LOS ABORIGÉNES DE CANARIAS
ELPOBLAMIENTO
La existencia de inscripciones
líbico-bereberes plantea necesariamente una orientación distinta a la hora de
aplicar fechas y buscar orígenes al poblamiento. La tesis de un primer
poblamiento por grupos bereberes fue expuesta ya por Sabino Bertheloty Rene
Verneau en el siglo pasado, señalando, asimismo, que las siete islas
representaban siete problemas diferentes. A partir de ese momento, las
hipótesis para tratar de explicar el origen de las poblaciones primitivas que
habitaron el archipiélago han sido muy dispares, por lo que nos limitaremos a
presentar las más significativas.
J. Pérez de Barradas a su llegada
al Museo Canario de Las Palmas ofrece un nuevo replanteamiento a los estudios
sobre el poblamiento y piensa en la existencia de una primera oleada general
inmersa en el Neolítico pleno a la que se van a superponer posteriormente otras
poblaciones euroafricanas. Esta teoría hará fortuna entre los investigadores
posteriores que la copiarán con ligeras variantes.
En 1963, L.D. Cuscoy publica una
síntesis de la Prehistoria
de Canarias acuñando la idea de que las islas fueron pobladas en cinco oleadas
culturales sucesivas siendo la primera de ellas —común para todas— la que
recibiría el nombre de "Neolítico de sustrato" o "Cultura de
sustrato". Esta arribada estaría representada por la vivienda en cueva
natural, cerámica lisa de fondo ovoide, industria lítica atípica, etc. y una
cronología—basándose en sus paralelismos con la cultura de las Cuevas del Norte
de África— hacia el 2.500 a. J.C. Sobre ésta incidirán posteriormente
diferentes oleadas procedentes de África y la Península Ibérica ,
insertando esta última en el Bronce Mediterráneo I hispánico y el Bronce
Atlántico.
En el mismo año Ilse Schwidetzky
partiendo del estudio antropológico de las poblaciones prehis-pánicas establece
que las islas fueron pobladas en dos etapas. Una más antigua y culturalmente
pobre, representada por la población cromañoide, que se extiende principalmente
a las islas de la Gomera ,
Tenerife y en la parte central montañosa de Gran Canaria y, la segunda, representada
por los mediterranoides que se distribuirán de diversa manera por todo el
Archipiélago. La población canaria se divide en una serie de aislamientos,
entre los cuales existía un limitado intercambio de población. Cada isla en sí
misma es un caso de aislamiento y, por lo tanto, tiene su propio carácter.
Con posterioridad, L. Pericot y
M. Tarradel —siguiendo las hipótesis de L.D. Cuscoy— establecen tres oleadas de
poblamiento. Las dos primeras procedentes de las costas norteafricanas
constituidas por hombres de Mechta-el-Arbí común a todo el Archipiélago y que
sería denominada "Cultura Pancanaria". Esta cultura sería semejante
al "Neolítico de Sustrato" de L.O. Cuscoy. La tercera y última
ocurrida ya dentro de nuestra era, estaría formada por componentes
norteafricanos.
M. Pellicer Catalán, basándose en
elementos de cronología relativa, establece que la llegada de los primeros
pobladores a las islas no se puede situar más allá del siglo V a. J.C. y
piensa, además, que no se puede hablar de un número preciso de arribadas al no
haber en Canarias "cuitaras puras".
Dadas las escasas similitudes
entre los comportamientos culturales de las diferentes islas, creemos oportuno
proponer el término de "provincia arqueológica" para definir el hecho
singular de cada isla. Entendemos que es válido aplicar este término con la
misma significación que le dio su creador L. Balout, es decir, en cuanto
existen "lagunas de civilización" que significan un corte en la
sucesión cultural. Aspectos culturales presentes en unas islas no se encuentran
en las restantes y, por el contrario, la presencia de una o unas
manifestaciones culturales no conlleva mecánicamente a la presencia de las
restantes, lo que podría proporcionar la forma de una cultura unitaria a todo
el conjunto.
