RESUMEN
En 1900, la mayoría de los
trabajadores de La Palma
se insertaban en el entramado caciquil administrado por los mayores
propietarios adscritos al Partido Conservador. No obstante, los artesanos
perjudicados por el decreto de Puertos Francos y otros sectores obreros de
Santa Cruz de La Palma
se acogen a la tutela del republicanismo para defender sus intereses. En 1926,
la llegada del dirigente del partido comunista cubano José Miguel Pérez aporta
otra interpretación de su contexto social a los jóvenes sindicalistas palmeros,
que derivan hacia el marxismo. La llegada de la II República impulsa
a las organizaciones obreras isleñas, de predominante tendencia comunista,
hasta que la represión durante la Guerra Civil des- truye al movimiento obrero
insular. Tras regresar sus militantes de las cárceles, el Partido Comunista se
reconstruye, clandestinamente, pero vuelve a ser golpeado por la represión, en
1947. En los años sesenta, los comunistas se organizan de nuevo y aglutinan una
parte de la sociedad palmera, partidaria de un cambio de régimen político.
PALABRAS
CLAVE: movimiento obrero, caciquismo, republicanismo, comunismo,
represión.
ABSTRACT
In 1990, most of the workers from La
Palma were inserted in the caciquil
structure ruled by the biggest owners attached to the Conservative Party.
Nevertheless, the craftsmen dam- aged by the law of Free Ports and other
working sectors from Santa Cruz de la
Palma take refuge under the tutelage of republicanism to
defend their interests. In 1926, the arrival of the leader of the Cuban
communist party, José Miguel Pérez, brings forward a new inter- pretation of
their social context to the young syndicalists from La Palma ,
who turned to Marxism. The arrival of the II Republic gives impulse to the
island working organizations, with a predominant communist trend, until the
repression during the Civil War destroys the island working-class movement.
After the return of its militants from prison, the Com- munist Party is
clandestinely reconstructed, but will be hit back by repression in 1947. In the
sixties, the communists organize again and agglutinate the part of the society
from La Palma
in favour of a change in the politic régime.
KEY WORDS: Working-class movement,
caciquismo, republicanism, communism, repression.
1.
BAJO EL TECHO DEL CACIQUISMO: PATRONAZGO, POBREZA Y EMIGRACIÓN
A principios del siglo XX, La Palma contaba con una
población de 41.994 habitantes distribuida en 13 municipios, a los que, en
1925, se le añadiría uno más. Su capital, Santa Cruz de La Palma , era una localidad
portuaria que reunía una población de 7.024 habitantes. Durante las primeras
décadas del siglo pasado, la economía insular se articulaba en torno a un
sector primario dividido entre una agricultura de exportación (plátanos,
tomates...), concentrada en tres municipios costeros, y una agricultura de
autoconsumo (papas, cereales...) que no alcanzaba para atender a la
subsistencia de la población. La corriente migratoria fue intensa y tuvo como
principal destino el Caribe. La mayor parte del comercio y la industria se
concentraban en Santa Cruz de La
Palma , población que se vio afectada por la persistencia de
una emigración que sólo la dejó crecer en 234 habitantes durante los primeros
veinte años del siglo1.
La mayoría del censo estaba
formada por jornaleros, campesinos y obreros, cuya existencia venía
condicionada por las prácticas del caciquismo insular. La hegemonía caciquil en
la isla fue ejercida por la facción de las clases altas adscrita al Partido
Conservador. Este sector social y político se agrupaba bajo la jefatura de la
familia Sotomayor2. Los miembros de este linaje retuvieron durante décadas los
requisitos indispensables para mantenerse como caciquismo dominante3. Una ex-
tensa red de clientelas, patrimonializada
gracias a su control sobre tierras y aguas, garantizaba una estabilidad
social que justificaba su candidatura a gestionar el Estado en la Isla. La aceptación de la
alternativa conservadora, a través de un pacto con el político grancanario León
y Castillo, conllevó la posterior delegación de los orga nismos úblicos
insulares y el reforzamiento de su patronazgo4.
La pirámide caciquil dirigida por
los Sotomayor tenía sus clientelas encabezadas por afiliados al Partido
Conservador en las distintas localidades de la isla. Estos apoderados
gestionaban la base de la red caciquil, la formada por jornaleros,
arrendatarios y campesinos de los pueblos. Una de las razones del dominio
caciquil de los conservadores se hallaba en la distribución de empleos entre la
población. La depen- dencia de un puesto de trabajo conllevaba una
subordinación importante del vecin- dario respecto a los hacendados integrados
en el caciquismo dominante porque éstos generaban en sus plantaciones de
plátanos y tomates o en los cultivos de subsistencia buena parte de los
jornales ofertados en los municipios. La
mayoría de los habitantes no disponía de recursos económicos propios y dependía
para subsistir del jornal recibido por trabajar en las propiedades de los multifundistas conservadores y de sus prolongaciones en los
pueblos. Igual sucedía con los empleos oficiales: los puestos de trabajos
derivados de las instituciones —administrativos, policías municipales...— se
concedían a personas allegadas a los detentadores del gobierno municipal. Se
formaba así el conjunto de vecinos que la prensa local denominaba dependencia asalariada, en la que se incluían
los pequeños campesinos cuyas rentas eran cortas para sostener a sus familias5.
Los terrenos, tanto en regadío como en secano, que los grandes propietarios arrendaban
a los trabajadores son importantes, también, para explicar el enraizamiento del
caciquismo conservador. Se trataba de fincas de cereales y de productos de
huerta que, divididas en pequeñas parcelas, se arrendaban a numerosas familias
de la población. Estas concesiones reportaban ventajas a los grandes
propietarios. En primer lugar, porque fijaba a la isla una mano de obra que, al
tener más medios de vida, optaba por no recurrir a la emigración. En segundo
lugar, porque mantenía bajo el coste salarial, debido al complemento que
significaba la cesión de terrenos para el aprovisionamiento familiar. En tercer
lugar, porque consolidaba el caciquismo en la localidad, no en vano, hasta la
mitad del consumo alimenticio de los trabajadores dependía del trozo
arrendado6. El caciquismo conservador tenía, además, otro importante
instrumento de atracción en los favores que podía distribuir entre sus
partidarios, gracias al control de las
instituciones.
La emigración formaba parte del
sistema porque aliviaba la presión demográfica que los recursos económicos de
la isla no podían asumir, desactivaba el riesgo de rebeldía social y
proporcionaba estabilidad al caciquismo. La marcha a Cuba se abría a las clases
medias y bajas como una vía para eludir, fuera de La Palma , la ruina económica o
la opresión política. Los pequeños y medianos propietarios contrarrestaban la
reducción de las propiedades que
implicaba la herencia o buscaban los ahorros necesarios para realizar
posteriores inversiones. Los braceros,
por su lado, pretendían reunir en América el dinero que les permitiera pasar a
la condición de propietario en su tierra de origen. Durante décadas, la
emigración valió para reformar la propiedad en municipios como Los Llanos y San
Andrés y Sauces, por cuanto los ahorros logrados permitieron triplicar el
número de propietarios entre 1862 y 1930. Esta reforma agraria propiciada por
la emigración creó una capa de campesinos pequeños y medios que alejaron, aún
más, las posibilidades de perturbaciones sociales graves en la isla7.
Por añadidura, el caciquismo se asentaba en un medio donde el
analfabetismo estaba muy extendido. Este fenómeno implicaba un desconocimiento
de los trasfondos políticos, sociales y económicos, que dejaba el campo abierto
al discurso del patronazgo y a la cultura de la sumisión propugnada por el
caciquismo entre el campesinado y los obreros8. Como describía la prensa de la
época, las clientelas estaban integradas por personas «que obligadas por las
necesidades de la vida, u obedeciendo a la antigua rutina que creen un deber,
dicen ser de fulano o de zutano»9.
3. TORMENTA
DE IDEAS
En Santa Cruz de La Palma , el republicanismo ya
estaba asentado entre los comerciantes, industriales y profesionales liberales.
Ahora, a principios del siglo XX, debemos agregarle el conjunto de artesanos
empobrecidos por los efectos del decre- to de Puertos Francos de 1852. La
importación de mercancías baratas que conllevó la implantación de los Puertos
Francos provocó, en Santa Cruz de La
Palma , la ruina de muchos artesanos que tuvieron que elegir
entre proletarizarse —funda- mentalmente haciéndose dependientes de comercios—,
marchar a las zonas rurales como campesinos, o emigrar a Las Antillas10.
Estos artesanos proletarizados de
la capital de la isla perdieron la libertad que les otorgaba ser dueños de su
puesto de trabajo. Esto supuso, por un lado, una dependencia económica, que
acarreó una disminución de su nivel de vida y, por otro lado, una supeditación
al patrón que significó, en muchos casos, la subordinación política de votar
por quien señalaba el empresario. Pero se trataba de personas que, por sus
medios anteriores, poseían cultura para asimilar los apartados de las doctrinas
socialistas, republicanas o católicas que podían ser aplicados para remediar su
deterioro social y económico.
Desde el periódico La Voz del Obrero (1902-1905),
miembros de este colectivo apelaron a la unidad de las clases artesanas para formar una asociación fuerte que velara
por sus intereses y que englobara a otros sectores de trabajadores como los
albañiles o los portuarios. El periódico difundió ideas socialistas, escribió
de explosiones revolucionarias, manifestó sus afinidades con las
organizaciones republicanas insulares y
agradeció las atenciones del catolicismo social. Durante tres años, insistió en
la necesidad de rehacer la situación de la clase trabajadora, en especial de
los artesanos amenazados por las importaciones
y de los dependientes, para los que reclamaba la disminución de sus horarios,
el descanso dominical y el aumento de jornales. En estos años, se
constituyó la Asociación Gremial
de Obreros de La Palma ,
de la que La Voz
del Obrero se declaró órgano de prensa. También adquirió presencia, en la isla,
el Partido Socialista Obrero Español, con el cual el periódico manifiesta
identificarse. Pero la relación que cuajará durante los siguientes años se
estableció con los republicanos. Desde marzo de 1903, el periódico, que insiste
en declararse socialista, preconiza una alianza con los republicanos. Según el
semanario, los republicanos eran auténticos representantes de los obreros y a
ellos se debía el despertar de la clase trabajadora en La Palma 11.
Así pues, al final, esta tormenta
de ideas desembocará en el republicanismo. Primero, porque disponía de la
organización más consistente; segundo, porque sus líderes eran sensibles al
deterioro de las condiciones de vida de las clases bajas12: tercero, porque
muchos de los artesanos y trabajadores encontraban empleo en las empresas de
los comerciantes e industriales republicanos y liberales (periódicos, fábricas
de tabaco, talleres de bordados, panaderías, establecimientos comerciales...)
que, así, podían sostener una bolsa de obreros republicanos13.
En las elecciones generales de
1903, La Voz del
Obrero solicitó el voto para el dirigente de Unión Republicana, Pedro Pérez
Díaz, y posteriormente, en las elecciones municipales, los republicanos
solicitaron a la
Asociación Gremial de Obreros de La Palma que eligiera a un
candidato a concejal para que se integrase en sus listas, escogiéndose al
artesano carpintero José María Pérez Hernández14.
La expansión social del
republicanismo, a principios del siglo XX, se centró, principalmente, en la
capital, aunque también se crearon focos con ascendiente en el Valle de
Aridane, al oeste, y en San Andrés y Sauces, al norte de la isla.
