EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1821-1830
CAPÍTULO XLIII-IV
Eduardo
Pedro García Rodríguez
1824 Agosto 1.
Descripción del Volcán de Lanzarote.
Extracto de dos cartas en las
cuales se relatan las recientes erupciones
y progresos de los volcanes de la isla de Lanzarote enviadas por Dn. Luís
Cabrera del Castillo, y otras dos originales por su hermano D".
Agustín a su amigo José A. Álvarez Rixo.
Carta 1 .a
fha. en el P'°. del Arrecife a 1.° de ag'° de 1824.
Ayer ult° de julio por la mañana temprano reventó
por el lugar de Tao una erupción fuerte de Volcán -tuvimos la fortuna que no le antecedieron temblores fuertes:
en este Puerto hubieron muy pocas personas que los notasen; no obstante,
algunos días antes se dijo que se sentían34.
Abrió una grande grieta, dicen de 50
a 60, brazas para la cual y por sus extremos con mucha más abundancia arroja multitud de
fuego piedras y arena -Reventó a poca distancia de una Capellanía
perteneciente al Presbítero Dn. Luis Duarte a quien a poco tiempo se le ardió la era en la cual había muchos
pajeros, y a las cinco o seis de la tarde se encontró sin casa y sin la mayor
parte de su hacienda. -Nadie ha perecido. -El lugar de Tiagua está en
riesgo de ser arrasado pronto, pues una montaña que es lo que lo impide se ha
notado abierta y exhalando humo. -La
dirección del volcán es hacia el mar
del Norte casi al mismo origen del Jable.
Carta 2.a
fha. en el P'°. del Arrecife a 16 de sepe. 1824.
El
volcán cesó de arrojar lava y piedras a las diez y ocho horas: siguió echando mucho humo y con mucho ruido hasta 10 a 12 días: después empezó a brotar agua muy turbia y hedionda:
la parte que salió el humo que es la
montaña del medio de tres que formó. -Estas montañas se han abierto todas encima en grietas muy profundas. Unas
veces deja de haber ruido y es menos denso el humo, otras este es muy poco.
Hace
pocos días hicimos un viaje a verlo Agustín, Dn. Luis Navarro, Juanito y yo, y a pesar del horror que
causaba la vista de aquellas montañas tan negras y pestíferas las
anduvimos todas y nos internamos en las
grietas hasta que el calor nos impedía pasar más adelante, pues aún exhalaban
humo y el fuego se encuentra a poco que se excave en la superficie.
-Cogí unas piedras con azufre y otros mixtos
y alguna sal que remito a Vd. es lo más particular que puede conseguirse
allí pues lo demás es lava común a la de otros Volcanes que han habido en esta isla.
El parte que vino ayer, fue que había vuelto el
ruido y que volvía a echar agua. -Todos los días tiene sus diferentes
variedades.
Análisis de las aguas del volcán
que reventó en Lanzarote cerca del pueblo de Tiagua el 30 al 31 de julio de
1824. -hecho por el Sr. de Moratín Catedrático de Química que fue en
el Colegio de Santiago y ahora residente en
Sta. Cruz de Tenerife.
2 granos
3 granos
2 escorp 19
|
Agua destilada........................... 2 onzas, 4
dracmas,
Peso de la vacia........................ 9
dracmas,
Agua del Volcán sin sedimento . 2 onzas, 2
dracmas,
Agua del Volcán con sedimento. 2 onzas, 3
dracmas,
Agua de otra botella con peso igual a la de
arriba........................................
arriba........................................
Por medio
del Hidrodorato de Barite se conoció el ácido sulfúreo.
Aceite de plomo. Sales de
ácido muriático. Proloxide de hierro. Acido hidrosulfúrico. Cal en
corta cantidad.
La sal con
ácido sulfúreo produjo una efervescencia considerable y desprendimiento de
gas ácido sulfúreo.
Sales que
contiene el Agua.
1.°
Sulfato de cal en pequeña cantidad.
2.° Sulfato
de Sosa en abundancia.
3.°
Hidrodorato de sosa.
4.°
Hidrosulfato de sosa.
5.°
Carbonato de hierro.
El
sedimento de las aguas es carbonato de hierro.
Nota: Por una carta de Sta. Cruz vi que
con fha. del 20 del corrte. octubre avisaban de
Lanzarote que el otro volcán arrojaba una columna de agua de altura de 50 var.
que caía perpendicularmente pero de sus salpicaduras se formaban varios
torrentes y uno de ellos de 2 varas de ancho y media de profundidad.
Además
por relación vocal oí que junto con el agua ha arrojado el volcán
arena y callao del mar.
Copia de una carta dirigida al Sr.
coronel comandte. de Artillería de Sta. Cruz.
Mi estimado Sr. Desde que me destinaron a esta isla, tuve el objeto de ver
los volcanes que en estos últimos meses la pusieron en movimiento:
lo verifiqué en diciembre finado y sólo pude recoger el 1.° que reventó donde
llaman Tiagua, cuyo diseño me tomó la confianza de acompañar a V. S. esperando la disimulará y más cuando van tan llenos de defectos que
mi habilidad no puede remediar; y que no da
un deseo de verlo.
