JUAN BETHENCOURT
ALFONSO
Socio correspondiente
de la Academia
de Historia (1912)
Historia del
PUEBLO GUANCHE
Tomo II
Etnografía
.y
Organización
socio-política
Edición anotada por
MANUEL A. FARIÑA GONZÁLEZ
FRANCISCO LEMUS,
EDITOR La Laguna ,
1994
CAPITULO XXI
ANEXO DOCUMENTAL (1):
I.—Modos de subsistencia:
Alimentación; Agricultura; Ganadería y Pastoreo; Recolección terrestre; Caza;
Pesca; Recolección marina.
II.—Cultura Material: Mobiliario,
ajuar e indumentaria; Cerámica; Aprovechamientos vegetales; Trabajo del cuero y
cordelería; Técnicas constructivas; Natación y Navegación.
III.—Cultura intelectual:
Contabilidad; Medicina; Religión y Culto a los muertos; Fiestas y Música;
Comunicaciones.
I.
MODOS DE SUBSISTENCIA 1. ALIMENTACIÓN:
—Alimentos. Cebada, miel de abeja
y carnes. Como fruta: el higo vicariño, pequeño y de color de aceituna madura;
la sáquita; el mocan; el vicácaro (del tamaño de un higo de leche, cuando
maduro de color amarillo; tiene costuras a lo largo y afecta la forma de una campana),
el madroño (amanillo de guayabo, cascara lisa y en puntitas, algo mayor que la
avellana (Taganana). Comían raíz de helécho, creses, etc. (Araya). Gáite. Otros
dicen gaita, o torta. Sin duda llaman gáite a la torta o pan de helécho; como
gainás, al puño de gofio amasado, etc. (Arona).
Torta gaita, hecha de gofio
amasado o de gofio escaldado, y luego puesta en el tiesto o fuego para asarla
(Jerónima, de Arona).
—Condutos. El mastuerzo es un
mato de costa, cuyas hojas y palitos mascados pican como pimienta (que sirve a
algunos de conduto para comer papas asadas). ¿Será el taferte?
La semilla del mastuerzo que se
parece a una pimienta, majada quema como la pimienta; también queman los
tallitos. (Es parecida a una pimientita, con semilla dentro, que se pone de
color algo encarnado; se puede hacer mojo con ella). Se cría mucho en Las
Galletas, Guasa, etc., y otros puntos de la costa. (Arona),
La hoja del taferte quema y la
comen como conduto con gofio Quema como rábano y es de buen sabor. De la
semilla nada se dice, sino que la que quema es la de mastuerzo.
—Mojos. Para mojos guanches:
manteca de puerco, una cucharada sustituye al aceite pero ha de ser en
caliente. El vinagre lo sustituyen por tallos de trebina, machacados, y es
bastante agrio. Y la pimienta, por una semilla, la del marmojayo (?) que
machacada pica como pimienta.
El zumo de la vinagrera puede
hacer el papel de vinagre (Arona).
ALIMENTOS
DE ORIGEN VEGETAL
—Chafeña. A la chafeña de maíz o
trigo, para darle un sabor dulzaino, y un bonito color encarnado, después de
tostarlos y aún caliente, se les riega con sangre de drago (Taganana).
—Jaya. Según tradición era una
vianda preparada por los guanches, como aún se conoce en Arico. Consiste en una
pasta que hacen con cebada que aún no esté del todo madura y que después de
mondada la tuestan y rolan; que luego ponen a hervir dentro de leche hasta que
adquiere cierta consistencia pastosa (Sur de Tenerife).
La hacen de cebada o trigo ya
granado pero aún tierno. La tuestan y muelen dejando el grano ahincado o sea
rolón o a medio moler. Luego la guisan con leche o agua para comerla.
—Pinas. Cuando la pina está aún
verdosa, la ponen dentro de brasas y se abre. Cuando seca se pone al sol, con
algo debajo para recoger el piñón, al que se le quita la cascarita para comer
la almendra. También se lo comen con cascara, es decir se chascan la cascara.
Se lo comen crudo (Sur de Tenerife).
ALIMENTOS
DE ORIGEN ANIMAL
—Carne (salada). La salaban,
lavando fresca la carne en el mar; operación que repetían tres veces, con
intervalos de 2 a 4 días y colgándola a la sombra hasta que secara.
Así la conservaban sin sabor a
sal.
La carne la salan y luego la
ponen al sol que dura 6 ó más meses. Si la ponen al sol se enrancia, pero se
seca mucho. Colgada a la sombra, se conserva siempre amorosa y no se enrancia
(Sur de Tenerife).
—Cecina. Quitan las cabras viejas
en Agosto y Septiembre, y hacen la sesina, porque los pastos secos son los que
dan más nutrición y más sabrosa la carne, más sebo, etc. En Julio y Agosto, en
los días caniculares, porque hay menos leche y sale el queso muy seco y malo,
(porque se destila mucho) hacen la manteca (porque hay más manteca) y tal vez menos caseína; pues hay
más cuando el pasto es verde o tierno.
La sesina, de julio en adelante,
es cuando está en mejor condición.
—Pringos. Con sebo de cabra (Sur
de Tenerife).
—Matanza. (Por tradición). Juan
Caleta mataba las reses sin dejar vestigios de sangre. Para ello tan pronto era
en meterles el cuchillo como en aplicarles la boca a la cisura por la que les
chupaban toda la sangre sin que quedara gota (Güímar).
Se dice, y es esto confusión, que
los guanches no mataban ninguna cría, sino cuando estaban grandes en carne. Y
no saben con qué cuajaban la leche para hacer el queso. Los ganados debían ser
grandes, porque la momia que encontró (esto es información recogida de un
pastor del Sur de Tenerife, por parte de Bethencourt Alfonso) tiene un zurrón
enterizo que va desde los hombros a los pies, anudado por debajo. Esta momia no
tiene un cuero.
Sólo mataban los machos para la
carne, y la piel destinada a la ropa (Güímar).
—Leche: Beletén o Tafór. Calostro
de la cabra. La gente lo come pero cocido, pues crudo produce evacuaciones.
Consideraban a la leche cruda más
saludable que la guisada.
—Miel. La miel de abeja de leña
blanca era la preferida. Era algo verdosa y de sabor ácido-dulce, había mucha
por la Caldera
(Arona).
La miel más dulce es la de flor
de balo; y después de la miel de retama, que son éstas las más dulces y las más
blancas. La de flor de ta-baiba salvaje y la de cardón son las más malas,
porque quema en la boca y lloran los ojos, siendo el gusto muy amargo. En los
beriles de Guasa hay aún muchas abejeras, en las Arenitas, en las Lajitas
(Arona).
—Queso. El curado al humo dura de
1 a 2 años; siendo el humo de la tabaiba mansa de costa el mejor. A los 3 ó 4
días de hecho, lo lavan con agua tibia y cuelgan con juncos sobre el hogar.
Estos quesos ofrecen una cintura en derredor del canto por donde atan el junco;
a las pocas semanas están curados (El Palmar).
Los ponían en cañizos hechos con
varas de leña blanca, dentro de cuevas a la sombra.
Dicen que empleaban además como
preservativo, a la par que como cuajo, leche de cardo. Aseguran que de este
modo conservaban el queso uno o dos años.
—Sebo. Hay aún quien come el sebo
crudo de cabra, al matarla, aún caliente (Arona).
Cuajaban la leche con cuajo, como
ahora (Guía).
2.
AGRICULTURA:
Cosechas:
El trigo lo desgranaban, después
de arrancarlo, apaleándolo (Arona).
El trigo los desgranan mejor
estregándolo con la mano, sobre una laja.
Cuando se recolectaban las mieses
se pagaba un tanto de lo cogido al rey (Güímar).
Sementeras:
No se podía sembrar ni realizar
ninguna operación agrícola sin que el tagoro lo acordara por orden del rey (Güímar).
Sembraban y luego le pasaban las
cabras, otros a fuerza de brazo con una pala o palo terminado en una pala en
forma de garabato (Sur de Tenerife).
Existe la tradición de que el
sitio llamado La Laguneta ,
en Guasa, donde hay muchas plantas olorosas, como tomillo, incienso, romero,
etc., y donde se acumulan las aguas de las vertientes inmediatas, de donde le
viene su nombre, tenían los guanches la costumbre de esperar a que se embebiera
el agua; después sembraban, y luego metían grandes rebaños que los paseaban por
toda la laguna, a fin de que el trigo fuera de ese modo enterrado (era una
manera de arar) (Arona).
—Arado. En Jama, en el barranco
de Chija está la cueva donde llaman los arados de los guanches (éstos eran como
un timón y rabisa y diente del arado, que eran de leña nuel y sabina) (Arona).
Rompían la tierra con un cuerno
de macho cabrío sujeto a un palo como de un metro, y las mujeres iban detrás
depositando la semilla (Granadilla).
Cereales:
Avena. Dicen que sólo conocieron
los guanches el centeno o la avena; que sólo después de una invasión, parece
que en un punto donde pusieron a comer a un caballo cebada, nació ésta; pero
que antes no la conocían en Tenerife. De allí salió la semilla para toda la
isla.
Sobre las lajas de la cueva donde
se encontró la momia boca abajo, había un lecho de pinillos y una mata de avena
o cerrillo (El Roque, en la
Cañada del Hoyo de Ucanca).
En la Cueva del Roque (Cañada de
Ucanca) se encontró un pie seco de avena o cerrillo, del tiempo de los
guanches, debajo de ellos y encima de las lajas (Ucanca). (Ibídem).
Cebada. Desgranaban la cebada con
los pies y aventaban con las manos (Granadilla).
Centeno. El centeno lo desgranan
sacudiéndolo contra una piedra.
Trigo guanche. Se le encuentra en
Acoroma, Atosaro, en la Vera ,
etc., de Igueste (Igueste de Candelaria).
Dicen que tenían trigo aunque no
mucho; y que lo saben no sólo por tradición sino por haber encontrado en las
camas de los guanches, en cuevas que no habían sido tocadas, paja de trigo, así
como otros objetos. El trigo lo sembraban echándolo a la tierra y después
haciendo que los rebaños se pasearan encima (Arona).
3.
GANADERÍA Y PASTOREO:
ESPECIES
ANIMALES
—Cabras salvajes. Las cabras
salvajes las cogían a la carrera ayudados de lanzas cuando era por riscos, o
escoteras cuando el terreno era menos fragoso. Otras veces las acorralaban en
ciertos puntos (Barranco Hondo).
Dice que sólo oyó hablar al viejo
Sierra, que fue el que daba estas noticias del siglo pasado, de cabras (Arona).
Ahijaderos. El Valle de San
Lorenzo, pago de Arona, fue y aún es conocido con el nombre del Valle del
Ahijadero; y cuenta la tradición que los guanches lo habían destinado a ahijar
(es decir, que las cabras que les faltaba poco para parir, eran llevadas a
aquel sitio abrigado, y antiguamente abundante en pasto, para que la cría
pasara los primeros días de la vida). Después los conquistadores siguieron la
misma costumbre.
—Cerdos. Los guanches conservaban
la tradición de que los cerdos los adquirieron robándolos a gentes que llegaron
a Tenerife en barquitos, antes de la conquista (Arafo).
—Ovejas. A las ovejas llamaban
cotias (Guía).
—Perros. (Chírres, chílres). Creo
que el chírre es el perro de los guanches: pequeño, grueso, de patas pequeñitas
y orejas chicas; son de color sajonado o chocolate oscuro; muy rabiosos y
excelentes para voltear el ganado; de noche un verdadero centinela y si bien
olfatean la caza, como corren poco no son cazadores (Arona).
CABANA
GANADERA
—Abundancia de ganado. Cuentan
que había tanto ganado en la región de Acentejo, que teniendo el camino antiguo
de San Cristóbal (antes sólo sendero) 28 varas de ancho; sobre todo desde la
montaña de La Morra
a la ermita de Guía, que distan casi una legua, se cubría completamente de
ganado estando la cabeza de los rebaños en la Morra , por ejemplo, y la cola en la ermita de
Guía, cuando lo transportaban de unos puntos a otros (La Victoria , La Matanza y Sta. Úrsula).
Fotografía I.—El baño de las
cabras. (Mañana de San Juan, en el Pto. de la Cruz : Tenerife). (Fotografía de Manuel Fariña
González).
CAMINOS
Y VUELTAS DEL GANADO
—Caminos (ganado). Tenían veredas
públicas de cumbre a costa (y aún existen algunas) y en ciertas partes espacios
muy anchos para hacer noche o sestear el ganado, etc. (Guía).
—Vueltas del ganado. Los ganados
de la parte de Imoque, del rey de Adeje, tenían su vuelta que aún se conoce
(así como las de la parte acá del de Abona) que iban al Charco del Rey en el
barranco de dicho nombre, que la separaba de Abona. (Arona).
Los guanches bajaban a las costas
en invierno y subían a las cumbres en verano, llevando sus ganados y enseres
(Chío).
Los bajaban a las costas en
Octubre o Noviembre, y los subían en Febrero o Marzo (Guía).
Se llevaba el ganado en las
costas después de recogida la siembra y se transportaba a los altos en épocas
señaladas por los tagoros; señalando cada tagoro sus pastizares a los ganados,
de los que no podían salir ni llevarlos por otras vueltas (Güímar).
CORRALES
—Corrales (Corral del rey
guanche). Aún lleva este nombre el que se encontraba en las Mesas de Guasa. Aún
hay restos de las paredes que tenían forma circular (Arona).
PASTOREO
—Pastoreo (Cabritos). Sólo
permitían que los cabritos mamaran una sola vez cada 24 horas, después de
ordeñar las cabras.
Y para que los baifos no pudieran
mamar le ponían un pegón de tabaiba dulce (Granadilla).
—Pastores. El rey tenía un número
de pastores ilimitado, pero los demás los que les correspondían (Arafo).
—Pastos. La yerba empieza en la
costa como en Noviembre, según llueva o no y dura hasta Mayo. Luego seca, hasta
Julio. En los altos empieza en Febrero hasta fin de Julio más o menos (Arona).
PROPIEDAD
Y TRIBUTOS
—Cómputo de reses. (Censo). Es
tradicional que los propietarios de ganados pagaban un canon anualmente. Una
cabeza por cada cierto número o una cría por tantas que nacieran, aunque no he
podido averiguar la cifra exacta. Lo que sí se sabe es que por cada res que
mataban le daban, un cuarto de carne en La Orotava y un octavo en Güímar, al mencey
(Güímar).
—Marcas. Aún se conservan algunas
marcas del ganado, desde el tiempo de los guanches (Arafo).
—Zurrón. Cubierta externa del
feto del cabrito. Las cabras se los comen si las dejan, pero se los quitan
porque les entra diarrea.
—Propiedad del ganado. Todo era
del rey como dueño absoluto, por más que cada uno tenía lo suyo. El reparto de
la tierra lo hacía el rey, así como señalaba las vueltas del ganado y los
puntos de abrevaderos (Barranco Hondo).
—Tributo de reses. Afirma la
tradición de que los vasallos pagaban al año una contribución de reses al
mencey, proporcionada y fija según el número de cabezas de ganado que cada uno
tenía; y que por cada res que se matara había de dar al rey un cuarto de carne.
No he podido averiguar si sucedía lo mismo con la cebada, creses, mocanes,
mariscos, etc.; cosa que parece natural a menos que la guardia permanente que
tenía no fuera dedicada a la labranza y recolección de los frutos, etc.,
dichos, cuando las necesidades del servicio no los retenía (Güímar).
4.
RECOLECCIÓN TERRESTRE:
—Aderno. Este fruto, como del
tamaño de un garbanzo, del árbol del mismo nombre, es un frutito parecido a la
crese aunque algo mayor.
Éste lo comían fresco y no hacían
gofio de él.
—Angoja. (¿Es un mato?). Se come
el tallo, cuando es tierno, algo hueco como caña, crudo. Es sabroso; pero
amarga la cascara por fuera que tiene como leche.
—Berros. En los manantiales
(guisado y crudo).
—Cardo alcancil. El tallo es
dulce.
—Creces. Fruto del haya, de sabor
rispido, y que, después de seco, lo tuestan y hacen gofio como era costumbre
entre los guanches (Tacoronte).
Este frutito del haya, las comían
frescas, pasadas y hechas gofio.
Cuando frescas son de sabor
astringente. Las pasaban, como reserva para el invierno. Para esto las tendían
al sol hasta secarse, removiéndolas de vez en cuando.
Como los higos crían azúcar. Las
comían con la pepita.
—Helécho. No las helecheras
machos, que destinan a adornar.
Sacaban la raíz; lavaban; después
picaban; luego las tostaban y molían para hacer gofio o mejor harina, a fin de
confeccionar últimamente las tortas.
—Pan de Helécho. Lo hacían de la
raíz del helécho.
—Juncos. Los cogían en el
Barranco del Infierno, la Madre
del Agua, etc. Los mojaban y luego los ponían a secar. Para usarlos hay que
ponerlos antes de remojo. Hay una variedad más delgado, que es el mejor.
Se cogen cuando están granados.
Los mojan y ponen al sol para orearlos, y así que están oreados, los dejan
curtir a la sombra para que resulten más fuertes.
Los recogían también en el risco
de los Juncos, en Teño.
—Licores. Era para los grandes
(adultos). Lo sacaban del mocan. Los ponían de remojo en un tarro, luego los
secaban etc., hasta tres veces, y luego sacaban el licor.
—La sáquita, fruto del tamaño y
color de la guinda; de él sacaban los guanches el licor de sáquita (Taganana).
—
Madroños. Era la fruta predilecta del rey de Güímar. En
el barranco de Badajoz, hay aún muchos madroñeras por el pico de Acre.
—
Parece había (establecida) por el
Estado una época en que disponía comerlos, para evitar calenturas.
