"Para opinar sobre una nueva idea, antes hay que estudiarla; estudiarla para comprenderla; comprenderla para juzgarla. Y esto únicamente puede hacerse si se acude a las fuentes originales"
Por: Oscar M. García Rodríguez
José Plácido Sansón y Grandy nació en Santa Cruz
de Tenerife el 4 de Octubre de 1815. Su padre, José Sansón, era de ascendencia
francesa y su madre, Juana Grandy, de estirpe italiana. Su padre fue don José
Bernardo Sansón Díaz y Freire, regidor decano del ayuntamiento de Santa Cruz,
quién ostentó la alcaldía primero accidentalmente en 1814, y más tarde al se
electo para desempeñar dicho cargo en 1818 y 1827. Su madre se llamó Juana
Grandy del Castillo.
Tras aprender a leer y escribir, continuó
ilustrándose en su hogar con su padre, a causa del cierre de la escuela a que
asistía. A los diez años comienza a estudiar latín, aprendiendo el francés sin
maestro. A los doce se matricula en la universidad de La Laguna.
Sansón, desde pequeño, tuvo una enorme pasión por
la lectura, leyendo todo lo que caía en sus manos, en especial historias y
novelas de la literatura francesa e inglesa.
A los catorce años escribe su primera tragedia en
verso, que tituló Anacaona, en cinco actos, obra que a lo largo de su
vida reescribiría cuatro veces, según iban cambiando y madurando sus gustos y
orientaciones estéticas. Por esta época comienzan sus amores con su prima
segunda, María de la
Concepción Sansón, con quien se casaría en 1834, al tiempo
que inicia su labor de poeta lírico.
A causa de la clausura de la Universidad de La Laguna, al igual que todas
las universidades estatales, en Diciembre de 1829, tiene que interrumpir sus
estudios de jurisprudencia, que reanuda en 1834, mas no sólo como alumno, sino
que incluso llegó a dar clases de Lógica y de Moral el año de su licenciatura,
por enfermedad del catedrático Dr. don Valentín Torres.
Durante 1837 y 1838 colabora en el El Atlante,
primer periódico no oficial que se publica en Santa Cruz de Tenerife, fundado
por don Pedro Mariano Ramírez y Atenza (2). En este último año escribe Elvira,
drama romántico en tres actos y en verso, que es estrenado en el teatro de
Santa Cruz de Tenerife en Enero de 1839. Asimismo, edita la obra Ensayo
Crítico de las Obras de doña María de las Mercedes Letona del Corral,
poetisa uruguaya nacida en Montevideo en 1803, y fallecida en Santa Cruz de
Tenerife en 1831.
Se casó en 1834, sin el consentimiento paterno,
con su prima María de la
Concepción Sansón y Plassón, con la que tuvo cuatro hijos.
Dos de los varones se llamaron Plácido y el otro Andrés. Plácido Sansón y Sansón,
el primero de este nombre, falleció a los diecinueve meses de su nacimiento en
diciembre de 1835. Andrés murió de tuberculosis a los veinticuatro años de edad
cuando estudiaba ingeniería. De la hija, a la que llamaban familiarmente
Concha, no hemos podido encontrar datos.
En 1841, Sansón colabora en el periódico
santacrucero El Daguerrotipo, de tendencia moderada, y publica sus Ensayos
Literarios, en dos volúmenes, comprendiendo el primero “Poesías” y el
segundo tomo “Tragedias”: Anacaona; Aben-Hamet y Atreo
y Tieste. A estos volúmenes seguirían otros dos: el tercero con Poesías
de 1839 a 1841 y el cuarto con Dramas.
En 1842 se licencia en Derecho en la Universidad de La Laguna, habiendo obtenido
siempre la nota de “sobresaliente” y comienza a trabajar como abogado. En esta
época se ve seriamente alterada su salud, al sentirse afectado por un fuerte
ataque de reumatismo, complicado más tarde con otra afección, enfermedad de la
que se recuperaría, pero no sin serio menoscabo de su proyección profesional y
peculio. Escribe el drama en verso y en tres actos Hernán Peraza, por
encargo de la
Sociedad Dramática de Santa Cruz, que no pudo ser
representado porque ciertas enemistades de Sansón lograron que fuera calificado
por las autoridades de “subversivo”. En este año redacta también, junto a
Rafael Calzadilla (3), la
Revista Isleña.
