DOCUMENTOS RELATIVOS A LA HISTORIA COLONIAL DE CANARIAS
CAPITULO VIII
CAPITULO VIII
Recopilados por Eduardo Pedro García Rodríguez
GUIZE Y AYOZE REYES DE FUERTEVENTURA
“Está dividida esta isla de Fuerteventura en
dos reinos, uno desde donde está la
villa hasta Jandía y la pared de ella y
el rey desta parte se llamó Ayoze y el otro desde la villa hasta Corralejo, y este se llamó Guize.
Y partía estos dos señoríos una pared de
piedra que va de mar a mar, cuatro
leguas” Abreu p. 60.
Abreu
Galindo escribió su texto a principios del siglo XVII
y sin embargo parecía tener claro la
exacta delimitación de los dos reinos de la isla. Es decir, el reino de Guize
se extendía desde de la villa de
Betancuria hasta Corralejo y el de Ayoze desde Betancuria hasta Jandía y “la pared de ella”.
No
obstante hay un pasaje en Le Canarien que ha dado lugar a equívocos históricos puesto que hablando de
Jandía se dice “y hay allí una gran
pared de piedra que atraviesa el país entero, de una orilla a otra”. Se ha querido concluir que
esa era la pared divisoria de los dos
reinos, pero con ese texto parece evidente que sólo se puede deducir que Jandía , ya desde
principios del siglo XV, también tenía
una gran pared de piedra, que bien podía servir exclusivamente para controlar los accesos y
salida del ganado a la península. Más si
tenemos en cuenta otra pasaje del mismo “Le Canarien” en el que se dice exactamente “y
también tienen hacia el centro del país
un muro de piedra muy grande, que en aquel punto se extiende por todo lo ancho del país, de un
mar a otro”
Por
tanto la pared divisoria de ambos reinos, tal como nos decía Abreu, debía de estar en el centro de la
isla, y a pesar de la fuerte
centralización administrativa en Betancuria después de la conquista, en la realidad, la división
política-territorial de los aborígenes
de la isla se mantuvo durante gran parte del Antiguo
Régimen,
puesto que en las Actas del Cabildo hasta bien entrado el siglo XVII, se recogen numerosas referencias,
al bando de Guize o al bando de Ayoze.
Veamos algún ejemplo: “25 agosto de
1617. Villa de Betancuria
“Acordaron
que Lucas Melián, con un escribano, vaya
a la banda de Ayose y se informe de las personas que tiene perros de ganado y los mande
ahorcar, por el daño que resulta a los
vecinos y criadores. Y lo mismo acuda a
la banda de Guise el Regidor Martín Fabricio y haga la misma diligencia” (49)
Menos
el nombramiento del Alcalde Mayor, que era la máxima autoridad de la isla tras el señor
feudal, todos los demás cargos nombrados
por el Cabildo (veedores, regidores, personeros etc.) se hacían para el territorio de cada uno
de los antiguos reinos indígenas.
Incluso en las en Actas del Cabildo se nos aporta su exacta división territorial, puesto que en el
20 de febrero de 1612 se dice “que se
divide Ayose de Guise por el Barranco de la Torre a la Peña Horadada ” ,
límite territorial que coincide con lo aportado por Abreu Galindo cuando señala que la
divisoria de ambas reinos se establecía
a partir de la villa, capital de Betancuria. En la actualidad la Peña Horadada se
corresponde con la playa del Jurado al
norte de Ajuí.
Otra
curiosidad al respecto de la división territorial se entresaca de los protocolos notariales cuando
nos presentan a principios del siglo XVI
el contrato de guarda de los garañones o de asnos para procrear de los cabreros que se
renovaban el día de San Juan. Cobraban
según el bando en que estuviesen, decretándose
que en el bando de Guise el pastor cobraba una cabra por cada cuatro garañones que cuidara
mientras que si era en el bando de
Ayoze, se quedaba con una cabra por cada cinco.
Delimitada
la extensión de ambos reinos de los majos de la isla, los textos históricos nos documentan la
situación continua de enfrentamiento
entre ellos. Así en “Le Canarien” se dice “hay en aquella isla de Erbania dos reyes, que
pelearon largo tiempo entre ambos, en
cuya guerra hubo por varias veces muchos muertos, tanto que están muy debilitados”.
Parece,
por los datos históricos que manejamos que existía casi una situación de guerra civil permanente.
Pero también sospechamos que debió de
ser coyuntural , de momentos muy cercanos
a la llegada de los franceses puesto que el hecho de que Tibiabin y Tamonante ,que eran madre e hija,
tuvieran influencia sobre ambos reyes hace
pensar en un tronco familiar común a todos
ellos, y por tanto una sola entidad política en toda la isla.