Si aceptamos este término, cada
"provincia" estaría representada por una isla que se habría
desarrollado en principio, culturalmente, independiente de las demás, y con
orígenes igualmente diferentes. No podemos negar rotundamente la existencia de
relaciones entre algunas islas, (Tenerife-Gomera, Lanzarote-Fuerteventura-Gran
Canaria) ya que ciertos aspectos de la cultura material así parecen indicarlo,
pero en el estado actual de la investigación arqueológica, nos inclinamos a
pensar en una serie de culturas aisladas o muy poco relacionadas, producto de
poblamientos diferentes y de orígenes igualmente diversos.
Lo que sí parece claro es la
inexistencia de esa cultura denominada de "Sustrato o Pancanaria"
unificadora de todas las poblaciones del Archipiélago. Ni la cultura material
ni la propia estructura política, económica y social de cada isla nos permiten
aceptarlo.
Proponemos en el presente trabajo
la adscripción de las poblaciones de Tenerife y Gran Canaria al complejo
cultural del mundo beréber norteafricano, aunque no sea fácil por el momento
precisar las áreas concretas de procedencia. Su origen habría que buscarlo en el
conjunto poblacional beréber repartido por el Norte de África, Costa Atlántica
y Sahara central-meridional. Es la cautela la que nos obliga a actuar en este
sentido al carecer de fechas y datos absolutos porque en lo concerniente a la
cronología relativa, a las comparaciones etnográficas o a las analogías
tipológicas de ciertos exponentes de cultura material, todo nos lleva
inexorablemente hacia ese mundo tan cercano físicamente.
Es evidente, además, que las
citadas comparaciones etnográficas se han realizado de forma asincrónica con
poblaciones tuaregs actuales y de las que, en la mayoría, se carece de noticias
anteriores al siglo XIX con lo que ello significa de pérdida de gran parte de
perspectiva histórica tan necesaria para nuestro estudio. Sería interesante
realizar el proceso a la inversa ya que tal vez nos permitiera descubrir en las
islas, sobre todo en Gran Canaria, un tipo de organización social anteriora la
que actualmente tienen las confederaciones bereberes saharianas y a las que es
tan difícil acceder desde ellas mismas, al no existir historia escrita ni
tradición oral anterior a cuatro o cinco generaciones. Pero no es éste el
objeto del trabajo.
El poblamiento de las Islas
Canarias en general y de Gran Canaria y de Tenerife en particular ha sido y
creemos que sigue siendo un problema esbozado desde distintos puntos de vista y
aún no resuelto. En este estudio proponemos una fecha de poblamiento tardío en
torno al cambio de era. Para ello nos hemos apoyado en la aportación
lingüística que apunta claramente en esa dirección, en el análisis de
materiales arqueológicos como la cerámica y en diversos datos proporcionados
por la cronología relativa.
Para el profesor Alvarez Delgado
"las islas Canarias estaban deshabitadas el año 100 a. J.C. Estas islas
fueron descubiertas paulatinamente y exploradas por marinos gaditanos, por el
griego Eudoxo y el romano Estacio Seboso entre los años 125 a 25 a. J.C. Juba
II de Mauritania, por mandato y consentimiento de Augusto a cuyo imperio
pertenecían, las pobló y colonizó con gétulos del África cercana en el último
cuarto del siglo I a. J.C. (5).
La tesis del profesor Alvarez
Delgado en cuanto al "Poblamiento y colonización" en época romana la
basa en la necesidad de comerciar con materias primas procedentes de las Islas
Canarias como la orchilla u otros productos tintóreos. (La orchilla es un
liquen que proporcionaba tintes de variadas tonalidades. Está comprobado el
interés de este producto y el subsiguiente comercio con Europa desde los
inicios de la conquista normanda de las Canarias Orientales — Lanzarote y
Fuerteventura—. Este producto se comerció hasta el siglo XIX y más
esporádicamente durante las primeras décadas del siglo XX). La tesis del
poblamiento que propone el Prof. Alvarez, aunque sugerente, no cuenta con
ningún apoyo arqueológico seguro en la actualidad, aunque sí creemos en un
poblamiento tardío. El conocimiento de las islas en época romana se haya
suficientemente corroborado no sólo por la referencia de diversos autores.