Son como del tamaño de nueces, de
figura y con semilla como la del tomate, y del color y con piquitos como la
cresta de gallo.
Hay que comerlos maduros y muy en
sazón para evitar calenturas.
No pueden pasarse porque se
pudren.
—Miel de mocan. La hacían muy
bien.
—Norza. (Raíz). La produce una
planta parecida a la pantana de Guinea, muere todos los años y vuelve a nacer
la rama. La raíz es de 1 a 2 cuartas, cumplida, parecida a una batata larga y
del grueso de un duro más o menos. El color, cuando se parte, es blanco, más
blanca que la papa; pica en crudo, de sabor soso y la comen asada. La rama se
da en otoño; es lo primero que revienta en las primeras aguas. Es buen pasto.
Hay mucha en la costa húmeda y sombría, no muy enterrada.
—Repasaya. (Yerba). Comen los
tallos tiernos, es sabrosa y fresca. Hay tallos como de dos dedos de grueso: es
maciza y jugoso el tallo. Comen hasta el tronco.
—Tabaiba dulce. Fabrican la
tabaiba practicando hendiduras en los tallos del arbusto tabaiba dulce para
recoger la leche en unos ganiguitos que colocan al efecto (Arona).
—Tacorontía. La raíz es algo
redonda, como una cuarta de largo y una muñeca de grueso. Da una rama parecida
a la norza.
—Taragontía. Comían y comen la
cebolla, que son como el puño. En crudo pican mucho.
Estas cebollas calaban la tierra
como un jeme.
Así que las cogían, cavándolas,
les quitaban la cubierta o tela mas externa, y después de picarlas muy menudo,
las tendían al sol para secarlas. Luego las molían para fabricar la harina.
Cuando querían hacer las tortas
de taragontía, sobaban la harina en agua como el pan, para darles seguidamente
la forma de tortas y meterlas al tostador u horno.
Estas tortas recuerdan el gusto
de la papa.
5.
CAZA:
—Caza de aves. Con lazos de
cuerdas de juncos o de correas, mando trampas con lajas, y con redes de juncos
que por las noches colocaban con el mayor silencio a la entrada de las cuevas
donde dormían las aves. Después de colocadas, entraban uno o dos con luces
dando gritos para espantarlas y cogerlas al enredarse (Granadilla).
También hay la tradición de que
los guanches preparaban con leche de cardón y de tabaiba una pasta llamada hoy
liria (liga) ] cazar aves. Con esta pasta untaban pajitas de cerrillos que
abandonaban a las orillas de los bebederos o charcas.
También cazaban las aves a
pedradas (Barranco Hondo, Candelaria).
—Caza de pardelas (sistema
utilizado en el siglo xix pero entronca directamente con épocas más antiguas):
Conocidas, en los riscos, sus
casas que llaman cubiles, son de boca lo
más ancha de una tercia, pues no entran en cueva boca mayor; a ciertas (horas)
del día, unos palitos que sirven para saber por la noche si está o no dentro,
según estén caídos o de pie. Si están
dentro (que por lo regular no hay más de una o dos) emplean dos procedimientos.
Uno, hacer fuego en la boca de entrada con tea, y obligar con el humo a que
salga la pardela (a veces, se r lian); y las cogen con las manos; y otro,
consiste en untar una i con leche de cardón y tabaiba, que se entra en el
agujero y le empieza a pinchar y dar
vueltas, hasta que las sacan pegadas de la caña, cacería se hace de 9 a 10 de
la noche (Tacoronte).
En Mayo y Junio es la época de
coger las pardelas en las cuevas.
6.
PESCA:
—Aparejos: Pescaban con anzuelos
formados naturalmente la madera y la liña era de juncos.
Los anzuelos los hacían de leña
blanca.
Con los juncos hacían cuerdas,
redes y hondas.
Hacían correas muy finas de las
tripas y otras más bastas de la piel de cabra.
El aparejo lo hacían con cuerda
de junco a la que ataban el anzuelo.
Cuerdas o cabos los hacían de
juncos hasta para fondear barcos (Hasta hace unos 60 años los utilizaban en el
cabotaje).
Los anzuelos los hacían de leña
blanca, pescaban con estos anzuelos y liñas hechas de correas.
Hacían anzuelos de espinas (de
pescado) y de huesos, así como de los cuernos de las cabras.
—Apatuscos. Pescaban con anzuelos
de leña blanca y liñas hechas de correas. También dicen hacían como redes o
pandorgas con trenzas de pieles de cabra (Chasna, Vilaflor).
—Fisgas. Las hacían de leña
blanca, con las que arponeaban al pez de noche metiéndose en el mar con hachos
encendidos para encandilarlos. Sólo tiene uno o dos espichas, con barbada. Para
coger cangrejos, pulpos, etc.
—De fisgón. Con una vara de 3 ó 4
varas, llevando fija por un extremo un trozo de tabaiba seca; sobre cuyo pedazo
espetan hacia el centro tres espichas de leña blanca de ájeme, que terminan
abiertos. ¿Para coger sólo los erizos?
—Pincho de caña. De caña o de
otro material, de tamaño similar a \afisga pero sin barbada, y se utilizaba
para coger pulpos.
—Redes. Las hacían de junco a
manera de gueldera. Hasta el año 60 del siglo pasado, Francisco Javier, de las
Socas en San Miguel, pescaba con una. También las pandorgas o redes las hacían
con trenzas de correas de cuero de cabra.
—Técnicas de pesca: Embarbascar y
pesca en corrales. En La Gomera ,
como en Tenerife, embarbascaban los charcos con leche de cardón y de tabaiba
salvaje.
Entre los charcos en donde
embarbascaban conocemos los siguientes: el Charco de La Caleta , el del Becerro, y
el de Diego Hernández, en Adeje; el del Vidrio, del Clavito, del Cardoso, de
Punta Negra, de la Carrera
y el de la Laja
de Gregorio, en la jurisdicción de Guía; Charco del Marqués, Charco de los de
Adeje, de la Carnada ,
del Cabezo, del Lino, de las Gallinas y de los del Valle, en el pueblo de
Arona; Charco en Abaes, en la caleta del Ganado, en la caleta del Agua, y en la
caleta del Cagao, del antiguo reino de Abona. (Unos estaban destinados a
embarbascar y otros a pescar en corrales, o a ambos usos indistintamente).
La pesca por medio de corrales
consistía, como lo indica su nombre, en hacer en ciertos puntos de la ribera
corrales de piedra se como 1 a 1 1/2 metros de alto, con la boca mirando hacia
la parte mar por donde acostumbra a recalar el pez.
Cuando comienza a descabezar el
mar, es decir, al iniciarse el flujo o descenso de la marea, uno o más hombres
se arrojan al mar lenciosamente y tapian con ahulagas etc., la puerta, y dan
comienzo los gritos, palos, etc., para ajoriar al pez hacia el charco y no se
sal
Embarbascaban los charcos
descubiertos a marea baja poniéndoles leche de cardón (¿trozos?), a fin de
coger después los peces aturdidos cuando entraban a marea alta.
Embarbascaban los charcos i leche
de cardón, como es tradición en el charco de las Lisas, en 1 Cristianos; y para
esto tenían que preparar las paredes nadando y
más tarde al pez para que no se escapara por la puerta cuando comienza a vaciar (Arona).
Pescar de charco. Esto lo hacen
de noche, 1 ó 2 veces al me en los puntos que se prestan de la ribera, que
asemejan a una herrad o pequeño golfo, disposición natural que ha de tener el
charco o que pueda dar artificialmente con pared seca; dejándoles una boca una
vara de ancho, sin que llegue al suelo.
Estos charcos a pleamar, como en
el Tablero, la Laja ,
la Rom etc., en
Tacoronte, pueden ofrecer una altura de 2 a 4 varas; a donde acostumbra ir el
pez a descansar, en cardume o aisladamente.
Cuando comienza la marea baja, un
pescador se dirige silencie mente provisto de la estiva o séase de un haz de
arbustos, con que t la boca al charco.
Tan pronto la tapa, varios
provistos de hachos de tea se ponía junto a la estiva para espantar a gritos
los peces, para que no ganei mar; y cuando ya éste no entra en el charco,
arrojan raspas o (¿i pas?) o sea musgos del mar empapados en leche de cardón,
para acer mecer al pez, que cogen con fija o a la mano o con cestos. No ent de
ordinario (en el agua) por la acción irritante de la leche, especialmente sobre
las partes genitales (Tacoronte).
Pescaban de este modo:
1.° Por medio de anzuelos que
ataban al extremo de una cuerdade juncos.
2° Arponando (arponeando) al
pescado con fisgas de leña blanca, entrando de noche a las orillas del mar con
luces cendidas para encandilarlos.
3.° Embarbascando charcos, es
decir, poniendo leche de cardón charcos descubiertos a la manera baja, a fin de
recoger después los que quedaban aturdidos cuando entraban con la alta marea.
4.° Con redes de juncos a manera
de gueldera (Granadilla).
Marisquerías y Pesquerías
—Húrgaos (Burgados} curados.
Procuraban mariscar el burgao así que comienza a descabezar el mar o vaciar,
porque no estando adherido a la roca es más fácil cogerlo a la mano, en tal
abundancia a veces, que un hombre podía reunir hasta una fanega en una sola
marea.
Tres almudes de húrgaos con
concha, puede rendir un almud de húrgaos curados. El burgao real lo reputaban
por más sabroso que el arrechante. Comidos con exceso y bebiendo agua encima,
provocan diarreas.
Para mondarlos los pasaban por
agua hirviendo, siendo tanto más fácil extraerlos cuanto más pronto lo sometían
al agua caliente. Cuando el burgao estaba destinado a ser comido en el acto, le
sacaban la carne al primer hervor porque con la carne sale el rabo; pero como
este rabo entra en putrefacción al poco tiempo, poniendo en peligro la
conservación del marisco, y desaparece cuando se hierve más tiempo, prolongaban
la ebullición para prepararlo en conserva o sea el burgao curado.
Después lo tendían al sol hasta
secarlo; luego cogían puñados y los estregaban entre las manos para que
perdieran el opérculo o escamilla, pasando enseguida a la entretenida maniobra
de mondarlos valiéndose de una espina de pescado. Ya mondados los húrgaos, de
nuevo los tendían al sol hasta que estuvieran bien secos, y así curados, los
guardaban durante meses.
—Hígado de Quelmes. Acabado de
extraerlo del pez se lo comían crudo amasado con gofio, a modo de ratera. Lo
comían así para purgarse.
—Hígado de Vieja. Guisados los
comían revueltos con gofio y en caldos.
—Lapas. Además de comerlas
crudas, recién cogidas, ¿y guisadas?, las conservaban por muchos meses por el
procedimiento que hoy se llama de lapa curada.
Existían sitios muy abundantes de
lapas, al extremo que en las dos mareas del día dos personas podían coger una
fanega —una delante desprendiéndolas con arrejada de madera y otra detrás
recogiéndolas— que rendían 4 almudes de lapas curadas.
Aprovechaban ciertas épocas del
año las grandes mareas para organizar la cogida colectiva del marisco bajo la
dirección del Estado y preparar esta reserva alimenticia con destino a los
depósitos públicos. Por esto se encuentran aún los restos, en enormes
cantidades, en varios puntos. A medida que los mariscadores se apoderaban del
marisco, otros los transportaban a determinados lugares; donde habían
encargados de separar la carne de la concha para curarla.
Dos procedimientos empleban para
separar la pulpa:
—Se reducía el uno a introducir,
por 8010 segundos en una vasija con agua hirviendo, cestitos llenos de lapas.
En el acto queda separada la carne de la concha. Por este procedimiento la lapa
se pone dura y pierde sabor.
—Por el otro sistema es más
engorrosa la operación pero conserva el marisco mejor sus propiedades de gusto,
aunque en ambos casos quedan como cuero. Consistía en mondar la lapa a la mano,
una tras otra, valiéndose de una cascara de lapa a guisa de palanca. Así que
tenían como dos tercios de una cesta, ponían dentro de ésta unos cuantos
calladitos o pequeños cantos rodados, y metida en un charco del mar, pisoteaba
las lapas un hombre hasta dejarlas limpias haciéndolas perder la parte negra
del vientre, que es lo que da mal gusto y hace daño.
Preparadas las lapas por uno u
otro procedimiento las tendían sobre lajas del mar, unas cuantas horas, hasta
que estando bien secas las engraneraban metidas en especies de espuertas,
balayas o taños.
—Manió. Lo solían hacer con los
meros grandes y gordos. Después de cogidos los dejaban sin aliñar hasta que
daban señales de haber entrado en descomposición. No bien olían mal, le
quitaban la cabeza, menudo y espinazo y lo guisaban hasta que desaparecía toda
la carne.
Lo comían con gofio escaldado y
bebían el caldo.
—Pescado jareado. Jareaban la
vieja, cazones, morenas, etc. El cazón, que era como el bacalao de los
guanches, les duraba seis, ocho y más meses.
Abrían el pescado por el vientre
de la cabeza a la cola, limpiaban y lañaban con sajas profundas a lo largo, que
rellenaban de sal. Luego lo cerraban y apilaban dentro de cestos hasta el
siguiente día, en que lo lavaban perfectamente en el mar y después lo tendían
sobre las lajas noche y día hasta que estuviera en condiciones de ser guardado.
Cuidaban meter piedrecitas entre las lañas más hondas, para que secara bien.
El pescado jareado quedaba tieso,
duro y seco como madera; y lo conservaban muchísimo tiempo.
Cuando lo mojaba la garúa
(llovizna) lo consumían antes (Lan-zarote).
—Pescado salado. Ha sorprendido a
algunos cómo la industria de la salazón del pescado, tal como la realizan en la
actualidad nuestros costeros en la costa fronteriza de África, nació desde los
primeros días de la conquista en el Archipiélago; por no parar mientes en que
la referida industria existía entre nuestros aborígenes, aunque en escala más
reducida y con medios primitivos y rudimentarios. Por manera que el fenómeno
inexplicable se redujo a una sencilla transformación, al cambio de la tahona,
la naca y féines por cuchillos de acero; a los artefactos y aparejos de juncos,
correas, orijama, hueso y leñablanca por otros metálicos; a los troncos de
tabaiba fondeados con pótalas de piedra, a los charcos intoxicados con el jugo
de euphorbias y al jilme-ro, por buques, lanchas y pescadores de alta mar.
De modo que los procedimientos en
la salazón del pescado de hoy son los mismos que ayer con ligerísimas
diferencias —que ya existían entre las islas— aunque con un cambio radical en
los medios empleados y en la magnitud de la industria.
Para la salazón del pescado
esperaban a Marzo y Abril, que es el tiempo de la arribada del pescado
emigrante.
7.
RECOLECCIÓN MARINA:
—Mariscar. Como a unos sesenta
metros de la desembocadura del barranco de la Síbora , próximo al pueblo de Los Silos se halla la Baja del Barranco; a donde se
dirigían a nado los guanches de aquel tagoro a pescar y a coger mariscos.
También iban los pescadores
nadando desde tierra firme a la
Baja de Acentejo, a la de Adeje, y a los Roques de Anaga;
como así mismo salvaban a nado una distancia de uno a uno y medio kilómetros,
que puede haber entre la Punta
de Guamojete a Las Vueltillas, en las riberas de Barranco Hondo en Candelaria.
Se sabe iban a mariscar a la
cueva de Roma, en el Risco de Los Cristinos, que no es accesible por tierra
sino arrojándose al mar por el Tancón, para ganar la cueva, donde abunda y es
muy sabroso el marisco. La cueva está separada del Tancón más de 50 metros,
habiendo por dicho lugar un mar de mucho fondo (Arona).
—Salinas. Como no escapó a la
república guanchinesca el venero de riqueza que le ofrecía el mar bajo
diferentes puntos de vista estableció la administración comunal con la misma
severidad reglamentaria que los demás ramos de la vida nacional, para
explotarla ordenadamente con el mayor provecho.
Contaba para esto con personal
adiestrado en los tagoros costeños, sometidos a la más rigurosa vigilancia de
hombres inteligentes que disponían todas las operaciones según los tiempos, las
estaciones, épocas de recaladas, recolección de sal, conservas, salazón, etc.
Los rendimientos que obtenían del mar contribuían poderosamente al mantenimiento
de la república, sin embargo de los medios rudimentarios y aparejos groseros de
que podían echar mano. ¡Verdad es que nuestras riberas eran abundantísimas en
peces y mariscos! Según la tradición, en algunos reinos había épocas en que a
pesar de consumir todos bastante pescado, depositaban cantidades de
consideración, en estado de conserva, en los almacenes públicos.
Recogían la sal del mar y salaban
las carnes para conservarlas (Güímar).
Aprovechaban el marisco pasado
(lapas y húrgaos).
—Viveros. (Donde guardan las
bogas para carnada, dentro del agua). Hacen cestos de corteza de cardón y leña
blanca. Estos duran y pueden utilizarse para muchos fines.
No así los fabricados con tabaiba
dulce, que no sirven para viveros, porque al secarse se estallan (Arona).
II.
CULTURA MATERIAL 8. MOBILIARIO, AJUAR, ARMAS E INDUMENTARIA:
—Útiles:
Camas. Por el año 35 (1835) y con
motivo de buscar cuevas para ocultar un contrabando alijado, descubrieron una
cueva tapiada en el barranco de Amara, que conservaba las camas de los
guanches. Estas camas consistían como en cuatro majanos alargados, a guisa de
patas, con dos maderos a lo largo encima y varios atravesados; sobre esto ramas
menudas y encima de todo pieles de cabras (Arona).
Las camas solían hacerlas de
montones de rama seca de helécho y de paja, cubiertos de pieles (Granadilla).
