martes, 14 de julio de 2015

ANEXO DOCUMENTAL (1):


JUAN BETHENCOURT ALFONSO
Socio correspondiente de la Academia de Historia (1912)

Historia del
PUEBLO GUANCHE

Tomo II
Etnografía
.y
Organización socio-política
Edición anotada por MANUEL A. FARIÑA GONZÁLEZ
FRANCISCO LEMUS, EDITOR La Laguna, 1994




CAPITULO XXI

ANEXO DOCUMENTAL (1):

I.—Modos de subsistencia: Alimentación; Agricultura; Ganadería y Pastoreo; Recolección terrestre; Caza; Pesca; Recolección marina.

II.—Cultura Material: Mobiliario, ajuar e indumentaria; Cerámica; Aprovechamientos vegetales; Trabajo del cuero y cordelería; Técnicas constructivas; Natación y Navegación.

III.—Cultura intelectual: Contabilidad; Medicina; Religión y Culto a los muertos; Fiestas y Música; Comunicaciones.

I. MODOS DE SUBSISTENCIA 1. ALIMENTACIÓN:

—Alimentos. Cebada, miel de abeja y carnes. Como fruta: el higo vicariño, pequeño y de color de aceituna madura; la sáquita; el mocan; el vicácaro (del tamaño de un higo de leche, cuando maduro de color amarillo; tiene costuras a lo largo y afecta la forma de una campana), el madroño (amanillo de guayabo, cascara lisa y en puntitas, algo mayor que la avellana (Taganana). Comían raíz de helécho, creses, etc. (Araya). Gáite. Otros dicen gaita, o torta. Sin duda llaman gáite a la torta o pan de helécho; como gainás, al puño de gofio amasado, etc. (Arona).

Torta gaita, hecha de gofio amasado o de gofio escaldado, y luego puesta en el tiesto o fuego para asarla (Jerónima, de Arona).

—Condutos. El mastuerzo es un mato de costa, cuyas hojas y palitos mascados pican como pimienta (que sirve a algunos de conduto para comer papas asadas). ¿Será el taferte?

La semilla del mastuerzo que se parece a una pimienta, majada quema como la pimienta; también queman los tallitos. (Es parecida a una pimientita, con semilla dentro, que se pone de color algo encarnado; se puede hacer mojo con ella). Se cría mucho en Las Galletas, Guasa, etc., y otros puntos de la costa. (Arona),

La hoja del taferte quema y la comen como conduto con gofio Quema como rábano y es de buen sabor. De la semilla nada se dice, sino que la que quema es la de mastuerzo.

—Mojos. Para mojos guanches: manteca de puerco, una cucharada sustituye al aceite pero ha de ser en caliente. El vinagre lo sustituyen por tallos de trebina, machacados, y es bastante agrio. Y la pimienta, por una semilla, la del marmojayo (?) que machacada pica como pimienta.

El zumo de la vinagrera puede hacer el papel de vinagre (Arona).

ALIMENTOS DE ORIGEN VEGETAL

—Chafeña. A la chafeña de maíz o trigo, para darle un sabor dulzaino, y un bonito color encarnado, después de tostarlos y aún caliente, se les riega con sangre de drago (Taganana).

—Jaya. Según tradición era una vianda preparada por los guanches, como aún se conoce en Arico. Consiste en una pasta que hacen con cebada que aún no esté del todo madura y que después de mondada la tuestan y rolan; que luego ponen a hervir dentro de leche hasta que adquiere cierta consistencia pastosa (Sur de Tenerife).

La hacen de cebada o trigo ya granado pero aún tierno. La tuestan y muelen dejando el grano ahincado o sea rolón o a medio moler. Luego la guisan con leche o agua para comerla.

—Pinas. Cuando la pina está aún verdosa, la ponen dentro de brasas y se abre. Cuando seca se pone al sol, con algo debajo para recoger el piñón, al que se le quita la cascarita para comer la almendra. También se lo comen con cascara, es decir se chascan la cascara. Se lo comen crudo (Sur de Tenerife).

ALIMENTOS DE ORIGEN ANIMAL

—Carne (salada). La salaban, lavando fresca la carne en el mar; operación que repetían tres veces, con intervalos de 2 a 4 días y colgándola a la sombra hasta que secara.
Así la conservaban sin sabor a sal.

La carne la salan y luego la ponen al sol que dura 6 ó más meses. Si la ponen al sol se enrancia, pero se seca mucho. Colgada a la sombra, se conserva siempre amorosa y no se enrancia (Sur de Tenerife).

—Cecina. Quitan las cabras viejas en Agosto y Septiembre, y hacen la sesina, porque los pastos secos son los que dan más nutrición y más sabrosa la carne, más sebo, etc. En Julio y Agosto, en los días caniculares, porque hay menos leche y sale el queso muy seco y malo, (porque se destila mucho) hacen la manteca (porque hay más  manteca) y tal vez menos caseína; pues hay más cuando el pasto es verde o tierno.

La sesina, de julio en adelante, es cuando está en mejor condición.

—Pringos. Con sebo de cabra (Sur de Tenerife).

—Matanza. (Por tradición). Juan Caleta mataba las reses sin dejar vestigios de sangre. Para ello tan pronto era en meterles el cuchillo como en aplicarles la boca a la cisura por la que les chupaban toda la sangre sin que quedara gota (Güímar).

Se dice, y es esto confusión, que los guanches no mataban ninguna cría, sino cuando estaban grandes en carne. Y no saben con qué cuajaban la leche para hacer el queso. Los ganados debían ser grandes, porque la momia que encontró (esto es información recogida de un pastor del Sur de Tenerife, por parte de Bethencourt Alfonso) tiene un zurrón enterizo que va desde los hombros a los pies, anudado por debajo. Esta momia no tiene un cuero.

Sólo mataban los machos para la carne, y la piel destinada a la ropa (Güímar).
—Leche: Beletén o Tafór. Calostro de la cabra. La gente lo come pero cocido, pues crudo produce evacuaciones.

Consideraban a la leche cruda más saludable que la guisada.

—Miel. La miel de abeja de leña blanca era la preferida. Era algo verdosa y de sabor ácido-dulce, había mucha por la Caldera (Arona).

La miel más dulce es la de flor de balo; y después de la miel de retama, que son éstas las más dulces y las más blancas. La de flor de ta-baiba salvaje y la de cardón son las más malas, porque quema en la boca y lloran los ojos, siendo el gusto muy amargo. En los beriles de Guasa hay aún muchas abejeras, en las Arenitas, en las Lajitas (Arona).

—Queso. El curado al humo dura de 1 a 2 años; siendo el humo de la tabaiba mansa de costa el mejor. A los 3 ó 4 días de hecho, lo lavan con agua tibia y cuelgan con juncos sobre el hogar. Estos quesos ofrecen una cintura en derredor del canto por donde atan el junco; a las pocas semanas están curados (El Palmar).

Los ponían en cañizos hechos con varas de leña blanca, dentro de cuevas a la sombra.
Dicen que empleaban además como preservativo, a la par que como cuajo, leche de cardo. Aseguran que de este modo conservaban el queso uno o dos años.

—Sebo. Hay aún quien come el sebo crudo de cabra, al matarla, aún caliente (Arona).
Cuajaban la leche con cuajo, como ahora (Guía).

2. AGRICULTURA:

Cosechas:
El trigo lo desgranaban, después de arrancarlo, apaleándolo (Arona).

El trigo los desgranan mejor estregándolo con la mano, sobre una laja.

Cuando se recolectaban las mieses se pagaba un tanto de lo cogido al rey (Güímar).
Sementeras:

No se podía sembrar ni realizar ninguna operación agrícola sin que el tagoro lo acordara por orden del rey (Güímar).
Sembraban y luego le pasaban las cabras, otros a fuerza de brazo con una pala o palo terminado en una pala en forma de garabato (Sur de Tenerife).

Existe la tradición de que el sitio llamado La Laguneta, en Guasa, donde hay muchas plantas olorosas, como tomillo, incienso, romero, etc., y donde se acumulan las aguas de las vertientes inmediatas, de donde le viene su nombre, tenían los guanches la costumbre de esperar a que se embebiera el agua; después sembraban, y luego metían grandes rebaños que los paseaban por toda la laguna, a fin de que el trigo fuera de ese modo enterrado (era una manera de arar) (Arona).

—Arado. En Jama, en el barranco de Chija está la cueva donde llaman los arados de los guanches (éstos eran como un timón y rabisa y diente del arado, que eran de leña nuel y sabina) (Arona).
Rompían la tierra con un cuerno de macho cabrío sujeto a un palo como de un metro, y las mujeres iban detrás depositando la semilla (Granadilla).

Cereales:

Avena. Dicen que sólo conocieron los guanches el centeno o la avena; que sólo después de una invasión, parece que en un punto donde pusieron a comer a un caballo cebada, nació ésta; pero que antes no la conocían en Tenerife. De allí salió la semilla para toda la isla.

Sobre las lajas de la cueva donde se encontró la momia boca abajo, había un lecho de pinillos y una mata de avena o cerrillo (El Roque, en la Cañada del Hoyo de Ucanca).

En la Cueva del Roque (Cañada de Ucanca) se encontró un pie seco de avena o cerrillo, del tiempo de los guanches, debajo de ellos y encima de las lajas (Ucanca). (Ibídem).
Cebada. Desgranaban la cebada con los pies y aventaban con las manos (Granadilla).
Centeno. El centeno lo desgranan sacudiéndolo contra una piedra.
Trigo guanche. Se le encuentra en Acoroma, Atosaro, en la Vera, etc., de Igueste (Igueste de Candelaria).

Dicen que tenían trigo aunque no mucho; y que lo saben no sólo por tradición sino por haber encontrado en las camas de los guanches, en cuevas que no habían sido tocadas, paja de trigo, así como otros objetos. El trigo lo sembraban echándolo a la tierra y después haciendo que los rebaños se pasearan encima (Arona).

3. GANADERÍA Y PASTOREO:

ESPECIES ANIMALES

—Cabras salvajes. Las cabras salvajes las cogían a la carrera ayudados de lanzas cuando era por riscos, o escoteras cuando el terreno era menos fragoso. Otras veces las acorralaban en ciertos puntos (Barranco Hondo).
Dice que sólo oyó hablar al viejo Sierra, que fue el que daba estas noticias del siglo pasado, de cabras (Arona).

Ahijaderos. El Valle de San Lorenzo, pago de Arona, fue y aún es conocido con el nombre del Valle del Ahijadero; y cuenta la tradición que los guanches lo habían destinado a ahijar (es decir, que las cabras que les faltaba poco para parir, eran llevadas a aquel sitio abrigado, y antiguamente abundante en pasto, para que la cría pasara los primeros días de la vida). Después los conquistadores siguieron la misma costumbre.
—Cerdos. Los guanches conservaban la tradición de que los cerdos los adquirieron robándolos a gentes que llegaron a Tenerife en barquitos, antes de la conquista (Arafo).
—Ovejas. A las ovejas llamaban cotias (Guía).

—Perros. (Chírres, chílres). Creo que el chírre es el perro de los guanches: pequeño, grueso, de patas pequeñitas y orejas chicas; son de color sajonado o chocolate oscuro; muy rabiosos y excelentes para voltear el ganado; de noche un verdadero centinela y si bien olfatean la caza, como corren poco no son cazadores (Arona).


CABANA GANADERA
—Abundancia de ganado. Cuentan que había tanto ganado en la región de Acentejo, que teniendo el camino antiguo de San Cristóbal (antes sólo sendero) 28 varas de ancho; sobre todo desde la montaña de La Morra a la ermita de Guía, que distan casi una legua, se cubría completamente de ganado estando la cabeza de los rebaños en la Morra, por ejemplo, y la cola en la ermita de Guía, cuando lo transportaban de unos puntos a otros (La Victoria, La Matanza y Sta. Úrsula).

Fotografía I.—El baño de las cabras. (Mañana de San Juan, en el Pto. de la Cruz: Tenerife). (Fotografía de Manuel Fariña González).

CAMINOS Y VUELTAS DEL GANADO

—Caminos (ganado). Tenían veredas públicas de cumbre a costa (y aún existen algunas) y en ciertas partes espacios muy anchos para hacer noche o sestear el ganado, etc. (Guía).

—Vueltas del ganado. Los ganados de la parte de Imoque, del rey de Adeje, tenían su vuelta que aún se conoce (así como las de la parte acá del de Abona) que iban al Charco del Rey en el barranco de dicho nombre, que la separaba de Abona. (Arona).

Los guanches bajaban a las costas en invierno y subían a las cumbres en verano, llevando sus ganados y enseres (Chío).

Los bajaban a las costas en Octubre o Noviembre, y los subían en Febrero o Marzo (Guía).

Se llevaba el ganado en las costas después de recogida la siembra y se transportaba a los altos en épocas señaladas por los tagoros; señalando cada tagoro sus pastizares a los ganados, de los que no podían salir ni llevarlos por otras vueltas (Güímar).

CORRALES

—Corrales (Corral del rey guanche). Aún lleva este nombre el que se encontraba en las Mesas de Guasa. Aún hay restos de las paredes que tenían forma circular (Arona).

PASTOREO

—Pastoreo (Cabritos). Sólo permitían que los cabritos mamaran una sola vez cada 24 horas, después de ordeñar las cabras.
Y para que los baifos no pudieran mamar le ponían un pegón de tabaiba dulce (Granadilla).

—Pastores. El rey tenía un número de pastores ilimitado, pero los demás los que les correspondían (Arafo).

—Pastos. La yerba empieza en la costa como en Noviembre, según llueva o no y dura hasta Mayo. Luego seca, hasta Julio. En los altos empieza en Febrero hasta fin de Julio más o menos (Arona).

PROPIEDAD Y TRIBUTOS
—Cómputo de reses. (Censo). Es tradicional que los propietarios de ganados pagaban un canon anualmente. Una cabeza por cada cierto número o una cría por tantas que nacieran, aunque no he podido averiguar la cifra exacta. Lo que sí se sabe es que por cada res que mataban le daban, un cuarto de carne en La Orotava y un octavo en Güímar, al mencey (Güímar).

—Marcas. Aún se conservan algunas marcas del ganado, desde el tiempo de los guanches (Arafo).

—Zurrón. Cubierta externa del feto del cabrito. Las cabras se los comen si las dejan, pero se los quitan porque les entra diarrea.

—Propiedad del ganado. Todo era del rey como dueño absoluto, por más que cada uno tenía lo suyo. El reparto de la tierra lo hacía el rey, así como señalaba las vueltas del ganado y los puntos de abrevaderos (Barranco Hondo).

—Tributo de reses. Afirma la tradición de que los vasallos pagaban al año una contribución de reses al mencey, proporcionada y fija según el número de cabezas de ganado que cada uno tenía; y que por cada res que se matara había de dar al rey un cuarto de carne. No he podido averiguar si sucedía lo mismo con la cebada, creses, mocanes, mariscos, etc.; cosa que parece natural a menos que la guardia permanente que tenía no fuera dedicada a la labranza y recolección de los frutos, etc., dichos, cuando las necesidades del servicio no los retenía (Güímar).

4. RECOLECCIÓN TERRESTRE:

—Aderno. Este fruto, como del tamaño de un garbanzo, del árbol del mismo nombre, es un frutito parecido a la crese aunque algo mayor.

Éste lo comían fresco y no hacían gofio de él.

—Angoja. (¿Es un mato?). Se come el tallo, cuando es tierno, algo hueco como caña, crudo. Es sabroso; pero amarga la cascara por fuera que tiene como leche.
—Berros. En los manantiales (guisado y crudo).
—Cardo alcancil. El tallo es dulce.

—Creces. Fruto del haya, de sabor rispido, y que, después de seco, lo tuestan y hacen gofio como era costumbre entre los guanches (Tacoronte).

Este frutito del haya, las comían frescas, pasadas y hechas gofio.

Cuando frescas son de sabor astringente. Las pasaban, como reserva para el invierno. Para esto las tendían al sol hasta secarse, removiéndolas de vez en cuando.

Como los higos crían azúcar. Las comían con la pepita.

—Helécho. No las helecheras machos, que destinan a adornar.

Sacaban la raíz; lavaban; después picaban; luego las tostaban y molían para hacer gofio o mejor harina, a fin de confeccionar últimamente las tortas.
—Pan de Helécho. Lo hacían de la raíz del helécho.

—Juncos. Los cogían en el Barranco del Infierno, la Madre del Agua, etc. Los mojaban y luego los ponían a secar. Para usarlos hay que ponerlos antes de remojo. Hay una variedad más delgado, que es el mejor.

Se cogen cuando están granados. Los mojan y ponen al sol para orearlos, y así que están oreados, los dejan curtir a la sombra para que resulten más fuertes.

Los recogían también en el risco de los Juncos, en Teño.

—Licores. Era para los grandes (adultos). Lo sacaban del mocan. Los ponían de remojo en un tarro, luego los secaban etc., hasta tres veces, y luego sacaban el licor.
—La sáquita, fruto del tamaño y color de la guinda; de él sacaban los guanches el licor de sáquita (Taganana).

    Madroños. Era la fruta predilecta del rey de Güímar. En el barranco de Badajoz, hay aún muchos madroñeras por el pico de Acre.
     
