ÉPOCA COLONIAL: DECADA 1901-1910
CAPITULO –XIVII
1906 abril 1
Visita Erbania (Lanzarote) el Rey de España Alfonso XIII
Arrecife presentaba un extraordinario aspecto. Desde el embarcadero arrancaba una escalera alfombrada que daba acceso a un templete, portón a un corto paseo flanqueado por tribunas adornadas con banderas nacionales y flores. Al final de esa avenida se encontraba un artístico arco, rematado con la siguiente carteleta: A S. M. el y A. Reales. Ayuntamiento de Arrecife. Inmediata al arco se encontraba la entrada al puerto, que estaba presidida por dos altas columnas rematadas por banderas. Éstas eran seguidas por numerosos mástiles y arcos, entrelazados con guirnaldas. Las calles estaban engalanadas con colgaduras, banderas y arcos. Entre esos destacaba el levantado por el Cuerpo Militar, decorado con trofeos y una inscripción que decía: A S. M. el Rey, el Batallón de Infantería de Lanzarote. A la entrada de la calle León y Castillo se sucedían nuevos arcos erigidos por diversas instituciones, como la Juventud local, la Sociedad Democracia y el Comercio de Arrecife. En la plaza de Las Palmas, donde se encuentra el templo parroquial, había un arco con el siguiente mensaje: A. S. M. el Rey, el Magisterio de Lanzarote, Viva España, Viva el Rey, la Reina y A. R.
La comitiva real pasaría por las calles de la Marina, León y Castillo, Porlier, Castro, Rosario y Fajardo, y las plazas del Ayuntamiento, Las Palmas y La Constitución. A lo largo del trayecto destacaban por su ornamentación los edificios del Ayuntamiento, el templo parroquial, el Casino Principal, que cumplió funciones de «palacio», el Casino Nuevo, la sede de la Sociedad Democracia, el Juzgado, la Comandancia Militar, el Cuartel Escuela, el Hospital de Dolores y Casa de las Siervas de María, la Ayudantía de Marina, Correos y las casas Consulares.
A las once de la mañana una paloma mensajera avisó de la partida del Alfonso XII de Puerto Cabras. Dos horas más tarde el trasatlántico aparecía en el fondeadero, al tiempo que el sonido de las sirenas de los buques y el repique de las campanas llenaban de fiesta el aire. Poco después desembarcaron el Monarca y los ministros, que fueron recibidos por el alcalde Adán Miranda, acompañado por los miembros de la Corporación, en el templete levantado en el muelle. Un inmenso gentío ocupaba el puerto y sus aledaños. De inmediato la comitiva partió en dos carruajes25. En el ocupado por el Rey, tomaron asiento Romanones y el alcalde de Arrecife; en el segundo, subieron los ministros de Guerra y de Marina, y el conde de San Román.
A las puertas de la iglesia aguardaban el párroco, otros miembros del clero y las hermandades. Entró en el templo y con la solemnidad requerida se cantó el Te Deum. Finalizada la función religiosa, el Rey se dirigió al cuartel de Infantería, inspeccionando sus instalaciones y pasando revista a la tropa. Luego, visitó el Hospital de Dolores y la Casa Asilo de las Siervas de María. De seguida el Monarca y su séquito montaron en camellos para recorrer las obras en curso de los depósitos de agua, ubicados a dos kilómetros de Arrecife. Durante el recorrido, dio muestras de su juvenil dinamismo adelantándose a galope y dejando atrás a la comitiva. Posteriormente regresaron a la capital, al Ayuntamiento, donde tendría lugar la recepción oficial, en la que el alcalde, Adán Miranda, entregó al Soberano un escrito con las perentorias necesidades de la isla. Igualmente, Francisco Batllori y Lorenzo, presidente de la Asociación del Magisterio de Lanzarote, solicitó su mediación para conseguir la gratificación de residencia a los profesores que ejercían en Lanzarote. Se sirvió un almuerzo, y acto seguido el Monarca y su séquito abandonó la Municipalidad para dirigirse al muelle, respondiendo, sonrientes, a la aclamación popular.
