FEMÉRIDES DE
LA NACIÓN CANARIA
UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS
ÉPOCA COLONIAL: SIGLO XVII
DECADA 1581-1590
CAPITULO XIII-VIII
Eduardo Pedro García Rodríguez
1585. Chinech (Tenerife)
pasa a sumar un total de 20.350 habitantes que venían a suponer nada menos que
el 52 por ciento del total de la colonia.
Como se puede apreciar se
mantiene el crecimiento rápido pero se percibe una ligera tendencia a
ralentizarse debido a las calamidades de todo tipo que se abatieron sobre los
colonos e isleños. Destacan en primer lugar las epidemias de 1568, 1578 y 1582.
Especialmente dura fue esta última que originó nada menos que 9.000
defunciones.
La densidad también asciende
situándose en estos años en 10,5 habitantes por kilómetro cuadrado y la
población se distribuye de la siguiente forma: el 32 por ciento de los
tinerfeños viven en Eguerew (La
Laguna). El resto se distribuye en localidades importantes
como La Orotava,
Garachico, Icod y el conjunto formado por El Sauzal, Tacoronte, La Victoria, Acentejo y diez
enclaves urbanos de población concentrada.
1585. La isla Benahuare (La Palma) contaba con 11 pilas bautismales de la
secta católica y 5.580 habitantes que suponían el 15,1 por ciento del conjunto
de la colonia, así como de una densidad de 8,83 habitantes por kilómetro
cuadrado. Estas cifras son tanto más significativas si nos detenemos a analizar
adversidades como las erupciones volcánicas del 20-V-1585 de 84 días de
duración debido a las cuales se produjeron incendios del bosque y de las
cosechas pereciendo el ganado por asfixia, las incursiones piráticas, las
levas, epidemias de pestilencia y constantes salidas de vecinos hacia América
que no propiciaban una evolución aun ritmo más firme.
El poblamiento de Benahuare (La Palma) estaba polarizado
básicamente en su capital. Por ello llegó en algún momento a contar con más de
la mitad de los efectivos insulares.
El resto de los habitantes se
distribuían entre unas 12 localidades. En el norte de Benahuare (La Palma) descollaba la Villa de San Andrés con 750
almas. La sigue en importancia Los Llanos con 350 habitantes. Desde mediados
del dieciséis ya eran conocidos los caseríos de Las Breñas, Buenavista,
Puntallana, Tijarafe, Mazo, Garafía, Puntagorda y Fuencaliente. Muchos de estos
núcleos deben su origen a los ingenios azucareros implantados por los
colonizadores.
1585.
Digno de mención es también en el
orden político el intento secesionista que del mando centralizado en la isla de
Tenerife hizo la de La Palma
en 1585. Para ello solicitó del Rey que se hiciese por la Real Audiencia
pública información sobre las utilidades y ventajas de tal reforma política, y
aunque la Corona
española accedió a ello, admitiendo más tarde a participar en la información a
la isla de Tenerife, pudo soslayarse tal pretensión siguiendo vinculada en su
gobierno a esta última isla (A. C. T.: Reales Cédulas, leg. 9, núm. 43. La isla de Tenerife se opuso por medio de su
mensajero Francisco Valcárcel, alférez mayor, a tal pretensión de La Palma, impugnándola y
rogando a la Corona
que suspendiese la información.) La
Palma se gobernaba por medio de los tenientes de gobernador
nombrados para ella por los titulares de Tenerife, y el descontento de ahora
pudo estar provocado, lo mismo que en 1564, por la rapacidad de estos últimos,
que con objeto de beneficiarse de las cuantiosas rentas de la tenencia -unos
30.000 mr.- ponían en su lugar "personas
de pocas letras y naturales de la isla que se contentaban con poca cosa y
robaban y cohechaban para poderse sustentar".
Como el peligro aumentó para las
islas con motivo de la incorporación de Portugal al imperio castellano (1580),
llevada a cabo por el rey don Felipe II, el monarca español pensó de nuevo en
la necesidad de instruir y disciplinar a sus milicias para hacer frente a tal
contingencia. Para ello escogió el rey de España un selecto grupo dé soldados
veteranos, que distribuyó en 1581 por las distintas islas del Archipiélago.
De esta manera se encargaron de
la instrucción de las milicias insulares en Gran Canaria, el alférez Juan Niño y
el sargento José Archidona; en Tenerife, los alféreces Jerónimo de Aguilera y
Jerónimo de Saavedra y los sargentos Miguel Berdejo y Alonso Becenil, y en La Palma, el alférez Juan de
Ocaña y el sargento Gonzalo de Carvajal.
Con análoga comisión, la de instruir
a los artilleros isleños, vino al Archipiélago el italiano Olivero de Bastiano,
para que al mismo tiempo que los instruía fuese cabo de la artillería.
