APUNTES PARA SU HISTORIA
Capitulo XI-V
Emigración de
teguesteros. Siglos xviii, xix y xx
Los
siglos del Antiguo Régimen se sucedieron en Tegueste. La regularidad de la vida sólo era rota por dos amenazas:
la piratería y la infección de distintas pestes. La lejanía del mar protegió a Tegueste relativamente de ambos
peligros, todavía constituyen una expresión paradójica del afortunado destino
del pueblo. También fue habitual en aquellos siglos el constante trasiego de
gentes que abandonaban su tierra para partir hacia América en busca del pan y la sal que en su matria le era
negado y por tanto, un futuro más próspero. Tegueste también fue, tierra
de emigrantes.
No es extraño que, al
margen de las exigencias impuestas mediante el llamado tributo de sangre, por
el que se obligaba a la emigración, con fines colonizadores, de cinco familias
por cada 100 toneladas de producto a exportar hacia América, también hubiese
personas que se plantearan buscar oportunidades para mejorar su situación
personal y familiar a través de la emigración. El tributo de sangre fue abolido
en 1778, pero la situación en Tegueste siguió
siendo de una pobreza generalizada.
Emigración no fue sinónimo
de mejora. Hubo quien experimentó una mejoría en su situación pero también
quien vio frustradas sus expectativas.
Por esa razón, la frase “ausente
en Indias no hace caso de su mujer” podría responder en algunos casos a una
situación distinta al olvido de la familia y
quizás debiera decirse “no puede hacer caso de su mujer”, pues
las Indias no constituyeron para todos el paraíso prometido. El total de
registros en los que se indica la ausencia de la persona es de 29, pero con la
indicación expresa de ausente en Indias hay.
“Fueron canarios, conocidos
como “isleños”, los que hicieron posible el surgimiento de comunidades en
varias zonas de América. De aquellos emigrantes existen descendientes en
diversos lugares de América del Norte. Fue La Louisiana el destino
señalado para José, hijo de Manuela Arsola, uno de los teguesteros recogidos en
el censo de 1779.
Uno de los aspectos menos
conocido y nada estudiado en la historia del municipio de Tegueste, es el fenómeno de la emigración. Si observamos con un
poco de detenimiento cualquier hecho importante del pasado municipal, actas de
plenos del ayuntamiento, construcción de infraestructuras, fiestas, cambio de
propiedad de la tierra, donaciones a la iglesia,… suponen una estrecha
vinculación con los procesos de la emigración.
El Archivo Municipal de Tegueste conserva entre sus muchos
contenidos, una serie de documentos muy interesantes para entender el
desarrollo del municipio como lo conocemos en la actualidad. Algunos de estos
documentos, son los conocidos como “comendaticias”. Esta tipología de
documentos son muy comunes sobre todo en el siglo XIX y principios del XX, y
podemos describirlos, como el registro de un acto administrativo tendente a
especificar el permiso de embarque, generalmente hacia América. Estos
documentos unidos a los padrones municipales, actas de plenos, listados para
cobros de contribución,… suponen un importante registro documental que nos
permitirán en un futuro completar el mapa de la emigración histórica del
municipio, sobre todo en los siglos XIX y XX, a partir de la constitución de Tegueste como municipio, tras el
Decreto de las Cortes de Cádiz de 18122.
Para etapas anteriores, el
Archivo Histórico Provincial y el Archivo Municipal de La Laguna , juegan un papel
importante en los registros de salidas de inmigrantes. Otro archivo que nos
puede aportar datos significativos es el Diocesano, a través de los llamados
expedientes de soltería.
Pero esta ingente cantidad
de documentación carece de una sistematización completa, que no nos permite aún
realizar estudios estadísticos exhaustivos. Además, las series de comendaticias
se encuentran incompletas. Con el cambio de siglo la gestión de los permisos de
embarque se realizan en el registro civil, ya más avanzado el siglo en las
oficinas creadas al
respecto en Santa Cruz de Tenerife y en las que por distintas razones se ha
perdido gran cantidad de información.
¿Por qué esta documentación
es interesante para entender la historia de nuestro municipio?
Ya desde la fundación del
pueblo de Tegueste en los albores
del siglo XVI, gran parte de la
Comarca se reparte a conquistadores y colonos, en propiedades
de considerable extensión, a 75 propietarios (ver cuadro) de tierras de secano
y donde domina la gran propiedad. Se impone en muchos casos el sistema de
Mayorazgo, esto condiciona en gran parte el desarrollo y evolución de las
grandes propiedades que se mantienen en el tiempo. La cercanía a la capital San
Cristóbal de La Laguna ,
hizo que muchos propietarios se convirtieran en absentistas, arrendando todas o
partes de sus propiedades a gentes sin tierras, que se convirtieron en
medianeros y jornaleros.
