Hay en la tradición oral de Canarias unos ejemplos de endechas que no han llegado todavía a figurar en ninguno de los repertorios conocidos. Como puede ser este poema.
Corazón mío, ¿por qué estás triste?
Cautivo te tengo y libre naciste;
por el mal que apercibiste,
cautivo te tengo y libre naciste.
Llora y siente lo que ofendiste,
cautivo te tengo y libre naciste.
Si penas tienes, tú las quisiste,
sufre con paciencia lo que tú quisiste.
Cautivo te tengo y libre naciste;
si penas tienes, tú las quisiste.
Llora y siente lo que ofendiste.
Quien de lo suyo se desaneja,
tarde lo encuentra como lo deja.
Estos
versos figuran al final del romance El alma de Tacande, un romance palmero de
temática local que narra las apariciones de un ánima en pena. Los hechos que
los motivaron ocurrieron, según se dice en el propio romance, en 1628, y el
texto procede de una copia manuscrita utilizada por Pérez Vidal (1987: nº 103,
380-386) para su transcripción. Pero el romance es popular en La Palma, y el propio Pérez
Vidal confiesa haber oído (y tener recogidas) varias versiones orales. La
leyenda se remonta al año 1628, cuando en una casa, la hacienda de Tacande, el
alma en pena de Ana González, que había muerto al dar a luz a un niño al que
pusieron el nombre de Salvador, se aparece para pedir que cuidaran de su niño
pequeño.
Maria
Gómez Díaz
Marzo
de 2014
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