miércoles, 5 de noviembre de 2014

EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA




UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1451-1460


CAPITULO I



Eduardo Pedro Garcia Rodriguez

1451. Luís Alfonso Cayado y Angriote Estevanes, portugueses que venían a Canarias con el escribano real de Castilla Juan Iñiguez de Atave {enviado por Juan II con poderes para varios asuntos) atacaron a las naos con las mismas armas que Iñiguez llevaba y las depredaron, secundando un mandato de Alfonso V de portugal {Hist., I, 18; BAE, XCV, 70a-b).

1451. Fernán Valermón, Pedro Álvares {criado de Rui Galván), Vicente Días y otros vecinos de Lagos, Rui Gonzales {hijo de Juan Gonzales) y otros vecinos de Madeira y de Lisboa, por mandato del infante don Enrique el Navegante, van con cinco carabelas a Titoreygatra (Lanzarote) para apoderarse de ella. No lo consiguen, pero hacen depredaciones en otras islas y llevan presos a algunos colonos castellanos, en Erbania (Fuerteventura) a Juan Iñiguez (Hist., I, 18; BAE, XCV, 70b).

1451. Con motivo de la boda de su hermana Leonor con el emperador Federico III, el rey portugués Alfonso incluyó entre los festejos la presencia de  indígenas canarios: «Después vinieron unos hombre salvajes, que viven en algún rincón del mundo, en unas islas lejanas del mar, pero bajo señorío del señor rey de Portugal, diciendo haber sido enviados por sus jefes a estas bodas, e hicieron a su manera unos bailes muy particulares y dignos de admiración. Que aquella primera aparición en una Corte europea del «buen salvaje» roussoniano haya correspondido a indígenas canarios nada tiene de extraño, pero Portugal estaba más interesado en Guinea, y en 1454 renunció a su presencia en Titoreygatra (Lanzarote) y a su respaldo a los gomeros, mientras que Castilla, cuyos negociadores habían sido el propio duque de Medina Sidonia y el licenciado Juan Alfonso de Burgos, aceptaban el monopolio lusitano en la navegación hacia Guinea. Alfonso V se apresuró a obtener una bula pontificia que lo asegurase: es la «Romanus Pontifex», de 8 de enero de 1455, donde se reconocía el derecho exclusivo de Portugal para navegar y conquistar al S. del cabo Bojador.

