martes, 17 de febrero de 2015

Don Lucas Martín Espino




Don Lucas Zacarías Martín Espino nació en la villa de Icod a las nueve de la mañana del día 5 de noviembre de 1880.

Le fueron administradas las aguas bautismales el 24 de ese mismo mes en la Iglesia Parroquial Matriz de San Marcos Evangelista por el Arcipreste don Basilio Delgado y Moas. Su padre era don Lucas José Martín y Pérez, quién había contraído matrimonio con doña Peregrina Espino y Barrios. De esta unión tendrían tres hijos: don Ramón, doña Carmela y el propio don Lucas.
Pasó su infancia en Icod, y tuvo la fortuna de disfrutar de las sabias enseñanzas del profesor don Miguel Fernández, que le encaminaría por la senda del conocimiento y del saber. Así, le instruyó en el idioma francés, el cual fue una herramienta de trabajo que le ayudaría en el transcurrir de sus días. A la edad de diecinueve años, en la ciudad tinerfeña de La Laguna, en virtud del resultado favorable de los ejercicios en el curso de 1899, el aspirante en enseñanza libre don Lucas Martín Espino, y tras haber satisfecho los derechos de Reglamento, más cincuenta pesetas en papel de pagos al Estado y veinte pesetas en un sello póliza, obtiene el Grado de Bachiller, según consta en el libro matriz del Instituto General y Técnico de Canarias. Posteriormente, sus estudios universitarios los desarrollará en cursar la carrera de Farmacia en diversas universidades, como Santiago de Compostela y Barcelona. De regreso a las islas, según los datos obrantes en el Colegio Oficial de Farmacéuticos, abrió farmacia en Santa Cruz de Tenerife el seis de enero de mil novecientos seis, acreditando el título de farmacéutico expedido en Madrid con fecha cinco de julio de mil novecientos cinco. Es significativo considerar que don Lucas asimila un enriquecimiento ideológico en su etapa estudiantil en Santiago y con mayor profundidad en su estancia en la Ciudad Condal, lo cual le marcaría como base en su devenir humanístico y reflexivo sobre los problemas reales de la sociedad de aquel momento.
Don Lucas Martín Espino se dedicó con plenitud a la enseñanza, siendo el fundador del Colegio de Enseñanza Media de Icod y profesor de Ciencias Naturales en el mismo. Entre sus aficiones destacaba su aprecio a la lectura, al ejercicio de la teosofía y al debate político y social y, siendo un estudioso empedernido de los descubrimientos científicos, siempre estuvo atraído vivamente por la botánica, la zoología y las ultimísimas novedades de la ciencia de la astronomía. En su vida profesional ejerció como farmacéutico del ilustre Colegio de Canarias y su labor siempre estuvo presidida por una actitud servicial y con grandes dotes humanísticas que demostraba hacia sus vecinos. Compartió farmacia en Icod con el también farmacéutico don Florencio Moas Henríquez, quien disfrutará de su propio establecimiento, debidamente autorizado por el municipio a partir del 12 de julio de 1941).
Con respecto a su ámbito familiar, el día 5 de agosto de 1908 contrajo matrimonio en la Iglesia Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife con la distinguida dama doña Clemencia Guimerá del Castillo-Valero. De esta unión nacieron tres hijos: María del Carmen, María Peregrina y José Lucas Martín Guimerá.
Este ilustre icodense será nombrado el 20 de octubre de 1906 primer Presidente de la Junta Directiva del “Centro Icodense”, Sociedad de Instrucción, Socorros y Beneficencia. Le acompañaran en el equipo de gobierno don José Díaz Jiménez como vicepresidente, don Antonio Martínez de la Peña en calidad de secretario, don Andrés Afonso González como tesorero, don José B. Borges Rodríguez como bibliotecario, y los vocales don Emeterio Gutiérrez López y don José de Lorenzo Cáceres y Monteverde.
