UNA HISTORIA
RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL, DÉCADA 1800-1900
CAPÍTULO XLI-XIV
Eduardo Pedro García Rodríguez
1812 Mayo 22. Ya en la sesión de esa fecha los partidarios del
oscurantismo intentaron por sorpresa arrancar á las Cortes de la metrópoli la
aprobación de aquel mismo Tribunal de la Inquisición cuya jurisdicción estaba,
por decirlo así, en suspenso, desde la publicación del proyecto constitucional.
Empezó la discusión por un discurso del diputado Riesco,
pidiendo que se presentara
y discutiese aquel día un dictamen, que había formulado una
comisión, para reponer
en el ejercicio de sus funciones al Consejo Supremo del
Santo Oficio.
Pero, adivinando el partido liberal las intenciones de su
adversario, se preparó á la defensa, y gracias á los esfuerzos de D. Juan
Nicasio Gallegos, y de otros diputados liberales, se consiguió suspender la
discusión y aplazarla.
Por último, el 8 de Diciembre del
mismo año, la comisión de Constitución presentó su célebre dictamen, en el que,
procurando no alarmar las conciencias escrupulosas y timoratas de la mayoría de
los españoles, proponía la abolición definitiva de la lnquisición, asegurando
que la religión católica, apostólica, romana seria protegida, por leyes
conformes á la Constitución, y devolviendo el conocimiento de las causas de fé
á los Obispos y sus Vicarios.
Digno, elevado y luminoso fue el debate, que dió principio
el 4 de Enero de 1813, y se prolongó hasta el 22, en cuyo día fueron aprobados
los dos primeros capítulos, base de todo el proyecto.
Distinguiéronse en contra de él,
y á favor del Santo Oficio, los diputados lnguanzo y Riesco; y como
adversarios, los distinguidos patricios, Argüelles, Muñoz Torrero, Toreno,
Mejía, Espiga, Oliveros, Villanueva, y nuestro insigne paisano el canario D.
Antonio Ruiz Padrón. con Venganzos futuras, desarrolló su tésis y probó a
satisfacción del Congreso la verdad de sus proposiciones.
En uno de los últimos párrafos de
su discurso, dice:-«El daño que ha hecho la Inqui sicion á la Iglesia y al
Estado, es incalculable. Ella no ha corregido las costumbres, no ha procurado
la instrucción de los Pueblos en la sólida y verdadera religión; se ha opuesto,
ya por conveniencia, ya por política, á la ilustración de un pueblo digno de
mejor suerte. Ha derramado las tinieblas ha patrocinado la superstición, mira
con odio la libertad de imprenta, y aunque acosada y moribunda, quiere como la
hidra levantar sus siete cabezas, para destruir después sordamente, cuanto se
ha establecido en beneficio de la Nación. »
Por fin, los esfuerzos reunidos del partido
.liberal triunfaron, y el 22 de Febrero de 1813 se publicó el famoso decreto,
aboliendo para siempre tan odiada institución, cuyo decreto iba precedido de un
manifiesto ó exposición de motivos.
Entre tanto los Inquisidores de
Canaria que algo temían, pero que no podían creer tamaño desacato, recibieron
la noticia y el decreto, el 31 de Marzo del mismo año, co- municándoselos
oficialmente el lltmo. Sr. Obispo, encargado de recoger el archivo y cerrar el
edificio.
El Cabildo eclesiástico acogió
con júbilo extremo una orden, que estaba entonces en armonía con sus ideas, y
al momento convocó á sesión extraordinaria para el sábado 3 de Abril, y acordó
en ella, que:-«aprovechando el barco que va á salir de este puerto para España,
se escriba por el Cabildo á las Cortes, manifestándoles la prontitud con que se
han ejecutado sus decretos sobre la Inquisición, y felicitándolas por su celo
religioso, en haber quitado este borrón de la Iglesia de Jesucristo, que hacia
odiosa su amable y santísima religión.»
Al margen de este notabilísimo acuerdo, se encuentra la siguiente
nota:-«Certifico: que en la tarde de este día hice quemar en el patio de esta
Santa Iglesia, los Sambenitos que había en ella, guardados en sus sótanos, sin
dejar el más mínimo vestigio.-Doctor Ramírez, Secretario.»
Curiosas son .también las
exposiciones que para felicitar al Congreso por aquella medida salvadora, le
dirigieron el Ilmo. Sr. Obispo Verdugo y el Deán del mismo Cabildo, con la
propia fecha del 3 de Abril.
En la del Sr .Obispo se leen párrafos como éste.-«Desde el
día de mañana se empezará la lectura del manifiesto, que comprende las
justísimas causas, que tiempo hace debían haber precipitado la caída de un
establecimiento antipolítico y
anticristiano.
