lunes, 1 de junio de 2015

:::Anago:::


Anago. m. Lz. Vehemente.
A los pocos meses de llegar a la isla de Lanzarote, el conquistador normando Bertín de Berneval encabezó un golpe de mano contra los responsables de la expedición, Jean de Béthencourt y Gadifer de La Salle. El relato de este episodio, entre otros hechos y datos curiosos, nos proporciona algunos nombres personales. En las dos versiones de Le Canarien, primera crónica de la conquista europea, se menciona a un isleño que escapó ileso de aquella conjura. El manuscrito fechado en torno a 1420 anota la forma Anago para este antropónimo, pero el datado después de 1494 introduce una pequeña variación: Auago.
No es la única divergencia de este tipo que figura en la fuente francesa y tampoco hay motivo para pensar que se trate de otra cosa que simples erratas, aunque sabemos que en la cultura amazighe siempre ha sido corriente que una persona lleve más de un nombre a lo largo de su vida. Sin embargo, llama la atención que esos posibles errores no sólo tengan sentido, sino que, como en este caso, los valores semánticos anden muy próximos.
Así, vemos que Anago (anagaw) nos muestra a un ‘hombre que ruge’, mientras que Auago (aggag), nombre con amplia tradición en el mundo amazighe, señala al ‘vehemente’ o, de forma más literal, ‘el trueno’.
Autor: Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.

:::Daida:::

Daida. LP. Cordero recién nacido y lactante.
La fuente, una lista de isleños bautizados en Sevilla durante la primera mitad del siglo XV, no proporciona ni el género ni la edad de la persona que recibió este nombre. Además, su formulación no contiene un índice específico, hecho que a menudo ocurre con los masculinos. Pero, como termina en –a, la costumbre actual, inspirada en la gramática española, lo asigna a las mujeres. En todo caso, la duda morfológica no posee mucha trascendencia sociolingüística, pues es fácil encontrar en cualquier idioma algunos antropónimos que no se corresponden con el género de sus portadores. Con frecuencia, en la lengua amazighe estos cambios quieren destacar alguna cualidad del sujeto, buscando incluso potenciarla o disminuirla.
Autor: Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.



:::Mídeno / Vidina::: :::Magens:::

Magens. f. LP. Delgada.
El día 28 de enero de 1494, el tratante levantino Pedro Martínez presentó en el mercado esclavista de Valencia a esta cautiva de 30 años, natural de La Palma, que había adquirido en el Puerto de Santa María (Cádiz). Por la cantidad de 26 libras y 5 sólidos consiguió rematar la venta.
Entre las diversas fórmulas que se pudieron haber elegido para reflejar la ‘delgadez’ de esta mujer, la creatividad isleña nos ha regalado una secuencia muy curiosa. El enunciado, Maghens, cuya estructura se repite en algún otro antropónimo auarita, prefija la partícula comparativa m (‘como, igual que, a la manera de, lo mismo que’) al substantivo aghens (‘aguja’). Porque éste es el significado primario de la raíz [Gh•N•S], esa que encontramos también en nuestros taghinastes, ajinajos y otros ejemplares botánicos de la familia Echium, antes de quedar asociada a los tintes y la cosmética.
Autor: Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.

 

