LA UNIVERSIDAD EN LAS ISLAS
CANARIAS Y LAS REIVINDICACIONES UNIVERSITARIAS DE GRAN CANARIA
La fase contemporánea
En un artículo sobre este térra
publicado en el número anterior de nuestra revista expusimos las iniciativas
que a lo largo de los años planteó la isla de Gran Canaria solicitando
autorización a la Corte
—a la entonces capital del Imperio español— para el establecimiento de una
Universidad. Dejamos nuestro relato en la creación del Distrito Universitario de
La Laguna , en
1927, como "compensación" a la isla de Tenerife por la creación de la
provincia integrada por Lanza rote, Gran Canaria y Fuerteventura. En los
siguientes treinta años la
Universidad de La
Laguna tuvo una vida lánguida. A las Facultades de Derecho y
Químicas se añadió más tarde la de Filosofía y Letras (en su sección de Lenguas
Clásicas y, más tarde. Románicas), pero La Laguna nunca fue un pouvoir spirituel en el
archipiélago y prácticamente vivió al margen de las necesidades y de las
aspiraciones de la sociedad insular. Fue a partir de los años sesenta y setenta
cuando este centro incrementó sus Facultades con las de Medicina, Biológicas,
Farmacia, Matemáticas, Económicas y las secciones de Geografía e Historia,
Filología Inglesa y Psicología y Ciencias de la Educación en la de
Letras; asimismo, ha visto aumentados sus centros académicos con los Institutos
de Ciencias de la Educación ,
Astrofísica, Ecología, etc., y, recientemente, a raíz de las últimas
manifestaciones realizadas en Gran Canaria solicitando una Universidad, se ha
decretado por el Ministerio de Educación la creación de la Facultad de Ciencias
Físicas y de los Institutos de Ciencias Políticas y Sociales y de Estudios
Oceanógraficos. De esta forma, La
Laguna se ha convertido en una Universidad completa,
centralizando prácticamente la casi totalidad de Facultades humanísticas y
científicas existentes en el archipiélago canario. Simultáneamente, el alumnado
tuvo un gran crecimiento, en particular durante la década de los setenta, y
algunas Facultades como la de Letras se han visto masifica-das en alto grado.
Sólo en años recientes la
Universidad de La
Laguna ha tratado de insertarse en su propio medio social a
través de la investigación singular mediante tesinas y tesis doctorales que
estudian la realidad natural, histórica, social y cultural de estas Islas. En
este sentido, podemos afirmar que en esta dimensión la Universidad de La Laguna ofrece hoy un amplio
y positivo balance de trabajos de gran nivel sobre nuestra comunidad —aunque
preponderantemente sobre la isla en la que se halla situada— que, en conjunto y
por especialidades, integra una base fundamental para el conocimiento de este
archipiélago.
El problema de la carencia de
centros universitarios siempre estuvo presente en la mayor parte de las mentes
inquietas de Gran Canaria. Aunque en el periodo 1939-1976 la negación de las
libertades de expresión, asociación y reunión impidió que estas aspiraciones se
manifestaran abiertamente, de hecho la cuestión brotó en diversas ocasiones. En
1962 se creó la
Universidad Internacional de Canarias "Pérez
Galdós", con sede en Las Palmas de Gran Canaria, aunque dependiente de La Laguna. Como
consecuencia de tal "desliz" fue casi inmediatamente desfenestrado el
entonces rector de la
Universidad de La
Laguna , don Alberto Navarro, catedrático de Literatura. El
nuevo centro poseía tres secciones: Humanidades, Ciencias y Lengua y Cultura
españolas para extranjeros. Su primer curso se desarrolló brillantemente en el
mes de agosto del mismo año. Fueron invitados profesores, investigadores y
conferenciantes de diversas disciplinas, cuyas intervenciones integraron un
variado y rico panel de enseñanzas, de las que la población local se sentía
ávida. Se planteaba, así, la Universidad Internacional
de Canarias, con el prototipo de la tradicional de Santander como un centro que
impartía conocimientos humanísticos—aparte de los cursos para extranjeros—,
actualizando los saberes de estudiantes, graduados o especialistas y poniendo
al alcance de la población interesada un conjunto de materias adecuadas para la
autoformación. La
Universidad Internacional celebraba en primavera (marzo) y en
verano (agosto) cursos de Humanidades y de Ciencias y en los años siguientes a
su fundación estas actividades mantuvieron un nivel de interés. Sin embargo,
avanzada la década, se fue dejando morir lentamente este centro, restringiendo
sus cursos hasta hacerlo realmente desaparecer, aunque todavía en una
institución del Cabildo Insular de Gran Canaria se exhibe una placa anunciadora
de la "Secretaría de la Universidad Internacional ",
es decir, de una entelequia. Esta experiencia constituye un dato expresivo de
las relaciones entre Gran Canaria y Tenerife en la esfera de la organización
universitaria: quienes ocupaban la cúpula administrativa de la Universidad tinerfeña
en los años sesenta dejaron bien claro que no estaban dispuestos a regionalizar
la Universidad ,
ni a permitir la creación de Facultades fuera de su propio recinto insular.