Lo
dividí en dos trozos su frente por no acertar con un punto que lo presentase todo con su lava, y aunque da
campo para otras vistas más
pintorescas y horrorosas no me atrevo a emprender un trabajo que no me deja airoso.
Dominando el que arrojó agua y el que tiene las grietas por la parte de
la tercera vista a espaldas de las dos primeras ofrece un cuadro
bastante triste que intimida al hacer las reflexiones a que da lugar.
Vi también los dos últimos a cosa de una milla poco más o menos, por impedir el acercarme la
lava antigua donde reventaron y sólo me
contenté con hacer un diseño que no presentó más que una media herradura de
montañas, en otro tiempo volcanes, y horizonte con el mar la lava antigua, y no
he puesto en limpio porque estoy dispuesto a ir por otro punto a verlos bien de
cerca para sacarlos en punto mayor así que encuentre un amigo que quiera pasar
dos o tres malos días por la
distancia de poblado y quedarse en la noche entre la lava si el día no fuere bastante para
retornar, y recorrer segunda vez el
que acompañó a V. S. para
enmendar alguna cosa que le perfeccione mejor.
Dispénseme
V. S. con este motivo
José de Baños.
Arrecife
de Lanz". Enero de 1825.
(José A.
Álvarez Rixo, 1982: 230-232)
1825. Marzo. Agustín Millares
Cantero ha reseñado que mientras viajaba hacia Gibraltar. el navío "Carme”', a las órdenes del gaditano
Joaquín Ylabert, fue capturado por el buque colombiano "María Isabel", al mando de un
tal Pedro Dantant.
Conducidos al Sur de
Gran Canaria el día 24, allí le despojaron de 21 prendas y dos onzas de
oro, además de unos ocho mil reales de vellón.
Durante
este mismo año, el místico "Nuestra
Señora de las Nieves'" fue abordado por otro corsario de aquella República.
Sin embargo, mientras se dirigía a Puerto Cabello
en el mes de septiembre, la tripulación consiguió recuperarle tras matar al capitán enemigo y arrojar por la borda a
todos sus hombres. Luego retornaron a
Santa Cruz de Tenerife. (En: Manuel de Paz-Sánchez, 1994)
1825 Abril 23.
En Puerto Mequínez (Puerto de la
Cruz) Chinech (Tenerife). Hubo una fuerte marejada, sin
viento y la fuerza de las olas arrojaron a un bergantín inglés que estaba
cargado de vinos por sobre las peñas del este del Rey, donde estaba fondeada
con cadenas. El ímpetu del oleaje lo colocó en tierra, en la playa que está
junto al naciente de la ermita de San Telmo. Los tripulantes ganaron la mar
abierta en el bote de a bordo pudiendo salvarse.
1825 Junio 8.
Llega al puerto de Añazu n Chinech
(Santa Cruz de Tenerife) el primer obispo de la secta católica en recién creada
mitra de la parte occidental de esta colonia.
“El cabildo catedral de Las
Palmas, creyendo que el período constitucional, anulando la influencia del
confesor del rey, (El arzobispo de Heraclea Cristóbal Bencomo) podría favorecer
los recursos que había deducido para probar la inutilidad de la división de la diócesis
y sus funestas consecuencias, no cesó de trabajar en ese concepto, interesando
a muchas personas constituidas en dignidad y cuya influencia era notoria en la Corte. El mismo doctoral
don Graciliano Afonso, diputado entonces por Graran Canaria, en sesión del 4 de
mayo de 1822, combatiendo en el congreso el empleo que se daba a los expolios
de la diócesis de Tenerife, cuyos fondos querían destinarse a levantar otro
frontis a la parroquia de los Remedios en La Laguna, señalada para catedral, decía: "Para
qué ese frontis de lujo en ese edificio tan extravagante como ridículo" y
añadía luego: "El mismo genio malhechor que introdujo la discordia en lo
civil y en lo eclesiástico, quiso dejar en el lugar de su nacimiento un
monumento de su despotismo, estableciendo dos obispados en una provincia en que
no debe haber más que uno por exigirlo así la totalidad de su población",
y concluyó pidiendo "se acuerde suspender por ahora la provisión del nuevo
obispado de San Cristóbal de La
Laguna hasta el arreglo del plan eclesiástico". Este
asunto, que podía interesar a la nación en el orden económico, fue olvidado
como tantos otros en medio de la creciente agitación de los partidos.
Después que volvió el rey a
ejercer el poder absoluto, presentó para la mitra de Tenerife a don Luís
Folgueras y Sión, cuyas bulas le fueron expedidas por Su Santidad. Consagrado
en España se trasladó a su diócesis, llegando al puerto de Santa Cruz el 8 de
junio de 1825. De este modo desapareció la última esperanza de los partidarios
de la unidad eclesiástica.