El Rey “obsequió” además a las islas con porción de armas de todas clases
y calibres: piezas de artillería, arcabuces, picas y buenas partidas de pólvora
para .cañón y arcabuz.
Si estos últimos “obsequios” fueron recibidos con
complacencia, los instructores fueron en cambio admitidos no sin protestas y
reclamaciones, pues los criollos eran consientes de que tales disposiciones lo
que realmente pretendían era despojar a las milicias canarias de la autonomía
de que gozaban, la cual no dejaba de ser vista desde la metrópoli como una
posible amenaza para sus planes de perpetuarse en la ocupación de las islas.
(En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1585.
La fortalezas de la isla de La Palma eran: el Fuerte de San
Miguel o torre del Muelle, artillado con 4 cañones, siendo su Alcaide Bartolomé
González Acosta, El Castillo de Santa Catalina, con l0 piezas de Artillería,
cuyo Alcaide era Pedro Hernández Señorino,
El Fuerte del Cabo, defendido por
dos pequeños cañones.
1585. La isla de la
Gomera contaba con 1.265 habitantes que venían a significar
un 3,27 por ciento de la población canaria y una densidad de tan sólo 3,58
habitantes por kilómetro cuadrado. La mayoría de los gomeros residían en San
Sebastián. Este núcleo era a finales del dieciséis el más importante de la isla
con unas 200 casas, dos iglesias y un buen puerto. El interior de la isla se
encontraba semivacío. Vallehermoso, Agulo, Valle Gran Rey y Alajeró eran
enclaves de población concentrada todavía muy modestos.
La Gomera presentaba a finales
del siglo XVI un poblamiento débil. Los severos impuestos de los señores
feudales, la pequeñez del territorio insular y su posición periférica dentro
del marco geográfico regional restaron atractivos a posibles inmigrantes como
colonizadores. Todo ello incidirá negativamente en su desarrollo económico
determinando crisis cíclicas y oscilaciones bruscas de sus recursos materiales
y humanos.
En la primera mitad del s. XVI
las plantaciones de caña azucarera, las vides, frutales y cereales en unión de
los ingenios ubicados en Hermigua, valle Gran Rey, Alajeró y La Palma, la ganadería, pesca
de bajura y recolección de orchilla constituyeron las ocupaciones laborales
esenciales de los gomeros, que según el propio señor de la isla, Guillén
Peraza, ascendía a 2.000 habitantes en 1540 (cifra sobredimensionada a todas
luces).
A la muerte del colono, primer conde, la Gomera quedó dividida en 4
jurisdicciones (tal como lo estaba en la época pre-colonial) provocándose una
situación caótica acentuada por la crisis de la producción azucarera. La
desbandada de gomeros alcanzó tal envergadura que se tuvo que implantar «el
estanco» o medidas tendentes a evitar que los gomeros y vecinos europeos
abandonasen por completo la isla a partir de 1564. El decaimiento fue tal que
las tierras no se aprovechaban por falta de labradores y la escasa población
era insuficiente hasta para defenderse de los corsarios que en más de una
ocasión saquearon la villa capitalina e interceptaron las comunicaciones y el
comercio.
1585. La Villa de Mazo sería uno de los lugares de campo
que, a medida que avanza la colonización castellana con el reparto de las tierras
usurpadas y aguas, se va configurando como comunidad vecinal sometida a la
autoridad del Cabildo establecido en Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma) y cuya jurisdicción
abarcaba todo el ámbito insular. La construcción de la ermita, dedicada a San
Blas por la secta católica, se constituye en el primer elemento que singulariza
la identidad del nuevo núcleo de población. Al parecer su erección data de
finales del siglo XV aunque no se sabe la fecha exacta de su fundación. La
propia evolución de la categoría eclesiástica del templo, en función del número
de vecinos y de su riqueza, refleja la paulatina importancia que irá
adquiriendo el lugar. Este ya aparecía en 1585, por número de habitantes (entre
240 y 270), como una de las entidades destacadas de la isla. En este sentido,
junto a Puntallana y Tijarafe, ocupaba el cuarto puesto, tras Tedote n
Benahuare (Santa Cruz de La
Palma), San Andrés y Sauces y Los Llanos de Aridane. El
reconocimiento por parte del Cabildo del desarrollo de la zona, llevó aparejada
la designación para la misma de oficiales delegados aunque con atribuciones
limitadas. Se produce así el nombramiento de alcaldes pedáneos y alguaciles.
1585. De nuevo un
temporal arruina el muelle de Añazu n Chinet (Santa Cruz de Tenerife) lo que
generó un estado de desánimo en los colonizadores. Se llegó a plantear
cambiarlo de lugar pero esta idea no se hizo efectiva.
1585.