Parece había (establecida) por el Estado una época en que disponía comerlos, para evitar calenturas.

Son como del tamaño de nueces, de figura y con semilla como la del tomate, y del color y con piquitos como la cresta de gallo.

Hay que comerlos maduros y muy en sazón para evitar calenturas.
No pueden pasarse porque se pudren.

—Miel de mocan. La hacían muy bien.

—Norza. (Raíz). La produce una planta parecida a la pantana de Guinea, muere todos los años y vuelve a nacer la rama. La raíz es de 1 a 2 cuartas, cumplida, parecida a una batata larga y del grueso de un duro más o menos. El color, cuando se parte, es blanco, más blanca que la papa; pica en crudo, de sabor soso y la comen asada. La rama se da en otoño; es lo primero que revienta en las primeras aguas. Es buen pasto. Hay mucha en la costa húmeda y sombría, no muy enterrada.

—Repasaya. (Yerba). Comen los tallos tiernos, es sabrosa y fresca. Hay tallos como de dos dedos de grueso: es maciza y jugoso el tallo. Comen hasta el tronco.

—Tabaiba dulce. Fabrican la tabaiba practicando hendiduras en los tallos del arbusto tabaiba dulce para recoger la leche en unos ganiguitos que colocan al efecto (Arona).

—Tacorontía. La raíz es algo redonda, como una cuarta de largo y una muñeca de grueso. Da una rama parecida a la norza.

—Taragontía. Comían y comen la cebolla, que son como el puño. En crudo pican mucho.

Estas cebollas calaban la tierra como un jeme.
Así que las cogían, cavándolas, les quitaban la cubierta o tela mas externa, y después de picarlas muy menudo, las tendían al sol para secarlas. Luego las molían para fabricar la harina.

Cuando querían hacer las tortas de taragontía, sobaban la harina en agua como el pan, para darles seguidamente la forma de tortas y meterlas al tostador u horno.

Estas tortas recuerdan el gusto de la papa.

5. CAZA:

—Caza de aves. Con lazos de cuerdas de juncos o de correas, mando trampas con lajas, y con redes de juncos que por las noches colocaban con el mayor silencio a la entrada de las cuevas donde dormían las aves. Después de colocadas, entraban uno o dos con luces dando gritos para espantarlas y cogerlas al enredarse (Granadilla).

También hay la tradición de que los guanches preparaban con leche de cardón y de tabaiba una pasta llamada hoy liria (liga) ] cazar aves. Con esta pasta untaban pajitas de cerrillos que abandonaban a las orillas de los bebederos o charcas.

También cazaban las aves a pedradas (Barranco Hondo, Candelaria).
—Caza de pardelas (sistema utilizado en el siglo xix pero entronca directamente con épocas más antiguas):

Conocidas, en los riscos, sus casas que llaman cubiles,  son de boca lo más ancha de una tercia, pues no entran en cueva boca mayor; a ciertas (horas) del día, unos palitos que sirven para saber por la noche si está o no dentro, según estén caídos o de  pie. Si están dentro (que por lo regular no hay más de una o dos) emplean dos procedimientos. Uno, hacer fuego en la boca de entrada con tea, y obligar con el humo a que salga la pardela (a veces, se r lian); y las cogen con las manos; y otro, consiste en untar una i con leche de cardón y tabaiba, que se entra en el agujero y le empieza  a pinchar y dar vueltas, hasta que las sacan pegadas de la caña, cacería se hace de 9 a 10 de la noche (Tacoronte).

En Mayo y Junio es la época de coger las pardelas en las cuevas.

6. PESCA:

—Aparejos: Pescaban con anzuelos formados naturalmente la madera y la liña era de juncos.

Los anzuelos los hacían de leña blanca.
Con los juncos hacían cuerdas, redes y hondas.

Hacían correas muy finas de las tripas y otras más bastas de la piel de cabra.

El aparejo lo hacían con cuerda de junco a la que ataban el anzuelo.

Cuerdas o cabos los hacían de juncos hasta para fondear barcos (Hasta hace unos 60 años los utilizaban en el cabotaje).
Los anzuelos los hacían de leña blanca, pescaban con estos anzuelos y liñas hechas de correas.

Hacían anzuelos de espinas (de pescado) y de huesos, así como de los cuernos de las cabras.

—Apatuscos. Pescaban con anzuelos de leña blanca y liñas hechas de correas. También dicen hacían como redes o pandorgas con trenzas de pieles de cabra (Chasna, Vilaflor).
—Fisgas. Las hacían de leña blanca, con las que arponeaban al pez de noche metiéndose en el mar con hachos encendidos para encandilarlos. Sólo tiene uno o dos espichas, con barbada. Para coger cangrejos, pulpos, etc.

—De fisgón. Con una vara de 3 ó 4 varas, llevando fija por un extremo un trozo de tabaiba seca; sobre cuyo pedazo espetan hacia el centro tres espichas de leña blanca de ájeme, que terminan abiertos. ¿Para coger sólo los erizos?
—Pincho de caña. De caña o de otro material, de tamaño similar a \afisga pero sin barbada, y se utilizaba para coger pulpos.

—Redes. Las hacían de junco a manera de gueldera. Hasta el año 60 del siglo pasado, Francisco Javier, de las Socas en San Miguel, pescaba con una. También las pandorgas o redes las hacían con trenzas de correas de cuero de cabra.

—Técnicas de pesca: Embarbascar y pesca en corrales. En La Gomera, como en Tenerife, embarbascaban los charcos con leche de cardón y de tabaiba salvaje.

Entre los charcos en donde embarbascaban conocemos los siguientes: el Charco de La Caleta, el del Becerro, y el de Diego Hernández, en Adeje; el del Vidrio, del Clavito, del Cardoso, de Punta Negra, de la Carrera y el de la Laja de Gregorio, en la jurisdicción de Guía; Charco del Marqués, Charco de los de Adeje, de la Carnada, del Cabezo, del Lino, de las Gallinas y de los del Valle, en el pueblo de Arona; Charco en Abaes, en la caleta del Ganado, en la caleta del Agua, y en la caleta del Cagao, del antiguo reino de Abona. (Unos estaban destinados a embarbascar y otros a pescar en corrales, o a ambos usos indistintamente).

La pesca por medio de corrales consistía, como lo indica su nombre, en hacer en ciertos puntos de la ribera corrales de piedra se como 1 a 1 1/2 metros de alto, con la boca mirando hacia la parte mar por donde acostumbra a recalar el pez.

Cuando comienza a descabezar el mar, es decir, al iniciarse el flujo o descenso de la marea, uno o más hombres se arrojan al mar lenciosamente y tapian con ahulagas etc., la puerta, y dan comienzo los gritos, palos, etc., para ajoriar al pez hacia el charco y no se sal
Embarbascaban los charcos descubiertos a marea baja poniéndoles leche de cardón (¿trozos?), a fin de coger después los peces aturdidos cuando entraban a marea alta.

Embarbascaban los charcos i leche de cardón, como es tradición en el charco de las Lisas, en 1 Cristianos; y para esto tenían que preparar las paredes nadando y  más tarde al pez para que no se escapara por la puerta   cuando comienza a vaciar (Arona).

Pescar de charco. Esto lo hacen de noche, 1 ó 2 veces al me en los puntos que se prestan de la ribera, que asemejan a una herrad o pequeño golfo, disposición natural que ha de tener el charco o que pueda dar artificialmente con pared seca; dejándoles una boca una vara de ancho, sin que llegue al suelo.

Estos charcos a pleamar, como en el Tablero, la Laja, la Rom etc., en Tacoronte, pueden ofrecer una altura de 2 a 4 varas; a donde acostumbra ir el pez a descansar, en cardume o aisladamente.

Cuando comienza la marea baja, un pescador se dirige silencie mente provisto de la estiva o séase de un haz de arbustos, con que t la boca al charco.

Tan pronto la tapa, varios provistos de hachos de tea se ponía junto a la estiva para espantar a gritos los peces, para que no ganei mar; y cuando ya éste no entra en el charco, arrojan raspas o (¿i pas?) o sea musgos del mar empapados en leche de cardón, para acer mecer al pez, que cogen con fija o a la mano o con cestos. No ent de ordinario (en el agua) por la acción irritante de la leche, especialmente sobre las partes genitales (Tacoronte).

Pescaban de este modo:

1.° Por medio de anzuelos que ataban al extremo de una cuerdade juncos.
2° Arponando (arponeando) al pescado con fisgas de leña blanca, entrando de noche a las orillas del mar con luces cendidas para encandilarlos.

3.° Embarbascando charcos, es decir, poniendo leche de cardón charcos descubiertos a la manera baja, a fin de recoger después los que quedaban aturdidos cuando entraban con la alta marea.

4.° Con redes de juncos a manera de gueldera (Granadilla).

Marisquerías y Pesquerías

—Húrgaos (Burgados} curados. Procuraban mariscar el burgao así que comienza a descabezar el mar o vaciar, porque no estando adherido a la roca es más fácil cogerlo a la mano, en tal abundancia a veces, que un hombre podía reunir hasta una fanega en una sola marea.

Tres almudes de húrgaos con concha, puede rendir un almud de húrgaos curados. El burgao real lo reputaban por más sabroso que el arrechante. Comidos con exceso y bebiendo agua encima, provocan diarreas.

Para mondarlos los pasaban por agua hirviendo, siendo tanto más fácil extraerlos cuanto más pronto lo sometían al agua caliente. Cuando el burgao estaba destinado a ser comido en el acto, le sacaban la carne al primer hervor porque con la carne sale el rabo; pero como este rabo entra en putrefacción al poco tiempo, poniendo en peligro la conservación del marisco, y desaparece cuando se hierve más tiempo, prolongaban la ebullición para prepararlo en conserva o sea el burgao curado.

Después lo tendían al sol hasta secarlo; luego cogían puñados y los estregaban entre las manos para que perdieran el opérculo o escamilla, pasando enseguida a la entretenida maniobra de mondarlos valiéndose de una espina de pescado. Ya mondados los húrgaos, de nuevo los tendían al sol hasta que estuvieran bien secos, y así curados, los guardaban durante meses.

—Hígado de Quelmes. Acabado de extraerlo del pez se lo comían crudo amasado con gofio, a modo de ratera. Lo comían así para purgarse.

—Hígado de Vieja. Guisados los comían revueltos con gofio y en caldos.

—Lapas. Además de comerlas crudas, recién cogidas, ¿y guisadas?, las conservaban por muchos meses por el procedimiento que hoy se llama de lapa curada.

Existían sitios muy abundantes de lapas, al extremo que en las dos mareas del día dos personas podían coger una fanega —una delante desprendiéndolas con arrejada de madera y otra detrás recogiéndolas— que rendían 4 almudes de lapas curadas.

Aprovechaban ciertas épocas del año las grandes mareas para organizar la cogida colectiva del marisco bajo la dirección del Estado y preparar esta reserva alimenticia con destino a los depósitos públicos. Por esto se encuentran aún los restos, en enormes cantidades, en varios puntos. A medida que los mariscadores se apoderaban del marisco, otros los transportaban a determinados lugares; donde habían encargados de separar la carne de la concha para curarla.

Dos procedimientos empleban para separar la pulpa:

—Se reducía el uno a introducir, por 8010 segundos en una vasija con agua hirviendo, cestitos llenos de lapas. En el acto queda separada la carne de la concha. Por este procedimiento la lapa se pone dura y pierde sabor.

—Por el otro sistema es más engorrosa la operación pero conserva el marisco mejor sus propiedades de gusto, aunque en ambos casos quedan como cuero. Consistía en mondar la lapa a la mano, una tras otra, valiéndose de una cascara de lapa a guisa de palanca. Así que tenían como dos tercios de una cesta, ponían dentro de ésta unos cuantos calladitos o pequeños cantos rodados, y metida en un charco del mar, pisoteaba las lapas un hombre hasta dejarlas limpias haciéndolas perder la parte negra del vientre, que es lo que da mal gusto y hace daño.

Preparadas las lapas por uno u otro procedimiento las tendían sobre lajas del mar, unas cuantas horas, hasta que estando bien secas las engraneraban metidas en especies de espuertas, balayas o taños.

—Manió. Lo solían hacer con los meros grandes y gordos. Después de cogidos los dejaban sin aliñar hasta que daban señales de haber entrado en descomposición. No bien olían mal, le quitaban la cabeza, menudo y espinazo y lo guisaban hasta que desaparecía toda la carne.

Lo comían con gofio escaldado y bebían el caldo.
—Pescado jareado. Jareaban la vieja, cazones, morenas, etc. El cazón, que era como el bacalao de los guanches, les duraba seis, ocho y más meses.

Abrían el pescado por el vientre de la cabeza a la cola, limpiaban y lañaban con sajas profundas a lo largo, que rellenaban de sal. Luego lo cerraban y apilaban dentro de cestos hasta el siguiente día, en que lo lavaban perfectamente en el mar y después lo tendían sobre las lajas noche y día hasta que estuviera en condiciones de ser guardado. Cuidaban meter piedrecitas entre las lañas más hondas, para que secara bien.

El pescado jareado quedaba tieso, duro y seco como madera; y lo conservaban muchísimo tiempo.

Cuando lo mojaba la garúa (llovizna) lo consumían antes (Lan-zarote).

—Pescado salado. Ha sorprendido a algunos cómo la industria de la salazón del pescado, tal como la realizan en la actualidad nuestros costeros en la costa fronteriza de África, nació desde los primeros días de la conquista en el Archipiélago; por no parar mientes en que la referida industria existía entre nuestros aborígenes, aunque en escala más reducida y con medios primitivos y rudimentarios. Por manera que el fenómeno inexplicable se redujo a una sencilla transformación, al cambio de la tahona, la naca y féines por cuchillos de acero; a los artefactos y aparejos de juncos, correas, orijama, hueso y leñablanca por otros metálicos; a los troncos de tabaiba fondeados con pótalas de piedra, a los charcos intoxicados con el jugo de euphorbias y al jilme-ro, por buques, lanchas y pescadores de alta mar.

De modo que los procedimientos en la salazón del pescado de hoy son los mismos que ayer con ligerísimas diferencias —que ya existían entre las islas— aunque con un cambio radical en los medios empleados y en la magnitud de la industria.
Para la salazón del pescado esperaban a Marzo y Abril, que es el tiempo de la arribada del pescado emigrante.

7. RECOLECCIÓN MARINA:

—Mariscar. Como a unos sesenta metros de la desembocadura del barranco de la Síbora, próximo al pueblo de Los Silos se halla la Baja del Barranco; a donde se dirigían a nado los guanches de aquel tagoro a pescar y a coger mariscos.

También iban los pescadores nadando desde tierra firme a la Baja de Acentejo, a la de Adeje, y a los Roques de Anaga; como así mismo salvaban a nado una distancia de uno a uno y medio kilómetros, que puede haber entre la Punta de Guamojete a Las Vueltillas, en las riberas de Barranco Hondo en Candelaria.

Se sabe iban a mariscar a la cueva de Roma, en el Risco de Los Cristinos, que no es accesible por tierra sino arrojándose al mar por el Tancón, para ganar la cueva, donde abunda y es muy sabroso el marisco. La cueva está separada del Tancón más de 50 metros, habiendo por dicho lugar un mar de mucho fondo (Arona).

—Salinas. Como no escapó a la república guanchinesca el venero de riqueza que le ofrecía el mar bajo diferentes puntos de vista estableció la administración comunal con la misma severidad reglamentaria que los demás ramos de la vida nacional, para explotarla ordenadamente con el mayor provecho.
Contaba para esto con personal adiestrado en los tagoros costeños, sometidos a la más rigurosa vigilancia de hombres inteligentes que disponían todas las operaciones según los tiempos, las estaciones, épocas de recaladas, recolección de sal, conservas, salazón, etc. Los rendimientos que obtenían del mar contribuían poderosamente al mantenimiento de la república, sin embargo de los medios rudimentarios y aparejos groseros de que podían echar mano. ¡Verdad es que nuestras riberas eran abundantísimas en peces y mariscos! Según la tradición, en algunos reinos había épocas en que a pesar de consumir todos bastante pescado, depositaban cantidades de consideración, en estado de conserva, en los almacenes públicos.

Recogían la sal del mar y salaban las carnes para conservarlas (Güímar).

Aprovechaban el marisco pasado (lapas y húrgaos).

—Viveros. (Donde guardan las bogas para carnada, dentro del agua). Hacen cestos de corteza de cardón y leña blanca. Estos duran y pueden utilizarse para muchos fines.
No así los fabricados con tabaiba dulce, que no sirven para viveros, porque al secarse se estallan (Arona).

II. CULTURA MATERIAL 8. MOBILIARIO, AJUAR, ARMAS E INDUMENTARIA:

—Útiles:

Camas. Por el año 35 (1835) y con motivo de buscar cuevas para ocultar un contrabando alijado, descubrieron una cueva tapiada en el barranco de Amara, que conservaba las camas de los guanches. Estas camas consistían como en cuatro majanos alargados, a guisa de patas, con dos maderos a lo largo encima y varios atravesados; sobre esto ramas menudas y encima de todo pieles de cabras (Arona).

Las camas solían hacerlas de montones de rama seca de helécho y de paja, cubiertos de pieles (Granadilla).

