Eduardo Pedro García Rodriguez
1597 Abril 14.
Francisco de Ceniceros toma
posesión del obispado de la secta católica en la colonia de Canarias.
“Fue sucesor [de don Fernando
Figueroa] don Francisco Martínez Ceniceros, hijo de nobles padres. [...]
Nombróle Felipe II para el obispado de Canaria en 1596. Pasó a su iglesia, de
la que tomó posesión el día 14 de abril de 1597.
Dos años después, esto es, en
1599, cuando entraron a mano armada los holandeses en aquella isla, don
Francisco Martínez, imitando el denuedo de don Fernando de Figueroa, su
antecesor, mostró más valor y constancia de ánimo que habían mostrado todos
aquellos otros obispos en los decantados pleitos de Agüimes. Con efecto, este
prelado se multiplicó por todas partes en cierto modo, atendiendo no sólo a la
custodia de los vasos y ornamentos sagrados, que se llevaron la tierra adentro,
y al resguardo de las religiosas y doncellas, sino también a la defensa del
país, presentándose armado al enemigo, con el clero secular y regular, para
impedir el desembarco. Sin embargo, tuvo el dolor de ver arder su propio
palacio, el convento de Santo Domingo, el monasterio de bernardas, la iglesia
de los padres franciscos, etc.
Rechazado en fin el enemigo y
reparado en lo posible el daño de la ciudad de Las Palmas, emprendió don
Francisco Martínez la visita general del obispado, una de las más santas y
útiles de que hay memoria y de cuyos respetables vestigios el ilustrísimo Murga
se hacía lenguas. Sus estatutos y saludables mandatos fueron la norma que este
prelado confiesa haber seguido para sus Constituciones sinodales. A él le
debieron las obras pías y testamentos su puntual observancia, la jurisdicción
eclesiástica su vigor, el estatuto de limpieza de su iglesia su noble
integridad. Así, ¿qué mucho sería que le sobrasen émulos? Varón célebre y
hombre preeminente le llama Cairasco. [...]”(Viera y Clavijo, 1991)
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