La expedición de Juba II menciona para Gran Canaria «que se cría también el papiro (papyrum)». Este papiro (Cyperus papyrus) fue confundido con el junco manso o grande antiguamente denominado Holoschoenus vulgaris y actualmentecomo Scirpus holoschoenus, ya que viven en ecosistemas
similares, zonas muy húmedas como fondos de barrancos y fuentes hasta cotas de 700 m de altitud, por lo que su distribución se restringe a las islas de Gran Canaria, Tenerife, La Palma y La Gomera, estando ausente de las islas más orientales como Lanzarote y Fuerteventura, aunque se piensa
que su introducción fue antrópica, por lo que pudo deberse a marinos fenicios o púnico-gaditanos que pudieron preceder a la expedición de JubaII.
Otras variedades de junco originarias de las Islas Canarias son el junco común o redondo (Juncus acatus), presente en todas las islas (Santos 1983: 309 nº 679), que acompaña a menudo en los cauces de los barrancos al Scirpus holoschoenus.
Otra es la nea, anea o enea (Typha domingensis), que puede llegar a alcanzar 2,5 m de altura, presente en Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife y La Gomera. Personas que han estado emigrado a América y regresaron a las islas denominana la Typha domingensis como totora (Kunkel 1986: 257), mientras en la Península Ibérica recibe el nombre de espadaña.
De esta planta se consumen sus brotes tiernos y también en el Norte de África se usa su raíz para elaborar harina.
El junco se recogía cuando florecía, se mojaba y se dejaba secar al sol, poniéndolo después a la sombra para orearlo, mantener cierta humedad y ser más fuertes, señalando Béthencourt Alfonso (1912/1994: 448) que había una variedad más delgada que era mejor.
Desconocemos referencias de la construcción de embarcaciones
aborígenes con junco, aunque del junco y la palmera proceden la mayor parte de las fibras vegetales utilizadas
por los antiguos habitantes de las Islas Canarias, generalmente fabricadas
en Scirpus holoschoenus (Galván 1980). Sus tallos flexibles, con una gran capacidad en disociarse en fibras vegetales, hacían ideal su aprovechamiento. Se trataba de un trabajo especializado en Gran Canaria, pues «Había oficiales de hacer esteras de hojas de palmas y sogas de juncos muy primas» (Abreu 1590-1632/1977: 159). Su uso doméstico más frecuente era en cestería en forma de bolsas, cestos y tapaderas para transportar o almacenar frutos y cereales, esteras rectangulares y circulares que cubrían el suelo y servían también para dormir, mamparas de junco que servían para separar espacios dentro de las cuevas, cordelería, hondas
o faldellines de junco. Estas esteras de junco son interesantes porque podrían servir para fabricar velas de persiana.
Su médula también se utilizaba como mecha para las lámparas
(Viera y Clavijo, 1799-1810/1982: 235). Hasta mediados del siglo XIX los cabos de los barcos se hacían de junco enTenerife (Béthencourt Alfonso 1912/1994: 451). El junco estaba especialmente vinculado con la pesca de
los aborígenes elaborando en este material sus redes para pescar o cazar aves. Cuando se pescaba con un «cañizo» la liña era de junco mientras el anzuelo se fabricaba generalmente de madera de leña blanca (Béthencourt Alfonso1912/1994: 450-45) (Alfredo medero, Gabriel Escribano).
Maria Gómez Díaz
Enero de 2014.
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