EFEMERIDES CANARIAS
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
PERÍODO COLONIAL,
DÉCADA 1791-1800
CAPÍTULO XL-XII
Eduardo Pedro
García Rodríguez
1799 Mayo 15. La
ejecución del soldado Joaquín de Paz, convicto de asesinato, y su sepelio
constituyeron una manifestación en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma). Pese a que el
acusado reconoció su crimen mató a su novia en un rapto de celos-, su juventud
y simpatía y la popularidad de la causa convirtieron sus últimas horas y su
entierro, en la parroquia católica matriz del Salvador, en un acto colectivo de
expectación y duelo. Fue pasado por las armas en el Castillo Real de Santa
Catalina.
1779 Junio 12.
Don fray Joaquín de Herrera vino
a ocupar la vacante de la diosesis y llegó a Las Palmas cuando la guerra con
Gran Bretaña volvía a amenazar con nuevas desgracias a la colonia. Con gran
celo visitó este obispo su diócesis, animando con sus consejos y donativos a su
cabildo a seguir la interrumpida obra del templo catedral. Pero, mientras se
agitaba en aquella ilustre corporación tan benemérito proyecto, una enfermedad
aguda atacó a Herrera en su palacio, falleciendo el 4 de diciembre de 1783 ala
edad de 78 años. Aquella misma noche nombró el cabildo por vicario capitular de
la diócesis al canónigo don José Massieu. El funeral del prelado se verificó
con gran ostentación, pronunciando la oración fúnebre el magistral don Luís de la Encina, futuro obispo de
Arequipa. (A. Millares T. 1977)
1779 Septiembre 19.
Llega a la colonia de Canarias el nuevo gobernador virrey enviado
por la metrópoli el general don Joaquín Ibáñez, marqués de la Cañada, que llegó a Añazu
(Santa Cruz) con el segundo cabo y varios oficiales españoles el 19 de
septiembre de 1779, cuando ya la guerra de independencia de las colonias
inglesas estaba declarada produciendo en la metrópoli patriótico entusiasmo.
Como nubes de buitres hambrientos
cayeron entonces los corsarios ingleses sobre estas islas, interceptando sus
vías de comunicación sin que ni un solo buque de guerra español viniese en su defensa.
En noviembre (1779), los enemigos de la metrópoli hicieron un desembarco en
Jandía y, penetrando por aquellas ásperas sierras, se apoderaron sin oposición
del ganado que allí pastaba. En febrero de 1780 otro corsario apresó, sobre las
costas del sur de Chinet (Tenerife,) un buque de Benahuare (La Palma) que llevaba un
cargamento valorado en 7.000 pesos con una: escolta de diecisiete soldados. Los
ingleses tuvieron la generosidad de ceder la lancha a la tripulación para que
pudiera desembarcar en Tenerife y se quedaron con la embarcación y su carga.
En mayo (1780) llegó a Añazu (Santa
Cruz) la armada española que mandaba el almirante Solano, con doce navíos de
línea y ocho fragatas, llevando a su bordo varios regimientos y un tren de
batir destinados a América del Sur.
En este mismo año, el conde de la Cañada había armado en
corso una balandra que confió a la pericia del capitán don José de Armiaga, con
cuyo buque se recorría frecuentemente el canal que separa Canaria de Tenerife,
proponiéndose así ahuyentar los pequeños buques que con escasos medios de
ataque se acercaban a nuestras costas.
Esto no obstante, aquellos
aguerridos marinos se deslizaban sin ser vistos, entraban por sorpresa en los
puertos, se apoderaban de las naves mercantes, las saqueaban y les ponían
fuego, llegando su atrevimiento hasta hacer desembarcos por las playas más
indefensas y desiertas, talando los sembrados y esparciendo el espanto entre
sus moradores.
Estos trastornos, alarmas y
pérdidas cesaron al llegar en febrero de 1783 la noticia de que la paz se había
firmado en París el día 15 de enero y en Londres el 18, sin que en los tres
años que duró esta guerra intentasen los ingleses un ataque formal sobre las
islas. El marqués tuvo, pues, la satisfacción de conservar ilesa la integridad
del territorio isleño, aunque no se debiera a su buen deseo ni tampoco a su
pericia ni a su valor, sino a la indiferencia del enemigo que no se ocupó por
entonces de esta presa, donde era tan fácil enarbolar el pabellón británico
estando como estaban las islas sin tropas ni defensa alguna. El único lugar
fortificado era el puerto de Añazu n Chinech (Santa Cruz de Tenerife,)
circunstancia que de nada hubiera servido para el resto del Archipiélago si,
desgraciadamente, se hubiesen presentado las escuadras enemigas de la
metrópoli. (A. Millares T. 1977)