4. AL
CALOR DEL REPUBLICANISMO
Esta relación entre obreros y
republicanos se prolongará durante los años siguientes. Así, desde 1903, los
republicanos isleños buscaban integrar en sus listas electorales a miembros de
los gremios obreros existentes en Santa Cruz de La Palma. El talante del
dirigente de Unión Republicana, Alonso Pérez Díaz, era propicio a que las
ideologías obreras se expresaran porque consideraba que los trabajadores debían
ser colaboradores y beneficiarios del regeneracionismo que patrocinaría un
régimen republicano. En 1908, el líder republicano encabezaría la huelga que se
declaró en Santa Cruz de La
Palma para protestar por la paralización de las obras del
muelle, en un momento de creciente malestar económico. El mismo Alonso Pérez
Díaz fue el redactor de los estatutos del gremio de obreros portuarios en la
primera década del siglo. Con posterioridad a la Semana Trágica
(1909), el republicanismo insular expresó su aceptación a una conjunción
republicano-socialista que debía contribuir a la instauración de una democracia
real en España15.
Durante los años siguientes, los
republicanos recogieron el malestar de la clase obrera causado por la
prolongada crisis económica que aquejaba a la isla. La Gran Guerra sumió a
Canarias en una crisis mayor porque el conflicto bloqueó las ventas de plátanos
y tomates a los países europeos implicados, principalmente, Inglaterra, Francia y Alemania. El cierre de
la exportación frutera disminuyó el flujo de ingresos y, por tanto, la
importación de artículos de primera necesidad. Canarias y La Palma tuvieron que
abastecerse de su propia agricultura, pero la producción de alimentos del
sector primario isleño no bastaba para aprovisionar a toda la población. La interrupción
de los intercambios con el exterior y las limitaciones de la agricultura
insular encarecieron los alimentos, en un contexto de crecimiento del
desempleo, debido al continuo cierre de empresas. La suspensión de las obras
públicas que se acometían en La Palma agravó,
extraordinariamente, la situación16.
Los republicanos fueron quienes
hicieron suyas las demandas de los trabajadores de la isla acuciados por la
tremenda depresión de los años de contienda. Será sobre todo la Juventud Republicana ,
nacida en 1913, la que tome de su mano las reivindicaciones obreras y movilice
a la sociedad de la isla. Sus convocatorias llenaron las calles de grandes
manifestaciones y paralizaron la actividad productiva, varias veces, en los
cuatro años de guerra.
Así, en el transcurso del primer
año de guerra, una numerosa manifestación de obreros del Valle de Aridane se
situó frente al Ayuntamiento de Los Llanos, demandando la realización de obras
públicas para mitigar el deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores.
El alcalde recomendaba al Gobierno satisfacer esta petición para remediar
posibles graves conflictos17.
A fines de 1916, el Delegado del
Gobierno comunicaba al Gobernador Civil que la situación por la que atravesaba
la isla era «aflictiva». No obstante, una semana antes de que se acabara el
año, el Gobierno suspendió
nuevamente las obras públicas que se
estaban ejecutando en la isla. En respuesta, las organizaciones republicanas de
La Palma
convocaron otra manifestación para obligar a las autoridades a gestionar de los
poderes públicos la ejecución de obras que dieran ocupación a la clase obrera.
El 28 de diciembre una «imponente» manifestación reúne elementos de todos los
sectores sociales para solicitar al Gobierno que remedie el estado de miseria
en que se hallaban los obreros palmeros debido a la carestía de las
subsistencias, a la suspensión de las obras públicas y al declive de la
actividad portuaria. La movilización asombró a las autoridades por el elevado
número de participantes y por haber paralizado la actividad de la capital de la
isla18. Tres días más tarde una nueva «muchedumbre», convocada otra vez por los
republicanos, vuelve a recorrer las
calles de Santa Cruz de La Palma 19.
En la isla, seguían sin existir
organizaciones obreras sólidas y autónomas, así que fueron la Unión Republicana
y la dinámica Juventud Republicana las que se erigieron en los valedores del
proletariado isleño. Esta iniciativa de los sectores acomodados adscritos a las
asociaciones republicanas se debía, sin
duda, a la preocupación del republicanismo por la situación de zozobra que
vivían los trabajadores. Pero también se explicaba por la confluencia de
intereses entre estos sectores acomodados y la población asalariada. Los
dirigentes republicanos enfocaron la protesta social hacia la demanda de obras
públicas que mejoraran las infraestructuras de la isla y hacia la crítica a los
partidos dinásticos que gobernaban La Palma. La modernización de la isla (puertos,
carreteras interiores...) proporcionaría
salarios a los obreros contratados y, de paso, reactivaría la demanda de
las clases más bajas sobre el comercio local. Además, estas inversiones en
infraestructuras favorecería los
intereses de las empresas de comerciantes, consignatarios e industriales
republicanos, que, desde principios del siglo XX, cifraban la salida al declive
de los principales factores productivos de la isla (industria tabaquera, de
bordados, astilleros) en la mejora de las comunicaciones interiores y
exteriores. Por otro lado, las manifestaciones no se dirigían a socavar el
orden establecido, sino a criticar la política insensible y negligente que
representaban los partidos conservador y liberal, de modo que aumentaran las
expectativas republicanas como valedoras de los intereses sociales y económicos
de La Palma.
En 1917, las administraciones
públicas volvieron a dar órdenes de suspender las obras de las carreteras de
Bajamar y de Tazacorte, dejando a 580 obreros en el paro20. En los días
siguientes se produjo una manifestación de protesta de los obreros de
Tazacorte, mientras, en la capital de la isla, también se convoca un mitin
apoyado por los principales dirigentes republicanos que se celebra el 10 de
mayo21. Previamente, los convocantes difundieron una hoja donde insistían en la
dramática situación de los obreros de toda La Palma. El manifiesto
mostraba una mayor radicalización. Hasta ese momento se había recurrido a la
intermediación de las autoridades locales ante los poderes públicos. Pero el
transcurso de los acontecimientos había demostrado que esa fórmula no servía.
Los convocantes proponían una pro- testa ordenada y pacífica pero enérgica,
resuelta y clamorosa, para transmitir que, antes de sucumbir por hambre, había
que rebelarse22.
La población, desde que pudo,
reanudó, con más fuerza aún, la emigración hacia Cuba. Entre 1911 y 1920
emigraron 4.391 personas más de las que regresaron, lo que supuso uno de los
saldos migratorios más negativos de los dos últimos siglos23.
El final de la Gran Guerra abrió
nuevamente los mercados europeos al plátano y al tomate del Archipiélago.
Pronto comenzó la recuperación de ambos cultivos. A partir de 1919, la empresa
Fyffes Limited, subsidiaria de la multinacional americana United Fruit,
arrienda, por 15 años, las fincas de los mayores propietarios isleños a cambio
de 100.000 pesetas anuales. La compañía inglesa pone en explotación nuevos
terrenos, mejora y extiende las instalaciones de riego, construye almacenes,
introduce abonos, fertilizantes y plaguicidas, y mejora las instalaciones
portuarias. Cada vez se venden mayores cantidades de plátanos y a mejor precio,
buena parte de la población activa del Valle de Aridane y de San Andrés y
Sauces se convierte en empleada de la empresa Fyffes Limited y buena parte de
los poseedores de plátanos exportan a través de la compañía inglesa24.
La intensa movilización de los
trabajadores dirigida por los republicanos como respuesta a la aguda recesión
económica que provocó la
Guerra Europea dejará como secuela, en los años inmediatos,
la fundación de varios sindicatos y el embrión de un desarrollo del socialismo
en la capital de la isla y en Los Llanos. En ambos municipios residía la mayor
parte la población asalariada, allí los medios republicanos ejercían una
influencia considerable y, además, se trataba de núcleos abiertos a ideas
provenientes del exterior debido a las decenas de buques recibidos anualmente
en sus desembarcaderos y a la presencia de empresas extranjeras25.
Así, a partir de ese 1918, unas
organizaciones obreras en cuyas direcciones aparecen líderes republicanos y
unas asociaciones republicanas en cuyas juntas apa- recen directivos sindicales
promueven huelgas que pretenden equiparar los salarios a la subida de los
precios producida durante la
I Guerra Mundial: tabaqueros, de- pendientes, panaderos, así
como obreros agrícolas del Valle de Aridane iniciarán conflictos sucesivos
hasta 1923.
En 1918, una comisión de
tabaqueros, ante el agravamiento de la crisis que padecía la industria
tabaquera en La Palma ,
convoca a los trabajadores para enfrentarse «a quienes les explotaban»26. En octubre de 1919, empleados de 19 casas
comerciales de Santa Cruz de La
Palma reclaman a sus empresas mejoras salariales. Tanto el
presidente como el secretario de la
Asamblea de dependientes son directivos de la Juventud Republicana.
Al año siguiente, se constituye el Centro de Dependientes del Comercio y de la Industria 27. En 1921, se
fundó la sociedad de obreros panaderos La Alborada en la capital de la isla28.
En la otra vertiente de La Palma , el dinamismo que la
empresa Fyffes Limited imprimió a la economía local permitió a centenares de
trabajadores de Tazacorte y Argual encontrar ocupación en las distintas
actividades de la compañía inglesa. Pero la abundancia de empleo no vino
acompañada de un aumento de los salarios, así que, entre 1919 y 1922, los
jornales no se equipararon a la subida
de los precios producida durante la
I Guerra Mundial y, en consecuencia, los obreros arrastraron
las malas condiciones de vida de la década anterior. Con estos preámbulos, el
día 7 agosto de 1922, más de doscientos empleados de la empresa Fyffes Limited
en Tazacorte y Argual se declararon en huelga para demandar un aumento de sus
salarios29. En 1922, en las elecciones celebradas ese año, por primera vez, dos
socialistas aspiran a los puestos de concejal en el Ayuntamiento de Los Llanos
y de consejero en el Cabildo Insular.
5. EL
GRUPO ESPARTACO
La llegada de la Dictadura del general Primo de Rivera, con su discurso
anticaciquil y regeneracionista, acentuó el declive del caciquismo conservador
que perdió buena parta de los cargos institucionales de la isla. El respaldo
gubernamental al caciquismo sotomayorista se había agrietado y eso abría
resquicios a las pretensiones del caciquismo aspirante de los republicanos y
liberales30.
Socialmente, la captación
clientelar del caciquismo de los grandes propietarios disminuyó durante la
década de los veinte debido a que una parte de la riqueza era aportada por las
actividades de empresas extranjeras. Éstas eran las que exportaban la fruta de
los pequeños y medianos campesinos y quienes proporcionaban empleo a los
habitantes de varias localidades. Fue fundamental que los multifundistas
despidieran a sus arrendatarios para poder ceder, posteriormente, sus terrenos
a la compañía frutera inglesa Fyffes Limited. De este modo, asalariados,
antiguos arrendatarios y pequeños campesinos pasaron a depender en sus empleos
de la multinacional inglesa, en un proceso de proletarización que dará todas
sus consecuencias en la década siguiente, durante la II República. En
efecto, una nueva generación se aleja de la cultura de la sumisión propia del
caciquismo al no depender de relaciones clientelares para obtener su puesto de
trabajo, sino de una empresa extranjera que mantendrá relaciones laborales más impersonales.