Durante la dictadura del general
Franco se planteó la cuestión en algunos aspectos en la esfera oficial. Así, en
las ponencias y conclusiones del Consejo Económico Sindical Interproyincial se
planteó la solución de mantener la Universidad —con sus Facultades científicas y
humanísticas— en La Laguna
y establecer en el futuro las enseñanzas técnicas en Las Palmas de Gran
Canaria. También se manifestaron iniciativas particulares como la del Museo
Canario para la creación de una Universidad de Pesca o como las planteadas en
la asamblea celebrada en el Gabinete Literario en 1972. Frente a estas
iniciativas La Laguna
mantuvo siempre su cerrada oposición. Hace diez años la Junta Provincial
de Educación de Las Palmas de Gran Canaria solicitaba la creación en el periodo
de un decenio, de las Facultades de Medicina, Filosofía y Letras, Ciencias,
Derecho y Farmacia, así como las Escuelas Superiores de Arquitectura,
Ingenieros Industriales e Ingenieros Navales. En aquel año el decreto del
Ministerio de Educación sobre creación de Colegios Universitarios permitió al
Cabildo Insular de Gran Canaria el establecimiento de un centro de este género
en Las Palmas con la división de Medicina. Asimismo, se crearon dos Escuelas
Técnicas Superiores: la de Ingenieros Técnicos Industriales —estudios que aquí tenían
ya una tradición— y la de Arquitectura. De hecho se plasmaba el acuerdo entre
las autoridades, no representativas, de ambas provincias de emplazar en Gran
Canaria solamente las enseñanzas técnicas. Fue entonces cuando comenzó a
hablarse en La Laguna
de la "Universidad de Canarias", sobreentendiendo con ello que tal
Universidad sería la única del archipiélago y que todas sus Facultades estarían
emplazadas en Tenerife. Justamente, el proyecto de Colegio Universitario
(Medicina) del Cabildo grancanario tuvo que superar numerosos obstáculos
administrativos y de tramitación puestos por el rectorado lagunero
Lo ocurrido con la Universidad Internacional
"Pérez Caldos", claro testimonio de la política de los rectores de La Laguna respecto a Gran
Canaria que superar numerosos obstáculos administrativos y de tramitación
puestos por el rectorado lagunero y, por otro lado, durante su existencia la Universidad de La Laguna —de la que depende
académicamente— (no en lo económico, que ha quedado como responsabilidad de los
contribuyentes de Gran Canaria) se ha desentendido prácticamente de este
centro, según han afirmado los responsables del mismo.
Años más tarde se creó en Las
Palmas la Facultad
de Empresariales, que venía a significar la reconversión universitaria de la
antigua Escuela de Comercio o de Estudios Mercantiles. Durante los años setenta
proliferaron en todo el país Universidades, Facultades y centros de estudios
universitarios. En la mayor parte de las capitales de provincia (Alicante,
Málaga, Córdoba, Badajoz, Cuenca, etc.) que carecían de Universidad se
establecieron nuevas Facultades y centros de estudios superiores. En 1979 el
Colegio Universitario de Las Palmas de Gran Canaria solicitó a la Universidad de La Laguna la creación de una
división de Biología, que funcionaría coordinadamente con la de Medicina. En
ese mismo año el Cabildo Insular de Gran Canaria pidió a La Laguna las divisiones de
Derecho y Biología y los primeros cursos de Farmacia y Químicas. Tanto la
petición del Colegio Universitario como la del Cabildo fueron ignoradas por la Universidad tinerfeña
y nunca recibieron contestación.
