Anago. m. Lz. Vehemente.
A los pocos meses de llegar a la isla de
Lanzarote, el conquistador normando Bertín de Berneval encabezó un golpe de
mano contra los responsables de la expedición, Jean de Béthencourt y Gadifer de
La Salle. El relato de este episodio, entre otros hechos y datos curiosos, nos
proporciona algunos nombres personales. En las dos versiones de Le Canarien,
primera crónica de la conquista europea, se menciona a un isleño que escapó
ileso de aquella conjura. El manuscrito fechado en torno a 1420 anota la forma Anago
para este antropónimo, pero el datado después de 1494 introduce una pequeña
variación: Auago.
No es la única divergencia de este tipo que
figura en la fuente francesa y tampoco hay motivo para pensar que se trate de otra
cosa que simples erratas, aunque sabemos que en la cultura amazighe siempre
ha sido corriente que una persona lleve más de un nombre a lo largo de su vida.
Sin embargo, llama la atención que esos posibles errores no sólo tengan
sentido, sino que, como en este caso, los valores semánticos anden muy
próximos.
Así, vemos que Anago (anagaw) nos
muestra a un ‘hombre que ruge’, mientras que Auago (aggag),
nombre con amplia tradición en el mundo amazighe, señala al ‘vehemente’
o, de forma más literal, ‘el trueno’.
Autor:
Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.
:::Daida:::
Daida. LP. Cordero recién nacido y
lactante.
La fuente, una lista de isleños bautizados en
Sevilla durante la primera mitad del siglo XV, no proporciona ni el género ni
la edad de la persona que recibió este nombre. Además, su formulación no
contiene un índice específico, hecho que a menudo ocurre con los masculinos.
Pero, como termina en –a, la costumbre actual, inspirada en la gramática
española, lo asigna a las mujeres. En todo caso, la duda morfológica no posee
mucha trascendencia sociolingüística, pues es fácil encontrar en cualquier
idioma algunos antropónimos que no se corresponden con el género de sus
portadores. Con frecuencia, en la lengua amazighe estos cambios quieren
destacar alguna cualidad del sujeto, buscando incluso potenciarla o
disminuirla.
Autor:
Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.
:::Mídeno / Vidina::: :::Magens:::
Magens. f. LP. Delgada.
El día 28 de enero de 1494, el tratante levantino
Pedro Martínez presentó en el mercado esclavista de Valencia a esta cautiva de
30 años, natural de La Palma, que había adquirido en el Puerto de Santa María
(Cádiz). Por la cantidad de 26 libras y 5 sólidos consiguió rematar la venta.
Entre las diversas fórmulas que se pudieron haber
elegido para reflejar la ‘delgadez’ de esta mujer, la creatividad isleña nos ha
regalado una secuencia muy curiosa. El enunciado, Maghens, cuya
estructura se repite en algún otro antropónimo auarita, prefija la partícula
comparativa m (‘como, igual que, a la manera de, lo mismo que’) al
substantivo aghens (‘aguja’). Porque éste es el significado primario de la raíz
[Gh•N•S], esa que encontramos también en nuestros taghinastes, ajinajos
y otros ejemplares botánicos de la familia Echium, antes de quedar
asociada a los tintes y la cosmética.
Autor:
Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.
Mídeno / Vidina. m. GC. Humanos.
En fecha bastante tardía, aunque siempre con el
crédito que merecen los informes procedentes de la casa condal de la Vega
Grande, uno de estos descendientes de Thenezort Semidán, el historiador canario
Pedro Agustín del Castillo (1737), atribuyó el apellido Mídeno al
guanarteme conocido como Guayasen, al que «por su píadoso corazon
llamaron el bueno» los conquistadores. También se refiere a una sobrina (o
quizá hija) de éste con el nombre de Tenesoya Vidina o Vidiña, secuestrada
en Bañaderos por agentes de Inés Peraza, llevada a Lanzarote, casada con Maciot
Perdomo de Béthencourt e integrada sin mucha contrariedad en la sociedad
colonial.
En ambos casos, se trata del mismo nombre de
familia, un substantivo masculino plural, alterado por la introducción de los
morfemas castellanos de género (-o/-a), pues la curiosa alternancia de
bilabiales registrada en la consonante inicial (m-/b-) se repite también en
hablas amazighes del Sahara argelino. Pero lo extraordinario de verdad
en este midden o bidden (mīdĭd-ăn) tiene que ver con su
significado.
