EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1861-1870
CAPÍTULO
XLVII-III
Eduardo Pedro García
Rodríguez
1865 junio 29.
Nace en la Villa de Mazo en Benahuare (La Palma), el criollo Pedro Pérez Díaz.
“El publicista que con la Ley de Cabildos intentó acallar el pleito insular. Apuntes biográficos
Juan José Rodríguez Rodríguez
Comunicación publicada en las
"Actas del Congreso 200 años de la Junta Suprema de
Canarias", celebrado en La
Laguna (Tenerife), los días 6 y 7 de noviembre de 2008, en Nautis
et incolis, Boletín de la
Real Sociedad Económica de Amigos del País, nº
extraordinario (2008).
Resumen: Sin perjuicio de otros personajes que también contribuyeron de forma destacada, acaso sea Pedro Pérez Díaz el principal responsable de la Ley de 11 de julio de 1912. La promulgación de esta Ley, más conocida como Ley de Cabildos, fue el intento de más enjundia para solucionar el pleito insular y el problema canario, en general. De su vida personal, profesional y política al margen de este hito se ocupa la presente comunicación, con el fin de fijar algunos datos de su biografía, en ocasiones citados de forma errónea. Su familia y estudios, su carrera en el Consejo de Estado, su paso por el Ateneo de Madrid o por la Academia de Jurisprudencia y Legislación, su importancia como sociólogo y publicista y su frustrante actividad política por su filiación republicana, son algunos de los aspectos que tratamos.
Palabras clave: Pedro Pérez Díaz, cabildos insulares, pleito insular, problema canario, La Palma.
Abstract: Together with other important people who contributed outstandingly, Pedro Pérez Díaz may be considered the main responsible figure for the law passed on the 11th of July, 1912. The passing of this law, also known as the Councils' Law, was the most remarkable attempt to sort out the islands' conflict and the Canarian problem in general. This paper deals with his personal, political and professional life briefly, with the purpose of highlighting some details of his biography mistakenly cited elsewhere. Both his family and academic education, his career in the state council, his influence on the Ateneo in Madrid, on the law academy and legislation, his importance as a sociologist and publicist, together with his not always successful polical activity due to his leftish affiliation, are some of the issues which are dealt with.
Key words: Pedro Pérez Díaz, island council, island conflict, Canarian problem, La Palma
Nacimiento, familia y estudios
Nació Pedro Pérez Díaz en el municipio
palmero de Villa de Mazo el 29 de junio de 1865[1], dentro de una familia
representativa de la nueva burguesía agraria [2] y vivero de notables
políticos. Sus padres fueron Alonso Pérez Sánchez, antiguo alcalde del pueblo
(1869-1872, 1883-1886 y 1897-1898), teniente de las antiguas Milicias
Provinciales y capitán graduado de Infantería, y Luisa Díaz Guerra[3].
Nuestro personaje sería el tercero de sus ocho hijos (Norberto, Carolina,
Victoria, María de las Nieves, Luisa, Alonso y Juana), de los cuales los
varones fueron también hombres relevantes en sus respectivos quehaceres:
Alonso, como político, y Norberto, como presbítero[4].
Realiza sus estudios iniciales en la escuela pública elemental de su pueblo de nacimiento, que tutelaba el maestro José Galván Pérez[5]. Los generales de segunda enseñanza los comienza (1878-1879) en el Colegio privado de Santa Cruz de La Palma, dependiente del Instituto Provincial de Canarias[6], que dirigía Manuel Carballo. Del examen de ingreso se examina el 30 de septiembre de 1878, ante un Jurado presidido por Federico López Abreu[7]. Estudiante notable, con apenas catorce años abandonaría La Palma para estudiar el resto del bachillerato en el Instituto Provincial de Canarias, en La Laguna (Tenerife). Estos estudios los culminará en julio de 1882, cuando los días 13 y 14 aprueba los dos ejercicios previstos para obtener el grado de Bachiller[8].