A la muerte del obispo señor
Verdugo, constituida la mitra de Canarias (grupo oriental) en sede vacante,
parecía que iba a extinguirse en medio del más completo olvido. Al fin, allá
por los años de 1826 (4 de agosto) llegó a Las Palmas, casi moribundo, el
anciano y nuevo prelado don Fernando Cano Almirante, acompañado de unos padres
misioneros que albergó en su palacio. Era este señor obispo un ciego defensor
de la reacción absolutista y, suponiendo que el país donde estaba enclavada su
iglesia estaba entregado a la barbarie, su primera diligencia fue levantar una
cátedra en la plaza pública de San Francisco y allí subía cada tarde un padre
misionero que, con voz atronadora que se oía
con facilidad a mucha distancia,
exhortaba a los isleños aun pronto arrepentimiento, amenazándoles con las penas
del infierno que describía con aterradoras frases, mezclando lastimosamente la
política con la religión.
Exasperado el partido liberal con
estas y otras ofensivas alusiones, quiso vengarse del prelado y, con tal
objeto, preparó una noche bajo las ventanas de su palacio un canto fúnebre, que
entonaron con voces e instrumentos los autores de esta profana e irreverente
manifestación. Sea por esto, o a causa de su grave enfermedad, el señor Cano falleció
a los cuarenta y siete días de su llegada a Canaria, no dejando otro recuerdo
de su pontificado que la inoportuna predicación de los misioneros y el deseo
que manifestó al corregidor de que, las cuatro estatuas en mármol que adornaban
el puente de sillería de Las Palmas, desaparecieran de aquel sitio público
porque estaban deshonestamente ataviadas.
Entrada del obispo Folgueras en La Laguna. según la costumbre
a lomos de un caballo blanco el 13 de junio de 1825.
En un Óleo de Juan Abréu. Entre
los acompañantes a caballo aquí recogidos figuran. de izquierda a derecha. el
marqués de la Fuente
de Las Palmas, don Alonso Chirino; el conde del Valle de Salazar, don Cristóbal
Salazar y Porlier; don Juan Nepomuceno, beneficiado de la parroquia de la Concepción y el
provisor subdiácono doctor Malieu, que trajo al obispo. De pie a la derecha,
don Saturnino Martel y el marqués de San Andrés, don Fernando del Hoyo y
Peraza. En el primer balcón de la izquierda. miembros de la familia de Nava.
Biblioteca de la R.S.E.A.P.
de Tenerife, La Laguna.
Foto Díaz Febles. (En: (A.Millares t.4, 1977)
1824 Julio 31.
Por este tiempo se sintieron en
Lanzarote los síntomas precursores de un nuevo volcán.
En efecto, alas siete de la
mañana, después de dos días de continuos sacudimientos, se abrió el suelo junto
a la montaña de Fasnia, arrojando por tres bocas un torrente de lavas, piedras
y arenas inflamadas que amenazó sepultar los lugares de Tiagua, Tao y otros.
Cesó, no obstante, la erupción a las dos de la madrugada del siguiente día, sin
que las grietas abiertas en el terreno dejaran de arrojar espesas columnas de
humo ni se in-
terrumpieran las sacudidas con
mayor o menor intensidad.
El 29 de septiembre apareció otro
volcán entre los pueblos de Tinajo y Yaiza, en el sitio llamado Montañas
Quemadas, corriendo la lava hasta el mar, donde se introdujo y cegó un espacio
de cuatrocientos metros. Por último, el16 de octubre, se abrió un nuevo cráter
a tres cuartos de legua del anterior, que levantó una inmensa columna de fuego
cuya deslumbradora claridad iluminó toda la isla, acompañada de violentas
sacudidas y de continuos ruidos subterráneos que llenaron de espanto a aquellos
isleños.
La actividad de estos cráteres
principió a disminuir el 20 de octubre, acabando por extinguirse al finalizar
el año.
1825.
Los señores D. Juan Mengliorini y D. Santiago de la Cruz,
que habían verificado sus ensayos en diferentes puntos de la isla de Chinech
(Tenerife), también con felices resultados, publicaron una memoria sobre el
nopal y cría de la cochinilla de América, para el uso de los labradores
canarios; cuya instrucción ha sido utilísima para el reducido cultivo de los
primeros años de su propagación. Progresivamente se fue ido aumentando ese
cultivo, y es llegado el presente año de 1846, en que un movimiento general
como si fuera un golpe eléctrico, ha puesto en acción a todos los propietarios
y labradores, que hasta ahora habían permanecido pacíficos espectadores, y ya
no queda rincón en las islas en donde no se ensaye el cultivo de la grana.
Desde 1825 existió el rumor de la
existencia de un convenio firmado en Colombia consistente en atacar o
apoderarse militarmente de alguna de las Islas Canarias y de hecho se llevaron
a cabo algunos intentos. El General Pedro Briceño, el día 12 de abril de 1826,
manifestaba por carta a Simón Bolivar: “es indudable que en el momento en
que podamos destruir los restos de la escuadra española que cubre a Cuba, damos
la libertad a aquella isla, a Puerto Rico y a las Canarias, que desean ser
también americanas”.