Si hace diez años la oferta
universitaria en Las Palmas de Gran Canaria — como en ocasiones se ha dicho,
única ciudad europea en su nivel demográfico carente de Universidad— era por
entero inexistente, la posterior fundación de las expresadas enseñanzas
técnicas y de la Facultad
de Empresariales abrieron el camino para que los estgdiantes grancanarios
tuvieran la posibilidad de cursar varias disciplinas sin la exigencia — sobre
todo, exigencia económica— de salir de su isla. La creación de un Centro
Regional de la
Universidad Nacional de Educación a Distancia (costeado,
igualmente, por entidades locales: Cabildo, Caja Insular de Ahorros) ampliaba
el haz de posibilidades, pero con el handicap que comporta la estructuración de
este tipo de estudios en el país. La alternativa más próxima que se planteaba a
continuación era la de dotar al Colegio Universitario de Las Palmas de nuevas
divisiones que permitirían traer los estudios universitarios en su primer ciclo
de los tres primeros años o cursos a áreas tan desatendidas en este aspecto
como la nuestra y, al propio tiempo, hacer frente al problema de la
masificación de varias Facultades en La Laguna. Esta era una forma de potenciar la
presunta Universidad regional, en la medida, además, de que los Colegios
Universitarios son controlados por las respectivas Facultades de la Universidad a la que
se encuentren adscritos. Sin embargo, la potenciación de esta Universidad sólo
se entiende ampliando su campas y estableciendo nuevas Facultades e Institutos
Superiores en su exiguo recinto. Como consecuencia de esta postura monopolista,
las solicitudes para ampliar el Colegio Universitario no fueron escuchadas por La Laguna. Mientras ,
en Las Palmas de Gran Canaria se creaba la Universidad Politécnica ,
integrando a todas las Escuelas de enseñanzas técnicas de la región.
A comienzos del presente año el
Colegio Universitario realizó una encuesta entre alumnos de BUP y COU sobre
sus preferencias en materia de estudios universitarios. La mayor parte se
inclinaba por seguir las carreras de Medicina, Filosofía y Letras (en sus
diversas ramas). Derecho y Biológicas, es decir, disciplinas que se imparten en
Facultades humanísticas y científicas que no existen en Gran Canaria. En los
últimos meses la presión de la opinión pública grancanaria ha podido
articularse ahora —dentro de un marco de libertades— a través de dos nuevos
elementos que aportan una gran posibilidad de eficacia en las reivindicaciones
universitarias: los centros instituidos (Colegio Universitario y Universidad
Politécnica) y las Asociaciones de Padres de Alumnos. Desde su diferente, pero
complementaria perspectiva, estas instituciones han tomado decisiones y han
hecho llamadas a la opinión pública que significan la apertura de un camino
concreto para el futuro estableim iento de una Universidad en Las Palmas de
Gran Canaria. Las APAS han resaltado, especialmente, el inmenso coste que
suponen los miles de alumnos que se ven obligados a salir de la isla para
cursar estudios universitarios, así como la bajísima oferta universitaria de
Las Palmas de Gran Canaria — la más baja de todo el país— que sumada a la
condición insular nos coloca a niveles tercermundistas, un nivel en el que los
estudiantes de familias no pudientes no tienen la posibilidad de seguir estos
estudios porque carecen de medios para ir a una Universidad que está lejos de
sus bolsillos. Por su parte, el Colegio Universitario solicitó su adscripción a
la Politécnica
y ésta ha planteado su ampliación en las disciplinas que puede impartir el
propio Colegio, que son todas las que ofrecen las Facultades, pero sólo en el
llamado primer ciclo. Aunque no se trata de planteamientos nuevos, la
innovación proviene de quien los hace, es decir, de las APAS, con la fuerza
moral que en este aspecto les proporciona su representatividad, y la Universidad Politécnica ,
con su solvencia académica. El hecho de haber sido el asunto lo suficientemente
aireado en los medios de comunicación de Las Palmas de Gran Canaria en los
últimos meses, nos exime de comentarios en relación con otros detalles
concretos.