He sentido el mayor placer al
ver, que universalmente han sido recibidos con el más sincero agrado en toda mi
Diócesis, tan sabias disposiciones; y no perderé medio al guno para cimentar en
los corazones de mis ovejas, estos principios de mansedumbre y caridad
cristiana, que hagan para siempre aborrecible un Tribunal, que tanto insultaba
la Religión de Jesucristo.»
Y el Cabildo decía:-«Al ver
destruido este oprobio que afeaba la
Casa del Señor el obstáculo que
entorpecía las fuerzas intelectuales de la
Nación…. Fue extraordinaria la complacencia, con que se acordó el obedecimiento
de unos decretos, que eran conocidamente la obra del dedo de Dios…”
Nos parece que, si los hereje de hoy, hubieran escrito frases
tan atrevidas y sig- nificativas, el anatema de los buenos católicos, hubiera sin duda caído sobre sus cabezas, y sus
nombres se hubieran visto condenados a perpetuos horror.
El Obispo Verdugo se dio prisa á
cumplir estrictamente las órdenes que había recibido, y tomó posesión del
archivo, que hizo trasladar á su Palacio, mientras esperaba la resolución del
Congreso, á quien había pedido las Casas de la Inquisición para ensanche del
Seminario, y cárcel de eclesiásticos.
Al hacer entrega del archivo, los
Inquisidores arrancaron secretamente dos hojas del libro 9º de su
correspondencia con la Suprema; encontrándose hoy, al margen del desglose, la
siguiente nota, puesta indudablemente en 1814.-«Las que faltan se qui- taron,
porque había que entregar á .S. I. este libro después de la extinción del Tribunal,
y se decía en ellas, informando a S.A., cosas contra su Ilustrísima.»
Los Jefes económicos de la
provincia recogieron los muebles y enseres de la Casa, y pusieron en
administración las fincas, cobrando sus productos y los de los censos, que eran
importantes y en gran numero.
Durante esta tormenta, eran
inquisidores los Doctores de José Francisco Borbujo y Riba, y D. Antonio
Fernando de Echanove, de los cuales, el primero permaneció en su puesto,
esperando siempre el remedio de tantas iniquidades, del regreso de su amado y deseado Fernando, y devorando en
silencio las amargas burlas de sus enemigos.
Por entonces los poetas canarios
esgrimieron también sus plumas contra la caída institucion, publicando décimas,
so netos y romances, en los que expresaban el despre- cio que rebosaba en todas
las clases ilustradas contra el extinguido Tribunal.
También en el pulpito hubo
aluciones al Santo Oficio. El cura de la parroquia de Las Palmas D. Juan de
Frias, en un exhorto que rigió en la
Catedral al Municipio, el 10 Agosto de 1812, al celebrarse la misa solemne de
acción de gracias por la aplicación del Código constitucional, decía «la religión, que siendo como es una religión
de paz, de concordia y de amor, protegida y
defendida, por estas sabias y liberales leyes, aparecerá sin duda, no
desfigurado aquella deformidad, con
que el despotismo la había envilecido,
y casi hecho odiosa a los mortales,
sino con aquel su primer esplendor, pureza y dignidad con que su divino
fundador… »
Este exhorto, colocado luego en
el Índice romano, recogido, condenado y anatematizado, como aborto del Infierno, es hoy una muestra
curiosa de las ideas innovadoras, que alimentaba entonces todo el Clero
ilustrado de Espana.
La reacción podría intentar un
esfuerzo supremo, y volver a colocarse en la brecha, renovando la lucha solo
para que su caída fuese mas profunda, y su derrota mas vergonzosa.
La Inquisición, es verdad, no
estaba aun muerta, pero agonizaba, y su agonía iba á durar cinco años.
El espectáculo que dio entonces,
podría servir de ejemplo a muchos, si el hombre
se acordara, y respetase las
lecciones de la Historia.
Sea como fuere, el progreso se
realiza, y la ley providencial se cumple. La ciega opo- sición ¿qué importa?
(Agustín Millares; 1981)
1811 Agosto 26.
Fallece en Guía, Tamaránt la
primera victima de la epidemia en esta localidad.
La epidemia llegó a Guía portada
por una mujer, María Guadalupe Benítez Gramas, soltera, que había salido de Las
Palmas con pasaporte; esto es, con un permiso especial para poder romper el
cordón establecido en la Ciudad una vez que, después de tantas vicisitudes, fue
declarada la epidemia.
En realidad, la muerte de María
Guadalupe Benítez Oramas se creyó en el pueblo que había sido por causa
natural. De ahí que su cadáver fuera enterrado en la iglesia parroquial,
práctica habitual desde siempre y hasta unos días después en que, por mor de
esta epidemia, se abrió el que sería el primer cementerio de Guía, como luego
veremos.
