TOMADO DEL LIBRO: EL MENCEYATO DE TEGUESTE: APUNTES PARA SU HISTORIA
Eduardo Pedro García Rodríguez
CAPITULO VI-V
TEJINA DE TEGUESTE
Industria
En 1948 se ponen en marcha las destilerías que
llevan el nombre de San Bartolomé, el patrón de Tejina que en cada agosto recibe de los vecinos la ofrenda alzada
de los corazones. Los gestores de esa forma animaron a los propietarios de
terrenos para que fueran acostando al pie del surco los trozos de caña. La
compra de la cosecha, al peso, se hizo sin reparos, y se empezó a moler en un
improvisado trapiche, que instalan junto al hoy instituto que lleva el nombre
del científico Antonio González y del que muy pronto se trasladan al actual
emplazamiento, en el camino hacia La Barranquera.
Primero hicieron azúcar moreno y miel de caña.
Luego vendría el ron, el blanco y ambarino néctar, que calienta más que la
parra y tiene una medida diferente a la del vino.
Grandes y chicos trabajaban en los momentos de
mayor exigencia. Después del corte llega el rito alegre de cargar los camiones
y echarse un cacho de caña a la boca, para recuperar fuerzas y calmar la
amargura del trabajo. Manuel de León, clarinete de la Banda Municipal de
Música de Santa Cruz de Tenerife, iba con su padre a la finca de la familia del
catedrático Agustín Cabrera, que tenían a medias, y de la que había que sacar
todo el provecho. “Los más chicos nos ocupábamos en recoger las hojas, con las
que se alimentaba a las vacas, y lo que estaba seco se empleaba como cama para
sacar el estiércol”. El mejor momento llegaba en la tarde, cuando se repetía el
rito de correr tras el camión hasta guindarse de sus tablas, haciendo
filigranas entre nubes de polvo y baches, para coger una caña que chupar hasta
que el bagazo decía basta.
Destilerías de San Bartolomé llegó a recibir 6
millones de kilos anuales, hasta que en 1984 se dejó de plantar. Unos años
antes se había perdido el mercado africano, al que se enviaba el producto a
granel en barricas. La
Guinea Española y el Sáhara eran fieles y excelentes
consumidores del producto. La melaza sudafricana vino a sustituir al líquido
fuente de alcohol que se venía cosechando en suelo isleño. Allá se cultiva en
fincas que se pierden en el horizonte y que hay que recorrer en avión.
San Bartolomé se ha reafirmado comercialmente
bajo su denominación Cocal. La modernización en el sistema de embotellar llegó
a la fábrica, que inicialmente requería 30 personas para sacar 300 cajas al
día, y en la que hoy con tres operarios consigue 15.000 botellas a la hora.
(Zenaido Hernandez)
Cooperativa agrícola de Tejina
En octubre de 1947 se
aprobaban los estatutos y se nombraba la primera Junta Rectora de la Sociedad Cooperativa
Agrícola Cosecheros de Tejina,
inscrita con el número 3.137 del Registro Oficial de Cooperativas. La formaban
Don Manuel Hernández González, Don José Hernández González, Don Andrés
Hernández González, Don Narciso González González, Don Manuel Hernández
González, Don Marcelino Hernández González, Don Gregorio González Rodríguez y
Don José González Rodríguez.
Desde entonces han pasado
sesenta años, y la entidad ha querido conmemorar dicho aniversario con la
elaboración de una investigación en la que se analice su evolución histórica,
desde sus inicios hasta la actualidad. Un estudio en el que se ponga de
manifiesto la importancia de la Sociedad Cooperativa Cosecheros de Tejina, no
sólo desde el punto de vista económico de los socios que la integran y la han
integrado, sino, también, del sector agrario canario. Por otra parte, no menos
importante, la Cooperativa
es mucho más que una empresa generadora de riqueza y empleo en la comarca en la
que opera (Punta del Hidalgo, Bajamar, Valle Guerra, Tejina y Tegueste), se
trata de un ejemplo de emprendiduría cuya proyección, cuya imbricación social,
no se le escapa a nadie y merece ser resaltado.
Esta publicación
conmemorativa ha sido estructurada en siete capítulos. Se ha optado por
realizar un análisis temporal y no temático.
