“No vamos
a apoyar ningún proceso independentista ni secesionista en España. No creo que
España se pueda permitir que ninguna comunidad autónoma sea independiente” Pues no señores, no son palabras de Rosa
Diez, la señora de la reaccionaria UPyD, ni tampoco del hiperespañolista
PP, ni siquiera del reformista PSOE, aunque a continuación se añadiera
-en línea con los socialdemócratas hispanos- que “la Carta Magna necesita
reformas para que todas las comunidades estén contentas” Pues, como
les digo, nadie de estas señorías es autor de tan patriótica reflexión. Son
frases de “nuestra” Ana Oramas en los “Desayunos de RTVE” del pasado 13 de
marzo, que remató con un rotundo “si las Islas se embarcan en un
proceso independentista serán pasto de intereses bastardos internacionales por
el riesgo que tiene el petróleo, materia prima que ha dado alas a varios
conflictos”. Es hasta lógico que la diputada española considere peligrosos
los “intereses bastardos internacionales” pero, normal en las mentalidades
acipayadas de los canarios de servicio, excluya de ellos a los que considera
como “nacionales”, por muy internacional que en realidad sea el hispano REPSOL
y muy bastardos que sean sus valedores españoles o jilufos criollos. Lo que no
tiene nada de lógico ni coherente es que la reseñada diputada española de
sonoro apellido de raigambre guanche se autodenomine –con todo su grupo
político de CC en un consumado ejercicio colectivo de trasvestismo político-
como “nacionalista canario” con ese probado y sólido españolismo de que dan
muestras y que les permite cohabitar en gobiernos alternando PP con PSOE,
siempre y cuando, claro está, el Presidente regional sea uno de CC.
La última hazaña
política de la Sra. Oramas,
émula a lo que se ve de la susodicha Rosa Díez, ha sido realizada, con luz y
taquígrafos, en el Congreso de los Diputados de España con su apoteósica
intervención en el Pleno para tratar del “referéndum catalán” que cubre, nada
más y nada menos, que 27 líneas del papelín oficial del congreso. Ni una
mención al Derecho de Autodeterminación y plegada totalmente a las posiciones
furibundamente españoleras de considerar la Constitución Española
como el único marco del cual no puede salirse sin cambiarla previamente. Según
sus palabras textuales “se trataba de interpretar la Constitución conforme
a su espíritu fundacional, que se basa en la democracia y el pluralismo
político que le es inherente, y la realidad plurinacional de España”. La Sra. Oramas se saca de
la manga una “Constitución plurinacional” cuando la llamada Carta Magna solo
reconoce una nación y es la española, tal vez por eso añade a continuación
que “Si eso no es posible hoy en la interpretación del Tribunal
Constitucional, entonces habrá que reformar la Constitución para que
todos los pueblos que integran España puedan identificarse en ella”. Está
claramente alineada con la posición PP-PSE-UPyD que confunden LEGALIDAD con
DEMOCRACIA. Franco y su régimen fascista era LEGAL, con la legalidad que ellos
mismos, basados en las bayonetas y el terror, se había dado y ahí está el
“Fuero de los Españoles” y las “Leyes Fundamentales” que oficiaban como
Constitución. En esa “legalidad” de Franco se basó su Ley Sucesoria a la Jefatura del Estado.
Recordémosla: “Artículo1: España, como unidad política, es
un Estado católico, social y representativo, que de acuerdo con su tradición se
declara constituido como Reino. Articulo 2: La Jefatura del Estado
corresponde al Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos don
Francisco Franco Bahamonde (……) Artículo 6: En cualquier momento el Jefe del
Estado podrá proponer a las Cortes la persona que ESTIME debe ser llamada
en su día a sucederle a título de Rey o Regente” título que por ESTIMACIÓN
del dictador recayó en el Borbón que todavía lo ostenta. Esa es la
“legalidad” que arrastramos hasta hoy, sin duda muy “democrática”. Como todo el
españolismo, la Sra.
Oramas considera que el derecho positivo vigente emanado de
un gobierno, legitimo o ilegítimo, el ius dispositivum, está por
encima del ius cogens que son aquellas normas de derecho
internacional, de carácter imperativo que no admiten actos contrarios al mismo,
como es el caso del Derecho de Autodeterminación.
La posición de CC
frente a la proposición catalana sobre el derecho a decidir la deja clara Ana
Oramas cuando pontifica que “Los
nacionalistas canarios no creemos que la realidad de Cataluña como nación se
encuentre al margen del Estado español” en
que una vez más falsifica la realidad. No pueden hablar en nombre de “los
nacionalistas canarios” quienes son “nacionalistas españoles”, o dicho en
román paladino, los que traicionan a la idea y la praxis de lo que dicen
defender. Redundando en su idea básica finaliza diciéndonos que “Solo la reforma de la Constitución
permitirá el encaje de los hechos diferenciales, de la realidad plurinacional” y remata con “Termino. Canarias también espera
por esa reforma de la
Constitución para su condición de ultraperificidad, como está
en la Constitución
europea. Por todo eso anuncio que Coalición Canaria se abstendrá y que Nueva
Canarias votará a favor de esta proposición de ley” con lo que, como decimos en el país,
vuelve a mear fuera del tiesto pero esta vez por partida doble, mixtificando la
real “condición de colonia española” que transmuta en “condición de
ultraperificidad” (¿no será Europa y, por ende España, la ultraperiferia de
Canarias?) y anunciando que “por todo eso” CC se abstiene mientras que su socio
de Nueva Canarias –que ha permanecido callado como un muerto- vota a favor. El
pírrico apoyo de CC a su socio de CiU para las próximas elecciones europeas se
lo devolvió al par de días en la votación para consultar a la ciudadanía
canaria respecto a las prospecciones petroleras.
En el mismo sentido
que un conocido refrán dedicado a los “amigos” pero variando ligeramente la
letra me atrevo a afirmar que de este “nacionalismo canario” me libre Dios, que
del español, más temprano que tarde, ya me libraré yo.
Francisco Javier
González
Gomera a 15 de
abril de 2014, 83 años y un día después de que los españoles se sacudieran de
la monarquía que la “legalidad franquista” volvió a resucitar.
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