Mídeno / Vidina. m. GC. Humanos.
En fecha bastante tardía, aunque siempre con el crédito que merecen los informes procedentes de la casa condal de la Vega Grande, uno de estos descendientes de Thenezort Semidán, el historiador canario Pedro Agustín del Castillo (1737), atribuyó el apellido Mídeno al guanarteme conocido como Guayasen, al que «por su píadoso corazon llamaron el bueno» los conquistadores. También se refiere a una sobrina (o quizá hija) de éste con el nombre de Tenesoya Vidina o Vidiña, secuestrada en Bañaderos por agentes de Inés Peraza, llevada a Lanzarote, casada con Maciot Perdomo de Béthencourt e integrada sin mucha contrariedad en la sociedad colonial.
En ambos casos, se trata del mismo nombre de familia, un substantivo masculino plural, alterado por la introducción de los morfemas castellanos de género (-o/-a), pues la curiosa alternancia de bilabiales registrada en la consonante inicial (m-/b-) se repite también en hablas amazighes del Sahara argelino. Pero lo extraordinario de verdad en este midden o bidden (mīdĭd-ăn) tiene que ver con su significado.
En singular, äles, ya hemos visto alguna vez esta voz en el apóstrofe que dirige la gomera Ibaya a Hernán Peraza cuando los isleños se disponían a prenderlo. Adjudica el concepto a su primo Hautacuperche, el «hombre legítimo» que, protegido por la divinidad, era responsable de ejecutar las resoluciones más críticas para la colectividad. Porque esta expresión, que remite en primera instancia a la ‘virilidad’, refleja también un valor diacrítico o diferenciador en la ‘condición humana’, desarrollado más tarde para designar a los ‘extranjeros’.
Sin embargo, no debe causar mucha extrañeza que un grupo de la sociedad se apropie esa ‘humanidad legítima’, como si hubiera alguna que no lo fuera. Para entender esto, que sucede en otras muchas culturas, conviene recordar que, en formaciones segmentarias como las que caracterizan la sociedad amazighe, el linaje se instituye como el depositario tanto de los bienes materiales (indivisibles) como de una personalidad social y moral, es decir, constituye una consciencia colectiva que suministra al sujeto una identidad en el mundo. Y, en este caso, hablamos de una familia muy peculiar, la estirpe guanartémica, aquella que había logrado imponerse como referencia de un poder que concebía ya en términos políticos.
Autor: Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche

:::Huertaya:::

Huertaya. f. Tf. Desarraigada.
Uno de los episodios más tristes que generó el proceso del conquista y colonización europeas del Archipiélago fue el comercio de seres humanos. Personas de cualquier edad o sexo sufrieron la degradación del cautiverio y venta en los mercados esclavistas, un excelente negocio por entonces, que muy pronto estableció también en Canarias una de sus mejores plazas atlánticas.
Pieza siempre codiciada fueron los niños y adolescentes, más vulnerables frente a la alienación del trabajo esclavo, así como más permeables ante la aculturación. Dos instancias de una estrategia deshumanizadora nada sutil, cuyos únicos objetivos eran el lucro y la obtención de mano de obra barata.
En la transición del siglo XV al XVI, Valencia se erigió en el principal destino de los isleños sometidos a este tráfico. El 20 de mayo de 1497, el mercader catalán Pedro Moner presentó para su venta a tres niñas guanches de 9, 10 y 12 años, un grupo que le había enviado desde Andalucía el también tratante Pedro Benavent. El nombre de la mayor de ellas, Huertaya, parece evocar la terrible experiencia de aquel desgarro, pues Wer-tayyat nos habla de una persona ‘sin arraigo’.
Autor: Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.

:::Gralhegueya:::

Gralhegueya. m. Go. Protege la mandíbula.
La fortaleza y el valor fueron cualidades muy respetadas por los antiguos isleños. Las duras condiciones de vida en las Islas exigían mucho de sus habitantes y ciertos episodios dieron gran fama a sus protagonistas. Esto ocurrió, según narraban los antiguos cantares, con Gralhegueya, un gomero «de grande cuerpo y fuerza», que demostró su arrojo en una circunstancia muy comprometida. Mientras mariscaba con otros compañeros en un roque cercano a la costa, subió la marea y quedaron aislados, bajo la amenazadora presencia de un grupo de marrajos (cierto tipo de tiburones que transitan nuestras aguas en sus migraciones). Pero Gralhegueya se lanzó al mar, se abrazó a uno de los escualos y, dando vueltas y violentos coletazos, ambos se precipitaron hacia el fondo. El fragor de la lucha espantó al resto de los marrajos y los gomeros pudieron regresar a tierra, también nuestro personaje, una vez que se hubo separado de su contendiente marino.
Aunque ya la peculiar composición de su nombre merecía quedar en la memoria insular. El curioso antropónimo, Gdal-x-geya (en notación más precisa), refleja que este héroe gomero debía exhibir algún llamativo ‘protector (gdal) sobre (xf) la mandíbula, mejilla o pómulo (geya)’, una circunstancia que no sería muy frecuente.
Autor: Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.


No hay comentarios:

Publicar un comentario