En 1843 es nombrado coasesor de Rentas, y recibe
encomiásticas consideraciones del conocido poeta Alberto Lista sobre sus Ensayos
Literarios. Entre otras cosas le expresaba: “Estos versos me han
electrizado; y, a pesar de mis 68 años, han renovado en mi, si no el genio,
porque los muertos no resucitan, el placer de sentir y admirar. Usted será un
gran poeta, amigo mío. Este pronóstico le dejo en herencia, ya próximo al
sepulcro. No imite usted a Byron ni a Víctor Hugo, poetas de cabeza, corazones
prosaicos. Escriba usted por sí mismo; imite el lenguaje de Rioja y Calderón;
usted tendrá un lugar distinguido y merecido en nuestro Parnaso”.
En 1844 es nombrado Fiscal, y en 1845, Consejero
de Provincias. Este mismo año aprende por su cuenta, sin profesor, las lenguas
inglesa e italiana, traduciendo luego a Shakespeare, Milton, Lord Byron, Bulwer
y Petrarca.
En 1847 y 1848 forma parte de la redacción de La Aurora, semanario de
literatura y artes publicado en Santa Cruz de Tenerife – publicación más
importante del romanticismo canario – junto a José Desiré Dugour, Ignacio de
Negrín, Carlos Guigou, etc., en cuyas páginas aparecerán numerosos trabajos
suyos: poesías, críticas literarias, leyendas, estudios biográficos y
traducciones.
El 15 de Junio de 1850 se embarcó para la Península, instalándose
en Madrid, en la Calle
del Olivo, y después en las de San Antón y Vergara, no regresando ya más a
Canarias, algo de lo que se arrepintió muchas veces a lo largo de su vida.
En la
Villa y Corte, de la mano de su amigo, el periodista y autor
dramático, natural de Gran Canaria, Andrés Avelino de Orihuela, entra en
contacto con los más famosos escritores y personalidades políticas de la época:
Ventura de la Vega,
Núñez de Arce, Antonio García Gutiérrez, Agustín Príncipe, Suárez Bravo, Guerra
y Orbe, Eugenio Hartzenbusch, Eulogio Florentino Sanz, Cañete, Cea, Orgaz,
Rodríguez Rubí, Ruiz Aguilera, García de Quevedo, Cánovas del Castillo, el
Marqués de Tabuérniga, etc.
Traba amistad con el poeta José Selgas Carrasco y
juntos, en unión de otros escritores como Florentino Sanz y Antonio Trueba, se
reúnen en animada tertulia todas las noches en los cafés “El Príncipe”, “La Iberia” o “El Suizo”.
En enero de 1853 entra a formar parte como
Secretario de la recién constituida Sociedad de Agricultura, Industria y
Comercio, cuyo objeto era contribuir a fomentar la riqueza pública y particular
de España, por medio de la cría de la cochinilla y del gusano de seda, asociación
cuyo primer presidente fue don Agustín de Perales, secretario de la real cámara
y estampilla de S. M. la Reina.
En 1854 publica un libro de poesías que intituló La Familia, dedicado a
la memoria de Alberto Lista. Envía ejemplares de esta obra a Antonio Trueba y a
la famosa poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, recibiendo elogiosísimas
cartas de ambos.
En 1860, José Plácido Sansón ingresa como
redactor en el periódico madrileño Las Novedades, de tendencia
progresista, del que llegaría a ser director en 1868. En 1862, colabora en la Revista de
Telégrafos, dirigida por su paisano Juan Ravina. Y en 1864, publica la
segunda edición de La
Familia, prologada por su amigo José Selgas. Escribió
también para la Revista
de Telégrafos.
En 1865, Sansón y Felipe Picatoste, que ya habían
sido compañeros en Las Novedades, fundan y redactan la Revista del
Movimiento Intelectual de Europa. A esta publicación invitó Sansón a
colaborar a Galdós.
Al año siguiente, colabora en el periódico de La Habana, Cuba, El Mencey,
mientras lo dirigió el tinerfeño Ignacio Negrín López, con artículos para
la sección denominada “Revista de Madrid”.
En 1869 toma parte en la redacción del Diccionario
Enciclopédico de la
Lengua Española, editado por Gaspar y Roig, en cuya
portada apareció el nombre de nuestro biografiado. Interviene en la traducción
de la Historia
Universal, de César Cantú, publicada por el mismo editor,
encargándose de la traducción integral de los tomos sobre Literatura y
Arqueología, siendo también de su autoría el Índice General de la obra. Por
esta misma época, fue redactor del periódico madrileño La Atlántida.