Era por fin el adiós a un Rey de España, el primero en visitar las Islas, donde sería siempre recordado con singular simpatía. A las cinco y media de la tarde, Monarca y acompañantes subió a bordo del Alfonso XII, que no tardó en levar anclas y hacerse a la mar, rumbo a Cádiz, donde arribó sin novedad el siete de abril, dos semanas después de su partida.
El viaje de Alfonso XIII marca sin duda un hito en la historia de Canarias, pues contribuyó a reforzar el sentimiento nacional de los isleños, tan alejados de la Península, así como a crear nuevos vínculos afectivos de un lado y de otro, sutil producto del conocimiento directo y franco entre los hombres de buena fe. (Antonio Luque Hernández).
1906
Marzo 30.
Alfonso XIII en Tamaránt (Gran Canaria), segunda etapa del viaje del monarca
español a la colonia africana de Canarias.
La Familia Real española y su séquito llegó a Giniwada n Tamaránt (Las
Palmas de Gran Canaria) el día 30
a las cuatro de la tarde, pero el programa oficial se
desarrollaría los días 31, 1 y 2 de abril. El imprensindible Te Deum se ofició
en la catedral de la secta católica de Santa Ana, y la recepción y el lunch
(comida) tendrían lugar en el Ayuntamiento. El rey español Visitó el Museo
Canario y el Palacio Episcopal, convertido en residencia para la Familia Real. Era
una excepción, pues en las demás islas pernoctaría en el "Alfonso
XII". Por la tarde, asistieron al garden party, ofrecido por la colonia
inglesa, en el Hotel Santa Catalina, visitaron los cuarteles de las fuerzas
españolas de ocupación de la isla y acudieron a una función en el Teatro Pérez Galdós. Representaron obras de
los hermanos Millares, Galdós y Guimerá.
El día 1, asistió a la Jura de Banderas y recorrió
las baterías y fortificaciones de la Isleta. Dijo: "Aquí en la Isleta hay que hacer un
puerto militar, un nuevo Gibraltar, que sirva de refugio en el porvenir a
nuestra escuadra, y que sea el centro de operaciones para la defensa de las
islas".
Mientras tanto, la Infanta visitaba los
escasos establecimientos benéficos. A continuación, partieron hacia el Hotel
Santa Brígida, al almuerzo ofrecido por el Comercio. Le escoltaba un centenar
de jinetes. El Rey les dijo: "Llevo
buena, lucida y muy leal escolta". El presidente del Círculo
Mercantil, D. Domingo Rodríguez, del partido dependentista canario, dialogó con el Conde de Romanones
acerca de la división de la nación canaria en dos provincias, del contrato de la Arrendataria de
Puertos Francos..., mostrándose antileonino (contrario a Fernando León y Castillo)
y antitinerfeño.
Terminado el almuerzo, visitaron Santa
Brígida, cuyo alcalde le entregó sus peticiones: subvención para la
construcción de una escuela..., y San Mateo, donde presenció una carrera de
caballos y burros. Al anochecer, se celebró una recepción y un lunch en el
"Alfonso XII". Isleños, españoles y demás extranjeros especialmente
ingleses estuvieron presentes. Doña Belén Méndez, viuda del Teniente Coronel de
Infantería, D. Augusto Poncios, le pidió protección para su hijo mayor, que
quería estudiar en la
Academia de Infantería y no podía por carecer de recursos. El
día 2, lo dedicó a inspeccionar los buques extranjeros S. Rafael y Condé,
felicitando al Rey de Portugal y al Presidente de Francia, respectivamente. Sin
embargo, Arucas se quedó esperando su visita programada.
A las cuatro de la tardes, después del
banquete oficial en el "Alfonso XII", marchó a la batalla de flores,
frente al Gobierno Militar. Las carrozas y los coches desfilaban delante del
Rey español, al tiempo que flores, serpentinas y confetis se cruzaban sin
cesar, entre las aclamaciones de júbilo hechas al Monarca. A las ocho y media
de la noche asistía al banquete del Ayuntamiento, donde se colocó una lápida
con la inscripción: "S. M, D. Alfonso XIII fue el primer Monarca que honró
a la ciudad con su visita. 1º de abril de 1906". Lo mismo había hecho el
Instituto General y Técnico de Eguerew n Chinet (La Laguna-Tenerife).