1452. Inés Peraza, una vez fallecidos su padre y su hermano. Casó con Diego García de Herrera, hijo del mariscal Pedro García de Herrera y regidor del Cabildo sevillano en 1453. Con Herrera entra en juego un nuevo linaje en la colonia, esta vez de origen cortesano, lo que supone nuevos respaldos indirectos del poder regio, y la posibilidad de reactivar la vida de la ocupación de las islas canarias denominadas de señorío,  aunque el matrimonio se ocupó tanto de sus intereses andaluces como de los isleños, según era tradicional.
1452. Muere el colono Hernán Peraza “el Viejo”, primer “señor” de la isla de la Gomera.
1452. Asumieron el señorío de las Canarias los invasores colonizadores, Inés Peraza y su consorte Diego García de Herrera, se convirtieron en campeones sin rival de las cabalgadas de saqueo de España en Berbería de Poniente. Herrera, el esclavista sevillano, dirigió y alentó un sinfín de expediciones o cabalgadas al  continente, de las que siempre regresó victorioso y enriquecido. No puede sorprendernos que sus constantes relaciones con África le hiciesen abrigar el propósito de erigir en la costa un establecimiento fijo, una torre-factoría, que le permitiese el cómodo acceso a la ruta del oro de las caravanas, al par que la iniciación de estrechos contactos con las tribus, con vistas a su futura dominación política. (Rumeu de Armas)
1452.  Los colonos Inés Peraza y su consorte Diego García de Herrera, heredaron y asumieron el señorío de las Canarias, se convirtieron en campeones sin rival de las cabalgadas a la saca de esclavos   en Berbería de Poniente. Herrera, el esclavista  sevillano, dirigió y alentó un sinfín de expediciones o cabalgadas al  continente, de las que siempre regresó victorioso y enriquecido con tan vil comercio. No puede sorprendernos que sus constantes relaciones con África le hiciesen abrigar el propósito de erigir en la costa un establecimiento fijo, una torre-factoría, que le permitiese el cómodo acceso a la ruta del oro de las caravanas, al par que la iniciación de estrechos contactos con las tribus, con vistas a su futura dominación política. No olvidemos que a gran parte de lo que fue la colonia del Sáhara Español se la denominaba Río de Oro, un topónimo de lo más explícito. El lugar elegido para el primer asentamiento en aquellas costas sería el Río de la Mar Pequeña, conocido desde hacía bastante tiempo por los marineros y pescadores andaluces.
1452. El rey Juan II de Castilla, por Real Cédula, de Toledo, a 25 de mayo de 1552, al rey Alfonso V de Portugal, que le envía por Diego González, de Ciudad Real, oidor de la Audiencia, y Juan Iñiguez de Atave, escribano de Cámara, protesta por las intervenciones del infante en las islas (Hist., I, 18; BAE, XCV, 72a).
1452. El rey Alfonso V de Portugal responde a Juan II de Castilla  “que no puede hacer nada hasta que no oiga al infante; con lo; cual intenta hacer de juez árbitro entre el infante y Juan II, lo cual éste no acepta, pues su función en este caso no es juzgar sino intervenir {Ibid" 72a-b). 1452.  Los colonos Inés Peraza y su consorte Diego García de Herrera, heredaron y asumieron el señorío de las Canarias, se convirtieron en campeones sin rival de las cabalgadas a la saca de esclavos   en Berbería de Poniente. Herrera, el esclavista  sevillano, dirigió y alentó un sinfín de expediciones o cabalgadas al  continente, de las que siempre regresó victorioso y enriquecido con tan vil comercio. No puede sorprendernos que sus constantes relaciones con África le hiciesen abrigar el propósito de erigir en la costa un establecimiento fijo, una torre-factoría, que le permitiese el cómodo acceso a la ruta del oro de las caravanas, al par que la iniciación de estrechos contactos con las tribus, con vistas a su futura dominación política. No olvidemos que a gran parte de lo que fue la colonia del Sáhara Español se la denominaba Río de Oro, un topónimo de lo más explícito. El lugar elegido para el primer asentamiento en aquellas costas sería el Río de la Mar Pequeña, conocido desde hacía bastante tiempo por los marineros y pescadores andaluces.
1453. El infante don Enrique el Navegante, muerto Fernán Peraza en 1452, pide a Diego García de Berrera (Herrera) que le venda las Islas Canarias; pero no lo consigue (Hist., I, 18; BAE, XCV, 73a).

1453. El infante don Enrique, mediante su confesor Fray Alfonso Velho, O.P., suplica a Juan II de Castilla que le sea reconocido el señorío sobre Lanzarote, que le fue aforado por Maciot. No lo consigue (Ibid., I, 18; BAE, XCV, 73a).

1453. El capitán Palencio, portugués, ataca junto a Cádiz, a unas carabelas castellanas de mercaderes de Sevilla y Cádiz que volvían de Guinea, «que es de nuestra conquista» {dice la carta de Juan II), y secuestra una de ellas a Portugal donde hace presos a los castellanos y, por mandato de Alfonso V, le cortaron las manos a un genovés que iba en ella (Hist., 1, 18; BAE, XCV 73b) 9.