Nadie imaginó que esta mujer
fuera portadora del virus. Pero había invadido su casa y contagiado a su
familia. De esta forma comienza a cebarse la muerte de otros miembros de la
familia, lo que dio pie para que las autoridades del pueblo, junto con las
sanitarias, tomasen cartas en el asunto.
María Guadalupe murió el 26 de
agosto. Cuatro días después, el 30, su abuela materna, Lorenza Fernández, viuda
de Antonio Gramas; el día 16 de septiembre, su abuela paterna, María Isabel
Ramos; el día 19, su padre, Blas Benítez Ramos y al día siguiente, 20 de
septiembre, su madre, Bernarda Gramas Hernández.
A partir de aquí la epidemia
campea a sus anchas por el pueblo y los fallecimientos se irán sucediendo
—algunos días hasta nueve y en ocasiones, siete u ocho miembros de una misma
familia— hasta el 8 de enero de 1812. En total, según la estadística realizada
a base de los Libros Sacramentales y otros documentos, por lo menos 267 persona
murieron en el casco, pues no están registradas ni contabilizadas las posibles
muertes en los pagos o barrios de las medianías, aunque rara vez se bajó al
pueblo algún que otro cadáver para ser sepultado en La Atalaya.
En este período se producen,
mensualmente, los siguientes fallecimientos: 1, en agosto; 3, en septiembre;
91, en octubre; 106, en noviembre 60, en diciembre y seis en enero siguiente.
Son varones, 122, y 145 hembra. De los hombres, solteros fueron 51 (de los que
tres sacerdotes, entre ellos el beneficiado), 45 casados, 12 viudos y 14 niños.
De las mujeres, 62 solteras, 33 casadas, 37 viudas y 13 niñas.
La enfermedad se da por propagada
en la localidad, alarmado el pueblo y sus autoridades y pese a la guardia que
en los primeros días se puso en la casa de la familia que sufrió las primeras
bajas, "pasados diez días volvieron a presentarse otros casos, sin
diagnóstico, con una mortalidad de cinco, porque en Guía —como en Las Palmas—
se seguía negando la existencia de la fiebre amarilla".
No ha sido posible seguir al
detalle la evolución o desarrollo de la enfermedad, ni cuales fueron las
actuaciones y decisiones de las autoridades políticas y sanitarias. La falta de
documentación en el Archivo Municipal al respecto -al menos conocida por
nosotros y mucho menos localizada- privan de este conocimiento fundamental.
Pero baste seguir la evolución, en su conjunto, en la isla, para saber que la
epidemia causó muchos estragos, que se hizo imposible pararla, que debió cundir
el pánico al tiempo que la improvisación y que las condiciones sociales de la
época hacían posible y más fácil el contagio entre los vecinos que no podían
salir del pueblo para refugiarse en los barrios de las medianías, en sus
propiedades o en casa de amigos o familiares.
El cura no daba abasto para
administrar los Sacramentos; la mayoría moría sin recibirlos o, en último
extremo, sólo los Santos Óleos y también casi todos morían sin testar: muy
pocos por no darle tiempo y la mayoría por carecer de nada o casi nada que
dejar en la testamentaría.
El contagio —como luego veremos—
llegó incluso al Beneficiado, don Francisco Almeida, que moriría de la
enfermedad el 28 de octubre. Y también murieron los sacerdotes, don Francisco
Posadas Gordillo y don Manuel Rodríguez.
En la epidemia de 1811 murieron
en la villa de Guía, o, al menos sospechosos de ella, 267 personas, entre
hombres y mujeres, mayores y niños, según se ha podido determinar, estudiar y
recopilar de los Libros Sacramentales de la iglesia parroquial de Guía, cuya
relación está en uno de los apéndices. En la del cólera morbo de 1851, hubo que
lamentar por lo menos 164 víctimas mortales, según una estadística que llevó el
Ayuntamiento, numérica y sin nombres, pues fue tal el pánico y los efectos
causados por la epidemia que, muerto el Beneficiado de Guía, don Francisco
Almeida a consecuencia de ella, dejó de llevarse el Libro de Defunciones que se
reinició acabados los estragos.
Sólo la inquieta preocupación de
un Colector de la parroquia guíense, don Francisco Quintana Amara!, personaje
curioso sobre el que podría escribirse un libro no sólo por el devenir de su
ajetreada vida, sino por lo ocurrente de su : carácter, hizo posible que en
esta ocasión, se pueda contar con el inicio de una relación de los primeros que
murieron de la epidemia de fiebre amarilla o sospechosos de ella, que se ha
podido completar —al caer el afectado de la enfermedad, aunque no sucumbió a
ella— con el Libro de Defunciones. (Pedro González-Sosa)
1812
Junio 13.
