Ana Viña Brito
En la España Medieval
2006, 29 359-381
ISSN: 0214-3038
Universidad de La Laguna. Tenerife
ABSTRACT
This
study shows the characteristics of the population that worked in the
plantations and sugar mills in the Canaries during the first century after
colonization. The workforce comprised qualified personnel: technicians and
officers, generally from Portugal
or more specifically from Madeira, the general
body of paid workers, basically colonists, and the slaves, mainly of African
origin. We analyze the qualitative and quantitative importance of each of these
groups, from the end of the fifteenth century until the middle of the
sixteenth, in each of the four “sugar islands”. Although the slaves were a major
part of the workforce, they were not much more numerous than free workers in
the plantations and mills, in contrast to the situation in other Atlantic
territories involved in the production of sugar.
Key
words: Canary Islands. Sugar mills. Social Groups. 15th-16th centuries.
RESUMEN
En este trabajo se muestran las especificidades propias
del elemento humano que intervenía en las plantaciones e ingenios canarios en
el primer siglo de la colonización. Las fuerzas productivas estaban compuestas
por el personal cualificado, técnicos y oficiales, generalmente de procedencia
portuguesa y más concretamente madeirense, el conjunto de los asalariados,
fundamentalmente colonos, y el personal esclavo sobre todo de origen africano.
Analizamos la importancia cuantitativa y cualitativa de cada uno de los grupos
desde finales del siglo XV hasta mediados del XVI en las cuatro “islas del
azúcar” y, en el caso de los esclavos, si bien constituyeron un sector
importante, su número no fue muy superior al del personal libre vinculado a las
plantaciones e ingenios, a diferencia de lo que acaeció en otros territorios
atlánticos vinculados a la cultura del azúcar.
Palabras clave: Islas Canarias. Ingenios
azucareros. Grupos sociales. Siglos XV-XVI.
The Social Organization of Work in Sugar Mills of the
Canary Islands (15th-16th centuries) Ana Viña Brito La organización social del
trabajo en los ingenios azucareros canarios (siglos XV-XVI) 360 En la España Medieval
2006, 29 359-381
La caña de azúcar tuvo una importancia decisiva en el
devenir histórico de las Islas Canarias. Los cambios estructurales acaecidos
tras la incorporación de este Archipiélago a la corona castellana llevaron
aparejados la implantación de nuevos modelos socio-económicos cuyos
antecedentes encontramos, como es obvio, en el territorio peninsular, aunque
también el referente inmediato será la isla de Madeira.
Sin embargo, las comparaciones que se han establecido con
esta isla portuguesa al igual que entre el modelo canario y el americano se han
basado fundamentalmente en comparaciones empíricas o en la intuición y ello ha
llevado a afirmar que Canarias ha sido un continente en miniatura de lo que
sucedió posteriormente en el continente americano, teoría que, desde nuestro
punto de vista, debe matizarse. Si bien es verdad que encontramos una serie de
elementos comunes en los tres ámbitos geográficos, cada territorio presenta sus
propias especificidades que vienen determinadas por las características físicas
y humanas de cada uno de ellos. Así, en este último aspecto, cabe simplemente
recordar que Madeira era un isla deshabitada que se puebla con gente del
continente europeo y, con posterioridad, con importantes aportes de esclavos
canarios y africanos. En el archipiélago canario la población aborígen que
permaneció en el territorio se fusionó rápidamente con los colonos y, la mano
de obra esclava, con ser importante, no constituyó el grueso principal de la población;
por su parte en el mundo americano la simbiosis de culturas es una de las características
de ese territorio.
Para que el cultivo de la caña de azúcar sea viable y
genere rentabilidad es necesario tener en cuenta una serie de condicionamientos
tanto físicos como humanos: superficie, producción, ingenios y personal, junto
a una reserva forestal, disponibilidad de agua y condiciones de suelo y clima.
Los propios condicionantes físicos en el caso de Canarias es uno de los
primeros aspectos a tener en cuenta, pues establecen diferencias sustanciales
con el territorio madeirense y americano, pero sobre todo es en el elemento
humano donde podemos verificar significativas divergencias tanto cuantitativas
como cualitativas. En Canarias el sistema imperante era la explotación directa
y contratos a partido, mientras en el mundo americano predominaba una economía
colonial de plantación.
En esta exposición vamos a centrarnos en las fuerzas
productivas de las haciendas e ingenios azucareros de Canarias en la primera
mitad del siglo XVI, pues la importancia de las “islas del azúcar” en el
contexto internacional dependió en buena medida del personal que intervenía en
sus distintas fases, sin olvidar la acción intervencionista de las autoridades
para controlar todo el proceso productivo desde la plantación hasta la
comercialización del producto1. Legislación y capital mercantil serán asimismo
elementos básicos en este complejo proceso, pues en términos generales la
economía azucarera canaria fue una empresa elitista, no en vano desde el inicio
del repartimiento en cada una de las islas las mejores tierras y en mayor
volumen se dedicaron al cultivo de la caña de azúcar. Además, la plantación y
el complejo que lleva aparejado, supuso una enorme inversión de capital que
sólo podían afrontar capitales dotados de liquidez, en que los mercaderes
unidos a grandes propietarios desempeñaron un papel prioritario. Una rápida
visión de estos grandes propietarios, muchos de los cuales estaban inmersos en
la comercialización del producto, nos permite observar como son ellos los que
conforman la mayor parte de la elite dirigente en las Islas2.
Tierra, trabajo y poder son tres de los elementos que
definirán la estructura económico-social de las Islas Canarias inmersas en el
cultivo azucarero y específicamente las de Gran Canaria, La Gomera, La Palma y Tenerife, aquellas
que por sus condiciones naturales eran aptas para el cultivo de caña de azúcar.
En principio contaban estas cuatro islas, tres de realengo y una de las de
señorío, con las características bioclimáticas adecuadas, sin olvidar que la
fabricación de azúcar se veía limitada por la situación y ciclo vegetativo de
la planta y, también, que la aceleración en el proceso de fabricación iba
estrechamente unido a las innovaciones tecnológicas, con un importante proceso
de adaptación a las fuentes de energía disponibles y a las técnicas.
Obviaremos las referencias a la llegada de caña a las
Islas y al proceso de cultivo, pues disponemos de una amplia bibliografía al
respecto3 y nos centraremos en el desarrollo de las fuerzas productivas que laboraban
en las plantaciones. No incidiremos tampoco en los propietarios ni en los
mercaderes, responsables en última instancia del proceso de comercialización,
sino que fijaremos nuestra atención en el personal que interviene directamente
tanto en el cultivo como en la producción de azúcar.
Un primer punto a tener en cuenta, es la atracción de
población que supuso este complejo agroindustrial desarrollado en las Islas y
responsable directo de la configuración de los futuros núcleos urbanos, como
fue el caso de Telde en Gran Canaria.
Era éste un poblado importante en época aborigen donde se
asentaron diversas familias de pobladores en la llamada Vega de Telde, dotada
de una gran fertilidad siendo la actividad básica de sus moradores en los
primeros momentos el cultivo de la caña de azúcar; el caso de Moya o de Arucas,
en esta misma isla, que justificaron la erección de sus parroquias por el auge
del poblamiento gracias al cultivo de la caña, o el de Los Sauces en La Palma, por sólo citar
algunos ejemplos. En esta localidad el primer núcleo de población se estableció
en la zona de San Andrés en la costa y los ingenios en la zona más alta, en Los
Sauces, donde moraban los trabajadores, pero poco tiempo después el aumento de
población originó la creación de un nuevo núcleo urbano donde se ubicaban los
ingenios. Esta dinámica es común a todas las islas como se observa, por
ejemplo, en el sur de Tenerife, en Adeje, en la segunda mitad del XVI, pues la
instalación de un ingenio en esta zona junto a la casa fuerte del señorío,
originó el surgimiento de un nuevo núcleo poblacional.
Al igual que se ha afirmado para el territorio americano,
en Canarias donde había un ingenio había un pueblo, apoyado por la
administración que tenía interés en mantener una población estable, pues no
cabe olvidar que el ingenio, al menos en los primeros momentos, era sinónimo de
prosperidad y estabilidad. Sin duda, el azúcar fue determinante para la nueva
sociedad que se instaló en las Islas, siendo responsable directo de la
organización social del espacio.
Por lo que repecta a las fuerzas productivas que
intervienen en la caña de azúcar en todas sus fases, es necesario significar
que, en el caso de Canarias, a diferencia de lo que había sucedido en el área
mediterránea, la mano de obra no estaba formada por un conjunto de trabajadores
asalariados que en épocas determinadas acudían a la plantación o al ingenio, ni
tampoco era totalmente esclava como sucedía en el mundo americano4. Si
encontramos un cierto paralelismo con el modelo madeirense5, aunque en este
territorio se produce un aumento incesante del número de esclavos que traerá
consigo que ya en los primeros años del siglo XVI la mano de obra sea
fundamentalmente esclava, mientras que en Canarias predominará un sistema
mixto, explotación directa con asalariados, contratos a partido y trabajo
esclavo. El binomio azúcar-esclavitud está presente en Canarias, al igual que
en otros lugares donde este cultivo fue prioritario, pero ni cuantitativa ni
cualitativamente supuso el contingente principal de los trabajadores
relacionados con la caña de azúcar.
En Canarias desde fines del siglo XV cuando se implantó el
cultivo en Gran Canaria hasta finales del XVIII cuyo cultivo pervive en La Palma, podemos diferenciar en
el elemento humano de las plantaciones e ingenios varios grupos sociales: el
personal cualificado, los trabajadores asalariados y los esclavos, pues todos ellos
intervenían directamente en las distintas fases del proceso productivo, labores
de plantación, zafra, molienda, hasta la obtención del producto final, azúcares
y derivados.
No sabemos con exactitud el total de personas que
trabajaban en las plantaciones y en el ingenio, salvo datos aproximados que
podemos extraer de diversas fuentes, testamentos, repartos de bienes, pleitos,
etc., e incluso de algunas descripciones de viajeros de pasadas centurias, como
por ejemplo la obra de Frutuoso quien manifiesta que el ingenio de Pedro Serón
en Telde mantiene más de seis meses al año, período que duraba la zafra, a más
de 150 hombres, sin especificar si eran libres o esclavos.
