La memoria colectiva es la
historia latente de un pueblo, por ello es más que un libro o un trabajo
continuo que quita la memoria al que la padece, estableció Cervantes y la llamó
enemiga mortal de mi descanso. Una memoria ejercitada es guía más valiosa que
el genio y la sensibilidad, observó Schiller; porque de la memoria no podemos
ser expulsados, en ese paraíso todo lo somos y lo sentimos y lo decimos porque lo vemos. Y no sólo lo que hayamos visto,
porque no es un sentido el que opera sino que hay además lo oído, lo tocado, lo
olido y lo gustado. La memoria reúne entendimiento, hechos, enseñanzas, seres,
actos y todo lo que forma nuestra verdad, porque lo que amamos está con
nosotros y porque lo que odiamos está contra lo que amamos o contra los que
amamos. Así diferenciamos lo positivo de lo negativo, lo justo de lo injusto,
lo que pertenece a la libertad y lo que es de la indignidad. La historia es
testimonio del tiempo, verdad del tiempo, maestra y prolongación de la vida. La
memoria de todos y cada uno es presente eterno. El tiempo es dulce en la
primera edad, corazonado en la adolescencia y for- taleza en la madurez. En la
firmeza corazonada de la juventud está la conciencia del porvenir, el espíritu
de lo humano y la realidad del arte. Un día vendrá la juventud y golpeará la
puerta, dialoga el personaje central de El maestro de obras Soless con el Dr.
Herdal de Henrik Ibsen, en el mejor teatro noruego. Ese día ha llegado para
Latinoamérica, comenzó en los años setenta y aún está vigente en la puerta que
abre el futuro inmediato. Brilla más la luz del sol que nace, que la del sol
poniente. La negación de lo que no es como el joven es fecunda; nunca lo fuimos
quienes no negamos, después de haberlo consultado al tiempo. Cuando jóvenes tal
vez no gozamos de nada con plena intensidad, porque lo queríamos todo, en el
terreno de la libertad, de la vida, de la verdad del arte, de la dignidad. Ese
joven nunca desalentado continúa golpeando la puerta.
(De Juarez a los jóvenes)
(De Juarez a los jóvenes)
Publicado
pr: María Gómez Díaz. Marzo de 2015.
Antonio de Viana corrobora la
validez de este testimonio, al describirnos el recuento que hace el mencey
Bencomo de los guerreros que desfilan ante Èl en las fiestas de finales de
abril. Un relato que, si bien adornado por la imaginación del poeta, parece haber
sido tomado de la tradición oral del valle de La Orotava , lugar en donde se
dice escribió su poema.
Ahora, pues, el año de conquista / fin del florido abril, el gran Bencomo / puso treguas a guerras que tenÌa / con Acaymo, señor de Tacoronte, / y
Beneharo, viejo rey de Anaga, / juntose con sus grandes y vasallos / a las
annales fiestas en su corte, / mandó hacer alarde de su gente. / Ya suenan en las partes más remotas, cumbres y valles del taorino estado / en público, la voz del pregonero / dando noticia del real mandato; / Ya se aperciben once capitanes / valientes, esforzados y animosos, / sÌguenlos ocho o nueve mil infantes / ya llega el primer día de las fiestas, y junto del alcázar de Bencomo / está la plaza de armas adornada / ya ocupa el real asiento la persona / del gran Bencomo, y con semblante alegre, la vista esparce a una y otra parte; / resuenan gritos, silbos, alaridos; y entra arrogante un capitán famoso / llamado Ancor, del bravo rey pariente, / con seiscientos soldados bien armados / Pone Bencomo en la gallarda gente / los ojos y entresí los va contando, / y ellos siguiendo al capitan famoso, la plaza desocupan con buen orden. / Luego resuena el eco vocinglero / de voces, silbos, algarazas y gritos, / y entra Tigayga, capitán valiente, / con mas de mil soldados esforzados, / hicieron reverencia al rey humildes / y dejaron la plaza, cuando al punto / el capitán Guyonja, gran guerrero, / hizo reseña de ochocientos hombres, / Entra Teguayco y después Leocoldo, Sañugo, Badayco, Tauco, Arafo, / famosos y valientes capitanes, / haciendo cada cual ante Bencomo, / reseña y lista de su diestra gente. / Llega el postrero, un muy gallardo joven, / que en tiernos años sus heroicas obras / le han dado justo nombre de Sigoñe, / que entre ellos significa "el invencible"; / entró en la plaza bien acompañado / de mil y cien mancebos belicosos .Viana (1991 [1604]: I, 143-148)
María
Gómez Díaz. Marzo de 2015.
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