Como en Lanzarote tanto
se escasea de ramas y flores, sus habitantes para suplir en
los adornos que ponen en los altares que hacen a sus santos predilectos
emplean cortinas, cintas y profusión de prendas. El 13 de junio de 1812, Dn.
Nicolás del Castillo, palmero, que residía entonces en el Arrecife fue a ver
cierto altar hecho en el barriecito del Lomo en honra de Sn. Ant°
cuya ridiculez refirió dicho Castillo con esta jocosidad.
El demonio no ha intentado lo que en
el Lomo vi ayer... de ponerle a S. Antonio Zarcillos como a mujer!
(J.A. Álvarez Rixo,
1982:216-226)
1812 Diciembre 12.
Una disposición de las Cortes de
la metrópoli iba a fijar la supremacía entre las poblaciones que se disputaban
la dirección de la política isleña. Se trataba de designar aquélla donde había
de reunirse la junta preparatoria para la elección de diputados.
Ya hemos dicho varias veces en el
curso de esta historia, que los comandantes generales habían fijado desde el
siglo anterior su residencia en el puerto de Santa Cruz, y allí la fijó también
La Buria después de la marcha del duque del Parque. La creación por las Cortes
de un jefe superior político en cada provincia, dio lugar a que interinamente
lo
desempeñase el mismo general
(octubre 6), circunstancia que movió a las personas influyentes de aquella
localidad para inclinar el ánimo de la agradecida autoridad a convocar la junta
en el mismo punto de su residencia, postergando así a Las Palmas y a La Laguna.
No se crea por esto que los
diputados que representaban entonces en el congreso los intereses del país,
permanecieron ociosos ante una designación que casi llevaba en sí misma el
diploma de capitalidad. Discutido este asunto se dio lectura, en la sesión del
12 de diciembre de 1812, al informe de la comisión que al efecto se había
nombrado y que decía de esta manera: "La comisión de constitución ha oído
con la mayor atención a los señores diputados de Canarias sobre la gestión de
la residencia de la diputación provincial que debe nombrarse en aquellas islas,
y, aunque dichos señores diputados han procurado ilustrar la materia, no han
podido convenir entre sí sobre los particulares
datos que debían servir a la
comisión para proponer a las Cortes un dictamen decisivo.
Esto proviene del estado diverso
de aquellas islas. En Santa Cruz de Tenerife reside y ha residido mucho tiempo
hace el gobierno económico de las islas, es decir, el intendente que es vocal
nato de la diputación y todas las oficinas; además, el capitán general, que
tiene el gobierno político hasta que llegue el jefe que se dice haber nombrado
la regencia. En Gran Canaria se hallan la Audiencia, la silla episcopal y
cabildo eclesiástico. Estas diferencias ofrecen dificultades. Si se atiende al
bien general de las
islas y a la mayor población,
riqueza y comercio de algunas de ellas, Tenerife tiene las mayores ventajas;
mas, si se consulta lo pasado, parece que merece atención la residencia de la
Audiencia que ha tenido el gobierno hasta la promulgación de la Constitución,
pues no se convienen los señores diputados en fijar la capital. En medio de
estas dificultades ha juzgado la comisión que, no estando el punto
suficientemente ilustrado, luego que se nombre la diputación provincial, desearía
que ésta informase cuanto le parezca convenir al bien de las islas y por
consiguiente al lugar en que debe fijar su residencia, en cuyo informe no duda
la comisión que, olvidando cuanto huela a emulación y preferencias, se atienda
únicamente al interés y buen gobierno de las islas.
Por tanto opina que, urgiendo la
elección de la diputación, se conformen las Cortes con el dictamen de la
regencia, nombrándose la junta preparatoria en donde resida el gobierno,
haciendo la elección de diputados y diputación provincial en el mismo lugar y
residiendo en él esta corporación hasta que, informando cuanto le parezca
conveniente y diciendo sobre ello la regencia lo que juzgue oportuno, las
Cortes resuelvan definitivamente en este asunto con todos los conocimientos
necesarios".
Después de la lectura de este
informe, el diputado por Canaria, don Pedro Gordillo, solicitó se diese cuenta
de una exposición de la ciudad de La Laguna en la que pedía también la
instalación de la junta en su recinto y, seguidamente, pronunció un discurso en
defensa de los antiguos privilegios de Las Palmas, con nutridos argumentos
tomados de la historia del Archipiélago y fundados otros en la utilidad y
conveniencia del país y en la centralidad y riqueza agrícola de aquella isla,
que inclinaron al fin el ánimo de la asamblea a rechazar el dictamen leído y la
solicitud de La Laguna. Animado con esta imprevista victoria, Gordillo presentó
al día siguiente esta proposición: "Contéstese a la regencia del reino
que, en atención a estar considerada la isla de la Gran Canaria capital de la
provincia de su nombre, quieren las Cortes disponga S.A. que el jefe político
fije su residencia en ella, en cumplimiento de lo que previene el artículo 181
de la Constitución; que, en su consecuencia, proceda al nombramiento de
diputados de Cortes e instalación de la diputación provincial en conformidad de
lo que sobre dichos particulares ordena la misma Constitución.