Respecto al origen de las fuerzas productivas en las
plantaciones e ingenios azucareros de Canarias, cabe señalar que los
portugueses eran, sin duda, los más deseados para poner en marcha la nueva
economía implantada en las islas, pues de Madeira vinieron los primeros brotes
de caña y los técnicos para su puesta en cultivo y procesamiento, pero junto a
ellos hay otros grupos importantes como los italianos, algunos de ellos
financieros de la conquista y beneficiarios de datas, que controlarán en los
primeros momentos todo el ciclo productivo y serán portadores de técnicas e
instrumentos comerciales y crediticios6. Junto a los italianos destaca el grupo
de los flamencos que tienen en las islas agentes y factores de importantes casas
comerciales, además de ser grandes propietarios7. En menor número están los
franceses relacionados con el azúcar y los ingleses generalmente asociados a
mercaderes de otras nacionalidades para el transporte de azúcar. A partir del XVII
comienza a destacar el grupo de los holandeses que sustituye, en parte, a los flamencos
de la primera época y, por último, entre los extranjeros que encontramos en las
islas desde el inicio del cultivo de la caña de azúcar habría que señalar a los
procedentes de la costa africana, aunque éstos forman parte de la población esclava8.
En lo que atañe a la población aborígen conocemos muy
pocos datos sobre su participación en este sector económico, en principio se
englobarían en el grupo de los esclavos, aunque también encontramos algunos
asalariados.
La organización social en el ingenio abarcaba desde los
propietarios de cañas e ingenios que constituían la elite y era un grupo
reducido, el personal cualificado y no cualificados, los asalariados y los
esclavos, pero también encontramos una serie de oficios directamente
relacionados con este producto, como eran los almocrebes, herreros,
carpinteros, etc.
Por lo que respecta a la división técnica de la mano de
obra, al igual que había ocurrido con las primeras plantas que arribaron a las
islas, el personal cualificado del ingenio procedía en gran parte de Madeira.
Son abundantes las referencias a los maestros de azúcar de esta procedencia, lo
que era lógico pues el cultivo en esta Isla había formado especialistas que con
posterioridad se trasladaron a Canarias. Se detecta la presencia, desde épocas
tempranas, de portugueses y madeirenses que fueron beneficiarios de datas y por
tanto propietarios de tierras dedicadas a caña de azúcar9.
En otras ocasiones los encontramos como trabajadores
asalariados y por supuesto es significativo el grupo de trabajadores
especializados ya fuera en la construcción de ingenios, así como también, más
propiamente, en las labores de transformación de la caña en azúcar, como fue el
caso de Leonel Rodrigues a quien encontramos en la isla de La Gomera como maestro de
azúcar por un periodo de doce años10. Es de reseñar la importancia de la
población portuguesa como mano de obra para los ingenios, sobre todo en
Tenerife y su llegada masiva tiene lugar a partir del año 1506, pero también
eran en su mayoría de esta procedencia los encargados de la construcción de
ingenios, como fue el de Taganana, encomendado a Diego Sardinha y este mismo
origen tenía el carpintero que intervino en su construcción llamado Luys
Afonso11.
Si la recepción de personal especializado para el ingenio
en Canarias procedía fundamentalmente de Madeira, las Canarias pasarían a ser
posteriormente “exportadoras” de personal cualificado sobre todo hacia el
continente americano12, es decir, encontramos el mismo proceso en el cultivo y
exportación de caña así como en el personal cualificado, siendo Canarias para
el Nuevo Mundo un punto de referencia obligatorio pero no existió un mimetismo
absoluto, pues por ejemplo en el caso de
La Española
o de Puerto Rico, si bien los técnicos azucareros eran sobre todo canarios, pronto
comenzaron a formarse en la misma isla, eliminando en gran medida la importación,
lo que contribuiría a abaratar los costos de inversión en los ingenios13.
Entre estas concomitancias señalamos no sólo el personal
técnico sino también en aspectos relativos a la legislación como se observa,
por ejemplo, en la forma de diezmar los azúcares en Santo Domingo o en México;
en este último lugar el obispo de Taxcala apeló al caso de Canarias para
diezmar los azúcares en Veracruz en 1538, 14, por sólo citar dos casos, o
también en las cantidades del producto percibidas por los dueños de ingenios
respecto a los dueños de cañas. En los contratos realizados sobre este aspecto
en las Antillas se hace referencia a que los dueños de ingenios obtengan la
mitad al igual que se hacía en Canarias.
En el Archipiélago Canario generalmente se alude
indistintamente a plantaciones e ingenio y más concretamente a este último
englobando en este término la tierra de cultivo, lo que no significa que no
encontremos propietarios de tierras de caña que carecían de ingenio, pero no el
caso contrario. Con la finalidad de seguir una evolución diacrónica
diferenciaremos el personal de las plantaciones del que intervenía en el
proceso de obtención del azúcar, cuyas labores estaban estrictamente reguladas
en el ordenamiento local15, mientras que para los esclavos, que era el
contingente principal del complejo agroindustrial y cuyo aumento está en
consonancia con el aumento de la producción, de la demanda y, por supuesto, el
abaratamiento de los costes en aras a aumentar los beneficios de los
propietarios, no podemos conocer exactamente cuántos se dedicaban a cada una de
las tareas y en que fases del proceso su intervención era decisiva, salvo datos
puntuales de algunos ingenios.
Junto a los trabajadores directamente implicados en la
obtención de azúcar, personal cualificado y esclavos, se hace presente otro
personal relacionado indirectamente con el producto en alguno de sus estadios,
como eran los acarreadores de leña y aquellos dedicados a otros oficios cuya
presencia era significativa en el ingenio.
Llamamos la atención sobre aquellos que desempeñaban su
actividad en oficios del metal, carpinteros, etc., pues como hemos señalado las
plantaciones de cañaverales y los ingenios azucareros constituían una
microsociedad en la que estaban presentes todos los grupos y sectores sociales.
Iniciaremos el análisis del elemento humano que intervenía
en las haciendas azucareras o en los ingenios16, en primer lugar con el
personal cualificado y, posteriormente, el resto de los trabajadores, ya fuese
personal asalariado o esclavos.
La primera mención es para el mayordomo de la hacienda,
encargado de la vigilancia de todos los trabajos tanto en la plantación como en
el ingenio, y en aquellas plantaciones en las que no existía ingenio la figura
representativa era el mayordomo de los cañaverales. Uno y otro, además de la
vigilancia del personal, estaban encargados de la coordinación de todos los
procesos y llevar las cuentas de las entradas y salidas. En el ingenio de
Agaete, en el año 1503, figuran Juan Moreno y Pedro de Olarte como mayordomos
del “engenio e fazienda” quienes debían dar cuenta de los “gastos e espensas
que se an fecho en el dicho engenio e fazienda e de los açucares que della an
procedido…”17. Esta figura del mayordomo, a finales del siglo XVI, va a ser
sustituida por la del apuntador, cuyo salario, por ejemplo, en los ingenios de Argual
y Tazacorte quedó fijado a fines del siglo XVI en 150 ducados al año.
Un personaje clave que si bien no formaba parte
propiamente del personal del ingenio, su actuación será determinante a las
órdenes del gran propietario, era el administrador
que en algunos casos figura como mayordomo de la hacienda,
pero en otras es independiente, y cuya actuación abarcaba todas las propiedades
de la hacienda:
aguas, tierras, casas, pertrechos, etc., y eran ellos y no
los propietarios del ingenio quienes efectuaban los conciertos necesarios para
el desarrollo de todas las actividades en la hacienda, desde la plantación
hasta la transformación y exportación, teniendo a su cargo los libros de la
hacienda en los que se anotaban los gastos y beneficios de la misma18, como fue
Pantaleón Casanova en el ingenio de Los Sauces a principios del XVI o en el
ingenio del Adelantado del Realejo de Taoro, cuya administración detentará
Alonso Rodríguez, en sustitución del anterior mayordomo Juan Duarte que fue
enviado a La Palma
a otro de sus ingenios, y que tendría “cargo de su ingenio y de todos sus
aparejos, cobres, pertrechos, administre a los esclavos y esclavas a su
servicio…” 19. El administrador del ingenio alcanzó tal protagonismo que en
ocasiones se confunde con el propietario del mismo y su presencia en el ingenio
es constatable, desde los primeros momentos, cuando el propietario no reside en
el lugar como fue, entre otros, el caso de Gabriel de Socarrás, desde el año
1502, en las propiedades de Pedro de Benavente en el ingenio de Los Sauces20. Otro
personaje decisivo en el proceso previo a la plantación y a la instalación del ingenio
era el maestro de sacar agua, pues ya señalamos que la caña de azúcar se inserta
dentro de una red de irrigación. Generalmente los salarios de estos maestros de
sacar agua se abonaban mediante la concesión de tierras21, aunque también
tenemos referencias a contratos en los que se estipula la cantidad en metálico
a percibir, como se deduce del poder especial que Gonzalo Yanes, hacedor de
Juan de Monteverde, da a Lesmes de Miranda y a Cristóbal de Espinosa, yerno de
éste, para cobrar de Juan de Monteverde la cantidad de 39.810 maravedís que
estaba obligado a pagarle el primero de abril del año 1556, “de la segunda paga
de la acequia que Yanes y los susodichos realizaron”22. Estos maestros de sacar
agua se encargaban de la construcción de acequias “por gravedad que vayan al
peso, de ahí que las mismas tendieran a ajustarse a la topografía del terreno
conforme a la ley de gravedad”, para llevar el agua desde los arroyos cercanos
a las plantaciones y, asimismo, eran los encargados de ejecutar las acequias
menores que recorrían las plantaciones. También competía a estos especialistas
llevar a cabo o dirigir la fabricación de los estanques y cubos para saltos de
agua para el molino, distribución de las cantoneras, etc., así en el ingenio de
Argual la rueda del ingenio y los molinos de moler pan eran movidos por la
fuerza del agua conducida por la acequia levantada sobre pilares y arquería de
piedra y ladrillo, cuyos restos aún permanecen. La construcción de embalses y
canalizaciones generalmente se efectuaba con tea fina aunque también era
frecuente el uso de barbusano, aceviño y mocán y se ha estimado que un canal de
14 pies, en el año 1549, costó 66 y ½ maravedís. En el caso de los estanques,
podemos señalar que por la ejecución, en un año, de un estanque de 30x20 pies y
8 palmos de alto se abonaron 20 doblas, por sólo citar algunos ejemplos.
