Lugar de culto guanche:
En este bosque
de Agua García nuestros ancestros
tuvieron un lugar de culto a nuestras Deidades, como sabemos la espiritualidad
de nuestros antepasados giraba en torno a la Diosa Madre Chaxiraxi
y la Naturaleza,
por ello estos espacios cultuales generalmente se encuentran situados en
lugares recónditos, muchos de ellos en los claros de los bosques. Hoy en día en
el bosque de Agua García, entre Tacoronte y El
Sauzal, en el lugar conocido como Las Crucitas o Bailadero de Las
Brujas, existe un claro cuyo centro está ocupado por un
antiquísimo aceviño, árbol sagrado guanche, el círculo está formado
por pinos visiblemente más antiguos que los Insignes, los cuales fueron
replantados en los años cuarenta del pasado siglo por un ingeniero de montes
el español Ortuño, y curiosamente,
respetaron los primitivos pinos
canariensis que conforman dicho círculo, este hecho en si no tendría nada de
particular si no fuera por dos detalles significativos; el primero es que, al
replantar los pinos insignes respetaron el gran círculo que forma la guaracha o
bailadero; ocupando el centro del círculo está un aceviño en el cual
hay dos cruces colocadas de manera desordenadas y que suelen estar “boca a bajo”,
en el suelo están otras dos fijadas a unos soportes y que, como las del árbol
están descuidadas durante todo el año hasta la llegada del primero de mayo, en
esta fecha alguien limpia el entorno pinta de blanco las peanas de las cruces y
el círculo de piedras que rodean al árbol, colocan debidamente las
cruces y las adorna con flores, así como el entorno. Hasta aquí todo normal si
quienes se toman tantas molestias año tras años en adornar el entorno
pretendiesen rendir culto a las cruces. El ya mencionado investigador Javier
García Miranda y quien estas líneas escribe, hemos intentado hallar una
explicación a tan peculiar manera de mantener y cuidar el bailadero de Las
Crucitas o de La Brujas,
iniciamos una visita a dicho lugar un tres de mayo, si bien encontramos el
entorno limpio y adornado de flores no había quien supiera darnos una
explicación razonable sobre tal hecho, pero Javier más tenaz que yo, volvió al
año siguiente y recogió de unos ancianos la siguiente
información: “...Venimos aquí porque éste lugar trae buena suerte, desde
siempre nuestros padres y abuelos lo han hecho. Dicen que aquí quiso morir un
“hombre santo” hace muchos años y dejo encargada a su familia, que hoy viven en
La Esperanza,
que cuidaran de este lugar. Antes, se dice que venían a bailar aquí las brujas,
pero ahora ya no hay.
Ante la
pregunta ¿Por qué se decía que era un santo? Responde la informante “lo que se
dice santo; en realidad no lo era (en el sentido del santoral
católico) pero, según le oía hablar a los viejos era una persona que hacía
el bien y curaba a las gentes”.
“Pasamos la
víspera la noche aquí rezando, pero la del propio día de la cruz no, porque
entonces vienen los curanderos a hacer sus cosas y la gente no puede estar.”.
Otro informante
Braulio de la Paz, natural de Ravelo, nos cuenta: “Donde hoy están las
crucitas, decía mi abuela que antes estaba el bailadero de las brujas
(Maguadas, sacerdotisas guanches).
Yo recuerdo
ver, al anochecer del día de la cruz, a los viejos bailando como locos; Antes
se enramaba la entrada de la cueva La Labrada, que decían que era una cueva
santa”.
En las imágenes, con el
Etnólogo y Musicólogo Javier García Miranda y el investigador Emiliano
Bethencourt (Este ya en el Seno de Magek), un tres de mayo de 1998.
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