Las distintas secciones y
apartados del texto responden a los hechos y circunstancias más relevantes que
han influido en el devenir de la cooperativa durante los sesenta años de su
historia.
En el capítulo inicial, “Los
primeros pasos, 1947-1950”, se estudia la formación de esta entidad agraria
atendiendo al contexto socioeconómico de ese momento. La cooperativa se fundó
en 1947, recién terminada la
Segunda Guerra Mundial que tan graves consecuencias había
ocasionado al sector agroexportador isleño. Ahora bien, las dificultades para
la actividad agrícola canaria ya venían desde mucho antes –crack de 1929, Guerra
Civil, Autarquía…– Todas estas circunstancias, a buen seguro que fueron
motivaciones más que suficientes, para que un grupo de agricultores tomateros
de Tejina decidieran unir sus
fuerzas con el fin de hacer frente a estas
dificultades y posibilitar un
futuro algo más halagüeño.
El segundo capítulo, “La
primera gran expansión, 1950-1960”, viene referido al posterior crecimiento
que experimentó Cosecheros de Tejina
con la incorporación de nuevos socios, ya que durante ese decenio se pasó de 33
a 244. Pero este proceso trajo consigo aparejado un cambio de actividad
principal, con el inicio de la comercialización de plátanos en sustitución de
las exportaciones de tomates. Todo ello provocó importantes reajustes en sus
estructuras productivas y organizativas para adaptarse a la nueva realidad a la
que tenía que hacer frente.
Durante los años sesenta, la Cooperativa, lejos de
estancarse en sus primitivos orígenes, continuó con la introducción de
innovaciones en su entramado institucional. Así, uno de los hitos más
destacados de esta época fue la constitución de una sección de crédito que,
además, actuaría como sucursal de la Caja Rural Provincial fundada en 1962.
Por tanto, a las mejoras
introducidas en la comercialización y en el suministro de inputs, la Sociedad también
proporcionaba a sus asociados servicios financieros, convirtiéndose así en “Cooperativa
Agrícola y Caja Rural Cosecheros de Tejina”.
La década siguiente podemos
caracterizarla como “Una etapa de transición” en la que la Cooperativa amplió el
número de socios, al tiempo que extendía su ámbito de actuación fuera de
la localidad de origen. En esta época también se produjeron importantes
cambios en el sector platanero, que, indudablemente, tuvieron su impacto
sobre la actividad de la entidad. Asimismo, se procedía a la
diversificación de la gama de productos agrícolas que comercializaba con
la creación de la sección de hortalizas. Todo este proceso condujo a la
consolidación de Cosecheros de Tejina,
siendo una buena prueba de ello el incremento sustancial de las ventas del
almacén.
Los años ochenta y los
comienzos del decenio posterior fueron testigos de una nueva expansión de las
actividades de la entidad, de ahí que el capítulo correspondiente se titule, “Plátanos,
hortalizas y flores”.
Efectivamente, a las dos
secciones constituidas en el seno de la Cooperativa, se añadía ahora la de flores y
plantas ornamentales. Esta nueva faceta de la comercialización abría
perspectivas novedosas para la oferta exportadora, más aun si tenemos en cuenta
el paulatino debilitamiento de los envíos de plátanos. Por su parte, la sección
de hortalizas y otras frutas, cuyo destino era, fundamentalmente, el mercado
interno, continuó consolidándose. El resultado final fue un nuevo incremento de
los asociados y, por ende, de los suministros que proporcionaba el almacén.
Esta circunstancia implicó una ampliación de las instalaciones de Cosecheros de
Tejina para poder atender la demanda creciente de sus miembros. Y todo ello
ocurría en una de las etapas de mayor incertidumbre para el agro insular, como
consecuencia del proceso de integración de Canarias en la Comunidad Económica
Europea y la creación del Estado de las Autonomías en España.
La modificación del
protocolo de adhesión del Archipiélago al Mercado Común en 1992, significó la
plena integración de las Islas en la Unión Europea. El Poseican y la reforma de la Pac proporcionaron un nuevo
escenario para el conjunto de la agricultura canaria y, claro está, para la Cooperativa. Ante
esta nueva coyuntura, no se
amedrentaron, más bien al
contrario, decidieron transformar sus estructuras y afrontar el reto. Para ello
se modificaron sus antiguas secciones, con el fin de convertirse en
Organizaciones de Productores.