La llegada de la Dictadura del general
Primo de Rivera supondrá una disminución de la intensidad de la actividad
sindical, pero no conllevará la desaparición de los gremios. Dos factores
explican la persistencia de estos sindicatos bajo el techo de la Dictadura. Por un
lado, el entramado laboral diseñado por el gobierno militar permitía la
actividad de sindicatos obreros de tendencia socialista. La colaboración entre la UGT
y el ejecutivo del general Miguel Primo de Rivera determina que la autoridad
gubernativa consintiera la existencia de unos sindicatos, con atribuciones en
los comités paritarios organizados por la Dictadura. A esta
dispensa se acogerán algunas organizaciones de trabajadores de la isla. Por
otro lado, las organizaciones obreras, frenadas por la coyuntura política
autoritaria, no manifestarán exacerbaciones reivindicativas, aunque
prosiguieran sus actividades propagandísticas y organizativas.
Estas sociedades consentidas se
nutrieron de la inquietud existente entre la población trabajadora por el
agravamiento de la prolongada crisis económica que padecía La Palma. En los años
veinte, la depresión se aceleró porque las tribulaciones se extendieron a las industrias tabaqueras y de bordados31.
Desde comienzos de la década, la situación se emponzoñó, aún más, porque la
depresión que comenzaba a abatirse sobre los principales factores productivos
de la isla de Cuba privaba a los palmeros de su tradicional tabla de salvación:
la emigración32. Inevitablemente, las consecuencias sociales aparecieron, y, a finales de la década, la prensa
constataba que los obreros de la isla padecían una gran escasez de trabajo. El
remedio ya no estaba en las Antillas, no quedaba otra alternativa que fomentar
la solución en la tierra natal. Así, igual que ocurriera durante la I Guerra Mundial,
instituciones y asambleas instan al Gobierno para que emprendiera una campaña
de obras públicas en la isla que, por un lado, permitieran el resurgimiento de
la economía insular y, por otro lado, contribuyera a mejorar la aflictiva
situación de los trabajadores33.
Igualmente, algunos colectivos
obreros se persuadieron de que debían afrontar el nuevo desafío de luchar por
sus intereses en su propia tierra. Uno de los sectores productivos palmeros más
damnificados por el ahogo de la economía insular fue la industria tabaquera, en
desasosegante declive desde que la Compañía Arrendataria
de tabacos redujo, de forma alarmante, los pedidos de labores isle ñas34. A
mediados de la década, cientos de obreros tabaqueros (unos 600 en toda la isla)
sentían seriamente amenazada su subsistencia y determinaron movilizarse. El día
9 de septiembre de 1925, el sindicato tabaquero, Unión de Torcedores, anunció
al Delegado del Gobierno su propósito de declarar la huelga en la fábrica de
tabacos La Africana ,
propiedad de Juan Cabrera Martín E.T. La
razón de esta iniciativa radicaba en que el empresario había bajado las
remuneraciones que pagaba a los obreros. Éstos se preocuparon de aclarar que
iban a la huelga para defender sus salarios, de informar a las autoridades
gubernativas que tomaron la decisión después de haber agotado otros medios y de
asegurar que no pretendían alterar el orden público35.
El regreso a La Palma en 1926 del primer
secretario general del Partido Comunista cubano, el palmero José Miguel Pérez,
supuso el nacimiento del Grupo Espartaco36. Los obreros tabaqueros y otros
dirigentes sindicales ligados al republicanismo entraron en contacto,
inmediatamente, con él, y organizaron tertulias en la sede de la Juventud Republicana
en Santa Cruz de La Palma 37.
Sus informaciones confirmaron a los tabaqueros las malas expectativas
existentes en la República
de Cuba debido a la disminución de los mercados azucareros, a la inmigración de
jornaleros antillanos que cobraban salarios más baratos que los trabajadores
canarios y a la creciente violencia política y social que se adueñaba de la
isla caribeña. El cierre de Cuba reafirmó a los tabaqueros en su idea de
defender el medio de vida con que contaban en La Palma. No es casualidad
que fueran los sectores más amenazados por la depresión de la economía insular
los que impulsaran el sindicalismo palmero: si eran despedidos o sus ingresos
disminuían no podían acogerse a la alternativa de la emigración. Esto explica
que la Unión de
Torcedores estuviera entre los fundadores de la Federación de
Trabajadores de La Palma ,
que se convirtiera en uno de los gremios que más afiliados aportaba y que,
probablemente, resultase la sección
sindical más activa hasta la
Guerra Civil. Sus principales dirigentes —Imelda Guerra,
Floreal Rodríguez Concepción, Jacobo Calero...— estuvieron en la élite del
sindicalismo palmero durante todo el quinquenio republicano. Tampoco era
casualidad que fuera José Miguel Pérez, hijo de un maestro de la construcción
naval arruinado por la crisis de ese sector, quien, primero tuviera que
emigrar, y, tras su regreso forzado de Cuba, se convirtiera en el principal
organizador del movimiento obrero insular.
El Grupo Espartaco tuvo albergue
en la sede de la
Juventud Republicana , donde José Miguel Pérez estableció su
academia de enseñanza. Allí, el discurso marxista fraguó entre los inquietos y
jóvenes dirigentes de las sociedades obreras surgidas del republicanismo
durante la I Guerra
Mundial. Acuciados por el deterioro económico de los años veinte, instruidos en
teoría marxista por José Miguel Pérez, dejaron atrás el republicanismo para
adentrarse en el socialismo38. El dirigente del Partido Conservador Luis
Cobiella Zaera describía así los orígenes del movimiento obrero marxista:
Desde 1920 comenzó en La Palma una activa campaña
socialista. El maestro Torres, el fallecido José Miguel Pérez y otros se
dedicaban a la prédica del falso evangelio soviético. La semilla prendió en un
grupo de muchachos inteligentes y entusiastas; se fueron constituyendo
sindicatos y gremios...39.
Estos sindicatos recibieron,
también, el influjo de personas de ideología marxista y, en algunos casos,
anarquista, que escribían en la prensa local y que recorrían las distintas
poblaciones del territorio insular. Algunas de ellas también eran emigrantes
retornados de América, fogueados en las lides políticas y sociales de aquellas
tierras. Los maestros Antonio J. Torres y José Ramos Concepción, el articulista
que firmaba bajo el seudónimo de Leonardo Babel, Sara Pérez y el mismo José
Miguel Pérez, dispusieron con frecuencia de la tribuna que les ofrecía el
periódico liberal El Tiempo o el republicano La Lucha para difundir, bajo la
mirada de la censura, su pensamiento40.
Éste es otro factor que influye
en la vida sindical durante la dictadura de Primo de Rivera: los socialistas
del segundo lustro de los años veinte contaron con la hospitalidad de las
organizaciones republicanas y con el altavoz que suponían los diarios del
caciquismo aspirante41. La trayectoria del Partido Liberal y de Unión
Republicana en La Palma
explicaba que se permitiera a personas tituladas como socialistas publicar en
la prensa de las clases altas progresistas.
Como vimos, desde principios de siglo, Alonso Pérez Díaz coordinaba a
republicanos y liberales. La estrategia del líder republicano era partidaria de
un acuerdo con el elemento obrero que trajese la República y regenerase
España. Por eso, en los años siguientes, se fueron creando nuevos sindicatos en
cuyas directivas aparecían miembros de la Juventud Republicana.
Estas circunstancias favorecieron el entendimiento con el incipiente
sindicalismo palmero.
En realidad, las clases
acomodadas republicanas y los sindicalistas seguían teniendo el
objetivo común de modernizar la isla con la construcción de infraestructuras
que agilizaran las comunicaciones
interiores y exteriores. La realización de estas obras impulsaría el
comercio y la industria de la burguesía insular y, al crear puestos de trabajo,
proporcionaría una solución a los obreros palmeros amenazados por la crisis
económica que vivía la isla. Este proyecto compartido reforzó los vínculos
filiales entre las incipientes organizaciones obreras y el arraigado partido
republicano, durante la transición que llevó de la Dictadura a la República.
En el ámbito insular, el Partido
Republicano se convertía en el eje de la vida política y tejía la base de su
poder para el futuro. Su jefe, Alonso Pérez Díaz, jugaba a formar un amplio
consenso que abarcara desde los liberales hasta los sindicalistas para doblegar
el caciquismo conservador de La Palma. Mientras la Juventud Republicana
incorporaba a los dirigentes de los sindicatos obreros que iban creciendo, sus
mayores, encabezados por Alonso Pérez Díaz, abogaban por una alianza electoral con
los liberales en las elecciones municipales de abril, también, para combatir a los
conservadores. El republicanismo palmero
se convertía así en la bisagra de una coalición cuyo objetivo era destruir el
caciquismo tradicional, lo mismo fuera en una remozada monarquía constitucional
(pacto con los liberales), que bajo un régimen republicano (alianza con el
movimiento obrero)42.
6.1.
LA FEDERACIÓN DE TRABAJADORES DE LA PALMA (1930-1936)
En abril de 1931, el triunfo
electoral de los republicanos en las principales ciudades de España y el exilio
de Alfonso XIII dejaron paso a la instauración de la II República.
El soporte institucional que el
Gobierno de la República
proporcionó a los sindicatos socialistas fue la base sobre la que se erigió el
proceso de sindicación del proletariado palmero. La legislación impulsada desde
el Gobierno —principalmente el decreto de Colocación Obrera— la creación de
bolsas de trabajo y la regulación de las relaciones laborales a través de los
jurados mixtos reconocían personalidad jurídica a las asociaciones obreras y le
otorgaban poder decisorio en determinados asuntos municipales. Estas medidas
aprobadas por el Ejecutivo nacional de republicanos y socialistas pretendían
vigorizar los sindicatos para que fueran eficaces en su misión de mejorar las
condiciones de vida de los trabajadores, medio previsto por el proyecto
republicano para resolver el problema social que desestabilizaba a España desde
principios de siglo. Igualmente, el desmantelamiento del caciquismo, enraizado
en las zonas rurales, era otra meta del diseño republicano: los sindicatos
debían ser dotados de la fuerza de atracción necesaria para arrebatar al
cacique sus clientelas de jornaleros y pequeños campesinos y atraerlas al seno
de las organizaciones obreras que aceptaban la República. En la
práctica, el apoyo oficial adjudicó a los sindicatos la función de agencias de
colocación. Los sindicatos adheridos a la Federación de Trabajadores se erigieron en los
principales distribuidores de puestos de trabajo de la localidad porque, en
cada término municipal, después de la entrada en vigor de los convenios,
recibía las demandas de trabajadores de los patronos y proporcionaba empleados
entre sus afiliados. A partir de este momento, no serán los patronos quienes
repartan los empleos, sino el sindicato, por turno, entre sus militantes. Esto
supuso un vuelco en las relaciones laborales. Los patronos perdieron su
supremacía social ya que los puestos de trabajo que creaban eran gestionados
por los sindicatos44.