—El chajasco era una madera que
es muy fuerte, así como el guaidil que no es tan fuerte y que usaban ambas para
camas (San Miguel).
Frote. El mejor frote (para sacar
fuego) es el de berode y el balo: la canal de berode seco, y el frotador de
balo. Son las dos mejores maderas para sacar el fuego.
Luz. Se alumbraban con hachos de
tea, de leña blanca, sabina y raíces secas de cardón.
Se alumbraban con leña blanca, de
olor agradable; como la sabina, que den menos humos que la tea.
El pabilo lo hacían de la yerba
mechera, que es más o menos del grueso del balanco. La raíz es vivaz.
En verde la sacan ripiándola, es
decir, que cogida por el extremo inferior, con las uñas de la otra mano se aprieta
y al tirar sale entera la corteza dejando limpio la albura del tallo. Son de 9
a 12 pulgadas de largo. Luego la ponen a secar y a los 2 ó 3 días, se hacen
pabilos del largo y grueso que quieran torciéndolas. También podrían sacarla de
las malvas (Arona).
Sacar fuego. Lo obtenían frotando
rápidamente un palito de balo seco en una ranura hecha en un tronco de verode
seco (Granadilla).
Velas. Es probable que del sebo
de las cabras y ovejas hicieran velas.
Veleros. Se pueden hacer
magníficos veleros (soportes para alumbrar), de todos gruesos y hasta de un
metro de largo (cada gajo o del tronco del berode), que con un palo queda
fácilmente un agujero cilindrico, pues sólo tienen unas celditas. Por la Cuesta de Las Tablas habían
muchos y muy grandes berodes. Para que no se pegue la cera al velero la untan
con grasa.
—Ajuar:
Con el hueso hacían agujas,
cuentas o dijes de adorno; también agujas de las espinas de pescado, eran finas
(Granadilla).
Dicen que con juncos hacían
hondas, redes y cuerdas (Granadilla).
Con palmas hacían esteras,
mochilas y espuertas. (Habían palmas, si bien presumo que hacían estas cosas
con hojas de drago y otras de palma) (Granadilla).
Con cañas hacían cañizos, flautas
y biombos (¿pero habían cañas?) (Granadilla).
Hacían balayas y taños de paja.
Agustín Reyes Trujillo encontró
también una pila de guanches, de piedra, como de la forma de un dornajito
(ovalada), que llevaría como dos jarros de agua. Estaba muy bien labrada por
todos lados. La creía destinada a lavarse las manos.
También dice se ha encontrado
cachimbas de barro y cuentas (Arona, 1907).
Cucharas. En una cueva que está
en el barranco de La Majada
de La Casita ,
en el Pinar de Las Cocinas, Granadilla, se encontró entre restos guanches una
aguja, del tamaño de las de albarda (11 cm.), al parecer del informante era una
espina de pescado, delgada como una aguja de albarda, pero del medio hacia
adelante más fina, ligeramente encorvada, teniendo un agujero o culo como las
agujas del día (que se conoce fue hecha) (Granadilla).
Cucharas de barro para leche;
encontradas por Agustín Reyes, del Valle (Arona).
Cuchillos. Rajas de obsidiana,
llamadas tahonas (Granadilla).
En la cueva del Roque (Cañada de
Ucanca) se encontraron 9 cascaras de lapas, muy grandes, como para cucharas
(Ucanca).
Lanza. La mejor lanza, por
fuerte, es la de leña blanca, de color blanco anaranjado. La tea se astilla y
por eso le dejan lo blanco para que la sujete.
Lanzas y Foles. Los hombres
usaban lanzas como ahora pero sin hierro ni nada; que llevaban a la espalda un
fole o mochila sujeto con correa que le cruzaba el pecho, donde llevaban su
comida y sus cosas.
La lanza de tea y además honda de
vaquero.
Molinos. En La Atalaya , sobre Jama, han
encontrado molinos, cuentas y cruces de barro (Vilaflor).
Los molinos los hacían de cascajo
esponjoso. La piedra molinera es de más consistencia; en el mar suele haberlas,
también en capas.
Raspadera. Agustín Reyes del
Valle de San Lorenzo, encontró en la cueva de Fuente de Beñas, en el barranco
de Chija, una raspadera o rascadera de madera, que calcula era para pelar un
cochino. Creía era de leña blanca con su pie. El pie era el que estaba
agujereado; que supone aseguraban como una chabela o correa (Arona).
Tajalil. Saco a la espalda, al
socojo para ir metiendo yerba (Igueste).
—Armas:
Espadas. Utilizaban espadas de
leña blanca, así como cuchillos y puñales (éstos también de la tea del
almacigo}.
Lascas de acebnche u otro palo
que endurecían al fuego.
Lanzas aguzadas. Lanzas de tea.
Macanas. Colgadas de una correa.
Tenían tarhas y Agustín Trujillo
de Arona las ha encontrado, hechas de huesos de animales; pero ignoraba su
objeto (Arona).
—Indumentaria:
Cabellos: Tanto los hombres como
las mujeres llevaban suelto el cabello, muy bien escarmenado, a la espalda. Los
más tenían el pelo rubio o castaño, algunos rojos, y otros negros como ala de
cuervo. Los hombres eran bien barbados, y se dejaban crecer la barba sin
cortarla nunca (Arona).
Todos llevaban el cabello suelto
sobre los hombros y se dejaban crecer la barba (Barranco Hondo, Candelaria).
El color del pelo era rubio
(Arafo).
Se cuenta que las guanchas tenían
hermoso cabello que llevaban suelto que lo recogían formando un ruedo sobre la
cabeza para que descansara el cántaro cuando iban por agua.
Vestidos: Pieles de oveja para
los vestidos, que es lo que se han encontrado en las momias de Taganana
(Taganana).
Llevaban el vestido sin mangas; y
gorritas o cachuchas de cuero. Se recogían el pelo (Igueste de Candelaria).
En Abona vestían los hombres como
un pantalón de pieles ceñido a las piernas hasta el tobillo, sujeto a la
cintura, y una zamarra que le caía más baja de la cintura en invierno, abierta
por delante y abrochada con unos palitos —a guisa de botones— que sabía antes
cómo los llamaban. La cabeza la cubrían con una especie de sombrero
semiesférico o algo cónico, hecho de piel con los pelos para afuera, con cuatro
costuras que se partían en cruz sobre la copa y quedando los bordes como
pequeñas alas. Otros se ponían un pequeño zurrón como si fuera ensanchado por
la boca, tirando el fondo atrás sobre la nuca, como gorro catalán.
Las mujeres llevaban como una
camisa más o menos ceñida desde el cuello a los tobillos, sin formar piernas o
pantalón como en el hombre; cubriéndose
la cabeza con una barretina o gorro catalán (modelo), de piel, tirando el fondo
a la espalda. Al cuello llevaban varios hilos de cuentas de barro.
El vestido en vida no era igual
al amortajado, pues los había encontrado el viejo Sierra unos que se conocían
eran amortajados, y estaban enzurronados y puestos de intento de cierto modo, y
otros sorprendidos por la muerte sin haber sido amortajados (Arona).
Los vestidos eran de pieles de
distintos colores y de juncos, con collares de cuentas de arcilla y de hueso
(Granadilla).
Las mangas en las mujeres
terminaba ceñidas, como una vuelta a manera de pulsera (Arafo).
El vestido era como una camisa
larga sin cuello que llegaba a media pierna (Igueste de Candelaria).
En una cueva de Igueste de
Candelaria descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de 9
cadáveres... Los más tenían collares de cuentas de arcilla al cuello y algunos,
además, alrededor de la cintura (Igueste de Candelaria).
La mujer se ponía una correa
alrededor de la frente; y otra en el cuello para diferenciarse la soltera de la
casada (Sur de Tenerife).
Tamarcos. El tamarco de los niños
se lo ataban por detrás, recogido hacia arriba con una correa (Nicolás Moreno.
Sur de Tenerife).
Sombreros: Por sombreros, unos
usaban pequeños zurrones de ganado cabrío u ovejuno —conservando el pelo hacia
afuera— y otros pequeños casquitos, como si fueran sacados de la cabeza o de
parte de ella de las ovejas (Güímar).
Montera. La montera se llamaba
guapilete.
Usaban monteras de pellejas (que
no recuerda el nombre), que se ataban por debajo de la barba, le caía por
detrás una cosa, y era picudo como una mitra (Nicolás Moreno. Sur de Tenerife).
Las monteras de los guanches las
llamaban guapiletes (Agustín Reyes, del Valle de San Lorenzo).
—Zapatos: Los usaban de piel de
perro, buen calzado; de piel de cerdo, era fuerte para la plantilla o suela; de
piel de macho cabrío, bastante fuerte para plantilla o suela.
Agustín Reyes, del Valle de San
Lorenzo se encontró habrá 60 años, en las dos cuevas de la Fuente de Beñas, en el barranco
de Chija, un xerco o majo de suela de cochino, con la forma de los xercos de la
baja nobleza, según hemos descrito; y otro mejor que el anterior, pero ya
incompleto (Arona).
(Otro informante) No sabe de
zapatos, pero dice vio algunas momias con cueros envolviendo los pies, pero que
no sabía (Arona).
Indumentaria de los reyes. Los
reyes tenían corona. (Según Cipriano Arribas, era como un pellico o gorro de
pieles, con 5 orejas hacia arriba, por delante).
El rey usaba corona de flores
silvestres en ciertos actos (Arona).
El rey usaba una especie de
calzón corto de pieles y encima como una pequeña túnica ceñida a la cintura con
un cinto de juncos; al cuello un collar de conchas marinas y huesitos; a la
cabeza como un gorro de juncos y en la
mano un palo como de un metro a guisa de cetro.
Siempre le acompañaba una
comitiva (Barranco Hondo, Candelaria).
Vestidos de los nobles. Los
príncipes y oficiales se ceñían la cintura an una faja más ancha que la mano,
con pieles de colores especiales, be-rendas, según su categoría, además de un
bastón o palo de forma tam-ién especial según sus categorías: ambas cosas eran
insignias de mando. ,a añepa era una lanza labrada de un modo particular
(Arona).
CERÁMICA Y APROVECHAMIENTO UTICOS,
Barreros:
—Van aún por el barro a
Chivisaya, los Barreros, etc. para hacer loza (Igueste de Candelaria).
—Sobre Anochesa existe una greda
muy fina para loza de barro, parecida a la que debieron usar los guanches en su
cerámica (Güímar).
Centros alfareros:
—Desde tiempo de los guanches
hacen en Arguayo, loza como en Candelaria, aunque es más morena: ollas,
tostadores, gánigos, etc., pero no vernegales (Valle de Santiago).
—La loza que aún hacen los de
Arguayo es porque lo heredaron de los guanches (Daute).
—(Centro alfarero de San Miguel
de Abona) (2).
Aseguran en Garañaña las loceras
o alfareras que su industria les viene de los guanches, que fabricaban la loza
como hoy pero que algunas piezas son de distintas formas y no tenían hornos
para quemarla, sino que la ponían en montón en el suelo cubriéndolo con leña, a
la que daban fuego y le añadían combustible hasta que se ponía la loza
colorada. Hoy, como ayer, emplean igual procedimiento y materiales, que van a
buscar a los mismos sitios a donde iban los guanches.
La tierra que utilizan es una
especie de arcilla ya colorada, blanca o negra, y pegadiza que llaman barro,
siendo más fácil de trabajar la primera, aunque la última es más fuerte si bien
más frágil.
El mejor barro de aquellos
contornos es el de la Mesa
de Tamái-de, que es colorado.
Comienzan por tenderlo hecho
pedazos al sol hasta que se seque, majándolos después con una piedra hasta
reducirlos a un tamaño como eljable o sea como avellanas, que ponen dentro de
un gánigo grande o lebrillo mezclado con agua dulce, en la proporción de un
almud por tres cuartillos poco más o menos, pues varía según el estado
higromé-trico de la arcilla. Si el barro se la bebe toda, la van regando hasta
que no beba más. Después de tenerlo de remojo toda una noche, la soban y amasan
como el pan a la vez que van añadiendo arena fina y cernida del fondo de los
barrancos, en cantidad aproximada a la mitad del barro. Cuando éste ha perdido
al tacto la sensación Usa y pegajosa que produce y se hace bronco y ruge entre
los dedos, está para trabajar.
Esta operación la hacen sobre
lajorma, o sea una laja, que riegan con arena de barranco para que no se pegue
el barro, y donde colocan desde luego la cantidad necesaria para una pieza si
es pequeña como gánigo, olla, etc.: porque si se trata de vemegal, talla u otra
vasija grande, se trabaja primero la mitad inferior y después se la va
añadiendo ruedos a los bordes, —que extienden y alisan con las manos por medio
de una especie de movimiento rotatoria— hasta concluir la pieza.
Como no usan moldes, cuando
colocan la masa de barro sobre la laja, practican con el puño de la mano
derecha un hoyo en el centro, que van agrandando para después formar las
paredes de la vasija con el pulgar de la misma mano raspando y como estirando
de abajo a arriba, mientras que con la mano izquierda protejen y alisan la
pella por fuera; maniobra que llevan a término mojándose las manos con
frecuencia en agua.
Luego ponen la vasija a orear la
vasija a la sombra durante 8010 horas, hasta que se observe que no se entierro
el dedo; en cuyo caso se pasa al raspado.
Este tiene por objeto privar a la
pieza de los verdugones y desigualdades que ofrecen ambas superficies,
raspándolas con una lajita de bordes cortantes como hacían los guanches o con
un pedazo de aro de pipa como practican hoy, para pasar de seguida al alisado
aguado. Para esto emplean un callao de mar, de esos que se encuentran bien
bruñidos, mojándolo en agua a medida que frotan y pulen las paredes del
cacharro; que hay que dejar orear de nuevo para darle tez o color, pues a esta
altura aún la loza no lo tiene. Esto lo consiguen valiéndose del almagre, que
después de secarlo y ponerlo una hora de remojo y añadirle manteca de ganado
para que afirme el almagre y quede más lustrosa, procuran dar una consistencia
parecida a la del aceite.
En esta disolución mojan un trapo
para untar por dentro y por fuera la loza que lo exige, pues no le dan color a
las ollas, tostadores, etc. Buscan con predilección el almagre de Guayero por
su color rojo vivo.
Así que transcurre tiempo suficiente
para que pasándole el callao, no arrastre el almagre, le dan la última mano o
sea el alisado seco, es decir, le dan callao sin mojarlo en agua y para de
seguida meterla en el horno, que debe estar bien caliente.
Para esto emplean el hurgonero o
pala, con el que disponen la loza en una sola carnada, que cubren con leña de
tabaiba o cardón y le dan fuego —renovando el combustible y sin cerrar nunca la
boca del horno— hasta que la loza vaya perdiendo el color negro que ostenta
cuando comienza a calentarse y se ponga bien encarnada. Entonces se saca en
condiciones ya para la venta.
Repetimos que el procedimiento de
hoy sólo se diferencia del que se observaban los guanches en que estos no
tenían hornos; circunstancia que sólo ofrece la sola garantía de que no se
rompa tanta loza, especialmente si hace viento, pero nada más.
A medida que almagran la loza van
añadiendo la manteca de ganado. Para almagrar como 12 bernegales basta una
traviesa de almagre (o sea lo que llevan las dos manos abiertas y unidas), 1/2
cuarta de manteca y 1 1/2 cuartillo de agua.
Debemos observar:
1.°—Que las piezas que no tienen
asiento de los guanches, (como ahora las ollas), se lo quitan al tiempo de
rasparlas; momento también en que ponen las asas y se hacen las agujeros y labores,
menos los vicos de los tarros que se les forma al principio.
2°—Cuando en lugar de agua dulce
se emplea la salada, la loza después de guisada se descaspa y va deshaciéndose.
3.°—Si en la mezcla del barro se
pone poca arena, se raja y estalla la loza al darle fuego.
4.°—Las piezas más difíciles son
los tostadores y tarros de ordeñar.
5°—La loza se pone negra por la
clase de barro, porque con el uso toma ese color.
6.°—Toda loza que se use sin
guisar, tan pronto le pongan agua se deshace; por manera que es un error que
padecen los que afirman que los guanches la secaban al sol (San Miguel).
Formas cerámicas:
—En las cuevas de la montaña de
Los Riscos se encontraron un tarro para ordeñar como los actuales, aunque más
pesado y grueso y de fondo plano, con dos asas y dos picos, con cabida para más
de una botija.
—En estas mismas cuevas
encontraron un rosario completo de cuentas de barro, enhiladas en una cuerda de
tripa, con la particularidad que tenía una verdadera cruz también de barro.
(Granadilla).
—En cueva indiscutiblemente
guanche, con restos de ellos, hemos encontrado una vasija de fabricación
andaluza, que prueba o que tenían algunas relaciones mercantiles antes de la
conquista o que la robaron en las entradas de españoles; o que aún después de
la conquista conservaron por más o menos tiempo sus costumbre por ciertas
regiones. Esto nos sucedió por primera vez por debajo de La Esperanza ; y también
otros objetos en cuevas del Vallito, en la cumbre de Güímar (como fue una
correa como de una honda y algunas baratijas) (El Rosario).
—Dice (el informante) que las
cuentas y loza es cocida al fuego, hasta requemarla, y por fuera todas las
cuentas y parte de la loza alma-griada luego, por ejemplo con el almagre que
hay en Guayero, sobre el barranco de Las Gotas (Granadilla).
10.
APROVECHAMIENTOS VEGETALES:
—Ajos. El ajo porro o silvestre,
que a los tres años ya es bueno, pero pica más cuando es silvestre. Lo ponen en
caldos blancos, etc. El patango, es un ajilo pequeño o batatita, que asada es
agradable y sustanciosa. Lo comen asado. Crudo es áspero. El grande es del
tamaño de una avellana (por Montaña Frías o para los altos son mejores). El
sabor recuerda el de la castaña. Si se tuesta queda mondado y lo comen (Arona).