En singular, äles, ya hemos visto alguna
vez esta voz en el apóstrofe que dirige la gomera Ibaya a Hernán Peraza cuando
los isleños se disponían a prenderlo. Adjudica el concepto a su primo Hautacuperche,
el «hombre legítimo» que, protegido por la divinidad, era responsable de
ejecutar las resoluciones más críticas para la colectividad. Porque esta
expresión, que remite en primera instancia a la ‘virilidad’, refleja también un
valor diacrítico o diferenciador en la ‘condición humana’, desarrollado más
tarde para designar a los ‘extranjeros’.
Sin embargo, no debe causar mucha extrañeza que
un grupo de la sociedad se apropie esa ‘humanidad legítima’, como si hubiera
alguna que no lo fuera. Para entender esto, que sucede en otras muchas
culturas, conviene recordar que, en formaciones segmentarias como las que
caracterizan la sociedad amazighe, el linaje se instituye como el
depositario tanto de los bienes materiales (indivisibles) como de una personalidad
social y moral, es decir, constituye una consciencia colectiva que suministra
al sujeto una identidad en el mundo. Y, en este caso, hablamos de una familia
muy peculiar, la estirpe guanartémica, aquella que había logrado imponerse como
referencia de un poder que concebía ya en términos políticos.
Autor:
Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche
:::Huertaya:::
Huertaya. f. Tf. Desarraigada.
Uno de los episodios más tristes que generó el
proceso del conquista y colonización europeas del Archipiélago fue el comercio
de seres humanos. Personas de cualquier edad o sexo sufrieron la degradación
del cautiverio y venta en los mercados esclavistas, un excelente negocio por
entonces, que muy pronto estableció también en Canarias una de sus mejores
plazas atlánticas.
Pieza siempre codiciada fueron los niños y
adolescentes, más vulnerables frente a la alienación del trabajo esclavo, así
como más permeables ante la aculturación. Dos instancias de una estrategia
deshumanizadora nada sutil, cuyos únicos objetivos eran el lucro y la obtención
de mano de obra barata.
En la transición del siglo XV al XVI, Valencia se
erigió en el principal destino de los isleños sometidos a este tráfico. El 20
de mayo de 1497, el mercader catalán Pedro Moner presentó para su venta a tres
niñas guanches de 9, 10 y 12 años, un grupo que le había enviado desde
Andalucía el también tratante Pedro Benavent. El nombre de la mayor de ellas, Huertaya,
parece evocar la terrible experiencia de aquel desgarro, pues Wer-tayyat
nos habla de una persona ‘sin arraigo’.
Autor:
Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.
:::Gralhegueya:::
Gralhegueya. m. Go. Protege la mandíbula.
La fortaleza y el valor fueron cualidades muy
respetadas por los antiguos isleños. Las duras condiciones de vida en las Islas
exigían mucho de sus habitantes y ciertos episodios dieron gran fama a sus
protagonistas. Esto ocurrió, según narraban los antiguos cantares, con Gralhegueya,
un gomero «de grande cuerpo y fuerza», que demostró su arrojo en una circunstancia
muy comprometida. Mientras mariscaba con otros compañeros en un roque cercano a
la costa, subió la marea y quedaron aislados, bajo la amenazadora presencia de
un grupo de marrajos (cierto tipo de tiburones que transitan nuestras aguas en
sus migraciones). Pero Gralhegueya se lanzó al mar, se abrazó
a uno de los escualos y, dando vueltas y violentos coletazos, ambos se
precipitaron hacia el fondo. El fragor de la lucha espantó al resto de los
marrajos y los gomeros pudieron regresar a tierra, también nuestro personaje,
una vez que se hubo separado de su contendiente marino.
Aunque ya la peculiar composición de su nombre
merecía quedar en la memoria insular. El curioso antropónimo, Gdal-x-geya
(en notación más precisa), refleja que este héroe gomero debía exhibir algún
llamativo ‘protector (gdal) sobre (xf) la mandíbula, mejilla
o pómulo (geya)’, una circunstancia que no sería muy frecuente.
Autor:
Ignacio Reyes En: Revista Mundo Guanche.
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