1916 agosto 12.
A las once y media de la noche falleció en su casa del paseo de San
José don Santiago Tejera y Quesada, y se le dio sepultura en el cementerio
católico de Las Palmas al siguiente día a las seis y media de la tarde.
Entierro concurridísimo, y su cadáver fue llevado a hombros por sus amigos
desde la casa mortuoria hasta la sepultura.
El tiempo vuela, el tiempo
pasa, el tiempo... es celaje de añoranzas. Han corrido fugazmente cinco lustros
y casi al olvido se halla en la memoria de sus paisanos, el nombre esclarecido
de Santiago Tejera Quesada quien supo, inspirado en las obras del gran artista
canario José de Lujan Pérez, escribir con cariño y acierto, y antes de dejar
para siempre este mundo, su libro regional Los grandes escultores para
el cual presté gustosísimo mi concurso enviándole a Tejera cuantos datos poseía
y pude conseguir. Con esta frase, que rezuma nostalgia, comienza un
artículo periodístico del cronista portuense Francisco P. Montes de Oca en el
que pone de manifiesto su contribución al estudio biográfico del escultor José
Luján Pérez que dio a la estampa, en 1914, Santiago Tejera [1] cuyo nombre, en
efecto, aunque desdibujado, no ha desaparecido del todo de la memoria insular
gracias a este notable ensayo de investigación histórica considerado por
Buenaventura Bonnet el trabajo más completo que se había publicado hasta
entonces —1931— sobre la figura del portentoso imaginero canario [2].
Nació Santiago Tejera en Las
Palmas, a las ocho de la mañana del día 9 de enero de 1880, en el seno de una
familia que durante generaciones había dedicado sus esfuerzos al ejercicio de
las Bellas Artes y la enseñanza, logrando malvivir de ello, y fue bautizado
como hijo legítimo del célebre músico don Santiago Tejera Ossavarry y de doña
María de los Dolores de Quesada y Déniz, también destacada pianista, en la
parroquia de Santo Domingo, tres días más tarde [3].
Finalizados sus estudios de
bachillerato prosiguió su formación académica, becado por el Ayuntamiento de
Las Palmas de Gran Canaria, en la
Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de
Sevilla, ciudad en la que se encontraba aún en septiembre de 1899 y, de vuelta
ya en la isla, dos años más tarde, tuvo la iniciativa de crear en el Puerto de La Luz una escuela de Dibujo
destinada a la formación de la clase obrera de aquel populoso barrio de la
capital [4]. De su curiosa relación con el Gabinete Literario de Las
Palmas da cuenta el historiador Javier Campos Oramas en su excelente artículo
sobre los encargos artísticos realizados por esta sociedad a lo largo de su
historia. Es el caso que en septiembre de 1899 había escrito Santiago Tejera,
en papel timbrado del Ateneo de Sevilla, una carta ofreciéndose como artista
pintor para contribuir al decorado de los salones del Gabinete Literario, sin
emolumento alguno, desembolsando tan sólo esta Sociedad lo necesario para
costear la parte material de los cuadros. La junta de gobierno acordó dar
expresivas gracias al señor Tejera por su generoso ofrecimiento, que se
tendrá en cuenta para cuando hayan de realizarse los trabajos de decoración
aludidos. No obstante esta respuesta sutil y dilatoria, en febrero de 1900,
se recibió otra misiva del señor don Santiago Tejera Ossavarry, padre del
joven y aventajado pintor don Santiago Tejera Quesada, en la que después de
exponer una serie de elogios que tanto el periódico El Porvenir de Sevilla,
como varios renombrados maestros en el arte pictórico, hacen del cuadro que
su mencionado hijo esta pintando y ha ofrecido como regalo a esta Sociedad…
espera se le adelanten los gastos materiales que no excederán de quinientas
pesetas, único medio de que pueda ser terminado dicho cuadro. Afirma Campos
Oramas que muy posiblemente hubiera habido conversaciones, al margen de la Junta , para presentar el
asunto como un hecho consumado. Lo cierto es que se le libraron las quinientas
pesetas y no se tuvo, al parecer, noticia del cuadro prometido [5].