—El chajasco era una madera que es muy fuerte, así como el guaidil que no es tan fuerte y que usaban ambas para camas (San Miguel).

Frote. El mejor frote (para sacar fuego) es el de berode y el balo: la canal de berode seco, y el frotador de balo. Son las dos mejores maderas para sacar el fuego.

Luz. Se alumbraban con hachos de tea, de leña blanca, sabina y raíces secas de cardón.
Se alumbraban con leña blanca, de olor agradable; como la sabina, que den menos humos que la tea.

El pabilo lo hacían de la yerba mechera, que es más o menos del grueso del balanco. La raíz es vivaz.

En verde la sacan ripiándola, es decir, que cogida por el extremo inferior, con las uñas de la otra mano se aprieta y al tirar sale entera la corteza dejando limpio la albura del tallo. Son de 9 a 12 pulgadas de largo. Luego la ponen a secar y a los 2 ó 3 días, se hacen pabilos del largo y grueso que quieran torciéndolas. También podrían sacarla de las malvas (Arona).
Sacar fuego. Lo obtenían frotando rápidamente un palito de balo seco en una ranura hecha en un tronco de verode seco (Granadilla).

Velas. Es probable que del sebo de las cabras y ovejas hicieran velas.

Veleros. Se pueden hacer magníficos veleros (soportes para alumbrar), de todos gruesos y hasta de un metro de largo (cada gajo o del tronco del berode), que con un palo queda fácilmente un agujero cilindrico, pues sólo tienen unas celditas. Por la Cuesta de Las Tablas habían muchos y muy grandes berodes. Para que no se pegue la cera al velero la untan con grasa.

—Ajuar:

Con el hueso hacían agujas, cuentas o dijes de adorno; también agujas de las espinas de pescado, eran finas (Granadilla).

Dicen que con juncos hacían hondas, redes y cuerdas (Granadilla).

Con palmas hacían esteras, mochilas y espuertas. (Habían palmas, si bien presumo que hacían estas cosas con hojas de drago y otras de palma) (Granadilla).

Con cañas hacían cañizos, flautas y biombos (¿pero habían cañas?) (Granadilla).
Hacían balayas y taños de paja.

Agustín Reyes Trujillo encontró también una pila de guanches, de piedra, como de la forma de un dornajito (ovalada), que llevaría como dos jarros de agua. Estaba muy bien labrada por todos lados. La creía destinada a lavarse las manos.

También dice se ha encontrado cachimbas de barro y cuentas (Arona, 1907).

Cucharas. En una cueva que está en el barranco de La Majada de La Casita, en el Pinar de Las Cocinas, Granadilla, se encontró entre restos guanches una aguja, del tamaño de las de albarda (11 cm.), al parecer del informante era una espina de pescado, delgada como una aguja de albarda, pero del medio hacia adelante más fina, ligeramente encorvada, teniendo un agujero o culo como las agujas del día (que se conoce fue hecha) (Granadilla).

Cucharas de barro para leche; encontradas por Agustín Reyes, del Valle (Arona).

Cuchillos. Rajas de obsidiana, llamadas tahonas (Granadilla).

En la cueva del Roque (Cañada de Ucanca) se encontraron 9 cascaras de lapas, muy grandes, como para cucharas (Ucanca).

Lanza. La mejor lanza, por fuerte, es la de leña blanca, de color blanco anaranjado. La tea se astilla y por eso le dejan lo blanco para que la sujete.

Lanzas y Foles. Los hombres usaban lanzas como ahora pero sin hierro ni nada; que llevaban a la espalda un fole o mochila sujeto con correa que le cruzaba el pecho, donde llevaban su comida y sus cosas.
La lanza de tea y además honda de vaquero.

Molinos. En La Atalaya, sobre Jama, han encontrado molinos, cuentas y cruces de barro (Vilaflor).

Los molinos los hacían de cascajo esponjoso. La piedra molinera es de más consistencia; en el mar suele haberlas, también en capas.

Raspadera. Agustín Reyes del Valle de San Lorenzo, encontró en la cueva de Fuente de Beñas, en el barranco de Chija, una raspadera o rascadera de madera, que calcula era para pelar un cochino. Creía era de leña blanca con su pie. El pie era el que estaba agujereado; que supone aseguraban como una chabela o correa (Arona).

Tajalil. Saco a la espalda, al socojo para ir metiendo yerba (Igueste).

—Armas:

Espadas. Utilizaban espadas de leña blanca, así como cuchillos y puñales (éstos también de la tea del almacigo}.

Lascas de acebnche u otro palo que endurecían al fuego.

Lanzas aguzadas. Lanzas de tea.

Macanas. Colgadas de una correa.

Tenían tarhas y Agustín Trujillo de Arona las ha encontrado, hechas de huesos de animales; pero ignoraba su objeto (Arona).

—Indumentaria:

Cabellos: Tanto los hombres como las mujeres llevaban suelto el cabello, muy bien escarmenado, a la espalda. Los más tenían el pelo rubio o castaño, algunos rojos, y otros negros como ala de cuervo. Los hombres eran bien barbados, y se dejaban crecer la barba sin cortarla nunca (Arona).

Todos llevaban el cabello suelto sobre los hombros y se dejaban crecer la barba (Barranco Hondo, Candelaria).

El color del pelo era rubio (Arafo).

Se cuenta que las guanchas tenían hermoso cabello que llevaban suelto que lo recogían formando un ruedo sobre la cabeza para que descansara el cántaro cuando iban por agua.

Vestidos: Pieles de oveja para los vestidos, que es lo que se han encontrado en las momias de Taganana (Taganana).

Llevaban el vestido sin mangas; y gorritas o cachuchas de cuero. Se recogían el pelo (Igueste de Candelaria).
En Abona vestían los hombres como un pantalón de pieles ceñido a las piernas hasta el tobillo, sujeto a la cintura, y una zamarra que le caía más baja de la cintura en invierno, abierta por delante y abrochada con unos palitos —a guisa de botones— que sabía antes cómo los llamaban. La cabeza la cubrían con una especie de sombrero semiesférico o algo cónico, hecho de piel con los pelos para afuera, con cuatro costuras que se partían en cruz sobre la copa y quedando los bordes como pequeñas alas. Otros se ponían un pequeño zurrón como si fuera ensanchado por la boca, tirando el fondo atrás sobre la nuca, como gorro catalán.

Las mujeres llevaban como una camisa más o menos ceñida desde el cuello a los tobillos, sin formar piernas o pantalón como en  el hombre; cubriéndose la cabeza con una barretina o gorro catalán (modelo), de piel, tirando el fondo a la espalda. Al cuello llevaban varios hilos de cuentas de barro.

El vestido en vida no era igual al amortajado, pues los había encontrado el viejo Sierra unos que se conocían eran amortajados, y estaban enzurronados y puestos de intento de cierto modo, y otros sorprendidos por la muerte sin haber sido amortajados (Arona).

Los vestidos eran de pieles de distintos colores y de juncos, con collares de cuentas de arcilla y de hueso (Granadilla).

Las mangas en las mujeres terminaba ceñidas, como una vuelta a manera de pulsera (Arafo).

El vestido era como una camisa larga sin cuello que llegaba a media pierna (Igueste de Candelaria).

En una cueva de Igueste de Candelaria descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de 9 cadáveres... Los más tenían collares de cuentas de arcilla al cuello y algunos, además, alrededor de la cintura (Igueste de Candelaria).

La mujer se ponía una correa alrededor de la frente; y otra en el cuello para diferenciarse la soltera de la casada (Sur de Tenerife).

Tamarcos. El tamarco de los niños se lo ataban por detrás, recogido hacia arriba con una correa (Nicolás Moreno. Sur de Tenerife).

Sombreros: Por sombreros, unos usaban pequeños zurrones de ganado cabrío u ovejuno —conservando el pelo hacia afuera— y otros pequeños casquitos, como si fueran sacados de la cabeza o de parte de ella de las ovejas (Güímar).

Montera. La montera se llamaba guapilete.

Usaban monteras de pellejas (que no recuerda el nombre), que se ataban por debajo de la barba, le caía por detrás una cosa, y era picudo como una mitra (Nicolás Moreno. Sur de Tenerife).

Las monteras de los guanches las llamaban guapiletes (Agustín Reyes, del Valle de San Lorenzo).
—Zapatos: Los usaban de piel de perro, buen calzado; de piel de cerdo, era fuerte para la plantilla o suela; de piel de macho cabrío, bastante fuerte para plantilla o suela.
Agustín Reyes, del Valle de San Lorenzo se encontró habrá 60 años, en las dos cuevas de la Fuente de Beñas, en el barranco de Chija, un xerco o majo de suela de cochino, con la forma de los xercos de la baja nobleza, según hemos descrito; y otro mejor que el anterior, pero ya incompleto (Arona).

(Otro informante) No sabe de zapatos, pero dice vio algunas momias con cueros envolviendo los pies, pero que no sabía (Arona).

Indumentaria de los reyes. Los reyes tenían corona. (Según Cipriano Arribas, era como un pellico o gorro de pieles, con 5 orejas hacia arriba, por delante).

El rey usaba corona de flores silvestres en ciertos actos (Arona).

El rey usaba una especie de calzón corto de pieles y encima como una pequeña túnica ceñida a la cintura con un cinto de juncos; al cuello un collar de conchas marinas y huesitos; a la cabeza como un gorro  de juncos y en la mano un palo como de un metro a guisa de cetro.

Siempre le acompañaba una comitiva (Barranco Hondo, Candelaria).

Vestidos de los nobles. Los príncipes y oficiales se ceñían la cintura an una faja más ancha que la mano, con pieles de colores especiales, be-rendas, según su categoría, además de un bastón o palo de forma tam-ién especial según sus categorías: ambas cosas eran insignias de mando. ,a añepa era una lanza labrada de un modo particular (Arona).

 CERÁMICA Y APROVECHAMIENTO UTICOS,

Barreros:
—Van aún por el barro a Chivisaya, los Barreros, etc. para hacer loza (Igueste de Candelaria).

—Sobre Anochesa existe una greda muy fina para loza de barro, parecida a la que debieron usar los guanches en su cerámica (Güímar).

Centros alfareros:

—Desde tiempo de los guanches hacen en Arguayo, loza como en Candelaria, aunque es más morena: ollas, tostadores, gánigos, etc., pero no vernegales (Valle de Santiago).
—La loza que aún hacen los de Arguayo es porque lo heredaron de los guanches (Daute).

—(Centro alfarero de San Miguel de Abona) (2).

Aseguran en Garañaña las loceras o alfareras que su industria les viene de los guanches, que fabricaban la loza como hoy pero que algunas piezas son de distintas formas y no tenían hornos para quemarla, sino que la ponían en montón en el suelo cubriéndolo con leña, a la que daban fuego y le añadían combustible hasta que se ponía la loza colorada. Hoy, como ayer, emplean igual procedimiento y materiales, que van a buscar a los mismos sitios a donde iban los guanches.

La tierra que utilizan es una especie de arcilla ya colorada, blanca o negra, y pegadiza que llaman barro, siendo más fácil de trabajar la primera, aunque la última es más fuerte si bien más frágil.

El mejor barro de aquellos contornos es el de la Mesa de Tamái-de, que es colorado.

Comienzan por tenderlo hecho pedazos al sol hasta que se seque, majándolos después con una piedra hasta reducirlos a un tamaño como eljable o sea como avellanas, que ponen dentro de un gánigo grande o lebrillo mezclado con agua dulce, en la proporción de un almud por tres cuartillos poco más o menos, pues varía según el estado higromé-trico de la arcilla. Si el barro se la bebe toda, la van regando hasta que no beba más. Después de tenerlo de remojo toda una noche, la soban y amasan como el pan a la vez que van añadiendo arena fina y cernida del fondo de los barrancos, en cantidad aproximada a la mitad del barro. Cuando éste ha perdido al tacto la sensación Usa y pegajosa que produce y se hace bronco y ruge entre los dedos, está para trabajar.

Esta operación la hacen sobre lajorma, o sea una laja, que riegan con arena de barranco para que no se pegue el barro, y donde colocan desde luego la cantidad necesaria para una pieza si es pequeña como gánigo, olla, etc.: porque si se trata de vemegal, talla u otra vasija grande, se trabaja primero la mitad inferior y después se la va añadiendo ruedos a los bordes, —que extienden y alisan con las manos por medio de una especie de movimiento rotatoria— hasta concluir la pieza.

Como no usan moldes, cuando colocan la masa de barro sobre la laja, practican con el puño de la mano derecha un hoyo en el centro, que van agrandando para después formar las paredes de la vasija con el pulgar de la misma mano raspando y como estirando de abajo a arriba, mientras que con la mano izquierda protejen y alisan la pella por fuera; maniobra que llevan a término mojándose las manos con frecuencia en agua.

Luego ponen la vasija a orear la vasija a la sombra durante 8010 horas, hasta que se observe que no se entierro el dedo; en cuyo caso se pasa al raspado.

Este tiene por objeto privar a la pieza de los verdugones y desigualdades que ofrecen ambas superficies, raspándolas con una lajita de bordes cortantes como hacían los guanches o con un pedazo de aro de pipa como practican hoy, para pasar de seguida al alisado aguado. Para esto emplean un callao de mar, de esos que se encuentran bien bruñidos, mojándolo en agua a medida que frotan y pulen las paredes del cacharro; que hay que dejar orear de nuevo para darle tez o color, pues a esta altura aún la loza no lo tiene. Esto lo consiguen valiéndose del almagre, que después de secarlo y ponerlo una hora de remojo y añadirle manteca de ganado para que afirme el almagre y quede más lustrosa, procuran dar una consistencia parecida a la del aceite.

En esta disolución mojan un trapo para untar por dentro y por fuera la loza que lo exige, pues no le dan color a las ollas, tostadores, etc. Buscan con predilección el almagre de Guayero por su color rojo vivo.

Así que transcurre tiempo suficiente para que pasándole el callao, no arrastre el almagre, le dan la última mano o sea el alisado seco, es decir, le dan callao sin mojarlo en agua y para de seguida meterla en el horno, que debe estar bien caliente.

Para esto emplean el hurgonero o pala, con el que disponen la loza en una sola carnada, que cubren con leña de tabaiba o cardón y le dan fuego —renovando el combustible y sin cerrar nunca la boca del horno— hasta que la loza vaya perdiendo el color negro que ostenta cuando comienza a calentarse y se ponga bien encarnada. Entonces se saca en condiciones ya para la venta.

Repetimos que el procedimiento de hoy sólo se diferencia del que se observaban los guanches en que estos no tenían hornos; circunstancia que sólo ofrece la sola garantía de que no se rompa tanta loza, especialmente si hace viento, pero nada más.

A medida que almagran la loza van añadiendo la manteca de ganado. Para almagrar como 12 bernegales basta una traviesa de almagre (o sea lo que llevan las dos manos abiertas y unidas), 1/2 cuarta de manteca y 1 1/2 cuartillo de agua.

Debemos observar:

1.°—Que las piezas que no tienen asiento de los guanches, (como ahora las ollas), se lo quitan al tiempo de rasparlas; momento también en que ponen las asas y se hacen las agujeros y labores, menos los vicos de los tarros que se les forma al principio.

2°—Cuando en lugar de agua dulce se emplea la salada, la loza después de guisada se descaspa y va deshaciéndose.

3.°—Si en la mezcla del barro se pone poca arena, se raja y estalla la loza al darle fuego.
4.°—Las piezas más difíciles son los tostadores y tarros de ordeñar.

5°—La loza se pone negra por la clase de barro, porque con el uso toma ese color.

6.°—Toda loza que se use sin guisar, tan pronto le pongan agua se deshace; por manera que es un error que padecen los que afirman que los guanches la secaban al sol (San Miguel).

Formas cerámicas:

—En las cuevas de la montaña de Los Riscos se encontraron un tarro para ordeñar como los actuales, aunque más pesado y grueso y de fondo plano, con dos asas y dos picos, con cabida para más de una botija.

—En estas mismas cuevas encontraron un rosario completo de cuentas de barro, enhiladas en una cuerda de tripa, con la particularidad que tenía una verdadera cruz también de barro. (Granadilla).

—En cueva indiscutiblemente guanche, con restos de ellos, hemos encontrado una vasija de fabricación andaluza, que prueba o que tenían algunas relaciones mercantiles antes de la conquista o que la robaron en las entradas de españoles; o que aún después de la conquista conservaron por más o menos tiempo sus costumbre por ciertas regiones. Esto nos sucedió por primera vez por debajo de La Esperanza; y también otros objetos en cuevas del Vallito, en la cumbre de Güímar (como fue una correa como de una honda y algunas baratijas) (El Rosario).

—Dice (el informante) que las cuentas y loza es cocida al fuego, hasta requemarla, y por fuera todas las cuentas y parte de la loza alma-griada luego, por ejemplo con el almagre que hay en Guayero, sobre el barranco de Las Gotas (Granadilla).

10. APROVECHAMIENTOS VEGETALES:

—Ajos. El ajo porro o silvestre, que a los tres años ya es bueno, pero pica más cuando es silvestre. Lo ponen en caldos blancos, etc. El patango, es un ajilo pequeño o batatita, que asada es agradable y sustanciosa. Lo comen asado. Crudo es áspero. El grande es del tamaño de una avellana (por Montaña Frías o para los altos son mejores). El sabor recuerda el de la castaña. Si se tuesta queda mondado y lo comen (Arona).