De esta manera, el desarrollo
sindical rompía el caciquismo vigente desde finales del siglo XIX. Durante todo
este tiempo, los grandes caciques conservadores habían gobernado la isla porque
la mayor parte de los puestos de trabajo eran otorgados por ellos. Quien no
obtenía un empleo en las propiedades o en los negocios de los caciques
conservadores, no conseguía un arriendo o no podía colocarse en las
instituciones públicas gobernadas por el Partido Conservador tendría que buscar
su oportunidad en Cuba. Durante la
Dictadura del general Primo de Rivera, este dominio caciquil
se debilitó porque los grandes propietarios despidieron a los agricultores de
sus campos para poder arrendarlos a Fyffes Limited. De modo que, en adelante,
sería la empresa inglesa la que contrataría a los operarios que trabajaran en
esas fincas. A lo largo de la
II República , los
sindicatos terminaron de romper el engranaje caciquil al distribuirse los
trabajos entre sus afiliados. El hecho de que la mayor parte de los puestos de
trabajo se otorgase a través del sindicato sirvió también para acabar con la
dependencia de los obreros respecto a los patronos de cualquier tendencia
política. En los meses siguientes, la conversión en agencia de colocación llevó
aparejado el esfuerzo porque se cumpliera la jornada laboral de 8 horas, se
pagaran los salarios acordados y se respetaran las condiciones de trabajo estipuladas. Durante el primer
bienio, algunos contenciosos laborales permiten comprobar la preocupación de la Federación obrera por
el cumplimiento de la legislación
laboral y de los convenios vigentes45.
En esta fase inicial, su misión
reivindicativa y, sobre todo, su función distribuidora de empleo sirvieron para
obtener la afiliación de buena parte de la población trabajadora. Sin embargo,
esto no suponía una asimilación ideológica de teorías emancipadoras del
proletariado como el marxismo. En realidad, muchos asalariados no se
inscribieron en el Sindicato por ideología, sino para obtener una ocupación y
determinados servicios que ofrecía la
sociedad. La prensa obrera reconocía que buena parte de los braceros no tenía
conciencia ni de pertenecer a una misma clase social ni de la explotación a que
le sometían los patronos, los propietarios multifundistas o las grandes
empresas exportadoras46.
6.2. PRIMERA
REPRESIÓN Y CRISIS ECONÓMICA (1933-1935)
Durante los años 1933-1935, la
llegada al Gobierno nacional del Partido Republicano Radical de Alejandro
Lerroux, apoyado en la CEDA de Gil Robles, supuso un
giro a la derecha del régimen instaurado en 1931. El Ejecutivo pretendió menguar
el dinamismo de las organizaciones obreras, adoptando una política represiva y
limitando su capacidad de propaganda. En La Palma , la Federación de Trabajadores fue clausurada, varios
de sus directivos encarcelados y la censura activada47. La comprometida situación de las organizaciones encargadas de
defender a los trabajadores determinó que los obreros vieran cómo el peso de la
crisis económica recaía, principalmente,
sobre sus hombros, al disminuir los niveles salariales, al aumentar la
jornada laboral y al permitir una mayor libertad de contratación y despido a la
patronal48.
Nuevos embates deterioraban, aún
más, la economía insular. La depresión mundial, iniciada en 1929 con la caída
de la bolsa de Nueva York, acentuó la tendencia de los principales países
compradores de plátanos canarios a dejar de adquirir la producción del
Archipiélago y a preferir las bananas de sus propias colonias49. El importante
descenso en los volúmenes exportados y la depreciación de la fruta se vio
agravada por la decisión de la empresa Fyffes Limited de abandonar
paulatinamente sus instalaciones en la isla. A partir de 1933, las consecuencias
de crack bursátil de Nueva York arribaron a La Palma y acentuaron los enfrentamientos políticos
y sociales de la II
República.
Cuando, en la década anterior, el
enquistamiento de la crisis económica en La Palma coincidió con el cierre de la emigración al
Caribe, los sectores obreros más acuciados por la depresión resolvieron
fortalecer las organizaciones de trabajadores de la isla para hacer frente a la
amenaza que se avecinaba sobre sus condiciones
de existencia. Durante los años finales de la Dictadura , se consolidó
una alianza entre estos sindicatos y las asociaciones republicanas, en torno a
un gran plan de obras públicas cuya aplicación modernizaría la isla,
incrementaría el movimiento comercial e industrial y solventaría la crisis de
trabajo que agobiaba a la clase obrera. El Concierto Económico entre el Estado
y el Cabildo para la construcción de la carretera de circunvalación y el túnel
de La Cumbre
fue aprobado por el Gobierno nacional en octubre de 1930, gracias a las
gestiones del liberal Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo y de su colaborador en La Palma , el republicano Alonso Pérez Díaz. La promesa de futuro que
patrocinaban los republicanos adquirió, entonces, veracidad: cuando éstos
gobernasen en el país y en La
Palma , cientos de trabajadores podrían encontrar refugio en
las obras públicas que se emprenderían
en la isla. Los sindicalistas marxistas de La Palma aceptaron encauzarse
en una República moderada porque cifraron sus esperanzas en un régimen que
traería libertades políticas, mejoras laborales y empleos para eludir la
miseria. Sin embargo, pronto llegó la decepción. En el primer año de República,
el Gobierno anunció que suspendía este plan de obras públicas50. Paralelamente,
la crisis económica instalada en La
Palma empeoró debido a las repercusiones de la depresión
internacional sobre una economía volcada al exterior, a causa del continuado
reflujo de los emigrantes y por los efectos de otra arremetida de Tabacalera
sobre la industria isleña51. Esto explica que, desde el primer año de República, la cada vez más influyente élite sindical
comunista apartara sus esperanzas de una República, que tachaba de burguesa, y
eligiera encaminarse hacia la revolución comunista. La solución no la iba a
traer una Cuba, ya muy lejana, ni la abortada campaña de obras públicas
financiada por la Repúbli-
ca, sería la abolición de la propiedad privada y el reparto de riqueza,
inherentes a una revolución obrera, lo que procuraría el remedio para la
pobreza del proletaria- do52. La culminación de este proceso se produce a
principios de 1933, cuando se fundan el Partido Comunista y las Juventudes
Comunistas en La Palma 53.
En 1933, la reducción de las
exportaciones, la disminución considerable del valor de los plátanos, la
paralización de las obras públicas y un invierno seco que provocó la pérdida de
las cosechas de cereales, papas y tabaco se combinaron para incrementar el
desempleo y crear una situación «angustiosa» en La Palma. A los aprietos del
sector platanero y al cierre de la emigración hacia Cuba, tradicional
aliviadero de las depresiones económicas en el Archipiélago, se agregó el
regreso de los emigrantes para empeorar el problema del paro. A partir de la
crisis económica que mediada la década de los veinte se declara en Cuba, las
cifras de emigrantes comienzan a disminuir con respecto a las décadas
anteriores. Entre 1931 y 1940, La
Palma arroja un saldo migratorio positivo (+1.781) y, mediada
la II República ,
la Delegación
del Gobierno pronosticaba serios conflictos como consecuencia del paro forzoso
incrementado por la gran cantidad de repatriados de Cuba54.
A lo largo de la historia, la
combinación de crisis económica y la cancelación de la emigración abrían un
periodo de calamidades para las clases bajas. Sin embargo, en esta ocasión, una
novedad, los sindicatos, había conseguido paliarlo. Así pues, los trabajadores
y los pequeños campesinos de La
Palma comprobaron que, a pesar de la recesión y del corte de
la vía emigratoria, las nuevas organizaciones obreras conseguían eludir parte
de las penurias que hubieran caído sobre ellos. La élite obrera insular procuró
aprovechar el crédito obtenido con esta labor y la libertad de expresión que
concedía la Democracia
para adoctrinar al proletariado sin ideología que llegaba a sus organizaciones
en busca de trabajo, defensa o servicios.
A partir de la primavera de 1935,
las organizaciones adscritas a la
Federación de Trabajadores comienzan a sacudirse el peso de
la represión y emprenden una campaña sindical cuyo objetivo será recuperar la
renta perdida por los obreros como consecuencia de la ofensiva patronal
iniciada con la llegada de la derecha al Gobierno55.
6.4. EL
FRENTE POPULAR (FEBRERO-JULIO 1936)
En las vísperas de las elecciones
de febrero de 1936, en el seno del republicanismo palmero existían dos opciones.
La primera era integrarse en el proyecto progresista del Frente Popular. Ante
las perspectivas electorales, se produjo un amago de reeditar la alianza entre
republicanos y movimiento obrero que trajo la II República. Sin
embargo, la denominada Concentración Popular Antifascista no cuajó y Alonso
Pérez Díaz se desmarcó del Frente Popular, presentándose como opción de centro
con el Partido Republicano Tinerfeño56.
Por parte de los comunistas, la
línea revolucionaria adoptada desde 1932 fue aparcada. Se abandonó,
momentáneamente, la meta revolucionaria para procurar un pacto con la burguesía
progresista que bloquease el avance del fascismo y que impidiese una renovación
del desastroso gobierno de derechas. Las izquierdas, desde comunistas hasta
Izquierda Republicana, lucharán unidas en el Frente Popular57.
La progresión de las fuerzas de
izquierda presentó una aceleración considerable al triplicar sus resultados y
obtener 7.447 votos, 5.122 sufragios más de los conseguidos en las elecciones
de 1933. El candidato más votado del Frente Popular recibió el sufragio del
37,4%, de los votantes, frente al 7,5% de las elecciones anteriores. En
realidad —como percibió la derecha palmera—, la progresión de la izquierda
había sido importante. De no hacerlo en ninguno, el Bloque de Izquierdas había
pasado a ganar en cuatro municipios, incluida la capital de la isla (Breña
Baja, Garafía, Tazacorte y Santa Cruz de La Palma ). El nivel de la abstención, que en 1933 se
situó en torno al 50,1%, en 1936 pasó al 39,5%. La abstención se redujo en un 10,6% y la capacidad de
movilización de la Izquierda
fue la responsable de la mayor parte del descenso58. En efecto, conforme
avanzaba la República
y se desbarataban las estructuras caciquiles debido al avance de la
sindicación, una parte importante de la inhibición electoral se tornó en votos de izquierdas. La
prensa palmera de todas las tendencias constataba que porcentajes amplios de
las generaciones jóvenes que se incorporaban
al censo electoral se estaban mostrando receptivos a la ideología
marxista59.
Durante el periodo de gobierno
del Frente Popular (febrero-julio de
1936), un republicano de izquierda asumió la Delegación del
Gobierno, mientras que un socialista ocupó la presidencia del Cabildo Insular.
Socialistas, comunistas republicanos progresistas se posesionaron, también, de concejalías en varios de los
ayuntamientos. Las organizaciones obreras, apoyadas por las autoridades
gubernativas y con las manos libres en su faceta propagandista, se aprestaron a
aprovechar el periodo que se abría para extender su afiliación por las zonas
rurales de las islas, hasta ahora impermeables a su discurso60. Las obras
públicas que conllevaban la sindicación de los campesinos residentes en las
zonas rurales por donde pasaba la construcción y las movilizaciones sindicales
para conseguir nuevos convenios laborales fueron las mejores vías.
Para los sectores sociales
adscritos a la derecha, la reedición del primer bienio era una idea
insoportable, máxime cuando comprobaron que las izquierdas disponían, esta vez,
de todos los recursos para llevar a cabo su programa: el respaldo gubernativo,
un parlamento favorable y unas organizaciones sindicales y políticas mucho más
expertas y consolidadas que en 1931. Las bases de trabajo que se aprobaron
durante la primavera fueron favorables a los asalariados. De este modo, las izquierdas
controlaban las instituciones, la calle
y el mundo laboral; definitivamente, los grupos dirigentes de la sociedad y la
política durante la
Restauración parecían perder su predominio61. En abril de
1936, el general Francisco Franco ya era comandante general de Canarias y este
hecho situaba al Archipiélago en la primera línea de la conspiración contra el
gobierno de la República 62.