Hasta la fecha los planteamientos
contemporáneos en Gran Canaria se han basado fundamentalmente en la concepción
de una Universidad — la de La
Laguna — regional con Facultades distribuidas en las islas,
además de las existentes en el campus lagunero. Pero la cerrazón y el
exclusivismo incesantes de los rectores de La Laguna en este tema han obligado a buscar
soluciones directas y a pensar en la posibilidad de una Universidad autónoma.
De hecho las cuantiosas inversiones que en materia de enseñanza universitaria
tiene que realizar el Cabildo de Gran Canaria testimonian hasta qué punto en
esta isla se
Hace diez años la oferta
universitaria de Las Palmas de Gran Canaria era inexistente han de arbitrar
fórmulas propias ante la sordera y la falta de asistencia de la Universidad de La Laguna y del Ministerio de
Educación. Sin embargo, a pesar de esta cerrazón de La Laguna , la cuestión hay que
plantearla desde la perspectiva insoslayable de una planificación universitaria
en el Archipiélago Canario.
Una planificación de la enseñanza
superior en estas Islas ha de tener presente tanto las peculiaridades de
nuestra condición insular como los aspectos generales del problema
universitario. Cuestiones como el factor demográfico, los niveles de vida, la
masificación en las aulas, la calidad de la enseñanza, las necesidades sociales
en cuanto a profesionales, la selectividad, las disponibilidades de profesorado,
etc., han de ser consideradas en cualquier programación. Y, no hace falta
decirlo, partimos de la
Universidad de La
Laguna —con sus Facultades e Institutos— y de la Universidad Politécnica
como realidades básicas y fundamentales en la enseñanza universitaria de estas
Islas, que es preciso completar con la creación de otros centros de estudios
superiores allí donde la población lo demanda, bien mediante la creación de
nuevas Facultades, bien, si ello fuera necesario, con la creación de una
Universidad autónoma. Con esto queremos recordar que no se trata —como se
afirma en Tenerife— de "desmembrar" a la Universidad de La Laguna , ni siquiera de
repetir aquí sus Facultades, si éstas funcionan bien y no se encuentran
masificadas. La creación solicitada de divisiones de Biología, Letras y Derecho
en el Colegio Universitario de Las Palmas significa ni más ni menos que el
poner tales estudios al alcance de miles de alumnos, la mayor parte de los
cuales carecen de medios para salir a estudiar fuera de la isla. Esta es una
forma práctica de regionalizar la Universidad por encima de quienes sostienen el
criterio de que las peticiones universitarias de Gran Canaria constitu-
yen una reivindicación de la
burguesía local. Es evidente que las familias de lo que aquí se puede llamar
burguesía pueden mandar a sus hijos a estudiar a Oxford o a Harvard y que éste
no es realmente su problema. El problema sí lo es para esas doscientas mil
personas que se manifestaron en Las Palmas de Gran Canaria a comienzos del
verano, en una concentración sorprendente en un pueblo hoy por hoy tan poco
dado a este género de participación.
Una Universidad o un conjunto de
Facultades en Las Palmas de Gran Canaria no deben repetir, dentro de los
condicionantes que apuntábamos, las ya existentes en La Laguna , sino que por el
contrario debe de ser planteado con un sentido innovador y creativo mediante el
establecimiento de nuevos centros que atiendan a las actuales o próximas
demandas en el desarrollo social, científico y tecnológico. Una excelente
iniciativa es la del Instituto o Facultad de Informática, que puede desempeñar
un importante papel en la formación de profesionales de esta disciplina
extendida hoy a todos los campos de la actividad humana. Lo mismo podemos
afirmar en la potenciación de los Estudios de Electrónica, materia de gran
importancia en todos los niveles de la tecnología y la industria. Una Facultad
de Ecología y Medio Ambiente permitiría el cursar estudios y el desarrollar
investigación sobre estas disciplinas fundamentales para la conservación de la
naturaleza y del medio en el que vivimos y hasta para la defensa de nuestra
supervivencia. Igualmente, una Facultad de Urbanismo que capacite a
especialistas en ordenación del territorio y organización de las ciudades,
teniendo presente que en Canarias y en España en general no tenemos urbanistas.