1825 Abril
19.
En la
colonia Canaria, la educación
pública se encontraba, casi exclusivamente, en manos de los monjes dominicos y agustinos y de los jesuitas.
Cuando
éstos últimos, que, según pruebas fehacientes, habían hecho bastante
bien en este campo, fueron
expulsados en 1767, durante el remado de Carlos III, y las escuelas
conventuales fueron decayendo por la laxitud e indolencia de los frailes, el
Gobierno de la metrópoli dispuso la creación de escuelas primarias en las distintas parroquias de la colonia, para llenar el
vacío que se había producido en la
educación popular. Sin embargo según expone el cónsul inglés Francis Coleman
Mac-Gregor en su documentada obra Las
Islas Canarias: “tanto por falta de buena voluntad como de los medios económicos necesarios para pagar a los maestros, este plan tan útil para la enseñanza de todas
las clases populares sólo llegó a realizarse en poquísimas parroquias.
Sólo en las localidades más pobladas de la
provincia se fueron construyendo cada vez más escuelas para la burguesía; pero, en las aldeas, crecía
la mayor parte de la juventud en total ignorancia por falta de escuelas. Así
era a comienzos de nuestro siglo XIX y así sigue siendo, en parte, todavía ahora,
treinta años después. En las escuelas de los varones, cuyo maestro es pagado en
parte por la municipalidad, pero que son también, en parte, empresas privadas, se aprende a leer y a escribir, los rudimentos de
la gramática, las cuatro reglas de
cálculo y el catecismo. Pero, en la enseñanza, hay tanta carencia de buenos métodos, que los alumnos sólo
pueden hacer lentos progresos. Pues,
en ella, se sigue apelando todavía, casi exclusivamente, a la memoria y, muy poco, a la comprensión de los
niños: en efecto, lo principal es
aprender las cosas de memoria y el maestro no suele preocuparse en absoluto de enseñar a sus alumnos cómo aprender a
comprenderlas racionalmente. De esto
se deduce bien cuan atrasados se encuentran todavía desde el punto de
vista pedagógico. Para las niñas hay escuelas triviales del mismo corte, llevadas por maestras y en las que se admiten también
niños. Aquí la enseñanza se limita a deletrear y leer de la cartilla, aprender de memoria oraciones y el catecismo y a las
labores femeninas. Todos los demás conocimientos y prácticas escolares sólo se
pueden adquirir mediante la
enseñanza privada, para lo cual sólo se encuentra alguna oportunidad en las ciudades de La Laguna y
Las Palmas. Para subsanar este
inconveniente, con que se tropezaban desde hacía largo tiempo muchos
padres de familia preocupados por la educación de sus hijos, a principios de 1824 un joven francés, muy erudito,
se decidió a abrir un Liceo en La Orotava de Tenerife. La enseñanza que
en él se impartía comprendía: religión,
gramática española y latina, lenguas extranjeras, geografía, matemáticas, botánica, dibujo y
música. Y, asistidos por la excelente selección de profesores que se
había efectuado, los alumnos, que se habían
apresurado a acudir al Liceo desde todas las localidades de la provincia,
hicieron rápidamente progresos significativos en sus estudios. Pero, por desgracia, enseguida las intrigantes
maniobras de los que se oponían
a este proyecto lograron socavar y derribar aquella institución que acababa de
ponerse en marcha. Se sospechaba que estaba dentro de la línea de la
Ilustración o, por lo menos, se tenía por una peligrosa novedad el poner en manos de extranjeros la enseñanza
de la flor y nata de la juventud canaria, la cual se iba a ver
indefectiblemente influenciada por aquéllos.
Así pues, se decidió cerrar el Liceo. Llegó a Madrid un informe desfavorable
sobre esta institución y, como consecuencia del mismo, la misma fue clausurada por un decreto del Gobierno
de fecha de 19 de abril de 1825, con
gran pesar de los padres y de los alumnos, cuando apenas contaba con un año de existencia. Ante tal
circunstancia, los padres acaudalados
empezaron a mandar a sus hijos a Inglaterra, Francia o los Estados Unidos, para que se educaran allí; pero la
autoridad eclesiástica intenta ahora impedir también esto, porque es
fácil que los jóvenes vuelvan de esos lugares con ideas incompatibles con el
espíritu del gobierno de Fernando VII y con la Iglesia de Roma. Así, actualmente, a
los padres no les queda otra elección que o
bien enviar a sus hijos a la Península, donde la educación tan pocos
brillantes progresos ha cosechado, o bien dejarlos crecer en las Islas sin
ningún plan educativo determinado, a merced de la indolencia, la ignorancia y
los prejuicios.