Son detenidos en la isla Erbania
(Fuerteventura) unos posibles piratas ingleses.
Los, marineros ingleses alegaron
que habían salido de Inglaterra el día de Santiago de 1585 en el navío Primrose ("Prima Rosa"),
propiedad de Alexander Hale (Alexandre Hale), con dirección a Terranova para
dedicarse a la pesca.
Después declararon que a altura
del cabo de San Vicente-que no era precisamente la ruta indicada para arribar a
Terranova-habían sido asaltados y saqueados por los franceses, quienes les
despojaron, del navío cediéndoles una carabela para proseguir su viaje.
Entonces, según ellos, se
acordaron varios de los ingleses que tenían amistad con un factor inglés
residente en Tenerife, Jofre López (sic), y decidieron dirigirse la las islas;
mas cuando se hallaban en sus aguas de nuevo la fatalidad les persiguió, pues
otra embarcación francesa les atacó, viéndose forzados los ingleses, sin otro
medio de navegar, a desembarcar en Fuerteventura.
¿Y los demás tripulantes del Primrose? Nada se dice en el proceso de
ellos, y esto, unido a las demás anomalias, hace pensar que todo es pura
invención de los piratas.
Por el proceso del primero se
deduce el buen trato que los españoles daban a los prisioneros, pues todos
ellos gozaron en un principio de libertad, repartidos entre las diferentes
islas. En Gran Canaria residían: John Gold, en casa de Pedro de Serpa; William
Baker, al servicio de Pedro Medina; Melchor Devlin, que estaba en el campo de
Arucas; WiIliam Ware, que moraba en casa del canónigo MaLcoonado; Edgard
Stride, que trabajaba haciendo pólvora en el campo, etc. En Tenerife
vivian Thomas Simms, John Ware y WiIliam Winter. En Fuerteventura se
habia quedado uno de ellos conocido por Cristóbal. (L. DE ALBERTI y A. B. WALLIS CHAPMAN: English
merchants and the Bpanish Inquisition in the Can.aries. Londres,1912. Proceso
contra Juan Huer (John Ware?), págs. 82-92. Se refiere al volumen XII de
Relajados, primera serie, fols. 163-243 de la colección del marqués de Bute.)
(En: A. Rumeu de Armas, 1991, notas a pié de página)
1585 Abril.
Inglaterra se prepara una flota
colonizadora bajo la dirección de sir Richard Grenville.
Reunidos siete navíos, el Tiger y el Roebuck de 140 toneladas; el Lion
de 100; el Elizabeth de 50, y tres
menores, bajo la dirección de sir Richard Grenville, la flota se hizo ala mar,
con rumbo a las Islas Canarias, en abril de 1585.
De su paso por el Archipiélago
conocemos algunos detalles. La escuadra, por causas ignoradas, se refugió en la
isla de Lobos, donde permaneció por espacio de algunos días, quizá reparando
averías. El gobernador de Gran Canaria, don Tomás de Cangas, así lo comunicaba
por aquella fecha a la corte, aunque ignoramos si los ingleses se limi-
taron a guarecerse en aquel
desierto islote, tan frecuentado, a lo largo del siglo, por corsarios y
piratas, o si extenderían sus correrías, por las islas vecinas, robando y
saqueando.
Señalada a las naves, por su
capitán Grenville, la isla de Puerto Rico como punto de reunión, la flota
atravesó el Atlántico, logrando capturar algunos navíos españoles en la ruta, y
forzando a los portorriqueños a avituallar a la escuadra a cambio de
mercancías. (En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1585 Abril 15.
La población de la
localidad hawara (palmera) de Los Llanos de Aridane amanece sobresaltada por la
erupción de un volcán en las inmediaciones del pueblo. Las crónicas cuentan que
los ríos de lava se dirigieron desde un primer momento hacia el mar causando
escasos daños a los cultivos de la zona y sin destruir casas o haciendas.
1585 Mayo 19. En el actual Municipio de El Paso en la isla canaria de
Benahuare (La Palma)
nace el volcán Tajuya-Jedey, conocemos su nacimiento por Leonardo Torriani, un
ingeniero cremonés al servicio de Felipe del rey español II que estaba
destinado en la isla para mejorar sus fortificaciones. La erupción comenzó el
19 de mayo y terminó el 10 de agosto. El también conocido como Tihuya fue uno
de los más dañinos para la agricultura, ya que nació sobre una zona de
cultivos. Para la posteridad dejó los espectaculares Roques de Jedey, conocidos
popularmente con el nombre de “Los Campanarios”.