Las Ciencias Sociales deberían contar con una Facultad en la que se estudiaran,
por ejemplo, desde los problemas demográficos hasta los de planificación
sanitaria y organización de la salud. Por supuesto, es una magnífica idea la
instalación de una Facultad de Ciencias del Mar complementada con el Instituto
de Estudios Pesqueros, en cooperación con el Centro de Tecnología Pesquera que
ya tenemos en Gran Canaria; su correspondencia con los estudios del primer
ciclo de Ciencias Biológicas permitiría la futura implantación de
especialidades de esta última disciplina que, como la de Microbiología, no
existen en La Laguna. Por
otro lado, la cercanía y vinculación con África nos permite pensar, tal como
exponía recientemente nuestro amigo Víctor Morales Lezcano, en un Instituto (o
Facultad) de Estudios Africanos, para el estudio de la historia y la realidad
del continente y particularmente de las relaciones canarioafricanas,
especialmente con El Mogreb. La potencial oferta universitaria a estudiantes de
África debe ser tenida en cuenta.
Hace más de quince años, en un coloquio sobre el tema de la Universidad celebrado
en el Gabinete Literario por iniciativa de las redactoras de la revista
"Mujeres en la Isla "
—entre las que se encontraba esa mujer de gran personalidad que es Mercedes G.
de Linares— quien escribe estas líneas planteó la creación en Las Palmas de una
Facultad de Medicina Tropical, que contemplaría, además, la perspectiva de un
alumnado procedente de los países africanos. Otra vertiente de interés será la
creación de Institutos de ampliación de estudios para postgraduados, tales
como, por ejemplo, una Escuela de Prácticas Jurídicas para los licenciados en
Derecho que vayan a dedicarse al libre ejercicio de su carrera; o un Centro de
Estudios de Documentación para licenciados en Letras; Instituto de Idiomas,
etc. E, indiscutiblemente, hemos de considerar, asimismo, el necesario y
urgente establecimiento de las actividades académicas de la Universidad Internacional
"Pérez Caldos" como centro de difusión de conocimientos humanísticos
y científicos y lugar de encuentro e intercambio con profesores e integrantes
del mundo de la cultura de otras tierras y países en la esfera universitaria y
de la investigación.
Espero que en lo antes escrito se
perciba el latido de algo que es fundamental en el planteamiento de una
reivindicación universitaria: el positivo impacto que en el orden cultural ha
de ejercer una Universidad en su propio contexto social. La Universidad es un
centro que irradia cultura y, en este sentido, se nota su ausencia en Las
Palmas de Gran Canaria tanto en un aspecto general como en aspectos concretos,
tal como la falta de una biblioteca de nivel universitario en una ciudad de casi
cuatrocientos mil habitantes. Estas son carencias injustificables que no se
deben seguir prolongando.
La otra cuestión que queremos
subrayar es la calidad de la enseñanza. Por lo que a esto se refiere es
insoslayable, es necesario, partir de un profesorado con dedicación exclusiva a
la docencia y a la investigación. No se puede crear una Facultad en la que no
se cuente con un profesorado profesional. A estas alturas — de nuestra sociedad
y de la historia— no se deben emprender proyectos de este género iniciándolos
inadecuadamente. Por eso, tanto como la permanente desatención a las demandas
universitarias de Gran Canaria, me parece una agresión a nuestros ciudadanos y
al estudiantado local la determinación del Ministerio de Educación de iniciar
para el curso 82-83 los estudios de Ciencias del Mar y las divisiones de
Derecho y Filosofía (Filología). Pero, señores, ¿Cómo es posible improvisar en
apenas un mes el profesorado, instalaciones, bibliotecas y hasta los mismos
edificios?. Esto no es serio, en absoluto. Si las cosas se quieren empezar de
esta manera será mejor no emprenderlas, porque su desarrollo posterior será
raquítico y negativo, de lo que ya hay experiencias en centros de estudios
superiores que están funcionando aquí. La decisión ministerial ha constituido
un parche, un remiendo que resulta verdaderamente grotesco. Lo que se precisa
en Las Palmas de Gran Canaria son Facultades universitarias que con el tiempo
integren una Universidad, y una medida medianamente coherente en este sentido
debe de partir del curso 84-85 (es decir, dentro de dos años) como plazo mínimo
para el inicio de los cursos correspondientes. Con la comentada decisión
ministerial se está engañando a nuestra gente por partida doble.