En calidad
de centros de preparación para la formación científica funcionan
distintos colegios en los conventos de La Laguna y Las Palmas, pero a los
que asisten pocos alumnos; en realidad, sólo aquellos que piensan
dedicarse a la vida religiosa. En lo que respecta a la formación del clero secular, se encuentra en
la ciudad de Las Palmas un Seminario que, con
este mismo propósito y de acuerdo con las prescripciones del Concilio de Trento, mandó erigir, en 1777, el obispo
Servera. Está bajo la autoridad del Rector, tiene varios catedráticos
de bellas letras, filosofía, teología
dogmática y moral y, en 1829, contaba con diecisiete alumnos, la mayoría pensionistas. Esta institución, de la que
han salido muy buenos teólogos, está
ahora en decadencia debido, en parte, a las limitaciones teológicas del
obispo actual y, en parte, a la drástica reducción de sus ingresos anuales, los cuales han disminuido en 350 libras esterlinas
desde la desmembración del obispado.
Ya desde 1744 estaban
intercediendo los agustinos por el establecimiento
de una universidad en La Laguna, lo cual se logró, pero duró solamente
tres años, pues, fue suspendida en 1747, como consecuencia de las intrigas del cabildo catedralicio de Las Palmas y
de los monjes dominicos, quienes consiguieron que se promulgara un decreto real en este sentido.
Desde
entonces y en diferentes momentos, se trabajó por el restablecimiento de la
universidad, pero siempre sin éxito, a pesar de que la época del gobierno de Carlos III
parecía favorable a la
realización de este proyecto: en efecto, los jesuitas habían sido expulsados
y, por aquella época, muchos canarios
ocupaban cargos estatales importantes en España. A pesar de ello, no se consiguió entonces más que la
supresión de dos canonjías del cabildo catedralicio de Las Palmas,
cuyos ingresos entretanto habrían de ser
acumulados anualmente, hasta que aquella institución llegara a hacerse realidad. Este capital había
alcanzado, hasta el momento de su fundación, la cantidad aproximada de 12.000 libras
esterlinas. Pero sólo en 1817, bajo el gobierno del actual monarca, cuando don
Cristóbal Bencomo, canario de nacimiento,
arzobispo de Heraclea y confesor del Rey, estaba en el más alto grado del favor
real, fue nombrada en La Laguna, por disposición suya, una comisión
para atender a aquel fin. Después de que fueron expedidos la obligatoria bula
del papa Pío VII y
el decreto real de 1 de noviembre de 1816,
mediante el cual se concedían a la universidad que se iba a crear los mismos privilegios y prerrogativas de que gozaban las demás universidades españolas, se procedió
sin demora a constituir el claustro académico con doctores procedentes
de distintas universidades españolas, que se
encontraban presentes en la Isla, y a nombrar catedráticos para las nueve cátedras creadas en jurisprudencia, derecho eclesiástico y teología. Bajo la dirección de
esta comisión y de acuerdo con el plan de estudios elaborado por la
misma, comenzó su andadura la Universidad
de La Laguna hasta el año 1820, cuando, con la entrada de la Constitución en España, el claustro académico se
hizo cargo de la dirección de la
Universidad. Pero, en el año 1823, cambió otra vez la forma de gobierno en
España. Entonces, los antiguos comisionados volvieron a tomar de nuevo
el control de la institución y, como muestra de que habían retomado el poder, expulsaron a todos los
miembros del claustro y cerraron las
aulas, con el pretexto de que los estudiantes estaban contagiados del veneno de
las ideas liberales; las autoridades de La Laguna llegaron incluso a dictar un
bando para que abandonaran la ciudad en el plazo de veinticuatro horas. Esto
ocurrió el 4 de diciembre de 1823. Finalmente, tras una pausa de dos años y
después de haber sido elaborado, mediante real decreto, un nuevo plan de
estudios para las universidades españolas, fue
nombrado el obispo de Tenerife como viceprotector de la Universidad. Este, con la colaboración de los antiguos
comisionados, la reabrió de nuevo de
acuerdo con el susodicho plan de estudios, volvió a nombrar a parte de los antiguos catedráticos, sustituyendo a
otros, y ordenó la solemne inauguración de la Universidad el día 18 de
octubre de 1825, persistiendo hasta el día
de hoy. Hasta aquí la historia de esta institución científica; ahora pasaremos a describir su estructura
interna y su estado actual. Sus
ingresos proceden de las dos canonjías mencionadas del cabildo catedralicio de
Las Palmas, de otras dos canonjías del cabildo catedralicio de Tenerife,
de una pensión de 333
libras esterlinas, seis chelines y ocho peniques, que le ha sido asignada a cargo de la
renta de ambos obispados, y del fruto de los bienes de los jesuita expulsos,
antes de enajenarlos. En total,
dichos ingresos podrían ascender a unas 700 u 800 libras esterlinas
anuales. De este dinero se pagaba a once catedráticos, cada uno de- los cuales
percibía un sueldo medio de unas cien libras esterlinas, además de a un secretario, un contable, un cajero, un bedel
y un portero. Esto producía unos gastos anuales de casi 1.500 libras
esterlinas, con lo que se originaba un déficit, que debía cubrirse
mediante una aportación suplementaria que
procedía de unos fondos dinerarios existentes al efecto, los cuales, por este motivo, se habían reducido ya en un
tercio de su suma inicial.
