Andrés Avelino Orihuela nació en Las Palmas de
Gran Canaria en 1818. Emigró muy pronto a Cuba, donde se licenció en Derecho,
entró a formar parte de la Sociedad Económica de Amigos del París en 1842 y
editó, con Teodoro Guerrero, el periódico jocoso El Quita Pesares
(1845). Fue desterrado a España a causa de sus ideas liberales y en Madrid
escribió junto con otros amigos republicanos Los proscriptos y encarcelados.
De regreso a Cuba ejerció como abogado, si bien en 1868 volvió a Europa. Su
adhesión a la causa republicana, así como su colaboración con Pi y Margall y
Nicolás Estévanez, provocó el exilio a París. Según Paloma Jiménez del Campo
falleció en la capital francesa, pero la Espasa sitúa su muerte en Madrid el año 1873.
El autor colaboró en numerosas
publicaciones periódicas cubanas y españolas, entre ellas Jardín Romántico,
Revista Hispano Americana, El Mencey o La Tribuna de los Pueblos.
De su obra de ficción destaca la novela antiesclavista El Sol de Jesús del
Monte (1852) y el primer tomo de Poetas españoles y americanos del
siglo XIX (1853), así como el drama Amarguras de la vida (1848) y
las comedias Dieguito Pata de Anafe (1849) y El jornalero
(1864). Firmó además Dos palabras sobre el folleto «La situación política
de Cuba y su remedio», impreso en París en 1852 y reeditado ese mismo año
en Nueva York.
La aportación de Andrés Avelino Orihuela al
Semanario Pintoresco Español se cifra en cuatro colaboraciones: los
cuadros de costumbres en verso «Costumbres andaluzas. Los dos marineros» (1842)
y «Un baile de candil» (1847), el cuadro fisiológico «Bocetos parisienses» y el
cuento histórico «La pena del talión».
Cuento
A.A. Orihuela, “La pena del Talien”, Semanario
Pintoresco Español, 38 (17 de septiembre de 1854), pp. 298-299.
Otras colaboraciones
Andrés A. de Orihuela, «Costumbres
andaluzas. Los dos marineros», Semanario Pintoresco Español, 3 (16 de
enero de 1842), pp. 22-23.
A.A. de Orihuela, «Un baile de
candil», Semanario Pintoresco Español, 3 (17 de enero de 1847), pp.
22-23.
Andrés Avelino de Orihuela,
«Bocetos parisienses. Cuadros fisiológicos», Semanario Pintoresco Español,
37 (10 de septiembre de 1854), pp. 290-292.
(Rebeca Martín, 2008, en: GICES
XIX)
Andres Avelino de Orihuela según el
historiador Carlos Gaviño de Franchy:
“En los últimos años, los escasos datos que
conformaban la biografía del abogado, escritor y periodista canario Andrés
Avelino de Orihuela se han visto incrementados con las aportaciones de nuevos
estudios que tienden a enfocar la desdibujada imagen de este singular hombre
de acción1.
Limitados por el corto espacio de esta Galería
Canaria de Retratos, queda fuera de nuestro propósito esbozar una biografía
del personaje, ciñéndonos a reproducir su rostro, hasta ahora desconocido, por
medio de una estampa que puede figurar entre las mejores realizadas con la
técnica litográfica durante el siglo XIX.
Otro aspecto de su personalidad que desvelamos en
esta entrega se refiere a su correcta caligrafía, hecho que no deja de
sorprender si se tiene en cuenta que Orihuela aprendió a escribir ya
adolescente, pues tal y como confesó a don Nicolás Estévanez al conocerle, a su
llegada a la Gran Antilla,
era analfabeto. El soneto laudatorio que ahora publicamos, en parte transcrito
por Miguel Borges Salas y posteriormente citado, aunque incompleto, en el
trabajo que a nuestro personaje dedicara en 1991 Pablo Quintana, lleva la firma
y rúbrica de Orihuela2.