A su término, desde los balcones, presenció
la quema de fuegos artificiales, siendo el último acto en dicha isla. De camino
al muelle, vitoreado durante todo el recorrido, un grupo de obreros le entregó
un escrito, pidiendo la desaparición del impuesto de Consumos, la protección de
la industria y el desarrollo de la enseñanza obrera. El Rey dejó 5.000 pesetas
al alcalde, Sr. Hurtado Mendoza, para los pobres y establecimientos benéficos
de la colonia. A las doce de la mañana el "Alfonso XII" zarpaba rumbo
a Benahuare (La Palma),
escoltado por el Giralda.
En Gran Canaria, los políticos españolistas
serviles fueron agasajados, siendo invitados a un champán por el Gabinete
Literario. Hubo reunión en la casa de D. Domingo Rodríguez, amigo del general
Luque, con el Conde de Romanones y el secretario de S. M, D. Niceto Alcalá
Zamora. Se llevaron de la isla las peticiones de las autoridades, del partido
liberal (sostenimiento de las franquicias...) y del diputado Pérez del Toro,
que pedía la creación de una Escuela de Ingenieros Industriales y otra de
Comercio... A aquélla, las señoras de los colonos de Guiniwada n Tamaránt (Las
Palmas de Gran Canaria) le regalarían un estandarte, en 1910. La Reina sería la madrina en el
acto de bendición, siendo representada por Dª Dolores Manrique de Lara del
Castillo, que fue apoyada por el marqués de Muni. Dicha señora había dirigido
el acondicionamiento del Palacio Episcopal, para que sirviera de residencia
real.
1906 Marzo 12. Nace en Mazo, Benahuare José Gregorio Toledo Pérez. Pintor. Afincado definitivamente en la Metropolis desde 1924
hasta su muerte acaecida el 2 de noviembre de 1980. Ya en la capital de España
se formará en la
Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, donde se
forjará su personalidad artística, evolucionando desde un realismo atemperado
en los años 30 a
un clasicismo lírico y personal, caracterizado por una paleta de sobrio
colorista en la mejor tradición de la Pintura Española.
En 1942 obtiene la beca Conde de Cartajena de la Real Academia de
Bellas Artes, el Diploma de Honor de la Exposición Nacional
de Barcelona y el Primer Premio del Salón de Otoño de Madrid, consiguiendo tres
años más tarde la
Primera Medalla de la Exposición Nacional
Española de Bellas Artes de Madrid con la obra titulada "La visita",
que según Juan Julio Fernández "no es otra cosa que la presencia de Mazo,
con sus señoriales aires cortesanos, en la corte, por excelencia, de la capital
del Reino de España. Como docente, obtendrá, en 1944, la cátedra de Estudios
Preparatorios de Colorido de la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel
de Hungría de Sevilla y diez años más tarde la de "Colorido y
Composición" en la madrileña de San Fernando. Como expositor, participará
en la Bienal
de Venecia en sus ediciones de 1936, 1942, 1950 y 1952, participando así mismo
en importantes muestras de Arte Español en Alemania (1942), Portugal (1943),
Egipto (1950) y Argentina (1953). Se ha escrito que "en la vida y la obra
de Gregorio Toledo, confluyen genio y talento. El primero, capaz de la
fecundación creadora; el segundo necesario para llevar la obra a su plena
maduración". Por su parte, Jaime Pérez García afirma que Toledo ha sido el
pintor "más notable que ha dado Benahuare (La Palma) en el siglo
actual". Su destacada trayectoria ha sido reconocida por el Ayuntamiento
de su pueblo natal en varias ocasiones, nombrándole Hijo Predilecto en 1954 y
rindiéndole público homenaje en agosto del mismo año. El 15 de enero de 1892 un
acuerdo plenario reiteraba el reconocimiento municipal, decidiendo ahora
colocar una placa conmemorativa en la fachada de las Casas Consistoriales y dar
el nombre del pintor a la plaza, entonces en proyecto, del lugar conocido como
El Morro. Su nombre también se le dará al Aula de Cultura ubicada en el casco
del municipio donde, entre el 25 de mayo y el 4 de junio de 1989, tendría lugar
una exposición de su obra, integrada por doce valiosos cuadros, uno de los
cuales, "Vistiendo el maniquí" (1950), preside en la actualidad el
salón de sesiones del Ayuntamiento.