1454 Septiembre 7. Estando la Corte castellana en Cuéllar, el  juez licenciado Pedro González de Caraveo, oidor de la Real Audiencia de Sevilla y alcalde de su Casa y Corte., a instancia del apoderado de Herrera, pronunció sentencia definitiva en rebeldía del demandado Maciot, que no se atrevió a comparecer, dictó sentencia en la cual se resolvía el litigio en esta forma: «Fallo que la dicha isla de Lanzarote, con el señorío e jurisdicción della e con los frutos e rentas e pechos e derechos, pertenecen e deben pertenecer a la dicha Dña. Inés, así como a fija legítima, universal heredera del dicho Femad Peraza, e pronuncio e declaro pertenecerle todo ello, e que debo mandar e mando que le sea dejada e entregada libré e desembarazadamente, sin embargo nin contrario alguno, con los frutos e rentas e pechos e derechos que han vencido fasta aquí, desde el día quel dicho Mosen Maciote fizo la dicha enagenación e traspasamiento de la dicha isla en el dicho infante D. Enrique, e non guardó ni cumplió las dichas condiciones, según la forma y tenor del dicho recaudo que fizo e otorgó al dicho Guillén de las Casas...». No satisfecho Herrera con tan completo triunfo, quiso que la sentencia fuese ratificada por el rey, que lo era ya Enrique IV, el cual, hallándose en la villa de Arévalo, expidió cédula con fecha 28 de aquel mismo mes y año dirigida «al consejo, alcalde, alguacil e regidores, escuderos, oficiales e hombres buenos de la isla de Lanzarote», encargándoles guardasen y cumpliesen lo en ella contenido. (Agustín Millares Torres; 1977. t. II:109)

1454 de Septiembre 28.   La corona de las españas otorga a los colonos Diego de Herrera y doña Inés Peraza el señorío de Titoreygatra (Lanzarote), en su política de pleno dominio del Archipiélago como base permanente desde donde penetrar al continente para saquearlo, extrayendo oro, esclavos y especias. Los habitantes de la isla tanto los colonos europeos como sus naturales estaban molestos con la tiranía del esclavista Diego de Herrera y comenzó un motín. Los amotinados hicieron prisionera la tripulación de una carabela portuguesa dedicada a la trata de esclavos, la cual una vez liberada por Herrera fue vital en la sofocación de la revuelta.

1455. El Papa Nicolás V, en la bula Romanus pontifex, de Roma a 8 de enero de 1455, concede a Portugal el derecho a conquistar por la costa de nuestro continente hacia el sur sólo a partir de los cabos Bojador y Nam (Marruecos, por tanto, queda fuera) ya defender el monopolio de su imperio marítimo ya conseguido. Parece que don Enrique ha desistido de adueñarse de las islas de Titoreygatra (Lanzarote) y Gomera, después de la negativa de Juan II de Castilla en 1454, aunque la bula no hace alusi6n alguna a las Canarias.

1455. El rey Alfonso V de Portugal pide al nuevo rey Enrique IV de Castilla para Martinho Gonzalves de Taide, conde Tauguía .(Atauguía) y Pedro de Meneses, conde de Vila Real, el derecho de conquista de Tamarant (Gran Canaria), chinet (Tenerife) y Benahuare (La Palma), a cambio de la renuncia de Portugal a las islas Gomera y Esero (Hierro), atacadas e invadidas en 1553.

1455. El rey Enrique IV de Castilla concede, al parecer, a los condes nombrados el derecho pedido; pero no llega a formalizarse por oposición de las Cortes de Castilla, de mayo de 1455, sancionada el 4 de junio.

1455 Marzo 22. El aventurero Cadamoste no dejo su personal visión de las Islas Canarias en los siguientes términos: «Era joven -nos dice Cadamosto- y en estado de resistir las fatigas de un largo viaje, deseaba, pues, ver el mundo y observar lo que ninguno de mis compatriotas se hallaba en disposición de hacer. Esa fue la razón que me impulsó a aceptar el mando del buque que el Infante me ofrecía y en el que iba de piloto Vicente Díaz. Salimos de Lagos el 22 y soplándonos vientos del norte llegamos el 25 a Porto Santo y el 28 a La Madera. Desde allí seguimos nuestro derrotero en demanda de las islas de Canaria, que son en número de siete y de las cuales cuatro se hallan en poder de los cristianos, a saber: Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y Hierro, y las tres restantes, Canaria, Tenerife y Palma están todavía en poder de los infieles.