Con 17 años empezaría Pedro Pérez Díaz sus estudios universitarios en la Universidad Central de Madrid, simultaneando las carreras de Derecho y Filosofía y Letras[9]. La primera asignatura de la que se matriculará será Derecho Romano, el 18 de diciembre de 1882. Esta carrera la finaliza en enero de 1888[10], licenciándose en Derecho Civil y Canónico, y no, curiosamente, en Derecho Administrativo [11]. Como en el Instituto, su rendimiento en la Universidad será destacado, aunque tampoco excepcionalmente brillante, no olvidemos, sin embargo, que estudiaba dos carreras a la vez. Se doctoraría en Derecho Civil y Canónico en apenas año y medio, en junio de 1889, ya con sobresaliente [12]. El discurso de grado de doctor lo leerá el 26 de junio de ese año, versando su tesis, de 260 páginas a mano, sobre Análisis de la concepción del Derecho por Kant y Savigny[13]. En Filosofía y Letras se licenciará poco después: el 31 de mayo de 1890 realizará el ejercicio de grado, en él obtiene la calificación de sobresaliente [14]. El presidente del Tribunal no era otro que su futuro suegro, Nicolás Salmerón, a la sazón catedrático de Metafísica [15].
Pérez Díaz se casaría el 22 de diciembre de 1894 con Catalina Salmerón García[16], hija de Nicolás Salmerón Alonso, tercer Presidente de la Primera República Española, y Catalina García Pérez, en cuya casa madrileña se ofició la ceremonia civil, ante el juez municipal de Distrito del Congreso, José Martínez y Enríquez[17]. Fruto del mismo fue su única descendiente, María Luisa Pérez Salmerón, que, nacida en 1895, moriría con apenas 44 años sin descendencia [18].
El Consejo de Estado, la Academia de Jurisprudencia y el Ateneo
La vida del ilustre palmero va a
estar ligada profesionalmente durante casi cuarenta años al Consejo de Estado,
la alta institución consultiva que fundara Carlos I en 1526, si bien, como la
conocemos hoy, nace realmente en 1845 con la denominación de Consejo Real [19]. Su
carrera se basaría en el sistema de cuerpos que seguía el modelo francés. La
selección, por tanto, se hacía para ingresar en el cuerpo y luego existía una
carrera reglada que procuraba cada determinado tiempo el correspondiente
ascenso.[20]. El criterio para éstos no era otro que el ordinario de escala
cerrada o ascenso por rigurosa antigüedad [21]. Decía Alcalá Zamora, que sería
compañero de Pérez Díaz en esta institución, que en esta época era “el Consejo
de Estado, y señaladamente su cuerpo de oficiales (…) una escuela de buena
administración española.”[22]
Pedro Pérez Díaz ingresará por oposición en el Consejo de Estado en 1891[23], para la cual había presentado su solicitud el 18 de julio de 1890[24]. Era presidente Manuel García-Barzanallana y García de Frías [25]. El Consejo entonces se estructuraba en cuatro Secciones: Estado y Gracia y Justicia; Guerra y Marina [26]; Hacienda y Ultramar, y Gobernación y Fomento. Por Real Orden (R.O.) de 15 de julio de 1891 (16 de julio)[27], le nombran Aspirante a Oficial, con el haber anual de 2.500 pesetas[28]. Poco después, por R.O. de 23 de noviembre de 1891, ya es nombrado Oficial de la clase de terceros con el haber anual de 3.000 pesetas. Siete años más tarde, siendo presidente Manuel Danvila Collado [29], se produce el primer ascenso real de Pérez Díaz en su carrera: por R.O. de 28 de noviembre de 1898 le nombran Oficial cuarto[30], Jefe de Negociado de tercera clase, con el haber anual de 4.000 pesetas[31].