El ajo porro es como ajo salvaje y lo comen.

—Almacigo. El almacigo, da lanzas; la tea es negra, fuerte, incorruptible y pesada (más negro que la caoba sin ser como el ébano).

—Bolsa de Pastor. También pica algo.

—Cebolla. Silvestre o salvaje, pequeña y de buen gusto. La comen en guiso.

—Drago. De entre la madera y la corteza del drago se hacían las cintas de drago o sea unas tiras del líber que sacaban haciendo un corte transversal machucando con una piedra y luego por los lados, de modo de meter los dedos y tirar en dirección del eje para irla arrancando; acto que se facilita siguiendo machucando en dicha dirección y tirando. Dicen que de esto hacían las hondas: son duras y flexibles mientras están húmedas (Granadilla).

—Heléchos. Las raíces de helécho las recogían con lajas, cuernos y palos (Sur de Tenerife).

Los heléchos pueden cavarse todo el año; pero por escasez, al entrar en primavera.

—Hierbas aromáticas. Las yerbas más aromáticas son el incienso morisco (que es ¿el ajenjo!), y el tomillo, la yerba de risco, retama (que es la más aromática), el poleo (arbusto) (Arona).

—Higueras tarajales. Eran los higos cumplidos como un higo de Indias o brevas tempranas, blancos por dentro y colorados (hay otros al revés) por fuera. No eran muy gustosos. Dicen que eran de los guanches (Sur de Tenerife).

—Labasa. Es como una acelga silvestre, la hoja para potaje y como verdura (Arona).

—Leña Blanca. Hacían hachos y daba luz sin humo. Era algo aromática (Arona).

—La mejor lanza, por fuerte, es la de leña blanca, de color blanco anaranjado. La tea se astilla y por eso le dejan lo blanco para que la sujete. Utilizaban espadas de leña blanca, así como cuchillos y puñales (éstos también de la tea del almacigo). Para el fuego la leña blanca es más dúctil que otra madera y no estalla. Después del fuego se endurece más.

—Leña Negra. Es un arbusto que se cría en las medianías. Da una vaga con hueso u almendra, que se puede comer como fruta. Es parecida al fruto de la zarza en tamaño, y morado cuando en maduros. No es sabrosa.

—Leñanoel. La leña noel o palo santo (la rama del arbusto es el ajafo, y el tronco con los gajos es lo que llaman leña noel o palo santo) es la más aromática (Arona).

—Lentejilla. Nace entre los guagarsos y que comen los animales (Sur de Tenerife).
—Madroños. El madroño y el mocan los recogen a partir de Mayo.

—Mocanera. La macanera es árbol bastante grande, que da un fruto algo más pequeño que la mora, con hueso, pareciéndose su sabor al dátil, algo más dulce, dejando la boca secante como el dátil verdoso. Los carpinteros lo han destruido por el mérito de la madera (Adeje).

Del mocan preparaban una miel llamada chacerquén (esto debe ser copiado de algún autor) (Granadilla). Igualmente del mocan hacían un vino y azúcar (Arona).

El mocan da el palo más fuerte que conocen en el Sur. Tiene un color rosado claro, que conserva. Las lanzas que pueden sacarse son soberbias. Es pesado, duro y no es quebradizo.

—Palma. De las palmas, que las cortaban y ponían a recoger el jugo con una olla, del que hacían vino, vinagre y otras cosas (Sur de Tenerife).

—Pata de Gallo. Parecida al helécho, que se cría en riscos húmedos y grietas, de raíz vivaz, es tuberosa como el helécho, como de un dedo de grueso y llega hasta una mano o una tercia. Es de color blanco verdosa después de mondada. La comen cruda y es de sabor agrio y áspero (Arona).

—Patango. Da una cebolla como un garbanzo. Lo tuestan, es muy agradable y alimenticio. Había mucho de eso, sobre todo en años invernosos. Se cría en terrenos pobres. Lo usaban los guanches.

—Piñón. Recogen el piñón que estalló de Marzo en adelante hasta el verano.

—Sabina. Da poco humo también, al arder es muy aromática (Arona).

La sabina, tiene mucha hebra, se abre con facilidad; el corazón de un color anaranjado subido y es aromática siempre.

—Tabaiba dulce. Fabrican la tabaiba practicando hendiduras en los tallos del arbusto tabaiba dulce para recoger la leche en unos gani-guitos que colocan al efecto; luego la guisan, añadiéndole un poco de agua cuando levanta el hervor, y la trabajan más tarde con las manos y le dan la forma de pelotas (Arona).
De la leche de este arbusto se saca la liria. Para esto se saca la leche de una rama haciendo incisiones y se recoge en un gánigo; después se fríe con un poco de aceite, hasta que quede como pasta. Para coger los pájaros, se untan unas varillas de esparto, como una tercia de largas, o cosa parecida por su elasticidad, y se colocan en los sitios donde vayan los pájaros, por ejemplo a orillas de los bebederos (disponiéndolas como combinados en forma de que tengan que pisar algunas); y cuando quieren volar se les pega a las patas, etc.; y se les coge (Taganana).

—Taferte, es un mato que se cría en la costa de Arona, Guasa, etc., que se parece al ajalo. Hay dos variedades, de una comen la hoja en crudo como rábanos, y otro que da una semilla como la de col muy picona después de machacada, que ponían en los mojos en lugar de pimienta o guindilla (Arona).

—Tintes. Teñir de encarnado. Dicen hacían un encarnado muy fino para teñir, de sangre de drago y manteca de ganado. De amarillo teñían con gualda. (La Escalona, Vilaflor).
El hongo del guagarso tiñe de amarillo oscuro; la gualda, que es silvestre, tiñe de amarillo (Sur de Tenerife).

—Turmas o criadillas. En la primavera hasta Julio, es la época de coger las turmas o criadillas de tierra.

—Zanahorias. En los barrancos existe la zanahoria silvestre, cuya raíz de una pulgada de diámetro, más o menos, y de larga una cuarta (se cría en los riscos), que se come en crudo después de pelada, y tiene el gusto de la zanahoria. Es la raíz amarillosa (Arona).

La zanahoria silvestre se cría en los barrancos y riscos sombríos (como en el barranco del Rey); es yerba vivaz, forma una raíz, la mayor como de una tercia de largo y del grueso como el pulgar, de sabor algo acre, agradable y aromática. Se come en crudo, de la consistencia del rábano y masa compacta. Se produce o forma la raíz en la primavera.
—Zarza. Da racimos que se comen crudos (¿pueden fermentar y dar vino?) (Arona).

11. TRABAJO DEL CUERO Y CORDELERÍA:

—Cariana. Se llama un zurrón grande que tiene una trenza de cuero, que naciendo de una pata del zurrón a una mano; con parte de la trenza cierran con unas cuantas vueltas la boca del zurrón, y después lo llevan a la bandolera a la espalda (Arico).
Cairana: Zurrón de hombro (Taganana).

—Cordones. De hojas de palma (Sur de Tenerife).

—Cuerdas. Entre otras cosas, los guanches empleaban la cascara de torbisca como cordones (Güímar).

—Curtido. Sin duda las pieles las gamuzaban como aún hoy lo hacen ciertos pastores: matan la res, lavan en el acto la piel ( de oveja) y de cabra ( pero la de cabra hoy no lo hacen porque le quitan el pelo, sólo lo dejan para zurrones de tabaco) y en seguida le ponen ceniza de pino, y luego la adoban a fuerza de brazo durante 2 ó 3 días; hasta que se seque; y queda siempre muy amorosa conservando el pelo sin caerse nunca, luego con una piedra pómez la estregan y queda muy blan-quita. Zurraban las pieles y las tenían de distintos colores (Granadilla).
—Esterillas. De palma y de corteza de torvisca (Sur de Tenerife).

—Hilos. Sacan hilos de la corteza de la malva y dan hilos fuertes, torciéndoles, como para pescar. También los sacan de la corteza de la torbisca. Son los dos mejores para dar hilos. (Arona).

—Hondas. Las hacían de torbisca y otras cortezas de matos (Barranco Hondo, Candelaria). (Ver aprovechamiento de la corteza del drago).

En varios pueblos aseguran que los guanches tenían hondas (No lo creo) (Arona).
—Redes. De junco (Sur de Tenerife).

—Tiro del Guanche. Este nombre le viene a un lomo, porque allí vivía un pastor que se hizo célebre por su certera puntería que arrojaba a distancia donde otros no alcanzaban, ya con la mano; ya con honda de junco (Granadilla).

—Tripas. De éstas hacían correas muy finas y de la piel otras más bastas.

—Zurrones. También los hacían (zurrones) o zamarras para llevarlos al campo llenos de semilla, la comida, la leche etc. (Güímar).

—Los guanches llevaban los zurrones al socojo con agua cuando conducían sus rebaños (tendidos a la espalda o en bandolera) (Arona).

—Llaman botana (botona), que se utiliza preferentemente cuando el zurrón se pica por algún lado y deja salir el gofio o el agua, al tapón de madera en el zurrón (Taganana).

12. TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS:

—Casas. Hacían casitas cuadradas de un agua y otras con la parte de detrás más baja que la de delante, el agua corría para atrás (Candelaria). Todas pequeñas, unas y otras; las cuadradas 3 varas de ancho y 4 de largo. De sobrepuerta utilizaban un palo o piedra.

Sin tronja, sino una tabaiba de frente o ahulaga para que no entraran animales.

—Construcciones de madera. La madera de leña blanca es incorruptible y la más preferible para techumbres (Arona).

—Techos de chozas. Palos formando vigas, de sabina como más fuerte; encima latas de leña blanca o halos tupidos; encima una capita de ahulaga o salados (como un dedo de grueso); encima tierra de teja o arcilla amasada como torta, pisándola para que formara cuerpo con la ahulaga, y encima toda la ceniza que podían, y queda impermeable. El agua no cala, la ceniza mea. La ceniza más fina es la de ahulaga y la de balo. No se mojaba.

Sujetaban la leña blanca o halos con juncos (después aunque se pudra no importa).

Otras sueltas. También con tamisa de tabaiba dulce (cortan un pedazo de tabaiba del largo que quieren sacar las tiras); luego la ponen al fuego hasta que se desprende la cascara, y después sacan las tiras. Aguanta más que el junco.
—Construcciones de piedra. Cerca de la Morra del Tagoro existió hasta 1868 una pared de piedra seca de forma circular y como de 8 metros de diámetro, que señalaba la tradición como obra de los guanches (Granadilla).

—Las paredes de piedra seca, y algunas embarradas con mezcla de boñiga y ceniza, por dentro de las paredes. Después las blanqueaban por dentro con tierra blanca (la hay en Los Cristianos, en El Mojón, en Cano en el Valle de San Lorenzo etc.). Es blanca rosada.

—Cuevas excavadas. Dicen que los guanches abrieron algunas cuevas de toscas, como en el Lomo de La Cantera, de La Higuera, en Chimichi, en el Desierto, en Ifara, en el Lomo de Las Cuevas, en Ve-lázquez y en San Isidro (¿Será cierto?) (Granadilla).

—«En Daute la escasez de cuevas obligaría a los guanches a levantar chozas de piedra seca cubiertas de paja o de heléchos, de que sabemos usaban en esta isla cuando no tenían cuevas». (Tomada esta referencia de otro autor) (Daute).

—«Los Chaureros» están cerca de la ermita del Pino (Charco del Pino); donde se encuentran restos de casas guanches; próximo a Chinama (Granadilla).

—En Siguana, en la costa (Granadilla) hay también restos de habitaciones guanches. En los Cerritos del guanche o el Chacais de la Pared, en la costa, como a media legua del mar, debajo de Atogo, también existen las ruinas de casas de los guanches (Granadilla).
Viviendas:

—En chozas de piedra seca, cubiertas de paja y tierra (Araya).

—Además de las cuevas, tenían chozas de piedra seca cubiertas con ramas (Barranco Hondo, Candelaria).

—El gobernador Bartolomé, natural de La Hondura, en Arona, dicen vivía en casa de piedra seca cubierta de madera de sabina y paja de cebada, como todos los gobernadores guanches de su categoría, entre otros distintivos e insignias de su mando, usaba una lanza de orobal de 14 palmos de alto (Arona).

13. NATACIÓN Y NAVEGACIÓN

Natación.— ¡Es asombrosa la credulidad humana! No se comprende cómo la noticia más absurda lanzada sin meditación por cualquier cronista es copiada por los demás autores y por el público sin investigar los hechos, sin someterla siquiera a las reglas de la crítica y hasta a las del buen sentido. Aparte de que sería una excepción incomprensible que los guanches fueran los únicos del Archipiélago que ignoraran el arte de la natación, ¿cómo se explicaría esta ignorancia cuando le era indispensable para las faenas de la pesca, cuando el mar era una de sus fuentes principales de vida, quizás la primera después de la ganadería? Por lo demás, sin contar que la natación era un arte obligado entre los guanches no sólo por exigirlo la república sino para adquirir todo hombre sus derechos civiles, son numerosas las tradiciones que se ocupan de este asunto, atestiguando que eran famosos nadadores. Sólo faltaba molestarse en recogerlas. Basta a nuestro propósito exponer las siguientes: como a unos sesenta metros de la desembocadura del barranco de la Síbora, próximo al pueblo de Los Silos se halla la Baja del Barranco; a donde se dirigían a nado los guanches de aquel tagoro a pescar y a coger mariscos. También iban los pescadores nadando desde tierra firme a la Baja de Acentejo, a la de Adeje, y a los Roques de Anaga; como así mismo salvaban a nado una distancia de uno a uno y medio kilómetros, que puede haber entre la Punta de Guamojete a Las Vueltillas, en las riberas de Barranco Hondo en Candelaria.

En el puerto de Los Cristianos ganaban la cueva de Roma, arrojándose por el Tancón, que está separado unos 50 ó 60 metros. En los certámenes anuales de natación celebrados por ministerio de la ley acudían todos los tagoros del achiihenceyato de Moreque al puerto de Los Cristianos; y eran proclamados grandes nadadores a los que libraban a nado, sin tomar tierra y cierta unidad de tiempo, la distancia desde la punta de La Rasca hasta el Charco del Lino faldeando el Risco de Los Cristianos. El tribunal, presidido por el achimencey, se establecía sobre un punto del Risco en que dominaba el recorrido (Arona).

Argel, que pertenecía al reino de Adeje y Daute. Aún existe por allí una gruta denominada cueva de la guaucha, donde vivió una guancha. Frente a la referida gruta, que está cerca del mar, existe una baja alejada de la orilla 200 ó 300 metros, separada de tierra por un brazo de mar profundo; y es tradición que la guancha se acogía nadando en la Baja, siempre que veía gente que le fuera sospechosa. Tenía fama de muy nadadora (Adeje).

—Los pescadores —los que lo eran— iban nadando desde la punta de Guamojete o Guadameña a las Vueltillas, que distaran como 11/2 kilómetro, pues no hay paso por tierra.

También iban a la Baja de Acentejo, donde se acogieron los derrotados en Centejo; lo mismo que a los Roques de Anaga.

—Eran los guanches grandes nadadores. Asegura la tradición que el rey de Moreque subía ciertos días a los altos de Guasa para saber quién era el más nadador; conceptuándose como gran nadador, al que tirándose por la Punta de la Rasca salía por Los Cristianos a un punto señalado, bordeando todo el Risco.

Navegación:

—Balsas. Para pescar de a bordo, separándose de tierra a veces a bastante distancia, las hacían de ordinario ya de troncos de tabaiba dulce, bien de foles henchidos de aire, o bien combinando ambas cosas; en las que embarcaban dos o tres o más personas según el tamaño.

Manejaban estas balsas con las manos armadas de pequeñas paletas de madera y hasta en ocasiones —según la tradición— utilizaban una velita cuadrada de pieles, entre dos varas paralelas que sostenían verticales con las manos los mismos tripulantes, enfachándola al viento.

Cargaban en esta balsa: la pótala con varias brazas de cabo de junco; todos los apatuscos de pescar, como cañas, guelderas, etc., foles con agua y comida; otros vacíos para transportar la pesca; y si era de noche, hachos que sostenía encendido un muchacho. Hasta principios del siglo pasado, en que el monte bajo de las costas y medianías no había sido talado en su mayor parte, las tabaibas dulces que se criaban con especialidad junto a los cardones alcanzaban muchas hasta los dos y tres metros de altura y sus troncos un diámetro de medio metro y hasta de una vara. He hablado con personas de todo crédito, que han visto después de mediado el siglo XIX echar en el puerto de Los Cristianos una sola tabaiba seca, de 3 cuartas y 1/2 de diámetro el tronco, sobre la que se encaramaban dos hombres para pescar a viejas, después de fondearla con una pótala (Informante: Victorino, el padre de Froilán. Los Cristianos).

Había algunas de doble tamaño, en que los foles iban entrevera dos con los maderos de tabaiba; y otras más pequeñas. En lo que pudiera llamarse proa, así como en la popa, llevaba un fole abierto a todo lo largo por su parte superior, que cerraban con lazadas de correa, que hacían de bodega o stay (como en los barcos de pesca) para guardar comida, agua, apatuscos, etc.

