Ni la Inquisición ni las numerosas barreras
impuestas a los naturales de las islas, pudieron borrar muchas prácticas
curativas, cuyas raíces son una mezcla de creencias nativas y sincretismo
católico.
La medicina de los curanderos y santiguadoras en
Canarias estaba relacionada con los recursos y medios que encontraba a su
alrededor y con esa mirada a reojo a través de signos y rezos.
La necesidad para curar sus enfermedades,
sincretizándola para evitar a las autoridades religiosas, junto a la poca
confianza que les daban los conquistadores y sobre todo ante la aparición de
nuevas epidemias y plagas, que año tras año dejaban los visitantes y
transeúntes, dan como resultado la aparición de estas prácticas tal y como las
conocemos hoy en día.
La mezcla de culturas hace que el curandero y
santiguadoras en Canarias, se le vea como una especie de nigromantes, al
que se le relaciona con las antiguas creencias isleñas que dejaron su huella en
la toponimia de nuestra isla, como son los bailaderos de las brujas.
En especial las autoridades eclesiásticas
hicieron especial hincapié en las mujeres, inculcando la creencia de que las
antiguas nativas se dedicaban a hacer aquelarres bailando en torno a una
hoguera, para posteriormente bañarse desnudas en el mar. Y son estas la que más
protagonismo tiene en paliar los padecimientos de una población que no termina
de asimilar las nuevas creencias impuestas, pero utilizan los elementos de
catolicismo para evitar la inquisición, de ahí nace la santiguadora, aquella
que cura con el poder de la palabra a diferencia de los curanderos, desempeñado
este magisterio normalmente por hombres, que utilizan más, los conocimientos de
plantas para tratar sus pacientes.
Las hechiceras, fueron otra parte importante en
las creencias de nuestras islas, y que suele confundirse con las santiguadoras,
salvo que en este caso, las hechiceras facilitaban por medios mágicos la
satisfacción de los deseos que la población tiene en materia de amores y de
adivinación del futuro del individuo en general.
La frecuencia de las visitas a nuestros campos de
la Inquisición o de los delegados episcopales en los primeros años de la
conquista, encuentra sin duda una razón en la gran preocupación que se tiene
por las actividades y prácticas de la población nativa en general y mujeres en
especial, por lo poco asimilada y siempre proclive a renegar de las nuevas
creencias.
No debemos olvidar la importancia de la mujer en
la transmisión de la cultura popular. La mujer era una especialista del cuerpo
humano, al que alimentaba y curaba. Esto suponía observar y conocer las
funciones del organismo, las propiedades de las plantas, el fenómeno de su
cocción. De su experiencia obtenía una cierta influencia social, un cierto
reconocimiento. Por eso la persecución de las brujas, casi siempre mujeres,
tiene mucho que ver con el intento de destruir la cultura popular, que mantenía
vivos elementos paganos.
Las santiguadoras tienen un poder especial para
curar, y los vecinos de nuestros pueblos acuden a ellos impulsados por ese
sentido que hace caminar guiados por el corazón, cuando los cuerpos se ven
atacados por el mal de ojo, susto, sol en la cabeza y otras dolencias y males o
simplemente cuando no encuentran solución en la medicina científica.
La enfermedad que tratan las santiguadoras se
considera en este ambiente mágico, no sólo como un dolor físico de nuestro
cuerpo, sino también de nuestra mente, de ahí los rezos y oraciones que estas
realizan a los pacientes.
Los santiguados son los hilos conductores que le
transmiten el grado de enfermedad de sus pacientes. Las creencias religiosas,
tanto de la santiguadora como del paciente, juegan un papel importante en el
proceso.
Nuestros campesinos canarios además de
creer firmemente en brujas, espíritus y presagios, les tienen un miedo especial
a los efectos del mal de ojo en plantas, animales etc., y en especial aquel que
recae en nuestros niños. Sin embargo, no juzgan siempre este hechizo como un
acto de maldad, sino que también creen que un exceso de cariño o admiración de
las persona que lo produce, pueden provocar el mismo efecto perjudicial, que suele
consistir en que se seca o muere todo aquello en lo que recae tal energía.