En aquel tiempo, el funcionario se caracterizaba por el espíritu de servicio, se consideraba que ejercía una “misión patriótica” y su condición trascendía a su vida privada, donde la falta de probidad o un comportamiento deshonroso según la moral de la época podía ocasionarle graves consecuencias disciplinarias [32]. Por ello, a Pérez Díaz sus andanzas y correrías republicanas casi le provocan un serio disgusto en su carrera. Participaría en unos sucesos ocurridos en el Casino republicano de la calle del Príncipe la noche del 18 de marzo de 1897, que terminaron con un brutal enfrentamiento entre facciones republicanas, y en los que Pérez Díaz acabó también con lesiones. Por ello, el Consejo de Estado, preocupado por una posible conducta no adecuada a su condición, pidió información sobre su presunta participación al propio Ministro de Gracia y Justicia, en escrito de fecha el 22 de marzo siguiente, interesándose sobre su posible procesamiento. La cuestión, afortunadamente, parece que no fue a más [33].
Su padre moriría el 24 de julio de 1901[34], acaso como resultado de los continuos actos que contra su dignidad e integridad física, y la de su familia, venía siendo objeto, lo que obliga a su hijo a denunciar estos hechos ante el Juzgado Militar el 7 de septiembre [35]. Poco después (1902), su familia se traslada a vivir a Santa Cruz de La Palma. Madre y hermanas se instalarán en la antigua casa del mayorazgo de Fierro, adquirida unos años antes por su padre y hoy desaparecida, situada en la entonces calle de la cuna [36].
En el Consejo de Estado, por R.O. de 7 de julio de 1903 (11 de julio), Pedro Pérez asciende a Oficial tercero, con la categoría de Jefe de Negociado de segunda clase, con un haber anual de 5.000 mil pesetas [37]. Era presidente Ventura García Sancho[38]. Más pronto cesaría en este cargo, por reforma de la planta funcionarial de la institución (en virtud de la Ley de 5 de abril de 1904[39]), y por R.O. de 17 de mayo de 1904 (21 de mayo) se le nombra Oficial letrado de ingreso, con la misma categoría y haber anual [40]. Un nuevo ascenso se produce apenas un año más tarde. Por Real Decreto (R.D.) de 2 de agosto de 1905, nuestro personaje será nombrado Oficial letrado de ascenso, alcanzando la categoría de Jefe de Administración civil de tercera clase, con un sueldo anual de 7.500 pesetas. Era presidente Alejandro Groizard y Gómez de la Serna [41].
Su haber anual pasa a ser de 10.000 pesetas el 1 de septiembre de 1918, de conformidad con la Ley de Bases de los Funcionarios del Estado de 22 de julio de 1918 y de su Reglamento de 7 de septiembre. La citada Ley Maura agrupaba a los funcionarios técnicos en sólo tres categorías: Jefes de Administración, Jefes de Negociado y Oficiales, divididas, a su vez, en tres clases cada una [42], aunque los ascensos seguían siendo por “rigurosa antigüedad”. Así, siendo presidente Rafael Andrade Navarrete [43], Pérez Díaz ascendería a Oficial letrado de término, Jefe de Administración civil de segunda clase, en virtud del R.D. de 13 de octubre de 1919 (1 de agosto), con un haber anual de 11.000 pesetas.
En 1920, por R.D. de 19 de octubre (5 de octubre), el jurista palmero adquiriría el máximo grado de su carrera administrativa, de conformidad con la Ley de 1918, al ser nombrado Oficial letrado Mayor de Sección, con la categoría de Jefe de Administración civil de primera clase y un sueldo de 12.000 pesetas anuales [44]. El presidente del Consejo, aún Rafael Andrade, con fecha 25 de octubre, acordará adscribirlo a la Sección de Hacienda, Fomento, Instrucción Pública y Trabajo[45].
Los años 1924 y 1925 son trágicos para los Pérez Díaz. Su hermana Carolina moriría el 25 de abril y su hermano Norberto el 20 de julio. Ya en 1925, el 17 de mayo, fallecería su madre [46]. Por otro lado, con el Directorio, el Consejo de Estado sufre varias reformas [47], que terminarían por refundirse en la Ley Orgánica del Consejo de Estado, texto refundido aprobado por Real Decreto Ley 1538, de 21 de junio de 1929. Mientras, en 1927, por Decreto, de 1 de febrero (1 de enero), se le nombra Oficial letrado Mayor, con la categoría de Jefe Superior de Administración civil, que finalmente sería el más alto grado de su carrera administrativa, y que recuperaba la extinta categoría presente en los Estatutos funcionariales de Bravo de Murillo y O’Donnell. Su sueldo ascendía a 15.000 pesetas anuales y era presidente Carlos María Cortezo y Prieto [48].