También en este año es nombrado Oficial de
segunda clase del Ministerio de Fomento y Secretario del Gobierno Civil de
Madrid. En 1871 recibe el nombramiento de Inspector de Hacienda, y en 1872, es
designado Gobernador Civil de Ciudad Real.
José Plácido Sansón murió en Madrid, el 26 de
febrero de 1875.
Su obra
José Plácido Sansón y Grandy es un autor de
transición entre el neoclasicismo del siglo XVIII y el romanticismo del XIX. Su
formación literaria inicial fue neoclásica, como reconoce en su autobiografía
inédita. Más tarde, la lectura de las obras de Francisco Martínez de la Rosa La
Conjuración de Venecia y Aben-Humeya, y, sobre todo, Lucrecia
Borgia, le deslumbra, rindiéndose incondicionalmente a las nuevas ideas
literarias del romanticismo.
José Plácido Sansón es el iniciador, junto a
Ricardo Murphy y Meade (1814-1840), del romanticismo en la literatura canaria,
estando considerado el máximo exponente de esta corriente literaria, y uno de
los escritores más interesantes de todo el siglo XIX en las Islas Canarias.
Sansón escribió las siguientes obras: Anacaona,
tragedia en tres actos y en prosa; Aben-Hamet, tragedia en tres actos; Atreo
y Tieste, tragedia en cinco actos; los dramas La Noche de San
Bartolomé, Zahuca (1835), Rodrigo (1836), María
(1837), Elvira (1838), obra que se considera la iniciadora del
romanticismo en Canarias; Una Mujer, Hernán Peraza, Tarde y a
Tiempo y Víctima y Juez; la comedia Pobre Ciego; la zarzuela Tres
para Una; la ópera seria Elvira; Jimena y Amor Conyugal,
cuadros lírico-dramáticos; los libros de versos Poesías (tomo I y III de
sus Ensayos Literarios, 1841), La Familia (1853), Ecos del Teide
(1871), Flores del Alma y Ecos de Ultratumba. También escribió la
novela Herida en el Corazón (1872); Al Borde del Precipicio,
comedia en prosa, y el estudio Ensayo Crítico de la Obras de doña María de la Mercedes Letona
del Corral (1839). Además de refundiciones de algunas obras de otros
autores, junto a las traducciones ya consignadas en esta biografía, tradujo del
inglés Mary Eva, Maga de la Montaña e Hipatia y Calixta; y del
francés Drama del 93 de Dumas, y parte de Los Miserables, de
Víctor Hugo.
José Plácido Sansón y Grandy fue un apasionado
del teatro y es considerado figura imprescindible a la hora de cualquier
estudio del teatro canario del siglo XIX.
Su afiliación al Espiritismo
José Plácido Sansón y Grandy redactó en vida una
autobiografía que permanece aún inédita – ya mencionada – en la cual deben
encontrarse, sin duda, interesantes datos relativos a sus experiencias
mediúmnicas e introducción en el Espiritismo, tal como se deja entrever en las
palabras de uno de los máximos estudiosos de la poesía del siglo XIX en
nuestras Islas, Sebastián Padrón Acosta, el cual tuvo la oportunidad de
consultarla. Precisamente a datos extraídos de esa autobiografía se refiere
este autor, cuando en su estudio titulado “Poetas Canarios del siglo XIX” (4),
comenta lo siguiente:
“José Plácido se contagia de las doctrinas
espiritistas y se dedica a experimentos de ésta, impulsado por la insistencia
de Benigno Carballo, sujeto natural de Santa Cruz de La Palma, profesor de Economía
Política y amigo de Sansón. José Plácido en Madrid, en 1851, en una sesión de
espiritismo evoca el espíritu de Ricardo Murphy. Son interesantes las páginas
en que se narra esta época de la vida de Sansón en la Capital de España”.