Las practicas de las santiguadoras siguen
vigentes en nuestros campos, incluso en la ciudad, donde se recurre a ellas
para sanar a nuestros hijos del temido “maldiojo” ya sea de manera física,
llevando al infante o a distancia, para lo que se facilita tan solo el nombre
del afectado.
Entre la muchas variedades de rezados que existen
en toda Canarias para las distintas afecciones, hay algunas que podríamos
denominar de uso mas común y son la base de las curaciones que realizan las
santiguadoras.
Veamos algunas de ellas.
ORACION PARA QUE NO ENTRE EL MAL A LA
PERSONA
San Lorenzo subió al cielo,
corto un plato y se rindió.
Se puso malo, hizo la cama y
se acostó.
La Virgen Guadalupe, le
rezó.
Se puso bueno y se curó,
al tercer día subió al cielo
y está sentado.
Así mismo te rezo yo.
MAL AIRE
Yo te santiguo en el nombre del padre (+)
del hijo (+) y del espíritu santo (+),
amen.
Si tienes aire y te entro por la cabeza,
que te lo quite Santa Teresa.
Si te entro por la frente, San Vicente.
Por los ojos, Santa Lucia,
y por la nariz, San Luis.
ORACIÓN PARA CURAR EL MAL DE AIRE Y
EL MAL DE OJO.
Precinarse antes de comenzar el rezado.
Comienza el rezado haciendo una cruz a la
persona que va a ser rezada y se va diciendo “en cruz padeció y en cruz murió y
en cruz Cristo te santiguo yo”.
Señor mío Jesucristo, por el mundo
anduviste,
En treinta y tres años al cielo subiste,
Muchos milagros hiciste,
Mucho a los pobres sanaste,
A María Magdalena le perdonaste,
Al santo árbol de la Cruz,
Santa Ana parió a María,
Santa Isabel a San Juan.
Le fueron a bautizar en el rio de Jordán,
Le pregunta Juan al señor,
¿Señor quien esta mas bien bautizado?
Yo señor que estoy bautizados de tus benditas
manos.
Así como estas palabras son ciertas y
verdaderas,
Haga por bien de quitar fuego, aire, mal
aire, mal de ojo,
Que tenga en su cabeza, en su estomago,
en su garganta,
En sus ojos, en su espalda, en sus
coyunturas.
Haga por bien de quitar y votar al fondo
del mar,
De donde a mí, ni a otra criatura le haga
mal.
Y si esto no le basta, que le baste la
gracia de Dios,
Que es grande Amen, Jesús.
ESTA ORACIÓN SE REZA TRES
VECES.
Después se reza un credo cuando se
termina el credo se dice:
Con este credo que tengo rezado y estas
palabras que tengo dichas,
Se las ofrezco al señor sacramentado a la
Virgen de Belén,
A la Virgen de la Caridad, que haga la
caridad,
De quitar del cuerpo de (aquí se dice el
nombre de la persona),
Todo mal que tenga y votar al fondo del
mar,
Y que a mí, ni a otra criatura le haga
mal,
Y si esto no le basta que le baste la
gracia de Dios,
Que es grande Amen, Jesús.
AL FINAL SE PRECINA.
Por lo demás, en estos tiempos no faltan los
amañados y charlatanes venidos de tierras lejanas, que ofician de médicos del
alma, con el ánimo de hacerse ricos a costa de la necesidad de la gente; nada
que ver con el magisterio de nuestras estimadas y queridas santiguadoras,
verdaderas guardianas de creencias ancestrales y que reciben, por lo general como
pago, los alimentos que nuestras gentes cultivan en sus campos.
http://cronicasdelguirre.blogspot.com.es
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