Sin embargo, ello no fue
óbice para que la entidad atravesara una de sus etapas más complicadas, debido
al deterioro de la actividad agrícola de las Islas, en general, y de sus
socios, en particular.
En el capítulo final, que
hemos titulado “La
Cooperativa de hoy y del futuro”, se pone de
manifiesto cómo la entidad ha puesto en marcha una serie de reformas
internas que le permitirán, a buen seguro, superar las dificultades
citadas anteriormente y encarar con grandes expectativas el porvenir
inmediato. Pero, quizás lo más importante es que esta reestructuración se
esté realizando sin abandonar los principios fundacionales de Cosecheros de Tejina, que desde sus inicios le han
permitido afrontar todos los retos a los que han tenido que hacer frente desde
1947.
No quisiéramos terminar
estas páginas sin hacer constar una serie de merecidos agradecimientos. En
primer término, a la
Junta Rectora de la Sociedad Cooperativa
Agrícola Cosecheros de Tejina, que
confió en este equipo de investigadores de la Universidad de La Laguna para la realización
de este libro conmemorativo. Queremos destacar también el apoyo prestado por el
personal administrativo de la entidad, y en particular de Don Hernán Tejera
Oval, de Doña Jacinta González Hernández y de Doña María José González
González, que siempre atendieron, de manera solícita y sin perder el buen
ánimo, nuestras peticiones de información. Y como no, a los socios de la Cooperativa, que son
el principal activo de la misma, por haber creído en este proyecto. En
particular queremos expresar nuestra gratitud a los herederos de Don Andrés
Hernández González, a Don Antonio Miguel Rodríguez Acosta y su esposa Doña
María del Carmen Hernández González, y a Don Pedro Adrián Bello, historia viva
de la Sociedad,
por el tiempo que nos dedicaron para la realización de unas entrevistas que, sin
lugar a dudas, han contribuido a enriquecer de manera sustancial el texto que
ahora se presenta.(Tomado de: Pasado y
futuro de la agricultura en la comarca 60 aniversario).
Industrias agro alimetaria
Cosecheros de Tejina, primera empresa canaria en obtener el sello RUP en rosas y strelitzias
Anteriormente, esta cooperativa- en su búsqueda
por crecer y mejorar su producción para adaptarse a los cambios y a las
exigencias dentro de los mercados locales y de terceros países- se le había
otorgado la utilización de este sello en el área hortofrutícola, concretamente,
en: Papaya, aguacates, calabacines, melón, pepinos y pimientos dulces entre
otros. En respuesta a si los consumidores canarios conocen este símbolo, Tejera
respondió que “existe un gran desconocimiento de lo que significa este
distintivo. Por eso es importante que se realicen campañas informativas para
que den a conocer que las producciones que lo lleven son netamente canarias y,
que con ello, se están incentivando los productos locales y la rentabilidad de
quienes trabajan en el sector agropecuario, y por tanto, a una parte de la
economía canaria”.
En Tejina
como en todo territorio dedicado a la agricultura, el agua es fundamenta, es un
bien sagrado, que en ocasiones no sabemos aprovechar, situación que para Tejina refleja el Doctor en geografía y
ex Consejero de Agricultura del Cabildo colonial de Tenerife Vladimiro
Rodríguez Brito en un interesante articulo publica en Diciembre de 2012, el cual
reproducimos a continuación;
“Vivimos en una sociedad con poca memoria. Solo
miramos por lo inmediato, lo coyuntural. No le damos ningún valor a lo pequeño,
lo local, lo nuestro, el esfuerzo, el trabajo; solo prestamos atención a lo
virtual, “la modernidad”, sin raíces, sin mirar hacia atrás a nuestra historia,
a nuestra cultura.
Tejina se
sitúa en la zona de contacto de los materiales antiguos de Anaga y las lavas recientes que cubren el valle de Tegueste. Allí, junto a una pequeña
fuente que aflora donde el barranco de Agua de Dios abrió una ventana en el
cauce, nació el pueblo de Tejina.