La escasez de agua en las islas, trajo consigo que estos
“maestros de sacar agua” fuesen determinantes incluso antes del inicio de las
plantaciones y a lo largo del ciclo productivo pues la caña exigía un regadío
cíclico y constante. Tampoco podemos olvidar que la ubicación de algunos
cultivos en el cauce de los barrancos provocaba, en ocasiones, su
desbordamiento siendo necesario efectuar nuevas plantaciones y canalizaciones
de las aguas23.
La construcción de una red de irrigación constituía una de
la principales y más cuantiosas inversiones que debían asumir quienes optaban
por este cultivo, pues en Canarias
primaran los ingenios movidos por agua y aunque encontramos algunos de tracción
animal, su número es muy inferior.
Entrando ya de lleno en el personal que intervenía
directamente en la plantación y en el ingenio tenemos que mencionar que, antes
de procederse a la plantación de las cañas, encontramos a los obreros
encargados de las labores preparatorias de la tierra, fundamentalmente el
desmonte de las mismas o como aparece en la documentación competía a estos
trabajadores “despedregar las tierras”, es el caso, por ejemplo, de Juan de
Soria que dio, en el año 1510, a Antón García y a otro trabajador 7000
maravedís, por limpiar y desmontar una suerte de tierra24, o el caso de Alonso
de Mora que en el año 1511 había gastado 3000 maravedís en desmontar y despedregar
4 fanegas de tierra; a veces el contrato para la preparación del terreno estipulaba
el pago en numerario y en especies, como se deduce del efectuado entre Diego
Rodríguez, cantero, y Alonso Rodríguez, quienes se obligaron con el mercader Antón
Ruiz, para “limpiarle y despedregarle un pedazo de tierra” que tenía en Taganana
por precio de cinco doblas de oro, dos fanegas de trigo y un cuarterón de higos25.
A continuación intervenían los encargados de abrir los surcos y efectuar la plantación
y el regadío. Sirva como ejemplo el contrato para el heredamiento de Agüímes
entre Juan de Ávila y Francisco López para plantar la vega de Aguatona de dos
suertes de caña por un tiempo de iba desde la plantación hasta la cosecha de
tres esquilmos o cosechas”26.
El personal que intervenía en las labores previas a la
plantación eran trabajadores asalariados contratados para tareas específicas y
temporales, mientras que los que intervenían en el proceso de plantación lo
eran habitualmente mediante contratos de complantación. Disponemos de algunos
contratos para plantación de cañas como el llevado a cabo entre Diego García
Viejo, propietario de tierras y aguas, y Juan Sánchez Tornero, que tenía
arrendadas la mitad de las tierras de Diego, en el barranco de Aumastel, en
Gran Canaria en el año 152227, en el que se especifican minuciosamente todas
las labores que debe efectuar: tras el corte, se ara y surca la tierra y se
planta28; especifica este contrato las condiciones de cada una de las partes y
el reparto final a medias entre ambos.
Una vez que se había procedido a la plantación encontramos
a uno de los principales trabajadores de las plantaciones de caña como era el
cañavero. Sus funciones estaban estrictamente reguladas por el ordenamiento
local y el pago a su trabajo se abonaba con una parte de la cosecha, abundando
los contratos a partido. La contratación del cañavero podía durar varios años
debido a la mayor duración del ciclo productivo, y se ocupaba de todo el
proceso de “cura del cañaveral”. Las labores de cura de cañas generalmente se
especifican en cada contrato, así en el firmado entre Andrés Suárez Gallinato y
Martín Yanes se establecía que correspondía por estas labores: “escardar,
desgusanar, cavar, regar, bien labrar, armar a los ratones y hacer todas las
bienhechorías que el buen cañavero debe hacer, envarar las madres si fuere
necesario y hacer los otros beneficios que convengan”29. Estos acuerdos de cura
implicaban la entrega de tierras ya plantadas para que el cañavero realizase todas
las labores necesarias a cambio de una parte de la cosecha. En Gran Canaria el
pago era en una proporción del 10% con la salvedad que en una ocasión sólo
afecta al azúcar blanco y en Tenerife la proporción era menor pero se
compensaba con mayores prestaciones en metálico y en otros géneros30. Através
de los contratos para la cura de cañas de los que tenemos constancia documental
para esta época, sabemos que generalmente los cañaveros contrataban sus
servicios por el total de los productos y con posterioridad pagaban un número
determinado de arrobas de azúcar.
Sirva como ejemplo el llevado a cabo entre Lucano de
Riberol y Diego Ruiz, por el que el primero le da una suerte de caña de azúcar
de hoja en Firgas para que Ruiz las cure “fasta tanto que esten de sazon para
se moler”, regándolas, escardándolas y armando los ratones y conejos y
envarando las cañas por sus madres con sus varas y horquetas. El pago por este
trabajo, aparte de proporcionarle las varas y las horquetas y cinco doblas de
oro para ayuda de la cava, era de diez arrobas por ciento del azúcar blanco,
quebrado o de cualquier otro que procediese del azúcar, y Diego Ruiz pagará el
diezmo correspondiente31.
çLas referencias a los cañaveros son abundantes en la
documentación notarial, al ser imprescindibles en las plantaciones, pero
también a través de procesos inquisitoriales tenemos constancia de su
actividad. En este último caso las referencias a estos trabajadores venían
determinada por los problemas planteados no con los propietarios de la tierra
sino con la justicia, debido a acusaciones que nada tienen que ver con su
trabajo, como es el caso de un cañavero de Firgas, Antón Ortiz, quien habiendo
estado hacía unos cuatro años en Tirajana “buscaba un gato negro para ser querido
de mujeres y una abubilla para sanar y curar…”, por lo que fue procesado en el
año 152432.
La figura del cañavero era esencial en la fase de
plantación, de ahí los impedimentos existentes para que abandonase la
plantación, la prohibición de tener otras tierras salvo las que quedaban
estipuladas en el contrato, entre otras. Si la labor del cañavero era
fundamental, aún antes de llegar la caña al ingenio encontramos otros
trabajadores especializados que desarrollaban su trabajo en la plantación como
eran los desburgadores, cuyas tareas también aparecían recogidas en las
ordenanzas. Su función
principal era la de preparar las cañas para la molienda,
tanto el corte como la limpieza de las puntas y las hojas y atar los manojos o
los flejes antes de ser trasladados el ingenio, estando obligados cada día a
tener preparada la caña suficiente para ocho calderas que era la medida que se
utilizaba para calcular su trabajo33. Su labor estaba estrechamente vigilada,
al igual que la del resto del personal del ingenio y así, por ejemplo, en el
momento de fijarse las proporciones que correspondían al trabajador y al dueño
de ingenio, se prohibía estrictamente “que ningún desburgador venda cogollos sin
licencia de su dueño” y así evitarían negocios fuera de control por parte de este
oficial. La finalidad de los cogollos era sobre todo como alimento34.
En contadas ocasiones encontramos algunas referencias a
trabajadores no cualificados que desempeñaban sus tareas en los cañaverales,
como en el caso de los regadores de las cañas, entre éstos figura, por ejemplo,
el gallego Rodrigo Pérez, labrador, que moraba en Tazacorte desde hacía 16 años
y era este su oficio en la citada plantación35. Traemos a colación este caso
concreto porque la mayor parte de las veces esta tarea de regar las cañas
competía a los esclavos y son abundantes las referencias sobre los mismos.
También en estrecha relación con las plantaciones, citar a
los almocrebes, una de cuyas funciones era trasladar la leña desde las zonas de
bosque a las plantaciones o al ingenio. Este transporte se hacía a lomos de
camellos, su importancia está constatada por ejemplo en el ingenio de
Tazacorte, como también de otros animales como podían ser las recuas de bueyes.
El acarreo de leña se medía en tareas que, por regla general, era la cantidad de
caña necesaria para ocho calderas, aunque a veces también se utiliza como
medida el fleje. Sirva como ejemplo el contrato efectuado en el año 1508 por
Diego Sardinha de 4000 carretas de leña a 4 maravedís cada una para la fábrica
de Tasautejo. Pero junto al traslado de la leña también era competencia de los
almocrebes el acarrear la caña desde las plantaciones al edificio de
molienda,así conocemos algunos contratos para el transporte de caña “para ocho
calderas por 15 reales de plata” en el año 1514, o para servir “20 tareas de
cinco a siete calderasa cambio de ½ dobla cada una” en el año 1521. Normalmente
los almocrebes eran contratados junto a los animales de carga y la percepción
de su salario podía ser por tareas y por animales, más la comida correspondiente
para ambos.
La ganadería fue, por tanto, otra de las inversiones de
los ingenios, no sólo para las labores de transporte como hemos reseñado, sino
para el arado de las tierras y para el consumo interno, estando su volumen en
consonancia con la extensión de la plantación.
En cuanto al elemento humano que trabajaba en el ingenio
propiamente dicho36, el ordenamiento local fijaba con precisión las labores que
competían a cada uno de los oficiales, tanto sus obligaciones como sus
derechos, así se estipulaba que no pudiesen desempeñar más de un oficio, lo que
no siempre se cumplía, y todos los oficios especializados debían pasar
previamente un examen por el Concejo, tanto los maestros de azúcar como los
refinadores, purgadores y escumeros.
El control sobre este personal cualificado llegaba al
extremo que los aspirantes a oficiales que trabajaban junto al maestro, cuando
concluía su período de formación debían pasar el examen correspondiente ante un
jurado, designado por el regimiento, que les confería la licencia para ejercer
el oficio. Tenemos constancia de algunos de estos contratos, y genéricamente en
todo este tipo de conciertos de aprendizaje se fija el tiempo, unos cuatro años
en que el aprendiz aprenderá el oficio y se le dará además vestido, calzado,
casa y cama y también cierta ropa al finalizar el contrato.
