El poder caciquil se mantuvo campante a pesar de los progresos de la oposición republicana, circunscritos a una porción del medio urbano. La primacía del campo sobre la ciudad y la ruralización del grueso de la vida pública determinaron un horizonte muy adecuado a la persistencia del caciquismo y de las redes clientelares. En este punto las novedades brillaron, en gran medida, por su ausencia.
El caciquismo persistente y sus
opositores: la consolidación del Sindicalismo
El poder caciquil se mantuvo campante en
las Islas a pesar de los progresos de la oposición republicana, circunscritos
realmente a una porción del medio urbano. La primacía del campo sobre la ciudad
y la ruralización del grueso de la vida pública determinaron un horizonte muy
adecuado a la persistencia de los manejos del caciquismo y al vigor de las
redes clientelares. En este punto las novedades brillaron, en gran medida, por
su ausencia. Cuando Unamuno habló en el mitin republicano del ingrediente
civilizatorio de las ciudad, de la ciudad generadora de conciencia, estaba en cierto
modo asociando el campo a las rémoras caciquistas. Fuera de las urbes, los
caciques siguieron despachándose a sus anchas con toda suerte de corruptelas y
trapisondas, sostenidas por los dineros de la Sociedad Arrendataria
de los arbitrios sobre las reformadas franquicias en 1900. A ello se refirió
expresamente Unamuno al proclamar que la política habría de ser lucha de
ideales, no de logreros de consumos y de puertos francos. Y tales
alegaciones las profirió quien, tras advertir que no era republicano y mucho
menos federal, defendió la acción de hombres que se impusieran a las
multitudes, aclarando en esta especie de justificación del caciquismo
“ilustrado” que semejante función no podía corresponder a los ineptos.
Las oligarquías insulares fundieron a la
terratenencia oriunda del Antiguo Régimen con la alta burguesía agromercantil,
hasta configurar bloques de poder que dominaron casi enteramente los quehaceres
públicos durante la
Restauración y más allá. Sus formaciones políticas no fueron
otra cosa que grupúsculos de estructura caciquil muy personalizados y
jerarquizados, tertulias de notables en donde coincidían facciones a menudo con
muy poca cohesión, que desde las islas centrales dirigieron los asuntos de las
periféricas. Estamos ante coaliciones de banderías oligárquicas aunadas, más
por vínculos personales y especialmente familiares que por ingredientes
ideológicos o programáticos. Al respecto hemos de advertir que en Tenerife hubo
una mayor segmentación del caciquismo y, por lo tanto, de los partidos del
Turno liberal-conservador, porque su oligarquía no contó con una figura
carismática semejante a la de Fernando de León y Castillo en Gran Canaria. El
diagnóstico que verificó Unamuno sobre estas agrupaciones monárquicas presenta
un rango estatal al definirlas como taifas de logreros, nacidas de
los odios y movidas por intereses personales, mas esos partidos
gallísticos se amoldaban perfectamente a su configuración isleña.
Un buen exponente de los apaños caciquiles
en este orden brilló durante las elecciones legislativas de mayo de 1910 por la
circunscripción de Las Palmas, circunscripción que desde 1905 abarcó las Islas
Orientales. Los leonistas fueron muy conscientes de la trascendencia que tenían
esos comicios en un momento en el que se planteaba en las Cortes la discusión
del proyecto de Ley de reforma administrativa. En consecuencia, movieron todos
sus peones para reiterar su aplastante victoria y hacer valer el grado de
participación que el divisionismo despertaba, presentándola como una especie de
plebiscito antiunitario. La candidatura liberal tuvo una composición muy
cualificada, integrándola Álvaro de Figueroa y Torres, primer conde de
Romanones, aun a sabiendas de que renunciaría para ocupar “su” escaño por
Guadalajara; el periodista exrepublicano Luis Morote y Greus, amigo personal de
Canalejas y que había prestado valiosos auxilios a la causa de la división
provincial; y, por último, el abogado Leopoldo Matos y Massieu, la joven
promesa de la oligarquía grancanaria, considerado el mejor heredero de León y
Castillo y que pronto sería el intermediario de mayor confianza para el
embajador. Los republicanos federales y los carlistas impidieron la aplicación
del artículo 29 de la
Ley Electoral de 1907, los unos postulando a José Franchy y
Roca y a Benito Pérez Galdós en el marco de la Conjunción
republicano-socialista, y los otros votando al dirigente nacional Juan Vázquez
de Mella.