1585 Junio.
Drake fue
autorizado por la Reina
de Inglaterra, para armar una escuadra contra España, y en Agosto, la flota,
formada por unos 30 navíos, se hallaba anclada en la rada de Plymouth en espera
de los últimos preparativos; la formaban los dos navíos de la Reina, el Bonaventura de 600
toneladas y el Aid de 250, bien artillados y las 28 restantes embarcaciones
eran de particulares. El 24 de Septiembre abandonaba su fondeadero para
dirigirse a las costas de España, y después de varios desembarcos fue vista el
7 de Noviembre en las proximidades de la isla de La Palma, pero continuó hacia
otras islas y en la tarde del día 12 estaba a la altura de Los Sauces, cruzando
el 13 por delante de Puntallana, mientras otras embarcaciones de la escuadra
fueron hacia Tazacorte. Iniciado el cañoneo entre la ciudad capital y la
escuadra, intentaron los ingleses desembarcar en la playa de Las Norias de
Bajamar, pero la Artillería
de tierra y la impetuosa acción del oleaje impidieron sus propósitos y, a media
tarde, levó anclas desapareciendo en dirección al Sur. En el Libro de Acuerdos
del antiguo Cabildo de la isla, consta en la sesión del sábado 16 de Noviembre
de 1585, que los navíos enemigos «se
fueron fuyendo por el mucho daño que se les hizo». Se hallaba entonces en
la isla el Ingeniero Leonardo Turriano, a quien, por Real Cédula de 18 de Marzo
de 1584, se había dado instrucciones para las obras a realizar. Residió unos
dos años dirigiendo la construcción del muelle y planeando la edificación de
una nueva fortaleza en La
Caldereta; en esa época contaba la capital casi con tantos
vecinos como Las Palmas de Gran Canaria (unos 800 vecinos que da una población
aproximada de 4.000 habitantes).
1585 Septiembre 30.
Había recibido el Cabildo de
Tenerife, por la vía de la
Madera, un detallado parte de la salida de los corsarios
ingleses de Inglaterra, noticia que como es natural circuló de una-s islas a
otras, tomándose por todas ellas las acostumbradas medidas de seguridad. A
aumentar la alarma vino todavía un nuevo aviso del marqués de Lanzarote,
recibido en La Laguna
el 25 de octubre de dicho año, por transmisión del gobernador de Gran Canaria
don Tomás de Cangas, participando "hallarse
surtas en la ysla de Lobos siete velas gruesas que traían Almiranta y
Capitana".
Dicha flota inglesa (que no era
la de Drake como se ha supuesto) tuvo la virtud de movilizar todas las fuerzas
de las islas, acordándose, por ejemplo, en la de Tenerife, la visita a las
fortalezas para proveer las convenientemente de pólvora; el acantonamiento fijo
de una compañía de infantería y dos hombres de a caballo en el puerto, de Santa
Cruz, para lo cual se turnarían las distintas compañías de la ciudad; la
fabricación de bizcocho en abundancia, y la extracción de pólvora (que se
guardaba en el subterráneo del convento de San Agustín como el lugar más
seguro) para repartirla en La
Orotava y Garacllico.
Desde Tenerife fué reexpedido a
la isla de La Palma
el aviso del marqués de Lanzarote, dando motivo a una reunión extraordinaria de
su Cabildo el 4 de noviembre, en que se acordó dar las gracias a la primera
isla por su solicitud en avisarles, así como que fuesen convocados todos los
capitanes para acudir a la posada del teniente de gobernador Jerónimo de
Salazar, con objeto de visitar las fortalezas, establecer el turno de
vigilancia de las compañías y disponer otras medidas análogas de seguridad.
Los ingleses aseguran que el 3 de
noviembre, según el cómputo gregoriano (24 de octubre para los protestantes),
divisaban las naves la isla de Lanzarote, ignorándose por nuestra parte el
tiempo que en ella permanecieron y en que se entretuvieron. Sabemos, en cambio,
por fuentes españolas exactas, que el 7 de noviembre se divisaron frente a
Santa Cruz de La Palma
muchos y poderosos navíos que, en lugar de pasar de largo, "se estuvieron entretenidos [dando] una buelta y otra",
lo que despertó la alarma de la ciudad y con ella de toda la isla, hasta el
punto de concentrarse en la capital por esta causa todas las milicias palmeras.
Dada la proximidad de fechas entre el aviso circulado por Tenerife (con
retraso, cada vez de más días, entre una isla y otra) y la presencia de la
flota de Drake, se estimó en La
Palma ser un mismo enemigo el que no cesaba de soliviantar a
las islas en cruceros ininterrumpidos por entre sus aguas.
De esta manera, el primer
itinerario de Drake debió ser en la ocasión que describimos Lanzarote-La Palma,
donde apareció el 7 de noviembre, para desaparecer poco tiempo más tarde con
rumbo ignorado.
Ahora bien; ¿en qué se entretuvo
el pirata en aguas del Archipiélago desde esa fecha hasta el 13 de noviembre en
que atacó Santa Cruz de La Palma,..