1906 abril 5.
La visita de Alfonso XIII a Puerto de Cabras, 1906
Esta fue la primera visita que
realizó un monarca español a Fuerteventura, abril de 1906
La de un joven Alfonso XIII,
abuelo de S.M. Juan Carlos I, enmarcada en el ambiente de desánimo que se
instaló en la intelectualidad y en la decadencia del sistema político de la Restauración, tras el
desastre de 1898.
La visita del Jefe del Estado
venía a expresar la vocación de reafirmar la soberanía española sobre las islas
y a respaldar los intereses en la vecina costa africana.
Para Puerto de Cabras y para la
isla, la ocasión era irrepetible después de 500 años de Historia común para
que, por una vez, las autoridades locales pudieran plantear en su propia tierra
a las más altas jerarquías del Estado sus inquietudes, sus necesidades. Se
pedía ayuda para un depósito de aguas, para acabar el templo, para el acondicionamiento
portuario... Se demandaron tantas cosas y tan grande fue el contento general
que decidieron poner el nombre del monarca a una de sus calles.
En el recuerdo se fue apagando la
crónica de la visita y por eso la rescatamos.
Veamos el ambiente y la
descripción del Puerto de Cabras de la época en palabras del poeta lanzaroteño
Isaac Viera, de visita en la isla dos años antes del paso de Su Majestad
Alfonso XIII:
“La ascensión al pueblo, que se
compone de veinte calles y una bonita plaza... exige encaramarse por cualquiera
de las callejas que desde la principal trepan a derecha e izquierda de la
población...” y prosigue “el muelle de Puerto de Cabras pertenece al municipio,
es un rinconcito abrigado donde se recuestan a la baja marea las barcas... mientras
algún pailebot duerme fuera del espigón...” Y termina diciendo “tiene dos
fondas... cuenta con un hospitalito debido a los generosos esfuerzos de la Cruz Roja... En el
casino “El Porvenir” se halla instalado un lindo teatrito... donde tiene
también sus dependencias la
Banda de Música”.
El ambiente institucional
en tiempos de la visita
Entonces residía en Puerto de
Cabras el Gobierno Militar de la
Isla, la
Subdelegación de Marina, la oficina postal, la
subdelegación de Hacienda, la
Notaría, varias agencias consulares, la Subcomisión de Cruz
Roja y compartía su actual territorio con las jurisdicciones de los municipios
de Casillas del Angel y Tetir, cuyos alcaldes asistieron al acto que nos ocupa.
Las carreteras que unían estos pueblos estaban en obras y se abrían paso en
Ampuyenta, con destino al Sur de la
Isla y en La
Matilla, hacia el Norte.
En el Puerto se perfilaba la
capitalidad: Además de los organismos citados hacía poco tiempo que recibieron
con jolgorio las fuerzas de la
Compañía del Batallón de Reserva nº 6 que vino a guarnecer la
plaza y que, precisamente en 1906 pasaba a denominarse Batallón de Cazadores
Fuerteventura nº 22; y poco antes también la Guardia Civil había
llegado al lugar. A fines de enero del año de la visita regia obtuvieron del
Obispado la parroquia de Nuestra Señora del Rosario.
En el Casino “El Porvenir”, única
sociedad civil que entonces existía, se comentaba la visita y se barajaban las
peticiones que formularían a las autoridades de Madrid, pues muchos de los
socios ocupaban los cargos administrativos del municipio. Se clamaba por la
creación del Juzgado de Primera Instancia que les convertiría en cabeza de
partido judicial, pues en esto seguían dependiendo de Lanzarote; así apareció
en varias ocasiones en las páginas del semanario “La Aurora”, único periódico
local de la época. Se lloraba por el telégrafo, por los itinerarios de los
vapores correos y tantos otros clamores.