El ajo porro es como ajo salvaje
y lo comen.
—Almacigo. El almacigo, da
lanzas; la tea es negra, fuerte, incorruptible y pesada (más negro que la caoba
sin ser como el ébano).
—Bolsa de Pastor. También pica
algo.
—Cebolla. Silvestre o salvaje,
pequeña y de buen gusto. La comen en guiso.
—Drago. De entre la madera y la
corteza del drago se hacían las cintas de drago o sea unas tiras del líber que
sacaban haciendo un corte transversal machucando con una piedra y luego por los
lados, de modo de meter los dedos y tirar en dirección del eje para irla
arrancando; acto que se facilita siguiendo machucando en dicha dirección y
tirando. Dicen que de esto hacían las hondas: son duras y flexibles mientras
están húmedas (Granadilla).
—Heléchos. Las raíces de helécho
las recogían con lajas, cuernos y palos (Sur de Tenerife).
Los heléchos pueden cavarse todo
el año; pero por escasez, al entrar en primavera.
—Hierbas aromáticas. Las yerbas
más aromáticas son el incienso morisco (que es ¿el ajenjo!), y el tomillo, la
yerba de risco, retama (que es la más aromática), el poleo (arbusto) (Arona).
—Higueras tarajales. Eran los
higos cumplidos como un higo de Indias o brevas tempranas, blancos por dentro y
colorados (hay otros al revés) por fuera. No eran muy gustosos. Dicen que eran
de los guanches (Sur de Tenerife).
—Labasa. Es como una acelga
silvestre, la hoja para potaje y como verdura (Arona).
—Leña Blanca. Hacían hachos y
daba luz sin humo. Era algo aromática (Arona).
—La mejor lanza, por fuerte, es
la de leña blanca, de color blanco anaranjado. La tea se astilla y por eso le
dejan lo blanco para que la sujete. Utilizaban espadas de leña blanca, así como
cuchillos y puñales (éstos también de la tea del almacigo). Para el fuego la
leña blanca es más dúctil que otra madera y no estalla. Después del fuego se
endurece más.
—Leña Negra. Es un arbusto que se
cría en las medianías. Da una vaga con hueso u almendra, que se puede comer
como fruta. Es parecida al fruto de la zarza en tamaño, y morado cuando en
maduros. No es sabrosa.
—Leñanoel. La leña noel o palo
santo (la rama del arbusto es el ajafo, y el tronco con los gajos es lo que
llaman leña noel o palo santo) es la más aromática (Arona).
—Lentejilla. Nace entre los
guagarsos y que comen los animales (Sur de Tenerife).
—Madroños. El madroño y el mocan
los recogen a partir de Mayo.
—Mocanera. La macanera es árbol
bastante grande, que da un fruto algo más pequeño que la mora, con hueso,
pareciéndose su sabor al dátil, algo más dulce, dejando la boca secante como el
dátil verdoso. Los carpinteros lo han destruido por el mérito de la madera
(Adeje).
Del mocan preparaban una miel
llamada chacerquén (esto debe ser copiado de algún autor) (Granadilla).
Igualmente del mocan hacían un vino y azúcar (Arona).
El mocan da el palo más fuerte
que conocen en el Sur. Tiene un color rosado claro, que conserva. Las lanzas
que pueden sacarse son soberbias. Es pesado, duro y no es quebradizo.
—Palma. De las palmas, que las
cortaban y ponían a recoger el jugo con una olla, del que hacían vino, vinagre
y otras cosas (Sur de Tenerife).
—Pata de Gallo. Parecida al
helécho, que se cría en riscos húmedos y grietas, de raíz vivaz, es tuberosa
como el helécho, como de un dedo de grueso y llega hasta una mano o una tercia.
Es de color blanco verdosa después de mondada. La comen cruda y es de sabor
agrio y áspero (Arona).
—Patango. Da una cebolla como un
garbanzo. Lo tuestan, es muy agradable y alimenticio. Había mucho de eso, sobre
todo en años invernosos. Se cría en terrenos pobres. Lo usaban los guanches.
—Piñón. Recogen el piñón que
estalló de Marzo en adelante hasta el verano.
—Sabina. Da poco humo también, al
arder es muy aromática (Arona).
La sabina, tiene mucha hebra, se
abre con facilidad; el corazón de un color anaranjado subido y es aromática
siempre.
—Tabaiba dulce. Fabrican la
tabaiba practicando hendiduras en los tallos del arbusto tabaiba dulce para
recoger la leche en unos gani-guitos que colocan al efecto; luego la guisan,
añadiéndole un poco de agua cuando levanta el hervor, y la trabajan más tarde con
las manos y le dan la forma de pelotas (Arona).
De la leche de este arbusto se
saca la liria. Para esto se saca la leche de una rama haciendo incisiones y se
recoge en un gánigo; después se fríe con un poco de aceite, hasta que quede
como pasta. Para coger los pájaros, se untan unas varillas de esparto, como una
tercia de largas, o cosa parecida por su elasticidad, y se colocan en los
sitios donde vayan los pájaros, por ejemplo a orillas de los bebederos
(disponiéndolas como combinados en forma de que tengan que pisar algunas); y
cuando quieren volar se les pega a las patas, etc.; y se les coge (Taganana).
—Taferte, es un mato que se cría
en la costa de Arona, Guasa, etc., que se parece al ajalo. Hay dos variedades,
de una comen la hoja en crudo como rábanos, y otro que da una semilla como la
de col muy picona después de machacada, que ponían en los mojos en lugar de
pimienta o guindilla (Arona).
—Tintes. Teñir de encarnado.
Dicen hacían un encarnado muy fino para teñir, de sangre de drago y manteca de
ganado. De amarillo teñían con gualda. (La Escalona , Vilaflor).
El hongo del guagarso tiñe de
amarillo oscuro; la gualda, que es silvestre, tiñe de amarillo (Sur de
Tenerife).
—Turmas o criadillas. En la
primavera hasta Julio, es la época de coger las turmas o criadillas de tierra.
—Zanahorias. En los barrancos
existe la zanahoria silvestre, cuya raíz de una pulgada de diámetro, más o
menos, y de larga una cuarta (se cría en los riscos), que se come en crudo
después de pelada, y tiene el gusto de la zanahoria. Es la raíz amarillosa
(Arona).
La zanahoria silvestre se cría en
los barrancos y riscos sombríos (como en el barranco del Rey); es yerba vivaz,
forma una raíz, la mayor como de una tercia de largo y del grueso como el
pulgar, de sabor algo acre, agradable y aromática. Se come en crudo, de la
consistencia del rábano y masa compacta. Se produce o forma la raíz en la
primavera.
—Zarza. Da racimos que se comen
crudos (¿pueden fermentar y dar vino?) (Arona).
11.
TRABAJO DEL CUERO Y CORDELERÍA:
—Cariana. Se llama un zurrón
grande que tiene una trenza de cuero, que naciendo de una pata del zurrón a una
mano; con parte de la trenza cierran con unas cuantas vueltas la boca del
zurrón, y después lo llevan a la bandolera a la espalda (Arico).
Cairana: Zurrón de hombro
(Taganana).
—Cordones. De hojas de palma (Sur
de Tenerife).
—Cuerdas. Entre otras cosas, los
guanches empleaban la cascara de torbisca como cordones (Güímar).
—Curtido. Sin duda las pieles las
gamuzaban como aún hoy lo hacen ciertos pastores: matan la res, lavan en el
acto la piel ( de oveja) y de cabra ( pero la de cabra hoy no lo hacen porque
le quitan el pelo, sólo lo dejan para zurrones de tabaco) y en seguida le ponen
ceniza de pino, y luego la adoban a fuerza de brazo durante 2 ó 3 días; hasta
que se seque; y queda siempre muy amorosa conservando el pelo sin caerse nunca,
luego con una piedra pómez la estregan y queda muy blan-quita. Zurraban las
pieles y las tenían de distintos colores (Granadilla).
—Esterillas. De palma y de
corteza de torvisca (Sur de Tenerife).
—Hilos. Sacan hilos de la corteza
de la malva y dan hilos fuertes, torciéndoles, como para pescar. También los
sacan de la corteza de la torbisca. Son los dos mejores para dar hilos.
(Arona).
—Hondas. Las hacían de torbisca y
otras cortezas de matos (Barranco Hondo, Candelaria). (Ver aprovechamiento de
la corteza del drago).
En varios pueblos aseguran que
los guanches tenían hondas (No lo creo) (Arona).
—Redes. De junco (Sur de
Tenerife).
—Tiro del Guanche. Este nombre le
viene a un lomo, porque allí vivía un pastor que se hizo célebre por su certera
puntería que arrojaba a distancia donde otros no alcanzaban, ya con la mano; ya
con honda de junco (Granadilla).
—Tripas. De éstas hacían correas
muy finas y de la piel otras más bastas.
—Zurrones. También los hacían
(zurrones) o zamarras para llevarlos al campo llenos de semilla, la comida, la
leche etc. (Güímar).
—Los guanches llevaban los
zurrones al socojo con agua cuando conducían sus rebaños (tendidos a la espalda
o en bandolera) (Arona).
—Llaman botana (botona), que se
utiliza preferentemente cuando el zurrón se pica por algún lado y deja salir el
gofio o el agua, al tapón de madera en el zurrón (Taganana).
12.
TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS:
—Casas. Hacían casitas cuadradas
de un agua y otras con la parte de detrás más baja que la de delante, el agua
corría para atrás (Candelaria). Todas pequeñas, unas y otras; las cuadradas 3
varas de ancho y 4 de largo. De sobrepuerta utilizaban un palo o piedra.
Sin tronja, sino una tabaiba de frente
o ahulaga para que no entraran animales.
—Construcciones de madera. La
madera de leña blanca es incorruptible y la más preferible para techumbres
(Arona).
—Techos de chozas. Palos formando
vigas, de sabina como más fuerte; encima latas de leña blanca o halos tupidos;
encima una capita de ahulaga o salados (como un dedo de grueso); encima tierra
de teja o arcilla amasada como torta, pisándola para que formara cuerpo con la
ahulaga, y encima toda la ceniza que podían, y queda impermeable. El agua no cala,
la ceniza mea. La ceniza más fina es la de ahulaga y la de balo. No se mojaba.
Sujetaban la leña blanca o halos
con juncos (después aunque se pudra no importa).
Otras sueltas. También con tamisa
de tabaiba dulce (cortan un pedazo de tabaiba del largo que quieren sacar las
tiras); luego la ponen al fuego hasta que se desprende la cascara, y después
sacan las tiras. Aguanta más que el junco.
—Construcciones de piedra. Cerca
de la Morra del
Tagoro existió hasta 1868 una pared de piedra seca de forma circular y como de
8 metros de diámetro, que señalaba la tradición como obra de los guanches
(Granadilla).
—Las paredes de piedra seca, y
algunas embarradas con mezcla de boñiga y ceniza, por dentro de las paredes.
Después las blanqueaban por dentro con tierra blanca (la hay en Los Cristianos,
en El Mojón, en Cano en el Valle de San Lorenzo etc.). Es blanca rosada.
—Cuevas excavadas. Dicen que los
guanches abrieron algunas cuevas de toscas, como en el Lomo de La Cantera , de La Higuera , en Chimichi, en
el Desierto, en Ifara, en el Lomo de Las Cuevas, en Ve-lázquez y en San Isidro
(¿Será cierto?) (Granadilla).
—«En Daute la escasez de cuevas
obligaría a los guanches a levantar chozas de piedra seca cubiertas de paja o
de heléchos, de que sabemos usaban en esta isla cuando no tenían cuevas».
(Tomada esta referencia de otro autor) (Daute).
—«Los Chaureros» están cerca de
la ermita del Pino (Charco del Pino); donde se encuentran restos de casas
guanches; próximo a Chinama (Granadilla).
—En Siguana, en la costa
(Granadilla) hay también restos de habitaciones guanches. En los Cerritos del
guanche o el Chacais de la Pared ,
en la costa, como a media legua del mar, debajo de Atogo, también existen las
ruinas de casas de los guanches (Granadilla).
Viviendas:
—En chozas de piedra seca,
cubiertas de paja y tierra (Araya).
—Además de las cuevas, tenían
chozas de piedra seca cubiertas con ramas (Barranco Hondo, Candelaria).
—El gobernador Bartolomé, natural
de La Hondura ,
en Arona, dicen vivía en casa de piedra seca cubierta de madera de sabina y
paja de cebada, como todos los gobernadores guanches de su categoría, entre
otros distintivos e insignias de su mando, usaba una lanza de orobal de 14
palmos de alto (Arona).
13.
NATACIÓN Y NAVEGACIÓN
Natación.— ¡Es asombrosa la
credulidad humana! No se comprende cómo la noticia más absurda lanzada sin
meditación por cualquier cronista es copiada por los demás autores y por el
público sin investigar los hechos, sin someterla siquiera a las reglas de la
crítica y hasta a las del buen sentido. Aparte de que sería una excepción
incomprensible que los guanches fueran los únicos del Archipiélago que
ignoraran el arte de la natación, ¿cómo se explicaría esta ignorancia cuando le
era indispensable para las faenas de la pesca, cuando el mar era una de sus
fuentes principales de vida, quizás la primera después de la ganadería? Por lo
demás, sin contar que la natación era un arte obligado entre los guanches no
sólo por exigirlo la república sino para adquirir todo hombre sus derechos civiles,
son numerosas las tradiciones que se ocupan de este asunto, atestiguando que
eran famosos nadadores. Sólo faltaba molestarse en recogerlas. Basta a nuestro
propósito exponer las siguientes: como a unos sesenta metros de la
desembocadura del barranco de la
Síbora , próximo al pueblo de Los Silos se halla la Baja del Barranco; a donde se
dirigían a nado los guanches de aquel tagoro a pescar y a coger mariscos.
También iban los pescadores nadando desde tierra firme a la Baja de Acentejo, a la de
Adeje, y a los Roques de Anaga; como así mismo salvaban a nado una distancia de
uno a uno y medio kilómetros, que puede haber entre la Punta de Guamojete a Las
Vueltillas, en las riberas de Barranco Hondo en Candelaria.
En el puerto de Los Cristianos
ganaban la cueva de Roma, arrojándose por el Tancón, que está separado unos 50
ó 60 metros. En los certámenes anuales de natación celebrados por ministerio de
la ley acudían todos los tagoros del achiihenceyato de Moreque al puerto de Los
Cristianos; y eran proclamados grandes nadadores a los que libraban a nado, sin
tomar tierra y cierta unidad de tiempo, la distancia desde la punta de La Rasca hasta el Charco del
Lino faldeando el Risco de Los Cristianos. El tribunal, presidido por el
achimencey, se establecía sobre un punto del Risco en que dominaba el recorrido
(Arona).
Argel, que pertenecía al reino de
Adeje y Daute. Aún existe por allí una gruta denominada cueva de la guaucha,
donde vivió una guancha. Frente a la referida gruta, que está cerca del mar,
existe una baja alejada de la orilla 200 ó 300 metros, separada de tierra por
un brazo de mar profundo; y es tradición que la guancha se acogía nadando en la Baja , siempre que veía gente
que le fuera sospechosa. Tenía fama de muy nadadora (Adeje).
—Los pescadores —los que lo eran—
iban nadando desde la punta de Guamojete o Guadameña a las Vueltillas, que
distaran como 11/2 kilómetro, pues no hay paso por tierra.
También iban a la Baja de Acentejo, donde se
acogieron los derrotados en Centejo; lo mismo que a los Roques de Anaga.
—Eran los guanches grandes
nadadores. Asegura la tradición que el rey de Moreque subía ciertos días a los
altos de Guasa para saber quién era el más nadador; conceptuándose como gran
nadador, al que tirándose por la
Punta de la
Rasca salía por Los Cristianos a un punto señalado, bordeando
todo el Risco.
Navegación:
—Balsas. Para pescar de a bordo,
separándose de tierra a veces a bastante distancia, las hacían de ordinario ya
de troncos de tabaiba dulce, bien de foles henchidos de aire, o bien combinando
ambas cosas; en las que embarcaban dos o tres o más personas según el tamaño.
Manejaban estas balsas con las
manos armadas de pequeñas paletas de madera y hasta en ocasiones —según la
tradición— utilizaban una velita cuadrada de pieles, entre dos varas paralelas
que sostenían verticales con las manos los mismos tripulantes, enfachándola al
viento.
Cargaban en esta balsa: la pótala
con varias brazas de cabo de junco; todos los apatuscos de pescar, como cañas,
guelderas, etc., foles con agua y comida; otros vacíos para transportar la
pesca; y si era de noche, hachos que sostenía encendido un muchacho. Hasta
principios del siglo pasado, en que el monte bajo de las costas y medianías no
había sido talado en su mayor parte, las tabaibas dulces que se criaban con
especialidad junto a los cardones alcanzaban muchas hasta los dos y tres metros
de altura y sus troncos un diámetro de medio metro y hasta de una vara. He
hablado con personas de todo crédito, que han visto después de mediado el siglo
XIX echar en el puerto de Los Cristianos una sola tabaiba seca, de 3 cuartas y
1/2 de diámetro el tronco, sobre la que se encaramaban dos hombres para pescar
a viejas, después de fondearla con una pótala (Informante: Victorino, el padre
de Froilán. Los Cristianos).
Había algunas de doble tamaño, en
que los foles iban entrevera dos con los maderos de tabaiba; y otras más
pequeñas. En lo que pudiera llamarse proa, así como en la popa, llevaba un fole
abierto a todo lo largo por su parte superior, que cerraban con lazadas de
correa, que hacían de bodega o stay (como en los barcos de pesca) para guardar
comida, agua, apatuscos, etc.