Lo más notable de estas elecciones, por
encima de la enorme dispersión de los sufragios y del éxito absoluto del
leonismo, procedió de la evidente falsificación de los índices abstencionistas
y, por lo tanto, de un abultado enmascaramiento de la participación real. Del
total de 38 municipios de la circunscripción, en 26 se pasó oficialmente del
80% de votantes y en la mitad de ellos el porcentaje superó el 90%, oscilando
desde el 90,5% de Arucas al 97,8 de Puerto de Cabras, con la particularidad de
situarse también en este último grupo Telde con el 93%. ¿Cómo explicar este
brioso ataque de civismo que aquejó, por ejemplo, a los cuerpos electorales de
Mogán, de Pájara o de San Bartolomé de Lanzarote, cuando en Las Palmas apenas
votó menos del 56% del censo? Los testaferros leonistas actuaron impunemente
con sus típicos cántaros y pucherazos en los colegios rurales, donde no tenían
control alguno. En varios términos, bien por escrúpulos o abulia de los
componentes de las mesas electorales, la abstención ofrece un panorama más
ajustado a la realidad de las zonas campesinas con poblamiento diseminado,
consignándose así un 71% en Tejeda, un 57% en Yaiza y un 54,5% en Tetir,
indicadores del importante desinterés por las urnas en los distritos agrícolas
de bajas densidades y muy altas tasas de analfabetismo. Esa comparación
unamuniana del leonismo con el Porfiriato mexicano posee, al menos en lo que
respecta a la generalización de los fraudes electorales, una cabal apoyatura.
La plancha republicana-federal de
Franchy-Pérez Galdós obtuvo en la circunscripción un promedio de votos
equivalente al 5,9%, presentando unos cocientes del 6,4% en Gran Canaria, del
4,2% en Fuerteventura y del 2% en Lanzarote. Ahora bien, en Las Palmas
conquistó un 23,5%, venciendo en el distrito de Santa Catalina con el 52,6% y
acercándose bastante a los leonistas en La Isleta con el 46,5%. Hasta un 73,5% de su
electorado radicaba en la capital grancanaria, fiel reflejo de un partido
eminentemente urbano que hasta la Segunda República tuvo muy escuálida presencia en
el medio rural. Los exclusivos oponentes al cacicato leonista se aglutinaron en
las filas del Partido Republicano Federal (PRF) que Franchy reorganizó en el
verano de 1903. Las singularidades del mismo en Las Palmas, seguido a distancia
por el de Telde, derivaron de una combinación ajustada entre activismo y
obrerismo mientras Franchy lo encabezó hasta diciembre de 1914, y aún cabría
decir que tales atributos no languidecieron del todo luego de su forzada marcha
arruinado por la política. Un muestreo referido a la composición de 156 cuadros
entre 1903-1914, a partir de cinco comités municipales, tres de la Juventud y 24 juntas de
los círculos de barriada, demuestra que más de la mitad eran artesanos y
jornaleros o marineros. Una década de permanentes trajines no tuvo muchas
repercusiones en términos institucionales, en cotas de poder, aunque sí para un
cambio en la fisonomía de la cosa pública y en la conflitividad social. La
consolidación del primer sindicalismo grancanario sería uno de sus más acabados
reflejos.
La propaganda oral y escrita que desarrolló
el PRF de Las Palmas representó algo enteramente desconocido en el panorama
insular y poco a poco alumbró otro estilo de hacer oposición antidinástica, que
nada tenía en común con las pautas anteriores. El periódico El Tribuno
realizó a propósito una encomiable labor durante su compleja singladura. En su
primer bienio de rodaje, este republicanismo organizó en la ciudad 60 veladas y
conferencias, ocho mítines y tres manifestaciones. Las actividades de más
audiencia y resonancia coincidieron con la visita de la librepensadora
malagueña Belén Sárraga en junio de 1905, que entre otras cosas posibilitó el
nacimiento de la
Juventud Federalista, incorporando al grueso de los
redactores del periódico anticlerical La Avanzada. Los
casinos de barrio se convirtieron en el principal soporte del proselitismo. A
partir del Círculo Republicano Federal de Triana, entre mayo y noviembre de
1904 fueron inaugurados cuatro establecimientos en otros tantos suburbios
periféricos del ensanche o los riscos: la Juventud de Arenales, la Fraternidad de San
Bernardo, la Tertulia
de San José y el Círculo Instructivo Obrero del Puerto de La Luz. Los tres primeros
contaron con escuelas, donde en mayo de 1905 recibían clases unos 400 alumnos.
Fuera de Las Palmas, el Círculo Republicano Federal de Arucas, abierto en
agosto de 1905, mantuvo asimismo una escuela y editó el semanario La Voz de Arucas
(de octubre a abril de 1906).