Normalmente los aprendices se concertaban, por término
medio, por tres zafras a cambio de la manutención y la posibilidad de ser
colocados como maestros al finalizar el aprendizaje.
La estrecha vigilancia sobre quienes desempeñaban estos
oficios cualificados llevó a dictar grandes penas para quienes vulneraran las
mismas, de 5000 maravedís al oficial que ejerciera su oficio sin ser examinado
además de la pérdida del mismo por un año y al señor de ingenio que lo
contratase 6000 maravedís de multa, en el caso de Gran Canaria. En esta Isla,
aparece de forma muy precisa la separación entre las obligaciones de los
maestros y el resto de los oficiales del ingenio, mientras en Tenerife no es
tan clara.
Este personal cualificado tenía unas condiciones
aceptables de trabajo dentro del proceso de transformación del azúcar, aunque
también tenía una gran responsabilidad.
En los primeros momentos la mayoría del personal
cualificado de los ingenios eran originarios de otros territorios y, por su
labor en los ingenios, algunos adquirieron carta de naturaleza, como fue el
caso del portugués Lorenso Fernandes, a quien se le concedió en recompensa por
haber sido de los primeros en hacer azúcar en Gran Canaria y haber enseñado a
muchos a hacerla, ya en el año 1502. Gran parte de los maestros de azúcar
procedían de Madeira, aunque también encontramos algunos que señalan que eran
portugueses como fue Juan Rodríguez que, en el año 1515, figura como maestro de
azúcar en el ingenio de Daute37.
La realización de contratos entre el dueño del ingenio y
los maestros de azúcar son abundantes en los protocolos notariales, aunque las
proporciones estipuladas cambian por islas y por épocas, pero siempre
cumpliendo estrechamente los requisitos impuestos por la legislación vigente.
Veamos una serie de escrituras de esta naturaleza en las que podemos percibir
lo que acabamos de exponer, e incluso en algunos casos cómo correspondía al
maestro de azúcar, templar el producto en exclusiva, mientras el temple de las
escumas y rescumas era efectuado por el escumero y en otros contratos el
maestro de azúcar era el encargado de todo el proceso directamente sin
mencionar a otros oficiales.
En el caso del ingenio de Taganana, la finalidad son las
mieles y las rescumas y el propietario efectúa el contrato con un maestro para
templar y refinar los mieles y escumas de dos zafras al precio de “5 ducados
mensuales más una arroba de azúcar de cada 11 y una arroba de escumas de cada
cinco”.
Este tipo de contratos es bastante frecuente en todos los
ingenios de las islas, así en el ingenio de Tazacorte encontramos, por ejemplo,
el concierto entre Adrián González, maestro de azúcar, con los dueños del
ingenio, los hermanos Monteverde, obligándose a “hacerle templar las escumas de
la zafra de 1554 y hacerlas buenas, limpias y lavadas…”, percibiendo por el
trabajo 40 doblas, comida y bebida, “como es costumbre y se da en dicha
hacienda a semejantes oficiales”38.
En Gran Canaria tenemos algunas referencias a los
contratos realizados por ejemplo, “para templar todas las escumas del ingenio
durante un año a cambio de una arroba de cada 100, además de comida y bebida”,
así lo podemos ver en el contrato de Andrés portugués que se concertó con el
mayordomo del ingenio de Fernando de Santa Gadea, para templarle todas las
escumas a cambio que le dieran de comer y de beber: pan, carne, pescado y un
cuartillo de vino al día, más una arroba de azúcar de cada 100 que se
hicieran39. Prácticamente el mismo tipo de contrato encontramos para el ingenio
de Cosme de Riberol. Estos maestros debían templar el azúcar cada dos días, lo
mismo el escumero, especialista encargado del templado de las escumas y
rescumas que se realizaba en la casa de calderas, tachas y calderas y el
purgador dé los barros necesarios.
Las labores del maestro de azúcar y el escumero, en
ocasiones, son desempeñadas por la misma persona y suponemos que ello
dependería del volumen de caña llevado a la molienda y la rentabilidad de la
misma, pues si la producción no era muy elevada el maestro de azúcar podría
asumir todo el proceso: azúcar, escumas, mieles, etc., y en caso contrario
necesitaría mayor cantidad de personal y mucho más diversificado.
Si importante era la figura de los maestros de azúcar, cuyo
salario estaba estipulado a principios del siglo XVI en “seis arrobas por
ciento”, también es necesario destacar otra figura clave como eran los
purgadores, a quienes los dueños de ingenio no podían despedir una vez
comenzado el año o con mayor precisión la zafra, aunque esta protección no era
por el mantenimiento del empleo sino que era una garantía para los proveedores
y clientes. Entre las muchas obligaciones de este oficial estaba la de sacar
ocho días antes de la llegada del lealdador los azúcares de sus recipientes, a
cuyo cargo estaban las formas. Tenemos constancia de la existencia de este
oficial en todos los ingenios, como es el caso de Juan Gómez, purgador de
azúcar en el ingenio de Telde40, o Gonzalo Fernández, portugués en el ingenio
de Daute41.
En todo el proceso de refinado42 en el que se eliminaba la
suciedad existente y se blanqueaba con cal, lejía y ceniza, hay que señalar que
éste no sólo afectaba al azúcar sino también a las mieles y remieles, pues
tenemos constancia de algunos contratos a partido entre un refinador de azúcar
para el ingenio del Adelantado en Los Realejos por dos años, al precio de una
arroba de cada diez que refinase, más el mantenimiento para él y su ayudante43.
También encontramos otro contrato para el mismo ingenio y para la misma función
por cinco años, para el refinado de todos los azúcares de los dos ingenios,
llevando una arroba de cada diez, más comida y bebida para él y para los
hombres que necesitase, fechado en el año 1509.
Antes de la obtención de los azúcares, mieles o derivados,
encontramos otro grupo que formaba parte del personal de los ingenios como
eran: los cocedores, moledores y bagaceros, aunque en estos últimos casos estas
labores podían ser ejercidas por personal no cualificado bajo la vigilancia de
los oficiales, pues en el caso de los cocedores, la mayor parte del personal
era esclavo que resistían mejor este duro trabajo a temperaturas muy altas,
pero siempre bajo estrecha vigilancia. En el caso de los cocedores eran
contratados para ocuparse de las calderas de cocer y melar “a razón de nueve
diarias durante toda la zafra por 1300 maravedís mensuales, más la
alimentación, comida y vino, y la ayuda de tres negros, dos caldereros y un
acarreador bagacero”44. En este contrato que nos está sirviendo de referencia
la figura del bagacero se incluye como personal auxiliar de los cocedores, pero
siempre figura en esta dependencia. Los bagaceros eran los encargados de
recoger los deshechos de la caña una vez prensada y retirar el bagazo de los
molinos. Este proceso ha quedado patente en la toponimia de las islas: La Bagacera, entre otros.
Los contratos con este personal de los que disponemos son menos numerosos, pero
suprecio oscilaba en torno a los 1250 maravedís, más la alimentación.
En los contratos relativos a los cocedores generalmente
figura junto al contratado un personal auxiliar, como por ejemplo en el
efectuado en el ingenio de Santa Gadea en Gran Canaria en el año 1513 por el
que Miguel Moros portugués, se comprometió a hacer este trabajo “con tal que le
diesen dos negros que se encargaran de hervir y otro para transportar el
líquido”45.
Por lo que respecta a los moledores, en el año 1517,
percibían por la molienda de cañas de toda una zafra entre 1500 y 1750
maravedís al mes, sirva como ejemplo la carta de soldada de Antón de Zamora a
Juan Plasencia por el tiempo de una zafra, por la cual este último, moledor, se
compromete para el año 1523 a moler en el ingenio de Juan Marcel de Arucas y
percibirá por su trabajo 1400 maravedís mensuales, más comida y bebida.
La estricta regulación del azúcar prácticamente no dejaba
lugar a improvisaciones y la aplicación de la normativa junto al análisis de
los contratos para cada una de las operaciones ha permitido establecer unas
tablas de salario para todo el personal cualificado del ingenio. El
correspondiente al ingenio de Agaete en el año 1504que sus dueños debían abonar
era el siguiente:
Maestro de azúcar: 2000 mrs., moledor: 1500 mrs.,
purgador: 1200 mrs., cocedor: 1100 mrs., mozo del purgador: 600 mrs., tacheros:
oscilaban entre 600, 583 y 541 mrs., molinero: 500 mrs.; los mayordomos
percibían entre 1500 y 1100 mrs., los desburgadores entre 666 y 800 mrs., el
herrero calderero y el despensero: 800 mrs.46, pero de todos ellos el de mayor
responsabilidad y nombrado por el regimiento era el lealdador, cuyo oficio
encontramos en Tenerife desde el año 1507, y cuyo salario se estableció en
20.000 maravedís anuales. Este no era un oficial del ingenio, pero sí quien
controlaba el producto final y era responsable de autorizar las exportaciones.
Estos eran los salarios medios percibidos por el personal
del ingenio, sin contar evidentemente los esclavos, pues en el caso de que
fueran alquilados, la remuneración era para su dueño. Los precios de estos
últimos se fijaron, por ejemplo, para un esclavo alquilado en el ingenio de
Agaete en el año 1504, en 600 maravedís y estos salarios se abonaban,
teóricamente, en azúcar para evitar la salida de numerario de las islas. Si
bien esta parece ser la normativa general, tenemos referencias de algún caso en
que encontramos la prohibición de abonar los salarios en azúcar, lo que no siempre
se cumplió. Las ordenanzas de Gran Canaria prohibían pagar a los empleados del
ingenio con azúcar para evitar su reventa y provocar una caída de los precios, pero
en Tenerife el valor del azúcar como moneda sólo excluye a los prestamistas de
dinero y a los mozos de soldada que servían fuera de los ingenios, el resto del
personal del ingenio recibía su soldada en azúcar. Sin embargo, a partir del año
1507, los jornaleros consiguieron que se les eximiese de cobrar en azúcar, pues
según argumentaban la “tenian que malvender para comer”.