Asimismo fue anfitrión de una concurrida tertulia en su casa de la calle San Agustín, la de “La Rebotica”, punto de encuentro para cultivar expresiones del pensamiento o reflexiones intelectuales acerca de los acontecimientos cotidianos o extraordinarios de la política. La pluralidad de las opiniones vertidas en dichas reuniones era una garantía para el público que se reunía. Así, se hablaba de republicanismo y monarquía, de los anecdotarios de “La Comarca”, de las noticias de los indianos emigrados, del “problema canario” de la división provincial y del  acontecer político. Eran tertulias llenas de amenidad, donde el humor era un recurso legítimo para que el ingenio y la deshibición se plasmaran en las opiniones de los participantes. Entre otras personalidades asistían el cura párroco arcipreste de San Marcos, don José de Ossuna y Batista; el magistral de la Catedral don Heraclio Sánchez y don José Ramón Fernández Díaz, primer juez de primera instancia e instrucción del Partido Judicial de Icod.
En las distintas etapas en las que ostentó diversos cargos públicos, derrochó una gran profesionalidad y capacidad de trabajo, no exenta de un apasionado compromiso político. Recordemos brevemente que inicia su carrera política al obtener el acta de concejal del ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. También fue un influyente consejero de la Cámara Agrícola del Norte de Tenerife y pertenece al primer gobierno del Cabildo Insular (27-04-1931/9-01-1936) en el período de la II República, cuyo presidente era don Maximino Acea Perdomo y, curiosamente, también pertenece a una segunda corporación insular, conformada desde el 2 de marzo de 1936 hasta el 23 de julio del mismo año, bajo la presidencia de don Fernando Arozena Quintero.
Sorpresa en todo el país causan los resultados electorales del domingo 12 de abril de 1931. España “se acostaba monárquica y se levantaba republicana”. La proclamación de la II República el 14 de abril era el convencimiento del pueblo español de cambio político como apuesta de modernidad, lo cual llevó a una actitud de los elementos republicanos de tomar inmediatamente el poder. Así, se constituye una Comisión Gestora de Republicanos del municipio compuesta por el “abanderado” don Fernando González Díaz, don Juan Martínez de la Peña y Barroso, y por el propio don Lucas, que reclama la instauración del nuevo orden establecido. Este momento histórico queda plasmado en el libro de actas plenarias de nuestro ayuntamiento, certificado por don Emeterio Gutiérrez López, que reza como sigue: “En la Ciudad de Ycod a diez y seis de Abril de mil novecientos treinta y uno: Reunidos en la Casa Consistorial de la Casa Ayuntamiento el Sr. Don Lucas Martín y Espino de esta vecindad exhibiendo un despacho telefónico del Sr. Gobernador Civil de esta Provincia fecha del día de ayer, comunicando que para no retrasar la marcha administrativa municipal se haga cargo de la alcaldía de esta Ciudad, y hallándose presentes el alcalde saliente don Estanislao de Torres Barroso, dicho señor procedió a darle la posesión de Alcalde-Presidente de este Ayuntamiento, con todas las formalidades legales, haciéndole entrega de las insignias del cargo e instalándolo en el mismo, de todo lo que certifico”.