Todo este sustrato inicial
pervivió hasta casi comienzos del siglo XX, y fue precisamente el proceso
migratorio el que contribuyó de forma decisiva en el cambio de rumbo de esta
situación endémica. El tradicional latifundismo de Tegueste se irá rompiendo con la llegada de capitales de la
emigración. Sin embargo, este proceso no podemos verlo como un hecho puntual,
sino que podríamos decir que es consustancial al propio desarrollo social del
municipio y produce por su propia dinámica un
cambio de la estructura de
la propiedad lenta pero significativa. Durante los primeros siglos tras la
conquista de Tenerife el desarrollo económico de Tegueste entró dentro de la dinámica general de los ciclos
económicos de Canarias. La ausencia de ingenios azucareros en la zona,
determinaron una inclinación hacia la ganadería inicialmente como reserva de
mesta, y las actividades de huerta y cerealeras. La viña, presente desde los
inicios de la fundación del pueblo, jugó un importante papel hacia finales del
siglo XVI, participando de lleno en el comercio de malvasía. Esta actividad
marcó en gran parte el desarrollo económico del municipio, hasta finales del
XVIII. Su importancia y extensión fueron creciendo en este periodo contribuyendo
a asentar población en la zona.
La crisis del vino en las
islas marcó un punto de inflexión en el crecimiento de la población y a la
tradicional salida de contingentes de población hacia América en busca de
mejoras económicas, o través del conocido como “impuesto de sangre”, se sumó el
intento de la corona española de reconquistar América, en estos momentos la
participación de los canarios es muy activa en la fundación de nuevas ciudades
y pueblos, Montevideo, San Antonio de Texas, San Bernardo en la Luisiana , y numerosos
pueblos en toda América, en el caso de Tegueste
hemos recogido el alistamiento de 4 familias que participarán como reclutas en
el Batallón de Luisiana en 1778.
En estas fechas debieron
ser bastantes los teguesteros que decidieron poner rumbo a América, los grandes
latifundios dedicados al cultivo de vino de exportación debieron provocar una
auténtica crisis laboral en la comarca.
El siglo XIX. Sudor,
caña y tabaco.
La primera mitad del siglo
XIX supone el debilitamiento de la
Corona hispana, y un pequeño freno de la emigración. La
invasión napoleónica y la ausencia de un gobierno fuerte dieron pie el inicio
de las guerras de independencia en todo el continente americano. Las zonas con
un control más férreo de la metrópoli, como el caso de Las Antillas, seguirán
recibiendo contingentes de población canaria, mucha de ella de
forma clandestina.
Tegueste
pasa a formar parte de los Ayuntamientos constitucionales en 1837. En las actas
del nuevo Consistorio, recogidas en el Boletín del Archivo Municipal, de Tegueste, podemos observar varios
aspectos que motivan la salida masiva de jornaleros.
Las actas del ayuntamiento
reflejan la tremenda pobreza que existe en el pueblo, la dependencia del
cultivo del vino y aguardiente como únicos productos de comercio.
Observamos también el
inicio de reparto de tierras baldías de propios, como un intento
de fijar población. Todas
estas necesidades no permiten recoger de forma sistemática los movimientos
migratorios, como ocurrirá a partir de 1842, coincidiendo con la llegada del
nuevo párroco Antonio Pereira Pacheco y Ruiz.
“…En el padrón hecho
este año resulta que Tegueste tiene 1307 almas y 289 vecinos repartidos en
cuatro pagos, a saber 190 varones y 223 hembras en Tegueste el viejo; 172 varones y 197 hembras en Pedro Alvarez, 86
varones y 98 hembras en Tegueste el nuevo, 156 varones y 195 hembras en el
Portezuelo. El número de los varones en este pueblo lo disminuye
considerablemente la emigración anual de sus naturales a las Américas donde muchos
mueren a influjo del clima y muchos se establecen para no volver, mayormente
cuando los terrenos de Tegueste en la mayor parte son de propietarios
forasteros y sus vecinos arrendatarios o medianeros de éstos, razón porque no
puede nunca prosperar este pueblo,……..”
En la segunda mitad del
siglo XIX Canarias tras la gran crisis que supuso el fin del ciclo del vino,
comienza su remontada económica con el cultivo de un parásito traído de México,
la cochinilla, utilizado como tinte natural, que tendrá una importante
producción en todo el Archipiélago. En Tegueste
se cultivarán en estas fechas muchas tuneras, pero esta bonanza económica, no
se traducirá en mejoras para la población sin tierras9. Es precisamente en esos
años cuando la emigración toma un cariz más generalizado. Podemos observar en
las tablas del anexo, un notable incremento del número de emigrantes,
principalmente a Cuba y Venezuela, para este periodo y en relación a las
comendaticias estudiadas, comentar como advierte Julio Hernández González en su
tesis, que por el mal estado en que se encontraba el archivo han desaparecido
muchas de ellas.
Por ello hemos utilizado
información complementaria a través de los padrones de la época y alguna
información oral. Aún así somos conscientes de la dificultad de poder registrar
todas las migraciones realizadas en ese siglo y en el siguiente, ya que además
ya desde esa época existía una fuerte emigración clandestina.