Uno de los mayores empeños de Franchy y de
sus compañeros primitivos fue poner nuevamente en pie el movimiento
gremialista, liquidado tras hundirse la Asociación Gremial
de Obreros de Gran Canaria de 1901-1902. Al poco de nacer El Tribuno
lo hizo el tercer semanario "obrerista" de Las Palmas, El
Martillo del Trabajo. Los repúblicos apostaron inmediatamente por la
resurrección del asociacionismo trabajador y auxiliaron a la comisión promotora
de una Federación Gremial de Obreros que jamás salió adelante. Entre marzo y
mayo de 1904 tuvieron lugar ocho mítines en el Teatro-Circo Cuyás, convocados
por la peña de El Martillo del Trabajo con la ayuda del PRF, en el
último de los cuales arrancó la conmemoración de la jornada del 1º de Mayo.
Los endebles gremios de carpinteros, cocheros y tartaneros, zapateros y
albañiles fueron legalizados o reconstruidos desde agosto de 1904 hasta marzo
de 1906. Por lo demás, los correligionarios de Franchy ejercieron muy pronto
una destacada influencia sobre el mutualismo a través de la Asociación de
Trabajadores de 1870 y La
Previsora de 1899: el 85,6% de los mutualistas grancanarios
estaban presididos en 1907 por notables del PRF.
Hasta que los federales no lograron prender
en los barrios porteños de Santa Catalina y La Isleta, su ascendiente
sobre los trabajadores no llegó muy lejos. Descontando los distritos donde no
terciaron, el PRF pasó de cosechar el 5,6% de los votos en la municipales de
1903 al 19,3% en las de 1905. La mayor parte del electorado republicano se
localizaba por ahora en Triana y en Vegueta, es decir, en los distritos más
equilibrados socialmente y con mayor proporción de las ocupaciones burguesas;
por aquél resultó elegido Franchy en 1905, convirtiéndose en el solitario edil
federal de este período. Al avanzar el verano de 1906, el PRF dio síntomas de
cansancio y principió un paréntesis que duraría casi un trienio. La suspensión
de El Tribuno, el cierre de escuelas y de algún círculo y la
postración del bisoño gremialismo, revelaron las dificultades con que se
encontraban unas pocas docenas de activistas republicanos para desenvolverse en
un medio hostil y con escasos recursos. No obstante, las páginas del semanario El
Martillo sirvieron de canales de comunicación para la militancia y la Juventud Federalista
editó en 1907 el semanario Progreso, manteniéndose aún abierto el
Círculo de Arucas. En julio de este año apareció en La Isleta el club El Trabajo.
El 1 de mayo de 1909 reanudó su edición El
Tribuno en calidad de semanario y en algo más de un lustro el PRF se
consolidó de forma definitiva como entidad opositora y claramente volcada hacia
el mundo sindical. De los centros de la etapa anterior reemprendieron sus
tareas el Círculo de Triana, la
Juventud de Arenales y la Fraternidad de San
Bernardo; en el primero radicó la Escuela Benot desde marzo de 1911 y en los otros
fueron restablecidas en 1914 sus misiones docentes. En el barrio de San José
funcionaron consecutivamente dos sociedades, El Porvenir y Vida Nueva. El logro
más efectivo sería, con todo, la apertura en julio de 1910 de la Unión Republicana
Federal de La Luz
y Santa Catalina, una de las instituciones más dinámicas que albergó el Colegio
Pi y Margall. Desde noviembre de 1911 actuaba ya un comité municipal en Telde y
en marzo de 1914 se instituyó la Sociedad
Republicana-Centro Obrero. En ambas poblaciones, los
federales organizaron durante el quinquenio 1910-1914 un total de 49 veladas y
conferencias, 57 mítines y 18 manifestaciones, destacando las movilizaciones
concernientes a los procesos huelguísticos y las del 1º de Mayo. Todavía en
mayo de 1909 hay noticias de otro comité en Arucas.