En
cualquier caso el registro histórico también nos documenta encuentros pacíficos entre ambos reyes como se
desprende de los datos aportado por
Betencourt Alfonso en el siglo XIX quien pudo recoger las siguientes anécdotas:
“AYOZE
Soberano
del reino de Jandía en la época de la invasión de Juan de Bethencourt, año de 1402.
Son
legendarios sus hechos de armas contra el famoso rey de Maxorata y el valor que mostró al ser invadido
por los europeos.
Cuéntase
que era muy ágil y de “grandes pulsos” recordándose algunas anécdotas propias de aquellos tiempos
heroicos, en que se tenía a gala preparar las ocasiones unos a otros para
ponerse a prueba en valor y potencia muscular.
Refieren
que teniendo anunciada el rey Guize una visita de Ayoze, al llegar éste no bien penetraron en el
auchón real y se sentaron entre los
magnates, Guize le presentó un zurrón con gofio y un queso de año de cuatro libras duro como
risco, que a su presencia partió con las
manos sin aparente esfuerzo en dos pedazos,
diciéndole con la mayor naturalidad: -Sé que traes hambre y mientras nos cuentas tu viaje prepárate un
sobao-.
Ayoze
cogió como al descuido los dos trozos de queso, testigos elocuentes de las enormes fuerzas del que los
partió con las manos, los metió en el
zurrón, llenó éste de aire y cuando lo atravesó
sobre el muslo para sobarlo, con calculada indiferencia hizo a Guize una pregunta que lo obligó a hablar
como un minuto.
Al
terminar el de Maxorata observó a Ayoze: -Antes de empezar mi relato razón es que
comamos; y así diciendo alargó el zurrón
a Guize con el sobao hecho “más blando que manteca”-
Nadie
replicó; allí no había pasado nada: pero todos miraban con asombro a aquellos dos Hércules. Tal era el
temple de los reyes.
Guize
Último
soberano de Maxorata, fue famoso guerrero y digno émulo del rey de Jandía. También refiere la
tradición la visita que le devolvió a
Ayoze. Advertido éste, recibiolo presentándole a pulso con una sola mano el brazo tendido, un
tabajoste de dos asas con
20
cuartillos de leche, diciéndole: “-Bebe, que traerás sed del camino, y no la derrames porque no tengo más-”
Cogió Guize el tabajoste tal cual se lo
presentaron, pero no bien empezó a beber
se le echó encima un perro furioso amaestrado.
No
interrumpió su faena, sino que siguió bebiendo, pues mientras sostuvo el tabajoste con la mano derecha,
sujetó al perro por el cuello con la
izquierda. Cuando concluyó, a la par que entregaba con aire distraído la vasija de ordeño caía
muerto el perro a sus pies; reanudándose
la conversación como si nada hubiese acontecido”.
Terminada
la conquista por los franceses en 1405, se fundó la capital de la isla en Betancuria cuyo
nombre derivó del conquistador francés.
Y una de las primeras tareas de Jean de Betencourt
fue la fundación de una capilla religiosa donde se colocó una imagen de una Virgen que probablemente es
la que con el discurrir de los siglos es
especialmente venerada en la isla como la imagen de Nuestra Señora de la Peña.
“Al
día siguiente dicho señor marchó a Valtarajes, y allí, festejando su bienvenida, fue bautizado un
niño canario que él apadrinó y le impuso
el nombre de Jean. Hizo entrega a la capilla
de vestiduras, una imagen de
Nuestra
Señora, ornamentos de iglesia, un misal muy bello y dos campanas pequeñas, ambas del
máximo peso, y dispuso que la capilla se
llamase Nuestra Señora de Béthencourt”.
También
en Betancuria se procedió a efectuar repartimientos de tierras y a ambos reyes se les dio
situación territorial muy ventajosa como
se cita en “Le Canarien”
“Acudieron
a presencia del señor Béthencourt los dos reyes de la isla de Fuerteventura que habían
sido bautizados, e igualmente les
concedió sitio y terreno como pedían,
otorgando a cada uno cuatrocientos acres
de arbolado y tierras y quedaron muy contentos de su decisión. Dicho señor instaló a los gentileshombres de su tierra en las
fortalezas, de manera que todos quedaron
complacidos...”
La
reorganización del territorio se hizo contando con los naturales que participaban activamente en las
tareas agrícolas y en la construcción de
edificios y de iglesias. Así vanagloriando al conquistador Maciot de Béthencourt en el Le Canarien
se cita:
“...se
hace querer por poderosos y humildes, y sobre
todo por los naturales de las islas. Los del país (Roberto Hernández Bautista )
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