Estrechamente vinculado al personal cualificado del
ingenio, encontramos artesanos de diversos oficios, sobre todo especialistas en
construcción, mantenimiento y reparación, que realizaban sus trabajos en el
complejo industrial mediante contratos de ejecución de obra. Entre éstos eran
significativos los maestros de hacer ingenio, sirva como ejemplo, el concierto
de los Ponte, en 1553, con Antón Blas maestro de hacer ingenios, para la
edificación del ingenio de Adeje utilizándose para su edificación madera de las
montañas de Daute, además se llevaron para el citado ingenio 7000 formas y 300
signos al puerto de “la Ramada”
en Adeje y, con posterioridad, una vez levantado el edificio principal se
construirá la casa de prensas, la de calderas, etc.47o el ya mencionado ingenio
de Taganana ejecutado por Diego Sardinha, citar también al maestro de ingenios
Gonzalo Díaz, portugués, a quien encontramos en Daute en el año 1501, por sólo
citar algunos casos. La edificación de estos complejos estaba a cargo de
personal cualificado, generalmente portugueses que dirigían la obra en la que
intervenían albañiles y carpinteros.
Otro personal cualificado, cuya presencia en los ingenios
no era circunstancial eran los herreros, indispensables para la producción de
herramientas y accesorios para el ingenio, como se observa en el contrato
efectuado para el ingenio de Taganana entre los herreros Gonzalo Yanes y
Francisco Bernal48. Junto a ellos encontramos, entre otros, a los caldereros
especialistas en el montaje y mantenimiento de las piezas metálicas de los
ingenios, etc. Las piezas de hierro eran uno de los bienes preciados del
ingenio, de ahí la importancia de su mantenimiento, pues la compra de este
instrumental suponía unos gastos significativos, así por ejemplo en el ingenio
de Agaete se gastaron 12.500 maravedís por “veynte çinco achas de fierro que se
gastaron en el corte de leña en Tamadava” o también 800 maravedís en seis
libras de alambre, entre otras49. Los denominados en la documentación
trabajadores de los cobres o caldereros constituían otro grupo importante
dentro de los oficios relacionados con los ingenios, siendo su función principal
la de ocuparse del buen estado y mantenimiento de las piezas de cocción,
pailas, calderos, así como velar por la adquisición de fondos de calderas que
generó un importante comercio con el exterior sobre todo con Flandes. La
importancia de los caldereros se observa, por ejemplo, en los Acuerdos del
Cabildo de Tenerife, quienes toman medidas para que el calderero Martín López
no abandonase la isla “porque era un buen oficial para los ingenios”50.
Llamamos la atención, asimismo, sobre los oficios de carpintería,
pues a través de los aprecios de los ingenios tenemos constancia de su trabajo
y de las piezas de carpintería necesarias, así por ejemplo en la casa de mieles
y de granel del ingenio de La
Orotava51 figura la carpintería que llevaba y su precio. El
papel de los carpinteros era muy importante, pues la mayor parte de las
dependencias del ingenio eran de madera, como se deduce por ejemplo del
contrato efectuado en 1506 por el vizcaíno Pedro de Unçella, estante, quien se
obliga como Tomás Justiniano a armarle de madera y tablazón una casa de ingenio
y casa de purgar “de 130 pies de luengo, la casa de ingenio y 200 pies la casa
de purgar y el ancho necesario”. Ha de armarlas sobre paredes de tijera y
cubiertas de su tablazón, con sus puertas y ventanas52.
Las labores de los carpinteros abarcaban también la
fabricación de las diferentes piezas de la maquinaria del ingenio como los
ejes, entre otros, y, por supuesto, las cajas de azúcar para la exportación del
producto, como se observa en el contratoefectuado entre Álvaro Fernández,
carpintero, y Jaime Joven para construir “100 cajas de azúcar para tres
andamios, con dos palmos y tres dedos de alto y 10 maravedís por caja”53.
Junto a este personal cualificado existía en el ingenio
una masa importante de trabajadores libres y esclavos; no abundan los contratos
en la primera época de este tipo de personal libre, pues la mayoría de ellos
serían verbales. Estos hombres libres ligados a los trabajos del azúcar
residían en casas o chozas cercanas al ingenio, así en el ingenio de Los Sauces
contamos con la enumeración de las casas de los trabajadores y quiénes eran sus
moradores, como eran las de Inés la
Gallega, otra en la que mora Antonio de Sequera portugués
trabajador, Gaspar Díaz trabajador, entre otros54, e incluso tenemos
referencias de algunos de estos trabajadores libres que fueron a su vez
propietarios de solares y casas como fue el de un mulato, vecino de los Llanos
de Jaraquemada, que vendió un solar a un vecino del lugar, con toda la piedra
que tenía dentro, o el caso de la negra María Linda que adquirió una casa con su
corral, cocina y horno55.
Los tipos de contratos de los que tenemos constancia
señalan, por ejemplo, el de algunos mozos para servir en el ingenio, sin
especificar sus labores, como sucede en el ingenio de Taganana, en que se
arrienda un mozo y dos caballos, figurando la indemnización prevista para los
caballos, pero del mozo no se dice nada. También podemos intuir la contratación
de trabajadores temporales para una labor concreta como ocurrió en el año 1506
en el ingenio de los Romano en Güímar que se contrató como capataz a
Alvarianes, portugués, y a 20 peones al tiempo de la cosecha por un salario de
11.000 maravedís, posiblemente para el pago del salario del capataz y de los
obreros contratados.
Junto a los trabajadores libres del ingenio, el personal
más numeroso estaba formado por esclavos, difíciles de cuantificar pues su
número es variable y fluctuante, pero sin duda constituyeron una de las bases
materiales que permitió la alta rentabilidad de los ingenios azucareros, pues
el binomio azúcar-esclavitud fue una realidad, aunque en el caso de Canarias,
como ya hemos mencionado en páginas precedentes, este personal se combina con
un importante número de trabajadores asalariados al ser el tipo de explotación
prioritario de manera directa con contratos a partido y por supuesto contando
con la existencia de personal esclavo.
La importancia de la esclavitud para los ingenios56 se
observa en las autorizaciones que tienen algunas de las islas para proveerse de
los mismos, como se deduce de la autorización de importar 500 esclavos que
tiene la isla de La Palma
desde el año 1578 del golfo de Guinea, o la isla de La Gomera donde el portugués
Diego Fernández introduce un número importante de mano de obra esclava
procedente de Cabo Verde57. Sin duda, en Gran Canaria y Tenerife el volumen de
adquisición de esclavos fue mayor que en La Gomera y en La Palma, a tenor de la mayor población de estas dos
islas y del número de ingenios instalados.
La utilización de esclavos en los ingenios tenía como
causa primigenia el abaratamiento de los costes y obtener así una mayor
rentabilidad en el proceso de transformación de la caña en azúcar. Contamos con
algunas referencias de la llegada a las islas de esclavos, no sólo cuando ya el
ingenio estaba en producción, sino que a veces forman parte del lote inicial de
productos necesarios para la edificación del ingenio, y así figuran esclavos,
herramientas y mantenimiento para montar un ingenio, como se observa en el caso
de Mateo Viña quien traía estos elementos en una carabela que los llevó a Daute
con la finalidad de desembarcarlos como paso previo a la edificación de su
ingenio.
El comercio de esclavos negros para las plantaciones de
caña estaba fundamentalmente en manos de portugueses, muchos de ellos procedían
de Cabo Verde como los introducidos en La Gomera por el portugués Diego Fernández o de la costa
africana próxima y se compraban directamente a los mercaderes portugueses y
castellanos que los ofrecían en las islas, aunque también algunos de estos
esclavos procedían de capturas realizadas directamente en el continente
africano, pues al menos desde el mes de noviembre del año 1505 se “concede
licencia para saltear moros en Berbería”. Tenemos constancia de la realización
de cabalgadas desde Lanzarote y Fuerteventura desde fines del siglo XV,
reanudadas con el beneplácito de la
Corona hasta el último cuarto del siglo XVI en que fueron
prohibidas58. Eran harto frecuentes las cabalgadas que desde Canarias iban a
Berbería en busca de esclavos59 y según han manifestado algunos autores las
cabalgadas eran el medio a partir del cual la afluencia de esclavos a las islas
se produjo de forma masiva60.
En la documentación notarial son abundantes las
referencias a compras de esclavos por particulares, como el propio Adelantado
que compró en una de las partidas 28 esclavos. Através de las particiones de
algunos ingenios o de inventarios de bienes podemos conocer el número de
esclavos que tenían estos complejos agroindustriales, así en el caso del de
Juan Monteverde, figuran 14 esclavos con sus nombres, oficios y tasación y, por
ejemplo, en el ingenio de Telde de García del Castillo se inventarían 24
esclavos negros61.
El número de esclavos en las plantaciones e ingenios debió
ser importante a tenor de las afirmaciones de algunos viajeros. Frutuoso
refiriéndose a los ingenios de Argual y Tazacorte manifiesta que sus dueños se
evitan muchos gastos al tener muchos esclavos y camellos para cortar y acarrear
la caña y la leña a los ingenios.
Esta aseveración del escritor azoreano se evidencia por
ejemplo en el año 1558 cuando Guillermo del Rin, morador en Lisboa, compró en
nombre de Melchor de Monteverde a Antonio González y a Baltasar de Villela, de
Portugal, 35 o 40 piezas de esclavos de Cabo Verde de unos 18 a 25 años “cuatro
hembras y los demás varones al precio de 22.000 mrs. de la moneda de Portugal y
da poder a su factor Luís de Alarcón para que nombre una persona que vaya a
Santiago en Cabo Verde a buscarlos62.
Pedro Interián señala en su testamento que poseía 14
esclavos y siete esclavas, Domenico Riço, en 1546, como administrador del
ingenio de Los Sauces manifiesta que se mantienen todos los esclavos anteriores
más nueve piezas que ha vendido o el caso del ingenio de Adeje que cuando fue
destruido en 1586, por ataques piráticos, contaba con 80 esclavos. Por su parte
en La Gomera63
sabemos que en el aprecio del ingenio de Hermigua en 1586 figuraban dos
esclavos, pero en una ejecución de bienes aparecen contabilizados 18 esclavos,
mientras que en la partición del de Valle Gran Rey figuran 15 piezas.