—Balsas de madera, (3). No ha
llegado a nuestras noticias que emplearan los guanches otra madera para
construir sus balsas que la de tabaiba dulce seca.
Consistía en dos o tres
emparrillados de troncos de tabaiba sobrepuestos en sentido inverso, asegurados
con clavijones o varas de leña blanca y cordeles. Éstas eran de distintos
tamaños.
Otras veces consistían en una o
dos tabaibas con las ramas entrelazadas y atadas.
—Formas de las balsas. Para
construidas exclusivamente con foles o zurrones, obtenían éstos de la piel de
los machos cabríos más agigantados; que mataban degollándolos, y luego
completaban la herida de la piel circularmente alrededor del cuello, por donde
empezaban a desollar al animal hasta sacarlo por ella entero. Después adobaban
y preparaban el zurrón , concluyendo por vigorizarlos y hacerlos impermeables
con cierto bálsamo que preparaban con resina blanca de pino, sangre de drago y
otras sustancias que no conocemos.
De ordinario, después de soplados
y aseguradas las bocas, empleaban 869 foles para una balsa. Los disponían
paralelamente uniéndolos por medio de fuertes trenzas de correa cruzadas en
forma del guarismo 8; por manera que todos los zurrones constituían un sólo
cuerpo y quedaban además cubiertos por otra capa formada con las trenzas. Había
bolsas de éstas que llevaban el perímetro reforzado por cuatro troncos de
tabaiba como si fuera metida en un marco, al que quedaba adherida sólidamente.
—Con un zurrón soplado atado a la
cintura se iban a La Gomera
y viceversa (Sur de Tenerife).
III.
CULTURA INTELECTUAL 14. CONTABILIDAD:
—Golpe de vista. Lo tenían en
grado especial los guanches para ciertas cosas, como para echar de menos una
res en un rebaño de 300 ó 500 cabras.
Aún en la actualidad sucede algo
parecido, pues me aseguran ganaderos tener pastores que al primer vistazo saben
si les falta alguna cabeza y cuál, sin contarla.
Lo que a mí me consta es que un
cabrero que tenemos en Guayero (Chasna-Vilaflor), que pastorea un hato como de
90 cabras, me sorprendió un día en que salió a buscar un báifo que le faltaba
(el giáco) y hablando con él con este motivo, y preguntándole de cuantas reses
se había hecho cargo, descubrí no sabía contar arriba de una decena. No supo
decirme cuántas le habían entregado, ni del total que respondía; pero en cambio
me las nombraba una a una por sus nombres, y no hacía más que tender la mirada
para saber si estaban todas o no, y cuáles faltaban.
—Sistema de cuenta. Dicen que
contaban por los nudos de los dedos y sabían dividir el tiempo (Arona).
15.
MEDICINA (4):
—*Médicas. Tenían mujeres médicas
(Araya).
—Bálsamo. Lo hacían de zumo de
mocan y tierra colorada o almagre; el que usan las loceras para dar color a los
vasos, como bernegales (Adeje).
—Lo preparaban principalmente con
los polvos de cascara de haya, resina de pino, etc. (Arafo).
—Se ha encontrado envuelto en
hojas de drago y ramas de sabina (Arona).
—Algunos campesinos afirman que
el bálsamo de los guanches tenía mocanes machacados, y una parte de manteca,
entre otras cosas porque dicen que el bálsamo es susceptible de arder si se le
aproxima una llama (Güímar).
—El bálsamo líquido que conservan
en algunas botellas, ¿son verdaderos bálsamos de de los guanches? Parece serlo;
aunque hasta ahora no lo he encontrado líquido; sino en estado sólido y en
estado semilí-quido. Los del Gabinete (de Sebastián Casilda) se parecen a la
miel de caña por su color y consistencia, aunque al parecer más líquida; y aún
tiene un olor que la recuerda; y como si además le pusieran tierra fresca
(Gabinete de Sebastián Casilda. Tacoronte) (Vid. Anexo n.° 2).
—Catarros (de pecho). Hacen un
lamedor de tosilao salvaje o tosilao (guisan la flor, higos pasados) y luego
azúcar o miel (Sur de Tenerife).
—Cáusticos. Lo es la leche de
cardón, así como la tabaiba salvaje.
—Apliqúese leche de cardón, o
esta leche después de seca, molida, poner los polvos (Arona).
—La leche de cardón la emplean
como cáustico enérgico para destruir las partes mortificadas (Taganana).
—Diversos (tumores). Para
madurarlos, las hojas de la maljurada machacada y amasada, aplicarlas (Sur de
Tenerife).
—Brisera en los pies. Póngase
leche de tabaiba salvaje (Arona).
—Esguince. Lo trataban y tratan,
mojando la parte afecta con leche de tabaiba salvaje, encima tierra fina, luego
una compresa de lana (una torta) y por remate un vendaje. También con esto
sacan el frío.
—Desconches. Un desconche, que
hincha, lo curan con la leche de tabaiba salvaje y tierra del pie de la tabaiba
(o con el estiércol de conejo molido) y se queda pegado y se la cubre (Sur de
Tenerife).
—Empeines vivos, carbuncos, etc.
Úntese con la mezcla de dos gotas de leche de cardón con otras dos de tabaiba
salvaje.
—Fracturas. Lo mismo en el hombre
que en los animales, las reducen primero; después colocan varias férulas hechas
con cascara de tabaiba salvaje acabada de desprender y de seguida la atan bien;
luego reposo.
—Golpes. Para evitar postemas: el
carbón del sauce (molido y tomado con agua), también la sangre de drago (Sur de
Tenerife).
—Heridas. Se masca la yerba
pastelera y se aplica como parche, que se pega (Sur de Tenerife).
—Hierbas medicinales. El tosilao,
yerba silvestre que se cría en los riscos, barrancos, etc., hacen lamedores
para catarros, pulmonías, etc. (Primero se hierve sólo la flor y después se
aparta así que coja color; luego se somete el cocimiento al fuego mezclándole
miel de abeja, y lo dejan mermar hasta la consistencia de jarabe. Lo dan a
cucharadas, de rato a rato) (Arona).
—Irritación. La irritación o
cauterización en los ojos producida por la leche de cardón, se cura con la
leche del cornical.
—Medicamentos. Extraían o hacían
una especie de licor del mocan y de la zarza, que utilizaban como medicinas.
(Arona).
—Modorra. Se bañaban y tomaban
cocimiento de incienso para curarse la modorra, con otras yerbas (Igueste de
Candelaria).
—Nubes. (En personas y animales).
Colirio hecho de zumo de conejera con sal de mar.
Igual procedimiento se utiliza
con los polvos de giba de mar (Arona).
—Purgante. Hoy se purgan con
tabaiba dulce, y dicen que era el purgante de los guanches, poniendo en un vaso
de agua cuatro o cinco gotas (purgante drástico).
—Utilizan como purgante la raíz
de la zarza blanca (que es la raíz de zarza, la que tiene el tallo blanco,
porque hay otras con el tallo morado). Se pela la raíz (que son cómo las de
helécho, se pela y se pica) y como media traviesa de la mano, de una de lenteja
guaricha (ésta es listada entre encarnada y parda y más pequeña) y se guisan
muy bien para quedar en una cuarta de agua. Después en una palangana se
deshacen entre las manos, las estregan, y se cuela, y queda un agua de color de
vino y se da como laxante (Sur de Tenerife).
—25 granitos de murgañera,
molidos y tomados en agua, es un purgante drástico.
—Con tres gotas de leche de
tabaiba salvaje en una taza de leche, evacúa al poco tiempo. Todo el que lo
toma le ataca a la cabeza, produciéndole un sensación como si tuviera humo
dentro y queda algo atontado.
Algunos cerdos han muerto con 3,
4 ó 5 gotas dentro de agua, caldo o leche, purgando en el acto. Como
contraveneno, para vomitar, dan agua caliente (Arona).
—Resfriados de estómago. Hervir
la raíz del incienso morisco y dar tazas de agua; y también el poleo (Sur de
Tenerife).
—Revulsivo. El revulsivo de los
guanches, que aún hoy se usa, es poner la leche de tabaiba (dejándola escurrir
del tallo encima de la parte), poniéndoles carnada de leche y tierra bermeja
fina, y encima un poco de lana para abrigar la parte. A las 24 horas se forma
una vejiga (era el vejigatorio, y lo es hoy en los pobres, de los guanches).
—Tabardillo. Lo curaban dándole
el zumo exprimido del verode macho o de vinagrera (ésta mancha), sobre el
espinazo y pulseras (para lo que empapaban trapos con el zumo y se las ponían
en las muñecas). Repetían la faena a medida que se secaba.
Al interior, agua y manteca de
ganado (el agua tibia para que se deshaga, porque sino no se deshace), a
cortadillos como frescura. Tazas de agua de malva con manteca de ganado; agua
de culantrillo (Sur de Tenerife).
—Vomitivo. Como vomitivo fuerte
emplean 3 gotas de leche de tabaiba salvaje en un huevo crudo (Arona).
—El zumo de la batatilla
(tuberosa) del lirio silvestre que se pela y maja sobre una laja; 3 cucharadas
de este zumo, que es malo de tomar es vomitivo-purgante. A veces es más
vomitivo que purgante (Sur de Tenerife).
16.
RELIGIÓN Y CULTO A LOS MUERTOS:
—Embalsamamiento. Introducían el
bálsamo al cadáver por la boca, narices, recto, etc.; y luego untaban todo el
cuerpo; y luego lo amortajaban con las pieles y lo exponían algunos días al
sol. Pasado un cierto tiempo lo metían en una cueva funeraria y la tapiaban con
piedras secas. Es raro encontrar un cementerio guanche (cueva) que no tenga una
porción de leña, ya de sabina o de brezo, así como tierra colorada (Adeje).
—Antes de embalsamar los
cadáveres, los lavaban con jugo o leche de tabaibilla para que se mirlaran
(Barranco Hondo).
—Hemos encontrado esqueletos con
sustancia negruzca idéntica al bálsamo de los guanches y aún dentro de algunos
cráneos (San Miguel).
—Se conoce había personas que
tenían la industria de preparar el bálsamo y tenían grandes depósitos, como
hemos descubierto en cuevas de Candelaria, Guía y Arona (San Miguel).
—Estoy convencido tenían varios
procedimientos, pues en unos se encuentra el bálsamo adherido y en otros no hay
ni señales. He observado que los mejor conservados no tenían bálsamo, como si
los desecaran y curtieran (San Miguel).
—Dentro de una cueva de Araya se
encontraron dos momias y en la misma cueva el bálsamo de los guanches,
compuesto de mocanes machacados y unto de cerdo (Araya de Candelaria).
—Dicen también tenían tres clases
de bálsamos; siendo el principal para ciertos jefes (Arona).
—Exequias. Las celebraban durante
los 15 días que el cadáver permanecía expuesto al sol después de embalsamado
(Granadilla).
Honras fúnebres. Al cadáver lo
acompañaba toda su familia durante unos días con sus noches, hasta conducirlo a
la cueva; en cuya puerta hacían también cierta ceremonia antes de marcharse.
(Barranco Hondo).
—Al individuo que moría lo
lloraban mucho, acompañando al cadáver durante seis días, pero colocados a
cierta distancia, la familia, amigos y vecinos del muerto. Desde luego
colocaban el cadáver junto a la cueva en que había de ser inhumado, al aire
libre; encendiendo hogueras por las noches en dicho sitio.
El cadáver era colocado boca
arriba, y lo inhumaban al sexto día después de una ceremonia de despedida. La
familia del muerto llevaban la comida para todos los acompañantes durante esos
días (Barranco Hondo).
—Cuando moría alguno, las
familias y vecinos se reunían y lo lloraban mucho (Arona).
—Dicen que cada ocho días sacaban
las momias y las lloraban. ¿Sería que iban cada ocho días a ver si estaba
mirlada y la llorarían hasta que al fin la dejaban cuando la encontraban bien
momificada? (Arafo).
AMORTAJAMIENTO:
—Amortajamiento. Es indudable que
todos los cadáveres guanches eran amortajados, pues aún en las cuevas en que
aparecen sólo esqueletos se encuentran restos de vestidos, cuentas, etc. y
demás adornos que usaban (San Miguel).
Enzurronados. El vestido en vida
no era igual al amortajado, pues los había encontrado el viejo Sierra unos que
se conocían eran amortajados, y estaban enzurronados y puestos de intento de
cierto modo, y otros sorprendidos por la muerte sin haber sido amortajados;
pero que también vio muertos que habían sido amortajados con los vestidos que
usaban en vida (Arona).
—Para coser las pieles empleaban
los guanches cuerdas de tripa. Basta coger un intestino delgado de cabra, etc.,
y limpiarlo detenidamente y por completo, y luego torcerlo para obtenerlos
(Güímar).
—Conducción de cadáveres. Lo
hacían al hombro sobre varales (Granadilla).
—Sepultureros. Tenían nombrado un
sepulturero y una sepulturera, para enterrar cada sexo al suyo; que les estaba
prohibido comunicar con los demás. Eran mal mirados (Araya).
ENTERRAMIENTOS:
—Túmulos. En la cueva de La Hilandera , en Las
Galletas, Agustín Reyes Trujillo, del Valle de Arona (viejo como de 80 años),
descubrió hace años como un matorral bien hecho, como de 1 metro de alto, dos
de largo y uno de ancho, que tenía dentro el esqueleto de un hombre. Las
piedras estaban colocadas con cuidado y esmero. Este matorral estaba en un
morretito un poco más arriba de la dicha cueva, y como a 1/2 kilómetro del mar
(Las Galletas, Arona; 1907).
—Se han encontrado en Ayesa
sepulturas con lajas espetadas (Arafo).
—Por dentro del Topo, en un beril
del barranco del Medio existen aún los restos de un sepulcro rodeado de lajas
espetadas (Arona).
—Ha sido frecuente, según dice el
pastor que relato, y el dicho Esteban Ramos (lo que quiere decir era también
general en el Sur) encontrarse sepulcros del siguiente modo en las cumbres a la
altura de Vilaflor, una serie de lajas vivas empinadas, como de 1/2 vara a 3
cuartas, dispuestas como hoy en forma de ataúd, el fondo también de laja; luego
encima restos de varios cadáveres, y encima de ellos otra serie de lajas, y
todo cubierto con tierra, que había de quedar como un cerrito. Aún existe uno,
en medio de un llano, en El Traste, pegado al Pinalito (jurisdicción de
Vilaflor). Esteban Ramos ha encontrado varios en distintos puntos de la cumbre.
Otros se encontraron igual, cerca del mismo punto, junto a La Ladera. Éste estaba junto
a una cueva que se conoce fue habitación guanche (Granadilla, Vilaflor y Sur de
Tenerife).
—Han encontrado túmulos (lajas
espetadas alrededor). Información dada por un viejo pastor (Granadilla).
—A los guanches, cuanto mayor
categoría, los sepultaban en montañas mas elevadas (La Guancha ).
Como en algunas otras partes se
han encontrado en la Cruz
de Itote lajas espetadas alrededor de sepulturas. Otras se han encontrado como
un empedrado como de dos metros de largo y uno de ancho, de piedras grandes, y
debajo un sepulcro con huesos (Barranco Hondo).
—Sarcófagos. Se encontró uno en
El Picacho, de tea, que pudimos reconstruir en parte, y que conservamos en el
Gabinete Científico. Es como una especie de dornajo, que lo cubría una tabla de
una sola pieza. En una cueva tapiada (Barranco Hondo).
CUEVAS
FUNERARIAS:
—Las cuevas sepulcrales de los
guanches unas eran para los jefes y otras para el público; lo mismo que a los
primeros los ponían en lechos distinguidos, sarcófagos, entarimados, etc., y
los otros sobre el suelo. Dicen también tenían tres clases de bálsamos; siendo
el principal para ciertos jefes (Arona).
—En la Media Montaña ,
debajo de Barranco Hondo, descubrimos otra necrópolis con más de 100 cráneos en
una cueva y una seudomo-mia de mujer y de niño, como de 4 ó 5 años.
Estas se encontraban en una gran
grieta próxima a la caverna. La mujer, envuelta en pieles de cabra y de oveja,
tenía por sarcófago una rama de árbol, entre cuyos gajos en diferentes
direcciones la acomodaron perfectamente.
Muchos de los cráneos tenían
huellas de heridas más o menos grandes: había cicatrices horribles que curaron
(Barranco Hondo).
—En una cueva de Igueste de
Candelaria descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de nueve cadáveres.
La cueva es pequeña con suelo de basalto ahoyado naturalmente y de estrecha
entrada.
Los cadáveres estaban revueltos,
con los miembros entrelazados al azar, como si precipitadamente los hubieran
arrojado allí de cualquier modo. Algunos tenían las manos contraídas. Los más
tenían collares de cuentas de arcilla al cuello y algunos, además, alrededor de
la cintura.
Todos estaban bajo una cubierta
común de una sustancia negruzca de olor particular que ofrecía los caracteres
del bálsamo guanche, mezclada con tierra desprendida del techo.
Como se deshacían al tocarlos,
necesitamos disponer de muchas horas para irlos estudiando en sus
particularidades. Sólo pudimos salvar uno y en regulares condiciones (Igueste
de Candelaria).
—Se han encontrado restos en el
Entando, Pico del Valle, barranco de la Fuente , Perdomo, cueva de Reina en Perdomo
(Arafo).
—En la cueva de la Marrera es tradición de
que vivieron. Esta cueva estaba toda empedrada con lajas; y en ella hemos
encontrado muchos huesos de guanches. También existe otra en el barranco de
Juan Luis, donde se hallaron muchos huesos y cuentas (Güímar).