El comandante general de Canarias sondeó entre antiguos caciques y dirigentes
políticos de la derecha el respaldo social que una sublevación militar podría
reunir en las Islas, incluida La
Palma. Esto explicaría las reuniones clandestinas que se
producen en Santa Cruz de La
Palma , Los Llanos de Aridane, San Andrés y Sauces y Breña
Alta, a las que asistieron miembros de los colectivos perjudicados por el
programa del Frente Po- pular. Dirigentes de la derecha y miembros de
organizaciones clericales se reúnen en sus viviendas, en sedes de sus asociaciones
y en despachos de abogados con ele- mentos decididos de sus clientelas y de sus
feligresías63. Durante estos meses, los falangistas intensificarán su actividad
por toda la isla, siendo su acción más especta- cular la del día 11 de julio de
1936, cuando todos los ayuntamientos de la isla amanecieron con la bandera
fascista ondeando en sus fachadas64.
7. LA
GUERRA CIVIL (1936-1939)
7.1. LA SEMANA
ROJA (18-25 JULIO 1936)
Y LA ARRIBADA DEL
MOVIMIENTO
La mañana del 18 de julio de
1936, el comandante Baltasar Gómez Navarro recibió de la Comandancia Militar
de Santa Cruz de Tenerife la señal para iniciar la sublevación en La Palma. Sin embargo, el
mensaje fue interceptado por el delegado del Gobierno de la República , Tomás Yanes
Rodríguez, quien dio instrucciones a los alcaldes de todos los pueblos de la
isla para que se pusieran en contacto con las organizaciones obreras, a fin de
constituir con sus afiliados unas milicias armadas que mantuvieran a La Palma fiel al Gobierno de la República 65. Durante siete
días, la Semana Roja ,
lo consiguieron. El arco político que dirigió los pueblos durante la Semana Roja abarcó
desde la Unión
Republicana hasta el Radio Comunista. El mecanismo para
formar los comités del Bloque de Izquierdas en cada población fue parecido:
tras recibir la llamada del delegado del Gobierno, el alcalde convocó a las
asociaciones obreras de la localidad para establecer un comité en sesión
permanente. De inmediato, los sindicatos pusieron sus afiliados a disposición
de las autoridades republicanas para improvisar unas milicias pobremente
armadas que cumplirían con el cometido diseñado desde la Delegación del Gobierno
de asegurar la
Constitución sin transgredir el orden público. A
continuación, se instruyó a las referidas Juntas sobre las medidas destinadas a
sostener la República
en sus demarcaciones: confiscar las armas a la población de derechas, patrullar
el pueblo, vigilar los polvorines, controlar
las subsistencias...66.
El 25 de julio, fuerzas del
Ejército y voluntarios falangistas, transportadas por el cañonero Canalejas
desde Las Palmas de Gran Canaria, fondearon en la rada de Santa Cruz de La Palma. Después de
disparar un obús sobre las inmediaciones del puerto, desembarcaron. Los
milicianos y varios guardias de asalto optaron por eludir un choque que
ocasionaría víctimas en la población, destrozos en la ciudad y, además, sería
acometido en manifiesta inferioridad. Cargos públicos insulares y destacados
dirigentes del Frente Popular, después de guardar el orden bajo el mandato del gobierno
republicano, marcharon en busca de una fuga organizada de la isla, o, en su
defecto, buscaron el refugio en los montes a la espera de que el Gobierno de la República dominase la
sublevación67. Sin embargo, la rebelión militar se consolidó, y a las persecuciones
de las patrullas integradas por falangistas y guardia civiles, se unieron las
expediciones militares que tuvieron como consecuencia la aprehensión o la
entrega de la mayor parte de los fugitivos, todo, antes de que transcurriese el
primer año de guerra. Veintisiete izquierdistas huidos y catorce de sus
sostenedores en los montes pagaron con la vida su participación en este
episodio68.
El nuevo hábitat político y
social creado por el Movimiento Nacional sofocó la lucha de clases en la isla y
permitió aliviar los perjuicios que la crisis económica ejercía sobre los
propietarios al desviarlos hacia el proletariado. Las clases medias y altas que dirigieron los
consistorios municipales tras el Movimiento Nacional estaban integradas por
dirigentes de las derechas locales. En muchos casos, eran empresarios
radicalizados por los contenciosos laborales sostenidos con las asociaciones de
trabajadores, durante el período democrático precedente. Víctimas de huelgas, boicots,
atentados y atemorizadas por la constante expansión sindical, tras el 18 de
julio, las autoridades del Movimiento Nacional no intervinieron ante los
excesos que los patronos cometieron en el ámbito laboral. Esto, unido al
desmantelamiento de los sindicatos de clase, proporcionó libertad de
movimientos a los empleadores69.
7.2. LA REPRESIÓN
La represión del bando franquista
tuvo como objetivo desmantelar el movimiento obrero y desbaratar a las
organizaciones políticas que habían apostado por la República. La mayor
incidencia de la represión se padeció en los pueblos donde se dio una fuerte
conflictividad social durante la II República y donde
se produjo una mayor expansión de marxistas y también de republicanos. Esto
sucedió en los municipios del área capitalina, del Valle de Aridane y de la
comarca norte de la isla, zonas que aportaron más de dos tercios de los
represaliados de La Palma.
La mayo- ría de los más de 500 represaliados de la isla
(entre ejecutados y presos) contabiliza- dos durante la Guerra Civil
pertenecían al proletariado y, en su mayor parte, eran militantes o directivos
de la Federación
de Trabajadores, del Partido Comunista o de la Agrupación Socialista 71.
La práctica represiva aplicada
por la Guardia Civil
y las milicias de Falange Española y Acción Ciudadana tenía dos vertientes. Por
un lado, buscaba decapitar a los partidos políticos republicanos y, sobre todo,
a las asociaciones obreras, deteniendo y neutralizando a sus cargos dirigentes.
Por otro lado, mediante acciones que aterraban por su contundencia e impunidad,
pretendía traumatizar a la población con la finalidad de paralizar sus
reacciones y abocarla a la resignación.
Para conseguir la primera meta,
en La Palma , se
detuvo, se encarceló o se ejecutó a los dirigentes de organizaciones sindicales
y de partidos políticos disidentes, así como a autoridades municipales y
gubernativas republicanas. En total, fueron ejecutadas, de forma clandestina,
en torno a cuarenta personas, diez más fueron fusiladas después de un consejo de
guerra, cerca de trescientas fueron condenadas a distintas penas de prisión y
una cifra indeterminada por la escasez de fuentes, pero, con probabilidad
superior a la anterior, encarceladas durante la guerra, sin que se les
instruyera ningún juicio72.
Para obtener el segundo objetivo,
abortar la capacidad de reacción de la población de izquierdas, se implantó la
represión cotidiana. Al eco de terror que producían las detenciones y las desapariciones en toda La Palma , se añadieron los apaleamientos, las imprecaciones
y las humillaciones, que, llevadas a cabo por las milicias del Movimiento,
formaron parte de la realidad cotidiana durante los años de guerra y de
posguerra. La terapia represiva aplicada por el Movimiento Nacional para
apaciguar socialmente el país fue eficaz: el control sobre la población sería
estrecho durante toda la contienda73.
8. LA
DICTADURA DEL GENERAL
FRANCISCO FRANCO: LOS AÑOS DEL MIEDO Y DEL HAMBRE (1939-1959)
En 1940, La Palma sumaba 60.533
habitantes. Para ellos, la década que se iniciaba iba a continuar la escasez y
la carestía del lustro anterior. El abastecimiento de la población debía
realizarse desde el propio municipio, trayendo los alimentos de otras
localidades productoras de cultivos de subsistencia y racionando los productos
que llegaban, en pequeñas cantidades, de otras islas, de la Península o de
Argentina. La agricultura tradicional de autoconsumo alcanzó su mayor expansión
—12.000 hectáreas— para intentar cubrir las necesidades alimenticias de la
población. Sin embargo, su producción fue incapaz de aprovisionar a la isla y
esto conllevó el desabastecimiento de artículos de primera necesidad y la
consiguiente elevación de los precios de unos alimentos que, en buena parte, se
vendían en el mercado negro.
La desigualdad de oportunidades
ante la crisis era patente. Desde la Guerra Civil , los sectores acomodados de la
población, propietarios de tierras o comerciantes, disponían de terrenos o
numerario para abastecerse de artículos, incluso en el mercado negro. En
cambio, la mayoría formada por pequeños propietarios y asalariados carecía de
recursos para adquirir sus raciones. La consecuencia fue que la mayor parte de
la población sintió acrecentar, durante la posguerra, el hambre que padecían
desde la Guerra Civil.
La carencia de libertad era
absoluta, la represión continuaba activa y los maltratos cotidianos y la
vigilancia se prorrogaban. La represión cotidiana seguía considerándose
imprescindible en una isla donde el sindicalismo comunista había dominado
durante la II República
y donde la crisis económica podría provocar que el malestar generalizado se
transformase en motín. Al igual que durante la Guerra Civil , la
represión cotidiana de los primeros años de la posguerra quedó en manos de
Falange y la Guardia
Civil 74.
Durante los años de la II Guerra Mundial, el
Partido Comunista consiguió reconstituirse y organizar una red clandestina
formada, básicamente, por los diri- gentes y afiliados de los años republicanos
que sobrevivieron al periodo carcelario75.
Sus esperanzas se cifraban en
estar preparados para cuando los aliados vencieran en la II Guerra Mundial.
Sufrieron una decepción tremenda al comprobar cómo las democracias
occidentales, que triunfaron sobre los regímenes fascistas de Alemania, Japón e
Italia, no derribaban a la dictadura del general Francisco Franco para
reimplantar la democracia en España76.
En 1947, una operación policial
que detuvo a decenas de personas en La
Palma desarticuló la estructura organizativa que el Partido
Comunista reconstruyó tras la
Guerra Civil. La gran redada del año 1947 significó el final
del PCE en La Palma durante tres
lustros77. En 1948, a su regreso de la cárcel, Florisel Mendoza no encontró, en
Tenerife, «a nadie del Partido, y alguno
que encontré no quiso saber nada». En La Palma , sus gestiones para revitalizar al Partido
Comunista tampoco «fueron fructuosas». Procuró recuperar el eje comunista que
se generó durante la II República
entre Santa Cruz de La Palma
y Tazacorte, pero «fue imposible»78.
Tras el duro castigo recibido a
manos de la policía, varios de los dirigentes del Partido Comunista marcharon a
Venezuela79. La actividad orgánica del Partido Comunista quedará prácticamente
desmantelada hasta los años sesenta, momento en que una nueva generación
retomará la oposición clandestina al Gobierno autoritario80. Durante este
tiempo, la actuación de los comunistas se limitará a la difundir sus ideas en
los centros de trabajo o en núcleos reducidos y de confianza. Ésta será la
forma en que, durante quince años, se mantendrá latente, aunque subterránea,
una cultura de izquierda proveniente de la II
República que enlazará con la reorganización
clandestina del Partido Comunista en los años sesenta y setenta.