Aun así podemos comprobar
un incremento de emigrantes a Venezuela, la nueva república tras su
independencia de España, necesitaba mano de obra, sobre todo europea. A
mediados del siglo XIX, decía el político argentino Juan Bautista Alberdi en
una visita a París: “Gobernar es poblar”, resumiendo así los intereses de la
mayoría de los países iberoamericanos.
Y por otro lado la
generalización de la emigración a Cuba, todavía bajo dominio español que
necesitaba de mano de obra y de población que refuerce su españolidad.
Al final de este periodo
nos encontramos con las guerras de independencia de Cuba y Filipinas, donde
algunos teguesteros tuvieron participación activa como soldados. Juan Rodríguez
Cabrera y el marido de Tomasa Hernández Abreu11. Asimismo, también aparecen en
el mismo documento 4 teguesteros movilizados en la Guerra de Filipinas: Victoriano
Santana Hernández, Luciano Pérez González, Máximo Hernández González
y Juan Rodríguez Rodríguez.
A éstos habría que añadir a Hermenegildo Perera González, localizado a través
de información oral y del que no hemos encontrado registro en la documentación
del Archivo Municipal.
El siglo XX. De la
emigración masiva a Cuba a la crisis venezolana
Desde las últimas décadas
del siglo XIX, y ya generalizado al menos para la isla de Cuba, la abolición
del sistema esclavista, propicia un cambio en las relaciones de producción
entre los propietarios de la
Perla del Caribe y los emigrantes13. El cambio del sistema
esclavista al asalariado, produjo con la revalorización de la moneda cubana
tras la independencia de España y el boom de la industria de la caña, el establecimiento
de contratos de trabajo, incluso pagando los costes del viaje, por parte de las
principales plantaciones de la isla.
La sociedad teguestera
cambia profundamente en las primeras décadas del siglo XX. La notable
emigración a Cuba en esos años, esencialmente masculina y con un alto
porcentaje de retornados que se benefician de la elevada cotización de la
moneda cubana y la gran expansión económica por la que atraviesa la Isla , accede con tales
capitales a la propiedad de la tierra. Se origina de esa forma en creciente
minifundismo y una mayor
redistribución de las parcelas.
Para este periodo es
importante la documentación localizada en el Registro Civil de Tegueste, donde nos encontramos con un
listado de peticiones de licencias para embarque de menores a la república de
Cuba, Argentina y a las Américas en general. Dicha documentación refleja un
importante número de menores que se lanzan a la aventura americana, siguiendo
en muchos casos a otros familiares, y en otros casos por iniciativa propia.
Para el periodo hemos seguido consultando los padrones municipales que nos
siguen proporcionando datos interesantes.
El alto nivel de emigrados
de forma clandestina nos impide evaluar unas cifras fiables para el periodo. La
información oral nos aporta una ingente cantidad de datos.
Esta etapa, que podemos
llevarla hasta la entrada de Fidel Castro en 1959, marca el verdadero despegue
de la figura del indiano enriquecido, a efectos de la secular situación de
arrendatarios y jornaleros del municipio, la compra de tierras con las divisas
sobre todo de Cuba cambia el panorama del régimen de la propiedad en el
municipio.
Toda la impronta de la
emigración y sus principales acontecimientos quedan reflejados en la memoria
popular. Un elemento tan característico como la Librea es un fiel reflejo
de estos movimientos migratorios: Los indianos recién llegados dejan
su sello también en las fiestas patronales. González Díaz en su A través
de Tenerife de 1923. Nos habla de la librea.”….El capitán de la tropa lleva
inverosímiles adornos indumentarios y camina militarmente con gran prosopopeya.
Su cargo honorífico es
hereditario, muy apetecible entre sus congéneres y muy espectacular, los suyos
lo envidian”. Por lo general “ha estado en Cuba y esta circunstancia acrece su
predicamento”. Los trajes milicianos se han desdibujado y huelen ya a exotismo
tropical y a carnaval. El capitán es el indiano que ha acumulado algo de dinero
en la Perla de
las Antillas.
La construcción del
depósito, abrevadero y chorro de la
Placeta o Calvario tampoco se podría entender sin los dineros
de Cuba: Pedro Melián, vecino de La
Habana , residente en La Laguna , dona una tubería de hierro galvanizado
para conducir el agua de abasto público desde los nacientes de La Mocanera y La Ladrillada hasta El
Calvario, a cambio que se le conceda del sobrante una pequeña cantidad para
surtir una casa que posee en Tegueste.
Se acuerda colocar en el Calvario una loza de mármol con el nombre del donante
y fecha de donación como muestra de agradecimiento. El agua se ha de conducir……
En esos años y en las
labores diarias del campo, era frecuente oír a los teguesteros cantar guajiras,
puntos cubanos y habaneras, así hemos recogido de la ya fallecida Natividad
Rodríguez Díaz (entrevista, 1997), del barrio de Las Canteras, una décima que
cantaba su padre Alejandro Rodríguez Rodríguez de Pedro Alvarez, emigrado a
Cuba en varias ocasiones a principios de siglo XX: Alelelo y alelelo si yo me
llego a casar
con la experiencia que
tengo a mi mujer la mantengo
sin comer y sin cenar.