Los cálculos para Gran Canaria64 establecen una media de
30 ó 35 esclavos entre hombres y mujeres por ingenio, plantación e ingenio, y
en el caso de Tenerife las estimaciones son inferiores, con una media de 15
esclavos por hacienda azucarera, aunque excepcionalmente encontramos alguna que
poseía 30 esclavos. Sea cual fuere el número exacto de esclavos en cada
hacienda, el hecho cierto es que fueron fundamentales, pues incluso en los
repartos de bienes o en los inventarios de las haciendas encontramos entre las
dependencias del ingenio una mención explícita a la casa de los negros,
“situadas en la esquina de la casa principal de aposento” como en el ingenio de
Tazacorte en el que figuran 14 casas de negros en la partición de 1557,
valorados en 850 doblas, es decir 425.000 maravedís, entre los que se incluían regadores,
prenseros, trompeteros, etc.
En ocasiones resulta bastante complicado saber con
exactitud cuantos esclavos se dedicaban propiamente a las tareas de la
plantación y cuántos al ingenio, o cual era el número de los ocupados en las
tareas domésticas, aunque es posible que muchos compartieran todas las labores,
pues encontramos referencias, por ejemplo a Gonzalo Yanes65 que, por deudas que
le debía Juan de Monteverde, hizo ejecución en la mitad de los 27 esclavos
negros que éste tenía con su hermano Miguel, junto a otros bienes, en el
ingenio de Argual, pero no especifica la ocupación concreta de cada uno de
ellos.
El personal esclavo que trabajaba en el ingenio no era
siempre, en su totalidad, propiedad del dueño del ingenio, sino que se
alquilaban esclavos para la zafra y eran puestos a soldada por sus dueños, es
el caso de Baltasar Ortiz de Caraveo que pone a soldada a su esclavo Francisco,
de color prieto, aserrador, por un año con Juan de Monteverde y éste le dará de
comer y beber y pagará 34 doblas66. En Tenerife encontramos el alquiler de
esclavos y bestias en conjunto, como ya hemos señalado, y lo mismo en La Palma, así en el año 156167,
Gonzalianes alquiló y dio a soldada a Juan
Monteverde 11 esclavos, con la particularidad de que
figura el oficio de cada uno de
ellos: Hernando, moledor; Anrique, regador; Francisco
gago, Lucas y Simón portugueses, Miguel, Salvador, Mateos y Diego, carpinteros,
Tomasico y Antonio, regador, además de cinco bestias mulares y tres caballares
con sus aparejos, todo ello por un período de un año y 150 doblas de salario
que percibirá su dueño.
Lo habitual era que el alquiler de esclavos se efectuara
por meses o por años y producía elevados ingresos, entre 600 y 1200 maravedís
mensuales más comida, a sus propietarios. Si este personal estaba especializado
la cotización era más alta como se observa en el caso de Matías, mulato
valorado en 140 doblas, Leal prensero en 80 doblas, ambos en el ingenio de
Argual, mientras otros sin especializar son tasados en cantidades inferiores.
Cuando los esclavos eran propiedad del dueño de la
plantación, éstos se empleaban en las labores de la misma, pero en ocasiones
eran entregados por sus propietarios como parte integrante de los contratos a
partido, como se observa por ejemplo en el año 1522 en La Orotava (Tenerife), cuando
el propietario del ingenio entrega tres de sus esclavos negros, Juan Ferrero,
Martín y Francisco Bagacero, a quien ejecuta el contrato con él, siendo este
último responsable de los mismos, obligándose a restituirlos por otros en caso
de muerte o enfermedad y no pudiendo abandonar la hacienda sin permiso de su
dueño o del mayordomo de la hacienda68, pero en este caso concreto el dueño de
los esclavos los vestirá durante el tiempo del trabajo y dará 40 fanegas de
trigo al año para los esclavos y para el trabajador. Es decir, los propietarios
ponían a trabajar a sus esclavos, obteniendo con ello mayores beneficios, pues
la mano de obra era costosa.
Entre los esclavos se prefería al de color negro, aunque
también encontramos mulatos y moriscos, junto a algunos indios y población
aborigen; los primeros presentaban una mayor adaptación, mayor capacidad de
trabajo y mejores rendimientos.
Este personal esclavo moraba en el ingenio, como ya hemos
señalado, así por ejemplo en Los Llanos de Jaraquemada en el ingenio de Alonso
Rodríguez de Palenzuela, nos dicen las crónicas que en sus alrededores predominaban
las chozas para negros y moriscos y en este lugar serían concentrados todos los
esclavos manumitidos por orden del inquisidor Ortiz de Funes, cuando en el año
1568 se hizo cargo del Santo Oficio.
La importancia de la esclavitud está constatada desde el
inicio del cultivo de la caña de azúcar, tal como aparece recogida, por
ejemplo, en la venta de los ingenios de Argual y Tazacorte por los Welser a los
Monteverde, en el que figuran entre los bienes objeto de la transacción los
“esclavos negros de cualquier sexo”69. Pero también tenemos constancia de su
existencia a través de los gastos efectuados en el ingenio como se deduce, por
ejemplo, del de Agaete en el que según las cuentas presentadas por el mayordomo
al alcalde mayor se había invertido: 10.500 maravedís por capotes que se dieron
a los esclavos, así como 9600 maravedís en mantas “que se dieron a los dichos
esclavos para en que dormirse”, 7308 maravedís para 923 pares de alpargatas, 5040
maravedís en camisas de trabajo, entre otras partidas70.
Al igual que había sucedido en otros territorios donde el
azúcar fue el cultivo de exportación prioritario, la esclavitud estuvo asociada
al cultivo azucarero, aunque da la impresión que en el caso de Canarias si bien
contamos con la existencia de un número importante de personal esclavo, el
sistema predominante en la explotación de la caña de azúcar fue la explotación
directa y contratos a partido por dos o tres zafras con población libre, el
número de esclavos fue muy significativo, pero en ningún momento alcanzó las
cotas del mundo americano.
La mano de obra esclava constituía un aporte importante de
la población del ingenio, cuya cuantificación es muy difícil de llevar a cabo
pues varía considerablemente según los ingenios, las islas y por supuesto su
número es variable a lo largo del tiempo. M. Lobo71 ha fijado unos totales
aproximados para la población esclava de los ingenios de Gran Canaria entre un
10 y un 12%, con un promedio de 30 a 35 esclavos por ingenio. Para Tenerife y
basándose en datos de La Laguna,
lugar de residencia de la mayor parte de los hacendados de la Isla, establece una
proporción del 14,9%, con un promedio en cada hacienda de 15 y en algunos casos
excepcionales hay alguna hacienda que contaba con 30 esclavos, mientras que
para La Palma las
proporciones que apunta este autor son mucho más altas cifrándose en torno al 29,9%,
representando este colectivo, en torno al año 1586, el 10% del total de la población
insular, aproximadamente unos 500 esclavos negros y mulatos. Para La Gomera los totales de
población esclava son mucho más difíciles de cuantificar a lo largo del siglo
XVI, pero sin duda su número debió ser significativo a tenor de las importaciones
que se realizan desde esta Isla.
La procedencia de estos esclavos era producto de las
razzias o por compras efectuadas sobre todo en la costa africana, que no era un
proceso novedoso ya que desde el siglo XV72, y aún antes, se llevaba a la Península orchilla y
esclavos desde las islas y este comercio no se interrumpió, sino que continuó
siendo una práctica habitual73, aunque también tenemos constancia de la
existencia de esclavos de las islas y en número ínfimo procedente del mundo
americano, así se cita por ejemplo la existencia de un indio que trabajaba en
un ingenio en Las Palmas, sin especificar las tareas que realizaba. La
cotización de los esclavos en el mercado variaba en razón de la pieza, tanto en
las islas como fuera de ellas, como han demostrado los estudios comparativos
entre Canarias y Las Antillas74.
Si bien es verdad que cuando se habla de esclavos en pocas
ocasiones se diferencian por sexos, suponemos que la mayor parte del personal
del ingenio eran varonesy las únicas referencias a mujeres de las que tenemos
constancia, directamente relacionadas con el proceso de obtención de azúcar,
eran las ceniceras cuyo trabajo era hacer ceniza en el campo para darle mayor
blancura al azúcar75, pues el resto de las esclavas se ocupaban de las tareas
domésticas o compartían su quehacer, pero no aparecen individualizadas en los
ingenios, todo lo más formarían parte del personal subalterno.
Los trabajos efectuados por los esclavos afectaban
prácticamente a todo el proceso productivo, así figuran por ejemplo en
contratos de cura de cañas junto al cañavero76; en este caso los esclavos eran
entregados para la zafra y puestos a soldada por sus dueños, aunque lo habitual
era ocuparlos en los trabajos de acarreo y mecánicos, así encontramos
plantadores de caña a las órdenes de un cañavero y en ocasiones ellos solos,
regadores e incluso desempeñando algunas funciones más especializadas en las
casas de prensas o en la de calderas. Algunos inventarios de ingenios, como el
de Telde, nos proporcionan datos sobre el personal necesario por ejemplo para
la casa de prensas que se situaba entre seis u ocho personas de las cuales la
mitad solían ser esclavos, lo mismo sucedía con los bagaceros cuya función era
exprimir los residuos de las cañas y recoger el bagazo resultante. Entre las
tareas del ingenio que no encontramos presencia de esclavos destaca la casa de
purgar, posiblemente por la alta cualificación que requería tal labor.
Donde el personal esclavo se hizo imprescindible fue en el
trabajo de la casa de las calderas; para este cometido siempre se prefirió al
esclavo negro que, según se decía, aguantaba mejor las altas temperaturas,
aunque también encontramos trabajadores de calderas de color prieto como es el
caso de Bartolomé, prieto, en Las Palmas77. Otra de las actividades del ingenio
donde la presencia de los esclavos está constatada era en las labores de
embalaje del azúcar y desempeñando el oficio de encajador.
Estos esclavos, en ocasiones, intentaron abandonar el
Archipiélago y protagonizaron algunos intentos de huida a Berbería, como se
observa en un grupo de 15 esclavos negros que lograron huir del ingenio
azucarero de Adeje y desembarcaron en Cabo Bojador, de los cuales ocho llegaron
a tierras del Xarife y siete fueron capturados por los nativos y canjeados al
conde de Lanzarote por parientes suyos78.