No encontrándose los diputados
por Tenerife con autoridad suficiente para oponerse a esta proposición,
acudieron al ya célebre isleiño Ruiz Padrón, interesándole en la defensa de
aquella cuestión importante y en efecto, accediendo el ilustre herreño a esta
indicación, presentó un contraproyecto que constaba de estos tres particulares:
"Primero: que en caso que V
.A. tenga a bien resolver que la diputación resida en la ciudad de Las Palmas
de Canaria, sea con la condición de por ahora y hasta que, oídos los
ayuntamientos constitucionales de aquellas islas, informe la diputación
provincial sobre el lugar fijo donde deberá residir en adelante. Segundo: que
siendo perjudicial a la hacienda pública el que el intendente de aquella
provincia salga de Tenerife, donde existen todas las oficinas, dispense V .A.
de su asistencia a la diputación hasta que no se determine definitivamente el
punto donde debe residir. Tercero: que si V .A. lo tiene a bien, se suspenda
por ahora la resolución de este punto y mande el gobierno que a la mayor
brevedad pida informes a todos los ayuntamientos de aquellas islas para que,
instruido mejor el expediente, resuelva con más acierto".
Admitidos estos particulares, se
acordó discutirlos antes de la proposición de Gordillo, hablando en pro los
diputados Key y Llarena y auxiliándoles con su influencia los amigos de Ruiz
Padrón.
El congreso aplazó para el
siguiente día la resolución de este incidente, en cuya sesión Gordillo reformó
la suya y la presentó en esta forma: "Contéstese a la regencia que por
ahora se formalice la junta preparatoria y verifique la formación e instalación
de la diputación provincial en la ciudad de Las Palmas de Canaria, y que los
ayuntamientos
constitucionales, dentro del
término que fijará la regencia, informen como lo tengan por conveniente, a fin
de que, tomando las cosas en consideración, resuelvan definitivamente dónde
deba residir dicha diputación".
Hablaron en contra Key, Llarena y
Calatrava, sin que pudieran impedir que esta proposición fuese aprobada por las
Cortes, triunfo que de nada le sirvió a Las Palmas porque, ya hemos dicho, como
La Buria, anticipándose a todo acuerdo, había convocado la junta para el 8 de
diciembre en el pueblo de Santa Cruz, dando a esta medida un carácter irrisorio
de imparcialidad, pues, si bien lo era respecto a las dos poblaciones
contendientes, lo perdía en cuanto a las dos islas, supuesto que Tenerife
quedaba triunfante y postergada Gran Canaria. No fue esto sólo, sino que el
buque que llevaba la noticia llegó a Cádiz en seis días, rapidez extraordinaria
para aquellos tiempos y que Key calificó de milagrosa al dar cuenta de ella al
congreso.
Aprovechándose de esta ocasión,
pidió entonces que, constando ya oficialmente la reunión de la junta
preparatoria, se suspendía toda consulta a la regencia. No dejó Gordillo de
combatir enérgicamente esta proposición, aunque sin éxito porque se trataba de
hechos consumados, obteniendo sólo de las Cortes que se reservaran la solución
definitiva de un asunto de tan escaso interés en aquellos momentos.
Un curioso estudio estadístico
había de preceder a las elecciones parciales de esta provincia y ese trabajo se
confió a don Juan Bautista Antequera y don José Martinón, los cuales se
asociaron con el distinguido geólogo don Francisco Escolar, que visitaba las
islas desde 1804 con una misión científica del gobierno. El informe o memoria
que esta comisión redactó (22 de diciembre de 1810), establecía a los efectos
políticos de la nueva Constitución cuatro distritos electorales en Tenerife,
cuyas capitales eran Santa Cruz, La Laguna, La Orotava e Icod; tres en Gran
Canaria, Las Palmas, Telde y Guía; dos en La Palma, Santa Cruz y Los Llanos, y
uno en cada isla de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro. El
dictamen entraba en curiosas investigaciones sobre centralidad, población,
productos e importancia relativa de cada porción del Archipiélago. Respecto a
las dos islas principales, se expresaba de este modo: "Otro es el estado
de población y prosperidad en que se halla Gran Canaria. Tiene 55.093
habitantes, su clima es templado y sano, su suelo fértil y abundante en aguas;
con esto, con las ventajas que le ha proporcionado el establecimiento de la
Audiencia territorial, la residencia del reverendo obispo y del cabildo
eclesiástico, ha conseguido el adelanto en que se halla; ha reducido a cultivo
y puesto a riego, abriendo costosas minas, mucha parte de sus tierras; ha
logrado consideración política en la provincia; ha hecho tributarias a las
demás islas en unos doscientos mil pesos, que percibe anualmente por causa
decimal; ha creado un pueblo consumidor que da salida y valor a sus frutos; en
fin, ha fomentado la construcción de varios buques que se emplean en la pesca
de la costa de África, cuyo ramo admira verle tan descuidado en las demás
islas, principalmente en Tenerife, siendo casi el único alimento de estos
naturales y viendo la utilidad que de él saca la de Canaria. El estado
floreciente en que se halla ésta no es, sin embargo, comparable con el que
tiene Tenerife. Más rica, más fértil, más extensa y más poblada que todas, pues
tiene sesenta y nueve mil ciento veinte y dos habitantes, sin contar la
guarnición ordinaria de Santa Cruz, parece no hallarse situada en medio de
ellas sino para atender a su gobierno común; la prodigiosa elevación del Teide
está diciendo que la superioridad que tiene sobre todas estriba en fundamentos
más sólidos y profundos. Ella sola exporta y cría casi exclusivamente los
exquisitos vinos que se conocen en el comercio con el nombre de
Canarias..."