Su vida administrativa la acabará como Consejero permanente interino, para lo que fue nombrado por R.O. de 18 de septiembre de 1929, supliendo las comisiones oficiales que desempeñaban los consejeros permanentes Manuel Durán de Cottes y Pablo Soler y Guardiola, con el objeto de no retrasar el servicio y siguiendo prácticas establecidas, llegando, por tanto, a forma parte del Pleno del Consejo [49]. Además pudo ser nuestro personaje Secretario General (cargo que le correspondía por ser el más antiguo de los letrados Mayores), pero por sus recias convicciones republicanas, renunciaría ya en las postrimerías de su vida, alegando que dicho nombramiento se hacía por “Real” Decreto. Su amigo, Antonio Royo Villanova, catedrático de Derecho Administrativo y luego ministro de Marina con Lerroux, le espetaba, diciéndole: “Es usted demasiado escrupuloso. Azcárate fue nombrado por real decreto consejero de Instrucción Pública y presidente del Instituto de Reformas Sociales. “Eran cargos gratuitos”, contestaba Pérez Díaz, “y este de ahora significa un aumento de sueldo. Además, el secretario general debe acompañar al presidente a ciertos actos oficiales al Palacio Real, y ni quiero acudir a la superchería de fingirme enfermo ni quiero faltar a mi conciencia rindiendo homenaje a la Monarquía.”[50] La influencia de Salmerón es, pues, patente, ya que éste siempre se mostró esquivo a formar parte en los besamanos a realizar a la Reina o al Rey Consorte o a declarar sus doctrinas monárquicas; comportamiento que, incluso, le llevaría a la cárcel cinco meses en 1867 y luego a ser separado de su cátedra.
En fin, en el Consejo de Estado, Pedro Pérez Díaz se labraría un prestigio considerable como jurista íntegro y experto, a pesar de su militancia republicana. El propio Ortega y Gasset lo definiría como “aristócrata de la burocracia” y Antonio Maura le distinguió siempre con su absoluta confianza. Así, con ocasión de la resolución de un expediente que interesaba a destacados políticos, preguntaría Maura que en poder de quién se hallaba, a lo que se le contestaría que en manos de don Pedro Pérez Díaz, y a renglón seguido el prócer conservador manifestaría: “in manibus bonis est” (¡está en buenas manos!)[51].
También sería Pérez Díaz miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, institución muy vinculada desde siempre al Consejo de Estado, autorizada por el rey Carlos III en 1763[52]. No en vano, personajes como Antonio de los Ríos y Rosas, José Posada Herrera, Vicente Romero Girón, Alejandro Groizard y Joaquín Sánchez Toca fueron presidentes de ambas instituciones. Ingresará como Académico numerario (lo que hoy equivaldría a socio colaborador) siendo aún estudiante de la Facultad de Derecho el 12 de diciembre de 1885, siendo inscrito con el número 566[53]. No obstante, estaría activo pocos años, puesto que el 15 de marzo de 1890 causará baja [54]. Rehabilitaría sus derechos académicos el 3 de abril de 1925 y, poco después, el 3 de julio siguiente, sería designado miembro de la Comisión de Fomento. Realmente, Pérez Díaz se convertirá en Académico Profesor (lo que posteriormente sería Académico Correspondiente) el 31 de marzo de 1926[55]. En sus debates, dejaría huella de su talento “con intervenciones cultas y razonadas”[56].
Ejercería asimismo nuestro personaje como catedrático de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, institución de inspiración krausista creada en 1870 por el sacerdote liberal y catedrático Fernando de Castro y Pajares. Se trataba de una iniciativa pionera para la enseñanza de la mujer, antecedente inmediato de la Institución Libre de Enseñanza, que venía a institucionalizar una fórmula de “educación paralela” para la misma [57].
