APUNTES PARA SU HISTORIA
CAPITULO X-III
Eduardo Pedro García
Rodríguez
Bejía
También escrito Begía, es un pequeño caserío perteneciente al Achimenceyato
de Aguahuco, actualmente dependiente
del municipio de La Laguna , Chinech (Tenerife) situado en la
vertiente norte del Macizo de Anaga.
Posee elementos arquitectónicos destacados en forma de viviendas rurales
tradicionales canarias.
Se trata de un caserío de viviendas dispersas en
las laderas de la parte alta del valle del Peladero, junto a elementos
paisajísticos destacados como la elevación rocosa conocida como Roque la Baga. En el año 2011 contaba con 286 habitantes.
Bejía
no aparece como entidad independiente en los censos de población al ser
englobado, junto a los otros caseríos de Anaga
pertenecientes al municipio de La
Laguna , tales como Cabeza de Toro, Chinamada, El Río, Las Carboneras y Los Batanes, bajo la entidad de
población denominada Las Montañas.
Cabeza de Toro o Cabezo Toro
Es un pequeño caserío perteneciente al
Achimenceyato de Aguahuco, y como el
anterior administrado por el municipio de La Laguna ,
Se encuentra situado junto a la carretera muy
cerca del pago de El Río, y a una altitud media de 776 msmnm.En el año 2011
contaba con 286 vecinos.
Este caserío no aparece como entidad
independiente en los censos de población al ser englobado como los demás
comarcanos, junto a los otros caseríos del Macizo de Anaga, y como ellos también administrados por el Ayuntamiento de La Laguna.
El Río o Casas del Río
Situado en el Macizo de Anaga, es un pequeño caserío que en la actualidad depende
administrativamente del municipio de San Cristóbal de La Laguna , en el pasado
formaba parte del territorio de Achimenceyato de Aguahuco, Se encuentra muy
cerca de otro núcleo poblacional, Cabeza de Toro, pasando por estos caseríos la
carretera comarcal TF- 145 que lleva al pago de Las Carboneras. Situado a una
altitud media de 835 msmnm. Contaba en el año 2011 con 286 vecinos.
Las
Carboneras
El caserío de Las Carboneras, en el parque rural
de Anaga, como los demás del
Achimenceyato de Aguahuco (Punta del
Hidalgo), pertenece administrativamente al municipio de La Laguna , a partir del año
1981 deja de aparecer como entidad independiente en los censos de población, al
ser englobado junto a otros caseríos bajo el nombre de Las Montañas. Pese a la
mejora de las comunicaciones por carretera, el caserío continúa viviendo un
proceso de despoblamiento.
Sobre
una loma y rodeado de buenas tierras de cultivo se agrupa el caserío de Las
Carboneras, perteneciente al municipio de La Laguna dentro del Parque Rural de Anaga. Este núcleo surgió por su
cercanía al bosque que suministraba la madera de brezo para hacer carbón,
producto que en tiempos pasados constituyó la base de la economía local.
Mucho esfuerzo realizaron sus habitantes para
roturar y abancalar las tierras, donde hoy, la papa antigua adaptada a sus
condiciones climáticas del lugar, mucha humedad ambiental y buenas
temperaturas, producen hasta dos cosechas al año, principalmente de las variedad
"borralla o melonera" de exquisito sabor. Conviviendo con las propias
matas de papas aparecen cultivos de batatas, bubangueras, coles, judías,
zanahorias, millo... y chochos como cultivo rotatorio. En los bordes de los
bancales no faltan arboles frutales: manzanos, ciruelos, perales, nisperero y
algún castañero. Sus fiestas patronales son en honor de San Isidro Labrador y
Santa María de la Cabeza.
Chinamada
Es un
antiguo caserío guanche perteneciente al Achimenceyato de Aguahuco en el que se conserva una treintena de casas-cueva en buen
estado y de gran interés histórico etnográfico, que están habitadas en la
actualidad. Como los demás de la zona pertenece administrativamente al municipio de La Laguna desde la anexión del
municipio de Punta del Hidalgo.
Situado cerca de Las
Carboneras, se encuentra en un rellano a 600 metros de altitud entre el
barranco de la Angostura
y el barranco del Tomadero.
Chinamada
como los otros pagos del Achimenceyato a partir del año 1981 deja de aparecer
como entidad independiente en los censos de población, al ser englobada junto a
otros caseríos como queda dicho bajo el nombre de Las Montañas. Pese a la mejora de las comunicaciones por
carretera, el caserío continúa viviendo un proceso de despoblamiento.
El
Homician
Es uno de los lugares más significados del antiguo Achimenceyato de Aguahuco, podríamos afirmar que fue la
capital del mismo.
