Eduardo Pedro Garcia Rodriguez
1587 Julio 22. Domingo Rodríguez de Ayala, Alcaide colonial de
Eguerew (La Laguna,)
fue condenado a penitencia en el auto de fe de Winiwuada (Las Palmas,) en
aquella fecha por haber apoyado de palabra algunas proposiciones heréticas del
inglés,
quemado en el mismo auto de fe,
George Gaspar.
1587 Julio 22. Bajo el
gobierno de los mismos Inquisidores Osorio y Lorenzo, se organizó el
noveno auto de fe llevado a cabo por la secta católica y su tribunal de la Inquisición en
Winiwuada n Tamaránt (Las Palmas de Gran Canaria), sobre el cual poseemos
abundantes datos, que vamos á utilizar, porque se conserva el extracto de las
causas, que fueron leídas en aquella función.
Cuatro fueron los reos quemados; tres en estatua, y uno en
persona.
Los que lo fueron en estatua, eran restos todavía de los
moriscos fugados de Lanzarote y Fuerteventura, y se llamaban: María, hija de
Juan Gutiérrez;
Francisco Palomar, negro, esclavo
de Diego Sarmiento, Gunzalo Espino, morisco, vecino de Fuerteventura.
Apóstatas, y viviendo públicamente en Marruecos, fueron declarados herejes y
relapsos, saliendo sus estatuas al auto.
El relajado en persona, ofrecía
una novedad, digna de llamar ciertamente la atención del país. Sustituiremos
nuestra humilde prosa, con la elocuente y gráfica del Secretario del Secreto,
que nos dejó consignados los hechos en el libro de relaciones de causas,
conservado en parte, milagrosamente, después de tantas vicisitudes y años. Dice
textualmente así:
«Jorge Gaspar, inglés, natural de
la Ciudad de
Lóndres, sastre, de edad de veinte y cuatro anos. Fue testificado por
suficiente número de testigos, que estando preso en la cárcel real de la Isla de Tenerife, se puso á
rezar una noche, vueltas las espaldas á una imagen de un crucifijo, puestas las
manos, y mirando á la luna; y preguntándole á la mañana los testigos, porque
rezaba de aquella manera, respondió; que las imágenes no valian nada,. ni se
había de rezar á ellas, porque eran hechas por pecadores, y que solo a Dios se
había de hacer oración. Item dijo, que no se debe de rezar por cuentas de
rosarios, porque eran hechas por manos de pecadores, y que estaban ciegos, los
que rezaban así. Item, dijo, que la manera de comulgar, era con pan y vino, en
remembraza del cuerpo y de la sangre de Jesucristo, y que nosotros andábamos
ciegos, íbamos ciegos a misa. Item., que los Santos habían sido pecadores,
cuando andaban por el mundo, y algunos más pecadores que los mismos que le
rezaban, y que por consiguiente no
podían hacer milagros, ni Dios por su ruego había de perdonar a los peca dores.
Item, que si el confesor era pecador, mejor era confesarse con una piedra que
con el.»
«Fue preso con secuestro de
bienes, y en 1as audiencias confesó, que desde que tenia uso de razón, seguía
la nueva religión que ahora se enseña en Inglaterra, y que comulgó cuatro
veces, y se confesaba á Dios en su corazón, y á él solo; y que á él le rezaba
sin intercesión de Santos; y que creía que aquel para el era la buena religión,
y la que estaba más conforme con lo que Jesucristo enseñaba; y que en ella
continuaría, hasta que muriese, pues en ella creía salvar su alma.».
En la confesión y publicación de
testigos, siempre manifestó lo mismo que tenia: confesado. Fue votado á relajar
á la justicia y brazo seglar, y se le terminó su causa.»
«La noche antes del auto,
habiendo el Secretario ido á notificarle, que había de ser relajado á la
justicia ordinaria y brazo seglar, puso á Dios por testigo de la injusticia que
con él se hacia, y que Dios los había de castigar. Se puso con él un confesor
teólogo, porque lo instruyese de sus errores y estuvo con él algunas horas
instruyéndole sin que él quisiese convencerse; .y que también entendió de él
tener otros muchos errores, como era decir: que aquella muerte no la merecía
por sus pecados, sino que Dios ordenaba que muriese. De todos los cuales le
satisfizo y procuró apartarle de ellos; y así no confesó sacramentalmente. De
allí á un rato, dijo al confesor, que le dejase un poco, que quería reposar; y
así se apartó; cuando volvió, hallóle desmayado, y revolcándose en el suelo; y
volviendo en sí, dijo: que tenia un cuchillo en el cuerpo; y fue así, que acaso
en la cárcel había hallado un cuchillo de estuche, y teniale en la faltriquera;
y metiósele por la boca del estómago, hasta que no se parecía. »
«Fue Dios servido, que
entro por parte que pudo vivir hasta cerca de la noche, que se acabó el auto, y
se ejecutó Su sentencia: y él se volvió á confesar; y de allí adelante mostró
grandes señales de contrición y arrepentimiento, y después que oyó las cosas
contenidas en su sentencia, dijo, que el había hecho y dicho todo aquello que
allí se le había leído, y mucho más; y que merecía muy bien aquella muerte,
porque había sido luterano hasta aquella hora, y dicen, que murió como
católico.» Aquí tenemos un hombre, cuyos únicos delitos eran profesar la
religión, buena ó mala, que sus padres le habían enseñado sin querer abjurar de
ella, y lo acertado de no comprender las excelencias del católocismo.