Si me pide de almorzar
yo le doy una cosa poca,
y si ella me pide ropa
le daré una camisita
con un pujo de levisias
y a palos la vuelvo loca.
Los ejemplos podrían ser
muchos, pero dado lo limitado de la extensión de este artículo, creemos suficientes
los ya mencionados.
Conclusiones
Uno de los aspectos menos
estudiados de la historia de Tegueste
son los procesos migratorios de sus habitantes. Las fuentes para su estudio
aparecen incompletas y dispersas en distintos archivos, en función de la cronología
que se estudie, lo que no permite un estudio estadístico fiable, para evaluar
el proceso de una forma sistemática.
La propiedad de la tierra y
en su defecto su no posesión, es el principal motor de salida de contingentes,
sobre todo a Cuba y Venezuela, principales destinos de los teguesteros durante
casi dos centurias.
Los cambios sustanciales en
la propiedad de la tierra, pasando de un latifundismo generalizado explotado
por jornaleros y medianeros, a un cada vez más numeroso minifundismo, que a
partir de los años 30 caracterizará el desarrollo económico y social del
municipio.
A partir de los años 40 con
la crisis del sector azucarero cubano y sobre todo con la revolución castrista,
el tradicional emigrante teguestero a Cuba se dirige hacia la Venezuela , la “octava
isla”, y en menor medida a los países europeos (Alemania, Suiza, Holanda,…) que
superada la crisis de la 2º Guerra Mundial demandaban gran cantidad de mano de
obra.” (Tomás Rodríguez Rodríguez, 2011).
Personajes notables de Tegueste
“La falta de educación en
la juventud, origen de muchos males, ha privado a Tegueste de numerar entre sus hijos hombres célebres como cuentan
otros pueblos, ni era fácil que un lugar de arrendatarios y pocos propietarios
sin ideas pudiesen proporcionar a sus hijos carrera, enviándolos a los estudios
del Seminario de Canaria o a los de latinidad de La Laguna , pues por lo demás
el benéfico Creador no ha negado el don de las ciencias a estos infelices. La
misma miseria en que nacen, y de que no pueden salir, les ha obligado en todos
tiempos a correr para Caracas y La
Habana , donde sin letras ni artes, no han podido hacer más
carrera que seguir la de la labranza y hacer en las Américas un papel ridículo,
creyendo aquellos habitantes que todos los canarios están en igual grado de
instrucción y conocimiento en las artes. Así es que en ellas ningún hijo de Tegueste la podido figurar en Caracas y
La Habana ,
puntos de su refugio”. (A. Pereira Pacheco, 2001).
Sobre el Padre del
Prebendado Pacheco
Del expediente de soltería
instruido a petición de don Juan Pereira Pacheco en 1776, para contraer
matrimonio con doña Rosalía de Acosta, que se conserva en el legajo de aquel
año, en el Archivo del Obispado de Tenerife, constan los siguientes datos de su
nacimiento y juventud, tanto de su declaración, como de las de los testigos de
depusieron: Juan Francisco Pereira Pacheco nació en Santiago de Compostela y
recibió el bautismo en la parroquia de Santa Susana y San Fructuoso, el 28 de
febrero de 1750; sus padres, don Antonio Pereira y doña Benita Pacheco, vecinos
de Granada y de peregrinación a la tumba del Apóstol, vivían en la ciudad
complutense, en la calle Nueva. Al poco tiempo regresa la familia a Granada, y
cuando Juan Francisco contaba sólo nueve años, sus padres lo envían a Málaga,
donde debía embarcar para Cádiz, pero el navío en que viajaba no pudo hacer
esta escala, a consecuencia de un temporal, y ha de seguir hasta San Sebastián
de Guipúzcoa, ciudad donde permaneció mes y medio. El bergantín era de la Compañía de Caracas y
hubo de hacerse a la vela para La
Guaira , puerto en que permaneció 49 días, de los que sólo en
uno saltó a tierra Pereira. Regresó de América en el mismo navío, que andaba en
corso, y al pasar por el estrecho de Gibraltar fue apresado por dos corsarios
ingleses, que lo desembarcaron en Lisboa. En esta capital estuvo cerca de un
mes, hasta que, por mediación de un comerciante, fue devuelto a Granada con sus
padres.
Enviado de nuevo a Cádiz,
hacia el 1765, cuando contaba 15 de edad, tres años después, a fines del 1768,
embarca para Canarias, donde entra al servicio, como escribiente, del coronel
don Juan Bautista de Franchi, administrador general de Rentas Reales y juez
superintendente de Contrabandos, y con igual cometido pasó luego al del capitán
don Pedro Nicolás de Sotomayor, con quien estuvo viviendo en las islas de La Palma , Gran Canaria y
Tenerife.
En 1774 residía en La Orotava ,
y allí dio promesa de matrimonio a Isabel María del Pino, con la que no llegó a
casar, por haber fallecido el 16 de octubre de aquel año, cuando sólo contaba
con 14 de edad. Dos años más tarde casaría con doña Rosalía Ruiz de Acosta, con
la que había de tener al futuro prebendado don Antonio Pereira Pacheco y Ruiz.