En fin, hay otros muchos ángulos
de consideración del problema universitario a luz de nuestra situación, entre
ellos el arduo y difícil de la financiación. Entrar en éste nos llevaría un
número de folios mayor que el que hasta aquí hemos redactado, pero vale
recordar que los mil millones que desde la JIAI se
trasvasan a Tenerife y la contribución de los padres de alumnos que aquí
podrían estudiar sin salir de la isla proporcionarían un apoyo importante si se
mantiene la falta de asistencia del Estado aunque debemos resaltar que los
contribuyentes grancanarios tienen
— sobre la base de argumentos
razonables— tanto derecho a este género de inversiones estatales como los del
resto del país. Otro aspecto básico es el que enfrenta el principio general de
dar acceso a todos los jóvenes a la enseñanza universitaria con el problema de
la ma-sificación, por un lado, y con el exceso de graduados, por el otro, por
encima
en este último supuesto— de las
necesidades sociales y con los consiguientes problemas del paro de licenciados
y del mal uso de la inversión pública en materia de enseñanza superior. Estas
dificultades habrán de intentar resolverse desde un doble orden de
perspectivas: primero, la consideración de la1 Universidad como un centro
irradiador de cultura, o, lo que es lo mismo, como algo más que una institución
dedicada solamente a la formación de profesionales; y, segundo, la
planificación universitaria sobre los baremos de las exigencias de la sociedad,
lo cual presupone el criterio de la selectividad, que puede aplicarse bien a la
hora del ingreso en la
Universidad o bien — lo que parece más consecuente— durante
los sucesivos años de la carrera.
Todo ello nos lleva, nuevamente,
al tema de la calidad de la enseñanza y a la necesidad de un profesorado
investigador con el que se intente superar ese viejo problema del catedrático
como "ave de paso" en Canarias. Problema, hoy por hoy, difícil de
resolver, pero que tiene que estar en el primer plano de las preocupaciones de
todo proyecto universitario. Plantearse, por ejemplo, centros con potencial
alumnado africano o sudamericano sólo sería posible sobre la base de un
prestigio contrastado. Con todo esto queremos recordar que la cuestión
universitaria es algo muy serio que no puede encerrarse en las líneas de un
artículo periodístico.
En fin, como hemos comprobado,
nuestras aspiraciones universitarias llevan una vieja y larga marcha que ahora
se encuentra en uno de sus puntos culminantes. En los años cincuenta estuvo a
punto de conseguirse la creación de la Facultad de Medicina en Las Palmas de Gran
Canaria y en los años sesenta la
Facultad de Biología; según se sabe, con el decreto de
creación'firmado el entonces rector de La Laguna , don Antonio González, impidió en el
último momento que este último centro viniera a Gran Canaria. A lo largo de
muchos años se han escuchado las voces firmes de quienes han planteado esta
reivindicación, como hace treinta años la del escritor Antonio de la Nuez con sus artículos en
"La Provincia "
y hace diez la de los promotores de la asamblea del Gabinete Literario. Eran
las manifestaciones de un profundo iceberg que hoy ha emergido testimoniando
una fuerte presión popular expresiva del sentir de la mayoría aplastante de la
sociedad grancanaria. Una "mano negra"—que tiene su nombre— ha
impedido que hasta la fecha —incluso hasta el momento reciente de la creación
del "Instituto" de Ciencias del Mar— se establezca una Universidad en
esta capital. Pero, posiblemente, este juego de cosas se esté superando.
Personalmente, creo que a medio plazo esta presión social nuestra va a ser imparable
y que se van a establecer Facultades y Universidad en el llamado
"campus" de Tafira Baja. Sin embargo—dadas las experiencias y la
trayectoria que marcan nuestra sociedad en otros terrenos—, preveo que esta
Universidad no va a tener el buen comienzo —en cuanto a profesorado, calidad de
la enseñanza, dotaciones e instalaciones— que debiera y que pasará un largo
periodo de tiempo antes de que se convierta en un centro con los niveles
mínimos que debe poseer. Quizás, entonces, la alternativa esté ahora en
iniciarlo cuanto antes para que, también, llegue a ser cuanto antes un centro
verdaderamente adecuado para cumplir aquí la función universitaria.
Alfredo Herrera Piqué, en: Revista Aguayro
Año XII nº 143, octubre
de 1982.
(Archivo Personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)
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