Por estos crímenes se le reduce a
prisión; se le confiscan sus bienes, se le da tormento ordinario y
extraordinario, y se le condena á ser infamado perpetuamente, y quemado vivo en
la hoguera.
Todavía tiene el valor de los
mártires, y sin esperanza de gloria ni de inmortalidad, sino creyendo
sencillamente que está en el verdadero camino que conduce al cielo, persiste en
sus errores y por escapar pronto
a una muerte horrible é ignominiosa se
atraviesa las entrañas con un cuchillo.
Empero, Dios fue servido de que viviera, y
moribundo, arrastrado en una estera, y con el estertor de la agonía, se le
arroja en el tablado, presencia en la
plaza el auto de fe, oye de nuevo relatar su causa, y las. De otros mil, no tan
infelices como él, y cuando ya la noche se acerca, sus verdugos, con el
crucifijo en una mano-, y una tea en la otra, lo conducen al quemadero, y sin
tomarse el trabajo de atarlo al poste, se apresuran a lanzarle aún vivo en el bracero temiendo que el fuego
devore solo un cadáver,
Este hereje tenía entonces 24
años
Creemos pálido todo comentario,
junto a la desnuda realidad de los hechos.
Juzguen nuestros lectores y
comparen la enormidad del crimen con la benignidad de la pena.
¿A qué detenernos en reflexiones
inútiles'?
Continuemos nuestra relación, y
sigamos relatando los sucesos sin comentario alguno.
Fueron penitenciados y
reconciliados en el mismo auto:
María de Lugo, viuda de Sebastián
Perdomo, por seguir la ley de Mahoma.
Ana Cerezo, morisca, de 25 anos,
hija de la anterior, condonada por revelar su dicho.
Juana Álvarez, hermana de la
precedente, por igual delito.
Diego de Munguía, marido de la Ana Cerezo, vecino de
Fuerteventura por revelación de secreto.
María de Riverol, de 50 años de
edad, vecina de Fuerteventura, hilandera, traída de Berbería y bautizada.
Habiéndosele acusado por cinco testigos de haber dicho" que prefería casar
sus hijas con moriscos, porque los cristianos estaban llenos de vicios,
y de haber rezado en lengua mora,
fue condenada, a pesar de su negatriva, á que abju- rase de levi en auto
público, y pagase veinte doblas para gastos.
Baltazar Martin, lanero, vecino
de la Laguna,
de 30 años de edad, y su mujer Juana
Díaz, por revelación de su dicho, salieron en
forma de penitentes, y á la vergüenza pública.
Inés de Vega, morisca, viuda de
Jorge Ramírez, herrero, fue condenada á un año de reclusión y a 10 ducados de
multa, por haber hecho ciertas ceremonias, cuando pasó á Berbería á rescatar un
cautivo.
Gaspar Delgado, morisco,
.empleado en un ingenio de azúcar. Fue acusado de que, trabajando un día,
dijo.-«Reniego de Dios; no habrá aquí un cristiano que me saque, pese á San
Juan Bautista, y á quien me parió.»-Su sentencia fue: que salga al auto público
de fe, en forma de penitente, con una mordaza en la boca, y ser desterrado de
esta Isla por tres años. .
Cristóbal Hernández, alias seis
dedos, zapatero, de 40 años, y vecino de la Laguna.
Fué condenado porque un día de
cuaresma, y á la hora de vísperas, dijo; que el Demo- nio había pedido á Dios
las ánimas de los que muriesen desde la hora que tocaban á alzar, hasta la de
vísperas, y que el Señor le respondió, no te daré yo ese gozo.
Marcos Hernández vecino de la Gomera, y de 30 años; fue
acusado por su mujer de
haber dicho, que Dios no había padecido por los pecadores.