Punió entre ellos, sino por el hallazgo de ánforas romanas de los siglos III-IV
d. J.C. (E. Serra, A. García y Bellido, M. Beltrán), localizadas entre
Lanzarote y la Isla
de la Graciosa
y que pudieran ser el resultado de visitas esporádicas.
R. González Antón en su tesis
doctoral (inédita) establece las siguientes hipótesis de poblamiento y
cronología. Las formas de la cerámica de Tenerife, así como su decoración, nos
obligan a mirar hacia el antiguo Sahara español y Mauritania, en lugar de al
Mediterráneo y Marruecos como indican diversos autores. Las cerámicas de Hanish
y Ajoujt parecen ser los antecedentes remotos. Estas formas vendrían a
representar la conjunción de dos corrientes culturales, según las teorías de H.
Camps-Fabrer. Por un lado, de Maruecos que aportaría los fondos cónicos y la
decoración ceñida al borde, y por otro,, del Sahara central y meridional las
formas semiesféricas y una cierta riqueza temática.
Establecer su cronología resulta
un problema bastante difícil de resolver porque no existen datos suficientes.
La cerámica lisa, siguiendo a la citada autora, —el profesor Camps rebaja
notablemente esta cronología— es de aparición bastante reciente en el Neolítico
norteafricano como nos lo demuestran los yacimientos de Caí That el Gar y Gar
Canal y su cronología habría que buscarla en el primer milenio a. J.C. Por otra
parte, la paulatina desaparición de los mamelones—profusamente difundidos
durante el Neolítico— y su sustitución por el asa sitúa esta cerámica en la Protohistoria
durante el primer milenio y no en el Neolítico. De forma que el mamelón en la
cerámica beréber moderna es un residuo ancestral de utilización casi nula.
La decoración incisa aparece en
el norte de África hacia el 1000 a. J.C. manteniendo una larga tradición hasta
la actualidad. Analizando en conjunto toda la cerámica y los portes de la
cronología relativa: (usencia de bóvidos, de avulsión lental, de rojo
funerario, inhumaron en decúbito supino; la presenta de momificación así como
de los nonos circulares, etc. nos permiten establecer la hipótesis de un
poblamiento de la isla en momentos jórcanos a nuestra era o iniciada esta. La
pobreza de las cerámicas los hace pensar en que fueron pojas o quizá nulas las
aportaciones posteriores, lo que indicaría un aislamiento cultural hasta la
época de la conquista en el siglo XV.
Para Gran Canaria podemos afirmar
que sus cerámicas y su cultura son de evidente origen beréber. Las formas de
los vasos y determinados elementos accesorios, permiten establecer su origen y
cronología con bastante aproximación. Los apéndices macizos, por ejemplo,
indican una cronología protohistórica. Los vertederos tubolares son similares a
los que encontramos actualmente en la cerámica Kabila y no tienen su origen en
el Neolítico sino en la
Protohistoria , al ser una réplica de vasos rituales en bronce
(Parrot) lo que les confiere una cronología bastante reciente. La presencia
abundante de microcerámica sirve igualmente de elemento comparativo. Su
difusión en el Norte de África es relativamente reciente: fue tomada por los bereberes
de los púnicos, y por esta causa su cronología no puede ser anterior al siglo VII-VI a. J.C.
La decoración pintada de las
cerámicas y su temática con el triángulo como motivo principal tiene sus
orígenes en el Norte de África. En la decoración beréber el profesor Camps
habla de dos momentos: a) la cerámica más antigua que presenta su decoración en
una banda que rodea al borde y carena y b) la más evolucionada invade toda la
panza tratando de recubrirla con motivos geométricos triangulares. En ese caso
las cerámicas de la isla deben pertenecer a esta última etapa por la
complejidad de sus motivos, siendo muy diferentes de épocas anteriores, todo lo
cual permite afirmar unas épocas muy tardías para esta cerámica, que explicaría
como hemos indicado, un poblamiento cercano o incluso algo posterior al cambio
de era.
