombre del capitán, que era la forma en que los cruceros alemanes habían sido abastecidos durante el desarrollo de la guerra. El comité encargado de decidir qué acciones se tomaban en estos casos (Coal Suspects Committee) recomendó que se diera a entender a las compañías carboneras americanas en las Islas que si hacían esa clase de cosas serían incluidas en la «lista negra». Se repitió lo mismo a Nueva York, con instrucciones de intentar detener el embarque y, si esto fallaba, informar de la salida, avisando a los oficiales de inteligencia, para información de la flota en cualquier caso que se considerase sospechoso. También se telegrafió a Swanston para que procurase averiguar el uso probable que se daría al carbón. Además, desde el 3 de febrero guiniwuada (Las Palmas) estuvo en la lista de ciudades portuarias que debían informar semanalmente de las reservas de carbón mantenidas en su área por alemanes o firmas neutrales de poca confianza, junto a cualquier movimiento de barcos, carbón u otras mercancías, y cualquier otra información relevante que pudiera indicar actividad naval enemiga. En julio del mismo año un nuevo envío de carbón de Messrs. Blake & Co. desde Nueva York, destinado a la Fábrica de Gas de Tenerife, volvió a encontrar los problemas que suscitaba el bloqueo. El Embajador español había recordado a Grey el interés de este servicio público y la actitud favorable adoptada anteriormente por el Gobierno británico, cuyo Almirantazgo sin embargo pensaba que al tratarse de una compañía propiedad de alemanes no era deseable concederle ninguna facilidad, ya que aparentemente no había nada que impidiera el desvío del carbón para uso de buques de guerra alemanes y que, si por tratarse de un asunto de interés público, era aconsejable se le permitiera recibir carbón, ello se debía hacer en pequeñas cantidades a través de uno de los importadores locales británicos en Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife). Esta fue la respuesta recibida por la Embajada, que siguió insistiendo en el hecho de que el Ayuntamiento había tomado posesión de la compañía de gas con el fin expreso de evitar dificultades en el suministro de carbón, ante lo cual el 16 de agosto se dio la seguridad de que, siempre que no surgieran dificultades respecto a la otra carga del barco en cuestión, las 1.049 toneladas de carbón, que ya habían salido desde Nueva York en el barco Anhusta Snow, podrían pasar sin obstáculos.
1915 diciembre 6.
Cerca de 300 detenidos en las revueltas obreras de Tenerife
Tras varias jornadas de paros intermitentes, se produce en la capital tinerfeña una fuerte revuelta popular con la celebración de manifestaciones callejeras. Una discurre por la calle Valentín Sanz en la que los manifestantes apedrean el tranvía y algunas oficinas de la patronal. Otra de las marchas la integran las mujeres de los obreros en conflicto que se manifiestan por los barrios del Cabo y Cabo Llanos, siendo detenidas algunas de ellas. Las revueltas populares acaban con duros enfrentamientos con la policía, siendo clausurados por el Gobernador Civil colonial  los locales sindicales y suspendiendo las actividades las Sociedades obreras. Unas 300 personas son detenidas durante las últimas jornadas de protestas.

1916.

Nace en Vera de Erques Sixta Carro Alonso y su ensweñanza de vida

Por las manos de Sixta Carro Alonso (Vera de Erques, 1916-2011) han pasado todo tipo de labores. Pasé más trabajos que arena. Una mujer luchadora que tuvo que diversificar sus faenas, ya desde la infancia ayudaba a su padre en las tareas del campo, recogiendo leña, segando, pasando higos, cuidando de animales; continuó con la venta de pescado y en los cultivos de tomates. Por sus recuerdos se acumula una larga vida vinculada a la tierra, desde las manadas de cabras que cuidaron sus abuelos paternos, a la venta que regentaban en la Vera de Erques su abuelos maternos. Y tantos otros quehaceres, trabajando uno como burritos, como la recolección de jaramagos para completar el potaje o ir en busca de agua a El Dornajito o a Las Goteras.