—Balsas de madera, (3). No ha llegado a nuestras noticias que emplearan los guanches otra madera para construir sus balsas que la de tabaiba dulce seca.

Consistía en dos o tres emparrillados de troncos de tabaiba sobrepuestos en sentido inverso, asegurados con clavijones o varas de leña blanca y cordeles. Éstas eran de distintos tamaños.

Otras veces consistían en una o dos tabaibas con las ramas entrelazadas y atadas.

—Formas de las balsas. Para construidas exclusivamente con foles o zurrones, obtenían éstos de la piel de los machos cabríos más agigantados; que mataban degollándolos, y luego completaban la herida de la piel circularmente alrededor del cuello, por donde empezaban a desollar al animal hasta sacarlo por ella entero. Después adobaban y preparaban el zurrón , concluyendo por vigorizarlos y hacerlos impermeables con cierto bálsamo que preparaban con resina blanca de pino, sangre de drago y otras sustancias que no conocemos.

De ordinario, después de soplados y aseguradas las bocas, empleaban 869 foles para una balsa. Los disponían paralelamente uniéndolos por medio de fuertes trenzas de correa cruzadas en forma del guarismo 8; por manera que todos los zurrones constituían un sólo cuerpo y quedaban además cubiertos por otra capa formada con las trenzas. Había bolsas de éstas que llevaban el perímetro reforzado por cuatro troncos de tabaiba como si fuera metida en un marco, al que quedaba adherida sólidamente.

—Con un zurrón soplado atado a la cintura se iban a La Gomera y viceversa (Sur de Tenerife).

III. CULTURA INTELECTUAL 14. CONTABILIDAD:

—Golpe de vista. Lo tenían en grado especial los guanches para ciertas cosas, como para echar de menos una res en un rebaño de 300 ó 500 cabras.

Aún en la actualidad sucede algo parecido, pues me aseguran ganaderos tener pastores que al primer vistazo saben si les falta alguna cabeza y cuál, sin contarla.

Lo que a mí me consta es que un cabrero que tenemos en Guayero (Chasna-Vilaflor), que pastorea un hato como de 90 cabras, me sorprendió un día en que salió a buscar un báifo que le faltaba (el giáco) y hablando con él con este motivo, y preguntándole de cuantas reses se había hecho cargo, descubrí no sabía contar arriba de una decena. No supo decirme cuántas le habían entregado, ni del total que respondía; pero en cambio me las nombraba una a una por sus nombres, y no hacía más que tender la mirada para saber si estaban todas o no, y cuáles faltaban.

—Sistema de cuenta. Dicen que contaban por los nudos de los dedos y sabían dividir el tiempo (Arona).

15. MEDICINA (4):

—*Médicas. Tenían mujeres médicas (Araya).

—Bálsamo. Lo hacían de zumo de mocan y tierra colorada o almagre; el que usan las loceras para dar color a los vasos, como bernegales (Adeje).

—Lo preparaban principalmente con los polvos de cascara de haya, resina de pino, etc. (Arafo).

—Se ha encontrado envuelto en hojas de drago y ramas de sabina (Arona).

—Algunos campesinos afirman que el bálsamo de los guanches tenía mocanes machacados, y una parte de manteca, entre otras cosas porque dicen que el bálsamo es susceptible de arder si se le aproxima una llama (Güímar).

—El bálsamo líquido que conservan en algunas botellas, ¿son verdaderos bálsamos de de los guanches? Parece serlo; aunque hasta ahora no lo he encontrado líquido; sino en estado sólido y en estado semilí-quido. Los del Gabinete (de Sebastián Casilda) se parecen a la miel de caña por su color y consistencia, aunque al parecer más líquida; y aún tiene un olor que la recuerda; y como si además le pusieran tierra fresca (Gabinete de Sebastián Casilda. Tacoronte) (Vid. Anexo n.° 2).

—Catarros (de pecho). Hacen un lamedor de tosilao salvaje o tosilao (guisan la flor, higos pasados) y luego azúcar o miel (Sur de Tenerife).

—Cáusticos. Lo es la leche de cardón, así como la tabaiba salvaje.
—Apliqúese leche de cardón, o esta leche después de seca, molida, poner los polvos (Arona).

—La leche de cardón la emplean como cáustico enérgico para destruir las partes mortificadas (Taganana).

—Diversos (tumores). Para madurarlos, las hojas de la maljurada machacada y amasada, aplicarlas (Sur de Tenerife).

—Brisera en los pies. Póngase leche de tabaiba salvaje (Arona).
—Esguince. Lo trataban y tratan, mojando la parte afecta con leche de tabaiba salvaje, encima tierra fina, luego una compresa de lana (una torta) y por remate un vendaje. También con esto sacan el frío.

—Desconches. Un desconche, que hincha, lo curan con la leche de tabaiba salvaje y tierra del pie de la tabaiba (o con el estiércol de conejo molido) y se queda pegado y se la cubre (Sur de Tenerife).

—Empeines vivos, carbuncos, etc. Úntese con la mezcla de dos gotas de leche de cardón con otras dos de tabaiba salvaje.

—Fracturas. Lo mismo en el hombre que en los animales, las reducen primero; después colocan varias férulas hechas con cascara de tabaiba salvaje acabada de desprender y de seguida la atan bien; luego reposo.

—Golpes. Para evitar postemas: el carbón del sauce (molido y tomado con agua), también la sangre de drago (Sur de Tenerife).

—Heridas. Se masca la yerba pastelera y se aplica como parche, que se pega (Sur de Tenerife).

—Hierbas medicinales. El tosilao, yerba silvestre que se cría en los riscos, barrancos, etc., hacen lamedores para catarros, pulmonías, etc. (Primero se hierve sólo la flor y después se aparta así que coja color; luego se somete el cocimiento al fuego mezclándole miel de abeja, y lo dejan mermar hasta la consistencia de jarabe. Lo dan a cucharadas, de rato a rato) (Arona).

—Irritación. La irritación o cauterización en los ojos producida por la leche de cardón, se cura con la leche del cornical.

—Medicamentos. Extraían o hacían una especie de licor del mocan y de la zarza, que utilizaban como medicinas. (Arona).

—Modorra. Se bañaban y tomaban cocimiento de incienso para curarse la modorra, con otras yerbas (Igueste de Candelaria).

—Nubes. (En personas y animales). Colirio hecho de zumo de conejera con sal de mar.

Igual procedimiento se utiliza con los polvos de giba de mar (Arona).

—Purgante. Hoy se purgan con tabaiba dulce, y dicen que era el purgante de los guanches, poniendo en un vaso de agua cuatro o cinco gotas (purgante drástico).

—Utilizan como purgante la raíz de la zarza blanca (que es la raíz de zarza, la que tiene el tallo blanco, porque hay otras con el tallo morado). Se pela la raíz (que son cómo las de helécho, se pela y se pica) y como media traviesa de la mano, de una de lenteja guaricha (ésta es listada entre encarnada y parda y más pequeña) y se guisan muy bien para quedar en una cuarta de agua. Después en una palangana se deshacen entre las manos, las estregan, y se cuela, y queda un agua de color de vino y se da como laxante (Sur de Tenerife).
—25 granitos de murgañera, molidos y tomados en agua, es un purgante drástico.

—Con tres gotas de leche de tabaiba salvaje en una taza de leche, evacúa al poco tiempo. Todo el que lo toma le ataca a la cabeza, produciéndole un sensación como si tuviera humo dentro y queda algo atontado.

Algunos cerdos han muerto con 3, 4 ó 5 gotas dentro de agua, caldo o leche, purgando en el acto. Como contraveneno, para vomitar, dan agua caliente (Arona).

—Resfriados de estómago. Hervir la raíz del incienso morisco y dar tazas de agua; y también el poleo (Sur de Tenerife).

—Revulsivo. El revulsivo de los guanches, que aún hoy se usa, es poner la leche de tabaiba (dejándola escurrir del tallo encima de la parte), poniéndoles carnada de leche y tierra bermeja fina, y encima un poco de lana para abrigar la parte. A las 24 horas se forma una vejiga (era el vejigatorio, y lo es hoy en los pobres, de los guanches).

—Tabardillo. Lo curaban dándole el zumo exprimido del verode macho o de vinagrera (ésta mancha), sobre el espinazo y pulseras (para lo que empapaban trapos con el zumo y se las ponían en las muñecas). Repetían la faena a medida que se secaba.

Al interior, agua y manteca de ganado (el agua tibia para que se deshaga, porque sino no se deshace), a cortadillos como frescura. Tazas de agua de malva con manteca de ganado; agua de culantrillo (Sur de Tenerife).

—Vomitivo. Como vomitivo fuerte emplean 3 gotas de leche de tabaiba salvaje en un huevo crudo (Arona).

—El zumo de la batatilla (tuberosa) del lirio silvestre que se pela y maja sobre una laja; 3 cucharadas de este zumo, que es malo de tomar es vomitivo-purgante. A veces es más vomitivo que purgante (Sur de Tenerife).

16. RELIGIÓN Y CULTO A LOS MUERTOS:

—Embalsamamiento. Introducían el bálsamo al cadáver por la boca, narices, recto, etc.; y luego untaban todo el cuerpo; y luego lo amortajaban con las pieles y lo exponían algunos días al sol. Pasado un cierto tiempo lo metían en una cueva funeraria y la tapiaban con piedras secas. Es raro encontrar un cementerio guanche (cueva) que no tenga una porción de leña, ya de sabina o de brezo, así como tierra colorada (Adeje).
—Antes de embalsamar los cadáveres, los lavaban con jugo o leche de tabaibilla para que se mirlaran (Barranco Hondo).

—Hemos encontrado esqueletos con sustancia negruzca idéntica al bálsamo de los guanches y aún dentro de algunos cráneos (San Miguel).

—Se conoce había personas que tenían la industria de preparar el bálsamo y tenían grandes depósitos, como hemos descubierto en cuevas de Candelaria, Guía y Arona (San Miguel).
—Estoy convencido tenían varios procedimientos, pues en unos se encuentra el bálsamo adherido y en otros no hay ni señales. He observado que los mejor conservados no tenían bálsamo, como si los desecaran y curtieran (San Miguel).

—Dentro de una cueva de Araya se encontraron dos momias y en la misma cueva el bálsamo de los guanches, compuesto de mocanes machacados y unto de cerdo (Araya de Candelaria).

—Dicen también tenían tres clases de bálsamos; siendo el principal para ciertos jefes (Arona).

—Exequias. Las celebraban durante los 15 días que el cadáver permanecía expuesto al sol después de embalsamado (Granadilla).
Honras fúnebres. Al cadáver lo acompañaba toda su familia durante unos días con sus noches, hasta conducirlo a la cueva; en cuya puerta hacían también cierta ceremonia antes de marcharse. (Barranco Hondo).

—Al individuo que moría lo lloraban mucho, acompañando al cadáver durante seis días, pero colocados a cierta distancia, la familia, amigos y vecinos del muerto. Desde luego colocaban el cadáver junto a la cueva en que había de ser inhumado, al aire libre; encendiendo hogueras por las noches en dicho sitio.

El cadáver era colocado boca arriba, y lo inhumaban al sexto día después de una ceremonia de despedida. La familia del muerto llevaban la comida para todos los acompañantes durante esos días (Barranco Hondo).

—Cuando moría alguno, las familias y vecinos se reunían y lo lloraban mucho (Arona).
—Dicen que cada ocho días sacaban las momias y las lloraban. ¿Sería que iban cada ocho días a ver si estaba mirlada y la llorarían hasta que al fin la dejaban cuando la encontraban bien momificada? (Arafo).

AMORTAJAMIENTO:

—Amortajamiento. Es indudable que todos los cadáveres guanches eran amortajados, pues aún en las cuevas en que aparecen sólo esqueletos se encuentran restos de vestidos, cuentas, etc. y demás adornos que usaban (San Miguel).

Enzurronados. El vestido en vida no era igual al amortajado, pues los había encontrado el viejo Sierra unos que se conocían eran amortajados, y estaban enzurronados y puestos de intento de cierto modo, y otros sorprendidos por la muerte sin haber sido amortajados; pero que también vio muertos que habían sido amortajados con los vestidos que usaban en vida (Arona).

—Para coser las pieles empleaban los guanches cuerdas de tripa. Basta coger un intestino delgado de cabra, etc., y limpiarlo detenidamente y por completo, y luego torcerlo para obtenerlos (Güímar).

—Conducción de cadáveres. Lo hacían al hombro sobre varales (Granadilla).
—Sepultureros. Tenían nombrado un sepulturero y una sepulturera, para enterrar cada sexo al suyo; que les estaba prohibido comunicar con los demás. Eran mal mirados (Araya).

ENTERRAMIENTOS:

—Túmulos. En la cueva de La Hilandera, en Las Galletas, Agustín Reyes Trujillo, del Valle de Arona (viejo como de 80 años), descubrió hace años como un matorral bien hecho, como de 1 metro de alto, dos de largo y uno de ancho, que tenía dentro el esqueleto de un hombre. Las piedras estaban colocadas con cuidado y esmero. Este matorral estaba en un morretito un poco más arriba de la dicha cueva, y como a 1/2 kilómetro del mar (Las Galletas, Arona; 1907).

—Se han encontrado en Ayesa sepulturas con lajas espetadas (Arafo).

—Por dentro del Topo, en un beril del barranco del Medio existen aún los restos de un sepulcro rodeado de lajas espetadas (Arona).

—Ha sido frecuente, según dice el pastor que relato, y el dicho Esteban Ramos (lo que quiere decir era también general en el Sur) encontrarse sepulcros del siguiente modo en las cumbres a la altura de Vilaflor, una serie de lajas vivas empinadas, como de 1/2 vara a 3 cuartas, dispuestas como hoy en forma de ataúd, el fondo también de laja; luego encima restos de varios cadáveres, y encima de ellos otra serie de lajas, y todo cubierto con tierra, que había de quedar como un cerrito. Aún existe uno, en medio de un llano, en El Traste, pegado al Pinalito (jurisdicción de Vilaflor). Esteban Ramos ha encontrado varios en distintos puntos de la cumbre. Otros se encontraron igual, cerca del mismo punto, junto a La Ladera. Éste estaba junto a una cueva que se conoce fue habitación guanche (Granadilla, Vilaflor y Sur de Tenerife).

—Han encontrado túmulos (lajas espetadas alrededor). Información dada por un viejo pastor (Granadilla).

—A los guanches, cuanto mayor categoría, los sepultaban en montañas mas elevadas (La Guancha).

Como en algunas otras partes se han encontrado en la Cruz de Itote lajas espetadas alrededor de sepulturas. Otras se han encontrado como un empedrado como de dos metros de largo y uno de ancho, de piedras grandes, y debajo un sepulcro con huesos (Barranco Hondo).

—Sarcófagos. Se encontró uno en El Picacho, de tea, que pudimos reconstruir en parte, y que conservamos en el Gabinete Científico. Es como una especie de dornajo, que lo cubría una tabla de una sola pieza. En una cueva tapiada (Barranco Hondo).

CUEVAS FUNERARIAS:

—Las cuevas sepulcrales de los guanches unas eran para los jefes y otras para el público; lo mismo que a los primeros los ponían en lechos distinguidos, sarcófagos, entarimados, etc., y los otros sobre el suelo. Dicen también tenían tres clases de bálsamos; siendo el principal para ciertos jefes (Arona).
—En la Media Montaña, debajo de Barranco Hondo, descubrimos otra necrópolis con más de 100 cráneos en una cueva y una seudomo-mia de mujer y de niño, como de 4 ó 5 años.

Estas se encontraban en una gran grieta próxima a la caverna. La mujer, envuelta en pieles de cabra y de oveja, tenía por sarcófago una rama de árbol, entre cuyos gajos en diferentes direcciones la acomodaron perfectamente.

Muchos de los cráneos tenían huellas de heridas más o menos grandes: había cicatrices horribles que curaron (Barranco Hondo).

—En una cueva de Igueste de Candelaria descubrí el año 1885 una necrópolis bastante extraña de nueve cadáveres. La cueva es pequeña con suelo de basalto ahoyado naturalmente y de estrecha entrada.

Los cadáveres estaban revueltos, con los miembros entrelazados al azar, como si precipitadamente los hubieran arrojado allí de cualquier modo. Algunos tenían las manos contraídas. Los más tenían collares de cuentas de arcilla al cuello y algunos, además, alrededor de la cintura.

Todos estaban bajo una cubierta común de una sustancia negruzca de olor particular que ofrecía los caracteres del bálsamo guanche, mezclada con tierra desprendida del techo.
Como se deshacían al tocarlos, necesitamos disponer de muchas horas para irlos estudiando en sus particularidades. Sólo pudimos salvar uno y en regulares condiciones (Igueste de Candelaria).

—Se han encontrado restos en el Entando, Pico del Valle, barranco de la Fuente, Perdomo, cueva de Reina en Perdomo (Arafo).