En los inicios del siglo XX se construyeron
primero una acequia de tierra y luego de mampostería para alimentar charcas de
barro entre el barranco y la zona de Porlier. Esos precarios depósitos de agua
para regar fueron construidos bajo la dirección de maestros venidos de Tamaraceite y San Lorenzo, en la vecina
isla de Tamarán.
En años posteriores, se construyó una presa de
mampostería gracias a una sociedad de regantes del barranco, con su
correspondiente canalización hacia la costa de Tejina y Valle de Guerra, implantándose cultivos de tomates,
plátanos y otros regadíos de la zona. En los años treinta del pasado siglo,
llegaron a la zona importantes caudales de las galerías procedentes del valle
de Güímar por el canal de Araca y posteriormente Río Portezuelo.
Gracias a ello, la comarca se convirtió en uno de los emporios más importantes
en el cultivo de tomates y plátanos de Tenerife.
La crisis de valores del mundo agrario que hemos
sufrido en las últimas décadas ha dejado gran parte de las infraestructuras
agrarias infravaloradas o infrautilizadas: la presa cargada de sedimentos,
algunos canales en estado ruinoso, charcas de barro en abandono.
La cultura agraria ha perdido totalmente su
valor, y la sociedad vive de espaldas al entorno donde se asienta. Es
incomprensible que hace apenas dos meses hubiera serios problemas ante la falta
de agua de riego en la zona. El agua de algunos pozos es de una calidad muy
problemática.
A ello se suma que en estos momentos agua de
buena calidad corra por el barranco hacia el mar, olvidando las importantes
infraestructuras de aprovechamiento construidas cuando éramos pobres.
Mientras, amplias fincas y estanques carecen de
actividad agraria, tierras balutas al fin y al cabo, con una tasa de paro muy
preocupante y sufrimos limitaciones en el suministro de alimentos frescos.
Tenemos una grave falta de cultura agraria; las instituciones y el sistema
educativo y formativo tienen mucho que hacer.
Hemos de recuperar una cultura del ayer que puede
alumbrar el mañana; tenemos en Tejina
numerosos maestros, como don Domingo González, que son una biblioteca de la
historia y la cultura y sobre todo del conocimiento del medio.
Los duros caminos que han abierto los tejineros
en tiempos no tan lejanos parece que tendremos que volver a abrirlos, cortando
y limpiando de zarzas y pese a la burocracia alejada de la realidad.
La producción de alimentos y la cultura de la
tierra nos obligan a optimizar cuantos recursos tenemos en las Islas. Lo que
está ocurriendo en la costa de Tejina
y otros puntos de las Islas nos obliga a recordar el famoso proverbio chino
atribuido a Confucio sobre enseñar a pescar de hace ya más de dos mil
quinientos años.
El estado de los canales y estanques abandonados,
con el agua de los barrancos terminando en el mar, nos indica que algo funciona
mal en nuestra tierra; hasta hace unos años esto era un vergel agrícola. Hemos
de reconducir esta situación. El sudor de la frente, el trabajo y la sabiduría
popular son una alternativa al paro y a las tierras abandonadas.
Hagamos de esta tierra un pueblo socialmente más
justo y ambientalmente más sostenible. Gracias, don Domingo.” (W. Rodríguez
Brito)
Al pasar por la carretera que lleva de la ciudad de La Laguna al barrio de Bajamar
(TF-13), a la altura de Tejina,
se puede observar cómo el embalse que hay en el barranco de la salida del
pueblo vierte agua a través de una
tajea que hace de rebosadero. Luego corre barranco abajo hacia la costa, donde se pierde en el mar.
Como éste caso hay otros tantos en Tenerife,
situaciones en las que la capacidad de
almacenaje se deja de lado en beneficio de la gestión de galerías que
pertenecen a sociedades privadas. La entidad Balten, del Cabildo de
Tenerife, embalsa agua sobrante en diversas charcas cuyas obras se financiaron
con dinero público, pero que suelen albergar el excedente de galerías privadas.
Luego, en épocas de estío,
cuando el agua de riego se hace más necesaria, nadie se acuerda de aquellos metros cúbicos que discurrieron
barranco abajo por Tejina u otros
sitios de la isla. ¿Es bueno prepararse
para tiempos de sequía? (Rafael González).