El 24 de diciembre fue aprobado
este informe con grandes aplausos de los concurrentes, expidiéndose las órdenes
oportunas para que, en cada uno de los trece partidos, se procediera ala
elección de los comisionados, que reunidos todos en Santa Cruz procedieran a la
elección de los dos diputados que habían de representar a la provincia en las
futuras Cortes. (A.Millares T. 1977)
1813. Eguerew (La Laguna) se
declara en desobediencia a la Diputación Provincial con sede en Santa Cruz.
1813.
Se produce el discurso del gomero Antonio J. Ruiz de Padrón a favor de la
abolición del tribunal de la Santa Inquisición española.
1813. La vida vuelve a hacerse casi imposible en toda la geografía
insular en Titoreygatra (Lanzarote), registrándose, además de la sequía,
grandes terremotos, que no cesarían hasta 1824 en que comenzaron las erupciones
de los volcanes Clérigo Duarte, Cuervo y Tinguatón, los habitantes de la isla
se ven obligados a emigrar al resto de las islas de la colonia, especialmente
hacía Chinet (Tenerife) y Tamaránt (Gran Canaria).
1813.
Un bergantín de guerra
español con caudales de las Américas, pretextando tomar noticias o
componerse, llegó al Puerto de Arrecife (Lanzarote) en cuya Rl. Aduana
depositó el dinero, que no haría poca falta para las tropas en
España, y la oficialidad se estuvo paseando, bailando y obsequiando novias en
el pueblo, hasta que tuvieron gusto en ella. (José A. Álvarez Rixo, 1982:202-204)
1813.
San Bartolomé de Tirajana adquiere la municipalidad en el siglo XIX. El
nacimiento del municipio de San Bartolomé de Tirajana tiene su origen en el
poblado aborigen de Tunte, lugar en el que se asientan, tras la invasión y
conquista castellana, diversos pobladores de variado origen europeo. A partir
de este momento se produce el repartimiento de tierras y aguas arrebatadas a
los canarios entre la población foránea.
Tras la invasión y conquista se levanta una
ermita en honor a San Bartolomé, que se convertirá en parroquia de la secta
católica en torno el año 1535. Poco a poco el nuevo núcleo de colonos de origen
europeo irá creciendo hasta que acabe superponiéndose a Tunte con el nombre de
San Bartolomé de Tirajana. El templo parroquial de la secta católica será
derribado tres siglos después para levantar una nueva edificación.
La economía de este municipio se caracterizó en
época precolonial por su prosperidad, puesto que abundaba en agua y espacios
favorables para la actividad del pastoreo. Tras la Conquista y la implantación
del modelo económico europeo, la agricultura y la ganadería serán base
fundamental para el sustento de los pobladores de San Bartolomé de Tirajana, si
bien dentro de la agricultura debemos destacar el protagonismo del cereal de
secano, en especial la cebada, segundo en importancia después del trigo como
base alimenticia de la sociedad del municipio durante el Antiguo Régimen.
Otro cultivo que igualmente adquirió importancia,
como en muchas de las comarcas grancanarias, en el siglo XVI, fue la caña de
azúcar, cuya producción era destinada a la exportación hacia mercados
exteriores como las nacientes colonias de América y las ciudades comerciales de
Flandes, lo que aportaba a los propietarios de los ingenios considerables
beneficios. El ingenio azucarero de Tirajana se construyó en los primeros años
del siglo XVI por Diego de Cabrera y fue famoso por su productividad.