—En la cueva de la Marrera es tradición de que vivieron. Esta cueva estaba toda empedrada con lajas; y en ella hemos encontrado muchos huesos de guanches. También existe otra en el barranco de Juan Luis, donde se hallaron muchos huesos y cuentas (Güímar).
—La tradición dice que las cuevas funerarias eran comunes a mujeres y hombres (Granadilla).

—En una cueva que está en el barranco de La Majada de La Casita, en el Pinar de Las Cocinas, Granadilla, se encontró entre restos guanches una aguja, del tamaño de las de albarda (11 cm.), al parecer del informante era una espina de pescado, delgada como una aguja de albarda, pero del medio hacia adelante mas fina, ligeramente encorvada, teniendo un agujero o culo como las agujas del día (que se conoce fue hecha) (Granadilla).

—En Chimichi hay una cueva, de boca estrecha y ancha dentro, enlosada, con muchos huesos y cráneos; debajo como pinocho en cama.

—Nunca hemos encontrado en estas grutas (cuevas funerarias) nada parecido a lo que dice en una nota Viera, tomada del obispo Rochester, respecto a la costumbre de los guanches de poner vasijas (con leche o manteca) junto a los cadáveres. Sólo tahonas, cuentas, anzuelos, trozos de bastones.

Por regla general elegían cuevas de suelo y paredes más impermeables y menos expuestas a la acción de los agentes exteriores; prefiriendo las de entrada angosta; unas son de fácil acceso y otras dificilísimo, sin duda por las transformaciones sufridas con el tiempo.

Hemos hallado cuevas de 4 ó más metros de altura sobre el suelo, conservando al pie del risco como montones de piedra a manera de pirámide que sirvieron de escalera. Hay otras, en cambio, a mitad de riscos profundos en que un estudio geológico del terreno demuestra sin ningún género de dudas se conservan casi en iguales condiciones respecto a la altura y configuración, siendo difícil explicarse cómo podían penetrar en dichas cavernas, donde sin embargo hay restos mortuorios. Después de meditarlo mucho nos inclinamos a creer que esos riscos estuvieron vestidos de vegetación, como sabinas, etc., que utilizaban como peldaños.

Aparte de algún majano que a guisa de escalera hemos hallado dentro de grandes cuevas, para subir a grietas o naturales covachas contenidas en las mismas cuevas, nada hemos encontrado que revele la mano del hombre para mejorar o embellecer esas grutas (San Miguel).

—En la cueva de las Posadas en el barranco de Urchilla, excavada en el centro de un risco de basalto, a 8 varas del fondo del barranco, se encontraron sobre dos capas de lajas ingeniosamente dispuestas por pavimento, numerosos restos de esqueletos guanches. No en todas las cuevas se hallan estas lajas (San Miguel).

—En una cueva del barranco de orchilla encontré restos de cadáveres guanches tendidos sobre hileras de lajas (San Miguel).

—En Chimbesque hace años encontramos en el barranco de Orchilla una cueva de suelo cóncavo con los esqueletos tendidos de dos cadáveres guanches bajo un techo formado de palos atravesados, a manera de bóveda, con una capa encima de piedras y tierra, no sabemos si intencionadamente puesta o si fueron desprendimientos del techo.

Esta inhumación debía ser de época remota porque gravitaba sobre el techo de madera y del resto de la gruta, una capa de excrementos de aves de 1 1/2 de espesor (San Miguel).
—En el barranco del Busio, risco de Tosca, en San Miguel, (se encontraron restos de dos adultos y dos niños, ver apartado de Enterramientos). El espesor del techo de barro que cogía toda la cueva tendrá como una mano, de barro gredoso, que no hay en la cueva ni en los contornos. Esta cueva está como a 18 varas del suelo y como a otras 18 de la vera. La cueva es de picón negro o arenisco, como el de las tuneras; que sólo podría mojarse con aguas y viento del poniente, que no es ordinario; la boca tendrá como 1/2 vara de diámetro en todos los sentidos, y de alta, dentro como 1 1/2 vara. Sobre el lecho de ramas había otro de lana de oveja y de cabra (pero no se sabe si fue intencional o desprendida de las pieles, sin embargo no se ha encontrado piel de oveja). Junto al cadáver de la que se presume mujer con el niño encima, a su izquierda estaba otra calaverita de otro niño y por la derecha como el cadáver que suponen de un hombre (un matrimonio), de modo que ella estaba al medio de la cueva y los demás a los lados, como queda dicho, con las cabezas para el fondo. Dicen que no fueron éstos amortajados, no estaban enzurronados, sino que los restos de pieles indican eran sus vestidos (de modo fue que se dejaron morir allí). Junto a la puerta se encontraron 5 lajas de barranco, vivas, de un lajial que está cerca de aquel punto, como de 2 a 3 cuartas que tapaban la puerta, cogida con barro (unas delante de otras dos, y otras dos para una grieta que quedaba de las dos lajas anteriores). Dice que uno por dentro podía taparse como estaba. Junto a la puerta había un leño de tajinaste, como de una vara, del grueso de una muñeca, ¿como tranca!, pues como las lajas no llegaban por completo arriba, se conoce fue atravesado a la puerta para que descansaran las lajas sobre el leño (San Miguel).

—En barranco del Busio, risco de Tosca, en San Miguel (por Victoriano Trujillo, de Vilaflor), se encontró como medio niño, de unos cinco o seis meses de nacido que tenía en la espalda como un moñito como hoy le recogen a los chiquillos la ropa por detrás. Estaba el niño acostado sobre el pecho de la madre, de arriba abajo (según presume el informante). La madre estaba estirada sobre la faz del suelo con los pies a la puerta, y teniendo encima un techo de barro amasado, y encima se conoce pusieron otro lecho de escobones y granadilla toda la cueva, que tendrá de fondo, partiendo de la puerta, como 21/2 varas e igual de ancho; la puerta mira al poniente (San Miguel).

—Se encontró una muy notable en una cueva del barranco del Agua (Ifonche), debajo de Chimoche, con restos de más de cien cadáveres, por el número de cráneos que contaron (Ifonche; Adeje. Noticias de pastores de confianza).

—En el Roque y en las Cuevas de Los Cochinos, en la Fuente de La Piedra, en la Cañada del Hoyo de Ucanca. Tendrá la cueva de fondo como 3 ó 3 1/2 varas, mirando la puerta (que son dos, una inferior, de diámetro como de 3 cuartas, redonda, junto al suelo estaba tapada con un lajón de tosca (como de las huertas de papas, que se conoce la subieron del pie del risco, donde las hay por naturaleza), sin barro; y otra, también redonda como de 1/2 vara de diámetro, encima de la boca tapada (miraban para el poniente); de ancho tiene como 4 varas (de N. a S.) y de alta, por lo más que era junto a la puerta, como un hombre; y el suelo sigue adentro en rampa o ladera). El suelo de la cueva, que es toda como risco, de tosca, era natural. En el Roque y en las Cuevas de Los Cochinos, en la Fuente de La Piedra, en la Cañada del Hoyo de Ucanca. Detrás de la puerta encontró (el informante) atravesada una momia, enzurronada, entera y completa, boca abajo, con los brazos estirados y manos (debajo del zurrón entre las piernas; y dobladas por las rodillas, con los pies al alto, pero que pudo ser por la configuración del suelo, pues la cueva hace en el centro como un hoyo desvanecido). Esta momia tenía la cabeza y cuello libre de zurrón, de cabello negro, con algunas canas, largo como un jeme, muy finito y como ondeado (sólo tenía el cabello de un lado), suelto; al cuello una gargantilla de cuentas de un sólo hilo, sencillas y todas delgadas, con una rayita al medio; ocupando el rosario todo el cuello, por detrás y delante, atado atrás; pero había de quedarle de modo que le llegaría a medio pecho. Las cuentas estaban ensartadas por una correa de cuero de cabra, como hoy las hacen (se conoce las pelaban, las ponían de remojo y las torcían después). Desde el cuello a los pies estaba enzurronada, como una mortaja, con un moño amarrado debajo de los pies, y concluía en el cuello como dos cabos que vinieran de la espalda para terminar en un lazo delante del pecho. (En las piernas se le ven costuras por fuera a lo largo. La mortaja tiene ya el color como de chocolate).
Los pies los tenía, con la punta del izquierdo sobre la punta del derecho, con los dos dedos gruesos (pulgares) atados por una correa ancha. La cabeza, como los pies, forzados por la disposición del suelo.

Sobre ésta, estirada y boca arriba, cabeza con cabeza, estaba otra momia, que se deshizo al bajarla, y enzurronada como la anterior (gargantilla con las mismas cuentas que la otra), era igual a la anterior y más deteriorada.

Junto a estas momias y hacia el fondo de la cueva estaban atravesados dos palos; como de 3 a 4 varas, uno de sabina como un muslo de grueso, y otro de pino con su corcha aún, y muy sano, un poco más delgado que el de sabina; estirado el de pino, que estaba en el fondo sobre el suelo, y el anterior, por una cabeza en una rajadura de la pared de la cueva y a la otra cabeza, una piedra, para que no se corriera, quedando este andamio como una cuarta mas alta que la momia superior ya descrita. Los palos, paralelos, distaban entre sí como media vara y tendieron después sobre los palos un suelo de lajas de toscas (que están al pie del Roque). Encima había los restos de 8 cadáveres, con todas las calaveras sanas y todas al lado del N. o del Teide, y los pies todos juntos al lado opuesto. Se conoce que unos se pusieron sobre otros. El superior que era el mayor estaba boca arriba como acostado en esta forma. Se conoce era hombre pues las manos las tenía por fuera del íleon a los muslos. Éste tenía una gargantilla, de un solo hilo, que las cuentas también le cogía todo el pescuezo alrededor, pero más pequeño de extensión que el de la momia (menos cuentas). Las cuentas de éste eran todas largas de 1 a 3 centímetros, pero ninguna delgada como la de la mujer. Las cuentas largas (que parece era distintivo del hombre) tienen una o dos rayitas como adorno. Tenía este cadáver los pies juntos y atados los dedos gordos (pulgares), pero sin montar una punta sobre otro.

De los 8 cadáveres se encontraron correspondiendo a las calaveras, pies como de 12 a 15 años, de niño o de mujer; y un brazo, que por la mano muy pequeña, bonita y bien conservada parece de mujer, y la mano derecha, como una pulsera atada a la muñeca, hecha de un hilo, dando dos vueltas a la muñeca, hecha con cuentas pequeñitas, de la forma y un poquito mayor que un grano de trigo, engastadas en una correa de tripa, torcida y muy fina (Ucanca).

—En la Cueva de Los Guanches se han encontrado restos de un crecido número de cadáveres; y según tradición fue panteón de los guanches. También afirman que allí se encerraron muchos para dejarse morir de hambre, desesperados por la mala suerte con que combatían (Icod).

MOMIFICACIÓN:

—Dentro de una cueva de Araya se encontraron dos momias habrá unos 15 ó 20 años; y en la misma cueva el bálsamo de los guanches (Araya de Candelaria).

—Hace años se encontraron en la cueva de la Gambuesa, en la ladera del mismo nombre, un guanche mirlado y tendido boca arriba sobre una tabla de sabina. El que lo halló me dice que la tabla era más larga que el cadáver y que estaba arrimada a un lado (Igueste de Candelaria).

—Otazo, de Candelaria, encontró como para el año 60 (1860), cuatro momias y otras dos que sacaron otros, en una cueva en las Goteras, de Candelaria. Todas seis estaban en la misma cueva, debajo de un sejo que tenía la cueva, unas sobre otras, unas con los pies sobre la cabeza de la que tenían debajo, (5).

Había de hombres y de mujeres. Todas envueltas en pieles, más o menos trozos, liados como en papel de cigarro, si bien la orilla de la última piel estaba cosida, pero no las otras. Las sueltas tenían trincas

Esquema de momia encontrada en La Cañada del Hoyo de Ucanca, (Cuad.° L.).
de correas en distintas partes y también la más superficial. El sobrante de las pieles por los pies y cabezas lo cogían con correas a manera de moño.

El pelo de una hembra era rubio. Había dos de varones, con la naturaleza (pene) grande (Candelaria).

—En la cueva de la Hoya de Juan Luis a la que nos referimos más adelante, estaban colocados los cadáveres alrededor de la cueva, juntos a las paredes, de la siguiente forma: arrimados a las paredes de la gruta levantaron como unos poyos como de 1/2 metro de altura, de piedra seca, pero bien construidos. Tenían de largo cerca de dos metros y de ancho como unos 60 centímetros. La superficie superior estaba enlosada con lajas y los bordes libres, es decir, 3 de los cuatro superiores, sobresalían de la superficie como dos decímetros por piedras sólidas y artísticamente colocadas. Dentro colocaban los cadáveres; uno en cada poyo (Güímar).

—En la cueva de la Hoya de Juan Luis, en la Ladera (Güímar), se encontraron 30 cadáveres guanches. Estos cadáveres tenían las señales de haber sido abierto el vientre, por donde le habían extraído las entrañas. En el interior de la cavidad abdominal les pusieron flores de yerba de risco, de negrilla o trovisquilla o coronilla y otras que no pudieron apreciarse. Es probable que abierta la cavidad ventral y extraídas las entrañas, dividían el diafragma para sacar por esta abertura, sin abrir el tórax al exterior, las visceras del pecho. El examen detenido de algunas momias hacen presumir lo que acabamos de decir. Ignoramos aún hoy qué hacían de la masa encefálica, si la dejaban o no. (Güímar).

—He oído a algunos que las momias guanches de hembras llevaban las manos por fuera de los íleon, como los varones, y no sobre el bajo vientre. Las personas que me lo han dicho son campesinos (Güímar).

—En el barranco de Amara se encontraron cuevas con momias guanches echadas una en el suelo y otras sobre pequeñas paredes. En la Fajana o los Salones, cerca de Guasa, donde vivía el rey de More-que, se encontraron una necrópolis con muchísimas momias enzurronadas (Arona).

—Momia del Museo de D. Ramón Gómez (Puerto de La Cruz). Existe la momia de un infante de pocos meses, momificado, fue encontrado entre dos momias de adultos, cerca de la cumbre o mejor las Cañadas (¿Chasna?).

—Momia. Se encontró una guancha momificada cubierta por siete pieles, la más externa con pelos y las demás curtidas.

Tenía guantes, mientras no los tenía otra momia de hombre que estaba a su lado (¿Chasna?).

—En una cueva tapiada a piedra y barro en el barranco de Gorda se encontraron tres momias guanches perfectamente conservadas, que destruyeron el el acto.
Estaban tendidas de espaldas sobre un pavimento de lajas.

—En el risco Bermejo de la montaña de Chinama se encontraron otras dos en buen estado.

—Se han encontrado restos guanches en varias cuevas del indicado barranco de Gorda, en el de Orchilla, en la cueva del Llano del Camello, en la cueva de Los Guanches, en el Saltadero del Hunchón, en el Lomo de Évora, en el risco de La Sabina, en el barranco de Las Monjas, en el barranquillo del Tagoro del Rey, en la morra de las Ma-jaditas, en la cueva del Llano de León, en el barranco del Charcón, en Anajuana, en la Chapa del Asno, en el vallito de Afife, en barranco de la Barca, en la cueva del Llano del Guanche y en Las Montañitas.

La experiencia y los antecedentes que tenemos nos demuestran que la isla era casi un cementerio por las numerosas necrópolis encontradas. No parece se cuidaban mucho de vivir o no, muy alejados de esos sitios.

No deja de ser extraño que en muchas de esas cuevas se encuentran objetos que al parecer no tiene explicación su presencia como por ejemplo molinos, anzuelos, agujas, etc., a no ser que todos los objetos de uso del muerto los inhumaran con el cadáver. Se explica que se encuentren bastones o dardos de tea, sabina, brezo, leña blanca, etc., vasijas de distintas formas, las cuentas que servían de adorno por conservárselas puestas, etc., pero utensilios de otra índole... no lo comprendemos. Sólo que cuevas de viviendas se convirtieran en funerarias cuando la conquista, por necesidad (Granadilla).

—En la misma cueva del barranco del Agua, encontró el pastor de Ifonche (Sr. Francisco, hombre veraz y observador, al que aludo arriba) varias momias, pero una se conservaba perfectamente, allá para el año 47 (1847) en que la descubrió.

Dentro de la cueva el sepulcro estaba formado de lajas espetadas de canto en el suelo, del que sobresalían como una tercia, figurando como un ataúd, y teniendo por pavimento una capa de lajas bien dispuestas. Dentro se encontraba tendida una momia envuelta en siete zaleas, cubierta de ramas de ajafo. Las coyunturas, a raíz de la piel del cadáver las tenía embadurnadas con bálsamo negro, en las rodillas, codos, etc. El cabello suelto y de un color tirando a rubio.

Muchas debieron estar dispuestas como éstas pero estaban destrozadas, así como las lajas que formaban los cajones etc.

(Ifonche; Adeje).

—En el barranco de Abapio, Adeje, se encontraron hace pocos años algunas momias (Adeje).

—En los riscos de Teño se encontraron hace unos 25 años, un guanche vestido de hombre, a lo bolero. Éste estaba embalsamado; y para esto le habían hecho una incisión en el vientre, que partiendo cerca de la línea alba, sobre el empeine se dirigía debajo del arca derecha; por donde le sacaron sin duda las entrañas, le embalsamaron y después cosieron la herida. También tenía quitado lo alto del cráneo, como un agujero; y el pelo negro alrededor como un cerquillo. Esa herida de la cabeza estaba al descubierto. Este guanche tenía los cueros, unos sobre otros (porque tantos cueros se cosían cuanto más distinguidos eran), (Teño).