El prematuro fallecimiento de su madre, Amelia Alonso, motivó su pronta participación en las faenas agrícolas, ayudando a su padre, Juan Carro. Empecé a trabajar a los siete, ocho años, salía con mi padre, si iba arar, él arar y yo cogía una azadita y le ayudaba detrás, y mi padre delante arando. Asimismo colaboraba en la recogida de leña y en la búsqueda del alimento para los animales, en la siembra de los cereales y las leguminosas: Mi madre sembraba siempre dentro del trigo unas lentejas que le decían lentejas blancas, que se criaban tachitas así y eso se llenaba de vainitas, dentro del trigo, y cuando ya se iba acercando ya pa arrancar el trigo y ellas se iban poniendo amarillitas, íbamos primero y las arrancábamos, las lentejas. Llegamos a coger hasta más de una fanega, una fanega que eran cincuenta kilos, y nosotros lo más que nos gustaba era el potaje ese de lentejas. Y cuando no, papitas y coles y carne cochino, se mataba un cochino y se aprovechaba todo, y nos duraba hasta palante. En mi casa se mataba uno, se criaba uno de esos grandes y después se salaba. Cochinos negros, eso si es carne buena, sabrosa. Y después las salaban hasta las patas, le quitaban las pezuñas, lengua, orejas, todo, lo del cochino se aprovechaba todo, hasta las tripas pa morcilla.

El sacrificio que significaba la dura labor de la venta de pescado lo ilustra Sixta, con su coraje. Tarea que comenzó al enfermarse su marido, Aurelio Romero Carro, quien falleció a pocos años de casarse a causa de las condiciones inhumanas en las que trabajó en la apertura de galerías para extraer agua. Sixta comenzaba su andadura en Vera de Erques e iba a buscar el pescado a Playa de San Juan y Alcalá. Lo del pescado empecé, tenía a mi marido aquí en una cama, aquí mismo, considere una mujer, ni había comida, ni había nada. Si usté no trabajaba, que no le entrara un duro y un hombre enfermo en la casa y no tener un hijo grande, ni nada, porque no tuve sino una hija que estaba muy pequeñita, cuando el padre murió tenía seis años. ¿Y de qué vivía?, yo no tenía subsidio, yo no tenía nada, porque entonces no pagaban nada. Primero empecé con un burrito que tenía a bajar cargas de leña, verde, que estaban cortando en el monte pa poder después sembrar trigo y sembrar cebada, en el Pino Redondo, en el Pajal de la Corona, en El Bebedero. Esa leña la llevábamos a la fábrica, la fábrica que estaba en la Playa. 

La venta del pescado la realizó durante unos cinco años, labor que abandonó cuando contaba con 33 años, dedicándose al cultivo del tomate, en lugares como en Piedra Hincada o en Abama. Transitando a pie aquellas veredas en busca de la pesca. Tenía que atender a mi marido y a buscar la comida, a vender cosas por áhi me dediqué cuando me casé, porque la vida mía no ha sido muy fácil. Yo iba por las mañanas, cuando era oscuro, iba a comprar, si encontraba caballas, sardinas, a la Playa, o pescadito mejor, a Alcalá. Yo llegué a salir de aquí, porque antes no había ni reloj, con un mechón, usté sabe lo que es poner en una botella un poco de petróleo y después con un trapo por la boca la botella, meterla así y después iba usté mojando la botella pa que le llegara, y con ese mechón áhi bajaba por áhi abajo sola, solita y no tenía miedo. Cuando eso yo iba a la Playa, pa si lo conseguía allí, pa venir más pronto a mi casa, pero si yo iba a la Playa y no conseguía pescado, entonces ¿iba a perder el día?, de allí seguía pa Alcalá.

Su zona de venta se adaptaba al mismo camino por el que ascendía desde Alcalá o Playa de San Juan, pero sobre todo Tejina y Vera de Erques, con algunas excepciones, donde fui una vez fue a Taucho. Solía traer el pescado en sartas, amarradito, lo traía amarradito, yo traíba el kilo de pescado justo, me lo pesaban ellos allí, me lo amarraban y traíba el pescadito justo. Cuando era fresco lo ponía uno así a los laditos de la cesta y al medio y después cogía usté esos mujitos verdes y le ponía dentro, y venía. Y si no lo vendía, por la mañana me levantaba tempranito e iba a venderlo y el pescadito tan bueno y hoy no puede usté dejar un kilo de pescado fuera de la nevera. 