Por último haremos hincapié en los orígenes y
filiación de Orihuela, que no han sido hasta ahora investigados de primera
mano.
A mi buen amigo Baltasar Manrique de Lara debo la
localización de las partidas sacramentales de bautismo de Andrés Avelino, y de
dos de sus hermanos mayores, Miguel Jerónimo y Agustín Domingo; así como la de
matrimonio y el expediente incoado con tal motivo por los padres comunes,
Rafael Orihuela y María de la Soledad Moreno. Este último contiene copias
autorizadas de los registros bautismales de ambos contrayentes. Con estos
documentos hemos elaborado un árbol genealógico de costados que alcanza a los
ocho bisabuelos de nuestro personaje, oriundos cuatro de ellos de Las Palmas,
dos de Gáldar, uno de La Vega
y otro de Santa Cruz de Tenerife.
Andrés Avelino Sebastián María del Pino, hijo legítimo de Rafael Orihuela y de María de la Soledad Marrero, o Moreno -que usaba indistintamente los apellidos paterno o materno como único, siguiendo la anárquica costumbre instaurada en el Archipiélago en las centurias pasadas- nació en Canaria el diez de noviembre de 1818 y fue bautizado en la pila del Sagrario por el presbítero don José Antonio Acosta, secretario del Santo Oficio de la Inquisición, cinco días después. Actuó de padrino de la criatura don Sebastián de Troya.
Andrés Avelino Sebastián María del Pino, hijo legítimo de Rafael Orihuela y de María de la Soledad Marrero, o Moreno -que usaba indistintamente los apellidos paterno o materno como único, siguiendo la anárquica costumbre instaurada en el Archipiélago en las centurias pasadas- nació en Canaria el diez de noviembre de 1818 y fue bautizado en la pila del Sagrario por el presbítero don José Antonio Acosta, secretario del Santo Oficio de la Inquisición, cinco días después. Actuó de padrino de la criatura don Sebastián de Troya.
Miguel Jerónimo de Orihuela, que fue bachiller en
Leyes por la Universidad
de La Habana,
nació el cuatro y fue bautizado el día once de marzo de 1813 por el teniente de
cura del Sagrario, don Mariano Rodríguez, apadrinado por Miguel Jerónimo Bueno,
y Agustín Domingo Miguel María del Carmen de Orihuela, el mayor de los hermanos,
médico en el pueblo de San Antonio de los Baños, Cuba, nació en Las Palmas el
treinta de abril y fue bautizado el siete de mayo siguiente por don Agustín de
Torres, presbítero, llevándolo a la pila del Sagrario Ángela Farias.
INSERTAR ARBOL GENEALOGICO
Rafael de Orihuela, hijo legítimo de Agustín Orihuela
y María Josefa de Herrera, y María de la Soledad Moreno, que
lo era a su vez de Ignacio Moreno y Bárbara Marrero, casaron en el Sagrario el
día 30 de mayo de 1806, previos los trámites preceptivos. Al ser ambos menores
de veinticinco años solicitaron y obtuvieron licencia de sus respectivos padres
que, en el caso de Rafael, tuvo que ser otorgada por la madre, que ya era
viuda. Poco más se puede deducir de sus escuetas declaraciones. Los jóvenes, de
veintidós y diecinueve años respectivamente, son analfabetos, al igual que sus
progenitores. El contrayente confiesa estar exento del servicio militar, quizá
por su condición de huérfano y probable mantenedor de la viuda, acaso porque
sus hermanos mayores ya se encontraban ausentes del domicilio familiar.
Todo parece indicar que la familia procedía de las
clases menestrales o, a lo sumo artesanas, de la vieja ciudad del Real de Las
Palmas. Resulta novelesco que Orihuela, contando únicamente con su esfuerzo
personal, haya alcanzado las cotas de celebridad en las que se desenvolvió -a
pesar de los drásticos altibajos que le tenía reservados la fortuna- su
ajetreada existencia.
(Carlos Gaviño de Franchy,
2010)
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