La depresión económica en La Palma y las persecuciones
políticas reactivaron una corriente migratoria que provocará un saldo negativo
de 5.641 personas. La emigración se
reanudó de forma clandestina, primero, legal, más tarde, pero, ya no a Cuba,
sino a Venezuela, país que estaba beneficiándose de un gran desarrollo
8.2.
LA OPOSICIÓN
COMUNISTA DURANTE LOS AÑOS DEL CAMBIO (1960-1975)
El aumento de la demanda y del
valor de la producción platanera estimularon las inversiones destinadas a
ampliar el caudal de agua disponible para el riego y a preparar nuevos terrenos
para su cultivo. Los ahorros provenientes de la emigración a Venezuela y la
política de créditos agrícolas del Estado aportarán los capitales que
posibilitarán esta tercera expansión del plátano 82. Los agricultores palmeros
marchaban a Venezuela con la idea de conseguir el capital necesario para
adquirir una parcela de tierra y convertirse en propietarios. La afluencia fue
masiva, entre 1950 y 1970. De este modo, de 509 hectáreas cultivadas de
plátanos en 1940, se pasó a 807 en 1950, a 2.422 en 1970, y a 83. La tercera
expansión platanera generó en la isla un conjunto acomodado de propietarios
apegados al cultivo y de mentalidad conservadora. Por otro lado, los trabajos
de roturaciones atrajeron mano de obra de otros lugares de la isla y del
Archipiélago. Así, habitantes de
localidades dedicadas a la agricultura de autoconsumo (Garafía, Puntagorda,
Tijarafe), en declive desde los años cincuenta, trasladaron su residencia a
municipios donde los trabajos de sorriba y la propia explotación platanera
creaban empleos. El mismo motivo atrajo a habitantes de Gran Canaria,
Lanzarote, Fuerteventura, Tenerife y La Gomera que, al final de los sesenta, reanudaron
su periplo, esta vez en busca de los mejores salarios que proporcionaba la
expansión del turismo en las islas mayores.
Desde los años sesenta, el
Partido Comunista de España se va a
convertir en la principal fuerza de oposición contra la Dictadura en La Palma 84. A comienzos de la
década, viejos comunistas de la capital que vivieron la Guerra Civil y
jóvenes de generaciones que maduraron en la postguerra enlazaron con sus
correligionarios del resto de la isla para recomponer, secretamente, la
organización del PCE. A la vez, viajan a
Santa Cruz de Tenerife para conectar con la reducida estructura comunista en la
isla vecina. En adelante, recibirán con regularidad el Mundo Obrero, hojas
sindicales e instrucciones. A lo largo de quince años, la organización
clandestina constituida enviará mensajes, a través de enlaces a la península y
al extranjero, que le mantendrán en contacto con la dirección del PCE. Las células formadas constituirán una
terminal de la red clandestina del Partido Comunista en España.
En los años sesenta, estas
células se vigorizan y pasan a ser más activas en la sociedad insular. Del
mismo modo, la propaganda se distribuye
en mayor medida, especialmente el Mundo Obrero.
Sin embargo, La Palma continuaba bajo el
trauma provocado por la represión activada durante la Guerra Civil y la
posguerra. La vigilancia, la red de informadores y las intervenciones de la Guardia Civil en los
años sesenta mantenían presente los ecos del terror. El reunir unas
características sociales-socioeconómicas similares y el poseer una historia
común de izquierdas cohesionaba a la población trabajadora, pero el miedo a la
persecución impedirá una mayor extensión del Partido, tanto por las
precauciones con que se conducían quienes integraban las células clandestinas, como por el temor
enraizado en la población, desde la Guerra Civil. De este modo, si bien la
organización tenía bastante ascendente sobre una población impregnada de una
cultura de izquierdas, el número de militantes comprometidos no aumentaba con
facilidad, y eso explicaba que la cantidad de personas que recibía el Mundo
Obrero y el grupo de cotizantes fueran reducidos.
Por otro lado, muchas de las
personas que se ligaban al PCE no eran
comunistas. Les acercaba a este partido el ser una organización decidida y
estructurada que propugnaba el cambio de régimen. Así, hubo socialistas que
participaron en sus reuniones y en el exterior de la organización muchos
palmeros colaboraron en actos promovidos por los comunistas. De esta forma, el
Partido Comunista Español en la isla logró aglutinar en sus filas o en su
entorno a un sector de la población partidario de derribar la Dictadura y traer una
democracia a España. A la población inmersa en la tradición de izquierdas desde
los años republicanos, se le añaden sectores de las crecientes clases medias
que ejercen una presión, no manifestada pero percibida, que demandaba un aumento
del bienestar y un cambio político. Este conjunto fue el que votó No en el
referéndum planteado por el general Francisco Franco en el año 1966. En los
municipios de Santa Cruz de La
Palma y de Tazacorte, la oposición a la Dictadura consiguió
vencer, a pesar de la falta de libertades.
El PCE
dio instrucciones a su organización clandestina para que se incororara a los
sindicatos, primero a la
Federación de Trabajadores de La Palma , posteriormente, a
Comisiones Obreras. También en el apartado sindical, la labor de los comunistas
fue ardua debido a que los empresarios, desde que detectaban que un trabajador
despuntaba en tareas sindicales, lo despedían. Esto dificultó la capacidad de
atracción de los comunistas y frenó la afiliación sindical. También en las
organizaciones culturales, de amplio desarrollo en estos años, se integraron
miembros del Partido Comunista.
Las actividades secretas
prosiguieron en toda la geografía
insular, seguidas de cerca por la Guardia Civil. La amenaza de detenciones,
registros y redadas era permanente y obligó, en varias ocasiones, a esconder o quemar documentaciones y
propagandas, tras ser advertidos por miembros de la Policía Armada que,
a veces, les avisaban con antelación de las actuaciones previstas por las
Fuerzas de Seguridad.
A principios de los años setenta,
si bien no se presentía un cambio inminente, los militantes del Partido
Comunista se sentían más fuertes porque el número de comprometidos había
aumentado y porque su estructura orgánica se había consolidado, circunstancias,
ambas, que les insuflaba un mayor optimismo.
De las personas que formaron el
grupo inicial —antiguos militantes de los tiempos la República , grupos de
obreros y jóvenes estudiantes—, se había pasado a los decenas de cotizantes de
principios de los años setenta, capaces de repartir muchos más ejemplares del
Mundo Obrero. Como vimos, la expansión se llevó a cabo, principalmente, entre
los medios obreros, entre los estudiantes y entre un sector importante de la
población que, según los dirigentes clandestinos, respiraba deseos de
libertad:«la gente quería otra cosa». El Partido Comunista tenía el prestigio
de luchar contra la
Dictadura y se atrajo la simpatía del amplio sector de la
población que deseaba el cambio.
(Salvador González Vázquez)
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PRENSA
Acción Social Amanecer Canopus
Diario de Avisos El Tiempo
Espartaco Germinal
Tazacorte
Tribuna
ARCHIVOS
Hemeroteca Universidad de La Laguna
Archivo Prisión Insular de La Palma
Archivo Capitanía General de
Santa Cruz de Tenerife (ACG) Archivo
Prisión Provincial de Santa Cruz de Tenerife (APP)
Archivo Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria Sociedad La Cosmológica de Santa
Cruz de La Palma
Archivo Delegación Insular del
Gobierno de La Palma
(ADG) Autor: Salvador González Vázquez.
Notas:
1
GARCÍA, J.L.: La población del
Valle de Aridane en La Palma ,
Universidad de La Laguna ,
Tenerife, 1983, p. 215. QUINTANA NAVARRO, F:
Informes consulares británicos sobre Canarias
(1856-
1914), vol. II, CIES, Las Palmas de Gran Canaria, 1992, pp.
808-809 y 843. RODRÍGUEZ BRITO, W.:
La agricultura en la Isla de La Palma , Instituto de Estudios
Canarios, Tenerife, 1982, pp. 47-53.
2
Archivo de Capitanía General de Santa Cruz de Tenerife (en adelante,
ACG.). Informe sobre los sucesos ocurridos
en La Palma , con ocasión del glorioso movimiento nacional
de Luis Cobiella
Zaera, 1936. Causa 76/36. Legajo
núm. 158.
3
LORENZO
RODRÍGUEZ, F.: La
propiedad de la tierra en el Valle de Aridane.
Evolución y transformaciones:
1850-1930, Memoria de Licenciatura, Facultad de Geografía e Historia, Universi-
dad de La Laguna , 1985, pp. 409-410. NOREÑA SALTO, T.:
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republicanos palmeros: el caso de Alonso Pérez Díaz. ¿Ideología o
electoralismo?
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Patronato del V Centenario. Santa
Cruz de La Palma ,
1993, p. 442. Del mismo autor: Alonso Pérez Díaz: un liberal para la Segunda República
(1876-1941), Ayuntamiento de Mazo, Tenerife, 1993, p.
87. «Hagamos historia I»,
Germinal, La Palma ,
9 de enero de 1909.
4 LORENZO RODRÍGUEZ, F.: 1985, op. cit., pp. 409
y 410. DE PAZ, M.: Wangüemert y Cuba, vol. I, Centro de la Cultura Popular
Canaria, Tenerife, 1991, pp. 47-99. VELÁZQUEZ RAMOS, C.:
1993, op. cit., p. 442. «Hagamos
historia I», Germinal, La Palma ,
9 de enero de 1909. Del periódico Tazacorte de La Palma ver: «El
túnel»,16 de diciembre de 1911; «Oye
Pueblo», 18 de noviembre de 1911; «Los Consumos», 26 de agosto de 1911. También, ACG, Informe
sobre los sucesos ocurridos en La Palma , con ocasión del glorioso movimiento nacional
de Luis Cobiella Zaera, 1936, Causa 76/36, Legajo núm. 158.
5
«Fracaso», Tazacorte, La
Palma , 27 de enero de 1913. Archivo Delegación Insular del Gobierno
en La Palma (en
adelante, ADG.), Manifiesto La
Voz Liberal. A la opinión pública de 1 de abril de 1923,
Carpeta núm. 27, Legajo año 1923.
6
ACOSTA ACOSTA, V.: El correr de mis días, Tazacorte, Inédito, 1999, p.
20.
7
LÓPEZ, E. y CEA, A.: José
Pérez Vidal. Entrevistas sobre su vida, Cabildo Insular de La Palma , Madrid, 1987, p. 17. GARCÍA, J.L.: 1983, op. cit., p. 88. Del mismo
autor, Emigración y Agricultura en La Palma. Cabildo
Insular de La Palma ,
La Palma , 1992,
pp. 188-189; QUINTANA NAVARRO, F: 1992,
op. cit., p. 843. RODRÍGUEZ BRITO, W.:
1982, op. cit., pp. 63-68. MEDINA QUESADA, M.:
La independencia de Tazacorte, Ayuntamiento de Tazacorte, Tenerife, 1992, p. 7.
«Cuba vuelve a abrirse al trabajo», El Tiempo, La Palma , 28 de septiembre de
1928.
8
«A los obreros», Germinal, La
Palma , 26 de diciembre de 1908. Para un estudio de la
enseñanza y la sociedad en La
Palma hasta la Guerra Civil , ver FERRAZ LORENZO, M.: La Palma : sociedad, educación y cultura (1931-1939),
Cabildo Insular de La Palma ,
Tenerife, 1997.