Una dura vida, que Sixta la rememoró con cariño y con cierta nostalgia. Enriquece haberle escuchado sus relatos, sus múltiples enseñanzas, como cuando narra el uso del carbón vegetal: Lo utilizábamos pa si usté quería hacer una comidita en un brasero, pa planchar, porque no había otra cosa, poníamos la plancha sobre del carbón y cuando no teníamos carbón encendíamos un fuego con leña y allí las planchas o poníamos una hojalata y poníamos la plancha allí y se iba calentando, y si no arrimábamos la plancha al fuego y calentábamos, y de allí limpiábamos la más ceniza y a planchar la ropa. 

O las penurias, y los abusos que se cometían por los propietarios, en los cultivos del tomate, que cultivada en régimen de medianería. Sí, a medias, a granos, sí cogíamos, sí la mata tenía tres kilos nos daban como decían, los tomates a kilo y grana, una grana y un kilo. Usté cree que nos daban nada, nos robaban hasta los kilos, y cuando usté iba a cobrar, cuatro perras. Lo pagaban a como le daba la gana, a tres perras, a media peseta el kilo. Trabajaba en los tomates, y corre, corre, acababa de cortarlos y después uno comía, o a lo mejor estaba ya comida e iba al salón, a trabajar una hora, dos horas, o cuatro, o cinco, o lo que sea, o la mitad de ocho horas, cuatro horas, y estaba usté trabajando toda una semana y le venían a pagar quince pesetas, veinte, y sabíamos que nos robaban, porque hasta en las horas pa salir nos robaban porque hasta en las horas pa salir nos robaban y la hora pa entrar llamaban antes. 

Cuando se conoce a una mujer como Sixta, cabe preguntarse: ¿de dónde obtuvo el arrojo preciso para seguir luchando? Trabajaba en los tomates durante la zafra y luego en labores de su casa. Después venía pa mi casa, tenía higueras de mi padre, nos dio unas higueritas, pasábamos la fruta y después que había gente que araba y nos llamaban pa ir a arrancar en el verano, pa arrancar trigo. Áhi era arrancado, trigo, se criaba así, trigo grande y el centeno, el centeno era más grande que yo. Si uno ganaba dos pesetas o tres pesetas al día tenía la más, y quemadito, uno todo el día trabajando.
Su grandeza fue adaptarse a sus necesidades, procurar los recursos de los suyos, tener la fortaleza precisa para lidiar con tantas adversidades y tantos sinsabores que se le atravesaron en el camino. Y aún así sus lamentos apenas eran percibidos porque todavía hubo quien, según ella, lo pasó peor: Mi padre si pasó trabajitos y todos aquí los pasamos. (Marcos Brito, 2013)

1916.
En La Aldea de San Nicolás, Tamaránt (Gran Canaria) la tensión aumenta en los años de la Primera Guerra Mundial, y en 1916 la terratenencia opta por consolidar su posesión enajenando una parte del fundo a un reducido grupo de colonos, en la parte que venía cultivando. A pesar de la conflictividad social latente, la economía aldeana (como ocurrió en el resto del Archipiélago) comenzó a acelerar el proceso de modernización de su estructura productiva, en la primera década del siglo XX. Se incorporan nuevos espacios al cultivo del tomate, lo cual exige un incremento de los recursos hidráulicos mediante la perforación de pozos e instalación de maquinaria para su elevación: máquinas de vapor, norias, motores de combustión y aeromotores. Y, como en anteriores etapas del ya centenario pleito socioagrario, una activa burguesía rural, dirigida por líderes locales, encabezados por el alcalde Salvador Araujo Ramírez, acometió con fuerza la solución definitiva del problema agrario, apoyada por sectores progresistas, conservadores reformistas y hasta por cierto sector del clero católico.

1916. Se construye la torre derecha del templo de la secta católica  la Catedral en hormigón armado.

1916.
Nuevamente se hace necesaria la referencia al panorama político en la metrópoli. La elección de Eduardo Dato al frente del gobierno había desatado la reacción de los par­tidarios de Maura y provocado una división interna en el seno de los conservadores.