CRONOLOGÍA ABSOLUTA
La cronología del radiocarbono (C 14) que han aportado los
yacimientos arqueológicos parecen confirmar ese poblamiento tardío, aunque es
prematuro fijar una fecha inicial de poblamiento porque necesitaremos de
secuencias completas.
GRAN CANARIA
Tejeda: 292 í 60 d. J.C.; Acusa
437 ± 45 d. J.C. y 577 ± 60 d. J.C-.Guayadeque: 547 ± 60 d. J.C. y 737 ± 60 d.
J.C.; Gáldar (La Guan-cha ):
1082 ~ 60 d. J.C.; Agaete: 1008 — 40 d. J.C. Las últimas fechas que poseemos
son entre otras: Los Caserones (Casa n.° 4): 1220 d. J.C. y 870 d. J.C.; Los
Caserones (Casa n.° 3): 60 d. J.C. Los Caserones (Túmulo n.° 1): 810 d. J.C.
Firgas (El Hormiguero): 210 d. J.C. (Agradecemos estos datos a los Dres. Del
Arco, Jiménez Gómez, Hernández Pérez y al Sr. Navarro Mederos).
TENERIFE
Roque Blanco (La Orotava ), 570 d. J.C., 690
d. J.C. y 720 d. J.C. Guargacho (San Miguel): 750 d. J.C. La Palmilla (Tejina): 910 d.
J.C. Hoya Brunco (La Guancha ):
1020 d. J.C. La Guancha :
1170 d. J.C. La
Enladrillada (Tegueste): 1150y1215d. J.C. Los Cabezazos
(Tegueste): 670, 1350 d. J.C. Barranco Hondo: 150 d. J.C.;20a.J.C.;540a.J.C.
Como se puede comprobar todas las
fechas son muy tardías, a excepción del 540 a. J.C. de la Cueva de la Arena de Barranco Hondo,
siendo por el momento la única verdaderamente antigua. Esta cronología procede
de restos de lagartos del tipo Lacerta en un horizonte en el que no ha
aparecido ningún indicio de cultura material y que hoy se discute si aquellos
fueron consumidos como alimentos por algún grupo humano, o si por el contrario
se debe a una deposición normal de la formación de los estratos geológicos de
la cueva que en su momento arrastraron esqueletos de lacértidos.
Si parece posible señalar unos
orígenes entre los grupos berberófonos y un poblamiento tardío basándonos en la
lingüística, la arqueología, el radiocarbono o la etnografía comparada,
desconocemos por el contrario las causas históricas por las que estos grupos humanos
abandonan el continente africano. Para ello habría que va tora r posiblemente,
entre otras razones históricas, la continua resistencia que los distintos
grupos bereberes mantuvieron siempre frente al poderío de Roma en su
penetración y colonización norteafricana.
Es opinión generalizada el
desconocimiento de la navegación entre los primitivos habitantes de las Islas,
hecho que la arqueología no ha podido documentar hasta el momento, planteándose
siempre el problema de si fueron capaces de llegar cómo es que no tuvieron
contacto entre ellos teniendo en cuenta la cercanía de unas islas y otras, y
que los elementos arqueológicos no lo pueden confirmar. J. Alvarez Delgado
opina que el desconocimiento de la navegación les viene dado por las
circunstancias de ser gentes que nunca usaron este medio de transporte, ya que
fueron traídos a las islas por los romanos en época de Juba II. Pensamos que
habría de valorarse también la dificultad de navegación entre las islas con
medios rudimentarios, por el sistema de corrientes y contracorrientes que
entorpecen dichas comunicaciones, como tendremos ocasión de indicar.
