Francisco García-Talavera Casañas
Cada vez queda más patente la hipocresía y la
memez de esta sociedad, que es capaz de negarle el reconocimiento a un gran
hombre cuyo delito fue luchar por la independencia de Canarias. Antonio
Cubillo, con sus luces y sus sombras (¿quien no las tiene?), fue ante todo un
patriota que dio su vida por su tierra y murió por sus ideas, a causa de las
secuelas del vil atentado de Estado perpetrado en Argelia por sicarios del
Ministerio del Interior español cuando se encontraba al frente del mismo
Rodolfo Martín Villa. Los que vimos el magnífico documental producido por su
sobrino, Eduardo Cubillo, sobre esta siniestra historia pudimos contemplar
emocionados (al menos yo) cómo Cubillo, haciendo gala de una gran bonhomía, y
desde su silla de ruedas, perdonaba a su verdugo y sellaba el asunto con un
simbólico "ya pasó, qué le vamos a hacer".
Sin embargo, algunos siguen calificándolo
de terrorista, equiparándolo a la
ETA, e incluso achacándole el terrible accidente de Los
Rodeos. Pues no, la lucha armada del MPAIAC nunca pretendió causar muertes,
sino que de lo que se trataba era de armar bulla y dar a conocer al mundo que
Canarias estaba en un
proceso de descolonización. Y el único fallecimiento que se produjo fue por la
imprudencia temeraria de un policía al desactivar un artefacto sin las debidas
precauciones. ¿Cómo se atreven estos mentecatos a comparar a Cubillo con la ETA, que ha matado
deliberadamente y a sangre fría a centenares de personas?
Para Rodolfo Martín Villa, al contrario,
todo son honores y distinciones. Le premian primero con la presidencia de
Endesa y luego con la de Sogecable, en 2003; y más recientemente, nombrándolo
consejero del llamado "banco malo" (Sociedad de Gestión de Activos procedentes
de la
Reestructuración Bancaria). También en Chile, en el año 2000,
le homenajean como presidente de Endesa, con la orden de Bernardo O´Higgins, por su aportación a la industria de
aquel país suramericano. Pero no hay que olvidar que las operaciones de Endesa
en Chile fueron muy criticadas por la fiscalía antimonopolios, y que Martín
Villa tuvo que declarar hasta tres veces por este oscuro asunto. A su vez, y
aprovechando la coyuntura del caso Pinochet, ofreció su mediación para tratar
de liberar al dictador chileno, llegando, incluso, a entrevistarse en Londres
con Margaret Thatcher.
Asimismo, el 14 de abril de 2010, y ante
la negativa de la justicia española a investigar los crímenes de la dictadura,
la red ciudadana de crímenes del franquismo de Argentina pidió la imputación de
Martín Villa y otros exministros
por delitos de genocidio y/o crímenes de lesa humanidad cometidos en España por
la dictadura franquista entre el 18 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977.
La petición de imputación, como corresponsable, se refiere a los hechos acaecidos en
Vitoria el 3 de marzo de 1976, siendo ministro de Relaciones Sindicales,
durante la jornada de huelga en la que la policía asaltó la iglesia de S.
Francisco de Asís -donde se reunían las comisiones representativas de las
empresas en lucha- y disparó a bocajarro contra cientos de trabajadores que
habían acudido a la asamblea, asesinando a cinco personas, y dejando más de 100
heridos de bala. En aquella época a Martín Villa se le conocía como "la porra
de la Transición".
Sin comentarios.
Y es más, durante su etapa de ministro del
Interior fue cuando, en julio de 1978 (unos meses después del casi asesinato de
Cubillo), la policía mató a Germán Rodríguez en la plaza de toros de Pamplona
por haber desplegado una pancarta "subversiva" en los Sanfermines.
Hubo también muchos heridos, diez de ellos de bala. Y unos días después,
durante las protestas por ese asesinato, un policía mataba de un disparo al
manifestante de 19 años Joseba Barandiarán.
Nadie fue castigado ni destituido. Así campaba a sus anchas la represión tardofranquista... Del mismo modo, es de justicia decir
que tópicos como "por el bien de la patria" o "la seguridad del
Estado" tampoco justifican los crímenes cometidos por los GAL durante el
primer gobierno socialista.
Martín Villa comenzó siendo jefe nacional
del SEU, en 1962, alcanzando el puesto de gobernador civil en 1974 y el de
ministro de Relaciones Sindicales en 1975, para luego ser diputado en las
Cortes por León (UCD) y más tarde por Madrid (PP). Como vemos, a lo largo de su
trayectoria vital y política, se movió siempre en las altas esferas del poder
central de la derecha española, aliándose también con el gran capital de las
multinacionales financieras e industriales, mientras que Cubillo siempre vivió
modestamente de su bufete de abogado laboralista defendiendo a las clases
trabajadoras. Cubillo versus Martín Villa ¿Con cuál de los dos se quedan?
De igual manera, conviene recordar también
lo que pasó aquí, en Canarias, por esas fechas en las que la represión
dictatorial aun estaba a la orden del día: asesinato de Bartolomé GarcíaLorenzo por la policía secreta en su casa de
Somosierra; asesinato por la
Guardia Civil de Javier Fernández Quesada a las puertas de la Universidad de La Laguna; tortura y presunto
asesinato de Antonio González por el inspector Matute en el Gobierno Civil de
Santa Cruz de Tenerife... ¡Cuanta miseria humana!
Es triste que no seamos capaces de
concederle a Antonio Cubillo una calle o una plaza, y sin embargo sí se las
conceden al genocida y esclavista Alonso Fernández de Lugo, el Adelantado masacrador de los guanches; al sanguinario general Weyler, represor y exterminador de los
independentistas cubanos; y al dictador e instigador del golpe de Estado y
posterior Guerra Civil española, el general Franco. Asimismo, aplaudimos en su
momento a los promotores de la desastrosa Guerra del Golfo, Bush, Blair y
Aznar... ¿Cuántos centenares de miles de muertos causaron esas funestas guerras
en nombre de la civilización, la religión, la "libertad duradera" o
la "justicia infinita", cuando en realidad en todas ellas -incluida
la conquista de Canarias- lo que había detrás eran puros intereses económicos?
En fin, para qué seguir.
En definitiva, Antonio Cubillo ya es un
referente ideológico y ocupa un lugar preeminente en la Historia de Canarias, al
margen de tanta estrechez de miras e intolerancia de los que se niegan a
reconocerlo y que van a quedar en evidencia cuando, por fin, se le haga
justicia y Canarias alcance el Estado que se merece. Tiempo al tiempo.
Tomado de: www. Elcanario.net
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