Por otra parte, cultivos que igualmente se dan en Tirajana son los árboles
frutales, entre los que destaca la higuera, la palmera; y productos destinados
al mercado interior como legumbres, el olivo, los productos de huerta.La ganadería es también otro de los complementos importantes en la economía de San Bartolomé, que se centra sobre todo en la ganadería caprina con técnicas y tradiciones que se remontan a momentos anteriores a la conquista. En el siglo XVI aparecen el ganado ovino y los camellos, que fueron sustituidos paulatinamente por los caballos, las vacas y los asnos. Finalmente las actividades pesqueras y la apicultura cerraban el ciclo económico de Tirajana en la Edad Moderna.
Aunque contaba con cierta independencia
jurisdiccional (cuenta con alcalde real con facultad para entender en asuntos
judiciales hasta determinada cuantía hasta 1766) durante el Antiguo Régimen,
siendo considerado por ello uno de los primitivos núcleos de Tamaránt (Gran
Canaria), San Bartolomé de Tirajana adquiere la municipalidad en el siglo XIX,
concretamente en 1813. Uno de los hechos que debemos destacar de este siglo fue
la concentración de terrenos por parte del Condado de la Vega Grande, ostentado
por los criollos la familia del Castillo, que provocó ciertos conflictos entre
la población de la localidad y los miembros de la aristocrática familia. Los
problemas relacionados con la roturación de las tierras comunales o la
propiedad del agua serán una constante en la vida social de San Bartolomé en
los siglos XVIII y XIX. A esto habrá que añadir las continuas plagas de
langostas o cigarras, que constituyeron uno de los mayores problemas para la
agricultura de San Bartolomé durante los siglos XVII y XVIII. Ante ellas los
vecinos acudían a los pósitos o almacenes comunales para suministrarse de
granos en las épocas en que estas plagas arrasaban sus cosechas. Sin embargo,
estos desastres provocarán hambrunas que no harán sino empeorar la situación de
tensión y favorecer el estallido de conflictos sociales como los anteriormente
citados.
1813.
El municipio de Villa de Mazo, que limita al
Norte con Breña Baja, al Sur con Fuencaliente, al Oeste con El Paso y al Este
con el Océano Atlántico, abarca una extensión de 71,2 Km², lo que le hace ser
el tercer municipio, según su extensión, de la isla de La Palma. No obstante,
su superficie fue mayor en otro tiempo, ya que hasta 1837 le perteneció el
territorio del hoy pueblo de Fuencaliente. Pese a la merma sufrida en su
extensión original, sigue siendo un amplio territorio con un hábitat disperso,
distribuido en catorce entidades o barrios, si bien hasta 1940 se podían contar
cuarenta y nueve núcleos poblacionales.
En cuanto al paisaje, destacan las
características volcánicas que le hace poseedor de un suelo joven y permeable,
lo que no ha impedido que los diversos temporales hayan causado numerosas
pérdidas en propiedades y habitantes del municipio. El temporal que sin duda ha
ocasionado trágicas consecuencias fue el de la noche del 15 al 16 de enero de
1957, causando tres muertos en Villa de Mazo y un panorama desolador, frente a
los veintidós muertos de Breña Alta y a los dos de Breña Baja. Desde 1492 la
Isla dependía de la autoridad del Cabildo. Ya en 1752 los alcaldes,
anteriormente designados por el gobernador, fueron elegidos por la Audiencia y,
a partir de 1768, bajo la presidencia del alcalde, comenzaron a funcionar unas
juntas autodenominadas "Ayuntamiento". El Ayuntamiento comenzó a
funcionar de forma independiente en 1813, pero, tras la abolición de la
constitución de 1812 decretada por el rey Fernando VII, el Ayuntamiento de Mazo
pasa por un período de inestabilidad política, así, entre 1815 y 1820, fecha en
la que Fernando VII jura, de nuevo, la Constitución ante las Cortes, ocupan la
presidencia del Ayuntamiento cinco personas. Restablecida la Constitución, se
abre un nuevo período, esta vez de signo progresista: el denominado Trienio
Liberal (1820- 1823). En octubre de 1823, Fernando VII volvía a decretar la
suspensión de las garantías constitucionales y, si bien con la muerte del rey
el 29 de septiembre de 1833, se pondría fin a este largo período absolutista,
en Mazo se prolongó hasta 1836, año en el que triunfan las fuerzas progresistas
y son restituidos en sus cargos los concejales del año 1823, hasta la toma de
posesión del nuevo Ayuntamiento. En 1837, se confirma oficialmente la independencia
de Fuencaliente de los pagos de Mazo, constituyéndose así, el 19 de febrero de
1837, el primer Ayuntamiento de Fuencaliente. Aún así, en 1852, el Ayuntamiento
de Fuencaliente solicitaría, sin éxito, la reunificación. Uno de los asuntos
que llama la atención, en los comienzos de esta nueva etapa, es la realización
de las obras encaminadas a redescrubrir la antigua Fuente Santa, llamada así
por los efectos curativos que tenían sus aguas termales, dando origen al nombre
de Fuencaliente, que había sido sepultada por las lavas del Volcán de San
Antonio en 1677. Los trabajos realizados durante diferentes años por los
vecinos de Mazo y Fuencaliente, no dieron fruto. Las últimas noticias de la
posibilidad de recuperación de la Fuente Santa se origina en 1981, a raíz del
enfrentamiento entre el Ayuntamiento de Fuencaliente y la comunidad de aguas
que pretendía ejecutar obras de alumbramiento en la costa del municipio sureño.