La
Universidad de La Laguna se encuentra bajo la supervisión y dirección
del claustro académico, constituido por todos los doctores de sus tres
facultades, a saber, teología, derecho eclesiástico y jurisprudencia, pues la
filosofía no cuenta con voz ni voto en este claustro. Su presidente es el
rector, a quien elige el rey de entre tres personas que le propone la corporación. Ésta se divide en
distintas comisiones, que han de velar por oí mantenimiento del orden, la
correcta administración de los ingresos y las
costumbres de los estudiantes. Esta última comisión, llamada Junta de censura, se compone del rector y cuatro doctores, entre los cuales debe haber, al menos, dos teólogos, y vigila el
comportamiento religioso, moral y
político de los estudiantes. Sin embargo, atiende a las acusaciones que se hacen contra los estudiantes sin comunicar a la
parte interesada los nombres de sus acusadores, respecto de los cuales
se observa el mayor secreto. En tal sentido, este tribunal procede con idéntico
espíritu al de la extinta Inquisición y
puede disponer, a su libre albedrío, de la futura suerte de los estudiantes, impidiéndoles acabar la carrera
que han empezado e imposibilitándoles
comenzar otra nueva; y todo ello sin que tenga lugar ningún proceso legal y sin que los implicados
dispongan de medio de defensa alguno.
El
grado de bachiller en filosofía exige un examen de una hora de duración,
que el candidato debe superar ante tres catedráticos de la facultad
sobre todas las asignaturas impartidas en la carrera. Para obtenerlo hay que estudiar lógica,
matemáticas, física y moral, y haber terminado todos los cursos de estas
materias. El grado de bachiller en derecho civil y canónico o en teología exige
estudiar cuatro años en la respectiva facultad; el candidato tiene que sacar
por sorteo una proposición de entre cuatrocientas
y entregar, en veinticuatro horas, un tratado escrito en latín sobre la misma, cuya lectura debe durar al
menos media hora y cuyo tenor debe
repetir el candidato, al día siguiente, de memoria. Una vez terminado
esto, debe responder, en forma silogística y en discursos de un cuarto de hora,
a dos objeciones que le hayan presentado los dos catedráticos más jóvenes de
la facultad; asimismo, tiene que superar, en un discurso de media hora, todas las preguntas que le formule otro catedrático
de la misma facultad.
El grado de licenciado se
obtiene después de estudiar siete años en la facultad correspondiente y después
de que el candidato cumpla los tres requisitos
siguientes, a saber: superar, ante todo el claustro académico, un examen
de todas aquellas materias que componen la carrera en la que se va a licenciar. Si aprueba este examen, se
pasa al segundo acto, consistente en
que el candidato debe repetir de memoria, durante una hora, un tratado
escrito en latín sobre la proposición que le haya salido por sorteo. Luego, tiene que responder satisfactoriamente a
tres objeciones que le sean formuladas por un bachiller y dos doctores.
El tercer acto se limita a que el que se va
a licenciar saque por sorteo una proposición, sobre la que tiene que preparar, en el término de 24 horas (durante
las cuales se le encierra solo en una
sala de la Universidad), un tratado redactado en latín, y leerlo tal y como está escrito, después do
lo cual tiene que responder satisfactoriamente a dos objeciones que se
le hagan; y, por último, tiene que superar un
examen de tipo general Para obtener
el grado de doctor no se le exige al candidato, que debe ser un
licenciado, ningún otro ejercicio erudito más que el componer un discurso en elogio del rey, cuando reciba el
birrete. Con ocasión de esto se organiza una ceremonia, en la que el
doctor, además de con el birrete, se adorna con la capa, el anillo y la
espada, en señal de que, en el futuro, puede
disfrutar de las prerrogativas de la nobleza.
El color de
la capa difiere
según la ciencia de que se trate: blanca para los doctores en teología, verde para los de derecho canónico, roja
para los de derecho civil y celeste para los de filosofía.
Ahora
tenemos que tratar de las cátedras que existen en la Universidad. La cátedra de latín, que
merece la mayor atención, es la más desatendida
de todas y cuenta sólo con ocho alumnos. Sobre bellas letras imparte
clases don Juan López a unos veinte oyentes. Aquí se explican los poetas
latinos y se dan lecciones magistrales sobre el estilo latino, sobre los elementos
de la oratoria, la poesía y la mitología. Como manuales se emplean: la Retórica latina del jesuíta
Colonia, Los elementos de la misma ciencia, por don
Francisco Sánchez, y el Panteón mítico de Pomey. La enseñanza de la filosofía se divide en tres clases:
lógica y matemáticas, que imparte el
licenciado don Domingo Bello (12 alumnos); física, impartida por el doctor Domingo Saviñón (14 alumnos);
y moral, impartida por el doctor
Valentín Martínez Jordán (6 alumnos).” (Francis Coleman Mac-Gregor, [1831] 2005:167-177)
1825. Mayo 11. El Corregidor
de Gran Canaria, el servillista Salvador de Terradas, ponía en manos del
Regente de la Audiencia
-Juan Nicolás de Undabeytia- una comunicación reservada en la que le informaba
del "convenio hecho en Colombia" para dirigir "sobre estas
Islas, desde Margarita, una Escuadra, para
apoderarse de alguna de ellas, o de la de La Madera, con el fin de tener expedito, y
seguro en estos mares, las correrías insurgentes contra nuestra Nación; y que
esto ha sido a consecuencia de las maquinaciones, ofertas y planes del que fue Doctoral de esta Santa Iglesia Catedral don
Graciliano Afonso, prófugo hoy en
Caracas por haber sido Diputado de las llamadas
Cortes, y a quien parece le distinguen en aquellos países, y con lo que
daría el último golpe de ingratitud a su Patria".