Con la visita de Alfonso XIII
Fuerteventura se asomó a la
Historia de España para algo más que para servir de
lugar de destierro, que también tuvo algún revolucionario de la Gloriosa de 1868 y
"conspiradores" contra la metrópoli en los restos coloniales de
ultramar.
El Rey en Puerto de
Cabras
A las 6,30 horas de la mañana del
5 de abril de 1906 fondeaba el “crucero” Alfonso
XII en la bahía de Cabras, donde ya estaba el Extremadura y otros barcos de menor porte desde la noche anterior.
Aunque el semanario La Aurora recogió en su número
de 12 abril la noticia del evento, nosotros no nos resistimos a reproducir
parte del acta que reflejó el Ayuntamiento en el Libro de la Corporación para dar
solemnidad y conocimiento a las generaciones posteriores:
"Saltó S.M. al muelle por la
marquesina preparada al efecto a las 8 1/2 de la mañana acompañado de los Excmos.
Sres. Dn. Alvaro de Figueroa, Conde de Romanones, ministro de la gobernación;
Dn. Agustín Luque, ministro de la guerra; Dn. Victor Comas, ministro de Marina;
de los generales Marqués de Pacheco y Rascarán, de su séquito real, del
Gobernador Civil de la
Provincia Dn. Ramón Ledesma Hernández y del Teniente Coronel
Jefe de la Guardia Civil
de este Archipiélago Dn. Domingo Lomo Garcia.
"En el
muelle le esperaba el teniente de Alcalde Dn. José Castañeyra Carballo por
indisposición del Alcalde presidente Dn. Juan Domínguez Peña, el gobernador
militar de la Isla,
Teniente Coronel Dn. Antonio Serra Orts, el presidente de la Cruz Roja, Dn. Ramón
Fernández Castañeyra y el médico titular Dn. Domingo Hernández González. Dicho
teniente de Alcalde saludó al Monarca en nombre del pueblo, emprendió la marcha
en dirección al templo parroquial. En el muelle le hizo honores la banda de
música que dirige Dn. Juan Peñate Quevedo e inmenso público que excedió de
cuatro mil personas le hizo una ovación delirante.”
"En medio de los vítores de
la multitud que constantemente le aclamaba, llegó S.M. a la Parroquia en donde se
cantó un solemne Te Deum, siendo el oficiante nuestro venerable párroco Doctor
Dn. Teófilo Martínez de Escobar y Luján. Terminado dicho acto religioso el Doctor
Martínez de Escobar leyó a S.M. un notable escrito en que le pidió una limosna
para terminar el templo. Salió S.M. por la puerta del Sur, dirigiéndose por la
calle del Rosario a la del General Linares en donde revistó la Compañía activa de este
batallón que mandaba el Capitán Dn. Antonio Bañolas Passano (?), teminada la
revista continuó por la calle del Rosario hasta llegar al bonito templete que
esta Corporación acordó construir, y que dirigió el primer teniente de este
Batallón Dn. Vicente Vilchez Cueto, para desde él presenciar un desfile de
camellos que se preparó; de allí se dirigió por la calle Fernández Castañeyra,
León y Castillo, Puente y Marina al cuartel de Infantería del Batallón que
guarnece esta plaza, y de allí vino el Monarca a esta Casa Ayuntamiento en
donde se le obsequió con un refresco.
"El Ayuntamiento entregó al
Rey una instancia pidiéndole un depósito de agua y el teniente de Alcalde rogó
a S.M. aceptara una camellita que para el objeto se había adquirido, y S.M.
manifestó que la aceptaba con mucho gusto.
"El General Marqués de Pacheco entregó 500 ptas. al Sr. Alcalde para los pobres y 250 al Dor. Martínez de Escobar para la fabricación del templo, y 200 de la Infanta Doña María Teresa que por indisposición no pudo saltar a tierra.