En los tiempos actuales se ha suscitado ciertas
polémicas en torno a la interpretación del topónimo “Homician“, de indudable origen castellano que da nombre
a este popular barrio puntero. Dicho topónimo también esta presente en la
localidad de Valle de Guerra.
El docto criollo jurista, José Peraza de Ayala[1] creyó
encontrar a la repuesta al origen del topónimo en cuestión en determinadas
prácticas jurídicas germánicas es decir, godas que aun de alguna manera estaban
vigentes en Castilla en la época en que los castellanos y demás ibéricos
invadieron la isla Chinech
(Tenerife).
[…] Efectivamente, en la Punta del Hidalgo y en el
Valle de Guerra, pago de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna , antigua capital de
la isla de Tenerife, de donde distan unos diez kilómetros, existen unos barrios
enclavados respectivamente en pequeñas lomas
y cerca de las vertientes de los riscos que circundan los citados
lugares, buscando, al parecer, la parte lejana del lugar para salvaguardarse de
las incursiones piráticas, como era corriente en la primera población isleña.
Estos dos caseríos se denominan actualmente como en lo antiguo, “El Homicián” o
“El Hómiziam”, y este nombre por su significación histórica y jurídica, nos ha
inspirado estas líneas, pues corresponde en nuestra opinión al tecnicismo de la
venganza de la sangre y pérdida de la paz, instituciones que tendió a suprimir
la legislación visigoda y que como tantas otras de origen germánico, presentó
en todo su esplendor el derecho español que siguió a la invasión árabe.
Consiste la venganza de la
sangre en la facultad de castigar por propia autoridad el ofendido o sus
familiares al ofensor; la pérdida de La paz significa la exclusión de la
comunidad jurídica, bien para el municipio o el reino. En el derecho posterior
a la recepción se hacía necesaria la declaración judicial de enemistad para que
pudiese ejercitarse impunemente el derecho de venganza por la parte ofendida.
A este estado de enemistad
se llamaba “inimicitia” y al culpable consta que por lo menos en León, se le
designa con el término “homiziam”
Los delitos que según la
mayoría de los fueros producían “inimicitia” eran el homicidio y la violación.
El incurso en ella era condenado a pagar una multa y desterrado del dominio de
la ciudad, quedando expuesto a la venganza de la parte ofendida que impunemente
podía matarle.
El poder político se
esforzó en sustituir la venganza de la sangre por el derecho penal del Estado,
como se observa particularmente desde el siglo XII. Pero era imposible hacer
desaparecer en poco tiempo una costumbre tan arraigada y antigua.
Los lugares en que radican
los caseríos a que nos referimos, distantes también entre sí unos diez
kilómetros, reunían sin duda para el “homiziam” las condiciones geográficas
adecuadas para ocultarse de la venganza y cumplir el destierro, especialmente
el de la Punta
del Hidalgo, cuyo acceso por tierra hasta fines del siglo último era bastante
difícil. (José Peraza de Ayala, 1938).
No deja de ser
significativo el gran paralelismos entre estas practicas jurídicas de los
invasores con las de nuestros ancestros en los casos de homicidio, las cuales
se desarrollaban de la siguiente manera: Apresado el homicida, este era juzgado
el Tagoror de ancianos y notables, hallado culpable, se procedía al embargo de
sus ganados para con ellos indemnizar a
la viuda si era casado o en su caso a sus padres o parientes más próximos, a
continuación se procedía sajar con lascas de tabonas las rodillas, pantorrillas
y glúteos del reo, acto seguido era desterrado del menceyato, debiendo el reo a
partir de ese momento cuidarse de los parientes del fallecido, quienes podían
darle muerte impunemente si lo encontraban.
Quizás no sea ajeno a estas
prácticas el hecho de que se le permitiera cierta autonomía política al
diminuto Achimenceyato de Aguahuco a
pesar de las actividades deprecatorias de ganados en otros menceyatos
atribuidas al último achimencey Sebenzui, si como es de suponer este lugar servía de refugio a los homicidas
condenados, es presumible que pocos se atreverían a internarse en estos
dominios con ánimos hostiles y salir con vida de su intento.
Es posible igual función de
refugio de condenados le fuesen asignadas también además del Homician de Valle
Guerra al territorio de Imobach, una
franja de terreno del menceyato de Taoro
en el de Abona
Al principio de la
colonización europea, los invasores colonos utilizaron las infraestructuras
existentes en la sociedad guanche, tales como caminos, auchones, cuevas de habitación y apriscos, abejares, ganados y
cualquier medio de producción, así pues no es de extrañar que usaran de los
sitios de extrañamiento reseñados.