Antonio Pereira Pacheco y Ruiz
Criollo
nacido en La Laguna
un 12 de junio de 1790, donde cursó
estudios eclesiásticos, fue
eclesiástico y clérigo tonsurado.
Durante
su vida realizó multitud de viajes entre los que destaca su residencia en Las
Palmas, donde terminó sus estudios eclesiásticos y asistió a la academia de
pintura de D. José Osovary, en 1805 fue nombrado Familiar del Canónigo
Maestrescuela y luego Arcediano de la catedral de Las Palmas.
Familiar del obispo Don Luís
Gonzaga de la Encina ,
le acompañó en su viaje al Perú.
Por oposición obtuvo el 10
de julio de 1812 el cargo de Capellán Mayor de aquel obispado peruano, en el
que desempeñó un papel importantísimo al regular, en un manuscrito que se
conserva, el orden, ceremonial y obligaciones del sacristán de dicha catedral.
Nombrado sacristán mayor y
beneficiado de la catedral de Arequipa (1812-1816), fue el más fiel y más
activo colaborador del obispo, de cuya actividad pastoral es inseparable la
personalidad de Pereira. Se mantuvo en dichos cargos hasta el fallecimiento del
Obispo De la Encina ,
y acogido en calidad de capellán del Virrey Abascal, retornando junto con éste
a España.
Goza de una merecida
nombradía en el Perú por haber dejado escrita una “Noticia de......Arequipa”, muy celebrada por la vivacidad de sus
informaciones y la gracia de las laminas que la ilustran. De este manuscrito
ofreció una copia el Cabildo Insular de Tenerife a la Biblioteca Nacional
del Perú en 1946.
En 1818 se halla de nuevo en
su Patria, Tenerife, donde fue Racionero y Secretario Capitular de su recién
creada catedral, cargo del que dimite en 1824 para incorporarse como Párroco de Tegueste, de donde cargo que ejercio
desde 1842 hasta 28 de abril de 1858,
año en que murió.
Como Cura-párroco, impulsor
de la cultura y el desarrollo de Tegueste,
con la primera alfabetización de los teguesteros, y que además impulsó la
construcción de su ayuntamiento, cementerio y casa mortuoria, marcando su labor
un hito en los años cuarenta del siglo XIX,
Trabajador incansable, nos
dejó un legado de obras que documentan la mayoría de los acontecimientos que le
tocó vivir.
La bibliografía de sus obras
es muy extensa; pero pocos son sus trabajos que se han publicado. Excelente
pendolista y dibujante, ha copiado numerosos escritos canarios de autores de
épocas anteriores; ha dibujado planos y perspectivas de templos y naves, ha
escrito la descripción de su viaje a Arequipa y la vida del Obispo De la Encina , con un sin numero
de trabajos de diversas índoles, conservados en las bibliotecas canarias.
Antonio Pereira Pacheco y Ruiz, vecino de Tegueste
“La documentación generada
por un Ayuntamiento, como por cualquier administración pública, nos puede
parecer fría y distante; desde luego no tiene la cercanía de, por ejemplo, las
cartas personales donde encontramos a un Prebendado más campechano y no falto
de sentido del humor. Los documentos del Archivo Municipal sobre la vida de
este párroco reflejan sobre todo su condición de cura ilustrado. Una
letra preciosista, impecable e inconfundible (que todo un virrey de Perú había
solicitado para pasar a limpio la historia de su gobierno) y los discursos
sobre educación, nos indican que estamos ante un hombre culto; los croquis y
planos, ante un dibujante aceptable; el interés que demuestra por las obras
públicas, la pobreza y miseria del campesino…, ante una persona, en fin, dueña
de un espíritu dinámico.
Sin embargo, entre la
oficialidad de los documentos del Archivo Municipal, datos tan fríos como los
estadísticos nos permiten entrever aspectos de su vida doméstica, cotidiana, de
su vida como simple vecino del Pueblo, o como simple contribuyente, porque la
relación del Prebendado con Tegueste
es anterior a su condición de vecino y párroco. En efecto, en los documentos de
la contribución rústica y urbana, aparece como propietario de terrenos en el
Pueblo desde mucho antes. En 1830 tenía tierras de cereales, arbolado y huerta,
que le produjeron 5 fanegas de papas inverneras, un costal y medio de papas
veraneras y doce reales de plata por higos tunos, producción que estaba gravada
por una misa cantada que se pagaba al cura del lugar, por una renta anual al
Conde del Valle de Salazar y por un cuarterón de aceite a la fábrica de San
Marcos.
Desde 1828 había comprado a
la fábrica parroquial de Tegueste un
trozo de terreno lindante al sur con el barranco de las Tapias. Es en este
terreno donde se ubicará su primera vivienda en Tegueste, que aún en 1845 se estaba acabando de construir. En 1835
había comprado a Pedro Enríquez, con la pensión de 50 reales de vellón al Conde
del Valle de Salazar, una botija de aceite anual a la fábrica de la parroquia y
10 reales de vellón de limosna de una misa cantada a San Marcos, un cercado de
tierra con 8 fanegadas, incluso el solar de una casa terrera de teja vana, la
mayor parte de riscos con nopales y tuneras y lo demás de mala calidad,
lindante con el Camino que iba a Pedro Álvarez y con el barranco de las Tapias.