?
Surge en el intermedio un
episodio ocurrido en el año 1585 en la isla de Fuerteventura-aunque sin otra
precisión cronológica-que nos impulsa a creerlo relacionado con una posible
estancia del pirata en dicha isla o en sus contornos. En ese año desembarcaron
en la isla de Fuerteventura, donde fueron apresados, diecisiete ingleses que se
dijeron tripulantes de un navío británico de nombre Prima Rosa, saqueado según
confesaron por piratas franceses, que les forzaron a desembarcar en la isla
mencionada. Si se tiene en cuenta la identidad de nombre entre el navío que
conducía el vicealmirante Martín Frobisher, el Primrose y la fecha análoga de partida de Inglaterra-verano de
1585-, ¿sería aventurado pensar que los marineros detenidos en Fuerteventura se
perdieron del grueso de la expedición de Drake, al recorrer las costas de la
isla para piratear, teniendo que buscar abrigo, extenuados, en aquella propia
tierra? Cuanto declararon los marineros ante la Inquisición sobre supuestos
saqueos de franceses tiene todo el aire de una burda patraña inventada para
ocultar la personalidad de Drake, cuyo solo nombre, por ellos pronunciado,
podría acarrearles severísimos castigos.
Los nombres de los piratas
conviene recordarlos porque algunos de los mismos darán mucho que hacer a las
autoridades insulares; eran éstos: John Smith, Edward Stride, John Gold,
William Baker, William Ware, Thomas Simms, William Winter, John Ware, Michael
James, Melchior Devlin, Stephen Tangye, Peter Johnson y otros varios cuyos
verdaderos nombres se ignoran por desfiguración ortográfica. (En: A. Rumeu de
Armas, 1991)
1585 Noviembre 11.
Fue acercándose a la isla de Gran
Canaria, en cuyo Puerto de la Luz
ancló el famoso corsario Drake con propósitos nada pacíficos.
Era entonces gobernador y capitán
general de la isla don Tomás de Cangas, y éste dispuso inmediatamente las más
urgentes medidas de resistencia. Tocadas las campanas a rebato, congregadas las
distintas compañías de las milicias isleñas en las playas y enfilados los
cañones de los fuertes sobre la flota británica, tal aparato bélico fué
suficiente para hacer desistir a Drake del intento, alzando velas y
desapareciendo por diez año8 de las costas de Gran Canaria. (El único
historiador, entre españoles e ingleses, que se refiere a la presencia de la
escuadra británica en aguas del Puerto de la Luz es fray José de Sosa en su Topografía de la
isla de Gran Canaria (pág.191). Bien es verdad que Sosa es historiador
Competente e informado y que da todo género de detalles sobre la presencia de
Drake, que hemos referido; pero no es menos cierto que ningún otro documento,
relación o historia, española o inglesa, hablan de esta etapa de la
expedición.)
Entonces la escuadra inglesa,
navegando con dirección noroeste, fue a dar en las costas de La Palma, al norte de la ciudad
capital, donde fue divisada por unos pescadores tinerfeños al atardecer del día
12 de noviembre, situada a la altura de Los Sauces. (En: A. Rumeu de Armas,
1991)
1585 Noviembre 13.
Francis Drake descendió con sus
navíos por el litoral de la isla hacia el sur, y apareció a la vista de la
ciudad cuando sus embarcaciones cruzaron por delante de Punta Llana. Al mismo
tiempo que Drake llevaba a cabo esta operación con el grueso de la flota (unos
diecinueve navíos), otra división de la misma, compuesta por los restantes, se
dirigía contorneando la isla por el porte, con rumbo a Tazacorte, para
fraccionar las fuerzas de la misma, restando eficacia a la defensa de los
naturales.
Desde Punta Llana, Francis Drake
organizó la flota en disposición de combate. El con el Bonaventure a la cabeza, fue señalando el camino a los demás
navíos, que avanzaron alineados siguiendo una recta dirección que había de
conducirlos a la playa de las Norias de Bajamar, al pie del risco de la Concepción, en la parte
más meridional del término de Santa Cruz de La Palma. A medida que los
navíos avanzaban, Drake se fué separando en vanguardia de la línea de
formación, de manera que el Bonaventure
que por su poder llamó la atención de los canarios "como vela muy gruesa", era por su situación el más próximo a
tierra. Cuando los últimos navíos se hallaban situados en perfecta formación
frente a la ciudad dispararon sendos cañonazos para que todos recortasen la
marcha, y Francis Drake, respondiendo de la misma manera al aviso" se
dirigió con el Bonavelnture a cuya
popa llevaba un batel de remolque, a sondear el puerto en dirección a la playa
mencionada.