"A las 10 se dirigió S.M. al muelle seguido de su séquito e inmenso público, habiéndose embarcado en medio de la más entusiasta manifestación de simpatía.
"Todas las calles por donde S.M. pasó estaban vistosamente engalanadas por profusión de banderas y ramaje y se levantaron seis arcos de triunfo en las calles de León y Castillo, Marina y Plaza del Rosario.
"Todo el vecindario ha rivalizado en entusiasmo a la visita regia, quedando por ello satisfecha la Corporación."
Suscribieron el acta los señores José Castañeyra, alcalde acciental; Secundino Alonso, Juan Castro, Tomás Martín, Pedro Hernández y Manuel Martín. Actuó como fedatario don Enrique L. López, Secretario de la Corporación. (Francisco Javier Cerdeña Armas)
1906 Octubre 15.
Patricio Estévanez, director del "Diario de Tenerife" y
concejal republicano en el Ayuntamiento de Santa Cruz, protesta públicamente y
propone al consistorio retirar todas las proposiciones contenidas en su
exposición al rey en la metrópoli, renunciando a todas las concesiones
ofrecidas y poniendo a disposición del Gobierno todos los centros, dependencias
y organismos oficiales.
1906 Octubre 28.
El
Ayuntamiento lagunero en sesión plenaria, tomó el acuerdo de crear una Banda
Municipal, "por comprender la
Corporación que esos organismos de aficionados estaban
llamados a desaparecer y no llenaban su cometido en una población de la
importancia de la nuestra, ya que no podían atender a las tocatas de la
temporada de verano, y otras que, en casos especiales, eran necesarias para la Corporación".
Para que la Banda lagunera fuera una realidad, el Ayuntamiento nombró una comisión compuesta por los concejales Tomás Guillermo Morales y Guillermo Perera y Álvarez, quienes redactaron el reglamento y nombraron director a D. Fernando Rodríguez Díaz.
Desde
que el 7 de Febrero de 1907 se aprobase su Reglamento hasta 1922, la agrupación
fue cumpliendo su cometido tanto en los actos oficiales, como en los desfiles y
fiestas de la ciudad, con una entrega y entusiasmo encomiables. La labor de la Banda fue muy fructífera,
sobresaliendo en todos los conciertos que dio en el teatro de la ciudad, en la
tradicional fiesta de San Miguel y en la Orotava, Puerto de la Cruz, Güimar, La Gomera y Santa Cruz de
Tenerife.
En 1923 una vez cubierta su primera singladura, se acordó la reorganización de la misma, publicándose el 6 de Mayo las bases del concurso para proveer de director y músicos. El nombramiento de director recayó en el excelente profesional D. Manuel Bouza, quien gozaba de muy buena reputación por sus aptitudes y conocimientos.
El 21 de Junio de 1924 se constituyó un patronato encargado de la salvaguarda de la Academia y Banda Municipal, formado por Heraclio Sánchez Rodríguez, Pedro María Pinto de la Rosa, Manuel Vandewalle y Pinto, José Pérez González, José Darmanín Delgado, Santiago Taular y Federico Meléndez Barreda. El Patronato, en el que intervino eficazmente el Municipio, anunció el concurso para la plaza de Director, cargo que se concedió al conocido maestro D. Juan Estany, buen pianista, profesor de música y con título de director de orquesta. La Banda adquirió bajo su cuidada gestión, gran prestigio y popularidad, recibiendo muchas ovaciones al presentarse en público en un concierto en la Alameda del Adelantado el día de San Cristóbal, y viéndose respaldada por una cuestación popular destinada a la adquisición de partituras y nuevos instrumentos, que ascendió a cuatro mil pesetas, cantidad que recibió el tesorero del patronato Pedro María Pinto.
El Ayuntamiento, seguro ya de la consolidación del grupo, incluyó en sus presupuestos de 1925/26 una dotación para profesor solista, director de la Academia de Música y Vicedirector de La Banda. Concursó en la plaza el maestro D. Francisco Bas y Gómez haciéndose cargo de la Banda lagunera, la cual, bajo su batuta y con sus consejos alcanzó fama y notoriedad. En esta etapa se destacaron jóvenes de la ciudad que ingresaron el grupo.