A José Cáceres le compra en 1841 un pedazo de tierra de pan sembrar y
huerta, con dos casas terreras muy arruinadas que las reedifica, en un terreno
adyacente al que compró en 1828, y que lindan con la Plaza de la Ermita de San Francisco de
Paula. Siendo ya párroco del Pueblo, aparte del de las Tapias, declara el
terreno de la Plaza
de San Marcos del que vende 7 brazas para mejoramiento del aspecto público.
Un año después del inicio
de su labor como párroco, seguía sin cobrar su primera renta como cura,
situación que se repite al siguiente año. En su queja ante el Ayuntamiento por
el retraso del pago, compara su situación a la de un jornalero, que vive de su
sueldo, ejemplo que debió parecerle acertado en un pueblo donde la mayoría de
los feligreses eran medianeros y jornaleros: (…) El Párroco es un jornalero, que depende de
la renta que le dan por el trabajo diario, y así como a cada jornalero
que llama el dueño de una propiedad le satisface su trabajo concluido
éste, y no le pide espera de un año ni de un día, así al Párroco se le debe
pagar con puntualidad; debiendo considerar el Ilustrísimo Ayuntamiento y
el Pueblo, que para mantenerse un Párroco sacrificando los pocos o
muchos bienes propios que tenga, no necesita llevar sobre sí el pesado y
fatigable ministerio Parroquial, en el que muchas veces peligra nuestra
vida con la asistencia a los enfermos, pasamos malos ratos de sol y de agua
para asistirlos cuando y a cualquier hora del día o de la noche nos
llaman, tenemos que mantener una vestia para este mismo servicio, que de
otro modo no necesitaríamos, y que nos vemos precisados a dejar alguna
limosna al enfermo que vemos sumido de miseria sin auxilio para sobrellevar
su estado lastimoso; todo lo que no puede hacer un Párroco si se le niega la
corta renta que para esto le está señalada (…) El Párroco y Ministros de
una Iglesia tienen que vestir con el decoro y decencia que pide la
celebración de tan altas funciones, y todo esto, y otros gastos bien
conocidos en su estado, exige que se les atiendan al pago de sus rentas con
puntualidad.
Así ruego al Ilustrísimo
Ayuntamiento no se haga insensible a cumplir con una obligación tan estrecha
(…).
Si mi genio de
condescendencia y consideraciones con el pueblo y con el Ilustrísimo
Ayuntamiento no me
hubieran impelido a sufrir demora contra mi propia susistencia y
necesidades, y hubiera
tomado la determinación de representación al Ilustrísimo Señor
diocesano, y por su
medio al Señor Yntendente, claro está que el Ilustrísimo Ayuntamiento de este
Pueblo hubiera recibido los apercibimiento que han sufrido otros (…)
Es cuanto menos
sorprendente que este hombre culto, que había viajado por la Península Ibérica
y América, alma mater de reuniones y tertulias ilustradas, acostumbrado a la
alta sociedad, amigo de marqueses y virreyes, prebendado de la recién creada
Diócesis nivariense, se acomodase a una parroquia pobre. El mismo señala que en
Tegueste buscaba mejor clima que los
fríos laguneros y la paz de un pueblo: lo primero no dudamos que lo encontrara,
lo segundo no tanto, porque, desde luego, muy tranquilo no debió vivir en Tegueste. Su casa, dice, se parece a
una fonda por la cantidad de visitas que recibe, y atendiendo a los datos
ofrecidos por los padrones municipales de la época, por el elevado número de
personas que llega a albergar bajo su techo. Aparte de gente del servicio,
aparecen en diferentes años, bajo el nombre de recogidos, un anciano de
88 años, el padre de una criada de 98 y dos mujeres de 72 y 50 años. Además,
entre el padrón de 1851 y 1852 hay un cambio significativo en el número de
habitantes de su casa: en el primer año aparece conviviendo sólo con su criada
pero en el asiento siguiente del mismo padrón, es decir como casa aparte,
aparece una familia entera formada por una mujer soltera de 63 años, y una
pareja joven con dos hijos pequeños; familia que en el padrón del año siguiente
aparece empadronada en la casa del Prebendado. En fin, un ir y venir de
criados, ahijados y recogidos que nos permiten suponer, más allá de los
objetivos datos ofrecidos por los padrones, indicios de una filantropía
concreta e inmediata en el carácter del Prebendado, pues la filantropía
abstracta y general se le supone consustancial a todo aquel intelectual hijo de
la
Ilustración. Residentes en la casa del Prebendado 1848-185744
1848: Teresa Solinto, viuda, ahijada, 44 años Josefa, criada, soltera, 43 años
Cristóbal N, viudo, 88 años Félix Rodríguez, criado, soltero, 19 años 1849:
Josefa Cristóbal, padre de Josefa, 98 años (sic) 1850: Josefa 43 “…, mi casa de
Tegueste ha sido una Fonda de las
Cuatro Naciones”. Correspondencia del Prebendado con Álvarez Rijo. (María Jesús
Luís Yanes y Juan Elesmí de León Santana, 2010).