1795 Diciembre 20.
El obispo Don
Antonio de Tavira y Almazán estuvo en visita pastoral en La Orotava el 20 de
septiembre del año 1795. El teniente coronel Don José Rafael Benítez de Lugo y
Mesa, como marido y conjunta persona de Doña Andrea de Alzola y del Hoyo de
Ayala y Bethencourt, patrona de la ermita, vecinos de la villa, puso en manos
del obispo un memorial en que, apoyándose en las leyes que estaban en vigor y
en las concesiones de gracia iguales que había hecho el propio obispo, pidió
que se sirviera dispensarle la de que pudiera dejar libres los bienes
vinculados por el capitán Blas de Alzola, de los que era poseedora su mujer, de
la carga que los sujetaba a pagar los dos ducados de vellón antiguos a los
beneficiados de la iglesia de San Marcos para hacer la fiesta de San Juan en el
caso que no la hiciere el vecindario, y de otras imposiciones pías que los
gravaban, entre ellas la que puso el doctor Don Salvador Afonso, canónigo
magistral de la catedral de Canaria, sobre la casa de la plaza del lugar que
compró Doña Francisca de Alzola y Gallegos a los capitanes Andrés Luis Navarro
y Salvador Navarro de la Guarda
e incorporó al vínculo.
En atención a lo que representó y solicitó Benítez de Lugo vino en concederle el obispo la gracia de que pudiera redimir las imposiciones que mencionaba en el memorial exhibiendo los capitales correspondientes y pagando sus respectivas decursas con conocimiento e intervención de los interesados, los cuales habían de admitir la redención cuidando que se hicieran sin dilación nuevas imposiciones sobre bienes raíces ciertos y redituables bajo las seguridades y requisitos que liberasen la obra pía de todo perjuicio, y dio comisión al vicario de Ycod, ante quien debía exhibir los capitales, para el otorgamiento de los instrumentos y para que, por decreto judicial, mandase poner las notas correspondientes en los cuadrantes benefíciales a fin de que quedaran canceladas las imposiciones.
El expediente de
redención de la obligación de pagar dos ducados a los beneficiados con que
gravó el poseedor del vínculo para hacer la fiesta de San Juan si sucediere que
los vecinos y la cofradía, que debían celebrarla por ser el santo patrono de
las viñas, no la hicieren no se conserva, ni los de los tributos perpetuos de
un tostón por una misa rezada que había de decirse en su fiesta a la Virgen del Amparo y de una
dobla por dos misas a la Virgen
de la O, una en su
día y otra el siguiente, que pesaba sobre un pedazo de viña junto ala fuente de
Pedro Martín. El gran incendio del año 1798 abrasó la casa, quedando solamente
su suelo y materiales de albañilería. Medía «de frente ala calle Quarenta y un
pies y veinte y dos de Ancho, y de fondo Quarenta y ocho pies de frente
quarenta y sinco de Ancho; y su traspatio sesenta y seis pies de fondo y
quarenta y sinco de Ancho» y lindaba «p' el Naciente sitio de la cassa
ynsendiada de D'Nicolas Gor Domingues, p`el Ponla Plasa, por avajo solares que
Gosa el cap° D" Antonio de Alzola y D' Thomas de León, y por arriva cassa,
y sitio del presente css », que cra García de León y Esteves, Doña Andrea de
Alzola le vendió al presbítero Don Nicolás Lorenzo Delgado y Cáceres, comisario calificado del Santo Oficio, por
precio de cuatrocientos pesos corrientes siete reales y dos cuartos de vellón
antiguo y libre del censo a que estaba sujeta por cuanto se había redimido en
el año 1796 (A.H.P.S.C.T.: Libro 2.628, folios sin numerar). En el sitio de la
casa incendiada fabricó el comprador la de fachada neoclásica que dejó al
coronel de ingenieros Don Gonzalo de Lorenzo y Cáceres y perteneció a sus
sucesores hasta hace poco tiempo. (Espinosa de los Monteros y Moas, 2006)
1800. Un corsario inglés captura el barco de pesquería Nuestra Señora de Las Angustias, que regresaba a Chinech (Tenerife), frente mismo al puerto de La Aldea En este mismo contexto bélico, el comerciante Antonio Betancourt, escribe en su conocido diario que el 7 de noviembre de 1800 llegaron al puerto de Las Nieves, en un bote, la tripulación y pasajeros de un barco chino (entre otros el inquisidor don Cándido y tres hijos del Conde de la Vega Grande), que con bandera española, procedente de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) y con destino a la metrópoli, llevaba unos 300 prisioneros ingleses que se habían hecho, en estas aguas, con el control del buque: Se levantaron los ingleses y botaron una lancha a la mar y embarcaron al inquisidor y los hijos del conde, paje y algún otro pasajero (...) y los cuales llegaron al lugar de Gáldar, al puerto de las Nieves, con parte del equipaje, que el demás se lo llevaron los ingleses.
1800. Arucas, Tamaránt (G. Canaria).Ante la escasez de granos en la
zona, se intenta impedir la salida de partidas del mismo procedente del
Mayorazgo de Arucas hacía Chinet (Tenerife).
