viernes, 8 de mayo de 2015

INSTITUCIONALIZAR LA MEMORIA


Institucionalizar la memoria, impedir el olvido, reavivar el recuerdo de una tragedia ocultada o ignorada durante mucho tiempo y restituirle el lugar que le corresponde en la conciencia de los hombres, es en efecto responder a nuestro deber de memoria.

Aunque nos parezca algo lejano, la esclavitud existió en Canarias desde temprano, convirtiéndose luego en una realidad palpable a través de los siglos.

El valor y cotización de los esclavos vendidos en España presenta algunas diferencias dependiendo, de donde procedían, en las condiciones en las que se encontraba la pieza y lo más importante la envergadura de la venta, los esclavos más caros eran los berberisco, les sigue en valor el negro y el canario, y por último el indio.

La mujer era más valorada que el hombre, pues tenía una vida más larga y con su descendencia aumentaba el número de esclavos, siendo más cara las de procedían de las isla canarias que las mujeres de raza negra. Según las crónicas en el año de 1489 una esclava canaria es valorada en 15.000 mrs., tasación que alcanzó la venta de dos esclavas negras de 15 y 9 años. El precio medio del varón se situaba en torno a los 8.000 mrs. y las mujeres jóvenes en torno a los 10.000 mrs. Como es lógico en ese tiempo y como norma , las mujeres esclavas eran vendidas con los hijos pequeños
Junto a estas cifras medias encontramos algún caso excepcional como el de una esclava vendida en el año 1496 por un precio de 30.000 mrs. pero estas mercancías humanas también perdían parte de su valor si tenían algún defecto físico y es que por ello en las cartas de venta referían el buen estado de la pieza.

Un ejemplo, de ello es la deuda contraída por Gaspar Fernández y Alonso de Aragón con Juan de Trigueros por un esclavo negro de 10 años. El comprador comenta que como el esclavo tiene una herida en la frente y que si muriese de la herida no estará obligado a pagar cosa alguna, y especifica que el citado esclavo no es manco ni cojo y si lo fuera la venta sería nula. También abundan en las transacciones las referencias a que el esclavo no fuera borracho, ni endemoniado, ni tuviese los ojos claros.
Publicado por 
María Gómez Díaz. Mayo de 2015.

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