Resulta notable que Sebastián Padrón Acosta se
refiera a esta afiliación espiritista de José Plácido Sansón y Grandy, siendo
él sacerdote y sabiendo la opinión sostenida por la iglesia y sus jerarquías,
salvo honrosas excepciones, sobre el Espiritismo, al que oficialmente habían
catalogado de “doctrina satánica” y otras lindezas por el estilo. Este hecho
viene a ser una palpable demostración de que tales convicciones constituían un
elemento clave e imprescindible, para ubicar fielmente la vida y obra de este
insigne poeta, dramaturgo y, en general, una de las figuras más destacadas de
la vida intelectual canaria del siglo XIX, circunstancia que no se podía
ignorar sin más.
Pero de todas formas, esa tendencia presente en
numerosos estudiosos de la vida y obra de una serie de destacadas figuras de la
historia, de soslayar intencionadamente la cercanía, sintonía o afiliación de
esos personajes, a las ideas espiritistas, no está tampoco ausente en este
autor, pues al consignar las obras escritas por Sansón se olvida,
“curiosamente”, de incluir en su lista la obra poética espiritista Ecos de
Ultratumba, recogida por Antonio Vizcaya Cárpenter en su excelente estudio Tipografía
Canaria (5). ¿Será por falta de memoria o un acto más de “caridad
cristiana” mal entendida? Por otra parte, el lenguaje empleado le delata: “(…)
Se contagia de las doctrinas espiritistas…”. A pesar de que muchos lo
quieran ver así, las ideas del Espiritismo no constituyen ninguna “enfermedad
contagiosa”, peligrosa para la salud física y mental del ser humano, y sí, por
el contrario, uno de los más grandes y trascendentales ideales de progreso,
solidaridad y tolerancia gestados en el seno de la humanidad, portador de una
enorme capacidad transformadora para el ser humano.
No disponemos de información para poder
determinar de manera fehaciente la fecha de la redacción de Ecos de
Ultratumba.
Según las informaciones de las que hasta el
momento disponíamos, la corriente de interés en torno a los fenómenos psíquicos
y mediúmnicos – que comenzó en los Estados Unidos de Norteamérica a raíz de la
manifestaciones que tuvieron por escenario la casa de la familia Fox, en
Hydesville, Nueva York, las que, subsiguientemente, se propagaron como un
reguero de pólvora por todo el ámbito territorial de ese gran país, llegando a
Europa de la mano de diferentes médiums norteamericanos que realizaron diversas
“giras” por el “Viejo Continente” – había tenido su más temprano eco en España
con la creación de un núcleo de estudios en la ciudad de Cádiz.
Esto lo documenta Jaume Casanova Abellán en su
excelente trabajo “Desarrollo Histórico del Espiritismo en España. Figuras
Relevantes en España: José Mª Fernández Colavida”, publicado en la revista Flama
Espírita, editada por el “Centro Barcelonés de Cultura Espírita”. Así, en
su número 7, correspondiente a los meses de Mayo y Junio de 1982, se dice: “La
primera noticia que hemos encontrado en relación a una antigua Sociedad con
este objeto – el estudio de la fenomenología mediúmnica, conocida entonces
con el término general de “Nuevo Espiritualismo” -, es en Cádiz, en 1855,
disuelta luego por la
Autoridad Civil a petición de la eclesiástica, siendo la
primera que publicó un libro de espiritismo antes de que se conociera este
vocablo: “Luz y verdad del Espiritualismo, Opúsculo sobre la exposición
verdadera del fenómeno, causas que la producen, presencia de los espíritus y su
misión”. Su fecha data de febrero de 1857, dos meses antes de que se publicara
“El Libro de los Espíritus” de Allan Kardec. Lo condenó el Prelado y ante su
palacio se hizo el primer auto de fe con los ejemplares secuestrados. (El
Criterio Espiritista -1869-, revista de la Sociedad Espiritista
Española, dirigida por el Vizconde de Torres Solanot, lo reprodujo en sus
columnas)”.
Pero es que incluso antes, en 1854,
ya se publicaron en Cádiz dos pequeñas obras sobre el asunto, la primera
llevó por título “Las Mesas Danzantes y Modo de Usarlas. Respuesta de los
Espíritus a Preguntas que se le sometieron mediante la Tiptología”. En el
prefacio del folleto se cuenta como se descubrió el fenómeno de las mesas
parlantes y el modo de usarlas, y luego se transcriben una serie de
comunicaciones de los espíritus obtenidas entre finales de 1853 y
comienzos de 1854 en Cádiz por este medio.
Este folleto y los hechos que en ella se explican
fueron comentados por Kardec en el número de abril de 1868 de la Revue Spírite.