Negó el reo obstinada-
mente, pero fue condenado á abjurar de levi, á ayunar tres
días, y rezar tres veces el
rosario en cada día.
Rodrigo de Silva, mozo trabajador de 23 años, vecino de la Orotava; fue acusado de
haber dicho, que quebrantar el sexto mandamiento con mujer
soltera no era pecado.
Fue condenado á abjurar de levi, y á salir desterrado por
tres anos.
Sebastián García, vecino de Canaria, y de 50 años; fue
testificado de haber tenido
tratos con unos piratas ingleses, y se le condenó a ser
expuesto a la vergüenza.
Bartolomé, negro, esclavo del Marqués de Lanzarote, de 40
años de edad.
Fué acusado de que en la invasión que Amurat hizo en
Lanzarote en Julio de 1586, estuvo sirviendo a los moros. Negó y fue puesto en
el tormento. Dice a este proposito la
relación que vamos extractando:
«y preguntándole si pensaba y creía que en volverse moro
había de salvar su alma, é irse al cielo, no supo responder, aunque se le
hicieron muchas preguntas, ni supo dar razón donde iban las almas, después que
salían de los cuerpos; ni que cosa era gloria, ni purgatorio ni infierno; ni
tampoco supo signarse, ni santiguarse, ni cosa alguna ,le la doctrina cristiana
y por parecer TAN BOZAL, se suspendió el tormento. » Se le condenó a que
saliese en auto público de fe en forma de penitente, abjurase de levi y otro
día se le diesen cien azotes.
Domingo González, trabajador, vecino de Tejeda de 32 años de
edad; condenado por bígamo; se huyó de la cárcel, y preso de nuevo, se le
condenó a recibir 100 azotes,
y á galeras por seis años.
Juan del Río,
morisco, esclavo del Capitán Tomas de Cangas, Gobernador de Ca-
naria, de 25 años de edad. Se le procesó por falta de
obediencia a los preceptos del
Santo Oficio, y fue condenado á recibir 100
azotes, y á cinco años de destierro.
Bartolomé Rodríguez, alias Diez, trabajador, vecino de la Palma, y de 28 años.
Castigado por bígamo. Dieronsele doscientos azotes, y se le envió a galeras.
Pedro Hernández, vecino de Buenavista, y de 31 años.
Condenado por testigo falso a recibir cien azotes, y a tres años de galeras.
Diego Rodríguez de Ayala, procurador, vecino de La
Laguna y de 50 años. Fué procesado por haber dicho, tratando
de disculpar a Jorge Gaspar; «que lo mismo era adorar la imágen del Crucifijo,
que á Dios, que está en el cielo.»
Fue desterrado perpetuamente, y á una multa de diez ducados,
después de abjurar
de levi.
Duarte Francisco, inglés, de 24 anos, y pescador. Se le
encontró herido y abandonado en
un barranco de las costas de Tenerife. Acusado de luterano,
y puesto en el tormentoo
se declaró ferviente católico, y que solo por temor á su
Reina profesababa la nueva religión.
Fue condenado, sin embargo, á recibir doscientos azotes, y á
servir al Rey católico seis
años en galeras.
Juan Stnith, inglés, marinero del navio Prima Rosa,
de 30 años de edad. Fue acusado por un sacerdote católico de haberle oído decir
que en su tierra los frailes se casaban, y preguntado porque lo hacían,
contestó:-«por que es mejor, que tomar la una mujer y la
otra.» negó
siempre, votóse á tormento y antes de ejecutarse, murió.» Su estatua salió en el
auto con insignias de reconciliado.
Tomás Jiménez, flamenco, marinero
del mismo buque, de diez y nueve años de edad.
Fue acusado de luterano, y de
haber dicho que la Reina
de Inglaterra era mejor cristiana que la Reina de España. Negó todo y se votó á tormento.
Dice la relación de su causa:-«y después, en dicho tormento (no se olvide que
el reo tenia diez y nueve años) y puesto en el potro, á las dos vuelta!,
confesó lo mismo que los testigos habían dicho, y que había observado la nueva
religión de Inglaterra, y que había callado todo hasta aquel momento, de miedo
de lo que le podían hacer, y que todo le pesaba, y pedía conmiseración;
suspendióse el tormento, y ratificóse.» Fue condenado á recibir cien azotes, y
á cinco años de galeras,
Juan Huer, inglés, marinero, del
mismo buque, de 17 años de edad. Fue acusado también de ser luterano, y de
haber entrado en la iglesia sin hacer reverencia, y contes-tó.-«que no hizo
reverencia, porque no sabia si era bueno ó malo; que no se le había enseñado
nada de la religión católica; que de todo pedía perdón á Dios, porque todo lo
había hecho jgnorante de si
era malo ó bueno,» La misma pena que el anterior,
Pedro Jansen, inglés, marinero del mismo buque, de 19 años
de edad.