Los sucesos derivados de la Guerra Civil de los españoles, (1936-1939) obligaron a que la Banda, sin desaparecer totalmente, espaciara sus actuaciones. Acabada la guerra, se volvió a reagrupar a los músicos a lo que contribuyó con su buen quehacer D. Pedro Febles, normalizándose el Patronato y logrando que la Banda volviera a su antiguo esplendor.
En tales circunstancias, se hizo cargo de su dirección D. Fernando Rodríguez Díaz, al que sustituyó el buen profesional D. Antonio González Ferrera, que dedicó su interés y buen trabajo para que la Banda alcanzará un alto nivel. Al fallecimiento muy sentido del maestro Antonio González Ferrera, siguieron al frente del grupo los músicos D. Arístides Pérez Fariña, D. Manuel Hernández Martín (esclarecido director del Orfeón la Paz), D. Domingo González Ferrera y D. José Antonio Francisco Díaz León.
1906
diciembre 11.
Se
produce un conato de epidemia de tifus en la población de Santa Cruz de
Tenerife.
“Se
detectaron varios casos de tifus en la capital.
Murieron dos enfermos en sus casas (los días 3 y 4) y luego
tres en el lazareto (los días 8, 9 y 16). Hasta fines del año no hubo
más víctimas. Pero aquello había sido suficiente para hacer que
cundiese el pánico, y no sólo en Santa Cruz: porque en todas las
mentes estaba presente, con carácter permanente, la amenaza de epidemias
más graves, fiebre amarilla o peste bubónica.
En Santa Cruz se tomaron, esta vez rápidamente, las medidas pertinentes.
Se abrió el lazareto, transformado en hospital, con Agustín
Pisaca Fernández y el doctor Naveiras como médicos. El 11 de diciembre se desinfectaron las aguas de Los Lavaderos,
así como las del Toscal y de Cabo-Llanos; se destruyeron las
barracas que podían constituir focos de infección; se quitaron
las basuras, se alejaron de la ciudad los cerdos. Se cerraron las
escuelas, para evitar en lo posible la contaminación.
Como los médicos habían establecido que la enfermedad era
simplemente tífica y su peligrosidad relativa, se consideró
que se había hecho lo suficiente para combatirla. Sin embargo,
fuera de Santa Cruz nadie creyó en las seguridades y garantías
de los médicos y de la autoridad. Se pensó que se trataba en realidad
de peste bubónica y que los santacruceros ocultaban la verdad,
para no perder los beneficios del tráfico de su puerto. Así como en
Santa Cruz había cundido el tifus, en otras partes cundió el histerismo
colectivo. En La Laguna
se trató de impedir el paso del tranvía y en el
km. 8 de la carretera se estableció una estación de fumigación,
que en realidad no hacía daño a nadie, pero que contribuía a mantener la
inseguridad. En Las Palmas, 19 médicos firmaron una certificación
en que se declaraba que la enfermedad que se padecía en Santa
Cruz era peste. Se produjo un verdadero pánico y en algunos
puertos los barcos procedentes de Santa Cruz fueron recibidos a tiros.
En Santa Cruz se sospechaba que no era pánico, sino un juego
complicado de intereses y rivalidades políticas, que pretendía declarar sucias
las procedencias de Tenerife y cortar de este modo el comercio
de la capital. Por otra parte, también había gente desconfiada en Santa Cruz:
en alguna fracción de la opinión pública nació la
sospecha de que posiblemente los otros tenían razón, que efectivamente había
peste y que la autoridad intentaba disimular la verdad. Hubo
momentos de gran tensión, en que los alarmistas hacían su agosto, los
políticos veían confirmarse sus peores obsesiones y el gran
público navegaba entre la esperanza y el temor.