Sería Pérez Díaz miembro especialmente activo del Ateneo de Madrid, donde ingresó como socio en 1891, con el número 5.895. En el curso 1893-1894 aparece como Secretario 1º de la Sección de Ciencias Morales y Políticas, que presidía Raimundo Fernández Villaverde, siendo presidente del Ateneo Gumersindo de Azcárate[58]. Llegará a pertenecer a su Junta de Gobierno, como vocal 2º, bajo la presidencia del también krausista Rafael María de Labra [59], jefe que fuera de la minoría republicana en el Senado [60]. Las elecciones se celebraron el 19 de febrero de 1913 y fueron las más reñidas de cuantas se habían sucedido en aquella institución [61]. Allí pronunciaría muchas de sus conferencias [62], aunque no se considerara un buen orador [63]. Durante los cursos 1893-94 y 1894-95, se discutirá su memoria sobre Derechos y deberes entre trabajadores y capitalistas, en la que se manifestarían las tendencias enfrentadas que existían entre los ateneístas en torno a la cuestión social [64]. Ya en los cursos 1915-16 y 1916-17, presentará su estudio El contrato de trabajo y la cuestión social como tema de discusión en la Sección de Ciencias Morales y Políticas, que presidía su amigo Adolfo Álvarez-Buylla.
El Ateneo era un foro ciertamente elitista, pero no dejaba de ser una suerte de “parlamento paralelo”. Se podían expresar ideas que no se escuchaban en el Congreso de los Diputados y se debatía sobre asuntos que no tenían cabida en sus sesiones [65]. Se trataba, en definitiva, de un organismo “nacido para la discusión”, en palabras de Manuel Azaña[66]. De la ilustre sociedad se desvinculará en época del Directorio militar, precisamente el dictador ordenaría su cierre en 1926, al entender que actuaba al margen de su misión y sirviendo de foco de rebeldía y conspiraciones contra el orden público.
Pese a las lógicas dificultades para trasladarse a su isla natal, Pérez Díaz se desplazaba con frecuencia a La Palma, tanto para descansar y ver a los suyos como para impartir conferencias o departir con sus correligionarios con la idea de no perderle el pálpito a su distrito electoral. Conviene advertir que en la segunda mitad del siglo XIX apenas era habitual un correo a la península cada cuarenta y cinco días, que pasaría a uno cada mes a principios de siglo XX [67]. Entre sus conferencias o intervenciones en distintas veladas, destaca, por ejemplo, la que impartiría a principios de abril de 1904 sobre socialismo, propugnando la hermandad entre capital y trabajo y la ilustración de la clase obrera [68] o la que daría en la Juventud Republicana de Santa Cruz de Tenerife en 1919, en la que exhibió sus amplios conocimientos sobre la política europea y las cuestiones sociales. En esta última, pronosticaría que la monarquía desaparecería cuando hubiera terminado su misión… “cuando lejos de ser un principio de seguridad, fuera un peligro”[69]. Además, de una interesante intervención en el Circo de Marte, en agosto de 1919[70], puede extraerse mucho de los asuntos que preocupaban humana e intelectualmente a Pérez Díaz: el socialismo, la emigración, la pobreza o la situación del proletariado.
Sociólogo krausista, propagador de la doctrina marxista y adalid de los Cabildos
Nuestro personaje fue discípulo
de Francisco Giner de los Ríos, catedrático de Filosofía del Derecho y fundador
de la Institución
Libre de Enseñanza, del que fue seguidor desde sus tiempos de
estudiante en la
Universidad Central. Su pensamiento estuvo también muy
influenciado por otros pensadores de la segunda generación del movimiento
krausista en España, asimismo profesores suyos, como Gumersindo de Azcárate,
catedrático de Legislación comparada, y, por supuesto, Nicolás Salmerón. El
krausismo lo habría introducido en España Julián Sanz del Río y agruparía a la
izquierda burguesa liberal. Pérez Díaz formaría parte de una tercera generación
de krausistas (tardíos), recogiendo el testigo de otro ilustre hijo de La Palma Valeriano
Fernández Ferraz[71]. Téngase en cuenta que el krausismo era una especie de masonería
en la que los unos se protegían a los otros, y dónde una vez se entraba, tarde
o nunca se salía [72]. Su estilo de vida, por demás, respondía a
estos cánones: moral austera, cultivo de la ciencia, especialmente de la ética,
el derecho, la sociología y la pedagogía, y práctica de una religiosidad
semisecularizada.
