Isidro Santana
León
[Los grupos ecologistas, los colectivos ciudadanos y
toda la sociedad canaria en general, debe presionar al Gobierno de Canarias mediante
movilizaciones constantes y contundentes, para que saque este asunto de los
tribunales coloniales españoles –éstos son parte indisoluble del sistema
colonial, de sus intereses y desmanes– y ponga la
cuestión de Canarias directamente en la Asamblea General
de las Naciones Unidas.]
Esgrimir solo razones
medioambientales contra las extracciones petrolíferas, le da pábulo al
colonialismo español para que se considere con derecho en el controvertido
asunto que denunciamos, ya que se bordea la médula del problema, como es la
ilegalidad que comete un Estado al saquear los recursos de una nación que está
fuera de su jurisdicción marítima, tal es el caso de Canarias. A mi forma de
entender, la auténtica solución pasa por interpelar y denunciar esta arbitrariedad
del Gobierno español en los tribunales internacionales pertinentes, pues lo que
intenta la Metrópoli
en las Islas Canarias es un caso incontestable de injerencia, violación de la
soberanía y del derecho que Canarias y su pueblo legítimamente tienen a decidir
y disponer, si lo cree oportuno, lo que ha de hacer con sus recursos:
explotarlos o dejarlos como reserva estratégica.
España va a sacar el
petróleo canario, no porque la ampare la legalidad internacional, sino porque
acordará con Marruecos –no olvidemos que todas las cuadrículas están en la Zona Económica
Exclusiva de este país– algunas contraprestaciones
políticas, económicas y comerciales, a cambio de que el reino alauí le dé los
permisos a REPSOL, porque jamás renunciaría Marruecos a su soberanía dejando
que las extracciones se hagan bajo titularidad española. El viaje del Borbón y
su séquito de mamones en estos días al país magrebí tiene como finalidad estas
negociaciones, aunque Belicoso Soria niegue que se haya hablado algo sobre el
petróleo, pues para discutir de fútbol no creo que hiciera falta arrastrar con
la cohorte de ministros y ex-ministros de asuntos exteriores y demás
políticos y diplomáticos de España –está visto que el dinero público sobra para
viajes, protocolos, comilonas y otros dispendios, mientras los niños canarios
mendigan el bocadillo en los comedores escolares–,
todos experimentados corruptos en pasar de lo público a lo privado, una vez
consumados sus ejercicios gubernamentales, que no han sido otros que compensar
a banqueros y constructores por los socorros prestados para llegar a los
gobiernos. Aunque son conjeturas, tal vez se le haya ofrecido a Marruecos el
incremento de sus exportaciones a Europa –en detrimento de los agricultores
canarios y españoles– o posicionarse en el asunto del
Sahara del lado de Marruecos –entonces verá el POLISARIO que arrastrarse ante
su antigua metrópoli en detrimento de Canarias no les valió como estrategia– y es muy probable que, como herencia, alguna
lacra más nos deje el Borbón antes de que la palme.
Los grupos
ecologistas, los colectivos ciudadanos y toda la sociedad canaria en general,
debe presionar al Gobierno de Canarias mediante movilizaciones constantes y
contundentes, para que saque este asunto de los tribunales coloniales españoles
–éstos son parte indisoluble del sistema colonial, de sus intereses y desmanes– y ponga la cuestión de Canarias directamente en la Asamblea General
de las Naciones Unidas. Si el pueblo canario tiene la gallardía, el interés y
convencimiento de que nuestra sociedad puede cambiar y prosperar, hemos de
levantarnos y poner contra las cuerdas al Gobierno de Canarias, para que
proceda con esta exigencia social en el marco de las Naciones Unidas, al que no
le quedará más remedio que tirar por donde le ordene la gente o acarrear con
las consecuencias de su deslealtad y traición a Canarias. El pueblo canario
debe saber que España es un reino que no tiene futuro, que toda su historia la
señala como una tirana que condena a los pueblos al hambre, la miseria y la muerte,
mientras sus monarquías, aristocracia y todo miembro de su estructura de poder,
han vivido parasitariamente de las sangre de sus
siervos y de la rapiña de sus recursos. España está en banca rota porque las
castas mencionadas anteriormente han administrado el Estado para sus propios
fines y beneficios, embaucando e implicando a los trabajadores y a los más
desfavorecidos en el pago de la deuda de su latrocinio. Lo cierto es que esa
deuda es impagable con la productividad del Estado, aunque sigan engañando a la
gente con la salida del túnel o los brotes verdes, por lo que pasarán muchos
años durante los que las víctimas de su codicia y criminalidad irán pereciendo
de forma inexorable.
Nunca le importó a la
empresa España los seres humanos y menos le importa ahora que los ricos quieren
seguir manteniendo sus prebendas y privilegios. El gobierno de Canarias podría
cuestionar y negarse a pagar la parte de la deuda que dicen que tiene Canarias
–sé que es mucho pedirle a una banda de lacayos– ya
que una colonia no tiene potestad para endeudarse, porque carece de soberanía
en todos los aspectos, y quien no puede decidir tampoco debe pagar: el pueblo
canario no ha creado deuda alguna, ya que, por el contrario, han robado a
nuestra patria lo indecible. La deuda es exclusiva del colonialismo español y
son los tiranos que lo han administrado quienes tienen directa responsabilidad…
¡que pague con sus palacios, con sus haciendas, con sus tierras, con todas sus
ilegales fortunas y con las escandalosas cantidades de dinero defraudado al
tesoro público y que está a buen resguardo en los paraísos fiscales! La vieja
Europa tiende a convertirse en una región de servicio, porque su economía
productiva no puede competir con las potencias emergentes que fabrican sus
productos en el tercer mundo, países éstos que comienzan a entrar vía de
desarrollo. Sin embargo, la nación canaria tiene grandes potencialidades y
posibilidades, siendo inconcebible que nuestro pueblo mire contemplativo cómo
se genera y circula ingentes capitales en nuestro archipiélago, mas,
pusilánime, deja que le extraiga el alma cuando podríamos ser un Estado, con
total seguridad y, a diferencia, más próspero que España.
Canarias puede sacar
la cabeza de debajo del Océano Atlántico y mirar a África y al mundo para
ofrecerle mucho más de lo que algunos ignorantes creen; no obstante, si
queremos emprender esta andadura hacia el futuro y la prosperidad de nuestro
pueblo, tenemos que romper la cadena que nos ha puesto la abusadora y
estafadora España, para experimentar que sin grilletes nuestra velocidad para
convertirnos en una potencia era inimaginable. La lucha por la preservación del
medio ambiente es de vital importancia, pero la clave de nuestro éxito radica
en internacionalizar el problema desde nuestra realidad colonial. No hay otra
salida. España será siempre una empresa mafiosa –es algo que está arraigado en
sus genes– y nunca cambiará su tiranía por la
humanización. Pero, Canarias, puede ser libre, prospera, humana, solidaria y
honorable, siempre que los canarios nos atrevamos a querer cambiar esta
calamitosa realidad, quitándonos esta rancia enfermedad de encima. Seis siglos
de colonialismo es mucho, ¡salgamos a la calle!, ¡gritemos nuestra colonialidad! –ésto nos lo
sugirió Unamuno cuando su exilio en Fuerteventura– y
exijamos nuestra independencia: es un derecho reconocido que tienen todos los
pueblos del mundo. El nuestro no es menos y, con total seguridad, sería más
rentable caminar con nuestra soberanía nacional que seguir dependiendo
políticamente de un reino insolvente, vetusto, decrépito y opresor.
19/07/13
Tomado de:
www.elcanario.net
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