—En el valle de Ucanca se encontraron dos momias, macho y hembra, que no habían sido amortajados. El vestido de él era o iba del cuello a la corva, bolero, hecho de piel de oveja, con el pelo para afuera, de color merino la oveja (azul y parduzca).

Por la parte superior como de este camisón, era cerrada, ciñendo al cuello con una costura o hilván a modo de albardero, con correa fina, abierta por delante como una camisa hasta más arriba de la cintura, con sus ojales y correa para atarse (una correa) sola, como \m justillo', debajo de los brazos, estaba abierto como hasta medio pecho por cada lado y sin ojales, y esta manguita no pasaba del codo. A la cintura llevaba una faja de dos vueltas de cuero de cabra, ancha como una mano, con los pelos para dentro, y el revés para fuera, muy bien curtidas, blanquitas (colocaban los cueros de oveja para afuera y los de cabra para adentro). A lo largo de los lados del camisón, a partir come de una mano, debajo del sobaco, bajaba una costura por cada lado.

El borde inferior estaba también con un rehilado alrededor. Éste era o tenía una barba muy larga y bien poblada y rubia, pelo rubio y cortado como de una mano de largo.

El guanche que ahora encontró (el mismo informante anterior) boca arriba y está pintado, tiene el pelo negro como azabache, laso y muy corto como al rape; y unos cuantos pelos claros y negros en la barba.

El vestido de la mujer era de cuero de cabra, con los pelos para adentro, llegándole a media pantorrilla; con mangas hasta cerca de la muñeca; y también tenía algo amarrado a la cintura. (Ucanca).

—En el Roque y en las Cuevas de Los Cochinos, en la Fuente de La Piedra, en la Cañada del Hoyo de Ucanca. Detrás de la puerta encontró (el informante) atravesada una momia, enzurronada, entera y completa, boca abajo, con los brazos estirados y manos debajo del zurrón entre las piernas; y dobladas por las rodillas, con los pies al alto, pero que pudo ser por la configuración del suelo, pues la cueva hace en el centro como un hoyo desvanecido. Esta momia tenía la cabeza y cuello libre de zurrón, de cabello negro, con algunas canas, largo como un jeme, muy finito y como ondeado (sólo tenía el cabello de un lado), suelto; al cuello una gargantilla de cuentas de un sólo hilo, sencillas y todas delgadas, con una rayita al medio; ocupando el rosario todo el cuello, por detrás y delante, atado atrás; pero había de quedarle de modo que le llegaría a medio pecho. Las cuentas estaban ensartadas por una correa de cuero de cabra, como hoy las hacen (se conoce las pelaban, las ponían de remojo y las torcían después). Desde el cuello a los pies estaba enzurronada, como una mortaja, con un moño amarrado debajo de los pies, y concluía en el cuello como dos cabos que vinieran de la espalda para terminar en un lazo delante del pecho. (En las piernas se le ven costuras por fuera a lo largo. La mortaja tiene ya el color como de chocolate).
Los pies los tenía, con la punta del izquierdo sobre la punta del derecho, con los dos dedos gruesos atados por una correa ancha. La cabeza, como los pies, forzados por la disposición del suelo.

Sobre ésta, estirada y boca arriba, cabeza con cabeza, estaba otra momia, que se deshizo al bajarla, y enzurronada como la anterior (gargantilla con las mismas cuentas que la otra), era igual a la anterior y más deteriorada.

Junto a estas momias y hacia el fondo de la cueva estaban atravesados dos palos; como de 3 a 4 varas, uno de sabina como un muslo de grueso, y otro de pino con su corcha aún, y muy sano, un poco más delgado que el de sabina; estirado el de pino, que estaba en el fondo sobre el suelo, y el anterior, por una cabeza en una rajadura de la pared de la cueva y a la otra cabeza, una piedra, para que no se corriera, quedando este andamio como una cuarta más alta que la momia superior ya descrita. Los palos, paralelos, distaban entre sí como media vara y tendieron después sobre los palos un suelo de lajas de toscas (que están al pie del Roque). Encima había los restos de 8 cadáveres, con todas las calaveras sanas y todas al lado del N. o del Teide, y los pies todos juntos al lado opuesto. Se conoce que unos se pusieron sobre otros. El superior que era el mayor estaba boca arriba como acostado en esta forma (Vid. Dibujo, pág. 486). Se conoce era hombre pues las manos las tenía por fuera del íleon a los muslos. Éste tenía una gargantilla, de un solo hilo, que las cuentas también le cogía todo el pescuezo alrededor, pero más pequeño de extensión que el de la momia (menos cuentas). Las cuentas de éste eran todas largas de 1 a 3 centímetros, pero ninguna delgada como la de la mujer. Las cuentas largas (que parece era distintivo del hombre) tienen una o dos rayitas como adorno. Tenía este cadáver los pies juntos y atados los dedos gordos, (pulgares) pero sin montar una punta sobre otro. De los 8 cadáveres se encontraron correspondiendo a las calaveras, pies como de 12 a 15 años, de niño o de mujer; y un brazo, que por la mano muy pequeña, bonita y bien conservada parece de mujer, y la mano derecha, como una pulsera atada a la muñeca, hecha de un hilo, dando dos vueltas a la muñeca, hecha con cuentas pequeñitas, de la forma y un poquito mayor que un grano de trigo, engastadas en una correa de tripa, torcida y muy fina (Ucanca).

—No ha mucho tiempo se han encontrado momias en el Roque de la mar de Las Palmas (Punta del Hidalgo).

—Hace muy pocos años que en los Roques de Anaga se encontró una momia Gabriel Cruz, que tenía una gorra puesta (Taganana).

—Descripción de una momia guanche expuesta al público en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, realizada por Bethencourt Alfonso y que puede corresponder a 1908, (6).

«Momia guanche. Tendido; manos por bajo de la parte externa de los ilíacos, con las manos tendidas sobre la parte anterior externa de los muslos. Dedos gordos (pulgares) de los pies unidos por una correa. Parece momificado por desecación. Color de la piel amarillento. La cabeza como tumbada sobre el hombro derecho. Brazos tendidos y unidos al cuerpo siguiendo las formas de éste. Tobillos unidos (el derecho más arriba que el izquierdo); rodillas unidas, pero la izquierda más arriba que la derecha; pene al parecer muy grande».

CREENCIAS:

—Almas. Los guanches creían que algunas almas iban a penar, desde el Pico a Montaña de Roja. Creían en un Dios que nos gobernaba. Tenían santitos chicos de palo. Creían que el fuego era sagrado. Tenían sus curas, que vestían con un camisón hasta los pies. Había cuevas-iglesias en el barranco del Infierno (Adeje) (Arona).

—Cuando tronaba se echaban al suelo, porque lo consideraban como castigo de Dios (Sur de Tenerife).

Creían los guanches en las ánimas arrimadas, cuando se ponían malos, y las conjuraban con brasas y hogueras y entre otras ceremonias botaban las brasas de un risco abajo. Creían que había cielo (Sur de Tenerife).

—ídolos. Agustín Reyes Trujillo, del Valle de Arona, encontró hace unos 66 años en una cueva en Chó, un santito de los guanches de barro pardo-coloradento algo quemado del fuego. Por las dimensiones que señalaba, tendría de largo unos 12 centímetros y unos 5 de ancho, siendo el grueso como de 1 cm. Era del sexo masculino. Consistía en una especie de tableta de barro de las dimensiones dichas, y de relieve por una cara el santito, con sus extremidades inferiores y superiores señaladas, así como los dedos de pies y manos indicados con rayas interdigitales. El ombligo señalado también boca, narices como aplastadas y ojos, boca, etc. Era para colgar, porque la cabeza por la coronilla tenía como un pico aplastado de delante atrás, atravesada por un agu-jerito para meter la correa.

Junto al santito encontró como una taza de barro con su manguito para aventar leche. Ambos objetos los rompió (Arona, 1907).

—Prácticas comunitarias (Socialismo). Es tradición que los guanches creían en un Ser Supremo y no eran sabeístas. Lo que sí celebraban los guanches eran ciertos días de Luna y del Sol, no porque creyeran en ellos —como supone algún mal informado historiador— sino porque les indicaban la época en que se llevaban a cabo sus faenas agrícolas y de ganaderos; pues todos los trabajos estaban reglamentados por sus menceyes, y no podían adelantarlos ni atrasarlos bajo severísimas penas. Por esto hacían grandes fiestas y regocijos cuando dichos astros llegaban a determinados períodos, pues ellos les señalaban lo que habían de hacer. Había un plazo fijo en que todos castraban sus machos; en que se recogían los mocanes y las creses, y cada uno iba a donde le señalaban y cogía la cantidad prefijada; sembraban su cebada; hacían los quesos; destetaban los baifítos, etc., pero repetimos, ninguno podía hacer lo que quería y cuando quería, sino cuando y como se lo ordenaban.

Esta vida independiente y a la vez mancomunada o comunista era necesaria e indispensable en unos menceyatos de tan pocos recursos, dados sus medios de trabajo, que había de sustentar un tal relativo crecido número de habitantes (Güímar).

—Procesiones. Tenían procesiones y rezaban (Granadilla).

17. FIESTAS Y MÚSICA:

—Ajijides. El ajijide va siempre presidido del gurguseo o séase del grito lanzado por uno de la cuadrilla como anuncio o indicación del grito colectivo o coreado que le ha de seguir: da como el tono y prepara al rancho que ha de contestar. El que gurgusea lo hace sólo con la boca, o valiéndose de la mano para repiquetearlo, emitiendo un grito prolongado con dos falsetes al final a manera de breves carcajadas, que es la señal para que seguidamente la comitiva grite dos o tres carcajadas acompasadas, (Vid. Tomo I, pág. 155).

—Bailaderos. En el monte de La Esperanza, el Hoyan del Bailadero. El Llano del Bailadero, en el fondo del barranco del Infierno, en Adeje. El Bailadero, cerca del pico de Amogoje, en la cumbre entre Igueste de San Andrés y Taganana (Hoy bailan las brujas). El Bailadero entre Barranco Hondo y la caseta del caminero, en Candelaria. El Bailadero (de las brujas) en la cumbre, sobre las casas de Arguenche, en El Escobonal (Güímar).

El Bailadero, cerca de la cumbre en El Escobonal.

—Festejos. Es tradición que una de las fiestas de los guanches era el 2 de Febrero, día de La Candelaria (Araya).

Tenían festejos y todos los gastos los hacía el rey. Al rey le entregaban todo, haciéndose fiestas cuando lo hacían en las cosechas; pero sólo entregaban la parte que les correspondía.

En los meses de abril y mayo celebraban en cada reino sus fiestas con luchas y bailes.
—Los reinos se desafiaban a luchar (Araya).

Por Pascuas, fin de Diciembre, tenían festejos los guanches; sacrificaban baifos.

—Las fiestas las celebraban los días señalados, a la salida del sol (Fasnia etc.). Todos los días iban a buscar el Sol, los de Arafo, al Pino, con tambores y flautas. Así que salía el sol se retiraban. Era una ceremonia. Todos los días, también, iban desde Chinguaro a la Montaña Grande, en la costa, a buscar el Sol, (Igueste de Candelaria).

Hacían muchos festejos «celebrando mucho la sazón de Julio y Agosto, a la que llamaban Beñesmer», (Vid. Ocampo).

—Festejos generales. Calculando que los guanches tuvieran tres fiestas generales, subordinadas a la base alimenticia con que contaban, probablemente eran: una a fines de Mayo, y semanas sucesivas, en que tenían segura la cosecha de cebada y el provecho del ganado; otra para el mes de los Santos o Noviembre, en que rompe el invierno y podían disponer con mayor holgura de las reservas alimenticias si presentaba buen cariz; y otra por Enero, por poderse apreciar en este tiempo las condiciones del año, tanto para el ganado cuanto para los cereales.

Fiestas:

1 .a) La de fin de Junio, por San Juan, está justificada, por estar casi cogida la cebada; encerrado el provecho de ganado (como el queso), además de la leche. Quitan las cabras viejas en Agosto y Setiembre, y hacen la sesina, porque los pastos secos son los que dan más nutrición y más sabrosa la carne, más sebo, etc. En Julio y Agosto, en los días caniculares, porque hay menos leche y sale el queso muy seco y malo, (porque se destila mucho) hacen la manteca (porque hay más manteca) y tal vez menos caseína, pues hay más cuando el pasto es verde o tierno.

2.a) Una fiesta general que celebraban a mediados de Agosto, quizás con carácter de rogativa. Sin duda por esto celebran la Virgen de Candelaria en sustitución a un ídolo (debían hacerlo en 2 de Febrero).

3.a) Quizás en Marzo fue la tercera fiesta; pues es la época en que se está seguro de la cosecha de cebada y en fuerza de producto el ganado.

—Fiestas nacionales. Por el mes de mayo se reunía todo el reino en el palacio del rey, que era engalanado con flores, etc. (Candelaria, Barranco Hondo, etc.).

—Hogueras. En Junio hacían hogueras sobre las más altas montañas en señal de regocijo por un día señalado, pero se ignora por qué. (Como hoy se hacen por San Juan, etc.). Terminada la llama, saltaban y danzaban sobre las cenizas (Candelaria, Barranco Hondo, etc.).

Los días que celebraban hacían hogueras en las alturas más elevadas (Araya de Candelaria).

Música:

Instrumentos musicales:
Es tradición que entre sus instrumentos músicos tenían uno que consistía en varios trocitos de palos de son, como el de laurel y otros, que ataban por los extremos, a distancia y paralelamente unos de otros, con una correa fuerte; de manera que se asemejaba luego como a una escalenta de cuerda; exactamente igual a lo que hoy se llama huesera porque son de huesos y que usan los negros. Este instrumento rudo lo sujetaban al cuello con un lazo de correa y con una mano lo sostenían tenso por el extremo inferior; mientras con la otra pasaban otro trozo de madera arriba y abajo, con distintos aires. También usaban busios (strombus). Otro de los instrumentos consistía en lanzas o astas largas hechas de madera con son o que producen sonido, que colocaban tendidas en equilibrio sobre un hombro y golpeaban con un trozo de madera. También usaban como instrumentos dos lapas o pa tellas grandes, que colocaban una entre el pulgar e índice y otra entre éste y el dedo del medio de la mano derecha, cogiéndolas por un punto próximo a los bordes y haciendo coincidir los vértices de las espiras por sus caras convexas. Como las valvas las cogían muy cerca del borde, podían repiquetearlas frotándolas rápidamente y con diferentes aires. Así dispuestas las repicaban, con distintos compases, entre el pulgar y otro dedo de la mano izquierda (Güímar).

—Busios. Es muy generalizada la tradición de que los reyes de Moreque y de Añico (hoy Roque del Conde), que se hallan distantes varios kilómetros se hablaban por medio de busios (¿serían señales convencionales?) (Arona).

—Los tocaban (Arona).

—Caña. La caña o huesera sirve para acompañar al tambor; dando un ruido acompasado. Lo mismo ocurría con las chácaras.
—Carrascal. Consistía este instrumento en un palito de brezo o de haya —o de otro palo duro— con muescas hechas en un filo que hacían al palo; y con una tablita provista también de filo, lo rascaban al compás del tajaraste (Guía de Isora).

—Castañuelas. De cascara de lapas y de lajitas de piedra (Granadilla).

—Los pastores se entretenían en tocar flautas de caña o panderos de madera de drago y piel de cabra, cantando sus amores, ha/añas de sus antepasados, etc. (Granadilla).
—Drago: construían panderos y tambores. Cañas: hacían cañizos, flautas y biombos (¿pero habían cañas?). (Granadilla).

—Flautas. Hacían flautas de maljurada (Güímar).

De ordinario las flautas no emplean más de 4 tonos y dos semitonos en dos octavas. Las flautas como de 1/2 vara.

—Lanzas. Se asegura que la costumbre que tienen algunos pastores de tocar la lanza puesta al hombro cuando van de marcha, la heredaron de los guanches; y que era uno de sus instrumentos músicos. Suenan más cuando son de sabina.

—Lapas. Como instrumentos usaban lapas, a guisa de castañuelas y ciertos palos sonoros (Candelaria, Barranco Hondo, etc.). Conchas de lapas, colocando una entre el dedo del medio e índice, y otra entre éste y el pulgar de la misma mano, que repiqueteaban valiéndose del índice y pulgar de la otra mano (Candelaria, Barranco Hondo, etc.).

—Panderetas. Las hacían con fondo de cuero de cabra, poniéndoles lapas como sonajeras (Granadilla).

—Panderos. Utilizaban flautas de caña y panderos de madera de drago y piel de cabra (Granadilla. Daute). Al pandero suelen ponerles chácaras, además de las sonajillas.

—Sinadera o zumbadera. Consitía en una tablilla delgada y como de 20 a 30 centímetros de larga, a uno de cuyos extremos le ataban una correa como de una vara de larga; que hacían sonar trazando círculos en el aire; aumentando o disminuyendo el tono, según la velocidad dada a la tablita (Guía de Isora).