9 «A los obreros», Germinal, La
Palma , 26 de diciembre
de 1908. La presencia del caciquismo se manifestaba con toda su contundencia
durante los períodos electorales. El control de las instituciones políticas, de
las fuerzas de orden público y las posibilidades de dar empleo o favores permitían
a los conservadores ganar elecciones, que, en último término, se podían vencer
forzando el fraude electoral. El Tiempo, La Palma , 24 de octubre de 1935. DE PAZ, M.: 1991,
op. cit., pp. 69-87. ARCHIVO MUNICIPAL
DE SANTA CRUZ DE LA PALMA.
Legajo 217. Carpeta 2.
Recogido en NOREÑA
SALTO,
T.: 2001, op. cit., p. 123.
10 «Para los artesanos», La Voz del Obrero, La Palma , 8 de noviembre de
1902.
11 Del periódico La Voz del Obrero de La Palma , ver: «Para los
artesanos», 8 de noviembre de 1902; «El descanso dominical», 6 de septiembre de
1902; «Opinión de un albañil», «Para algunos comerciantes», «La Cruz Roja » y «Lo que dicen los marinos», 21 de
septiembre de 1902; «La protesta», 5 de enero de 1903; «Conferencias», 24 de
enero de 1903; «Asamblea General Republicana», 4 de marzo de 1903: «Partido
Socialista Obrero» y «El comité nacional. A los trabajadores», 22 de abril de
1903; «Progresos del Socialismo», 8 de agosto de 1903; «A nuestros
suscriptores», 5 de septiembre de 1903; «Alonso Pérez Díaz» 18 de octubre de
1903; «No desmayéis. Reunión importante», 31 de octubre de 1903. Del periódico
Germinal de La Palma ,
ver la serie: «Hagamos historia I, II, III, IV, V y VI» de 9, 16, 23 y 30 de
enero, 20 de febrero y 13 de marzo de 1909, respectivamente.
12 VELÁZQUEZ
RAMOS, C: 1993, op. cit., pp. 50-51.
13 MENDOZA
SANTOS. F.: Con los Parias de la Tierra , Centro de la Cultura Popular
Canaria, en prensa, pp. 1-3.
14 De La Voz del Obrero de La Palma , ver: «Asamblea
General Republicana», 4 de marzo de 1903; «Partido Socialista Obrero» y «El
comité nacional. A los trabajadores», 22 de abril de 1903; «Progresos del
Socialismo», 8 de agosto de 1903.
15 VELÁZQUEZ
RAMOS, C: 1993, op. cit., pp. 101-102.
16 QUINTANA
NAVARRO, F: 1992, op. cit., pp. 932-933. HERNÁNDEZ
GÓMEZ, G.: Los Pláta- nos. Edición propia. Barcelona, 1991, p. 110. LORENZO, F.: Crónicas de mi pueblo,
Ayuntamiento de Tazacorte, Tenerife,
1978, p. 53. ACOSTA ACOSTA, V.: 1999, op.
cit., p. 8.
17 ADG,
Telegrama remitido por el Alcalde de Santa Cruz de La Palma al Delegado del Gobierno
el 29 de agosto de 1914. Carpeta 24, Legajo año 1914.
18 ADG,
Informe remitido por el Delegado del Gobierno a los Ministros de Gobernación y
de Fomento el 28 de diciembre de 1916, Carpeta 42, Legajo año 1916.
19 ADG, Informe remitido por el Delegado del
Gobierno al Gobernador Civil el 31 de diciembre de 1916, Carpeta 6. Legajo año
1916.
20 ADG,
Telegrama remitido al Delegado del Gobierno el 1 de junio de 1917 y Telegrama
remitido por el Delegado del Gobierno al Gobernador Civil el 8 de mayo de 1917,
Carpeta 13, Legajo año 1917.
21 ADG, Telegrama remitido por el
Delegado del Gobierno el 10 de mayo de 1917, Carpe- ta núm. 37, Legajo año
1917.
22 ADG,
Manifiesto A los obreros y al pueblo de Andrés de las Casas Casaseca de 9 de
mayo de 1917, Carpeta núm. 37, Legajo año 1917.
23 GARCÍA, J.L.:
1983, op. cit., p. 215. Del mismo autor: 1992, op. cit., p. 178.
24 «La crisis de trabajo», Espartaco, La Palma , 4 de agosto de 1934.
25 GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.: Historia de Tazacorte,
Ayuntamiento de Tazacorte, Tenerife, 2000, pp. 151-153.
26 ADG,
Manifiesto Al pueblo de Manuel González Sanjuán, Legajo año 1918-1º.
27 ADG,
Relación de las casas de comercio cuyos empleados reclaman mejoras de sueldo,
Carpeta documentos de Entrada, octubre 1919, Legajo año 1919. Bases de trabajo
propuesta por la Asamblea
de Dependientes a la Cámara
de Comercio de 17 de octubre de 1919, Carpeta documen- tos de Entrada, octubre
1919, Legajo año 1919. Bases de trabajo propuesta por la Asamblea de Dependientes
a la Cámara de
Comercio de 17 de octubre de 1919 y Escrito remitido al Delegado del Gobierno
de 23 de abril de 1920, Carpeta núm. 5, Legajo año 1920.
28 ADG,
Escrito remitido al Delegado del Gobierno de 6 de octubre de 1921, Carpeta núm.
22, Legajo año 1921.
29 ADG,
Escrito remitido por el Alcalde de Los Llanos de 9 de agosto de 1922, Telegrama
remitido por el Delegado del Gobierno de 16 de agosto de 1922, Telegrama
remitido por el Delega- do del Gobierno de 17 de agosto de 1922, Telegrama remitido
por el Alcalde de Los Llanos de 17 de agosto de 1922, Telegrama remitido por el
Delegado del Gobierno de 19 de agostos de 1922 y Telegrama remitido por el
Alcalde de Los Llanos de 19 de agosto de 1922, Carpeta núm. 20, Legajo año
1922.
30 ADG,
Telegramas remitidos por el Gobernador Civil al Delegado del Gobierno de 1, 2 y
14 de octubre de 1923, Carpeta de Varios, Legajo año 1923. Asimismo, ver: «El
baluarte improvisa- do de un cacique», La Lucha , La Palma , 21 de septiembre de 1925. «El mitin de
anteayer», El Tiempo, La Palma ,
11 de abril de 1928. También: VELÁZQUEZ RAMOS,
C: 1993, op. cit., pp. 106-108.
31 «Fuera de foco. La agonía de la Isla », El Tiempo, La Palma , 27 de marzo de 1929.
Tam- bién: GARCÍA, J.L.: 1992, op. cit.,
p. 127.
32 «El dedo que señala. Un grito
de alarma», Canopus, La Palma ,
15 de septiembre de 1922. También, del diario El Tiempo de La Palma , ver: «Hay que cambiar
de procedimientos», «Cuba vuelve a abrirse al trabajo» y «Volverán las oscuras
golondrinas» de 17 agosto y 21 septiembre de
1928 y de 5 de agosto de 1929,
respectivamente. Sobre el cierre de la emigración en los años veinte, ver GARCÍA MEDINA, F.: La inmigración canaria en
Cuba, Editorial Globo, Tenerife, 1995, pp. 79-89.
MACÍAS
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política, crisis económica y
emigración (1920-1935). La visión de la diplomacia española, Ediciones Baile del Sol, Tenerife,
2002. PÉREZ TAÑO, M.: Raúl, Editorial Benchomo, Santa
Cruz de Tenerife, 2003, pp. 36-39.
33 ADG, Telegrama remitido por el Delegado del
Gobierno de 25 de noviembre de 1925, Carpeta núm. 20, Legajo año 1925. Del
diario El Tiempo de La Palma ,
ver: «Hay que cambiar de procedimientos» y «Exposición elevada al Excmo. Sr.
Presidente del Consejo de Ministros por acuerdo de las fuerzas vivas de esta Isla»,
de 17 de agosto y 18 de octubre de 1928, respectivamente.
34 ADG,
Telegrama remitido por el Delegado del Gobierno de 19 de septiembre de 1925,
Carpeta de Varios, Legajo año 1925.
35 ADG,
Telegramas remitidos por el Delegado del Gobierno de 2 y 10 de septiembre de 1925,
Carpeta sobre la huelga de obreros tabaqueros de la fábrica de tabacos La Africana. Legajo
año
1925.
36 ACG,
Informe sobre los sucesos ocurridos en La Palma , con ocasión del
Glorioso Movimiento
Nacional de Luis Cobiella Zaera,
1936, Causa 76/36, Legajo núm. 158. CABRERA
ACOSTA, MA.: José
Miguel Pérez y el movimiento obrero canario (1930-1936). Editorial
Benchomo, Tenerife, 1991, pp.
15-17.
37 MENDOZA
SANTOS, F.: op. cit., pp. 1-4.
38 Ibid., pp. 1-3. MASSIEU GONZÁLEZ, S.: Cartas a mis nietos: lo
que no les había contado de la Agrupación Proletaria
Octubre, Inédito, Caracas, 1988, pp. 75-83. Diez años más tarde, un Consejo de
Guerra sentenció a la última pena a José Miguel Pérez, argumentando como razón de su condena que, «en opinión unánime»
su «activa propaganda», sus «campañas de prensa», sus «constantes
intervenciones en mítines, conferencias
y manifestaciones», su influencia «sobre
la juventud por su profesión de maestro
de primera enseñanza» y su «superior cultura
relativa, además, de su historia política» había dado «lugar a la
formación de entidades extremistas, cuya jefatura moral ejercía». La Tarde , Tenerife, 2 de
noviembre de 1936.
39 ACG,
Informe sobre los sucesos ocurridos en La Palma , con ocasión del
Glorioso Movimiento Nacional de Luis Cobiella Zaera, 1936, Causa 76/36, Legajo
núm. 158.
40 MENDOZA
SANTOS, F.: op. cit., pp. 3-4 y 6.
41 CABRERA
ACOSTA, M.A.: La
II República en las Canarias Occidentales. Centro de la Cultu- ra Popular Canaria,
Tenerife, 1991, pp. 58-65.
42 ADG,
Manifiesto de la
Juventud Republicana de La Palma. Al Pueblo de 8 de
diciembre
de 1930, Legajo año 1930.
Telegrama remitido por el Delegado del Gobierno de 11 de abril de 1931, carpeta
núm. 10, legajo año 1931. Ver, también: CABRERA
ACOSTA, M.A.: 1991, op. cit., pp.
97-105. GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.: «La Derecha Palmera
durante la II República : la formación de
Acción Popular». I Encuentro de Geografía, Historia y Arte de Santa Cruz de La Palma. Patronato
del V Centenario de la
Fundación de La
Palma , Santa Cruz de La Palma , 1993, pp. 451-483.
43 CABRERA
ACOSTA, M.A.: 1991, op. cit., pp. 30-31.
6. LA II
REPÚBLICA (1931-1936)
44 ADG,
Escrito remitido por la
Alcaldía de Tijarafe de 5 de julio de 1934, Legajo año
1934. «Barlovento. Atropellos del
Sr. Fernández Oliva», Espartaco, La Palma , 11 de enero de 1936. ACOSTA ACOSTA. V,: 1999, op. cit., p. 31.