Feria de Artesanía "Artejina"
Se celebra la primera semana de Junio en la Plaza de la Iglesia de Tejina y en el Complejo parroquial donde reúne a más de cien artesanos de las islas. Es una de las más completas de Canarias y solo se expone artesanía canaria pura.
Una desaladora para
Tejina
La sequía, el exceso de flúor en el agua de
consumo y la subida del precio del caudal procedente de las galerías y los
pozos de la Isla
han obligado al Cabildo de Tenerife a acelerar el proyecto para la construcción
de una planta desaladora en Tejina.
Es la principal solución que propone la Corporación insular para suplir la carencia de
agua de riego en el nordeste del municipio que amenaza en la actualidad los
cultivos de más de 2.000 agricultores.
El Cabildo de Tenerife ha
sacado a información pública tanto la planta de desalación de agua de mar de Tejina, para la que hay una primera
partida de 5,5 millones de euros, como la red de riego y mejora de la planta
depuradora de esta zona del municipio, con una partida de 8,1 millones de
euros.
Ambas infraestructuras
permitirán aumentar los caudales de los que dispone el municipio tanto para el
riego de fincas, parques y jardines, como para el agua del grifo para los
vecinos. El agua desalada abastecería a las cosechas y las viviendas, mientras
que las aguas residuales tratadas servirían para la vegetación de los espacios
públicos.
La desaladora de Valle de Guerra lleva más de una década entre los planes del Consejo Insular de Aguas, órgano dependiente del Cabildo. En 2001, impulsar esta obra era visto como la "única manera" de garantizar el abastecimiento y el suministro de agua para uso urbano, agrícola y turístico. Su instalación estaba prevista sobre la plataforma costera lagunera a 12 metros de altitud.
La desaladora de Valle de Guerra lleva más de una década entre los planes del Consejo Insular de Aguas, órgano dependiente del Cabildo. En 2001, impulsar esta obra era visto como la "única manera" de garantizar el abastecimiento y el suministro de agua para uso urbano, agrícola y turístico. Su instalación estaba prevista sobre la plataforma costera lagunera a 12 metros de altitud.
Sin embargo, su construcción
se ha ido retrasando hasta que ahora el invierno más seco de los últimos 60
años y las llamadas de alerta de los agricultores de La Laguna han obligado a la Corporación insular a
retomar el proyecto.
La capacidad de desalación
de esta estación será de 5.000 metros cúbicos (dos piscinas olímpicas) de agua
de mar al día y se prevé que se puedan ampliar hasta 10.000 metros cúbicos al
día en un futuro. Esta agua se elevará hasta Finca El Pico para abastecer a Tejina, Valle de Guerra y Bajamar, y
luego se elevaría hasta el casco de La Laguna y llegaría también a los municipios
vecinos de Tacoronte y Tegueste.
Según el proyecto, son
varias las razones por la que el nordeste precisa de forma urgente esta
instalación. En primer lugar figura la sobreexplotación del acuífero de la Isla. "La extracción
supera a la recarga útil por infiltración, lo que obliga a realizar obras de
reperforazión de las galerías para el mantenimiento de los caudales. Esta
necesidad de inversiones periódicas se deriva en una disminución de la
rentabilidad de los aprovechamientos, un aumento del precio del agua y un
empeoramiento de su calidad", señala el informe.
Ante esta situación, la
tendencia en los últimos años ha sido aumentar la explotación de los pozos
costeros. "Sin embargo, ya es tan alta que la solución ya no puede venir
de este tipo de explotaciones". Además, el documento precisa que "el
excesivo bombeo de algunos pozos ocasiona la intrusión de agua de mar con la
consiguiente pérdida de calidad".
Embalses
De ahí que la gran solución sea la obtención de agua desalada a través de una planta propia en el lugar que permita incrementar el caudal del servicio con agua de calidad tanto para la agricultura y la ganadería como para el consumo humano. (Laura Docampo).
De ahí que la gran solución sea la obtención de agua desalada a través de una planta propia en el lugar que permita incrementar el caudal del servicio con agua de calidad tanto para la agricultura y la ganadería como para el consumo humano. (Laura Docampo).