Dos años más tarde se ofrecía
para enseñar en su domicilio de la plaza de Santa Ana, número 5, dibujo
lineal, adorno, ornamentación del antiguo y lavado. Preparaciones para carreras
militares, ingenieros y arquitecto, con un material completo y moderno. Clases
de dibujo del natural y pintura. Clases para niños en Colegios por el
procedimiento más práctico que se conoce, con tanto éxito enseñado en el
Colegio de Las Palmas. Dibujo para labores de mujer. Retratos del natural, al
crayón y al humo. Ampliaciones fotográficas [6].
En 1905, la Academia Madrazo ,
que dirige don Santiago Tejera Quesada, en Las Palmas, prepara una nueva
exposición de los trabajos de sus alumnos, que tendrá efecto el día 29 de abril
entrante, fiesta de San Pedro Mártir. Para este certamen han ofrecido premios la Diputación , varios
Ayuntamientos y otras Corporaciones [7]; al año siguiente fue
encargado por el Ayuntamiento de Arucas para que hiciera algunas reformas en el
retrato del rey Alfonso xiii, que
adornaba su sala de sesiones [8] y abrió al público su propia academia de
Dibujo y Pintura [9]. En 1907 tomó posesión de una plaza como profesor
de Dibujo en la Escuela
Normal Superior de Maestros de Canarias, que ejerció hasta su
temprana muerte [10].
El día 4 de agosto de 1910,
cuando contaba treinta años de edad, contrajo matrimonio en la parroquia de
Nuestra Señora de La Luz ,
con doña María Petra Blanco Hernández, nacida en Gáldar el 23 de octubre de
1885, hija del doctor en Medicina don Enrique Carlos Blanco Sapera y de doña
María Josefa Hernández Suárez [11].
La prensa insular —e incluso un
periódico auspiciado por la colonia canaria en Cuba— elogiaron unánimemente el
retrato que realizó de don Juan de León y Castillo en 1912, año de
fallecimiento del ilustre patricio grancanario, que fue exhibido en los
escaparates del establecimiento de don José Lizón en Las Palmas [12]. Este
mismo año se le designó corresponsal en el Archipiélago del prestigioso
rotativo El Diario Español de La Habana al que envió diversas y bien escritas
“Crónicas de Canarias” [13].
El diario católico Gaceta de
Tenerife y su director, el periodista Adolfo Febles Mora, a partir de 1912,
se convertirán en conspicuos valedores y propagandistas de Tejera de Quesada y
su obra, al que no dudarán en calificar de genio en diversas ocasiones.
Lo cierto es que la amistad entre ambos debía venir de antiguo y testigo de
ella fue su colaboración profesional en el fallido proyecto que resultó ser la
publicación de la revista quincenal Canarias Ilustrada, dirigida por el
primero, cuyo número inicial y —al parecer— único, salió de las prensas en Las
Palmas el 15 de abril de 1903. Para él dibujó Tejera una atractiva portada que,
por alguna razón que ignoramos, figura en la tercera página de la misma, y el
retrato a pluma de don Ricardo Madrazo como ilustracion de un texto de Fray
Lesco dedicado a un cuadro de este pintor. Febles Mora asignó dos páginas
de la revista a dejar constancia del notable éxito obtenido por las zarzuelas Folías
tristes y La hija del Mestre, de las que era autor don Santiago
Tejera Ossavarry, padre de su amigo, ornándolas con retratos del músico y de
las intérpretes, e incluyó también un poema, que llevaba por título Sonata,
debido a la pluma de su hermano Domingo Tejera. Sin embargo, lo que más ha
llamado nuestra atención es la declaración formal que hace Febles Mora en el
editorial denunciando el injusto olvido en el que se encontraba la memoria de
don José Luján y Pérez, artista del que había dicho Fray Lesco que se le
debía una estatua, una historia y una calle. Todo hace pensar que, en
cuanto a lo segundo, la historia, Santiago Tejera tomó la determinación
de escribirla él mismo, como luego hizo. Diez años después, en diciembre de
1913, la Gaceta
comunicaba al publico que:
El acreditado fotógrafo
lacunense don Domingo J. Manrique ha retratado para la notabilísima obra que
está editando en Madrid su ilustrado autor don Santiago Tejera Quesada la
celebrada Dolorosa del celebérrimo escultor canario Lujan Pérez y que este
llamaba su niña predilecta porque la conceptuaba una de sus mejores
creaciones; efigie que se venera en la Concepción de
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