«El señor de las cuatro islas conquistadas se llama Herrera y es gentilhombre, vecino de
Sevilla y súbdito del rey de España. Los cristianos que viven bajo su gobierno se alimentan de cebada, carne y leche que tienen en abundancia, sobre todo de cabras.

«Estas islas poseen árboles frutales y no producen otra cosa; pero se ven asnos salvajes en gran número, especialmente en la isla del Hierro. Hállanse separadas entre sí por cuarenta o cincuenta millas de mar y su posición es correlativa de este a oeste. Se recoge en ellas gran cantidad de hierba llamada orchilla, con la cual se tiñen las telas, exportándose a Sevilla desde cuyo punto la llevan a Levante. Producen también mucha abundancia de pieles de cabra de excelente calidad, sebo y queso exquisitos.

«La población de las islas conquistadas se compone en su mayor parte de indígenas, no
enténdiendose entre ellos por la diversidad de sus dialectos.

«En el país no existe ninguna población fortificada, pero hay aldeas y reductos en la cima de sus más altas montañas y en desfiladeros de difícil tránsito. Todos los ejércitos del mundo serían insuficientes para desalojar de estos sitios a los isleños.

«Las tres islas que están habitadas por infieles son mayores y más pobladas, especialmente dos: Gran Canaria, que contiene cerca de 9.000 almas, y Tenerife, la más importante de las tres, que cuenta de catorce a quince mil. Respecto a La Palma, es, al parecer, una hermosa isla pero de escasos moradores.

«En general, los acantilados de la costa y la aspereza del terreno ha retardado la conquista de esta parte del Archipiélago.

«Haré mención primero de Tenerife, que, como he dicho, es la más poblada de estas islas y la más elevada del mundo, pues se descubre desde muy lejos en alta mar cuando está el tiempo despejado, habiéndome asegurado algunos marinos que puede verse a la distancia de 60 a 70 leguas españolas, que equivalen a 200 millas de Italia.

Del centro de esta isla se eleva hasta las nubes una montaña en punta de diamante que arde sin cesar, y los cristianos que han estado como prisioneros en Tenerife afirman que esta montaña tiene quince leguas portuguesas desde su base hasta la cima, es decir, sesenta millas de las nuestras. La isla está gobernada por nueve señores llamados duques, los cuales no son elegidos por derecho de sucesión o de herencia sino por el de la fuerza, siendo esta la razón de hallarse siempre en guerra matándose como bestias. Sus armas son piedras y una especie de venablo o lanza de una madera tan dura como el hierro, cuya punta está armada de un cuerno agudo o endurecido al fuego. Hállanse desnudos del todo, excepto algunos que llevan pieles de cabra por delante y por detrás.

Untanse el cuerpo con grasa de macho cabrío, mezclada con el jugo de ciertas hierbas, para resguardarse del frío a pesar de ser poco riguroso en estos climas meridionales.

No construyen casas y viven en cuevas; su alimento es la cebada, carne y leche de cabras que tienen en abundancia. Comen también frutas y especialmente higos, recolectando sus granos en marzo y abril. Son idólatras y adoran al sol, la luna, las estrellas y varios y diferentes objetos. Toman tantas cuantas mujeres quieren y no tocan a sus esposas vírgenes sino después que han pasado una noche con su señor, lo que consideran muy honroso para ellos.

«Los habitantes de las cuatro islas sometidas, según me han referido, hacen con frecuencia y favorecidos por la noche excursiones a las islas libres para apoderarse de los naturales y enviarlos a España como esclavos. En estas correrías han quedado prisioneros algunos cristianos y los infieles, en vez de matarlos, se han contentado para probarles su desprecio con dedicarlos a los más viles oficios, o sea, a degollar, desollar y descuartizar el ganado.