Carta del Prebendado
dirigida al Ayuntamiento sobre la necesidad
urgente de construir un
cementerio (1842)
Muy Ilustre Señor
Desde el momento mismo
en que me hice cargo del ministerio Parroquial de este Pueblo, vi con el mayor
disgusto el desaseo y desigualdad del piso de la Iglesia , que pro varios
respectos pide pronto remedio. Pero mal podré yo dedicarme a repararlo aun
cuando se me proporcionen medios, mientras tanto no deje de enterrarse dentro
de ella, y se vean cumplidas las distintas órdenes antiguas y modernas
relativas a la construcción de cementerios, tan sabiamente dispuestos, tanto
para el mejor aseo de la Casa
del Señor, cuanto para la salud pública de los Parroquianos; y si en otros ha
sido esta medida adoptada como indispensable, en ninguno la creo de mayor
necesidad que en el de Tegueste por varias razones que no se ocultan a Vuestra
Señoría.
Todos saben que aunque
esta Iglesia tiene tres naves, en la
Llamada de las Ánimas no se entierra nadie, porque siendo su
piso de risco, no se pueden profundizar los sepulcros; la del centro o nave
mayor se ha procurado reservarla todo lo posible para
conservar algo más
decente su piso y que puedan en ella estar los fieles con menos incomodidad; y
la tercera denominada de N. S. Del Rosario, que es la que más se usa para los
enterramientos, tampoco admite su piso se profundicen los sepulcros, quedando
por consiguiente los cuerpos a la flor de la tierra sin ponerles cal por la
pobreza de los vecinos; y como por no haber sepulturero, éstos mismos abren y
cierran las sepulturas, se ven éstas mal enladrilladas, formando un piso
desigual, molesto y peligroso para andar, y mal visto a los ojos de todos.
Estas razones y otras que omito por notorias y no ser difuso, me obligan a
dirigirme a Vuestras Señorías para que tomándolas en consideración se dignen
dictar cuantas disposiciones estén a su alcance para que conciliando el aseo y
decoro del Templo, con el cumplimiento de las órdenes superiores, logre este
vecindario este bien que apetece y desea con ansia.
Dios guarde a Vuestras
Señorías muchos años. Tegueste. Septiembre , 2 de 1842.
Antonio Pereira Pacheco
y Ruiz. A.MT. Sign. 163-2. (María
Jesús Luis Yanes/Juan Elesmí de León Santana. 2011)
Carta del Prebendado al
Ayuntamiento sobre necesidad de concluir las obras del cementerio por quedar
sólo cinco sepulturas en el templo (1850)
Muy Ilustre Señor
Cuando recibí por el
correo la Real Orden
del 12 de Mayo último, inserta en el Boletín de 30 del mismo, que me dirigió el
Señor Jefe Superior Político para su conocimiento y observancia, oficié a
Vuestra Señoría con fecha 23 de Junio, también último, protestando no fuese de
mi responsabilidad los perjuicios que podían ocasionarse de no cumplir con la Ley que prohíbe los
enterramientos en las Iglesias, y el estar parada la obra del Cementerio que
mandó el señor Jefe Político en 5 de Julio de 1848 no se levantase mano hasta
conseguir su conclusión. El Ilustre Ayuntamiento ni tuvo a bien contestarme, ni
dar la menor disposición al objeto. Volví a inculcar acerca de este importante
asunto el día 6 de Enero del presenta año, cuando en la Misa Conventual
leí al Pueblo la Circular
del 21 de Diciembre en que dispone Su Majestad nuevamente no se lleven a la Iglesia los cadáveres,
encargando estrechamente a los Alcaldes cumplan sin molestar a los Párrocos con
los que les manda. Tampoco ha surtido ningún efecto esta disposición soberana.
Mas hoy me hallo en el
caso de hacer presente a Vuestra Señoría que ya no quedan en la Parroquia más que cinco
sepulcros en que se pueda dar sepultura, y como puede acontecer haya en la Primavera un ramo de
calenturas o tercianas en que en pocos días fallezcan seis personas, y no haya
donde enterrarla sexta, antes de verme en este evento, suplico a Vuestra
Señoría lo tome en consideración , y no extrañe que si advierto la apatía que
hasta aquí, dé parte a las Autoridades Civiles y Eclesiásticas para que me
digan con tiempo donde ago los enterramientos.
Si actualmente no hay
fondos de la contribución aprobada pro el Señor Jefe Superior Político para la
construcción del Cementerio, disponga Vuestra Señoría lo que han hecho otros
Pueblos, esto es, que se forme una cerca de cualquiera material, o de zarcas,
lo bastante para que los animales no saquen los cuerpos, para que permita
bendecirlo, en el caso de no querer hacerlo por sí, por ser ésta una bendición
reservada por el ceremonial a los señores Obispos, y de este modo ir haciendo
en él los enterramientos hasta que haya con qué concluirlo.