Mientras los ingleses maniobraban
de esta manera, en tierra no se desperdiciaba ocasión para disponer y preparar
el combate. Desde el día 7 de noviembre de 1585, con la primera alarma, todas
las compañías de milicias isleñas se habían concentrado en la ciudad capital,
acordando sus capitanes Luís Álvarez de Brito, Juan Fernández Sodre y Nicolás
Ortiz, en unión del teniente de gobernador y capitán general Jerónimo de
Salazar, las primeras disposiciones de guerra. Para ello contaron también con
la valiosa ayuda y colaboración del famoso ingeniero Leonardo Torriani, que por
aquellos meses residía en la isla de La Palma dirigiendo las obras del muelle y
estudiando su fortificación.
Los capitanes visitaron las
fortalezas de la capital, que eran entonces tres: el fuerte de San Miguel o
torre del muelle, artillado con cuatro cañones; el castillo de Santa Catalina,
en el que jugaban diez potentes piezas de artillería, y el fuerte del Cabo,
defendido por dos pequeños cañones. Eran alcaides de las fortalezas de La Palma en el momento
expresado, por elección de su Cabildo, los capitanes Bartolomé González Acosta
y Pedro Hernández Señorino, y puestos ambos de acuerdo con el gobernador
Salazar revistaron los fuertes, dando las disposiciones de guerra necesarias
para el posible combate.
El capitán general Jerónimo de
Salazar fue repartiendo además en trincheras y caletas de la costa la gente que
se había concentrado del interior de la isla, de manera que en corto plazo
podía darse por satisfecho al lograr movilizar frente al enemigo todas las
disponibilidades militares de La
Palma. Con este aparato bélico se mantuvo la capital durante
cinco días, hasta que el 11 de noviembre de 1585 el teniente de gobernador,
creyendo pasado el peligro, autorizó a "los hombres del campo por la falta que hacian a las sementeras"
para retirarse a sus hogares, como efectivamente lo hicieron al día siguiente,
12 del mes mencionado. Sin embargo, apenas tuvieron tiempo de incorporarse a
sus tareas, pues en la mañana del 13 las hogueras de las atalayas los fueron
llamando a todos para acudir en defensa de la ciudad atacada.
De esta manera, vueltas a
concentrar las milicias, se situaron en las playas y desembarcaderos de la
capital las tres compañías de Santa Cruz de La Palma, al mando de sus capitanes, los regidores
Luís Álvarez de Brito, Nicolás Ortiz y Juan Fernández Sodre, mientras fueron
acudiendo del interior de la isla con la vertiginosa velocidad característica
las restantes compañías de infantería, a tiempo unas de participaren la acción
y otras con retraso, limitándose a guarnecer a la capital con posterioridad a
la misma. Eran éstas las nueve compañías de Punta Llana, San Andrés,
Barlovento, Garafía y Punta Gorda, Tijarafe, Los Llanos, Breña Alta, Breña Baja
y Mazo.
Sumaban las tres compañías de la
ciudad 450 soldados; de ellos, 174 arcabuceros y 286 piqueros; las nueve del interior
de la isla, 1.395 soldados; de ellos, 426 arcabuceros y 879 piqueros; de
manera, que en total la isla disponía en 1585 para su defensa de doce compañías
de infantería, que sumaban 1.755 soldados distribuídos en 600 arcabuceros y
1.165 piqueros.
Por su parte, Bartolomé González
Acosta, como alcaide de la torre de San Miguel, y Pedro Hernández Señorino,
como alcaide del castillo de Santa Catalina, dispusieron las fuerzas bajo sus
órdenes para la defensa, contando con la colaboración del condestable Mario
Cardoso y de los artilleros Nuño, Hernández, Francisco González y Domingo
Morera.
El alcaide Hernández Señorino fue
el que inició el combate, disparando la artillería de Santa Catalina sobre los
navíos de la, escuadra de Drake, como queriendo advertir al pirata que La Palma tenía pólvora bastante
para gastar en salvas.
En efecto, el Bonaventure fue señalando a las demás
embarcaciones de la flota el camino, a seguir hacia la playa de Bajamar, y
todas ellas, manteniendo la formación primitiva en hilera, fueron derivando por
delante de la ciudad, previos los sondeos de Drake, hasta alejarse de los tiros
del castillo de Santa Catalina, situándose entre la torre de San Miguel y la
playa aunque todavía a cierta distancia conveniente de tierra.
Todos los navíos traían, al decir
del capitán general Jerónimo de Salazar, "por
sus proas zabras, lanchas, bateles y barcones llenos de gente sin muestra en
ninguna parte de bandera ni sonido de atambor".