«Existe entre estos bárbaros la costumbre de que, al advenimiento de sus reyes, se sacri-
fica uno de sus súbditos en su honor. Entonces se reúne el pueblo en un profundo valle y, después de ciertas ceremonias y conjuros mágicos, el que se ha ofrecido en holocausto se arroja desde lo alto de una empinada roca, y se asegura que el príncipe recompensa siempre este acto de abnegación premiando a los parientes de la víctima.

«Los hijos de Gran Canaria son astutos y vivos, saltan por encima de grandes precipicios con la mayor agilidad y arrojan una piedra con tan segura puntería que jamás dejan de dar en el blanco. Es tan grande la fuerza de sus brazos que rompen con los puños un escudo en mil pedazos.

«He visto en la Madera un canario convertido que apostaba con quien quisiera a que colocándose a ocho o diez pies de distancia tres hombres, llevando cada uno doce naranjas y él con igual numero, recogía en sus manos, sin tocarle, las naranjas de sus adversarios mientras con las suyas daría siempre en el cuerpo de éstos.
Se dice que nadie aceptó la apuesta porque había seguridad de perderla. «Tanto los hombres como las mujeres tienen la costumbre de pintarse con el jugo de hierbas, prefiriendo los colores verde, rojo y amarillo. He visitado dos de estas islas, llamadas Gomera y Hierro, habitadas por cristianos y me he acercado a la de La Palma, pero sin desembarcar en ella». ((Agustín Millares Torres; 1977. t. II:109-11)

1455 Agosto 24. Arriba a la isla Titoreygatra (Lanzarote) Adrían de Bethencourt, apoderado de Herrera y su mujer envían por estos a la isla para preparar la llegada de estos nuevos colonos, quien, provisto de la Real Cédula confirmatoria de la Sentencia y de otras cédulas importantes, se presentó en Lanzarote en esas fecha acompañado del escribano Juan Ruiz y, convocando y reuniendo en la iglesia de Santa María a la hora de nona del domingo 24 de agosto de 1455 a la nobleza y pueblo, les presentó sus despachos, entre los cuales se hallaba su nombramiento de gobernador de las Islas de Canaria por los muy altos y poderosos señores don Diego de Herrera y doña Inés Peraza, exhibiendo seguidamente el fallo judicial dictado a favor de los mismos y los privilegios y franquicias que concedían sus nuevos súbditos. Después de su lectura, el alcalde mayor y secuestrario, Alonso de Cabrera, hizo entrega a Béthencourt de las casas señoriales, prestando con sus oficiales, empleados y personas principales de la isla juramento de fidelidad a sus señores, para lo cual se trasladó por segunda vez ala iglesia y dejó su vara de justicia en manos del gobernador. Al siguiente día, acompañado éste del alcalde y alguacil que había nombrado y eran Pedro de Aday y Juan Calderón, recorrió con ellos los pueblos de Tayga, Tao, Tyuhuya, Eque, Guiafuso, Tigalae y Rubicón, recibiendo de todos sumisas manifestaciones de adhesión.

Concluyóse esta visita el jueves 28 de agosto en la playa y puerto de Rubicón, en cuya torre entró y salió como signo de la posesión que de ella
tomaba.

Aunque en las diligencias que de estos diversos actos se extendieron no aparece resistencia ni protesta alguna, se sabe que el secuestrario Juan Iñíguez de Atabe pretendió oponerse al allanamiento hecho por su apoderado Alonso de Cabrera, pues consta que en 16 de septiembre del mismo año el rey expidió Real Cédula, dirigida al mismo secuestrario, ordenándole que dejase libre la isla a Diego de Herrera y le entregase las rentas que se hallaban en depósito, con excepción de las que pertenecieran al Estado. En la dicha Cédula se disponía, además, que para cobrar las costas a que había sido condenado Maciot, se le embargaran los bienes muebles y raíces que poseyera en el Archipiélago y, a falta de ellos, se apoderasen de su persona si pudiese ser habida. (Agustín Millares Torres; 1977. t. II:109-10)