Si las huidas de esclavos fue una preocupación de sus
dueños, no lo había sido menos su instalación en las islas para las autoridades
locales, dictándose una serie de disposiciones tendentes a su control, como fue
la prohibición de andar por los caminos después de “campana tañida”, llevar marcas
visibles en el hombro para ser fácilmente reconocibles, algunos fueron herrados
en la cara e incluso se autorizó “cortarles las orejas si sus culpas lo
merecían”. Esta preocupación no sólo era por
los esclavos ya asentados en las islas sino que incluso para la
población del Archipiélago llegó a generar un gran temor la llegada de “barcos
de esclavos negros que vienen de parte sospechosa”, pues la preocupación
evidente de la población se debía a la presencia de enfermedades que estos
esclavos pudieran traer a las islas.
Las importaciones de esclavos para los ingenios azucareros
comienzan a disminuir a medida que se produce un descenso de la producción,
pero esto es relativo ya que en algunas de las islas en las que el cultivo
continua a lo largo del siglo XVII se siguen comprando esclavos en las costas
africanas, aunque ahora los intermediarios ya no sólo van a ser los portugueses
sino que entran en el tráfico esclavista los holandeses como se deduce, por
ejemplo, cuando arriba al puerto de S/C de La Palma79 el navío “Caballero” del que era capitán
Nicolás Fanor, natural de Flesinga, cargado con 120 negros que había traído de
la costa de Guinea, y que si bien no especifica que eran para los ingenios
azucareros, es probable que al menos un número significativo fuese adscrito a
estas tareas.
A modo de conclusión podemos señalar que esta
microsociedad que encontramos en las plantaciones e ingenios azucareros en
Canarias es fiel reflejo de los distintos grupos que integran la sociedad
canaria del XVI, pues la economía azucarera fue un eje dinamizador de la
sociedad no sólo en el aspecto económico, sino social y cultural, tanto por las
influencias externas, como por la propia evolución intrínseca de la sociedad de
las Islas cuya posición geoestratégica las convirtió en punto de expansión en
el Atlántico.
Canarias desarrolló un modelo propio cuyos antecedentes
encontramos en el territorio peninsular y en la isla de Madeira y fue punto de
referencia para las plantaciones americanas, pero no un modelo en miniatura del
Nuevo Mundo. El único hecho constatable es que tanto las plantaciones como los
ingenios azucareros fueron determinantes en las llamadas islas del azúcar, pues
la organización del espacio, la estructura económico-social y política no
pueden explicarse sin la concurrencia de la caña de azúcar.
NOTAS:
1 VIÑA BRITO, Ana y RONQUILLO RUBIO, Manuela: “El control
normativo del azúcar en Canarias”, O Açucar e o Quotidiano. Funchal,
2004, pp. 303-341.
2 VIÑA BRITO, Ana: “El azúcar, base económica para la consolidación
de una elite”, Coloquio de Historia Canario Americana (Las Palmas de
Gran Canaria) 11 (1996) 358 371.
3 VIÑA BRITO, Ana y RONQUILLO RUBIO, Manuela: “El azúcar
en Canarias. Balance historiográfico y perspectivas de investigación”, Coloquio
de Historia Canario-Americana (Las Palmas de Gran Canaria) XVI (2004).
4 RODRÍGUEZ MOREL, Genaro: “Esclavitud y vida rural en las
plantaciones azucareras de Santo Domingo”, Anuario de Estudios Americanos (Sevilla)
XLIX (1992) 87-117.
5 VIEIRA, Alberto: Canaviais, açucar e aguardente na
Madeira. CEHA, Funchal, 2004.
6 Sobre los aportes poblacionales al Archipiélago Canario,
una vez conquistadas las Islas, véase AZNAR
VALLEJO, Eduardo: La integración de las Islas Canarias
en la corona de Castilla (1478-1526). Las Palmas de Gran Canaria, 1992, 2ª
ed.
7 VIÑA BRITO, Ana: “La fortuna y el poder de los
Monteverde en La Palma”,
El Fruto de la Fe. El
legado artístico de Flandes en La Palma. Madrid, 2004, pp. 63-73. ÍDEM: “La hacienda de Tazacorte (La Palma)”, Anuario
de Estudios Atlánticos (Las Palmas de Gran Canaria) 50 (2004) 545-587.
8 LOBO CABRERA, Manuel y TORRES SANTANA, Elisa: “Los
extranjeros en Canarias durante el Antiguo Régimen”, Coloquio Internacional
de Historia Moderna (Málaga) I (2004) 79-97. Estos autores abogan por considerar
“extranjeros diferentes o pobladores forzosos” al contingente procedente de
África, que son los esclavos negros presentes en Canarias desde el inicio de la
colonización.
9 SERRA RÁFOLS, Elías: Las datas de Tenerife. La Laguna, 1978; RIVERO
SUÁREZ, Benedicta: El azúcar en Tenerife, 1496-1550. La Laguna, 1990; VIÑA BRITO,
Ana y BELLO LEÓN, Juan Manuel: “Notas sobre la génesis de la gran
propiedad en Tenerife”, Coloquio de Historia Canario Americana (Las
Palmas de Gran
Canaria), IX (1992) 567-600.
10 DÍAZ PADILLA, Gloria y RODRÍGUEZ YANES, José Miguel: El
Señorío de las Canarias Occidentales. La
Gomera y El Hierro hasta 1700. Exmos. Cabildo
Insulares de La Gomera
y El Hierro, 1990, p. 316.
11 SERRA RÁFOLS, Elías: “Taganana”, Revista de Historia
Canaria (La Laguna)
68 (1944), p. 320.
12 En una Cédula de Carlos V, del año 1519, se recomendaba
al gobernador de Canaria, Lope de Sosa, que facilitase la salida de maestros y
otros oficiales de los ingenios desde Canarias para la Indias. Los primeros trabajadores
de los ingenios de Santo Domingo procedían de Canarias “por su experiencia en
la fabricación de lo dulce”. Cit. CARANDE, Ramón.: Carlos V y sus banqueros.
Barcelona, 1990. Tomo I, p. 460.
13 RODRÍGUEZ MOREL, Genaro: “Esclavitud y plantación azucarera
en Puerto Rico. Siglo XVI”. Esclavos com e sem açucar. Funchal, 1996, p.
191. 14 1538, febrero, 26. Valladolid. Archivo General de Indias (AGI).
México, 1088. L.3, fol. 4v. Una Real
Cédula remitida a la Audiencia de Nueva España señalaba la reclamación
del obispo de Taxcala para que el contador Rodrigo de Albornoz “que tenia un
negocio de azúcar a término en la ciudad de Verazcruz, diezme en azúcar y no en
dineros, de 20 arrobas una, según como se usaba y acostumbraba en las islas de
Canaria y en las otras islas donde hay ingenios de azúcar”.
15 VIÑA BRITO, Ana y RONQUILLO RUBIO, Manuela: “El control
normativo…”, Ob. Cit.
16 Una buena síntesis puede verse en LOBO CABRERA, Manuel:
“Azúcar y Trabajo en Canarias”, Actas del Seminario: Agua, Trabajo y Azúcar (Granada)
6.º (1996); AZNAR VALLEJO, Eduardo y VIÑA BRITO, Ana: “ El azúcar en
Canarias, escala entre dos mundo”. Actas del Seminario La caña de azúcar en
tiempos de los grandes descubrimientos (Granada), 1.º (1989) 173 y ss.
17 AGS. Cámara de Castilla. Pueblos. Leg. 8, n.º 354.
18 En el momento de la contratación del administrador se
estipula con toda claridad que correspondía a éstos tener el libro de cuenta de
las entradas y salidas con el día, mes y año. A veces en la documentación se trata
al administrador como si fuese el dueño de la hacienda.
19 1524, septiembre, 21. COELLO, María Isidra, PARRILLA,
Avelino y RODRÍGUEZ, Margarita: Protocolos de
Alonso Gutiérrez (1522-1525). S/C de Tenerife,
1980, doc. n.º 1746.
20 Gabriel de Socarrás tomó posesión de las tierras que
Benavente obtuvo del Adelantado en Los Sauces, actuó como su administrador en
el ingenio y obtuvo del mismo ¼ del heredamiento que pasaría a sus
descendientes.
VIÑA BRITO, Ana: Las tierras y las aguas de Los Sauces…,
(1.502-1.603). Ayto. de San Andrés y
Sauces, 2002, pp. 21 y ss
.21 Juan Gutiérrez en Los Sauces obtuvo 4 fanegas de
regadío por cesión de Juan de Lugo y Gabriel de Socarrás, en pago a su trabajo
de construcción de una acequia.
22 1555, noviembre, 27. HERNÁNDEZ MARTÍN, Luís Agustín: Protocolos
de Domingo Pérez, escribano público de La Palma (1554-1556). S/C de La Palma, 2000, doc. n.º 770.
23 Los propietarios de los ingenios de Argual y Tazacorte
se quejan de las avenidas del barranco y la destrucción de parte de los
cañaverales en el “barranco de Las Angustias”.
24 Cit. CAMACHO Y PÉREZ-GALDÓS, Guillermo: “El cultivo de
la caña de azúcar y la industria azucarera en Gran Canaria (1510-1535)”. Anuario
de Estudios Atlánticos (Madrid-Las Palmas de Gran Canaria) 7 (1961)
25 SERRA RÁFOLS, Elías: “Taganana”, Ob. Cit. p. 324.
26 SÁNCHEZ VALERÓN, R. y MARTÍN SANTIAGO, F. E.: Génesis
y desarrollo de Ingenio durante el siglo XVI. Ingenio (Gran Canaria), 2004,
p. 73.
27 1522, enero, 26. ÍDEM, Apéndice I, pp. 59-61.
28 La plantación de los brotes de caña se establecía en
una distancia determinada con diferentes riegos. Consistía la plantación con
dos trozos de caña, de tres yemas uno enfrente del otro y a una distancia
conveniente.
Se calcula que una hectarea llevaría 40 quintales de
planta, lo que venía a representar un volumen de tres fanegas de caña por una
de tierra.
29 COELLO, M.I., PARRILLA, A. y RODRÍGUEZ, M.: Protocolos
de Alonso Gutiérrez …, Ob. Cit., doc. N.º
333.