La fortaleza de Santa Catalina,
que era la que por su extraordinario porte divisaban los piratas desde el mar,
juzgó oportuno disparar entonces sobre ellos todos sus cañones, a pesar de
hallarse la escuadra, como hemos dicho, algo retirada de sus tiros hacia el
sur. Pero el terrible estruendo de sus diez cañones no sirvió sino para
envalentonar a los piratas, que pudieron apreciar inmediatamente que estaban
situados fuera del alcance de los mismos.
Drake entonces, con el Bonaventure a la cabeza, dió orden a la
escuadra de acortar la distancia de tierra para mejor herirla con sus tiros.
Mas en aquel preciso momento la torre del muelle o de San Miguel, en la que se
hallaba el alcaide Bartolomé González Acosta, dirigió sus cañones contra el Bonaventure, con tan certera puntería
que sus dos
primeros disparos fueron a dar de
lleno en el navío almirante produciendo importantes destrozos en el mismo,
visibles desde tierra, y según parece un trozo de metralla estuvo a punto de
segar la vida del temido pirata.
Con ello se produjo la ruptura
total de la formación de la flota, pues los demás navíos y bateles acudieron en
auxilio del Bonaventure y le rodearon
casi por completo. De esta manera ofrecieron mejor blanco a los tiros de la
torre de San Miguel, que aprovechándose del desorden continuó disparando sin
interrupción sobre la escuadra enemiga, dispersándola y produciéndole sensibles
daños en los navíos y bajas en sus tripulaciones. Entonces la escuadra inglesa
enfiló sus cañones a tierra y disparó sobre la ciudad y la torre con escasa
puntería., pues las balas fueron en su casi totalidad a estrellarse en los
riscos que cubren a la ciudad por su espalda.
Largo rato duró el cañoneo entre
la ciudad y la escuadra británica, viniendo a comprometer la situación de la
misma el viento reinante, que impedía ahora a los navíos distanciarse de
tierra. Francis Drake rehizo como pudo su formación de combate y ordenó
entonces, en un supremo intento el desembarco en la playa de las Norias de
Bajamar. Los soldados de Carleill, que desde el principio de la acción ocupaban
sus puestos en las barcazas y lanchas de desembarco, se fueron separando
lentamente de los navíos; pero la artillería de la torre de San Miguel y la de
campo de que disponían las milicias impidieron a las lanchas avanzar. Por otra
parte, la acción impetuosa del oleaje-que ese día vino a favorecer con
violencia inusitada a los palmeros-contribuyó a desordenar a los asaltantes,
obligándoles a reembarcar en los navíos.
La escuadra de Drake se situó
entonces, en actitud dubitativa, a cierta distancia de tierra, hasta que hacia
las tres de la tarde el pirata dio a sus navíos orden de zarpar, desapareciendo
de la vista de la ciudad con dirección sur.
La personalidad celebre pirata no
escapó al conocimiento de los isleños, pues por una nao bretona que había
entrado en el puerto horas antes de la presencia de la escuadra en Santa Cruz
de La Palma,
súpose "que hera armada de
Ynglaterra de que venia por general Fran(cis)co Draque", lo que llenó
de entusiasmo a sus moradores por haber rechazado victoriosos a quien comenzaba
a ser la figura más representativa de la Inglaterra isabelina.
El ataque de Drake ha dejado
también su huella en los carcomidos Libros de Acuerdos del antiguo Cabildo de La Palma, donde constan, en la
sesión del sábado 16 de noviembre de 1585, algunos de los pormenores del
combate, hasta que los navíos enemigos "se
fueron fuyendo por el mucho daño que se les hizo".
En Tenerife túvose la primera
relación minuciosa del ataque el 25 de noviembre del año mencionado, en cuya
fecha el Capildo de la isla se reunió en sesión para acordar nuevas medidas de
defensa que afectaban a esta última y a la de La Palma (32) .
Tres días antes, el 22 de
noviembre, el Cabildo de La
Palma volvía a reunirse en sesión solemne en la que se acordó
enviar un mensajero a Su Majestad con la relación del suoeso, así como
prevenirle de los propósitos del pirata, pues se creía entonces en la isla que
Drake se proponía cruzar por segunda vez el estrecho de Magallanes para
internarse en el Océano Pacífico. La isla aprovechaba también la ocasión para demandar
de Felipe II varias piezas de artillería, pólvora y municiones.
En aquella misma sesión
compareció un mensajero de la isla de Tenerife, pues su Cabildo se hallaba
deseoso de saber el resultado del ataque, cuyo estruendo artillero se había
percibido desde distintos parajes de la isla. Además los regidores no dudaban
del mismo, teniendo en cuenta que pescadores tinerfeños habían divisado al
grueso de la
Por su parte, el capitán general
y teniente de gobernador Jerónimo de Salazar informó al Rey, el 7 de abril de
1586, dándole cuenta de los principales pormenores del ataque, y su relación
original, conservada en el Archivo de Simancas, nos ha servido ahora para, en
unión de otras fuentes, reconstruir tan glorioso episodio histórico.
