Cheikha
Rimitti, la legendaria abuela del 'rai'
¿Remitti o Rimitti? Nadie se pone de acuerdo. Las
dos grafías se han utilizado en portadas de discos o carteles de conciertos.
Ella lo pronuncia "rimiti". En realidad, se llama Saâdia Bédief. Un
día de lluvia torrencial se resguardó en una cantina para tomar un café.
Algunos clientes la reconocen, le piden que cante y ofrecen una ronda: "Remettez
des panachés!" ("¡Sírvanos otra clara!"). Y empiezan a
aclamarla al grito de "¡Rimitti!".
Toda una leyenda en vida. Una Edith Piaf o una Om
Kalsum del norte de África. Y una cheija, una de aquellas mujeres de la Argelia colonial que
hablaban abiertamente de los placeres de la carne: cortesanas y cantantes a un
tiempo.
Se dice que nació el 8 de mayo de 1923 en
Tessala. Quedó huérfana siendo muy niña y nunca fue a la escuela. No sabe leer,
ni escribir. Tampoco habla francés, pese a llevar más de 20 años en París.
Superviviente a la hambruna y el tifus, fregó suelos para familias francesas y
llegó a ejercer la prostitución. Viajó con músicos ambulantes como bailarina. Y
en las cantinas y burdeles del puerto de Orán, la más andaluza de las ciudades
argelinas, con su mezcla de árabes, judíos, franceses, españoles, turcos y
bereberes, cantaba para los soldados norteamericanos desembarcados durante la II Guerra Mundial.
Libre e indómita, horrorizó a los bienpensantes y
sufrió la censura del Frente de Liberación Nacional (FLN). Aún hoy no se la
escucha en los hogares argelinos: la consideran vulgar. En Nouar canta
"mi amado me ha encendido como enciende un cigarrillo". El rai
es la música reivindicativa con la que los jóvenes argelinos pueden beber y
disfrutar. Con letras de doble sentido basadas en la poesía rural improvisada e
influida por otros géneros urbanos como el wahrani o el charqui
de origen egipcio. Rimitti vivió muchos años en un cuartucho de hotel de
Barbès, en París, con el baño en el pasillo. Cuando los integristas asesinaron
al cantante Cheb Hasni, en 1994, estuvo una larga temporada sin acercarse por
su casa de Orán. Ahora no deja que pasen muchos meses sin ir.
Con 70 años, grabó Sidi mansour, en
compañía de Robert Fripp, Flea -bajista de Red Hot Chili Peppers- y East Bay
Ray -antiguo guitarrista de Dead Kennedys-. Y en el 2000, la academia del disco
Charles Cros le otorgó su gran premio por Nouar, en el que conservaba
las flautas de caña (gasba) o los tambores (gallal) de sus
raíces campesinas. Desde que, en 1952, el sello Pathé publicó un disco de cera,
bajo el nombre de Cheikha Remettez Reliziana, se han puesto en
circulación más de 300 casetes, otros tantos sencillos de 45 revoluciones por
minuto y unos 50 discos de 78. En Orán, sorprendentemente, pueden verse colas
en las tiendas de discos. Eso sí, los compactos son copias que se venden a un
euro, cuenta su promotor español.
Rodeada de músicos jóvenes, Rimitti se ha
presentado en casi todas las capitales europeas. Pero se siente maltratada por
los grandes del rai. No sólo cree que no la han reconocido como
precursora, sino que asegura que se han apropiado de algunas de sus canciones y
muchas de sus letras. Dice uno de sus allegados que visita más a menudo a su
abogado que al médico. El alcalde de Marsella fue a entregarle una placa y
llegó acompañado de un fotógrafo. Cuando Rimitti vio el flash montó un
escándalo. No le gustan las fotografías. Menos aún la televisión. No quiere que
la vean en su país. Como si una parte de ella se avergonzara de lo que hace en
un escenario. El programa que presentaba en TVE Miguel Bosé le ofreció un buen
dinero. Se negó. Ya ha rechazado propuestas de la BBC y otras cadenas europeas.
Y no quiere oír hablar de posibles biografías. Su nuevo disco, N'ta
goudami, se publicará en septiembre. Tras Sevilla y Fraga, Rimitti actúa
hoy, jueves, en Madrid (Sala Arena), mañana en Barcelona (Sala Apolo), el 5 en
San Sebastián (Sala Gazteszenea) y el día 7 en Almería (Festival Alamar).
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