BELEN MARÍA.
Eduardo Pedro García Rodríguez
Belén María Sánchez Ojeda, una joven de 16 años mártir del Pueblo Canario.
Alguien
dijo que: “un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro” y no le faltaba
razón...
Hasta los nombres que una vez fueron llorados y
honrados por todo un pueblo en su dolor, corren el riesgo de desvanecerse con
el paso del tiempo y el nada inocente olvido para no significar apenas nada.
Mantener viva la memoria no significa andar reviviendo tragedias sino
incorporar aquellos episodios, hombres y mujeres, que una vez murieron
injustamente, a nuestro presente. Admitir que éste se construye también sobre
aquel pasado. Reconocerlo y de paso reconocernos. En esta modesta contribución
a ese necesario ejercicio, queremos recordar a Belén María, un nombre que para
los más jóvenes habitantes de Las Palmas de Gran Canaria y de Canarias en
general, quizás sólo sea el nombre de una Plaza pero que merece, sin duda,
formar parte de nuestra Memoria Histórica Canaria.
Belén María era la hija de uno de los estibadores
que participaba en las huelgas de portuarios de 1980, en huelga por su convenio
colectivo en un conflicto que duraba ya meses. Durante una de aquellas jornadas
de lucha, un 25 de julio, en el transcurso de una concentración pacífica, la
joven de 16 años fue atropellada por el conductor de un vehículo en un suceso
todavía no aclarado. El coche la arrastró más de sesenta metros pese a los
gritos de la gente rogándole que frenara. Tras más de un día ingresada, Belén
María falleció. Su cuerpo, en un ataúd cubierto por la bandera con las siete
estrellas verdes, fue velado por centenares de personas. La conmoción que
siguió a su muerte fue tal que acabó decantando la lucha del lado obrero. Toda
la isla fue un grito unánime.
Las manifestaciones de dolor y repulsa fueron
masivas en todo el Estado y la joven canaria acabó convirtiéndose en un símbolo
de todo un colectivo y unos ideales. La plaza donde todo ocurrió lleva su
nombre, aunque muchos no sepan por qué. (Tomado de: El enyesque).
Aquellos que participaron en la revuelta
recuerdan esa época de lucha. Eran tiempos de protestas y cambios, los
trabajadores portuarios pelearon contra la crisis y por sus puestos de trabajo.
Pero hasta el más radical reconoce que no hacía falta sangre inocente para
llegar a un acuerdo. Los estibadores necesitaban asegurar sus puestos, pero
estos no contaban con el apoyo necesario de las empresas.
“El Eco de Canarias emite el sábado 26 julio
de 1980 un mensaje que conmovió entrañas por doquier en estas islas atlánticas:
“Anoche en la clínica de Santa Catalina, donde se hallaba internada, en la UCI, falleció la joven Belén
María”. La Provincia
y su responsable de la sección del puerto, J.F. Fonte, guardan, sin embargo, un
significativo silencio ese mismo día ¿De motu proprio u obedeciendo órdenes
superiores? ¿O tal vez no estaban preparados ese día y les venció el factor
sorpresa? No lo sabemos.
Así dio la noticia la prensa canaria al día siguiente de haber sido asesinada
una niña de 16 años, hija de un portuario.
Los
trabajadores del Puerto de la Luz
llevaban varios meses de lucha obrera. La mejora de sus condiciones de trabajo,
pues la siniestralidad era bastante alta y la amenaza de la privatización de
varias empresas portuarias, eran las reivindicaciones de dichos trabajadores.
La
firma del convenio colectivo del sector en junio, refrendado por varias
empresas que atisbaba una pequeña luz de esperanza, quedó en nada con los
posteriores sucesos. La metrópoli aprueba un decreto, desoyendo a los
trabajadores de varios puertos del Estado. La UGT, como auténtico sindicato del gobierno actúa
como valedor de estas medidas recordando al Sindicato Vertical franquista.
Ante
los acontecimientos expuestos, las familias de los portuarios crean una junta
de apoyo a los trabajadores, con sentadas en la calle y encierros en la Iglesia del Carmen de la Isleta. El día 25 de
julio, cuando se manifestaban pacíficamente en Manuel Becerra, la Guardia Civil ordena
enérgicamente al conductor del Alfa Romeo, matrícula GC-9003-C, continuar la
marcha, a pesar de la presencia de los manifestantes. El resultado fue el
atropello de la joven Belén María que fue arrastrada setenta metros por el
coche.
Tras
este suceso, la Guardia
Civil que traída desde Almería para reprimir las
reivindicaciones, tenía órdenes de usar la fuerza, arremetió contra la gente,
hiriendo a otras cuatro personas, entre ellos un portuario que perdió un
ojo, por un bote de humo lanzado por las fuerzas represoras.
El
posterior entierro fue un ejemplo de serenidad y civismo de la clase
trabajadora dada cita allí. Fue un entierro multitudinario y sentido, donde un
trabajador lloraba a su hija y los portuarios, junto a la clase trabajadora en
general, lloraban a su mártir, enterrada con la bandera canaria: “Así los
revolucionarios tienen al Che Guevara, los creyentes del Nuevo Testamento a
Jesús el Cristo, los seguidores del romanticismo ideal a Alfonsina Storni, los
aborígenes latinoamericanos alzados a Tupac-Amaru, los supervivientes del rock
a John Lennon, los partidarios del espartaquismo redentor a Rosa Luxemburgo,
los canarios libres a Tanausú (…) De la misma manera, como símbolo de virtud y
abnegación, Belén María vive en el corazón de los portuarios de bien”.
Monumento dedicado
a Belén María
Belén
María Sánchez Ojeda, Poesías y comentarios, escrito meses antes de morir.
“Se
me va el tiempo de las manos, rápidamente, sin darme absoluta cuenta. Y me da
miedo, pena. Pues la vida es tan bella y a la vez tan malvada. Son éstos unos
años lindos, jóvenes y llenos de vida. Se despiertan en mí miles de
sentimientos y deseos de vivir. Voy a cumplir 16 años, y me parece incierto.
Pero es real. Me siento joven y me gustaría sentirme siempre así. Llena de
ansias, pasiones, ganas de amar; compartirme con los demás y hacer trizas el
odio. Pero la vida pasa de improviso. Y yo quiero vivir. Vivir al máximo mi
vida. Cada minuto, cada instante. Y marcar páginas en mi corazón, porque mi
vida es mía, sólo mía y nadie puede vivirla por mí”. (Juan Antonio Delgado
Santana, 2000)
Marzo de 2013.
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