—La tradición dice que las cuevas
funerarias eran comunes a mujeres y hombres (Granadilla).
—En una cueva que está en el
barranco de La Majada
de La Casita ,
en el Pinar de Las Cocinas, Granadilla, se encontró entre restos guanches una
aguja, del tamaño de las de albarda (11 cm.), al parecer del informante era una
espina de pescado, delgada como una aguja de albarda, pero del medio hacia
adelante mas fina, ligeramente encorvada, teniendo un agujero o culo como las
agujas del día (que se conoce fue hecha) (Granadilla).
—En Chimichi hay una cueva, de
boca estrecha y ancha dentro, enlosada, con muchos huesos y cráneos; debajo
como pinocho en cama.
—Nunca hemos encontrado en estas
grutas (cuevas funerarias) nada parecido a lo que dice en una nota Viera,
tomada del obispo Rochester, respecto a la costumbre de los guanches de poner
vasijas (con leche o manteca) junto a los cadáveres. Sólo tahonas, cuentas,
anzuelos, trozos de bastones.
Por regla general elegían cuevas
de suelo y paredes más impermeables y menos expuestas a la acción de los
agentes exteriores; prefiriendo las de entrada angosta; unas son de fácil
acceso y otras dificilísimo, sin duda por las transformaciones sufridas con el
tiempo.
Hemos hallado cuevas de 4 ó más
metros de altura sobre el suelo, conservando al pie del risco como montones de
piedra a manera de pirámide que sirvieron de escalera. Hay otras, en cambio, a
mitad de riscos profundos en que un estudio geológico del terreno demuestra sin
ningún género de dudas se conservan casi en iguales condiciones respecto a la
altura y configuración, siendo difícil explicarse cómo podían penetrar en
dichas cavernas, donde sin embargo hay restos mortuorios. Después de meditarlo
mucho nos inclinamos a creer que esos riscos estuvieron vestidos de vegetación,
como sabinas, etc., que utilizaban como peldaños.
Aparte de algún majano que a
guisa de escalera hemos hallado dentro de grandes cuevas, para subir a grietas
o naturales covachas contenidas en las mismas cuevas, nada hemos encontrado que
revele la mano del hombre para mejorar o embellecer esas grutas (San Miguel).
—En la cueva de las Posadas en el
barranco de Urchilla, excavada en el centro de un risco de basalto, a 8 varas
del fondo del barranco, se encontraron sobre dos capas de lajas ingeniosamente
dispuestas por pavimento, numerosos restos de esqueletos guanches. No en todas
las cuevas se hallan estas lajas (San Miguel).
—En una cueva del barranco de
orchilla encontré restos de cadáveres guanches tendidos sobre hileras de lajas
(San Miguel).
—En Chimbesque hace años
encontramos en el barranco de Orchilla una cueva de suelo cóncavo con los
esqueletos tendidos de dos cadáveres guanches bajo un techo formado de palos
atravesados, a manera de bóveda, con una capa encima de piedras y tierra, no
sabemos si intencionadamente puesta o si fueron desprendimientos del techo.
Esta inhumación debía ser de
época remota porque gravitaba sobre el techo de madera y del resto de la gruta,
una capa de excrementos de aves de 1 1/2 de espesor (San Miguel).
—En el barranco del Busio, risco
de Tosca, en San Miguel, (se encontraron restos de dos adultos y dos niños, ver
apartado de Enterramientos). El espesor del techo de barro que cogía toda la
cueva tendrá como una mano, de barro gredoso, que no hay en la cueva ni en los
contornos. Esta cueva está como a 18 varas del suelo y como a otras 18 de la
vera. La cueva es de picón negro o arenisco, como el de las tuneras; que sólo podría
mojarse con aguas y viento del poniente, que no es ordinario; la boca tendrá
como 1/2 vara de diámetro en todos los sentidos, y de alta, dentro como 1 1/2
vara. Sobre el lecho de ramas había otro de lana de oveja y de cabra (pero no
se sabe si fue intencional o desprendida de las pieles, sin embargo no se ha
encontrado piel de oveja). Junto al cadáver de la que se presume mujer con el
niño encima, a su izquierda estaba otra calaverita de otro niño y por la
derecha como el cadáver que suponen de un hombre (un matrimonio), de modo que
ella estaba al medio de la cueva y los demás a los lados, como queda dicho, con
las cabezas para el fondo. Dicen que no fueron éstos amortajados, no estaban
enzurronados, sino que los restos de pieles indican eran sus vestidos (de modo
fue que se dejaron morir allí). Junto a la puerta se encontraron 5 lajas de
barranco, vivas, de un lajial que está cerca de aquel punto, como de 2 a 3
cuartas que tapaban la puerta, cogida con barro (unas delante de otras dos, y
otras dos para una grieta que quedaba de las dos lajas anteriores). Dice que
uno por dentro podía taparse como estaba. Junto a la puerta había un leño de
tajinaste, como de una vara, del grueso de una muñeca, ¿como tranca!, pues como
las lajas no llegaban por completo arriba, se conoce fue atravesado a la puerta
para que descansaran las lajas sobre el leño (San Miguel).
—En barranco del Busio, risco de
Tosca, en San Miguel (por Victoriano Trujillo, de Vilaflor), se encontró como
medio niño, de unos cinco o seis meses de nacido que tenía en la espalda como
un moñito como hoy le recogen a los chiquillos la ropa por detrás. Estaba el
niño acostado sobre el pecho de la madre, de arriba abajo (según presume el
informante). La madre estaba estirada sobre la faz del suelo con los pies a la
puerta, y teniendo encima un techo de barro amasado, y encima se conoce
pusieron otro lecho de escobones y granadilla toda la cueva, que tendrá de
fondo, partiendo de la puerta, como 21/2 varas e igual de ancho; la puerta mira
al poniente (San Miguel).
—Se encontró una muy notable en
una cueva del barranco del Agua (Ifonche), debajo de Chimoche, con restos de
más de cien cadáveres, por el número de cráneos que contaron (Ifonche; Adeje.
Noticias de pastores de confianza).
—En el Roque y en las Cuevas de
Los Cochinos, en la Fuente
de La Piedra ,
en la Cañada
del Hoyo de Ucanca. Tendrá la cueva de fondo como 3 ó 3 1/2 varas, mirando la
puerta (que son dos, una inferior, de diámetro como de 3 cuartas, redonda,
junto al suelo estaba tapada con un lajón de tosca (como de las huertas de
papas, que se conoce la subieron del pie del risco, donde las hay por
naturaleza), sin barro; y otra, también redonda como de 1/2 vara de diámetro,
encima de la boca tapada (miraban para el poniente); de ancho tiene como 4
varas (de N. a S.) y de alta, por lo más que era junto a la puerta, como un
hombre; y el suelo sigue adentro en rampa o ladera). El suelo de la cueva, que
es toda como risco, de tosca, era natural. En el Roque y en las Cuevas de Los
Cochinos, en la Fuente
de La Piedra ,
en la Cañada
del Hoyo de Ucanca. Detrás de la puerta encontró (el informante) atravesada una
momia, enzurronada, entera y completa, boca abajo, con los brazos estirados y
manos (debajo del zurrón entre las piernas; y dobladas por las rodillas, con
los pies al alto, pero que pudo ser por la configuración del suelo, pues la
cueva hace en el centro como un hoyo desvanecido). Esta momia tenía la cabeza y
cuello libre de zurrón, de cabello negro, con algunas canas, largo como un
jeme, muy finito y como ondeado (sólo tenía el cabello de un lado), suelto; al
cuello una gargantilla de cuentas de un sólo hilo, sencillas y todas delgadas,
con una rayita al medio; ocupando el rosario todo el cuello, por detrás y
delante, atado atrás; pero había de quedarle de modo que le llegaría a medio
pecho. Las cuentas estaban ensartadas por una correa de cuero de cabra, como
hoy las hacen (se conoce las pelaban, las ponían de remojo y las torcían
después). Desde el cuello a los pies estaba enzurronada, como una mortaja, con
un moño amarrado debajo de los pies, y concluía en el cuello como dos cabos que
vinieran de la espalda para terminar en un lazo delante del pecho. (En las
piernas se le ven costuras por fuera a lo largo. La mortaja tiene ya el color
como de chocolate).
Los pies los tenía, con la punta
del izquierdo sobre la punta del derecho, con los dos dedos gruesos (pulgares)
atados por una correa ancha. La cabeza, como los pies, forzados por la
disposición del suelo.
Sobre ésta, estirada y boca
arriba, cabeza con cabeza, estaba otra momia, que se deshizo al bajarla, y
enzurronada como la anterior (gargantilla con las mismas cuentas que la otra),
era igual a la anterior y más deteriorada.
Junto a estas momias y hacia el
fondo de la cueva estaban atravesados dos palos; como de 3 a 4 varas, uno de
sabina como un muslo de grueso, y otro de pino con su corcha aún, y muy sano,
un poco más delgado que el de sabina; estirado el de pino, que estaba en el
fondo sobre el suelo, y el anterior, por una cabeza en una rajadura de la pared
de la cueva y a la otra cabeza, una piedra, para que no se corriera, quedando
este andamio como una cuarta mas alta que la momia superior ya descrita. Los
palos, paralelos, distaban entre sí como media vara y tendieron después sobre
los palos un suelo de lajas de toscas (que están al pie del Roque). Encima
había los restos de 8 cadáveres, con todas las calaveras sanas y todas al lado
del N. o del Teide, y los pies todos juntos al lado opuesto. Se conoce que unos
se pusieron sobre otros. El superior que era el mayor estaba boca arriba como
acostado en esta forma. Se conoce era hombre pues las manos las tenía por fuera
del íleon a los muslos. Éste tenía una gargantilla, de un solo hilo, que las
cuentas también le cogía todo el pescuezo alrededor, pero más pequeño de
extensión que el de la momia (menos cuentas). Las cuentas de éste eran todas
largas de 1 a 3 centímetros, pero ninguna delgada como la de la mujer. Las
cuentas largas (que parece era distintivo del hombre) tienen una o dos rayitas
como adorno. Tenía este cadáver los pies juntos y atados los dedos gordos
(pulgares), pero sin montar una punta sobre otro.
De los 8 cadáveres se encontraron
correspondiendo a las calaveras, pies como de 12 a 15 años, de niño o de mujer;
y un brazo, que por la mano muy pequeña, bonita y bien conservada parece de
mujer, y la mano derecha, como una pulsera atada a la muñeca, hecha de un hilo,
dando dos vueltas a la muñeca, hecha con cuentas pequeñitas, de la forma y un
poquito mayor que un grano de trigo, engastadas en una correa de tripa, torcida
y muy fina (Ucanca).
—En la Cueva de Los Guanches se han
encontrado restos de un crecido número de cadáveres; y según tradición fue
panteón de los guanches. También afirman que allí se encerraron muchos para
dejarse morir de hambre, desesperados por la mala suerte con que combatían
(Icod).
MOMIFICACIÓN:
—Dentro de una cueva de Araya se
encontraron dos momias habrá unos 15 ó 20 años; y en la misma cueva el bálsamo
de los guanches (Araya de Candelaria).
—Hace años se encontraron en la
cueva de la Gambuesa ,
en la ladera del mismo nombre, un guanche mirlado y tendido boca arriba sobre
una tabla de sabina. El que lo halló me dice que la tabla era más larga que el
cadáver y que estaba arrimada a un lado (Igueste de Candelaria).
—Otazo, de Candelaria, encontró
como para el año 60 (1860), cuatro momias y otras dos que sacaron otros, en una
cueva en las Goteras, de Candelaria. Todas seis estaban en la misma cueva,
debajo de un sejo que tenía la cueva, unas sobre otras, unas con los pies sobre
la cabeza de la que tenían debajo, (5).
Había de hombres y de mujeres.
Todas envueltas en pieles, más o menos trozos, liados como en papel de cigarro,
si bien la orilla de la última piel estaba cosida, pero no las otras. Las
sueltas tenían trincas
Esquema de momia encontrada en La Cañada del Hoyo de Ucanca,
(Cuad.° L.).
de correas en distintas partes y
también la más superficial. El sobrante de las pieles por los pies y cabezas lo
cogían con correas a manera de moño.
El pelo de una hembra era rubio.
Había dos de varones, con la naturaleza (pene) grande (Candelaria).
—En la cueva de la Hoya de Juan Luis a la que
nos referimos más adelante, estaban colocados los cadáveres alrededor de la
cueva, juntos a las paredes, de la siguiente forma: arrimados a las paredes de
la gruta levantaron como unos poyos como de 1/2 metro de altura, de piedra
seca, pero bien construidos. Tenían de largo cerca de dos metros y de ancho
como unos 60 centímetros. La superficie superior estaba enlosada con lajas y
los bordes libres, es decir, 3 de los cuatro superiores, sobresalían de la
superficie como dos decímetros por piedras sólidas y artísticamente colocadas.
Dentro colocaban los cadáveres; uno en cada poyo (Güímar).
—En la cueva de la Hoya de Juan Luis, en la Ladera (Güímar), se
encontraron 30 cadáveres guanches. Estos cadáveres tenían las señales de haber
sido abierto el vientre, por donde le habían extraído las entrañas. En el
interior de la cavidad abdominal les pusieron flores de yerba de risco, de negrilla
o trovisquilla o coronilla y otras que no pudieron apreciarse. Es probable que
abierta la cavidad ventral y extraídas las entrañas, dividían el diafragma para
sacar por esta abertura, sin abrir el tórax al exterior, las visceras del
pecho. El examen detenido de algunas momias hacen presumir lo que acabamos de
decir. Ignoramos aún hoy qué hacían de la masa encefálica, si la dejaban o no.
(Güímar).
—He oído a algunos que las momias
guanches de hembras llevaban las manos por fuera de los íleon, como los
varones, y no sobre el bajo vientre. Las personas que me lo han dicho son
campesinos (Güímar).
—En el barranco de Amara se
encontraron cuevas con momias guanches echadas una en el suelo y otras sobre
pequeñas paredes. En la Fajana
o los Salones, cerca de Guasa, donde vivía el rey de More-que, se encontraron
una necrópolis con muchísimas momias enzurronadas (Arona).
—Momia del Museo de D. Ramón
Gómez (Puerto de La Cruz ).
Existe la momia de un infante de pocos meses, momificado, fue encontrado entre
dos momias de adultos, cerca de la cumbre o mejor las Cañadas (¿Chasna?).
—Momia. Se encontró una guancha
momificada cubierta por siete pieles, la más externa con pelos y las demás
curtidas.
Tenía guantes, mientras no los
tenía otra momia de hombre que estaba a su lado (¿Chasna?).
—En una cueva tapiada a piedra y
barro en el barranco de Gorda se encontraron tres momias guanches perfectamente
conservadas, que destruyeron el el acto.
Estaban tendidas de espaldas
sobre un pavimento de lajas.
—En el risco Bermejo de la
montaña de Chinama se encontraron otras dos en buen estado.
—Se han encontrado restos
guanches en varias cuevas del indicado barranco de Gorda, en el de Orchilla, en
la cueva del Llano del Camello, en la cueva de Los Guanches, en el Saltadero
del Hunchón, en el Lomo de Évora, en el risco de La Sabina , en el barranco de
Las Monjas, en el barranquillo del Tagoro del Rey, en la morra de las
Ma-jaditas, en la cueva del Llano de León, en el barranco del Charcón, en
Anajuana, en la Chapa
del Asno, en el vallito de Afife, en barranco de la Barca , en la cueva del Llano
del Guanche y en Las Montañitas.
La experiencia y los antecedentes
que tenemos nos demuestran que la isla era casi un cementerio por las numerosas
necrópolis encontradas. No parece se cuidaban mucho de vivir o no, muy alejados
de esos sitios.
No deja de ser extraño que en
muchas de esas cuevas se encuentran objetos que al parecer no tiene explicación
su presencia como por ejemplo molinos, anzuelos, agujas, etc., a no ser que
todos los objetos de uso del muerto los inhumaran con el cadáver. Se explica
que se encuentren bastones o dardos de tea, sabina, brezo, leña blanca, etc.,
vasijas de distintas formas, las cuentas que servían de adorno por
conservárselas puestas, etc., pero utensilios de otra índole... no lo
comprendemos. Sólo que cuevas de viviendas se convirtieran en funerarias cuando
la conquista, por necesidad (Granadilla).
—En la misma cueva del barranco
del Agua, encontró el pastor de Ifonche (Sr. Francisco, hombre veraz y
observador, al que aludo arriba) varias momias, pero una se conservaba
perfectamente, allá para el año 47 (1847) en que la descubrió.
Dentro de la cueva el sepulcro
estaba formado de lajas espetadas de canto en el suelo, del que sobresalían
como una tercia, figurando como un ataúd, y teniendo por pavimento una capa de
lajas bien dispuestas. Dentro se encontraba tendida una momia envuelta en siete
zaleas, cubierta de ramas de ajafo. Las coyunturas, a raíz de la piel del
cadáver las tenía embadurnadas con bálsamo negro, en las rodillas, codos, etc.
El cabello suelto y de un color tirando a rubio.
Muchas debieron estar dispuestas
como éstas pero estaban destrozadas, así como las lajas que formaban los
cajones etc.
(Ifonche; Adeje).
—En el barranco de Abapio, Adeje,
se encontraron hace pocos años algunas momias (Adeje).
—En los riscos de Teño se
encontraron hace unos 25 años, un guanche vestido de hombre, a lo bolero. Éste
estaba embalsamado; y para esto le habían hecho una incisión en el vientre, que
partiendo cerca de la línea alba, sobre el empeine se dirigía debajo del arca
derecha; por donde le sacaron sin duda las entrañas, le embalsamaron y después
cosieron la herida. También tenía quitado lo alto del cráneo, como un agujero;
y el pelo negro alrededor como un cerquillo. Esa herida de la cabeza estaba al
descubierto. Este guanche tenía los cueros, unos sobre otros (porque tantos
cueros se cosían cuanto más distinguidos eran), (Teño).