1800. Ángel García
nació en Igueste n Abikure (San Andrés) en
la isla de Chinech (Tenerife) en una casita blanca próxima al mar, en la que solía recalar con
su velero para aprovisionarse del manantial existente en la cueva del agua. Apodado
"Cabeza de Perro" presentaba los siguientes rasgos físicos: grueso y
rechoncho, de nariz chata, ojos pequeños y hundidos, boca larga con separados
dientes, cabello trigueño y cabeza muy abultada -a la vez que deforme- con
enormes protuberancias, razón por la cual usaba ceñidor y capucha de color
negro al objeto de cubrírsela. En el barrio de San Lázaro, en La Habana, poseía un verdadero
palacio cuyo aspecto exterior era el de una dulcería; por dentro, estaba
repleto de espejos y lámparas con incrustaciones de oro; las habitaciones se
comunicaban con puertas secretas que daban a los sótanos de la muerte donde su
fiel servidor, Plácido el Mulato, esperaba a sus víctimas; los cuartos estaban
llenos de arcas con los frutos de las rapiñas (dinero, alhajas, relojes,
etc...). Desde una vivienda situada frente a la pastelería, su hijo Luis
García, controlaba la entrada y salida de las personalidades (clientes) con los
que su padre se relacionaba en cuestiones de pillaje y negocios ocultos. En sus
desplazamientos hasta las costas africanas en busca de esclavos negros y naves
cargadas de marfil y maderas nobles, nunca atacó a las embarcaciones que
navegaban por aguas canarias, por el contrario, el Caribe constituyó su centro
de operaciones. El episodio más conocido del pirata fue el asalto que, desde su
barco insignia El Invencible, efectuó al bergantín El Audaz en su
recorrido desde La Habana
a Nueva York. En la refriega acuchilló a los tripulantes y pasajeros, excepto a
una mujer y a su hijo, quienes se habían escondido; no obstante, cuando ambos
fueron descubiertos los arrojó al mar, al tiempo que hundía el barco y
emprendía la retirada.
Afortunadamente, el velero
italiano Centauro los recogió y al relatar la odisea al capitán, éste le
mostró el retrato de Cabeza de Perro, reconociéndolo la señora como el autor de
aquella matanza. Según algunos autores, desde ese momento el pirata cambió de
actitud, ya que aquel llanto infantil le quedó grabado en su mente, de tal
manera, que el remordimiento no le permitía conciliar el sueño. Además, como
notaba que envejecía rápidamente, expresó a sus socios, personas de elevado
rango social, su deseo de abandonar la piratería e incluso entregarse a la
justicia, pero su hijo le disuadió, porque ello induciría a descubrirlos a todos.
Comenzó entonces a frecuentar la
Iglesia y entabló amistad con un clérigo, también oriundo de
Chinet (Tenerife), quien lo convenció para que regresara a su Isla natal,
tomando el pirata la decisión de volver de nuevo a su antigua casa en donde
dedicaría su tiempo a labrar la tierra y por las tardes se sentaría a observar
los barcos surcando la mar. Fue así como ataviado de indiano -traje blanco,
sombrero, anteojos de hombre respetable y acompañado por una cotorra- embarcó
en El Tritón. Durante la travesía no salió del camarote y solo al oír el
grito de tierra fue cuando subió a la cubierta para contemplar el Teide y su
casita de Igueste. Al llegar al puerto de Añazu n Chinech (Santa Cruz de
Tenerife) desembarcó totalmente transformado, ya que llevaba pantalones anchos
por encima de los tobillos, una chupa de grandes faldones, sombrero de guano de
a la ancha, un paraguas y una jaula con la cotorra; su feo aspecto fue motivo
de comentarios jocosos, a la vez que de burla por una multitud de chiquillos
-situación que el pirata rechazaba con el paraguas- lo que originó que aquellos
palanquines le tiraran piedras hasta dejarlo herido en el suelo. Cuando
llegaron los guardias para protegerlo, lo encontraron intentando defenderse con
un cuchillo, cuyo mango en forma de cabeza de perro, lo delató y fue
encarcelado. A partir de este episodio, pasó largo tiempo en el Castillo de
Paso Alto a la espera de la resolución de su condena. Entre tanto, se distraía
fumando y construyendo maquetas de barcos, sin hablar ni siquiera con sus
guardianes. Al conocerse la sentencia de su muerte nadie quiso perderse el
espectáculo de su traslado -a pie entre bayonetas- desde aquella fortaleza al
barrio del Cabo. En los instantes previos a la ejecución pidió un habano, donó
la maqueta de un bergantín a la
Virgen del Carmen y para demostrar su personalidad arrogante
hasta el final, se atavió un pañuelo rojo en la cabeza y lanzó una mirada y una
sonrisa irónica mientras recibía los disparos que acabaron con su vida. (José
Manuel Ledesma)
1800 Febrero
26.
Don Antonio Vázquez escribía: “yo, el escribano público
Antonio Vasques de esta isla de San Miguel de La Palma, por el Rey Nuestro
Señor, certifico, doy fe y verdadero testimonio cómo en el Estandarte Real que
tiene el Cabildo y el regimiento de esta isla, que se saca a las funciones
acostumbradas como es el día de la Santa Cruz de Mayo, Corpus Christi y el
Arcángel San Miguel, están por una parte de él las Armas Reales y por otra la Imagen del Señor San
Miguel….”
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