La noticia
se remitió a la Corte
y tanto el Regente como el Comandante General trataron de obtener más
información al respecto, sin que, en definitiva, Terradas pudiera ampliar sus noticias. Pero, nada tenía
de extraño esta clase de rumor. (Manuel de
Paz-Sanchez, 1994)
1825. Mayo 25.
“En el Puerto principal del Arrecife ysla de Lanzarote una de las
Canarias a los veinte y cinco días del mes de mayo, año de mil ochocientos
veinte y cinco: Ante mi el Escribano de S.M. del numero y marina de esta
referida Ysla y testigos que se designaron, pareció Don Domingo Martinón de
esta vecindad y comercio a quien doy fe conozco y dijo: Que la casa de los Sr.
Barry Dervieu – y compañía vecinos y del comercio de Marsella en – de treinta
de agosto del año próximo anterior de mil ochocientos veinte y cuatro dijeron
que habiendo subido la Barrilla un poco pues se vendía de nueve a nueve y medio
francos el qql. de aquella plaza y que siendo este un doce por ciento mas
pequeño que el de estas yslas podía hacerse una expedición que dejase una buena
utilidad, y que en caso de convención a dicho Martinón esta propuesta podrían
dichos señores fletar por cuenta del compareciente un barco de ciento y veinte
a ciento y treinta toneladas que traería un cargamento de mercaderías y
retornaría con otro de dos mil y quinientos a tres mil qql. de barrilla
insertándola en dicha carta una nota de los géneros de que podía componerse el
expresado cargamento. Que habiendo recibido el tres de diciembre próximo pasado
les contesto con fecha veinte y tres del mismo diciendo a dichos señores que
siempre que pudiesen conseguir vender un cargamento de tres mil qq. de esta
especie resultase libre de fletes derechos y demás gastos que le causaren a si
en esta Ysla como en la plaza de Marsella a siete y medio francos, podían desde
luego dichos señores hacer una venta por dicha cantidad y después que
estuvieren celebradas solicitar los géneros que contenía la nota o factura que
les incluyó en dicha carta y remitírselos con el propio barco previniéndoles
últimamente que como solían cruzar en estos mares corsarios enemigos sería
bueno que las facturas y conocimientos viniesen a nombre y como de cuenta de
los mismos señores y a la consignación del otorgante, y por supuesto todo
asegurado: Que no habiendo recibido hasta ahora ninguna contestación sobre el
particular ha llegado hoy a este Puerto una Bombarda con Pabellón francés
nombrada - honorines su capitán Blanchelli quien le ha manifestado de palabra –
procedente de Marsella en cuyo Puerto le había despachado y cargado de varios
géneros los supradichos señores Barry Denvieu – y compañía que venían a la
consignación del compareciente y otros interesados en estas Yslas y que
hallándose sobre Cabo Espartel fue tomado y robado el día cuatro del corriente
por un corsario perteneciente a la republica de Colombia nombrado María Isabela
su capitán Dotan, y que entre los géneros que le robaron fue comprendida la
mayor parte de los que venían para el compareciente llevándose al mismo tiempo
las cartas facturas y demás papeles pertenecientes al cargamento que conducían;
en esta atención considerando el Don Domingo Martinón no debe ser responsable
en manera alguna del valor de los géneros que venían a su consignación ni
hallarse ya en la obligación de poner a bordo de dicho Buque el cargamento de
barrilla que había ofrecido por no haber recibido los que se dirigían por
dichos señores, en la vía y forma que mejor haya lugar en derecho y enterado
del que en este caso le compete otorga que hace total y absoluto abandono del
resto de los géneros a su consignación que pueden quedar a bordo de la
expresada Bombarda , y en su consecuencia protesta una, dos , tres y las mas
veces que sean necesarias contra propietarios, cargadores, fletadores,
aseguradores, consignatarios, recibidores, pagadores y contra las mas personas
que deba hacerlo, que todos los daños, perjuicios, perdidas, atrasos,
intereses, fletamentos, detrimentos o menos cabos que se hayan ocasionados y
ocasionen a los sobre dichos y a los dueños del indicado buque por falta de
cargamento de retorno, no sean de mi cuenta y cargo sino de quienes por derecho
haya lugar, a cuyo fin deja vivas --- para usar de ellas contra quien donde
como y usándole convenga: y de que así lo protesta pide a mi el escribano se lo
de por fe y testimonio su resguardo, y para hacerlo en cualquier tiempo que se
me pida lo – en mi cuaderno corriente de escritura pública, y lo firma el
expresado Don Domingo Martinón hallándose presentes como testigos Don Rafael
Rancel, Don Eusebio de Cáceres y Don Casimiro Mc Kinstoh de esta vecindad.”