Entonces
fue cuando el gobierno comisionó al doctor Comenge, para que
estudiara la situación sanitaria de la capital canaria e informara
sobre lo que había de cierto en aquella epidemia. El doctor Comenge
llegó a Santa Cruz el 18 de diciembre. Su optimismo fue el mejor
tónico para reconfortar aquellos espíritus alterados. Visitó el hospital
de aislamiento establecido por el ayuntamiento en el lazareto
y no tuvo para él más que palabras de elogio. Declaró que, naturalmente,
aquello no era peste; que las defunciones que hasta entonces se
habían registrado se debían al carácter tardío de los cuidados
médicos que se habían aplicado a los enfermos; y que cuantos
estaban internados o se internarían aún, estaban seguros de curar.
No
es que al doctor Comenge le hubiese gustado todo cuanto veía.
Por el contrario, se quedó espantado por el estado sanitario de las
ciudadelas y de las viviendas más pobres, por la subalimentación y
la miseria que dominaban en gran parte de la población. Tuvo la oportunidad
de distinguirse, no sólo por su celo profesional, sino también
por su filantropismo. Por honorarios de su comisión, el gobierno
le pagaba 5.000 pesetas, que él abandonó, ofreciendo esta cantidad
al ayuntamiento para asistencia de los pobres. Fomentó la creación
de un instituto de lactancia artificial, cuya organización indicó él mismo, y
en la rifa que se hizo para su dotación hizo rifar su reloj
de oro. Con gestos de esta clase y con la simpatía que supo inspirar,
remontó los ánimos abatidos de los santacruceros y contribuyó
eficazmente para hacer olvidar un episodio que, más que trágico,
había sido bochornoso. Afortunadamente, este episodio sería el último
en la larga historia de las epidemias en Santa Cruz.” (Alejandro
Ciuranescu, Historia de Santa Cruz de Tenerife, 1978, t. IV: 96 y ss.)
1907. Nace en Erbania (Fuerteventura) Imael Ernesto González Mora,
se traslada de pequeño con su familia a Chinet (Tenerife) donde entabla amistad
con el poeta Pedro García Cabrera. Inicia su actividad como ilustrador y
pintor. Reside algún tiempo en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran
Canaria), donde entra en contacto con la Escuela Luján Pérez.
En 1930 funda, junto a Pedro García Cabrera, Ernesto Pestana y otros, la
revista Cartones. En 1931 se traslada a Madrid (España), donde pocos
años después monta su propio taller y se convierte en uno de los nombres más
destacados del surrealismo español. Una condena a la cárcel por motivos
políticos al final de la guerra civil le de los españoles es conmutada por el
exilio en Canarias. Posteriormente residiría en Winiwuada n Tamaránt (Las
Palmas de Gran Canaria), Venezuela y Barcelona (España), donde continúa su obra
pictórica y su labor de ilustrador en revistas y libros, en contacto con la
vida literaria. En vida fue remiso a publicar su poesía por lo que mucha
permaneció durante años inñedita o dispersa en revistas, aunque en 1992 Eugenio
Padorno recopiló su obra completa en un volumen titulado Dado de lado.Fallece
en Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria en 1981) Obras: El aire que me ciñe
(1946), poesía. Un camino, un poema (1953), poesía. Chalet de
O'Gorman (1977), poesía.
1907.
José Pérez Vidal.Santa Cruz de La Palma (1907-1990). Investigador
y erudito. Doctor en Filosofía y licenciado en Derecho. Académico
correspondiente de la
Real Academia Española y de diversos organismos y
asociaciones geográficas etnológicas de España e Hispanoamérica. Su obra se ha
dedicado fundamentalmente a la lingüística y a la etnología insulares, a las
relaciones entre las Canarias y el mundo Atlántico y a diversos aspectos de la
obra y la personalidad de Pérez Galdós. Destacaremos entre sus muchísimos
trabajos los siguientes: Contribución al estudio de la medicina en Canarias
(1945), La Imprenta
en Canarias (1942), Endechas populares en trístrofos monorrimos (1952), Poesía
tradicional canaria (1968), Folklore infantil canario (1986). Así como varias
publicaciones sobre tema galdosiano. Obtuvo el Premio Canarias sobre acervo
histórico y patrimonio histórico artístico y documental en 1984. (Tomado de: www.premiostaburiente.com/personajes/).
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