El segundo folleto, también impreso en Cádiz en
1854, que se publicó adjunto como apéndice a la obra “Mancomunidad, vista
sintética sobre la doctrina de Carlos Fourier”, de Hipólito Regnaud
(Imprenta de la Revista
Médica), llevaba por título “Explicación psicológica
sobre las mesas parlantes. Confirmación de la teoría cosmogónica de Carlos
Fourier y de su sistema de asociación sacada por medio de dichas mesas”, con
el subtítulo: “Moral y Amor divino”.
Pero,
tal como hemos recogido en párrafos anteriores, vemos que ya en 1851 existía en
Madrid un núcleo donde se experimentaba la comunicación mediúmnica con los
espíritus, núcleo al que asistía José Plácido Sansón, y donde en cierta ocasión
se invocó el espíritu de su querido amigo y poeta Ricardo Murphy y Meade. Por
lo tanto, ésta viene a ser la fecha más temprana documentada hasta el momento,
de la introducción de los estudios mediúmnicos del Nuevo Espiritualismo,
preludio inmediato de lo que luego serían los contenidos espiritistas, en
España, dato desconocido hasta ahora.
El poeta Ricardo Murphy y Meade (1814-1840),
muerto a muy temprana edad a causa de la tuberculosis, al igual que su hermano
y también poeta Patricio, fue compañero de estudios y amigo inseparable de
Sansón, unidos por sus ideales literarios y la amistad más cordial, que nunca
se extinguió. A él dedicó Sansón el primer tomo de sus Ensayos Literarios,
publicado en Santa Cruz de Tenerife en 1841, con las siguientes palabras: “Tú,
joven poeta, a quien una enfermedad horrorosa ha arrebatado del mundo, tu viste
nacer casi todas las composiciones de este primer volumen, tú las corregiste
aplicando a su análisis el gusto delicado con que te dotó el cielo, si algún
mérito encierran, a ti te lo deben; recibe, pues, donde quiera que te halles,
el homenaje puro que te rinde, dedicándotelas, la amistad del que te llorará
eternamente. José Plácido Sansón”.
Como referimos anteriormente, Sebastián Padrón
Acosta expresa, siguiendo las informaciones recogidas en la citada
“Autobiografía” inédita de Sansón, que fue la “insistencia de Benigno
Carballo, sujeto natural de Santa Cruz de La Palma, profesor de Economía Política y amigo de
Sansón”, lo que llevó a éste a iniciarse en las prácticas y estudios
mediúmnicos. Padrón dice incorrectamente “espiritistas”, pues por entonces tal
palabra no había sido creada ni dotada de contenido, labor que le
correspondería a Hypollite León Denizard Rivail, más conocido, tras la
publicación en 1857 del Libro de los Espíritus, con el pseudónimo de
Allan Kardec. Fue este investigador quien codificó la Doctrina Espiritista
y creó el vocablo que la identifica, dándole un definido carácter que es a
menudo ignorado por multitud de comentaristas, aplicándolo no sólo
inapropiadamente sino, lo que es más grave e injusto, en un sentido totalmente
opuesto del que le dotó su creador.
Dejando a un lado algunas consideraciones que nos
sugiere el lenguaje y el tono empleado por Sebastián Padrón Acosta en el
anterior párrafo, a fuer de ser exactos hemos de decir que Benigno Carballo
Wangüemert (1826-1864), había nacido en Los Llanos de Aridane, Isla de La Palma, y era licenciado en
Jurisprudencia por la
Universidad de Sevilla. En 1852 se doctora en Madrid,
convirtiéndose en Catedrático de Economía Política de la Escuela de Comercio y del
Real Instituto Industrial de Madrid, a la vez que se adhiere a la escuela
económica en auge por aquel entonces: la librecambista.
Benigno Carballo era amigo de Sansón y si en ese
momento estuvo interesado en las investigaciones psíquicas y la comunicación
con los espíritus, derivadas del auge del Nuevo Espiritualismo, no creemos que
conservara dicho interés posteriormente, o por lo menos no disponemos de ningún
dato o indicio que nos lo haga suponer. De todas formas, resulta verdaderamente
curioso que Carballo estuviese en París en Agosto de 1857 -a donde había
viajado para estudiar la organización de la enseñanza en el país galo,
especialmente las de naturaleza técnica, una de sus grandes preocupaciones-,
coincidiendo con la marejada de interés suscitada tras la publicación de la
primera edición de El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec en abril
de ese mismo año, obra que se había convertido entonces en lo que hoy
llamaríamos un “best-seller”. ¿Llegaría Benigno Carballo a conocer El Libro
de los Espíritus durante su estancia en la capital francesa en el verano de
1857?.