Se ha negado también el
conocimiento de la navegación entre los bereberes, lo que complicaría aún más
el problema. E. Laoust, por el contrario, cree que los bereberes conocen la
navegación antes de la invasión musulmana, basándose en la existencia de
palabras bereberes puras relacionadas con el mar y la navegación, al menos
entre los habitantes del SMS en la zona del Anti Atlas que son capaces de
adentrarse en el Atlántico y que igualmente en época antigua pudieron alcanzar
las Islas Canarias.
E. Serra piensa, asimismo, que
los aborígenes canarios pudieron hacer uso de frágiles embarcaciones hechas de
un costillaje de madera ligera y recubiertas de pieles como los conocidos
cárabos usados aún en el siglo XV d. J.C.
entre los bereberes Zenaga del Sus, con los que en esa fecha navegaban a lo
largo de la costa atlántica; con este tipo de embarcaciones, y haciendo uso de
las corrientes marinas grupos poblacionales pudieron alcanzar fácilmente las
costas de las distintas islas. Para explicar su arribada hemos de conocer
necesariamente las corrientes que permiten alcanzar las islas desde el vecino
continente africano. Según el derrotero encontramos que al Norte de las
Canarias, entre éstas y la isla de Madera, la corriente general se dirige al S.
SW., al paso que en las islas orientales, tira al S. SE., y aun al SE, cuya
tendencia hacia el segundo cuadrante crece con la aproximación a la costa
africana hasta el meridiano del grupo más oriental de las Canarias, o sea, el
formado por Lanza rote y Fuerteventura. Al Sur del Archipiélago tira la
corriente del Sur para el Este y muchas veces hasta el E. SE. En la parte occidental se dirige
generalmente hacia el SW. SSW y S.
La navegación entre las islas no
es fácil, debido a los canales y zonas de calmas que reinan entre ellas. Las
Canarias presentan cuatro canales principales que las atraviesan.
El primero y más oriental formado
por las costas de África y las islas de Lanzarote y Fuerteventura de difícil
navegación. El segundo comprendido entre Fuerteventura y Gran Canaria, es uno
de los mejores porque rara vez se encontrarán calmas en su parte Sur. Los
vientos que por lo regular reinan del NE. al SW. en todo el Archipiélago se
dividen -al Norte de las islas, produciendo a sotavento de ellas unas calmas
que se extienden hacia el Sur hasta 30 millas de distancia. Esta facilidad
explicaría la gran cantidad de navegaciones que se produjeron desde la isla de
Fuerteventura para la conquista de Gran Canaria, permitiendo las continuas
razzias de Bethencourt.
El tercer canal, formado por las
islas de Gran Canaria y Tenerife es peor bajo este aspecto, toda vez que
cualquiera que sea el viento, es muy difícil zafarse de la zona de calma
producida por las tierras altas y porque además se forma una poderosa marejada.
Navegando del Sur al Norte no se
deberá penetrar nunca entre las islas con objeto de barloventar en sus canales,
tanto por los brisotes duros, que en ellos se experimentan, como por la fuerza
de las corrientes que se dirigen al Sur en todo el Archipiélago. A esto hay que
añadir, cuando se navega entre las Islas, los embates que se producen
generalmente cuando los vientos del NE., son bastante frescos en las
proximidades de las costas que se encuentran abrigadas, por la elevación de las
tierras, y que soplan en dirección opuesta a la brisa.
La isla de Gran Canaria presenta en general unas costas
altas y escarpadas en las que se abren varias radas y bahías, siendo las del Norte
y Oeste malas en la estación de verano, por estar abiertas a los vientos del NVV. y las del S.
y E. lo son desde Noviembre a principios de Enero cuando suelen reinar
los del SE.
Los vientos generales de la isla
son los del primer cuadrante. En el Sur cuando el viento del NE. es fresco, aparece viento opuesto conocido
con el nombre de embate que dificulta el acercamiento a tierra. Las neblinas no
son muy frecuentes y sólo aparecen cuando reinan con insistencia los vientos
del E. y SE., sin que pueda determinarse una época fija; la regular es de Junio
a Agosto y de Octubre a Diciembre. Las corrientes son poco sensibles en las
inmediaciones de la costa y siguen el arrumbamiento de ella.
