1996 mayo.
Teresa González Pérez
Dra., en Historia.
La mujer, dada las
transformaciones que podía imprimir a la estructura familiar y social, se halló
al margen del proceso evolutivo educacional. Hasta la Ley General de
Educación de 1970 estuvo en vigor la educación diferenciada, si bien se
mantenía un curriculum escolar sexista, y con la Constitución de 1978
se reconoció la igualdad entre mujeres y hombres. La sociedad patriarcal le
confería las funciones familiares y participar en la transmisión de valores e
ideas y facilitarle la educación implicaba un riesgo para la asentada sociedad
patriarcal, en tanto en cuanto podía modificar los esquemas tradicionales. En
consecuencia, había que controlar todos los resortes educativos para evitar la
distorsión de los efectos de tal proceso en el sexo femenino. Por esta causa,
como elemento fundamental dentro del a configuración histórico-social del
Archipiélago Canario, destaca la educación de las mujeres como mecanismo
significativo del control social, marcando las pautas e comportamiento y los
sistemas de valores con respecto a los hombres y las mujeres. La identidad
personal y cultural de la mujer, en diferentes momentos históricos, se plantea
a partir de un rol doméstico y la maternidad. Incluso, las representaciones
culturales mantienen la versión del prototipo femenino asentado en el discurso
tradicional del hogar y la maternidad: el "Ángel del Hogar'' y la "Perfecta
Casada" y los nuevos modelos de "Mujer Moderna" o "Mujer Nueva'
'. La cultura tradicional, la religión y la mentalidad conservadora configuran
elementos decisivos en las pautas de comportamiento, definiendo la identidad de
la mujer en su función social como madre y encargada del hogar.
Los roles y opciones atribuidos
al sexo femenino, así como el papel desempeñado por la mujer en la sociedad, se
debe a su acondicionamiento social y a una diferenciación biológica de los
sexos. El status sociopolítico de cada momento histórico queda reflejado en la
legislación, lo cual constituye un aspecto que ilustra la condición social
femenina y permite comprender el papel de la mujer en la historiografía
española. Muchos pensadores argumentan que la subordinación de la mujer se
justifica en las diferencias fisiológicas-bioógicas y religioso-católicas entre
los sexos, entendiendo la inferioridad femenina como estado natural dentro de
un orden jerárquico. La cuestión de inferioridad intelectual de la mujer
respecto al hombre fue una controvertida polémica del siglo XIX especialmente en U.S.
A. y Europa - que se mantuvo en España hasta la II República , en
amplios sectores de la sociedad. En ocasiones, los propios liberales dudaron de
la capacidad intelectual femenina. Las denuncias y argumentos de las mujeres de
talla, como Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán, no repararon la concepción
de inferior capacidad mental de la mujer. No obstante, frente a la opinión
generalizada de la relegación de la mujer a la esfera doméstica, había una
minoría convencida de que la función primordial no era forzosamente el hogar,
entendiendo que ésta podía acceder a la cultura, al trabajo y a la vida
pública.
La mujer canaria no escapó al
planteamiento instructivo del resto del estado. Aún en las islas se agravó su
situación dada la pobreza y la marginación insular; la mujer se vio forzada a
realizar trabajos agrícolas que alternaba con las faenas caseras y la crianza
de los hijos. Su instrucción era cuestión secundaria porque se cometido
esencial era el hogar.
Todas las mujeres isleñas, han
contribuido al desarrollo de la sociedad, pese a su continua marginación
socio-política y cultural. La sociedad patriarcal le tenía asignado un claro
papel, aquél que le circunscribía al hogar. En cuanto a su instrucción, si bien
podía asistir a la escuela primaria, sus programas eran muestra relevante de la
situación discriminada de la mujer dentro de la sociedad isleña. Las escuelas
de niñas no eran tan numerosas como las de los niños y particularmente grave
fue la situación de la enseñanza femenina si estimamos que hasta finales del
siglo XIX les estaba vedada la asistencia oficial a los centros de enseñanza
media y universitaria. De ahí que el analfabetismo femenino fuera tan elevado y
la formación de la mujer tan deficiente que justificaba a la vez la negación de
otorgarle derecho alguno en el orden familiar o social. Esta formación carente
de inquietudes laborales o sociales, se expresaba también en las lecturas
especificas recomendadas a las niñas, cuyos textos realzaban la función social
que les estaba encomendada, los libros hacían alusión al papel maternal, hogar,
virtudes de la mujer, etc. En Canarias, la escuela ha favorecido
estereotipos predominantes de la
sociedad.
Hasta época no muy lejanas la
preparación intelectual de la mujer estaba acotada. Con una formación muy
deficiente y un alto saldo de analfabetismo, la sociedad le la segregación
sexual, estimulándola a través de los programas y contenidos; en definitiva,
efectuando adaptaciones escolares de los tenía un papel que se circunscribía al
hogar; la legislación le incapacitaba y le impedía el acceso al mundo laboral
que no fueran los relacionados con las tareas domésticas o el trabajo agrícola.
El trato que recibía la muj er equivalía al de una menos, igual que un ser
inmaduro necesitado de protección, que carecía de valor como persona y que, al
mismo tiempo, estaba sujeta a la admiración por sus virtudes de abnegación y
delicadeza. En el ámbito familiar estaba considerada como una persona de
segundo orden; incluso, la legislación le incapacitaba para administrar los
propios bienes que aportaba al matrimonio y el cónyuge podía disponer
libremente de ellos.
En el archipiélago la limitación
de las mujeres a las actividades domésticas o agrícolas, igual que sucedía en
el resto del estado, no permitió su promoción a otros niveles, si exceptuamos
algunos casos aislados -profesionales de la enseñanza, enfermeras,...-. Hasta
bien entrado el siglo actual con la intervención de la mujer como miembro
activo de la sociedad isleña. No obstante, la presencia de la mujer isleña en
la sociedad ha sido crucial. Desde la feminidad, su influencia era decisiva en
las costumbres y vida social. Porque, además de desarrollar múltiple servicios
de carácter asistencial y social, transmitía los valores ético-religiosos en la
educación de los hijos.
Es cierto que las condiciones
educativas y laborales han mejorado a través de la trayectoria socio histórica
para las mujeres isleñas. Actualmente las políticas educativas y sociolaborales
se encaminan a conseguir la justa equiparación entre mujeres y hombres. No
obstante, ha sido una igualdad aparente a la hora de formarse o acceder al
trabajo, porque continúa existiendo discriminación sobre la mujer,
especialmente, a nivel laboral. Es decir que, pese a los avances, actualmente
las mujeres siguen sufriendo opresión y la subordinación masculina en amplios
sectores del mundo laboral y familiar. La mujer ha conseguido una igualdad
teórica, en la práctica aún queda mucho que hacer.
Revista Neiga del Partido de Independientes de Lanzarote, PIL.
Edita
Partido de independientes de Lanzarote P.I.L.
35500 Arrecife de Lanzarote
Depósito Legal: 511/96 ISSN:
1136-2960 Imprime: Drago
(Archivo personal de Eduardo Pedro García Rodríguez)
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