En el marco de los intereses caciquéeles coloniales el enfrentamiento puede alcanzar dimensiones aún mayores y explicar el cambio de táctica seguido por la prensa rnaurista, entre la que se cuenta a La Información, dirigido por Narciso de Vera Marrero, y cuyos ataques al jefe del Gobierno español son continuos.

La existencia de un grupo conservador lagunero, encabezado por el Marqués de Celada, fiel a Maura tiene su expresión en la constitución, en enero de 1916, de la Ju­ventud maurista de La Laguna. Se trata del mismo núcleo maurista que no aceptara que Delgado Bárrelo sea relegado, en las elecciones a Cortes de abril de 1916, en favor del orotavense Tomás Salazar y Cólogan.

Este hecho conlleva el recuerdo laudatorio para los ex-alcaldes Juan Ascanio y Nieves y Buergo y Fernández de la Hoz, quien en 1912 hubo de hacer frente a una situación similar. Desde entonces nada se habría hecho para asegurar el adecuado abastecimiento del agua.

1916.
Gaspar de Quevedo, nace en La Orotava (Tenerife), en el seno de una familia procedente de la localidad de Santa Úrsula. Aunó la actividad pictórica con la carrera eclesiástica. Su formación tuvo lugar en los talleres sevillanos con una influencia de las formas zurbaranescas. Desarrolló su labor pictórica en la isla de Tenerife, sobre todo en el municipio de Tacoronte donde, realizó seis lienzos figurando la Inmaculada, Anunciación, Sueño de San José, Cristo Difunto, Santa Catalina y San Felipe. En él «se sintetizan las características de la pintura del seiscientos en Cana­rias», según palabras de la profeso­ra Carmen Fraga.

Él aborda temas religiosos y la realización de retratos. Su estilo es barroco dentro de influencias de Zurbarán, de los pintores sevilla­nos y de los grabados flamencos. Sus aportaciones han sido de vital importancia para sus discípulos y pin­tores posteriores hasta el siglo XIX, en que comienza a imperar la tendencia neoclásica.
Obras importantes: Cuadro de Áni­mas de la Parroquia de la Victoria de Acen­tejo —hay que indicar, como curiosidad, que son frecuentes los cuadros de las almas en el Purgatorio, en las iglesias de Canarias. Además entre otras muchas la Virgen de la Merced en la iglesia de las Clarisas de La Laguna, así como diversas versiones de La Purísima.

Según la profesora Carmen Fraga: Gaspar de Quevedo, desde su bautizo en 1616 hasta 1652 no hemos encontrado ninguna cita documental suya: es decir, cuenta treinta y seis años de edad cuando surge su nombre en los archivos. Esto es más extraño en cuanto que por su faceta eclesiástica o por su actividad pictórica debía ser mencionado antes, pero no ocurre así. Todo invita a creer que no estaba en La Orotava; además, el análisis de su producción artística prueba que conocía los cuadros de la escuela hispalense de la la época. Por ejemplo los de Zurbarán. Por consiguiente, es probable que estudiara en Sevilla, quizás en torno a los Predicadores, Orden que protegía en el valle de Taoro la Casa de Mesa. Con la que el pintor tendrá relaciones. Lo cierto es que era clérigo y como Licenciado es citado en varios documentos; por ejemplo, en el testamento de su madre, señala que su hijo es «presbítero» y en su codicilo lo llama licenciado al igual que se lee en el Libro de los Capellanes y Hermanos de la Cofradía de Anirnas, en la parroquia de la Concepción en su población natal (La Orotava). De nuevo se le menciona así, además de presbítero, en la carta pública que firma cuando recibe, en su calidad de mayordomo de la ermita de Nuestra Señora de la Paz (dentro de La Orotava), unas ropas para la imagen titular. Las cuales da don Juan de Mesa Lugo y Ayala. Curiosamente, en las últimas voluntades del progenitor de éste, don Lope de Mesa, se habla de una capellanía que detentaba un Gaspar Afonso y que al morir habían ocupado otros. Dado que ese testamento está fechado en 1648, no puede referirse al pintor

1916. Se produce un fuerte temporal que arrasó la mayor parte de la treintena de casas que poseía el caserío del Cedro en la isla de La Gomera

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