Molinos de gofio
En Tejina afortunadamente aún quedan dos molinos de gofio
establecimientos conocidos y con tanta tradición como el Molino de Gofio Raúl y
el Molino de Gofio Doñana, una visita a estos molinos a cualquier hora del día
deja claro que el consumo de gofio sigue siendo muy apreciado.
La capacidad emprendedora de
los tejineros de pone de manifiesto también en esta actividad, con la
renovación de esta industria, diversificando la oferta de productos elaborados
en sus instalaciones, las calidades y cualidades del producto se han ido
diversificando hasta adaptarse en los últimos años a las nuevas necesidades de
los consumidores. En su carta aparecen combinaciones de todo tipo, desde el
tradicional de trigo hasta otras mezclas como el de millo; el de trigo, millo y
cebada; el gofio de régimen; las harinas de repostería; y hasta un gofio
realizado con cinco cereales y dos legumbres.
“Los
cambios en los hábitos alimentarios han
provocado que su demanda y consumo corresponda más a una cuestión de “memoria
colectiva”, que a una necesidad y apetito por él. Paradójicamente, si bien es
cierto que el consumo local desciende y como consecuencia de ello y de otros
factores, cierran un número importante de molinos en las islas, no es menos
cierto que a la par y como producto del proceso de globalización y del ingenio
de algunos de estos empresarios molineros, éstos han extendido su influencia e
incrementado su producción en nuevos mercados y creado nuevos consumidores
foráneos. En la actualidad, el consumo del gofio ha dejado de ser patrimonio de
consumidores locales y rurales para serlo de otros más globales y urbanos,
pasando de ser un elemento esencial en la alimentación diaria en el ámbito
doméstico a un consumo más esporádico y prácticamente fuera de casa, con
excepción de los momentos festivos.
Con la aparición de estos
nuevos consumidores urbanos, se crean en cierta medida unas
nuevas relaciones entre el
campo y la ciudad, de modo que el “consumo de gofio” en los establecimientos de
restauración, evoca de alguna forma la vinculación con la tierra, con “lo
nuestro”.
En la variedad está el
gusto
En la actualidad, existe
una gran diversidad de tipos de gofio que se ha incrementado tanto como la
capacidad de los molinos de producirlos.
Y es que, aunque los
ingredientes sean más o menos los mismos en la mayoría de los molinos, en su
elaboración influyen múltiples factores: el grado de tueste que se le dé al
grano, la cantidad de sal que se añada, la separación de las muelas en el
momento de la molturación, la fórmula de proporción de granos (cereales o
legumbres), entre otros. La combinación de cualquiera de estos elementos es lo
que hace que cada molino sea en
sí un laboratorio con sus
propias “fórmulas magistrales”.
Algunas de ellas pertenecen
al patrimonio familiar y otras son producto del ingenio del molinero o
molinera.
De esta manera, cada molino
proporciona al gofio características diferentes según sea la
presencia mayor o menor de
unos u otros elementos que intervienen en las mezclas y las
exigencias de la clientela:
un color más o menos tostado, un sabor más o menos equilibrado, así como una
textura agradable al paladar. Ello es debido a que, aunque los molinos son
pequeñas o medianas industrias, la elaboración del gofio sigue siendo una
actividad artesanal.” (Alberto García
Quesada).
La mediana y pequeña
industria en Tejina esta en auge no sólo para atender las necesidades
locales sino que además prestan sus servicios en otros punto de la isla, así
tenemos multitud empresas transformadoras de productos agrícolas, de talleres
de mecánica del automóvil, carpinterías de aluminio y madera, gasolineras,
empresas de construcción etc., etc.
Tradición molinera en
Tejina
A Jesús Hernández Alonso,
Suso, como es conocido en Tejina, el
oficio de molinero le viene de atrás. Desde la época de su tatarabuelo materno
existía un molino de viento en la zona de El Ramal.
De allí pasó a la zona
cercana a la presa que va hacia Bajamar, y se movía con agua “cuando los
inviernos eran inviernos”. En Tejina,
su abuelo regentó el molino y utilizaba un motor de gasoil, hasta que en 1948
llegó la electricidad al pueblo. Los motores eléctricos de entonces siguen
funcionando hoy en el molino de gofio.
Este año se cumplen 15 años
en los que Jesús lleva regentando el Molino de gofio Raúl (así es como se
llamaba su padre) y en el que junto a él trabajan otras dos personas más.
