Francisco Tomás Morales Afonso
nació en el término de El Carrizal (Agüimes) el 20 de diciembre de 1781, siendo
bautizado el 27 X 11-1781 con el nombre de Francísco Antonio. Hemos de suponer,
para explicar este cambio de nombre, que sus padres Francisco Miguel de Morales
y Maria Ana Afonso le llamaron Francisco por su progenitor y Antonio por su
padrino, Antonio Agustín Afonso, aunque luego cambiase el Antonio por Tomás en
honor de su madrina, Tomasa Afonso. Es una simple suposición sin otra base que
la expuesta.
F.T.M. nacía en un momento de
grave crisis económica insular, cuyo paliativo los canarios buscaban, como
siempre, en la emígración sin dominar las primeras letras y habiendo sido
carbonero y salínero, F.T.M. emigra a Venezuela en 1801, donde se enrola en el
ejército. A partir de 1806 actúa como soldado, desde donde asciende a cabo,
sargento, subteniente, teniente y ayudante, capitán, teniente coronel y
coronel. Cinco años, de 1816
a 1821, luce los entorchados de brigadier y, enseguída,
asciende a mariscal de campo y a capitán general de Venezuela. Han sido unos
veinte años de rápída y brillante carrera militar, explicable por la
anormalidad de la guerra civil que le toca vivir y en la cual librará más de
medio centenar de encuentros. Luchó, primero, al lado de Gaspar de Cagigal
rechazando a los británicos (1806). Al estallar la rebelión venezolana se
pronuncia por el rey y combate contra los rebeldes o patriotas junto al canario
Domingo de Monteverde (1811-13); luego con Tomás Boves, cuya táctica aliado de
los famosos Llaneros aprende y de quien será su segundo (1813-14), con Pablo
Morillo (1815-21) y con Miguel de la
Torre (1821-22) a quien reemplaza como capitán general de la
provincia de Venezuela y general en jefe del ejército de Tierra Firme
(1822-23). Fue herido en cuatro ocasiones y vencido en nueve batallas, llegando
a confrontar sus ejércitos y tácticas con caudillos de la talla y nombradía de
José Félix Ribas, Villapol. Campos Elías, Bermúdez, soublette. Urdaneta.
Cedeño, Páez y Bolívar.
Con este midió sus fuerzas en La Puerta (3-11-1814), San
Mateo (26 y 29-11-1814), La
Puerta (13-VI-1814), Aragua (17-VIII-1814), Los Aguacates
(13-VII- 1816), y Carabobo (25-VI-1821), única batalla esta última en la que el
Libertador venció al canario. Como jefe superior mantiene el precario dominio
de España en Venezuela de 1822
a 1823, hasta que, falto de auxilios y vencida la flota
hispana en la batalla del Lago Maracaibo, tiene que capitular el 4-VIII-1823.
Su paso por La Habana
no le permitió obtener los apoyos que venia demandando hacía tiempo para
defender, primero, y recuperar después. El territorio de la Capitanía General.
La corona española, vencida ya en todos los escenarios americanos, sólo podía
condecorarle con la cruz de San Fernando y premiarle con la capitanía general
de Canarias, adonde arriba a Tenerife el 27-VI-1827. Ese mismo año, septiembre,
marcha a Gran Canaria, en la que se le tributó un caluroso recibimiento con
luminarias, enramadas y versos del poeta Rafael Bento. El fervor de sus
coterráneos se enfriará con el tiempo por razones que hay que alumbrar a base
de examinar su ideología política, el desvío de la aristocracía y su posible
autoritarismo, nepotismo y arbitrariedades.
Al igual que en Venezuela, y que
en Gran Canaria, su actuación en Tenerife brinda una cara y cruz. Le vemos,
como militar, depurando al Rgto. de Albuera; como benefactor, implantando la
traída de aguas a Santa Cruz de Tenerife desde el Monte Aguirre; y como
político oponiéndose a que los absolutistas 1o usaran en sus maniobras. Sin
embargo, chocó con el último corregidor o primer gobernador civil de la isla a
causa de vetarle su proyecto de ímponer al pueblo un tributo, y con el
presbítero y catedrático de la
Universidad de San Fernando, don José de Goiry, acusado de
perturbar la paz cíuda-
dana.
En 1834 cesó como capitán general
y pasó a Gran Canaria, isla en la que había estado más de una vez desde su
arribo en 1827. Aquí tampoco le faltarían los disgustos, unos de índole
política y otros nacidos por lo que estaba realizando en la Montaña de Doramas, rico
predio que obtuvo del Estado. Porque faceta interesante de F.T.M. es la
referida a su patrimonio personal, nunca descuidado. Su testamento, redactado
en 1842, especifica como propiedades suyas entonces la hacíenda "Santa
Rosa" 149 leguas cuadradas) en el pueblo de La Victoria (Venezuela)
donde había vivido y casado con doña José Bermúdez, de la que tuvo a su hija
Marianna, casada con el general Ruperto Delgado; un solar en Piritu; cuatro
esclavos en el pueblo de Cagura; 17.000 pesos que le adeudaba don Francisco
Cartagena, vecino de Puerto Rico; 1.000 pesos fuertes que le debía Gregorio
Soler, comerciante de La Habana ;
varios pedazos de tierra de secano y de regadío heredados de su padre (aún
pro-indivisos con sus hermanos) y otros que él había adquirído posteriormente;
una casa de dos pisos frente a la calle de los Canónigos;
dos décimas partes de la casa
donde vivía en la calle de los Reyes; un almacén en la costa de Lairaga; una
hacienda en Tenerife de 100 fanegadas; una casa de dos pisos en Santa Cruz de
Tenerífe; vales, créditos y sueldos que se le adeudaban; y la famosa hacienda
"San Fernando" de 955 fanegadas en la Montaña de Doramas. En
torno a esta
selva desmembrada desde el siglo
XVI y convertida su mitad en terrenos comunales y la otra en propiedades
particulares, se venía polemizando por parte del ayuntamiento de Moya y los
limítrofes, más el de Las Palmas.
Fue entonces cuando F.T.M. se
fijó en la zona y la obtuvo en parte a cambio de un crédito de 50.000 duros que
el Estado le debía y como pago a sus servicios extraordinarios (20-11-1831).
Al jubilarse se vio acusado de
haber cometido excesos durante su mandato y de estar talando el bosque de
Doramas (1834). El gobernador civil, don José Marrón, se hizo eco de las quejas
y, sin duda celoso de la ascendencia de Morales, arremetió contra él y contra
su yerno Ruperto Delgado, a quien había nombrado gobernador militar de Las
Palmas. Deportados ambos a la Península
Iberica , pasaron allí dos años. F .T .M. murió eI 5-X-1844 y
fue sepultado en el cementerio de Las Palmas, donde reposó hasta que el
21-IX-1850 sus restos fueron inhumados y depositados en la capilla que había
construido en la finca "San Fernando". Una lauda sepulcral, redactada
en latín, reseña brevemente sus méritos. (Francisco Morales Padrón en:
A.Millares.1977, T. 4 :301)
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