Testimonio de Lucas Rodríguez, Jornalero, 80 años, Barlovento. ACG, Informe
sobre los sucesos ocurridos en La Palma , con ocasión del
Glorioso Movimiento Nacional de Luis Cobiella Zaera, 1936, causa 76/36, legajo
núm. 158. GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.:1991, op. cit., pp.
468-469. A escala nacional, ver: los
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30-33. Del mismo autor, Madrid, 1931-1934. De la Fiesta Popular a la
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M.: La Patronal
ante la II República. Organizaciones y Estrategias. 1931-1936, siglo XXI.
Madrid, 1983.
45 GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.: 1993, op. cit., pp.
461-472.
46 «¡Adelante, siempre adelante!», Espartaco, La Palma , 11 de agosto de 1934.
CABRERA ACOSTA, M.A.: 1991, op. cit., pp.
478-480. GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.: «Aspectos de la II República en
Tazacorte». VIII Coloquios de Historia
Canaria-Americana (1988), Cabildo
Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1991, pp. 805-809.
47 MENDOZA
SANTOS, F.: op. cit., p. 7.
48 «Abusos patronales. El Sr. Montesdeoca
continúa retrasando el pago de los jornales», Espartaco, La Palma , abril 1935. CABRERA ACOSTA, M.A.: 1991, op. cit., pp.
445-481.
49 HERNÁNDEZ
GÓMEZ, G.: 1991, op. cit., p. 110. Instituto Nacional de Estadística,
Anua- rio Estadístico de 1945. Provincia de Tenerife, Sucesores de Rivadeneyra,
Madrid, 1945. p. 165. GARCÍA,
J.L.: 1992, op. cit., p. 67.
50 «Trabajos en Fuencaliente parados; en
Garafía, parados, en Puntallana o más allá, para- dos; en esta ciudad más que
parados; la grúa parada; el muelle, parado; en la carretera de la Dehesa , parados en las 10
horas de trabajo y las cinco pesetas de jornal... Hay que hacer algo más que
quitar nombres e izar banderas. Hay que hacer una República de productores».
(Espartaco, La Palma ,
6 de junio de 1931.)
51 «Las dificultades para la exportación directa de nuestros
frutos. La supresión de una escala de vapores», El Tiempo, La Palma , 20 de junio de 1935.
52 Espartaco, La Palma , 3 de octubre de 1931.
CABRERA ACOSTA, M.A.: 1991, op. cit., pp.
147-155. GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.: 1993, op. cit., pp.
461-472.
53 MENDOZA
SANTOS, F.: op. cit., p. 5.
54 ADG,
Telegrama remitido por el Delegado del Gobierno, Carpeta núm. 5, legajo año
1933. Escrito remitido por la Unión de Trabajadores de Los
Llanos de 1 de agosto de 1933, carpeta núm. 5, legajo año 1933. «Noticias»
Tribuna, La Palma ,
27 de febrero de 1932. «Excmo. Cabildo Insular. Nota de la presidencia», Diario de Avisos, La Palma , 17 de enero de 1936.
Instituto Nacional de Estadística, 1945, op. cit., p. 133.
GARCÍA,
J.L.: 1983, op. cit., p. 165.
55 «1º de Mayo» y «Consolidemos nuestras
organizaciones», Espartaco, La Palma , 1 de mayo de 1935.
56 CABRERA
ACOSTA, M.A.: 1991, op. cit., pp. 443-569.
57 «Un triunfo que también será nuestro. El del
Bloque Popular de Izquierdas», Espartaco, La Palma , 25 de enero de 1936. El líder comunista
palmero José Miguel Pérez escribía en Espartaco: Sería lógico pensar que el
mismo desenvolvimiento de la lucha de clases, la experiencia de los fracasos y de las derrotas sufridas
por el proletariado en estos últimos tiempos, la situación dada en que nos
encontramos, nos obligará a cambiar de
tácticas a modificar nuestros cerrados
criterios. «Los partidos obreros, los bloques antifascistas y los acuerdos electorales
II», Espartaco, La Palma ,
24 de agosto de 1935.
58 CABRERA
ACOSTA, M.A.: Las elecciones a Cortes durante la II República
en las Canarias Occidentales, Editorial Benchomo, Tenerife, 1990, pp. 105-139.
59 «Hay que prepararse para el 12 de Abril»,
Acción Social, La Palma ,
3 de Abril de 1936. 60 «Lo que significa
el triunfo del día 16 para la clase obrera»,
Espartaco, La Palma ,
27 de febrero de 1936.
61 «¡Ya han desaparecido los letreros!». Acción Social, La Palma , 6 de Agosto de 1936.
Testi- monio de Manuel Fernández de Las Casas, estudiante, 78 años, Santa Cruz
de La Palma.
Testimonio de Luis Cobiella Cuevas, estudiante, 72 años,
Santa Cruz de La Palma.
62 «De la función del domingo en el
Guimerá», Gaceta de Tenerife, 20 de
julio de 1937.
QUINTERO
ESPINOSA, T.: La
Guerra Fratricida. Santa Cruz de Tenerife, 1978. p. 31. PADRÓN MELIÁN,
J.: «¡España está salvada! Cuando el Caudillo inició en Canarias el
Glorioso Movimiento Nacional».
El Correo Español, 7 de diciembre
de 1937.
63 «Radio Nacional. Discurso del
camarada Luis Cobiella Zaera. Canarias en el Movimien- to Nacional», Amanecer,
Tenerife, 7 de Octubre de 1937. ADG, Telegrama remitido por el Alcalde de Los
Llanos de 21 de marzo de 1936, Telegrama remitido por el Delegado del Gobierno
de 21 de marzo de 1936 y Expediente abierto por la Delegación del Gobierno
de abril de 1936. Legajo año
1936.
64 ADG,
Telegrama remitido por el Delegado del Gobierno de 11 de julio de 1936. Legajo
año 1936.
65 MENDOZA
SANTOS, F.: op. cit., pp. 8-9.
66 GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.: La Semana Roja en La Palma. Centro de la Cultura Popular
Canaria, en Prensa, pp. 26-31 y
110-112.
67 MENDOZA SANTOS, F.: op. cit., pp.8-9.
68 GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.: «La Guerra Civil en la
isla de La Palma ».
En CABRERA ACOSTA, M.A. (ed.): La Guerra Civil en
Canarias, Francisco Lemus Editor, La
Laguna , 2000, pp. 106-107.
69 Ibid., pp. 101-103.
70 ACOSTA CRUZ, M., PAIS RODRÍGUEZ, G., PÉREZ
GÓMEZ, P. y GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.:
«Subsistencia y población en La Palma durante la Guerra Civil »,
XI Coloquio de Historia Canario-
Americana (1994), Ediciones Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran
Canaria, 1996,
pp. 707-721.
71 GONZÁLEZ VÁZQUEZ, S.: 2000, op. cit., pp.
103-109.
72 Ibid. Sobre la represión en las Canarias
Occidentales, ver: CABRERA ACOSTA, M.A.: La represión franquista en El Hierro (1936-1944), Centro Amílcar
Cabral, Santa Cruz de Tenerife, 1985. GARCÍA LUIS, R.: La justicia de los
rebeldes. Los fusilados en Santa Cruz de
Tenerife (1936-1940), Ediciones Baile de
Sol, Canarias, 1994, del mismo autor, Crónica
de Vencidos. Canarias:resistentes de la Guerra Civil ,
Ediciones La Marea ,
Canarias, 2003 y LÓPEZ FELIPE, J.F.: La
represión franquista en las Islas Canarias,
1936-1950. Gubernativos, presos,
fusilados y desaparecidos, Editorial Benchomo, Santa Cruz de Tenerife, 2002.
73 Ibid.
74 ACOSTA
ACOSTA, V.: 1999, op. cit., pp. 107-111. Testimonio de Luis Cobiella
Cuevas, 72 años, Estudiante, Santa Cruz de La Palma.
75 MENDOZA
SANTOS, F.: op. cit., p. 20.
76 Testimonios de David Acosta,
empleado, 73 años, Tazacorte y Marcos Rodríguez, jorna- lero, 77 años,
Tazacorte.
77 Testimonios de David Acosta,
empleado, 73 años, Tazacorte y Marcos Rodríguez, jorna- lero, 77 años,
Tazacorte. Según Florisel Mendoza Santos, dirigente comunista en la clandestinidad
durante los años cuarenta del siglo XX,
un enviado del Comité Central del PCE recorrió las Islas. A su regreso a la Península , fue detenido
e interrogado. Al parecer sus
declaraciones permitieron la opera- ción
policial que desarticuló la estructura clandestina del PCE en varias islas, incluida La Palma.
MENDOZA SANTOS, F.: op. cit., p. 22. También
se encuentran referencias a La
Palma en ALCARAZ ABELLÁN, J.:
La resistencia antifranquista en las Canarias
Orientales (1939-1950), CIES, Las Palmas de Gran Canaria, 1990, pp.
106-108.
78 MENDOZA
SANTOS, F.: op. cit., pp. 32-33.
79 Testimonios de David Acosta,
empleado, 73 años, Tazacorte y Marcos Rodríguez, jorna- lero, 77 años,
Tazacorte. MENDOZA SANTOS, F.: op. cit.,
pp. 32-33. ALCARAZ ABELLÁN, J.: 1990, op. cit., pp. 106-108. DÍAZ SICILIA,
J.: Al Suroeste la Libertad. Emigración clandestina de canarios a
Venezuela (1948-1951), Ynoldo Díaz Sicilia, 2003.
80 Testimonios de David Acosta,
empleado, 73 años, Tazacorte y Marcos Rodríguez, jornalero, 77 años, Tazacorte.
MENDOZA SANTOS, F.: op. cit., pp. 32-33.
económico, debido al impulso que
proporcionaba la explotación de sus yacimientos petrolíferos. Cientos de
palmeros se embarcaron hacia América, afrontando las vicisitudes del viaje en
desvencijados veleros81.
81 Sobre la emigración clandestina, ver: DÍAZ SICILIA, J.:
2003, op. cit. PÉREZ TAÑO, M.:2003, op.
cit. RODRÍGUEZ
MARTÍN, N.: La emigración clandestina de la provincia de Santa
Cruz deTenerife a Venezuela en los años 40 y 50, Cabildo Insular de Tenerife,
Santa Cruz de Tenerife, 1988.
82 GARCÍA, J.L.:
1992, op. cit., pp. 198 y 226. RODRÍGUEZ BRITO, W.: La agricultura de
exportación en Canarias (1940-1980), Consejería de Agricultura y Pesca del
Gobierno de Canarias,Santa Cruz de Tenerife, 1986, pp. 106-107.
83 «El progreso agrícola del
Valle de Aridane», Diario de Avisos, La Palma , 22 de noviembre de 1962. GARCÍA, J.L.: 1992, op. cit., pp. 123-125, 185,
190-192, 198-217 y 237. RODRÍGUEZ BRITO,W.:
1986, op. cit., pp. 106-107.
84 La elaboración de este apartado se ha basado
en los testimonios orales de Francisco
Martín, estudiante-maestro
nacional, Tazacorte. José Ángel Martín Rodríguez, estudiante, Tazacorte. Pablo
Rodríguez, estudiante-maestro nacional, Tazacorte. Juan Lorenzo Camacho, «El
Trinchería», jornalero, Tazacorte. Manuel García Déniz, maestro nacional, Los
Llanos de Aridane. Antonio Sanjuán Hernández, funcionario, Santa Cruz de La Palma.
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