Más tarde, esta amistad entre Sansón y Carballo
se vería, en cierta forma, comprometida a causa de rivalidades políticas que
mantenían al importante grupo de estudiantes canarios y más tarde notables
intelectuales y políticos, residentes por aquel entonces en Madrid, en
facciones divergentes, estando Sansón y Luis F. Benítez de Lugo, Marqués de la Florida, progresistas, en
el sector opuesto al que se adhería Carballo, el liberal. Este conflicto tuvo
su expresión más clara en la polémica desencadenada tras la retirada del
Marqués de la Florida
de la redacción de Las Canarias, revista dirigida por Carballo,
aparecida en Abril de 1863.
Las convicciones espiritistas de José Plácido
Sansón, se documentan también en la asidua correspondencia que mantuvo con el
Marqués de La Florida. En
sus cartas, se dirigía a él en estos términos: “Frère en spiritisme, adieu!”.
Marcos Guimerá Peraza comenta que por esta misma correspondencia “se
conoce que Manuel Alonso Martínez, al que cita con frecuencia, era también
espiritista” (6).
En un artículo del Vizconde Torres Solanot
incluido en el Almanaque del Espiritismo para 1873, que publicó la revista
madrileña El Criterio Espiritista, titulado “Movimiento Espiritista en
España”, se alude a José Plácido Sansón y a su obra poética de inspiración
espiritista, cuando comenta las últimas producciones espiritistas que estaban
saliendo a la luz en España: “…Y lejos de agotarse con esto el
movimiento literario, prepáranse obras nuevas para ser muy pronto publicadas; y
ya la poesía dramática, ya la lírica, en producciones de Hurtado y de Sansón;
ya el estilo sencillo y ameno de los “Cuentos”, de Corchado, ya el correcto y
grandilocuente de las obras que escriben los médiums Bassols y Suárez, ya, por
fin, otros libros próximos a su terminación, aportan su contingente al
Espiritismo, haciendo presagiar que en España, lo mismo que en el extranjero,
seguirá en progresión creciente el movimiento Espiritista”.
El argentino Florentino Barrera, escritor e
historiador del movimiento espiritista recoge en su folleto “Auto de Fe de
Barcelona” (edición del autor. Buenos Aires, Argentina, 1980), lo que sigue en
relación al protagonista de este artículo:
“Salvando de un injusto olvido, que por causas
que ignoramos se encontraba sumido, rescatamos para los primeros puestos al
poeta y escritor José Plácido Sansón, autor de “Poesías Espiritistas”, Madrid,
1865, al que Kardec hiciera referencia en la revista; también es el autor de
“Andrés ” y “Apéndice a La
Familia”, prologado por Joaquín Huelbes Temprado”.
Tenemos fundadas sospechas de que “Poesías
Espiritistas”, obra a la que alude Florentino Barrera, y
“Ecos de Ultratumba”, que mencionamos atrás, serían en realidad no dos
distintas, sino una única obra; es decir, el primero de los títulos vendría a
ser realmente el subtítulo de la segunda. Por tanto, si nos atenemos a este
dato, esta obra vio la luz en 1865.
Lo cierto es que ya en la segunda edición del
poemario “La Familia”
(Madrid, 1864) se incluyen un conjunto de poemas de nítida vinculación al
ideario espiritista. Ocurre así en poesías como Esposa y Madre, El Espíritu de
Luisa, ¡Ruega Dios!, ¡No me ames tanto!, ¡Intercede por mí!, El Ángel Custodio,
Simpatías de Ultratumba, Misterio, Lo Invisible, Por qué no Muero, Éxtasis,
Fortitudo o El Amigo Invisible.
José Plácido Sansón y Grandy, notable poeta
romántico, apasionado dramaturgo, figura destacadísima de la intelectualidad
canaria del siglo XIX y pionero del Espiritismo en España y en las Islas
Canarias: personalidades de tal valía intelectual y moral engrandecen el ideal
que representan y son expresión del tipo humano que contribuye a crear el
ideario, la ética y la práctica de la Doctrina Espírita.
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