Durante los años de 1823 y 1825,
se produjeron varios ataques navales de la armada de la Gran Colombia contra
los navíos que realizaban las líneas comerciales con Canarias.
No podemos analizar estos hechos
sin ver el contexto histórico que se inicia con la invasión napoleónica de la Península Ibérica,
que supuso el arranque de las transformaciones políticas que se produjeron en
España, Canarias y las colonias americanas.
Las
maniobras políticas de Napoleón Bonaparte realizadas en el año de 1808, que con
el supuesto objetivo de invadir Portugal, país amigo de sus acérrimos enemigos,
los británicos, atravesaron sus tropas la Península Ibérica.
Todo ello, unido al enfrentamiento familiar de los “borbones hispanos”,
que tiene su punto álgido en el motín de Aranjuez (marzo de 1808), asumiendo
Fernando VII las funciones de Jefe de Estado. Esta pelea dinástica será
utilizada por el Emperador francés para intentar “mediar entre la familia
real española”, utilizando la convocatoria para retenerlos en Francia,
designado a su hermano, José Bonaparte, rey de España, asumiendo la jefatura
como José I.
El
levantamiento de Madrid del 2 de mayo de 1808, ante el vació de poder producido
por la retención del rey Fernando VII, provocó la creación de Juntas de Defensa
en la España
no ocupada. En las Islas, con un desfase en las fechas, producto de la lejanía,
que producía una gran lentitud en la llegada de las noticias y de las ordenes
gubernativas, también se crearon dos juntas antagónicas, cuyo enfrentamiento es
considerado como el arranque del Pleito Insular.
En las
colonias americanas el vacío de poder será utilizado por las clases dirigentes
para iniciar el proceso de emancipación. La República de Colombia,
fundada, a instancia de Simón Bolivar, el 17 de diciembre de 1819, por el
Congreso de Angostura, y fracasando en el año de 1830. Conocida como Gran
Colombia para evitar confundirla con la actual Colombia1.
La influencia canaria entre los líderes de la emancipación es muy importante. La primera rebelión contra la imposición de la compañía Guipuzcoana, que controlaba la vida política y económica en Venezuela, fue iniciada en 1749 por el canario Juan Francisco de León, siendo aplastada por el general Felipe Ricardos, nombrado gobernador de Caracas en 1751. No debemos olvidar que en la sociedad colonial los canarios eran considerados inferiores a los españoles peninsulares y a los criollos, solamente estaban por encima de los pardos (mezclas de blancos, negros e indígenas) y los esclavos, existiendo todas las razones para luchar contra la injusticia del momento.
La influencia canaria entre los líderes de la emancipación es muy importante. La primera rebelión contra la imposición de la compañía Guipuzcoana, que controlaba la vida política y económica en Venezuela, fue iniciada en 1749 por el canario Juan Francisco de León, siendo aplastada por el general Felipe Ricardos, nombrado gobernador de Caracas en 1751. No debemos olvidar que en la sociedad colonial los canarios eran considerados inferiores a los españoles peninsulares y a los criollos, solamente estaban por encima de los pardos (mezclas de blancos, negros e indígenas) y los esclavos, existiendo todas las razones para luchar contra la injusticia del momento.
Al mismo
tiempo, la ascendencia canaria de Francisco Miranda, prócer de la independencia
de Venezuela, es una realidad incuestionable.
En 1817 se
intentó propiciar en estas Islas un movimiento subversivo, paralelo al de
América, llevado a cabo por Agustín Peraza Béthencourt desde Santo Tomás
(antillas menores). El gobernador militar de Canarias manifestaba lo siguiente:
“El
infame Agustín Peraza Béthencourt autor del expresado escrito, es natural de la Ysla de Fuerteventura: de
genio díscolo; de costumbres corrompidas, de condición perversa, y muy
dispuesto para todo lo malo: Su depravada conducta obligó a mi antecesor el Duque
del Parque a corregirlo de un modo áspero, y a esto atribuyola causa por que en
su papel habla tanto y tan mal del expresado Duque durante el tiempo de sumando
en esta Provincia. Últimamente ha sido sumarido y sentenciado por mi a servir
en uno de los regimientos de la
Península, donde lo hice conducir y de resultas de esta justa
determinación ataca al Auditor de Guerra, suponiéndolo interesado”.2
Desde 1825 existió el rumor de la existencia de un convenio firmado en Colombia consistente en atacar o apoderarse militarmente de alguna de la Islas Canarias y de hecho se llevaron a cabo algunos intentos. El General Pedro Briceño, el día 12 de abril de 1826, manifestaba por carta a Simón Bolivar: “es indudable que en el momento en que podamos destruir los restos de la escuadra española que cubre a Cuba, damos la libertad a aquella isla, a Puerto Rico y a las Canarias, que desean ser también americanas”.
Dos protocolos de Matías Rancel, escribano de Lanzarote, existentes en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas, nos describen los abordajes sufridos por dos barcos que cubrían las líneas comerciales entre Europa y Canarias.
Desde 1825 existió el rumor de la existencia de un convenio firmado en Colombia consistente en atacar o apoderarse militarmente de alguna de la Islas Canarias y de hecho se llevaron a cabo algunos intentos. El General Pedro Briceño, el día 12 de abril de 1826, manifestaba por carta a Simón Bolivar: “es indudable que en el momento en que podamos destruir los restos de la escuadra española que cubre a Cuba, damos la libertad a aquella isla, a Puerto Rico y a las Canarias, que desean ser también americanas”.
Dos protocolos de Matías Rancel, escribano de Lanzarote, existentes en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas, nos describen los abordajes sufridos por dos barcos que cubrían las líneas comerciales entre Europa y Canarias.
El
movimiento emancipador americano, liderado por la Gran Colombia, envió
naves a las islas Canarias, con el claro objetivo de debilitar a la metrópolis.
Al mismo tiempo, como manifestaba el General Pedro Briceño, de la República de Colombia, “conseguir
la independencia de las Islas, dentro de la Gran Colombia”.
El asalto a
la goleta española, Las Amalias Centinelas, el 15 de mayo de 1823, coincidió
con la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luís, ejército francés enviado por
el Congreso de Viena para imponer la monarquía absolutista de Fernando VII,
aplastando el Trienio Liberal (1820-1823).
En el segundo caso, el
día 25 de mayo de 1825, en el Puerto de Arrecife de Lanzarote, don Domingo
Martinón, importante comerciante de la que sería posteriormente capital de la
isla, describe con todo lujo de detalles el asalto del barco que había fletado
en Marsella (Francia), y que se encargaría de traerle mercancías variadas para
su comercio y transportaría a Europa la barrilla, producto que incremento la
actividad económica de Arrecife, junto con la actividad pesquera en el banco
canario-africano. La contratación de la nave, como se manifiesta en el
documento, estuvo motivada por la subida de la cotización de la barrilla en los
mercados internacionales.
El 4 de mayo de 1825, a
la altura del Cabo Espartel, en la costa africana del Estrecho de Gibraltar, en
el actual Marruecos, fue capturado por la nave de la República de Colombia
(Gran Colombia) denominada María Isabela. (BieMesabe, 07 de Septiembre de 2007,
Felipe Enrique Martín Santiago Publicado en el número 173)
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