Dios guarde a Vuestra
Señoría muchos años. Tegueste, Marzo 1º de 1850. Antonio Pereira Pacheco y
Ruiz. A.MT. Sign. 163-2 (sign. antigua 154) (María Jesús Luís
Yanes/Juan Elesmí de León Santana. 2011).
El 28 de diciembre de 1850 fue admitido como miembro
de la Real Academia
Canaria de Bellas Artes.
Millares Carló ofrece en su
bibliografía abajo reseñada la lista completa de obras de Pereira Pacheco de
las que se tiene noticia. Resumimos sus títulos (pueden verse por extenso en
dicha obra):
a) Manuscritos:
·
Usos y costumbres
de la ciudad de La Laguna
(1809).
·
"Destino de
criaturas" I: Diarios de sus viajes marítimos y terrestres (1806 1810).
·
Descripción del
vocán de Arequipa (Ms. 1810).
·
Extracto de las
obligaciones del Sacristan mayor de la catedral de Arequipa (1812).
·
Relación de la
llegada del grancanario Pedro María Galdós a Arequipa (1813).
·
Diario de la
visita pastoral del obispo Encina en su obispado (1814).
·
Honras de
Arequipa a su gobernador intendente muerto por los insurrectos (1815).
·
Descripción del
pueblo de Caima extramuros de Arequipa (1816).
·
Noticia de la ...
ciudad de Arequipa ... Tomo I (Ms. aut. 1816).
·
Relación de los
méritos y vida de don Luis de la
Encina (Ms. 95 pp, 1816).
·
"Destino de
criaturas" II: Diarios de sus viajes marítimos y terrestres (1810-1817).
·
"Destino de
criaturas" III: Diarios de sus viajes marítimos y terrestres (1818-1819).
·
Historia de la
erección de la catedral de La
Laguna.
·
Descripción del
volcán que reventó en Lanzarote en 1824.
·
Constituciones
para el Colegio de la
Sagrada Familia a erigir en La Laguna (1826).
·
Descripción del
cementerio de La Mantanza
(1828).
·
Demostraciones
públicas de La Laguna
por la proclamación de Isabel II (1833).
·
Comisión del
obispo y cabildo de Tenerife para sostener en la corte su catedral (1837).
·
Observaciones
sobre el ceremonial de la catedral de Sevilla (1838).
·
Agudezas
andaluzas presenciadas por Pereira en Sevilla (1838).
·
Ruinas
ocasionadas en Tenerife por el aluvión del 7 de noviembre de 1826.
·
Agudezas, chistes
y sandeces de algunos canarios (1844).
·
Historia de
Tegueste (1855).
·
Biografía del
canónigo Isidro Quintero.
·
Colección de
escudos de armas de algunos apellidos de pobladores de Canarias.
·
Continuación de
los escritores canarios, apéndice a la obra de Viera.
·
Descripción
latina de un monstruo dado a luz en Arequipa en 1802.
·
Descripción de
Tiabaya, curato de Arequipa, con láminas.
·
Continuación del
catálogo de obispos de Canarias formado por Viera.
·
Colección de
retratos de canarios ilustres, con sus biografías.
·
Novena del
glorioso San Marcos, patrón de Tegueste.
·
Panegíricos
varios.
·
Noticias de
varios canarios ilustres de los que no hay retratos.
b) Impresos:
·
Noticia del
entierro de don Pedro Bencomo, primer deán de la cat. de Tenerife (1831).
·
Oración funebre
por la traslación de los restos del deán Bencomo a la catedral (1833).
·
Oración fúnebre
por don Vicente Román, obispo de Dan=Sara auxiliar de Canarias y comisionado
apostólico y regio para la erección de la catedral de La Laguna (1835).
·
Novena a Ntra.
Sra. de Los Remedios, patrona de la cat. de La Laguna (1837).
·
Noticia del
traslado de los restos de don Cristóbal Bencomo, obispo de Heraclea, maestro y
confesor de Fernando VII, desde la cat. de Sevilla a la de La Laguna (1838).
·
Vida y virtudes
de D. Cristóbal Bencomo, ob. de Heraclea natural de La Laguna (1839).
·
Descripción
artística e histórica de la catedral de La Laguna (1840).
·
Discurso a los
feligreses de Tegueste por su
párroco, al bendecir su cementerio (1851).
·
Relación de
dibujos de Pereira, publicada por M. Marrero y E.González (s.a.).
Eduardo, creo que por una cuestión de integridad, deberías citar las fuentes de donde sacas los textos. Los copias literalmente. Y no es la primera vez que lo haces con algún texto que he escrito. Este artículo está basado en un artículo que publiqué en el Boletín del Archivo Histórico de Tegueste. Deberías con esto y con otros muchos textos que copias citar las fuentes, es una cuestión de respeto a los que escribimos, aunque sea pequeños textos. Yo no gano dinero con esto lo hago porque me gusta, pero si molesta que se reproduzca un texto completo y lo firme otra persona.
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