30 AZNAR VALLEJO, E.: La Integración
de las Islas Canarias en …, Ob. Cit., p. 323.
31 1522, junio, 26. Cit. CAMACHO Y PÉREZ-GALDÓS, G.: “El
azúcar y la industria…”, Ob. Cit. pp. 61 y ss.
32 El Museo Canario. Colección BUTE, II, 1ª, 148v. de 24
de junio de 1524.
33 RIVERO SUÁREZ, Benedicta: El azúcar en Tenerife …,
Ob. Cit., p. 38.
34 PERAZA DE AYALA, José.: Las Ordenanzas de Tenerife
[recopiladas por Núñez de la Peña
en 1670] y otros estudios para la historia municipal de Canarias, S/C. de
Tenerife, 1976, pp. 180-181.
35 Colección BUTE III, 1.ª, 244r. En la confesión que Rodrigo
Pérez realiza al tribunal, en Las Palmas a 21 de abril de 1526, señala que era
regador de cañaverales en el ingenio de Tazacorte
36 No aludiremos a los maestros de hacer ingenios, como
Juan Rodríguez “maestro de engenio estante en Gran Canaria”, pues los incluimos
en los oficios relacionados con este complejo agroindustrial.
37 SERRA RÁFOLS, Elías: Las Datas de Tenerife… Ob.
Cit., Doc. n.º 1418.
38 HERNÁNDEZMARTÍN, L.A.: Protocolos de Domingo Pérez ,
escribano público de La Palma
(1546-1553).
S/C de La
Palma, 1999, doc. nº 340 de 5 de noviembre de 1553. Otros
contratos para templar y purgar las
escumas encontramos, por ejemplo, entre Alvaro Vaez y
Gerónima Benavente Cabeza de Vaca para el ingenio de Los Sauces en 1556, en el
que se especifica: “las dará hechas en perfección, lavadas, limpias de cara y
cogucho”. ÍDEM. Tomo II, doc. n.º 785.
39 1527, noviembre, 19. CAMACHO Y PÉREZ-GALDÓS, G.: “El
azúcar y la industria …”, O.Cit., p. 36.
40 Colección BUTE, II, 1.ª, 289r, de junio de 1524.
41 GUIMERÁ RAVINA, Agustín: “El Repartimiento de Daute
(Tenerife) 1498-1529”. Coloquio de Historia Canario-Americana (Las
Palmas de Gran Canaria) II (1980). Tomo I. Apéndice II. Este Gonzalo Fernández,
luego fue propietario de 30 fanegas de secano en este mismo lugar.
42 La refinación definitiva del azúcar canario que se
exportaba a Flandes se producía en este territorio. Gran parte de los que
desempeñaban este oficio eran portugueses como es el caso de Martín portugués,
refinador
de azúcar y vecino de Gran Canaria, que debía a Jácome
Sorvanis 10 arrobas de azúcar, según se recoge en una escritura de 5 de enero
del año 1501. Cit. BELLO LEÓN, Juan Manuel: Extranjeros en Castilla 1474-
1501. La
Laguna, 1994, doc. n.º 744.
43 Cit. DÍAZ CASTRO, Alejandra: “El trabajo libre y asalariado
en Tenerife en el siglo XVI”, Revista de
Historia Canaria (La Laguna) 101-104 (1953)
112-126.
44 ÍDEM, p. 36.
45 Cit. FERNÁNDEZ ARMESTO, Felipe: Las Islas Canarias
después de la conquista. Las Palmas de Gran
Canaria, 1997, p. 139.
46 AZNAR VALLEJO, Eduardo y VIÑA BRITO, Ana: “El azúcar en
Canarias, escala entre dos mundos”, Ob.
Cit., p. 183.
47 Cit. RODRÍGUEZ YANES, José Miguel: “Los ingenios de los
Ponte, 1550-1610”, Gaceta de Daute (S/C
de Tenerife) 1 (1984) 23-41.
48 El contrato es del año 1506, de 12 de septiembre, Diego
Sardinha proveerá del hierro necesario y por trabajo abonará la cantidad de
11.000 mrs., Cit. FABRELLAS JUAN, María Luisa: “La producción de azúcar en Tenerife”,
Revista de Historia Canaria (la Laguna) 100 (1952) 470.
49 AGS. Cámara de Castilla. Pueblos. Leg. 8, n.º 354.
50 SERRA RÁFOLS, Elías y LA ROSA OLIVERA,
Leopoldo de: Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1508-1513).
Vol. II. La
Laguna, 1996, 2.ª ed.
51 MARTÍN RODRÍGUEZ, Fernando Gabriel: Arquitectura
doméstica canaria. S/C de Tenerife, 1978, pp. 298 y ss.
52 Cit. FABRELLAS JUAN, María Luisa: “La producción de
azúcar en Tenerife”, Ob. Cit., p. 467.
53 AZNAR VALLEJO, Eduardo y VIÑA BRITO, Ana: “ El azúcar
en Canarias”, Ob. Cit.
54 VIÑA BRITO, Ana: Las tierras y las aguas de Los Sauces…,
Ob. Cit. p. 74.
55 LOBO CABRERA, Manuel: “Telde en el siglo XVI”, n.º 10
(1998), p. 14.
56 LOBO CABRERA, Manuel: “Esclavitud y azúcar en
Canarias”. Esclavos com e sem açucar. Funchal,
1996, pp. 103-117.
57 SERRA RÁFOLS, Elías: Reformación del Repartimiento
de Tenerife. La Laguna,
1953, p. 74.
58 La reanudación tuvo lugar mediante la Real Cédula de doña
Juana del año 1505 y su prohibición en época de Felipe II en 1572.
59 M. Lobo cita 157 cabalgadas a Berbería desde Canarias
en busca de esclavos. Cit. LOBO CABRERA,
Manuel: Los libertos en la sociedad canaria del siglo
XVI. La Laguna,
1983, p. 14.
60 GARRIDO ABOLAFIA, Manuel: Los esclavos bautizados en
S/C de La Palma
(1564-1600). S/C de La
Palma, 1993, p. 14.
61 RUMEU DE ARMAS, Antonio: Canarias y el Atlántico.
Madrid, 1991. Tomo I.
62 1558, diciembre, 5. HERNÁNDEZ MARTÍN, Luís Agustín: Protocolos
de DomingoPérez, escribano público de La Palma (1556-58). S/C de La Palma, 2002, doc. n.º 1699.
63 Los datos de La Gomera han sido tomados del trabajo de DÍAZ
PADILLA, Gloria y RODRÍGUEZ YANES,
José Miguel: El Señorío en las Canarias …, ya
citado.
64 Véase para el caso de Gran Canaria, la síntesis de LOBO
CABRERA, Manuel: “Esclavitud y azúcar en Canarias”, Ob. Cit.
65 1565, septiembre, 20. HERNÁNDEZ MARTÍN, L.A.: Protocolos
de Domingo Pérez…, Ob. Cit., doc. N.º 2730. 66 1557, julio, 20. ÍDEM, doc.
N.º 1306. 67 1561, octubre, 15. ÍDEM, doc. N.º 2110.
68 1522, julio, 3. COELLO, María Isidra, PARRILLA, Avelino
y RODRÍGUEZ, Margarita: Protocolos de AlonsoGutiérrez… Ob. Cit., doc. n.º 333.
69 1513, mayo, 20. Ducado de Brabante. Traslado de esta
venta encontramos en un documento fechado en Zaragoza el 24 de diciembre de
1518. VIÑA BRITO, Ana: “La hacienda de Tazacorte (La Palma)”, Ob. Cit., pp.
577-587.
70 AGS. Cámara de Castilla. Pueblos. Leg. 8, n.º 324,
71 LOBO CABRERA, M.: “Esclavitud y azúcar en Canarias”. Esclavos
com e sem Açucar. Funchal, 1996, pp. 103-117.
72 En julio de 1498, por ejemplo, se ordenó al asistente
de Sevilla que informase sobre la demanda presentada por el genovés Francisco
Riberol, que reclamaba 43.000 mrs. correspondientes a la compra de cinco esclavos
que hacía 15 años había obtenido su hermano, y que los había adquirido del hijo
del que fue gobernador de Gran Canaria Pedro de Vera, y que fueron puestos en
libertad por mandato real. Cit. BELLO LEÓN,
Juan Manuel: Extranjeros en Castilla…, Ob. Cit.,
doc. nº 597.
73 AZNAR VALLEJO, Eduardo: “Relaciones comerciales entre
Andalucía y Canarias a fines del siglo XV y comienzos del XVI”. Coloquio de
Historia Medieval Andaluza ( Sevilla) II (1981) 173-181.
74 LÓPEZ SEBASTIÁN, L. y DEL RÍO MORENO, Justo: “El factor
trabajo en los ingenios canarios y antillanos en la demografía el siglo XVI”. Historia
da Ilhas Atlanticas. Funchal, 1997, pp. 255-268.
75 Así lo recogen las ordenanzas de Gran Canaria, pues en
todo el proceso de elaboración del azúcar se necesitaba abundante ceniza para
blanquear los panes. Cit. MORALES PADRÓN, Francisco: Ordenanzas del Concejo
de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1974, pp. 140-141.
76 1522, julio, 3. Contrato a partido efectuado por Andrés
Suárez Gallinato con los herederos de Diego de Sanmartín, por cinco años, para
curar las cañas, dándole tres esclavos negros, a los que obliga a vestir durante
el tiempo del contrato. Cit. COELLO, María Isidra, PARRILLA, Avelino y
RODRÍGUEZ, Margarita: Protocolos de Alonso Gutiérrez…, Ob. Cit., doc. nº
333.
77 Colección BUTE III, 1ª, 233r, de 14 de abril de 1526.
78 ANAYA HERNÁNDEZ, Alberto: “Huidas de esclavos desde
Canarias a Berbería en la primera mitad del siglo XVI”, Coloquio de Historia
Canario-Americana (Las Palmas de Gran Canaria) XIV (2000) 853.
79 1678, junio, 2. Cit. SANTANA PÉREZ, Germán: “La
importancia geoestratégica de Canarias a través de la actuación de los
holandeses durante el siglo XVII”.
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