Si Pedro Pérez Díaz fue masón es cuestión no aclarada. Está constatada la íntima relación entre masonería y republicanos en la época, en especial en La Palma, no en vano, figuras destacadas de la masonería en la isla serían su hermano Alonso, Juan Pérez Díaz y Luis F. Gómez Wangüemert[73].
La obra de Pérez Díaz destaca, en general, por un reformismo social y por un liberalismo orgánico, que representaba el Instituto de Reformas Sociales fundado por Azcárate[74]. En esta dirección, fue un tenaz difusor de las teorías marxistas, sobre las que reflexionó en más de la mitad de los títulos de su producción científica, “sus mejores obras”, en opinión del dirigente comunista palmero José Miguel Pérez [75]. En 1910 publica El socialismo, fundamentos del sistema marxista: trabajo y valor[76], obra que le consagró como el primero en incorporar a nuestro país las nuevas corrientes europeas, explicando los principios fundamentales del sistema marxista y del método dialéctico[77]. Luego vendrían El problema social y el socialismo. Una solución (1915)[78], con prólogo de Adolfo Álvarez-Buylla, catedrático de Economía Política y Hacienda Pública, que calificaba de “magistrales” alguno de sus capítulos[79]. Y, finalmente, El contrato de trabajo y la cuestión social (1917)[80], prologado y ensalzado por Azcárate, que desarrolla el tema que fue objeto de discusión en la Sección de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo madrileño en los cursos 1915-16 y 1916-17, “con algunas ampliaciones”[81], y en el que Pérez Díaz adelanta la posibilidad de un estatuto del trabajador[82].
Por otro lado, en su primer trabajo, Suspensiones de Ayuntamientos. Interpretación del artículo 189 de la Ley Municipal (1905)[83], un opúsculo que reflexiona sobre un asunto de actualidad entonces, con motivo de la ilegal suspensión del Ayuntamiento de Carcabuey (Córdoba), Pérez Díaz apunta ya dos de sus constantes a lo largo de su vida y de su pensamiento: la defensa de la autonomía municipal y la crítica del caciquismo. Pero nuestro personaje pasará a la historia de Canarias por haber sido un destacado autonomista, pensador beligerante de los problemas canarios y sus soluciones y quien “construye perfiles definitivos para el concepto de los Cabildos Insulares”[84]. En La cuestión regional y la autonomía (1908)[85], encontramos gran parte de sus tesis sobre el problema canario[86]. Para ABC, se trata de una “obra de propaganda serena, imparcial, tranquila, razonada, digna de ser leída y meditada por las personas imparciales”[87]. En ella, Pérez Díaz critica el caciquismo, aboga por el respeto a la personalidad natural de municipios y regiones y se muestra como un autonomista moderado, con reparos para conceder la autonomía política a las regiones, ante el riesgo de derivar en una “situación verdaderamente anárquica”[88]. Para Joaquín Costa, se trata de “una monografía fundamental, de lo mejor que se ha escrito, en puntos de política, en los últimos cien años”[89].
En 1910 publicará El problema canario, elaborado para la contestación de La Palma a la información abierta dictada por Real Orden del Ministerio de la Gobernación sobre la organización político-administrativa que debía darse a la provincia de Canarias. El librito sería el único de su producción que se imprimiría en Santa Cruz de La Palma [90]. Estaríamos ante un auténtico “anteproyecto” de la Ley de Cabildos de 1912[91], que resume sus planteamientos sobre la autonomía insular que ya venía esbozando desde 1906[92]. Asunto que dejamos únicamente apuntado por no ser objeto de este trabajo.”
Continúa en la entrega siguiente.
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