Así finalizó el primer ataque
inglés a las Canarias, en el que Santa Cruz de La Palma tuvo el alto honor de
derrotar al más grande de los piratas ingleses, destrozándole su navío
almirante y causándole daños y bajas en las embarcaciones y tripulantes.
Años más tarde, al escribir el
famoso poeta español Juan de Castellanos, beneficiado de Tunja, sus conocidas
Elegías de Varones Ilustres de Indias en el capítulo no impreso hasta fecha
reciente titulado Discurso de el Capitán Francisco Draque describe el combate
de Santa Cruz de La Palma
en los siguientes términos:
Las vanderas inglesas embarcadas
por no perder mejores ocasiones,
en busca de las Islas Fortunadas
guian los bien armados galeones;
pero no las hallaron descuidadas,
antes con necessarias municiones;
luego La Palma saquear entiende
mas con valor insigne se
defiende.
Andu(vo la re)friega de buen
arte,
en ambas partes salitrosos
truenos,
no dándole lugar al estandarte
contrario para ver aquellos
senos.
En efecto, Francico Draque parte
deste puerto con dos navios menos
y algunas lanchas de las suyas
rotas
con los ardientes globos y
pelotas.
(En: A. Rumeu de Armas, 1991)
1585 Noviembre 16.
De La Gomera la escuadra
británica derivó a la isla de El Hierro, en cuyo puerto desembarcó Drake sin
resistencia por parte de los naturales. De su estancia en ella tenemos cumplida
información no sólo por Leonardo, Torriani, sino por un mercader inglés que
habló en dicho puerto con el pirata. El 16 de noviembre de 1585 Drake
desembarcaba en la isla "treze
banderas con hasta tres mill hombres muy bien armados y en [el] dia y medio que
estuvo en una playa los exercitaba" sin descanso.
El 18 de noviembre el pirata
quiso intentar el ascenso hacia la capital, Valverde; pero de un lado, el "ser muy áspera, estrecha, alta y de
mucho riesgo la subida", y de otro, "averse levantado borrasca de viento", le forzaron a
"embarcarse sin hazer ningún daño" en la isla.
Esta última determinación de
Drake fue acertada, pues arreciando el temporal los navíos se dispersaron,
siéndole forzoso al pirata detenerse algunos días en aquellas aguas para
restablecer la formación de la escuadra.
Cuando el temporal amainó, Drake
volvió a planear un segundo intento de desembarco en Santa Cruz de La Palma, hasta que aconsejado
en contrario por los demás capitanes de la flota decidió aprovechar el viento
favorable, que empezaba a hinchar las velas de los navíos, para abandonar la
empresa internándose en el Océano...
Las últimas andanzas del pirata
en aguas canarias durante la expedición de 1585 tienen su reflejo en los Libros
de Acuerdos del Cabildo de Tenerife, pues esta isla estuvo especialmente
preocupada en aquellos días, temerosa de un ataque inminente por parte de los
ingleses. El 25 de noviembre de 1585 el Cabildo conoció satisfecho cómo por
medio de sus avisos el enemigo había encontrado prevenidas con todos los
aprestos de guerra a las islas de La
Palma y La
Gomera, y acordó seguidamente redoblar las medidas de
seguridad y dar aviso al Rey del riesgo que corrían y de los propósitos de
Drake, que parecía dirigirse al "Piru
y Magallanes,".
1585 Noviembre 25.
El Cabildo de Tenerife celebra
sesión para valorar los resultados del ataque de una división de la escuadra de
Francis Drake al puerto de Tedote n Benahuare (Santa Cruz de La Palma).
Según Rumeo de Armas: “En dicha
sesión se leyó una carta de la isla, de La Palma con los pormenores del suceso, que el
Cabildo de Tenerife escuchó complacido, al comprobar cómo sus partes y avisos
habían servido para prevenir militarmente "e a punto de guerra" a la
isla de La Palma.
Además se acordó fletar uno de
los barcos anclados en el puerto de Santa Cruz para que llevase al rey Felipe n
el aviso de los navíos corsarios que merodeaban por las islas con la razón "de sus designios. ..y como se entiende
que de la mayor escuadra de ellos es capitán Francisco Draques... el que estuvo
en Magallanes..."
Por otra parte, el mensajero
debería dar cuenta al Rey de las medidas de guerra acordadas y de "como los navios y barcas grandes [del
enemigo] a mas de dos meses que los tienen casi sitiados".
Para ello fue fletado el 2 de
diciembre Un navío de Álvaro de Rocha, que había de
pilotar Mateo Perdomo.” (En: A.
Rumeu de Armas, 1991, nota a pié de página)
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