Por lo tanto, fue el primer alcalde del municipio en la época de la II República, representando la opción del Partido Republicano Tinerfeño, organización política cuyos fines programáticos se comprometió a defender con pasión nuestro admirado personaje y que se concretan en el siguiente ideario político: 1º) Estar al servicio del régimen republicano; 2º) A deshacer las organizaciones caciquiles monárquicas; y, 3º) A recabar un régimen de descentralización administrativa y autonómica política, sin detrimento de la soberanía nacional y con absoluto respeto de los derechos históricos de Tenerife. Durante su mandato como Alcalde de la ciudad del Drago (16-04-1931/07-07-1934), consiguió innumerables mejoras de infraestructuras y servicios generales para el municipio, aunque en los capítulos de Sanidad, Beneficencia y Educación el presupuesto municipal se detalla de manera prioritaria. No debe silenciarse la notable labor realizada desde el ayuntamiento, por ejemplo, en materia educativa se impulsa decididamente la adecentación de los pabellones escolares, la indemnización de los maestros nacionales, el seguimiento y apoyo del consejo local de primera enseñanza, partidas dirigidas a becas de estudios, adquisición de mesas-bancos para distintos locales, realización de la biblioteca escolar y un apoyo decidido a las casas-escuelas del Casco, El Amparo, Cueva del Viento, Buempaso, puerto de San Marcos, camino de Llanito de Perera, Santa Bárbara, Las Canalitas, Las Lajas, Belmonte, Las Cañas, San Felipe, El Molledo, Cuatro Caminos y La Coronela.
Con carácter ilustrativo podemos expresar los acuerdos tomados en sesión plenaria del ayuntamiento el 8 de julio de 1933, en el que la presidencia informa a los presentes sobre las fructíferas gestiones realizadas ante el Ministerio de Instrucción Pública para adecuarse a las condiciones consignadas en el Decreto de veintitrés de junio último sobre aprobación de Colegios de Segunda Enseñanza de capitales de provincia y partidos judiciales. En la misma se informa que dicha solicitud se ha presentado acompañada de un plano, tanto interno como externo, del edificio de la Casa Consistorial (ex-convento de San Francisco) y fotografías del mismo, realizadas por el aparejador municipal don Enrique Ocón y Álvarez. Asimismo también se agradece a los letrados don Francisco Salas Martínez y don Juan Martínez de la Peña y Barroso “por ser estos señores los verdaderos autores de las gestiones expresadas”. Es evidente que el desarrollo educativo recibe un impulso fundamental con la creación en la ciudad de un Colegio de Segunda Enseñanza adscrito al Instituto General y Técnico de La Laguna y, con dicho logro, fructificaban las diversas gestiones realizadas por don Lucas ante la inspectora doña Susana Villavicencio Pérez en las que se interesaba por la rápida tramitación del expediente. El aprovechamiento de las sucesivas generaciones de estudiantes de nuestra ciudad ha sido y será impagable. La educación local entró en una senda de enriquecimiento con la incorporación de numerosos jóvenes a los estudios de Bachiller. Don Lucas, consciente del altísimo grado de analfabetismo de los habitantes de la comarca de Ycoden construye una estructura educativa que intenta aliviar el déficit educacional y cultural de sus habitantes y apostó decididamente en este empeño. Recordemos que hasta este momento, curiosamente, las estructuras caciquiles y oligárquicas del país se resistían al sufragio directo, universal, igual y secreto, argumentando el alto grado de ignorancia y analfabetismo de las masas trabajadoras. Este cambio de tendencia se vio favorecido por las políticas educativas del Ministro de Instrucción don Fernando de los Ríos en el denominado bienio transformador (abril de 1931-finales de 1933), donde la República disfrutó de mayor estabilidad económica y social, a pesar de la beligerancia eclesiástica, las tensiones regionalistas y las alteraciones de orden público que fueron acumulándose con el paso del tiempo.
A partir del mes de febrero de 1936, don Lucas, hombre culto y bien informado, seguía con atención los acontecimientos de la política española. Sabía que la izquierda ejercía un completo control del gobierno y de la administración española, pero el Frente Popular no era una fuerza unida. Los acontecimientos se precipitaron y llegó el levantamiento militar de la derecha de los días 17-20 de julio de 1936, el cual abrió las puertas a la persecución de todo aquel que hubiera tenido relación con la militancia republicana. Así, un numeroso grupo de icodenses fue trasladado a las cárceles de Santa Cruz, y don Lucas bajo la causa nº 361, comenzaría todo un periplo carcelario que le llevó a visitar la Prisión Provincial de Santa Cruz de Tenerife y posteriormente quedar confinado en La Orotava, para finalmente recalar en el Hotel Aguere de La Laguna. Exculpado en su proceso político, retorna a Icod con su familia sin acabar todavía la Guerra Civil. Incluso libre, todavía el ex preso es vigilado por los inquisidores locales debido a su pasado de líder y activista republicano.