Republicanos deben ser los socialistas;
socialistas debemos ser los republicanos, sentenciaba Franchy a principios
de 1910. La vocación socializadora de los franchystas, inspirada en una lectura
obrerizante del Programa federal del 22 de junio de 1894 y fortalecida por la Conjunción, creció
gracias a la definitiva configuración del sindicalismo inaugural de Las Palmas
que arrancó del Puerto de La Luz
a lo largo de 1909. La
Sociedad de Obreros Cargadores de Carbón y la Unión Obrera de
Estibadores de Carga Blanca nacieron entonces y al año contaban,
respectivamente, con 547 y 163 afiliados. Las organizaciones gremiales
aumentaron en 1910 con las Sociedades de Zapateros, de Obreros Panaderos y de
Obreros en Hierros y Metales. Buena parte de los 15 sindicatos establecidos
entre enero de 1909 y julio de 1913, y sintomáticamente los de mayor
afiliación, estuvieron presididos por federales que a menudo desempeñaron
responsabilidades partidistas simultáneamente. La trabazón entre republicanismo
y sindicalismo no sería, pues, meramente circunstancial o externa,
produciéndose una auténtica amalgama que convirtió al PRF en el vehículo de un
segmento cualificado de la población trabajadora. Las instalaciones del Círculo
de Traian, contiguas a las de El Tribuno, sirvieron con regularidad a
los dos organismos de los estibadores portuarios hasta disponer, en abril de
1913, de un local propio en La Luz,
compartido con la Sociedad
de Obreros Panaderos. En este montaron Franchy y su joven camarada y colega
Federico Cuyás y González-Corvo un consultorio jurídico, acabando por
instalarse una escuela con personal docente republicano. Desde diciembre de
1910 había merecido Franchy la presidencia honoraria de las tres sociedades del
Puerto de La Luz.
La doble militancia político-sindicalista
hizo que el PRF de Las Palmas desempeñara tareas sobresalientes en los
conflictos laborales ocurridos de diciembre de 1909 a diciembre de 1913,
abarcando seis huelgas portuarias y una decena de menor entidad en el
transporte o en la construcción, localizadas las últimas en 1913 y en pos ante
todo de la jornada de las nueve horas. Entre diciembre de 1909 y enero de 1910
estalló el paro de los obreros de la Grand Canary contra el sistema de las soldadas.
Fue el pórtico de la importante secuencia huelguística de 1910, que tan
favorablemente enjuició Unamuno de manera tangencial: del 14 al 20 de marzo
sobrevino el plante de la carga blanca por las retribuciones de las faenas en
las horas de descanso; del 20 al 30 de abril, el de los estibadores de cargas
blanca y negra frente al establecimiento de casetas de contratación sin
concurso sindical; del 25 de mayo al 13 de junio, el de todos los portuarios en
oposición conjunta a las referidas soldadas y las casetas.
Algunos episodios violentos jalonaron estas
lides en el Puerto de La Luz.
El 24 de abril hubo enfrentamientos entre despedidos y
esquiroles de las casas carboneras, en el transcurso de los cuales un capataz
efectuó disparos con su arma reglamentaria. Por amenazas a los operarios de la Grand Canary se
practicaron media docena de detenciones el 5 de junio, entre ellas las del
presidente y del secretario de la
Sociedad de Obreros Cargadores de Carbón. Finalmente, un
rompehuelgas de la Blandy
increpado el día 9 sacó un cuchillo en su defensa y recibió la trompada de un
huelguista, siendo ambos conducidos a la prevención; al tratarse de liberar
sólo al agredido, los compañeros del otro asaltaron el local y lo dejaron
libre. El propio rector de la
Universidad de Salamanca fue testigo de la huelga declarada a
finales de junio por los empleados del tranvía de la SELP con reivindicaciones
salariales. La violencia social reapareció durante la huelga de la carga blanca
en junio-julio de 1911, que entre otras cosas reportó hundimientos de
embarcaciones y cargas a caballo de la Guardia Civil. El
clima de los trágicos sucesos del 15 de noviembre vino propiciado por estos
rifirrafes, en el curso de unas elecciones en las que los candidatos del PRF
(Franchy y el líder sindical José Montelongo y Gutiérrez) triunfaron por La Isleta con el 58,3% de los
votos.
En los años consecutivos los franchystas
realizaron dos aportaciones fundamentales para la historia del movimiento
obrero insular. Desde la primavera de 1912 tuvieron en su agenda la creación de
una Casa del Pueblo, y Franchy aprovechó su estancia en Madrid durante el mes
de junio para entrevistarse con Pablo Iglesias y recabar los asesoramientos
pertinentes. Edificada en La
Isleta a partir del 1 de mayo de 1913, la institución estuvo
por largo tiempo bajo la presidencia de un pequeño contratista y aguerrido
federal. La segunda de las contribuciones sobresalientes partió de la Juventud de Arenales en
abril de 1914. Allí se apiñó un colectivo parasindical con el nombre de Renovación,
que desde el 25 de abril hasta el 10 de octubre lanzó el semanario homónimo
intitulado Periódico obrero de acción social. Debido a esta corriente
filosocialista tomó posesión el 9 de agosto el primer comité reglamentario de la Federación Obrera
de Las Palmas, nutrido básicamente por el republicanismo.
(Agustín Millares
Cantero. Publicado en el número 339, Revista BienMesabe)
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