Esqueleto de un naufragio
La chatarra del buque 'Jaramac 49', hundido en 1982, continúa varada en la Avenida tras 30 años
Restos del ´Jaramac 49´, frente a
la costa de Triana-Vegueta.
La estructura oxidada de un naufragio de los años
80 continúa a la deriva en la costa de Las Palmas de Gran Canaria. El incesante
golpe que le asestan las olas ha formado en su estructura formas caprichosas y
curiosas en su estancia de 30 años en el litoral. La chatarra de este buque,
Jaramac 49, que hace tres décadas chocaba en la costa, a causa de un fuerte
oleaje, ha quedado a merced del descuido y el abandono. Hierros retorcidos,
quebrados y olvidados han permanecido desde su naufragio en la capital
grancanaria sin recibir la más mínima atención. Estos residuos, visibles desde la Avenida Marítima
por su gran tamaño, llevan estancados allí desde los años 80.
El 26 de febrero del año 1982, el mal tiempo y el
fuerte oleaje de la noche de Carnaval precipitaron hacia la escollera al
Jaramac 49 y sus dos gabarras, McDermott 11 y Intermac 255. El remolcador y las
dos plataformas, que hacían el trayecto Nigeria-Lisboa por la vía Zaire y Las
Palmas de Gran Canaria, acabaron de esta forma con la popa en el rompiente. Las
tres naves, de 590 toneladas, quedaron varadas la noche del accidente frente a
la desembocadura del barranco Guiniguada. El naufragio, que fue observado desde
la costa por los ojos de los curiosos, no tuvo que lamentar víctimas ni
heridos. El rescate resultó complicado desde un principio, donde los especialistas,
ya al día siguiente del siniestro, afirmaban la imposibilidad de reflotar las
embarcaciones. Las dificultades de la zona, el volumen de los restos y la
violencia de las olas impedían el trabajo de los expertos en su retirada y,
actualmente, continúan como un recuerdo de esa desdichada noche de Carnaval,
como ha denunciado un lector a este periódico. El contenido de gasoil, que
corría el riesgo de escapar de los tanques y precipitarse en aguas de la
capital, fue descargado, al igual que la maquinaria y el contenido del
remolcador. El valor de dicho combustible, rescatado de las embarcaciones y
valorado en 11 millones de las antiguas pesetas, se donó, con la colaboración
de la autoridad portuaria y el Club Rotario, a la ciudad de San Juan de Dios.
El Jaramac 49 y su esqueleto rojizo por el óxido
y los años continúan varados como entonces frente al Guiniguada. Su presencia,
con el paso de tres largas décadas ha comenzado a ser imperceptible,
retorciéndose y despedazándose debido a la marea de la zona. Asimismo, los
restos, en un principio situados frente al antiguo scalextric de Las Palmas de
Gran Canaria, se han extendido por el litoral, arrancados y devueltos
nuevamente a la costa por la fuerza de las olas. Una de sus piezas de mayor
tamaño tiene 10 metros de largo y ocho de ancho. A la vista de visitantes y
provocando el olor a cloaca característico de la zona, el Jaramac 49 continúa
en su tumba marítima, esperando a ser evacuado del lugar donde accidentó en
1982.
La responsabilidad de retirar dichos desechos
apunta al Gobierno español debido al abandono del remolcador por sus
propietarios, según la Ley
de Costas 22/1988 del 28 de julio. El armazón continúa, mientras tanto, en su
sepultura en la capital grancanaria donde encalló una noche de febrero. Otros
naufragios han tenido lugar en la costa desde entonces, como es el caso del
nigeriano Sea Lion y el mercante River Majirum, en 1994, o el panameño Gelios
el 9 de octubre de 1998. (Laura
Bautista Lesmes, La
Provincia)
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