Por todo lo anteriormente
expuesto podemos deducir: 1. Que sería más fácil al navegante llegar a las
islas orientales que a las occidentales. 2. La corriente general de Canarias
facilita la navegación periférica en el sentido siguiente: Lanzarote,
Fuerteventura, Gran Canaria a Hierro y La Palma , dejando en medio de la bolsa dos islas:
Tenerife y Gomera de difícil acceso. 3. Las relaciones entre las islas
orientales serían bastante fáciles siguiendo la corriente general según la
época del año los primitivos pobladores de la isla pudieron llegar por
diferentes lugares. 4. La calidad de las radas coincide con puntos importantes
de la población primitiva (Gran Canaria): Telde, Gáldar, Arguineguín, etc., lo
que pudiera indicar que el desembarco se realizaría por alguno de esos lugares.
LOS BERÉBERES
A lo largo de este trabajo hacemos constantes alusiones a la
población beréber, por lo que nos referiremos brevemente a su proceso histórico
para el que hay que tener muy en cuenta la geografía del territorio. Hay que
distinguir la región del Tell, las llanuras y altas llanuras de la zona de los
macizos montañosos. Ambos van a recibir la misma influencia pero con una
incidencia distinta en cada zona.
El beréber de las montañas es
pastor seminómada que conoce una agricultura rudimentaria (es en la región del
Tell donde la agricultura tendría una gran importancia en su economía),
utilizan la cueva vivienda con carácter fijo, así como la covacha de tipo
cuadrángulas o las de piedra seca cubierta con ramas o pieles y que se agrupan
formando poblados en sitios favorables. No eran muy exigentes, llevando sobre
todo un régimen de vida vegetariano, matando muy pocas veces a sus animales y
conformándose con la leche que les proporcionaban. Los bereberes hicieron del
arte una manifestación familiar de la vida. La mujer es, la mayoría de las veces,
la artista que decora las vasijas, pinta las paredes de las casas y hace los
tapices. Su religión es animista y zoolátrica, practicándose el culto, sobre
todo en las grutas, lugares altos o cerca de una fuente o árbol sagrado, con
ofrenda de sacrificios.
La influencia del exterior y de
las zonas costeras es la que ha marcado la evolución del Mogreb, porque los
macizos montañosos dan un elemento de estabilidad a toda su historia. Las
grandes llanuras fueron recorridas numerosas veces por los pueblos nómadas,
siendo las montañas al borde del desierto, fuertemente berebizadas, un
obstáculo insuperable. Los del Atlas Occidental, Aurés, Rif oriental, etc., han
continuado más o menos intactos a través del desarrollo histórico cultural del
Mogreb.
Todas estas montañas han quedado
aparte de las influencias exteriores, tanto de la arabización, como de las
colonizaciones, cuya influencia se dejó sentir más sobre las llanuras.
La colonización fenicia en
Tripolitania y Túnez, y la griega en Girenaica, habían preparado la
colonización romana en una parte del Norte de África. Es esencialmente sobre el
cultivo de cereales y la arboricultura en la que se va a basar ésta. En el
siglo III el limes alcanza la máxima extensión provocando el nacimiento de un
nomadismo belicoso en el Sahara y las estepas norteafricanas. Este nomadismo
belicoso surge como reacción de los bereberes, ante la presión del limes romano
que los empuja hacia el desierto.
En época histórica los bereberes
descienden en gran número sobre el Sahara Occidental y ocupan poco después
EHchirri, Khat y el borde septentrional del Hodn. Otras migraciones en la zona
del Draa y Tafileh hacia el Hodn y el valle del Níger. En adelante llegarán por
el Sahara Occidental hacia el África Negra los bereberes Sehaja y los Zenatas
(Zenagas). provenientes del Norte de África. Los primeros, viven actualmente en
Kabilia, Marruecos central, medio y alto Atlas, Sahara Occidental, Mauritania,
Hodn, y el escudo del Níger.