Lo que distingue a este
molino es que en él el gofio que se produce (en sus diferentes variedades
–trigo, millo, trigo y millo, cinco cereales, de garbanzo…) se refina dos
veces, lo que se nota mucho en el sabor. El negocio funciona a través del boca
a boca y su propietario afirma que “no hay problemas con la competencia”, al
referirse al otro molino que hay en Tejina,
“porque cada uno mantiene su calidad, su clientela, y en general existe buena
comunicación”.
Cierto es que la actual
crisis alimentaria se está notando en la venta diaria del molino, además de que
la edad media de los consumidores de gofio es superior a los 65 años.
Este molino está vinculado
a la Asociación
de Productores de Gofio de Canarias, y su propietario reconoce que hay bastante
desunión entre los productores, sobre todo los molineros que envasan gofio
están “muy condicionados por los precios que imponen las
grandes superficies”,
motivo por el cual reclama una mayor unión entre los molineros.
El futuro, lo ve “un poco
incierto, pero no creo que vayamos a desaparecer”, al tiempo que cree necesario
“un apoyo real de las instituciones”. (Alberto
García Quesada)
Equipamientos sociales
Tenencia de Alcaldía de Tejina. En marzo de 2008 el
Ayuntamiento de La Laguna
acometió obras de acondicionamiento de las instalaciones.
Para ello, el entonces
concejal de zona, Juan Antonio Alonso, y la edil de Obras e Infraestructuras,
Aymara Calero, comprobaron estuvieron al frente de estas labores, que persiguen
mejorar las condiciones en las que se presta este servicio administrativo del
ayuntamiento a los pueblos de Tejina,
Bajamar y Punta del Hidalgo.
El sábado
13 de marzo de 2012 abrió sus puertas el nuevo Centro Ciudadano del pueblo de Tejina, un nuevo y moderno lugar de
encuentro para todos los tejineros.
Este Centro Ciudadano cuenta con un ambicioso
equipamiento comunitario, de diseño arquitectónico vanguardista, que cuenta con
una superficie útil de 765 metros cuadrados distribuidos en tres alturas. Está
situado entre las calles Venecia, Paulino Sanz y la carretera general, ocupando
la parcela del antiguo ambulatorio situado a la entrada al pueblo.
El citado centro dispone de tres plantas y tiene
un carácter multifuncional, de manera que personas de todas las edades puedan
disfrutar de sus prestaciones, pudiendo acoger de manera simultánea actividades
de ocio y tiempo libre, cursos y talleres o reuniones de colectivos sociales,
entre otras actividades.
En la planta baja se ubica el salón de actos con
capacidad para 104 personas, un aula para los diferentes colectivos ciudadanos,
dotada con dos equipos informáticos, una sala de encuentro, así como el puesto
del dinamizador responsable del centro.
En la primera planta se encuentran cuatro aulas
de formación para adultos, además de un aula infantil o ludoteca, con acceso
independiente, que está dotada con mobiliario y baños adaptados para niños y su
propio espacio exterior para el juego con pavimento de caucho exterior.
La segunda planta dispone de dos aulas más,
además de una sala de estudios, con ordenadores y acceso a Internet, y de una
terraza exterior preparada para actividades al aire libre con una superficie de
70 metros cuadrados.
Centro
de Salud de Tejina
La
Consejería de Sanidad y
Consumo del Gobierno de Canarias inició la prestación sanitaria en el nuevo
Centro de Salud de Tejina, en lo que
al área de urgencias se refiere, estando prevista la apertura definitiva para
este lunes, 11 de noviembre.
El centro está situado en la
carretera general y tiene previsto atender a unos 10.201 usuarios, de los que
8.377 son adultos y 1.824 pacientes pediátricos.
Se trata de un inmueble de
cuatro alturas, que ocupa una superficie de 3.131 metros cuadrados y que contó
con un presupuesto para su ejecución global de 1.527.696 euros.
La planta baja está
destinada a la entrada de ambulancias, el área de urgencias, la sala de
educación maternal, sala de curas y otra de extracción de muestras. Además,
albergará dos consultas polivalentes, sala de observación, área para médicos,
una sala de fisioterapia y zona administrativa.
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