Los Gabinetes estaban repletos de curiosidades
que acogían restos arqueológicos y antropológicos, donde las salas estaban
compartidas en una amable convivencia con muestras de minerales, algunos
animales disecados o conservados en formol, huevos, nidos, osamentas, conchas
de moluscos, fósiles; algunas obras de arte; objetos etnográficos que procedían
de Asia, África y America donde el expolio y más tarde la distribución sería facilitado
por el colonialismo; materiales etnográficos
locales; toda suerte de objetos antiguos de diversas procedencias, orginales o
en reproducción, entre los que destacaban las armas. de hecho los rimeros
museos de las sociedades científicas, surgidos años más tarde, en poco se
distinguirían de estos gabinetes misceláneos de propiedad particular.
Es entonces cuando
adquirieron mayor trascendencia el patrimonio arqueológico, como referente de
identidad, y la arqueología, como disciplina que lo eleva a la categoría de
prueba científica.
En Canarias, Viera y
Clavijo había introducido la visión roussoniana del aborigen como buen salvaje,
un pueblo bárbaro, pero respetable y heroico, anclado en la juventud de la
especie humana, simple e ignorante, pero libre, sana y limpia del vicio de la
civilización europea... Pero, luego que la conquista vino a quitarles con la
patria ese tenor y régimen de vida sencilla, degeneraron los canarios en una
casta de hombre oscuros (J. Viera, 1967 [1772], I: 538). Es decir, que
consideraba al pasado más heroico y digno de orgullo que el presente.
El romántico Sabin
Berthelot insistió en esa misma perspectiva y fue posible mente el principal
artífice de su difusión posterior. Además, introdujo en las islas la
bioantropología y se convenció de la pervivencia racial de los guanches,
atribuyendo al origen guanche ciertos rasgos de la idiosincrasia canaria:
Afable y obsequioso..., humilde y astuto..., atrevido hasta la temeridad...,
sencillo en sus gustos, sentencioso y reservado en sus palabras; tal es el
campesino de las Canarias... La más franca hospitalidad, la veneración hacia la
vejez, el respeto filial, al amor a sus semejantes, son las virtudes
hereditarias que los guanches han legado a sus nietos... Tam bellas cualidades
se han propagado con la sangre de una raza pura (S. Berthelot, 1978, [1849]:
179-180).
Publicado por María Gómez Díaz.
Mayo de 2015.
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