—En el valle de Ucanca se
encontraron dos momias, macho y hembra, que no habían sido amortajados. El
vestido de él era o iba del cuello a la corva, bolero, hecho de piel de oveja,
con el pelo para afuera, de color merino la oveja (azul y parduzca).
Por la parte superior como de
este camisón, era cerrada, ciñendo al cuello con una costura o hilván a modo de
albardero, con correa fina, abierta por delante como una camisa hasta más
arriba de la cintura, con sus ojales y correa para atarse (una correa) sola,
como \m justillo', debajo de los brazos, estaba abierto como hasta medio pecho
por cada lado y sin ojales, y esta manguita no pasaba del codo. A la cintura
llevaba una faja de dos vueltas de cuero de cabra, ancha como una mano, con los
pelos para dentro, y el revés para fuera, muy bien curtidas, blanquitas
(colocaban los cueros de oveja para afuera y los de cabra para adentro). A lo
largo de los lados del camisón, a partir come de una mano, debajo del sobaco,
bajaba una costura por cada lado.
El borde inferior estaba también
con un rehilado alrededor. Éste era o tenía una barba muy larga y bien poblada
y rubia, pelo rubio y cortado como de una mano de largo.
El guanche que ahora encontró (el
mismo informante anterior) boca arriba y está pintado, tiene el pelo negro como
azabache, laso y muy corto como al rape; y unos cuantos pelos claros y negros
en la barba.
El vestido de la mujer era de
cuero de cabra, con los pelos para adentro, llegándole a media pantorrilla; con
mangas hasta cerca de la muñeca; y también tenía algo amarrado a la cintura.
(Ucanca).
—En el Roque y en las Cuevas de Los
Cochinos, en la Fuente
de La Piedra ,
en la Cañada
del Hoyo de Ucanca. Detrás de la puerta encontró (el informante) atravesada una
momia, enzurronada, entera y completa, boca abajo, con los brazos estirados y
manos debajo del zurrón entre las piernas; y dobladas por las rodillas, con los
pies al alto, pero que pudo ser por la configuración del suelo, pues la cueva
hace en el centro como un hoyo desvanecido. Esta momia tenía la cabeza y cuello
libre de zurrón, de cabello negro, con algunas canas, largo como un jeme, muy
finito y como ondeado (sólo tenía el cabello de un lado), suelto; al cuello una
gargantilla de cuentas de un sólo hilo, sencillas y todas delgadas, con una
rayita al medio; ocupando el rosario todo el cuello, por detrás y delante,
atado atrás; pero había de quedarle de modo que le llegaría a medio pecho. Las
cuentas estaban ensartadas por una correa de cuero de cabra, como hoy las hacen
(se conoce las pelaban, las ponían de remojo y las torcían después). Desde el
cuello a los pies estaba enzurronada, como una mortaja, con un moño amarrado
debajo de los pies, y concluía en el cuello como dos cabos que vinieran de la
espalda para terminar en un lazo delante del pecho. (En las piernas se le ven
costuras por fuera a lo largo. La mortaja tiene ya el color como de chocolate).
Los pies los tenía, con la punta
del izquierdo sobre la punta del derecho, con los dos dedos gruesos atados por
una correa ancha. La cabeza, como los pies, forzados por la disposición del
suelo.
Sobre ésta, estirada y boca arriba,
cabeza con cabeza, estaba otra momia, que se deshizo al bajarla, y enzurronada
como la anterior (gargantilla con las mismas cuentas que la otra), era igual a
la anterior y más deteriorada.
Junto a estas momias y hacia el
fondo de la cueva estaban atravesados dos palos; como de 3 a 4 varas, uno de
sabina como un muslo de grueso, y otro de pino con su corcha aún, y muy sano,
un poco más delgado que el de sabina; estirado el de pino, que estaba en el
fondo sobre el suelo, y el anterior, por una cabeza en una rajadura de la pared
de la cueva y a la otra cabeza, una piedra, para que no se corriera, quedando
este andamio como una cuarta más alta que la momia superior ya descrita. Los
palos, paralelos, distaban entre sí como media vara y tendieron después sobre
los palos un suelo de lajas de toscas (que están al pie del Roque). Encima
había los restos de 8 cadáveres, con todas las calaveras sanas y todas al lado
del N. o del Teide, y los pies todos juntos al lado opuesto. Se conoce que unos
se pusieron sobre otros. El superior que era el mayor estaba boca arriba como
acostado en esta forma (Vid. Dibujo, pág. 486). Se conoce era hombre pues las
manos las tenía por fuera del íleon a los muslos. Éste tenía una gargantilla,
de un solo hilo, que las cuentas también le cogía todo el pescuezo alrededor,
pero más pequeño de extensión que el de la momia (menos cuentas). Las cuentas
de éste eran todas largas de 1 a 3 centímetros, pero ninguna delgada como la de
la mujer. Las cuentas largas (que parece era distintivo del hombre) tienen una
o dos rayitas como adorno. Tenía este cadáver los pies juntos y atados los
dedos gordos, (pulgares) pero sin montar una punta sobre otro. De los 8
cadáveres se encontraron correspondiendo a las calaveras, pies como de 12 a 15
años, de niño o de mujer; y un brazo, que por la mano muy pequeña, bonita y
bien conservada parece de mujer, y la mano derecha, como una pulsera atada a la
muñeca, hecha de un hilo, dando dos vueltas a la muñeca, hecha con cuentas
pequeñitas, de la forma y un poquito mayor que un grano de trigo, engastadas en
una correa de tripa, torcida y muy fina (Ucanca).
—No ha mucho tiempo se han
encontrado momias en el Roque de la mar de Las Palmas (Punta del Hidalgo).
—Hace muy pocos años que en los
Roques de Anaga se encontró una momia Gabriel Cruz, que tenía una gorra puesta
(Taganana).
—Descripción de una momia guanche
expuesta al público en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, realizada por
Bethencourt Alfonso y que puede corresponder a 1908, (6).
«Momia guanche. Tendido; manos
por bajo de la parte externa de los ilíacos, con las manos tendidas sobre la
parte anterior externa de los muslos. Dedos gordos (pulgares) de los pies
unidos por una correa. Parece momificado por desecación. Color de la piel
amarillento. La cabeza como tumbada sobre el hombro derecho. Brazos tendidos y
unidos al cuerpo siguiendo las formas de éste. Tobillos unidos (el derecho más
arriba que el izquierdo); rodillas unidas, pero la izquierda más arriba que la
derecha; pene al parecer muy grande».
CREENCIAS:
—Almas. Los guanches creían que
algunas almas iban a penar, desde el Pico a Montaña de Roja. Creían en un Dios
que nos gobernaba. Tenían santitos chicos de palo. Creían que el fuego era
sagrado. Tenían sus curas, que vestían con un camisón hasta los pies. Había
cuevas-iglesias en el barranco del Infierno (Adeje) (Arona).
—Cuando tronaba se echaban al
suelo, porque lo consideraban como castigo de Dios (Sur de Tenerife).
Creían los guanches en las ánimas
arrimadas, cuando se ponían malos, y las conjuraban con brasas y hogueras y
entre otras ceremonias botaban las brasas de un risco abajo. Creían que había
cielo (Sur de Tenerife).
—ídolos. Agustín Reyes Trujillo,
del Valle de Arona, encontró hace unos 66 años en una cueva en Chó, un santito
de los guanches de barro pardo-coloradento algo quemado del fuego. Por las
dimensiones que señalaba, tendría de largo unos 12 centímetros y unos 5 de
ancho, siendo el grueso como de 1 cm. Era del sexo masculino. Consistía en una
especie de tableta de barro de las dimensiones dichas, y de relieve por una
cara el santito, con sus extremidades inferiores y superiores señaladas, así
como los dedos de pies y manos indicados con rayas interdigitales. El ombligo
señalado también boca, narices como aplastadas y ojos, boca, etc. Era para
colgar, porque la cabeza por la coronilla tenía como un pico aplastado de
delante atrás, atravesada por un agu-jerito para meter la correa.
Junto al santito encontró como
una taza de barro con su manguito para aventar leche. Ambos objetos los rompió
(Arona, 1907).
—Prácticas comunitarias
(Socialismo). Es tradición que los guanches creían en un Ser Supremo y no eran
sabeístas. Lo que sí celebraban los guanches eran ciertos días de Luna y del
Sol, no porque creyeran en ellos —como supone algún mal informado historiador—
sino porque les indicaban la época en que se llevaban a cabo sus faenas
agrícolas y de ganaderos; pues todos los trabajos estaban reglamentados por sus
menceyes, y no podían adelantarlos ni atrasarlos bajo severísimas penas. Por
esto hacían grandes fiestas y regocijos cuando dichos astros llegaban a
determinados períodos, pues ellos les señalaban lo que habían de hacer. Había
un plazo fijo en que todos castraban sus machos; en que se recogían los mocanes
y las creses, y cada uno iba a donde le señalaban y cogía la cantidad
prefijada; sembraban su cebada; hacían los quesos; destetaban los baifítos,
etc., pero repetimos, ninguno podía hacer lo que quería y cuando quería, sino
cuando y como se lo ordenaban.
Esta vida independiente y a la
vez mancomunada o comunista era necesaria e indispensable en unos menceyatos de
tan pocos recursos, dados sus medios de trabajo, que había de sustentar un tal
relativo crecido número de habitantes (Güímar).
—Procesiones. Tenían procesiones
y rezaban (Granadilla).
17.
FIESTAS Y MÚSICA:
—Ajijides. El ajijide va siempre
presidido del gurguseo o séase del grito lanzado por uno de la cuadrilla como
anuncio o indicación del grito colectivo o coreado que le ha de seguir: da como
el tono y prepara al rancho que ha de contestar. El que gurgusea lo hace sólo
con la boca, o valiéndose de la mano para repiquetearlo, emitiendo un grito
prolongado con dos falsetes al final a manera de breves carcajadas, que es la
señal para que seguidamente la comitiva grite dos o tres carcajadas
acompasadas, (Vid. Tomo I, pág. 155).
—Bailaderos. En el monte de La Esperanza , el Hoyan del
Bailadero. El Llano del Bailadero, en el fondo del barranco del Infierno, en
Adeje. El Bailadero, cerca del pico de Amogoje, en la cumbre entre Igueste de
San Andrés y Taganana (Hoy bailan las brujas). El Bailadero entre Barranco
Hondo y la caseta del caminero, en Candelaria. El Bailadero (de las brujas) en
la cumbre, sobre las casas de Arguenche, en El Escobonal (Güímar).
El Bailadero, cerca de la cumbre
en El Escobonal.
—Festejos. Es tradición que una
de las fiestas de los guanches era el 2 de Febrero, día de La Candelaria (Araya).
Tenían festejos y todos los
gastos los hacía el rey. Al rey le entregaban todo, haciéndose fiestas cuando
lo hacían en las cosechas; pero sólo entregaban la parte que les correspondía.
En los meses de abril y mayo
celebraban en cada reino sus fiestas con luchas y bailes.
—Los reinos se desafiaban a
luchar (Araya).
Por Pascuas, fin de Diciembre,
tenían festejos los guanches; sacrificaban baifos.
—Las fiestas las celebraban los
días señalados, a la salida del sol (Fasnia etc.). Todos los días iban a buscar
el Sol, los de Arafo, al Pino, con tambores y flautas. Así que salía el sol se
retiraban. Era una ceremonia. Todos los días, también, iban desde Chinguaro a la Montaña Grande , en
la costa, a buscar el Sol, (Igueste de Candelaria).
Hacían muchos festejos
«celebrando mucho la sazón de Julio y Agosto, a la que llamaban Beñesmer»,
(Vid. Ocampo).
—Festejos generales. Calculando
que los guanches tuvieran tres fiestas generales, subordinadas a la base
alimenticia con que contaban, probablemente eran: una a fines de Mayo, y
semanas sucesivas, en que tenían segura la cosecha de cebada y el provecho del
ganado; otra para el mes de los Santos o Noviembre, en que rompe el invierno y
podían disponer con mayor holgura de las reservas alimenticias si presentaba
buen cariz; y otra por Enero, por poderse apreciar en este tiempo las
condiciones del año, tanto para el ganado cuanto para los cereales.
Fiestas:
1 .a) La de fin de Junio, por San
Juan, está justificada, por estar casi cogida la cebada; encerrado el provecho
de ganado (como el queso), además de la leche. Quitan las cabras viejas en
Agosto y Setiembre, y hacen la sesina, porque los pastos secos son los que dan
más nutrición y más sabrosa la carne, más sebo, etc. En Julio y Agosto, en los
días caniculares, porque hay menos leche y sale el queso muy seco y malo,
(porque se destila mucho) hacen la manteca (porque hay más manteca) y tal vez
menos caseína, pues hay más cuando el pasto es verde o tierno.
2.a) Una fiesta general que
celebraban a mediados de Agosto, quizás con carácter de rogativa. Sin duda por
esto celebran la Virgen
de Candelaria en sustitución a un ídolo (debían hacerlo en 2 de Febrero).
3.a) Quizás en Marzo fue la
tercera fiesta; pues es la época en que se está seguro de la cosecha de cebada
y en fuerza de producto el ganado.
—Fiestas nacionales. Por el mes
de mayo se reunía todo el reino en el palacio del rey, que era engalanado con
flores, etc. (Candelaria, Barranco Hondo, etc.).
—Hogueras. En Junio hacían
hogueras sobre las más altas montañas en señal de regocijo por un día señalado,
pero se ignora por qué. (Como hoy se hacen por San Juan, etc.). Terminada la
llama, saltaban y danzaban sobre las cenizas (Candelaria, Barranco Hondo,
etc.).
Los días que celebraban hacían
hogueras en las alturas más elevadas (Araya de Candelaria).
Música:
Instrumentos musicales:
Es tradición que entre sus
instrumentos músicos tenían uno que consistía en varios trocitos de palos de
son, como el de laurel y otros, que ataban por los extremos, a distancia y
paralelamente unos de otros, con una correa fuerte; de manera que se asemejaba
luego como a una escalenta de cuerda; exactamente igual a lo que hoy se llama
huesera porque son de huesos y que usan los negros. Este instrumento rudo lo
sujetaban al cuello con un lazo de correa y con una mano lo sostenían tenso por
el extremo inferior; mientras con la otra pasaban otro trozo de madera arriba y
abajo, con distintos aires. También usaban busios (strombus). Otro de los
instrumentos consistía en lanzas o astas largas hechas de madera con son o que
producen sonido, que colocaban tendidas en equilibrio sobre un hombro y
golpeaban con un trozo de madera. También usaban como instrumentos dos lapas o
pa tellas grandes, que colocaban una entre el pulgar e índice y otra entre éste
y el dedo del medio de la mano derecha, cogiéndolas por un punto próximo a los
bordes y haciendo coincidir los vértices de las espiras por sus caras convexas.
Como las valvas las cogían muy cerca del borde, podían repiquetearlas
frotándolas rápidamente y con diferentes aires. Así dispuestas las repicaban,
con distintos compases, entre el pulgar y otro dedo de la mano izquierda
(Güímar).
—Busios. Es muy generalizada la
tradición de que los reyes de Moreque y de Añico (hoy Roque del Conde), que se
hallan distantes varios kilómetros se hablaban por medio de busios (¿serían
señales convencionales?) (Arona).
—Los tocaban (Arona).
—Caña. La caña o huesera sirve
para acompañar al tambor; dando un ruido acompasado. Lo mismo ocurría con las
chácaras.
—Carrascal. Consistía este
instrumento en un palito de brezo o de haya —o de otro palo duro— con muescas
hechas en un filo que hacían al palo; y con una tablita provista también de
filo, lo rascaban al compás del tajaraste (Guía de Isora).
—Castañuelas. De cascara de lapas
y de lajitas de piedra (Granadilla).
—Los pastores se entretenían en
tocar flautas de caña o panderos de madera de drago y piel de cabra, cantando
sus amores, ha/añas de sus antepasados, etc. (Granadilla).
—Drago: construían panderos y
tambores. Cañas: hacían cañizos, flautas y biombos (¿pero habían cañas?).
(Granadilla).
—Flautas. Hacían flautas de maljurada
(Güímar).
De ordinario las flautas no
emplean más de 4 tonos y dos semitonos en dos octavas. Las flautas como de 1/2
vara.
—Lanzas. Se asegura que la
costumbre que tienen algunos pastores de tocar la lanza puesta al hombro cuando
van de marcha, la heredaron de los guanches; y que era uno de sus instrumentos
músicos. Suenan más cuando son de sabina.
—Lapas. Como instrumentos usaban
lapas, a guisa de castañuelas y ciertos palos sonoros (Candelaria, Barranco
Hondo, etc.). Conchas de lapas, colocando una entre el dedo del medio e índice,
y otra entre éste y el pulgar de la misma mano, que repiqueteaban valiéndose
del índice y pulgar de la otra mano (Candelaria, Barranco Hondo, etc.).
—Panderetas. Las hacían con fondo
de cuero de cabra, poniéndoles lapas como sonajeras (Granadilla).
—Panderos. Utilizaban flautas de
caña y panderos de madera de drago y piel de cabra (Granadilla. Daute). Al
pandero suelen ponerles chácaras, además de las sonajillas.
—Sinadera o zumbadera. Consitía
en una tablilla delgada y como de 20 a 30 centímetros de larga, a uno de cuyos
extremos le ataban una correa como de una vara de larga; que hacían sonar
trazando círculos en el aire; aumentando o disminuyendo el tono, según la
velocidad dada a la tablita (Guía de Isora).