—Sonajeras. Consistía en una tabla con mango, en la que practicaban dos hendiduras paralelas en su mayor longitud. En estas hendiduras colocaban palitos de leña blanca atravesados y en estos palitos, lapas o rodajas o discos de valvas marinas horadadas por el centro.

Las hacían sonar sacudiéndolas al aire o chocándolas con la otra mano (Arona).
—Sonajero. Un trozo de madera hueco con lapas o lajitas dentro, que luego sacudían a compás (Granadilla).

—Tambores. Tambores de drago y flautas de caña (Daute).
—Dicen tenían tambores, hechos de drago y que dentro de los dos fondos (entre ambos) ponían unas piedrecitas (Arona).
—Hacían los parches de tambores con cueros de perro (Sur de Tenerife). Usaban tambores sin cuerdas, como destemplados que producen un ruido más o menos desagradable; siendo el oficio del tambor el acompañar la flauta.

Bailes y Danzas:

—Bailes: El baile de los palos sólo se bailaba entre cuatro, aunque se pusieran varios en hilera. Hemos dicho que todas las parejas ejecutan sus movimientos en una misma dirección, estableciéndose en las dos filas como una especie de balanceo, primero hacia la derecha de los hombres y luego sobre la izquierda, sin perder el paralelismo ambas líneas de bailadores; y claro está que para que así suceda, el hombre rompe el baile con el pie derecho, mientras la mujer lo hace con el izquierdo.

El tajaraste como aún lo baila algún viejo en La Esperanza. Se llevaba el compás como ahora pero sin saltar tanto y dando como dos pasitos menuditos y parejos con cada pie —alternando— hacia adelante y atrás. (Candelaria, Barranco Hondo, etc.). El tajaraste (Arafo).

—Tango. En el tango de Icod no hay chácaras, sino flauta y tambor.

—Danzas: (Un baile de guanches). Es tradicional en Güímar de que uno de los bailes que tenían, consistía en ponerse en dos filas hombres y mujeres, los hombres juntos, y separados, y que observando un compás particular, bailaban con un pasito muy breve y menudo, cuatro hacia adelante y otros cuatro atrás. Algunos dicen, que además daban dos a cada lado (Güímar).

La danza que bailan delante de San Pedro, en Güímar; en El Socorro, Candelaria etc., es originaria de los guanches; pero sin tambor y con correas en lugar de cintas. Tocaban y acompañaban con lapas (Candelaria).

—Uno de los bailes salteado era algo parecido al tajaraste de hoy, que se halla modificado; bailaban dando dos pasitos o saltos con un pie hacia adelante y otros dos después adelantando el otro. Para esto se ponían en fila los bailarines. (Candelaria, Barranco Hondo, etc.).

—Danza de las cintas. Hay la tradición que la danza que entre varios hombres bailan alrededor de un palo que lleva otro, entrelazando artísticamente las cintas, como la bailan en Güímar, viene de los guanches. Sólo la bailaban delante de los menceyes y príncipes en ciertos días o acontecimientos (Arona).

La danza que bailan en Güímar la han reputado siempre como de origen guanche, pero que no la bailaban con tambor sino al son de chácaras de lapas, y con correas en lugar de cintas (Granadilla, Las Vegas, etc.

Distribución geográfica de los intrumentos musicales citados:

Arico: Chácaras, Flauta, Tambor y Tajaraste.

Arona: Tambores de drago con dos fondos y dentro piedrecitas.

Candelaria: Lapas usadas como castañuelas, palos sonoros.

Daute: Tambores de drago, flautas de caña.

Granadilla: Especie de pandereta de cuero de cabra y algunas lapas. Castañuelas de lapas y lajitas de piedra.

Güímar: La costumbre que aún tienen los pastores, de marcha, atravesarse la lanza sobre un hombro, tocándola con un trozo de madera. Suenan más si son de sabina.

Huesera. Con trocitos de palos de son, con los de laurel, unidos por correas, distanciados, como una escalerita. Sujeto al cuello y tenso por la mano; que rascaban con un trozo de madera, con distintos aires.

Lapas. Entre pulgar e índice y otra entre éste y el del medio, cerca de los bordes. Así las repicaban entre el pulgar y otro dedo la otra mano. Flautas de maljurada, las mejores de laurel y de caña.

Tenerife: Dentro de un trozo hueco de madera ponían piedrecitas que luego sacudían. Tajaraste: pandero sin sonajülas.

Distribución espacial de los bailes citados:

Arafo y La Esperanza: El Tajaraste.

Arona: Baile de los palos.

Candelaria: La danza de Güímar. Sin tambor pero sí con lapas. Utilizaban correas en lugar de cintas. Sólo la bailaban delante de los menceyes, príncipes y ciertos días o acontecimientos. El Tajaraste. El compás era como el que bailan ahora (1913) algunos viejos de La Esperanza, pero sin saltar tanto y dando como dos pasitos menuditos y parejos con cada pie, alternando, hacia adelante y atrás.

Icod: El tango.

18. COMUNICACIONES Y COMERCIO:

Caminos. El de Los Guanches, que de La Victoria llega a la Tosca de Ana María, sigue por el Llano a pasar por la Cuesta de Pere-ra, derecho al Cantillo, atravesando el caserío de La Corujera, tirando a la Tosquita a salir al Pino, y entra en la jurisdicción de la Villa (de La Orotava) por la casa blanca que está al pie de la Cuesta de Bacalao, en la Villa. (Este camino atraviesa la parte alta de los caseríos del pueblo). Un camino, además de la carretera que lo une con La Victoria y la Villa, llamado de Candelaria, que va a las cumbres para ir al sur de Tenerife. El pago de la Corujera está a lo largo del Camino de Los Guanches.


—El camino del Montillo, conocido antiguamente con el nombre de vereda de los
guanches (hoy en parte destruida) que ponía en comunicación desde la Punta del Hidalgo a La Matanza; y se cree que conducían los guanches sus ganados a darles agua
(El Sauzal)






—Desde Santa Cruz partía un camino a Güímar, cerca de la orilla del mar (Barranco Hondo, Candelaria).
—Caminos (ganado). Tenían veredas públicas de cumbre a costa (y aún existen algunas), y en ciertas partes espacios muy anchos para hacer noche o sestear el ganado, etc. (Guía).

—Vueltas del ganado. Los ganados de la parte de Imoque, del rey de Adeje, tenían su vuelta que aún se conoce (así como las de la parte acá del de Abona) que iban al Charco del Rey en el barranco de dicho nombre, que la separaba de Abona. (Arona).
—Comercio. Era de cambio de efectos (trueque) (Araya).

Comunicaciones interinsulares. Es bastante general la tradición de que los guanches comunicaban, si bien no con frecuencia, entre algunas islas, como por ejemplo entre Tenerife y La Gomera; y no sólo lo afirman sino que describen el medio de que se valían: con balsas de foles.

Por lo que respecta a las dos islas mencionadas, existen varias corrientes en que los maderos y ciertos objetos abandonados van a parar de Tenerife a La Gomera y viceversa, según las mareas, como ha sucedido en nuestros tiempos. Los marinos o mejor pescadores de las playas del Sur de Tenerife señalan algunas de esas corrientes, como la que parte de la playa de Troya, entre Arona y Adeje, y otra (en la desembocadura del barranco de Juan López), en la playa de Las Arenas, en Valle Santiago, en que afirman serán transportados los objetos de una isla a otra en ciertas épocas del año.

Lo cierto es que a favor de esas corrientes no creemos imposible pueda transportar un individuo de una isla a otra sobre un cuerpo flotante, en un gran apuro; de lo que tenemos casi un testimonio histórico con lo sucedido a los asesinos del Conde de La Gomera Hernán Pera-za, que pudieron salvarse aprovechando el medio que la tradición refiere utilizaban los guanches en ciertos casos, que como llevamos dicho era en balsas de f oles.

—Correo. Diariamente le enteraba un individuo de cada tagoro las novedades ocurridas (Güímar).

—Señales. En tiempo de guerra establecían atalayas sobre las montañas y se comunicaban en muy poco tiempo y a grandes distancias las órdenes y noticias por medio de silbos, y con humo durante el día y hogueras por la noche (Granadilla).

—Encendiendo hogueras en las montañas de Arguayo, de Tejina, Roque del Conde y de Jama, en San Miguel, y montaña del Pozo, en Chasna ¿se veían de todo el reino de Adeje?

—Desde Santa Cruz partía un camino a Güímar, cerca de la orilla del mar (Barranco Hondo, Candelaria).

—Caminos (ganado). Tenían veredas públicas de cumbre a costa (y aún existen algunas), y en ciertas partes espacios muy anchos para hacer noche o sestear el ganado, etc. (Guía).

—Vueltas del ganado. Los ganados de la parte de Imoque, del rey de Adeje, tenían su vuelta que aún se conoce (así como las de la parte acá del de Abona) que iban al Charco del Rey en el barranco de dicho nombre, que la separaba de Abona. (Arona).

—Comercio. Era de cambio de efectos (trueque) (Araya).

Comunicaciones interinsulares. Es bastante general la tradición de que los guanches comunicaban, si bien no con frecuencia, entre algunas islas, como por ejemplo entre Tenerife y La Gomera; y no sólo lo afirman sino que describen el medio de que se valían: con balsas de foles.

Por lo que respecta a las dos islas mencionadas, existen varias corrientes en que los maderos y ciertos objetos abandonados van a parar de Tenerife a La Gomera y viceversa, según las mareas, como ha sucedido en nuestros tiempos. Los marinos o mejor pescadores de las playas del Sur de Tenerife señalan algunas de esas corrientes, como la que parte de la playa de Troya, entre Arona y Adeje, y otra (en la desembocadura del barranco de Juan López), en la playa de Las Arenas, en Valle Santiago, en que afirman serán transportados los objetos de una isla a otra en ciertas épocas del año.

Lo cierto es que a favor de esas corrientes no creemos imposible pueda transportar un individuo de una isla a otra sobre un cuerpo flotante, en un gran apuro; de lo que tenemos casi un testimonio histórico con lo sucedido a los asesinos del Conde de La Gomera Hernán Pera-za, que pudieron salvarse aprovechando el medio que la tradición refiere utilizaban los guanches en ciertos casos, que como llevamos dicho era en balsas de f oles.

—Correo. Diariamente le enteraba un individuo de cada tagoro las novedades ocurridas (Güímar).

—Señales. En tiempo de guerra establecían atalayas sobre las montañas y se comunicaban en muy poco tiempo y a grandes distancias las órdenes y noticias por medio de silbos, y con humo durante el día y hogueras por la noche (Granadilla).

—Encendiendo hogueras en las montañas de Arguayo, de Tejina, Roque del Conde y de Jama, en San Miguel, y montaña del Pozo, en Chasna ¿se veían de todo el reino de Adeje?

—Silbo de los guanches. En Los Realejos afirman, como en Santa Úrsula, que los guanches hacían oírse sus silbos de una ladera a otra del Valle de La Orotava.

—Es tradición que Bartolomé, natural de La Hondura, de Arona, hablaba silbando a los demás que estaban al otro lado del barranco de Chija, antes de La Hondura, casado con Anica la Espaina, natural. Dicho Bartolomé ejercía un mando superior en el territorio de Chija o de Hondura (Arona).

—Ahora he descubierto que en Vilaflor se entienden silbando, como en La Gomera, muchas personas; y que esto viene de antiguo. También hay en Granadilla muchos que se entienden también silbando, en los altos de Arico, por Chajaños, etc. (Vilaflor, Granadilla, Arico). (Vid. Cap. VI del Tomo I).
Es sabido que los guanches se entendían por el silbo, como en La Gomera. Aún hoy se hablan algunos en Barranco Hondo y otros puntos, pero en muchísima menor escala que antes.

Dicen que también se entendían con busios, pero no he podido averiguar si eran con ciertos toques convencionales o cómo (Barranco Hondo, Candelaria).

En Chivisaya y en La Esperanza hablan silbando, aunque no está muy generalizado.
Existe muy viva la tradición de que los guanches hablaban y enseñaban a hablar a sus hijos, silbando, saltar y correr (Arafo).

—Silbo articulado y busios. En Igueste y en La Esperanza se entienden silbando y se llaman con busios. Hará como 60 años se usaba hablar silbando entre los viejos, pero que se ha perdido la costumbre. En La Esperanza y La Victoria hay quien se entiende con busios (El Rosario).

—Es muy generalizada la tradición de que los reyes de Moreque y de Añico (hoy Roque del Conde), que se halla distantes varios kilómetros se hablaban por medio de busios (¿Serían señales convencionales?) (Arona).

* *  *
ANOTACIONES

1 En el plan original de la obra «Historia del Pueblo Guanche», no se había redactado este capítulo. La idea que Bethencourt Alfonso tenía al respecto era la de dar  una visión general de la economía y la cultura guanche, comparándola con la del resto del Archipiélago Canario, e incorporarla en el III.er Tomo. Cuando nos enfrentamos a las tareas de edición, decidimos colocar este anexo documental en el II.° Tomo para no romper el hilo argumental de los temas presentados. Las anotaciones y referencias tomadas por el autor, nos han ayudado notablemente a configurar este capítulo.

2  «Hay ejemplares en que la herencia (guanche) es todavía más patente. En la Lám. LXVI, 3, (cuenco con mangos cortos, de San Miguel) el primitivo mamelón de pared se robustece notablemente hasta convenirse en un mango corto. Consideramos a esta pieza como una de las más arcaizantes producidas por la alfarería tradicional de Tenerife. Se fabricó en los hoy desaparecidos alfares de San Miguel, y admite una comparación con la pieza primitiva de la Lám. XLVIII,!...

De Las Galletas, y por consiguiente fabricada en San Miguel, a cuyo término pertenece dicha localidad, procede el ejemplar de la fig. 79, con agarraderos en forma de mamelones prolongados, paredes gruesas y borde biselado. De la misma localidad procede la pieza de la Lám. LXIV, 1.

Vasija que formó parte de las colecciones del Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife, que se clasificó como guanche, es decir, prehispánica, y que como tal fue publicada en varias ocasiones, es la que ahora publicamos de perfil y de frente en la Lám. LXVIII. Se localizó en Fetapodón- lugar que no hemos podido situar-, en la zona de Güímar. La halló el Dr. Bethencourt Alfonso, quien, al darla por guanche, hace suponer que la encontró en una cueva. El dato es interesante —aunque ello suponga desconocimiento de la alfarería tradicional—, porque en escondrijos y covachas han sido también halladas las piezas, ya citadas, de Las Galletas y de la Playa de Santiago...». (Luís Diego Cuscoy. «Gánigo. Estudio de la cerámica de Tenerife». Santa Cruz de Tenerife: Museo Arqueológico de Santa Cruz de Tenerife, 1971, págs. 172-173).

Otras investigaciones de interés, para conocer las características de la cerámica aborigen y tradicional de la cerámica de San Miguel son:

Rafael González Antón. «La alfarería popular en Canarias». Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife, 1977.

Con motivo de la celebración del I Congreso de Alfarería Popular de Canarias, celebrado en La Guancha en 1981, colaboramos en la organización de la primera exposición pública que se había hecho de la cerámica tradicional de San Miguel. Igualmente presentamos a dicho Congreso, la ponencia titulada «La Cerámica tradicional en San Miguel de Abona» (inédita).

3  Como hemos dicho anteriormente la aportación que hace el autor sobre la navegación prehistórica e histórica, desarrollada en las costas de las islas, es una de las contribuciones más originales de Bethencourt Alfonso. Para ello se basa, fundamentalmente, en la información oral.

4  Las últimas investigaciones paleomédicas realizadas sobre restos humanos de guanches nos hablan de la incidencia en ellos de enfermedades maxilo-dentales, enfermedades con repercusiones sobre los huesos (infecciones, reumatismo, tumores, traumatismos, trastornos circulatorios óseos, malformaciones congénitas, etc.), enfermedades de los tejidos blandos (antracosis, arterieesclerosis, neumonía, gastroenteritis, etc.) y la fulminante acción de algunas epidemias a finales del siglo xv, sobre todo la conocida como «modorra» que posiblemente se correspondía con el tifus, (Vid., Catálogo de la exposición MOMIAS. Los secretos del pasado»; págs. 42-53.).

5  Para conocer el destino de muchas de las momias encontradas en Canarias, y posteriormente enviadas al exterior, es interesante conocer el artículo de D. Luis Diego Cuscoy. «Glosa a un fragmento de los «Apuntes»de Don José de Anchieta y Marcan. Necrópolis y Momias» en Anuario de Estudios Atlánticos. Madrid-Las Palmas de Gran Canaria: C.S.I.C.-Casa de Colón, 1976 (n.° 22), pp. 233-270.

6  Vid. M. Sierra Delage «Documentación existente en el Museo Nacional de Etnología en relación con colecciones de Canarias, costa noroccidental de África y Afro-América», en VI Coloquio de Historia Canario-Americana. Aula Canarias-No-roeste de África (1984). Las Palmas de Gran Canaria; Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno Autónomo de Canarias/Cabildo Insular de Gran Canaria, 1987. (Tomo 111.°), págs. 69-68.


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