Don Lucas Martín Espino fallece “después de dolorosa y penosa enfermedad” la mañana del 8 de noviembre de 1950. Su nombre se recuerda siempre como sinónimo de prestigio y de bondad, por lo cual se expresó en toda la isla un generalizado sentimiento de luto y pesar ante su desaparición. La herencia de ejemplaridad de este ilustre personaje de la sociedad icodense no ha sido valorada suficientemente. Me parece oportuno terminar esta breve semblanza de nuestro admirado personaje haciendo mención al merecido homenaje que se le brindó el 25 de abril de 1976, fecha en que la ciudad del Drago celebra la festividad de su patrón, San Marcos Evangelista, con el descubrimiento de un busto a su memoria en la plaza de Domínguez Alfonso, obra del escultor portuense don Emilio Luis Pérez Delgado, gracias a la suscripción popular aportada por la iniciativa de una comisión de ex–alumnos. En dicho acto, intervinieron, entre otros, el alcalde don Anatael Rodríguez Guanche, el periodista don José Manuel Pérez y Borges, don Alfonso Morales y Morales en representación del Colegio Oficial de Farmacéuticos, y el hijo del homenajeado, el notario don José Lucas, quienes, con emocionados discursos, dedicaron un caluroso y sentido recuerdo al hombre que entregó lo mejor de su vida trabajando incansablemente a favor de la fundación y posterior desarrollo del Colegio de Enseñanza Media de Icod. Años más tarde, en sesión ordinaria del Claustro de Profesores del Instituto de Icod celebrada el 17 de marzo de 1981, bajo la dirección de Doña María Angélica González Rodríguez, se toma el acuerdo de proponer al Ministerio de Educación el nombre del centro como “I.N.B. Lucas Martín Espino”. Como resultado de dicha gestión, a partir del 28 de enero de 1982, coincidiendo con la festividad de Santo Tomás de Aquino, el centro de bachillerato de su ciudad natal se honra con el nombre de nuestro reconocido personaje.
Apéndice:
El veinte de octubre de 1906 se redacta la primera acta oficial que da curso legal a la nueva Sociedad de instrucción, socorros mutuos y beneficencia, y por unanimidad se acuerda el nombre de “Centro Icodense”. En el mismo acto se participa democráticamente en la elección de la primera Junta Directiva Fundacional, quedando con la siguiente estructura:
Presidente, don Lucas Martín Espino. Vicepresidente, don José Díaz Jiménez. Secretario, don Antonio Martínez de la Peña y Fajardo. Tesorero, don Andrés Afonso González. Bibliotecario, don José B. Borges Rodríguez. Vocales: don Emeterio Gutiérrez López y don José de Lorenzo Cáceres Monteverde.

Comisión de instrucción y recreo: don Lorenzo Ramírez Borges, don Domingo Martínez de la Peña Fleytas y don Heraclio Díaz Mesa.
Comisión de beneficencia: don Florencio Moas Henríquez y don Ciro Fragoso Bencomo.
Los primeros socios procedían, en general, de las familias icodenses de mayor relieve social, así económico como cultural. La evolución de los hábitos y de las formas de diversión y ocio durante las primeras décadas del siglo XX encuentran activa disposición en el Centro Icodense. Local y subvención, en aquellos años iniciales, son asuntos de permanente preocupación para los directivos. Sus diferentes sedes, en distintas calles de Icod de los Vinos, han sido testigos de multitud de actividades culturales relacionadas con la literatura, las artes escénicas o las artes plásticas, así como otras con mayor carácter recreativo y festivo.
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