—Sonajeras. Consistía en una
tabla con mango, en la que practicaban dos hendiduras paralelas en su mayor
longitud. En estas hendiduras colocaban palitos de leña blanca atravesados y en
estos palitos, lapas o rodajas o discos de valvas marinas horadadas por el centro.
Las hacían sonar sacudiéndolas al
aire o chocándolas con la otra mano (Arona).
—Sonajero. Un trozo de madera
hueco con lapas o lajitas dentro, que luego sacudían a compás (Granadilla).
—Tambores. Tambores de drago y
flautas de caña (Daute).
—Dicen tenían tambores, hechos de
drago y que dentro de los dos fondos (entre ambos) ponían unas piedrecitas
(Arona).
—Hacían los parches de tambores
con cueros de perro (Sur de Tenerife). Usaban tambores sin cuerdas, como
destemplados que producen un ruido más o menos desagradable; siendo el oficio
del tambor el acompañar la flauta.
Bailes y Danzas:
—Bailes: El baile de los palos
sólo se bailaba entre cuatro, aunque se pusieran varios en hilera. Hemos dicho
que todas las parejas ejecutan sus movimientos en una misma dirección,
estableciéndose en las dos filas como una especie de balanceo, primero hacia la
derecha de los hombres y luego sobre la izquierda, sin perder el paralelismo
ambas líneas de bailadores; y claro está que para que así suceda, el hombre
rompe el baile con el pie derecho, mientras la mujer lo hace con el izquierdo.
El tajaraste como aún lo baila
algún viejo en La
Esperanza. Se llevaba el compás como ahora pero sin saltar
tanto y dando como dos pasitos menuditos y parejos con cada pie —alternando—
hacia adelante y atrás. (Candelaria, Barranco Hondo, etc.). El tajaraste
(Arafo).
—Tango. En el tango de Icod no
hay chácaras, sino flauta y tambor.
—Danzas: (Un baile de guanches).
Es tradicional en Güímar de que uno de los bailes que tenían, consistía en
ponerse en dos filas hombres y mujeres, los hombres juntos, y separados, y que
observando un compás particular, bailaban con un pasito muy breve y menudo,
cuatro hacia adelante y otros cuatro atrás. Algunos dicen, que además daban dos
a cada lado (Güímar).
La danza que bailan delante de
San Pedro, en Güímar; en El Socorro, Candelaria etc., es originaria de los
guanches; pero sin tambor y con correas en lugar de cintas. Tocaban y
acompañaban con lapas (Candelaria).
—Uno de los bailes salteado era
algo parecido al tajaraste de hoy, que se halla modificado; bailaban dando dos
pasitos o saltos con un pie hacia adelante y otros dos después adelantando el
otro. Para esto se ponían en fila los bailarines. (Candelaria, Barranco Hondo,
etc.).
—Danza de las cintas. Hay la
tradición que la danza que entre varios hombres bailan alrededor de un palo que
lleva otro, entrelazando artísticamente las cintas, como la bailan en Güímar,
viene de los guanches. Sólo la bailaban delante de los menceyes y príncipes en
ciertos días o acontecimientos (Arona).
La danza que bailan en Güímar la
han reputado siempre como de origen guanche, pero que no la bailaban con tambor
sino al son de chácaras de lapas, y con correas en lugar de cintas (Granadilla,
Las Vegas, etc.
Distribución geográfica de los
intrumentos musicales citados:
Arico: Chácaras, Flauta, Tambor y
Tajaraste.
Arona: Tambores de drago con dos
fondos y dentro piedrecitas.
Candelaria: Lapas usadas como
castañuelas, palos sonoros.
Daute: Tambores de drago, flautas
de caña.
Granadilla: Especie de pandereta
de cuero de cabra y algunas lapas. Castañuelas de lapas y lajitas de piedra.
Güímar: La costumbre que aún
tienen los pastores, de marcha, atravesarse la lanza sobre un hombro, tocándola
con un trozo de madera. Suenan más si son de sabina.
Huesera. Con trocitos de palos de
son, con los de laurel, unidos por correas, distanciados, como una escalerita.
Sujeto al cuello y tenso por la mano; que rascaban con un trozo de madera, con
distintos aires.
Lapas. Entre pulgar e índice y
otra entre éste y el del medio, cerca de los bordes. Así las repicaban entre el
pulgar y otro dedo la otra mano. Flautas de maljurada, las mejores de laurel y
de caña.
Tenerife: Dentro de un trozo
hueco de madera ponían piedrecitas que luego sacudían. Tajaraste: pandero sin
sonajülas.
Distribución espacial de los
bailes citados:
Arafo y La Esperanza : El Tajaraste.
Arona: Baile de los palos.
Candelaria: La danza de Güímar.
Sin tambor pero sí con lapas. Utilizaban correas en lugar de cintas. Sólo la
bailaban delante de los menceyes, príncipes y ciertos días o acontecimientos.
El Tajaraste. El compás era como el que bailan ahora (1913) algunos viejos de La Esperanza , pero sin
saltar tanto y dando como dos pasitos menuditos y parejos con cada pie,
alternando, hacia adelante y atrás.
Icod: El tango.
18.
COMUNICACIONES Y COMERCIO:
Caminos. El de Los Guanches, que
de La Victoria
llega a la Tosca
de Ana María, sigue por el Llano a pasar por la Cuesta de Pere-ra, derecho
al Cantillo, atravesando el caserío de La Corujera , tirando a la Tosquita a salir al Pino,
y entra en la jurisdicción de la
Villa (de La
Orotava ) por la casa blanca que está al pie de la Cuesta de Bacalao, en la Villa. (Este camino
atraviesa la parte alta de los caseríos del pueblo). Un camino, además de la
carretera que lo une con La
Victoria y la
Villa , llamado de Candelaria, que va a las cumbres para ir al
sur de Tenerife. El pago de la
Corujera está a lo largo del Camino de Los Guanches.
—El camino del Montillo,
conocido antiguamente con el nombre de vereda de los
guanches (hoy en parte destruida)
que ponía en comunicación desde la
Punta del Hidalgo a La Matanza ; y se cree que conducían los guanches sus
ganados a darles agua
(El Sauzal)
—Desde Santa Cruz partía un camino
a Güímar, cerca de la orilla del mar (Barranco Hondo, Candelaria).
—Caminos (ganado). Tenían veredas
públicas de cumbre a costa (y aún existen algunas), y en ciertas partes
espacios muy anchos para hacer noche o sestear el ganado, etc. (Guía).
—Vueltas del ganado. Los ganados
de la parte de Imoque, del rey de Adeje, tenían su vuelta que aún se conoce
(así como las de la parte acá del de Abona) que iban al Charco del Rey en el
barranco de dicho nombre, que la separaba de Abona. (Arona).
—Comercio. Era de cambio de
efectos (trueque) (Araya).
Comunicaciones interinsulares. Es
bastante general la tradición de que los guanches comunicaban, si bien no con
frecuencia, entre algunas islas, como por ejemplo entre Tenerife y La Gomera ; y no sólo lo
afirman sino que describen el medio de que se valían: con balsas de foles.
Por lo que respecta a las dos
islas mencionadas, existen varias corrientes en que los maderos y ciertos
objetos abandonados van a parar de Tenerife a La Gomera y viceversa, según
las mareas, como ha sucedido en nuestros tiempos. Los marinos o mejor
pescadores de las playas del Sur de Tenerife señalan algunas de esas
corrientes, como la que parte de la playa de Troya, entre Arona y Adeje, y otra
(en la desembocadura del barranco de Juan López), en la playa de Las Arenas, en
Valle Santiago, en que afirman serán transportados los objetos de una isla a
otra en ciertas épocas del año.
Lo cierto es que a favor de esas
corrientes no creemos imposible pueda transportar un individuo de una isla a
otra sobre un cuerpo flotante, en un gran apuro; de lo que tenemos casi un
testimonio histórico con lo sucedido a los asesinos del Conde de La Gomera Hernán
Pera-za, que pudieron salvarse aprovechando el medio que la tradición refiere
utilizaban los guanches en ciertos casos, que como llevamos dicho era en balsas
de f oles.
—Correo. Diariamente le enteraba
un individuo de cada tagoro las novedades ocurridas (Güímar).
—Señales. En tiempo de guerra
establecían atalayas sobre las montañas y se comunicaban en muy poco tiempo y a
grandes distancias las órdenes y noticias por medio de silbos, y con humo
durante el día y hogueras por la noche (Granadilla).
—Encendiendo hogueras en las
montañas de Arguayo, de Tejina, Roque del Conde y de Jama, en San Miguel, y
montaña del Pozo, en Chasna ¿se veían de todo el reino de Adeje?
—Desde Santa Cruz partía un
camino a Güímar, cerca de la orilla del mar (Barranco Hondo, Candelaria).
—Caminos (ganado). Tenían veredas
públicas de cumbre a costa (y aún existen algunas), y en ciertas partes
espacios muy anchos para hacer noche o sestear el ganado, etc. (Guía).
—Vueltas del ganado. Los ganados
de la parte de Imoque, del rey de Adeje, tenían su vuelta que aún se conoce
(así como las de la parte acá del de Abona) que iban al Charco del Rey en el
barranco de dicho nombre, que la separaba de Abona. (Arona).
—Comercio. Era de cambio de
efectos (trueque) (Araya).
Comunicaciones interinsulares. Es
bastante general la tradición de que los guanches comunicaban, si bien no con
frecuencia, entre algunas islas, como por ejemplo entre Tenerife y La Gomera ; y no sólo lo
afirman sino que describen el medio de que se valían: con balsas de foles.
Por lo que respecta a las dos
islas mencionadas, existen varias corrientes en que los maderos y ciertos objetos
abandonados van a parar de Tenerife a La Gomera y viceversa, según las mareas, como ha
sucedido en nuestros tiempos. Los marinos o mejor pescadores de las playas del
Sur de Tenerife señalan algunas de esas corrientes, como la que parte de la
playa de Troya, entre Arona y Adeje, y otra (en la desembocadura del barranco
de Juan López), en la playa de Las Arenas, en Valle Santiago, en que afirman
serán transportados los objetos de una isla a otra en ciertas épocas del año.
Lo cierto es que a favor de esas
corrientes no creemos imposible pueda transportar un individuo de una isla a
otra sobre un cuerpo flotante, en un gran apuro; de lo que tenemos casi un
testimonio histórico con lo sucedido a los asesinos del Conde de La Gomera Hernán
Pera-za, que pudieron salvarse aprovechando el medio que la tradición refiere
utilizaban los guanches en ciertos casos, que como llevamos dicho era en balsas
de f oles.
—Correo. Diariamente le enteraba
un individuo de cada tagoro las novedades ocurridas (Güímar).
—Señales. En tiempo de guerra
establecían atalayas sobre las montañas y se comunicaban en muy poco tiempo y a
grandes distancias las órdenes y noticias por medio de silbos, y con humo
durante el día y hogueras por la noche (Granadilla).
—Encendiendo hogueras en las
montañas de Arguayo, de Tejina, Roque del Conde y de Jama, en San Miguel, y
montaña del Pozo, en Chasna ¿se veían de todo el reino de Adeje?
—Silbo de los guanches. En Los
Realejos afirman, como en Santa Úrsula, que los guanches hacían oírse sus
silbos de una ladera a otra del Valle de La Orotava.
—Es tradición que Bartolomé,
natural de La Hondura ,
de Arona, hablaba silbando a los demás que estaban al otro lado del barranco de
Chija, antes de La Hondura ,
casado con Anica la Espaina ,
natural. Dicho Bartolomé ejercía un mando superior en el territorio de Chija o
de Hondura (Arona).
—Ahora he descubierto que en
Vilaflor se entienden silbando, como en La Gomera , muchas personas; y que esto viene de
antiguo. También hay en Granadilla muchos que se entienden también silbando, en
los altos de Arico, por Chajaños, etc. (Vilaflor, Granadilla, Arico). (Vid.
Cap. VI del Tomo I).
Es sabido que los guanches se
entendían por el silbo, como en La Gomera. Aún hoy se hablan algunos en Barranco
Hondo y otros puntos, pero en muchísima menor escala que antes.
Dicen que también se entendían
con busios, pero no he podido averiguar si eran con ciertos toques
convencionales o cómo (Barranco Hondo, Candelaria).
En Chivisaya y en La Esperanza hablan
silbando, aunque no está muy generalizado.
Existe muy viva la tradición de
que los guanches hablaban y enseñaban a hablar a sus hijos, silbando, saltar y
correr (Arafo).
—Silbo articulado y busios. En
Igueste y en La Esperanza
se entienden silbando y se llaman con busios. Hará como 60 años se usaba hablar
silbando entre los viejos, pero que se ha perdido la costumbre. En La Esperanza y La Victoria hay quien se
entiende con busios (El Rosario).
—Es muy generalizada la tradición
de que los reyes de Moreque y de Añico (hoy Roque del Conde), que se halla
distantes varios kilómetros se hablaban por medio de busios (¿Serían señales
convencionales?) (Arona).
* * *
ANOTACIONES
1
En el plan original de la obra «Historia del Pueblo Guanche», no se había
redactado este capítulo. La idea que Bethencourt Alfonso tenía al respecto era
la de dar una visión general de la
economía y la cultura guanche, comparándola con la del resto del Archipiélago
Canario, e incorporarla en el III.er Tomo. Cuando nos enfrentamos a las tareas
de edición, decidimos colocar este anexo documental en el II.° Tomo para no
romper el hilo argumental de los temas presentados. Las anotaciones y
referencias tomadas por el autor, nos han ayudado notablemente a configurar
este capítulo.
2 «Hay ejemplares en que la herencia (guanche)
es todavía más patente. En la Lám. LXVI, 3, (cuenco con mangos cortos, de San
Miguel) el primitivo mamelón de pared se robustece notablemente hasta
convenirse en un mango corto. Consideramos a esta pieza como una de las más
arcaizantes producidas por la alfarería tradicional de Tenerife. Se fabricó en
los hoy desaparecidos alfares de San Miguel, y admite una comparación con la
pieza primitiva de la Lám. XLVIII,!...
De
Las Galletas, y por consiguiente fabricada en San Miguel, a cuyo término
pertenece dicha localidad, procede el ejemplar de la fig. 79, con agarraderos
en forma de mamelones prolongados, paredes gruesas y borde biselado. De la
misma localidad procede la pieza de la Lám. LXIV, 1.
Vasija
que formó parte de las colecciones del Museo Municipal de Santa Cruz de
Tenerife, que se clasificó como guanche, es decir, prehispánica, y que como tal
fue publicada en varias ocasiones, es la que ahora publicamos de perfil y de
frente en la Lám. LXVIII. Se localizó en Fetapodón- lugar que no hemos podido
situar-, en la zona de Güímar. La halló el Dr. Bethencourt Alfonso, quien, al
darla por guanche, hace suponer que la encontró en una cueva. El dato es
interesante —aunque ello suponga desconocimiento de la alfarería tradicional—,
porque en escondrijos y covachas han sido también halladas las piezas, ya
citadas, de Las Galletas y de la Playa de Santiago...». (Luís Diego Cuscoy.
«Gánigo. Estudio de la cerámica de Tenerife». Santa Cruz de Tenerife: Museo
Arqueológico de Santa Cruz de Tenerife, 1971, págs. 172-173).
Otras
investigaciones de interés, para conocer las características de la cerámica
aborigen y tradicional de la cerámica de San Miguel son:
Rafael
González Antón. «La alfarería popular en Canarias». Santa Cruz de Tenerife:
Aula de Cultura de Tenerife, 1977.
Con
motivo de la celebración del I Congreso de Alfarería Popular de Canarias,
celebrado en La Guancha en 1981, colaboramos en la organización de la primera
exposición pública que se había hecho de la cerámica tradicional de San Miguel.
Igualmente presentamos a dicho Congreso, la ponencia titulada «La Cerámica
tradicional en San Miguel de Abona» (inédita).
3 Como hemos dicho anteriormente la aportación
que hace el autor sobre la navegación prehistórica e histórica, desarrollada en
las costas de las islas, es una de las contribuciones más originales de
Bethencourt Alfonso. Para ello se basa, fundamentalmente, en la información
oral.
4 Las últimas investigaciones paleomédicas
realizadas sobre restos humanos de guanches nos hablan de la incidencia en
ellos de enfermedades maxilo-dentales, enfermedades con repercusiones sobre los
huesos (infecciones, reumatismo, tumores, traumatismos, trastornos
circulatorios óseos, malformaciones congénitas, etc.), enfermedades de los
tejidos blandos (antracosis, arterieesclerosis, neumonía, gastroenteritis,
etc.) y la fulminante acción de algunas epidemias a finales del siglo xv, sobre
todo la conocida como «modorra» que posiblemente se correspondía con el tifus,
(Vid., Catálogo de la exposición MOMIAS. Los secretos del pasado»; págs.
42-53.).
5 Para conocer el destino de muchas de las
momias encontradas en Canarias, y posteriormente enviadas al exterior, es
interesante conocer el artículo de D. Luis Diego Cuscoy. «Glosa a un fragmento
de los «Apuntes»de Don José de Anchieta y Marcan. Necrópolis y Momias» en
Anuario de Estudios Atlánticos. Madrid-Las Palmas de Gran Canaria:
C.S.I.C.-Casa de Colón, 1976 (n.° 22), pp. 233-270.
6 Vid. M. Sierra Delage «Documentación
existente en el Museo Nacional de Etnología en relación con colecciones de
Canarias, costa noroccidental de África y Afro-América», en VI Coloquio de
Historia Canario-Americana. Aula Canarias-No-roeste de África (1984). Las
Palmas de Gran Canaria; Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno Autónomo
de Canarias/Cabildo Insular de Gran Canaria, 1987. (Tomo 111.°), págs. 69-68.
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