En el siglo Vil a. J.C. llega la
primera expedición árabe, una razzia más que una invasión hasta el río Sus, y
desde allí al desierto donde toman los primeros cautivos Zenatas. Es el
comienzo de una serie de desórdenes que van a durar 150 años y que se harán
patentes sobre todo en las llanuras, quedando las montañas bereberes muy poco,
o nada arabizadas. Más allá del limes triunfa la vida nómada, sobre todo en las
estepas argelo-marroquíes que recorren los bereberes Zenatas y va a ser la base
humana de la herejía Karijha, siendo el punto de cristalización Tahert y reinando
durante siglo y medio (761-908), va a provocar profundas luchas y persecuciones
entre las poblaciones bereberes, que permanecen en el Centro y Oeste del
Mogreb.
La variación climática romperá el
equilibrio mantenido hasta los principios del Islam, como lo demuestra la gran
cantidad de lugares abandonados y que habían sido centros prósperos.
A mediados del siglo XI (1051-2),
se desencadena por todo el Mogreb un azote sin precedentes, cuando el sultán
del Cairo envió a los nómadas árabes, las tribus de Bebí Hilal destruyen y
arrasan todo llegando a las llanuras del Chelif en los siglos XIII y XIV
contribuyendo a que se produzcan grandes migraciones entre las tribus bereberes
perseguidas. Las zonas del medio Atlas y la llanura central marroquí son las
que atraen a estas tribus, y donde constituirán las grandes confederaciones
como la Zemmour. Los
aspectos de la habitación testimonian este origen sahariano de la mayor parte
de las tribus seminómadas del medio Atlas. Los focos de resistencia beréber se sitúan
también sobre el arco sahariano: Anti Atlas, Montes Matmata y Djebel Nefusa, y
en las altas montañas de la cadena atlántica, viejo macizo del alto Atlas
Occidental y Aurés. Las montañas más bajas y el llano no pudieron escapar a la
beduinización aunque conservaron su forma de vida montañesa fundada sobre la
agricultura y el seminomadismo estacional guardando las reservas agrícolas en
grandes graneros comunales fortificados. La gran Kabilia en las cadenas
septentrionales quedará constituida por un mosaico de pequeñas tribus sin
consistencia y de difícil organización.
Rafael González Antón,Doctor en Arqueología.
Antonio Tejera Gaspar, Profesor de Protohistoria de la Universidad de La Laguna , en:
Revista Aguayro. Año XII nº 137, octubre de 1981.
(Archivo Personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)
NOTAS
(1) Levi Straúss, C. Antropología estructural. En
"Historia y Antropología." Ed. Eu-deba, Buenos Aires. 1961, pp. 1-26.
(2)
Watson, P.J. Steven,A. Leblanc, Ch. L Redman.
"El método científico en la arqueología."
Alianza editorial. Madrid, 1974, pp. 42-43.
(3) Sahlins, Marshall D. "Las sociedades
tribales." Ed. Labor. 1972.
(4) Barth, Fredrik. "Los grupos étnicos y
sus fronteras. La organización social de las diferencias culturales." Compilador... Fondo de Cultura Económica.
Méjico, 1976.
(5) Alvarez Delgado, Juan. Leyenda erudita sobre
la población de Canarias con africanos de lenguas cortadas. "Anuario de
Estudios Atlánticos." Madrid-Las Palmas, n.°23,1977, pp. 51-81.
El trabajo aquí publicado«s el
primar capítulo de un libro que con el mismo título de "Los aborígenes
canarios" aparecerá próximamente, en edición del Secretariado de
publicaciones de la
Universidad de La Laguna. Sus autores don Antonio Tejera Gaspar,
profesor de Prehistoria de la citada Universidad, y don Rafael González Antón,
Doctor en Arqueología, poseen merecido prestigio como estudiosos de las
Canarias prehispánicas. Dado el interés de este trabajo nos ha parecido
oportuno difundirlo para conocimiento de los lectores que gustan de tales
temas.
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