(AHPLP. Escribano Matías Rancel, Lanzarote. Legajo 2934, año 1825. Folio 196.)
1826. Moya,
Tamaránt (G. Canaria). Se niegan los vecinos al traslado de la imagen de San
José a la parroquia.
1826.
En el Arrecife de Lanzarote se
había estacionado en 1808, una goleta corsario española de Dn. Juan
Gavazzo, genovés, y su contramaestre Juan
Bachicha, o Bautista, se quedó y casó allí. A éste se agregó otro
genovés también del mismo nombre que casó con una hermana de la mujer de su paisano; de modo, que para distinguirlos era
uso decir Bachicha el de Dolores que era el primero, y Bachicha el de Lorenza que era el segundo. Este hizo una
expedición para Montevideo con su
familia y más de 200 pasajeros el año 1826, en el bergantín «Andújar»,
y en las islas de Cabo Verde encalló y se sumergió, el bajel, salváronse
todos y tuvo que fletar otro, para conducir
estas gentes a su destino.
Pero
el cuñado y sus hijos, antes de ésta, y hasta el día han hecho varias
expediciones enriqueciéndose con los bienes raíces que han percibido a
cómodos precios a los apresurados transmigrados que en nada reparan
por huir de la escasez de su sosegada patria, sin advertir, que van a
desembocar al torbellino de la guerra donde los arrebatan por fuerza para
servir en ella y han muerto muchos centenares faltos de quien les
proteja de tales violencias. Hemos visto censurados y lamentados estos
desastres en algunos periódicos españoles, atribuyéndolos a descuido
del gobierno que no ha puesto allí un cónsul, cuando el verdadero mal
proviene del bárbaro y venal embarcadero. (J.A. Álvarez Rixo,
1982:167-168)
1826. Se produce
un terremoto en la isla de La
Gomera.
1826 Mayo
15. Buch y Smith recorrieron de forma exhaustiva la isla de Tenerife como
hasta entonces no lo había hecho ningún viajero extranjero. No se limitaron a
la típica y tópica excursión entre Santa Cruz y el Valle de La Orotava, sino
quisieron hacerse una idea de conjunto de la isla, llegando a su más lejanos
confines para de esa forma superar las limitaciones de una visita somera y
parcial. Su llegada a principios de mayo le permite ver la recolección del
trigo en la por entonces cerealística comarca de Tacoronte. Hicieron del Puerto
de la Cruz su
residencia en esa larga estancia tinerfeña y se propusieron el 15 de mayo la
ascensión al Teide. En ella nos habla sobre la intensidad de la deforestación
en vísperas de la catástrofe del aluvión de 1826. La intensa actividad erosiva
derivada de esa tala la pudo apreciar en el desbordamiento de los torrentes.
Sólo quedaban pequeños matorrales como consecuencia de tal intensidad
deforestadora. Hasta el mismo Pino del Dornajito, salvado hasta entonces por su
protección de una pequeña fuente había sucumbido.
En su ascención se encontró con
una expedición en la que marchaba una escocesa, la señora Hammand, que según
los guías era la primera mujer que subía al Pico. Al descender hacia Vilaflor
vieron el único pinar que entonces se conservaba en la isla y cuyos árboles son
todavía hoy sinónimo de antigüedad. Chasna aparecía rodeada de gran cantidad de
árboles frutales, como ciruelos, perales y almendros. En su descenso alcanzaron
la aldea de Chinama en Granadilla, donde fueron recibidos por Antonio González
del Castillo, quien les recibió con gran hospitalidad y les llevó a ver cuevas
con momias guanches. El chasnero les dio a probar la aromática y transparente
miel extraída por las abejas de las retamas del Teide. Con ella nos ofrece una
descripción del intenso movimiento de colmenas efectuado por los habitantes de
Chasna, Chinama, Granadilla y el Río a comienzos de mayo para trasladar a las
Cañadas sus colmenas de tronco hueco de drago. Su anfitrión había nacido en
Chinama en 1776, por aquel entonces en la jurisdicción de Vilaflor. Miembro de
la élite local, contrajo matrimonio con la ariquense Paula Torres y Delgado
Trinidad, de similar espectro social. Llegó a ser gobernador militar de
Granadilla y teniente coronel de milicias, participando en la represión del motín
portuense de 1810. De gran estatura y corpulencia, falleció en su pago natal a
los 74 años de edad. (Manuel Hernández González/2003.).
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