Acusado de los mismos delitos, abjuró y prometió vivir en
adelante como buen cató- lico. Sin embargo, se le dieron cien azotes como
recuerdo, y se le envió por cinco años
á galeras a aprender allí sin duda la verdadera doctrina.
Eduardo Estred, inglés, marinero del mismo navío, y de 21
años de edad. Abjuró
del luteranismo, y fue condenado a tres años de galeras.
Juan Gold, ingles también, y tripulante de la misma nave;
puesto en tormento, reco- noció sus errores y se convirtió al catolicismo. Se
le impusieron tres años de galeras.
Guillermo Vaquer, Marcos Colman, Ricardo Sánchez, Cristóbal Thermar., Guillermo Roger y Cristóbal Tristán,
marineros todos del mismo buque, e ingleses. Abjuaron también desus errores, y
fueron reconciliados con prisión y galeras.
Juan Reman, inglés, de 29 años, .marinero del navío Falcon.
No supo signarse y santiguarse, y solo dijo el padre nuestro y el credo. En
cuanto á los mandamientos los
recitó adicionados, notándose que principió con estas
palabras:-«Dios dijo, yo soy tu Dios y Señor, no tendrás otro Dios que yo,
no harás imágens alguna.»
Diosele a entender que no podía salvarse sino en
nuestra Santa fé católica, y habiéndolo entendido, pidió penitencia de sus
errores. Y continua así la relación.-«Salió de las cárceles secretas por no
tener de que le sustentar, hasta que fue llevado a la cárcel pública de la. Ciudad; y estando allí, le dio
licencia el Gobernador para salir fuera, y entró en casa de unas dos mujeres,
mayores de veinte y cinco años cuales le testificaron que había dicho, que
Nuestro Señor Jesucristo había muerto, y dejando el cuerpo la
tierra, y con sola el ánima había subido a los cielos; y advirtiéndole
ellas, que había subido en cuerpo y en ánima, les respondió, que no lo entendía
y luego echó los ojos en unas imágenes, que tenían en las paredes, las cuales
eran de un Cristo y de Nuestra Señora, y dijo, para que queréis estas imágenes;
y la una le respondió, que era la semejanza de Dios; y el dijo, que bien sabia
que había Dios, pero que aquellas imágenes no eran de Dios, porque nadie sabia
como era Dios; y que ellas le habían respondido, y no dijo más.»
A
toda esta relación estuvo negativo, y repetido el tormento, dijo: «que
había sido siempre luterano, hasta que vino á esta Isla, y que estando en
Inglaterra le pareció bien todo cuanto allá hizo.»-Y mandando los
Inquisidores tirar de la garucha, se desmayo, y se suspendió el tormento.
Abjuró con señales de
contrición, y pidió misericordia. Fue reconciliado se le dieron doscientos
azotes, y se le envió á galeras por diez anos.
Juan, morisco, esclavo
de Marcial Cabrera, de 20 años de edad. Y
Pedro Berrera, esclavo del Marqués de Lanzarote, procesados ambos por
haber tenido trato con los moros, fueron condenados á galeras.
Miguel Cameros, natural
de Medina del Campo, se denunció espontáneamente por haber renegado en Argel,
siendo cautivo. Fue reconciliado con la pena de cincuenta azotes y cuatro años
de galeras.
Isabel González, viuda
de Alfonso Sánchez, vecina de La
Laguna. Fue acusada por dos jóvenes de 17 y 19 años, de
haberles enseñado a rezar una oración a Santa Marta, por medio de la cual
podían obtener el cariño de cualquier hombre. Fue condenada a recibir
doscientos azotes, y á confiscación de bienes.
Tal fue este famoso
auto, en el que se vio el espectáculo, ya nuevo en el país, de un reo>
relajado en persona, y de un número tan considerable de procesados por delitos
tan horribles, como los que dejamos expuestos.
Sin
embargo, nos consuela ver, cuan pocos eran los canarios que arrostraban las
iras del Santo Oficio. Todos, ó casi todos, eran ingleses, flamencos, moriscos
y judíos, nacidos fuera de nuestro suelo afortunado, á quienes su buena suerte
conducía á estas. playas.
Creemos
que en las galeras de S. M. completarían su educación religiosa, bajo el látigo
del cómitre, y bendecirían á cada instante la misericordia de un Tribunal, que
así se desvelaba por la salvación de sus almas.(Agustín Millares Torres; 1981).
Julio de 2013.
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