En 1868 se produjo el estallido revolucionario, pero numerosos vecinos de Mazo
y sus concejales no mostraron reconocimiento y obediencia a la nueva Junta; así
Mazo mantuvo la autonomía de su propia Junta y restablece el Ayuntamiento de
1856. Entre el 1 y el 4 de enero de 1869, se celebran las primeras elecciones
municipales con el nuevo sistema electoral de sufragio universal que daba
derecho al voto a todos los varones mayores de 25 años, elecciones que no
resultaron del todo pacíficas debido a los conflictos de intereses y problemas
personales entre los políticos de la época. En 1873, se proclamaría la
República, pero dejó a Mazo las Cosas como estaban y las viejas estructuras de
poder apenas se resintieron. Pero el 29 de diciembre de 1875 se instaura la
Monarquía borbónica con el rey Alfonso XII y, en Mazo, el nuevo Gobernador
Civil de la Provincia ordena el relevo de concejales e instaura a los que
habían sido desplazados del poder en 1868. El municipio obtiene del rey Alfonso
XII el título de Villa, por real decreto de 18 de marzo de 1878. Tras la muerte
del rey Alfonso XII el 25 de noviembre de 1885, la reina Mª Cristina de
Habsburgo- Lorena fue designada regente. En la ya villa de Mazo (todavía no
incluido el título en el nombre) fue, durante estos años 1885- 1902, un
auténtico rosario de conflictos y un continuo cambio de personas en los cargos
públicos. La subida al trono de Alfonso XIII el 17 de mayo de 1902, no supuso
un cambio en la política de la villa, seguiría bajo un escandaloso caciquismo.
En 1910, la corporación del Ayuntamiento de Mazo tachaba de vicioso el
funcionamiento de la Diputación Provincial y se abogaba por la creación de un
organismo que, en cada isla, tuviera competencias supramunicipales (Cabildo).
El cuerpo de la Guardia Civil tiene presencia en Mazo en 1920, aunque había
sido solicitado un puesto de dicho cuerpo desde 1911. Su primera sede se
localizó en la zona de El Calvario (casa propiedad de Juan Morera Hernández). A
pesar de todo, en 1934, el diputado Alonso Pérez Díaz intercede para que no se
suprima este puesto; sin embargo esto ocurrirá el 15 de junio de 1993. El 20 de
enero de 1925, el Ayuntamiento nombra al rey Alfonso XIII y a su esposa la
reina Victoria Eugenia alcalde y alcaldesa, con carácter honorario, hecho nada
extraordinario en el momento, ya que otras poblaciones lo hicieron o ya lo
habían hecho días antes, como es el caso de Fuencaliente de La Palma. En esta
línea de adhesión monárquica, el 10 de enero de 1926, se ratifica la decisión
tomada el 6 de diciembre de 1925 de dar el nombre de Alfonso XII a la plaza de
la villa. En 1925, al alcalde del momento, solicitaría al rey, por medio del
alcalde de Santa Cruz de La Palma de viaje a Madrid, la construcción, por el
Estado, de un camino vecinal desde La Polvacera a Tigalate ("Barranco
Roto") pasando por las ermitas de Santa Rosalía, Lodero y San Juan de
Belmaco. El 3 de febrero de 1930, se inaugura la nueva sede del Ayuntamiento,
edificio de ubicación de las actuales Casas Consistoriales. Ya en 1931, el
período republicano fue vivido en el municipio con gran intensidad. Las
diferencias políticas condicionarán bastante las relaciones sociales
cotidianas. La plaza de El Pueblo pasa a denominarse Pedro Pérez Díaz. En las
elecciones de 1933, la mujer pudo ejercer el voto por primera vez. Las calles
de la Villa no poseían nombre alguno, eran numeradas, pero en 1936, cuatro
calles recibirían su primera denominación; los nombre elegidos fueron: Diego
Martínez Barrio (líder nacional de Unión Republicana), Manuel Azaña Díaz
(elegido presidente de la República), Alonso Pérez Sánchez (ex- alcalde y padre
de Alonso Pérez Díaz) y Benito Pérez Galdós, único nombre que ha perdurado
hasta nuestros días.
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