1456. El infante don Enrique el Navegante intenta enviar a las islas que dice estar todavía sin evangelizar Tamarant, Chinech y Benahuare (Gran Canaria, Tenerife y La Palma) a Fray Estevao de Loulé, O.F.M., de la secta católica de los franciscanos (su capellán, quien ya había estado tres años en Gomera y Ecero (Hierro) , para el cual suplica al Papa Calixto III (elegido el 8 de abril de 1455) la dignidad de capellán de honor del Papa y la dispensa para acceder a un beneficio «ut ad illas [insulas] se tranferat praedicetque illis verbum Dei ut et illis sit etiam in salutem».

1459. Roberto es impuesto obispo de Rubicón por el Papa Pío II, por muerte de don Juan Cid; pero no llega a entrar en su  obispado.

1459. Las pretensiones portuguesas le obligaron a defender el señorío. Ese mismo año el Capitán luso Diego de Silva atacó Titoreygatra (Lanzarote) y tamaránt (Gran Canaria), donde fue derrotado, sin embargo, el conde  logró saldar ese episodio con el casamiento de Silva con su hija María de Ayala. Según la historiografía, el mandato de Diego de Herrera se caracterizó por su tiranía con los hombres del señorío. La Corona, castellano-aragonesa nfinalmente, decidió pasar a la conquista de las restantes islas, comprando los derechos que los Herrera-Peraza tenían sobre ellas. El título de Conde de la Gomera es confirmado, según Real Decreto de 18 de julio de 1670, en favor de Guillén Peraza de Ayala y Rojas, por la Reina Gobernadora  Mariana de Austria. El 2 de octubre de 1985 se expidió carta de sucesión en favor de  María Cotoner y Martos, hermana del Marqués de Adeje.
1460. Diego García de Herrera intenta conquistar Tamarant (Gran Canaria), pero es derrotado por los canarios. Los guanches vencedores ajustician  a cinco de los invasores franciscanos que estaban evangelizando en la isla y los arrojan al mar.

1460. Diego López de Illescas es impuesto obispo de Rubicón por el Papa Pío II.

1460. El monarca castellano Enrique IV cedió los supuestos derechos de conquista en Chinet (Tenerife), Tamaránt (Gran Canaria) y  (La Palma) a los condes de Atouguia y Vila-Real, Martín de Ataide y Pedro Meneses de Castro, aunque bajo dependencia castellana.

1460. La primera fortificación que se construyó en la isla de Chinech (Tenerife) por los invasores  europeos fue la que levantó Sancho de Herrera (1460-1464), que muy pronto demolieron los guanches.

1460. Fue nombrado obispo de la secta católica en la incipiente Cede de Rubicón en la isla Titoreygatra (Lanzarote)  Diego López de Illescas, cuya acción misionera al tiempo que depredadora está documentada en Tamaránt (Gran Canaria) en el, lugar de Telde y, con menos seguridad, en Chinet (Tenerife) en el eremitario y Casa de contratación de Igueste (Candelaria), con apoyo de Fr. Alfonso de Bolaños, fraile de La Rábida, y otros franciscanos, de modo que comenzó a haber conversos, o esperanzas de que tal cosa ocurriera y, en 1462, la bula «Pastor bonus)), dada por Pío II, al tiempo que concedía indulgencias a quienes cooperaran con la misión e impidieran actos de esclavización de guanches, o dieran limosna para “redimir” cautivos, garantizaba «Los pactos o confederaciones que los obispos concertasen con los naturales todavía sin convertir.

Estos bandos o reinos, llamados de paces, disfrutarían también de plena libertad, bajo pena de excomunión para los que atentasen contra la misma)) (A. Rumeu de Armas). Disposiciones que como todas las emanadas de la sede católica o de la monarquía castellana se convertían en papel mojado en manos de los depredadores tanto eclesiásticos como mercenarios civiles.






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