La corona castellana
ofreció el indulto a todos aquellos asesinos, violadores, ladrones y
estafadores de sus reinos que se decidieran a alistarse por un tiempo
determinado en las tropas mercenarias de Alonso Fernández de Lugo para la
invasión y conquista de Tenerife, muchos de estos indeseables después de
ocupada la isla un grupo de estos
criminales ya exonerados de sus delitos por el servicio prestado a la corona,
decidieron quedarse en ella como colonos, es presumible que si bien no existía
gran diferencia entre estos colonos y los mercenarios profesionales, estos
último fieles practicantes de la doble moral cristina, optasen por distinguirse
en lo posible de sus correligionarios ex convictos, instalándolos en lugares
alejados del centro de asentamiento de la incipiente colonia europea en el Valle
de Aguere, y como queda dicho
eligieran para ello aquellos lugares que para este mismo fin tenían dispuesto
los meneceyatos guanches, datándolos en los mismos.
Esta recluta de forajidos
no sólo tuvo lugar en los reinos castellano-aragonés, sino que se extendió a
las Islas Canarias que ya estaban dominadas y en régimen de señorío como
muestran documentos del Diplomatorio de las Cancillerías Reales de Castilla y
Aragón rescatados y hechos públicos por
el criollo e historiador Antonio Rumeu de Armas,[2] de
los cuales reproducimos uno dirigido a Inés Peraza, señora de Lanzarote y
Fuerteventura, y dos digeridas a la señora de horca y cuchillo de La Gomera Beatriz de Bobadilla:
Carta de Fernando e Isabel a doña Inés Peraza,
señora de Lanzarote y Fuerteventura,
encareciéndole el alistamiento de sus vasallos en las huestes conquistadoras de Tenerife. Se admite la participación de
“foraxidos” (inédito)
Madrid, 8 de noviembre de 1494.
El Rey e la Reyna.
Doña Ynés Perada: Ya sabéys lo
que vos ovimos escrito rogándovos y encargándovos que diésedes a Alonso de Lugo toda la gente y favor y
ayuda que pudiésedes para la
conquista de la ysla Tenerife, de quél tiene cargo; y porque agora dis que la ha más menester, y
todavía tiene el dicho cargo que nos se te prorrogamos, nos vos mandamos y encargamos le fagáys dar
toda la gente de cavallo e
de pie e foraxidos que podáys, como
por cosa de nuestro servicio. En lo qual mucho plaser e servicio nos taréis. Dada en Madrid, a VIII de
Noviembre de XCIIII años.
= Yo el Rey. = Yo la Reyna.
Misiva de los Reyes Católicos a Alonso de Lugo
encareciéndole que acepte la
colaboración económica de doña Beatriz de Bobadilla en la conquista de Tenerife (inédito).
Medina del Campo, 29 de marzo de 1494.
El Rey e la Reyna.
Alonso de Lugo, nuestro governador de la ysla de
Palma, dízennos que avéys de dar parte de la conquista de la ysla de Tenerife a
algunas personas; sy asy es, avremos plaser que
dedes parte a doña Beatriz de Bovadilla antes que
a otro. De Medina del Canpo, a XXIX de margo de XCIIII
años.
Misiva de los Reyes Católicos a doña Beatriz de Eobadilla, señora
tutriz de La Gomera y El Hierro, con el encargo expreso de alistar a
sus vasallos en las huestes conquistadoras de Tenerife (inédito).
Madrid, 8 de noviembre de 1494.
El Rey e la Reyna.
Doña Beatris de Bovadilla: Ya
sabéys lo que vos ovimos escrito rogándovos y encargándovos
que diésedes a Alonso de Lugo toda la gente, favor e ayuda que pudiésedes para
la conquista de la ysla de Tenerife, de que él tiene cargo; y porque agora diz que la ha más menester, y
todavía tiene el dicho cargo que nos
se le prorrogamos, nos vos mandamos y encargamos le fagáys dar toda la gente de cavallo e pie y favor y ayuda que
podáys como por cosa de nuestro servicio. En lo qual mucho plaser e
servicio nos haréis. De Madrid, a ocho de
noviembre de XCIIII años. = Yo el Rey. = Yo la Reyna.
Los gomeros fueron reclutados a
la fuerza, para intervenir en la invasión de Chinech, pueblo difícil de someter nunca gozaron de la más mínima
confianza de los castellanos quienes una vez sometida la isla trataron de
ubicarlos en los lugares “fronterizos” de los menceyatos que había sido
resistente, especialmente en el Achimenceyato de Aguahuco.
“Por razones fáciles de
entender, en la incipiente villa de los colonos en Aguere hay pocos guanches. Dentro del distrito que abarcaba la
capital colonial, la inmensa mayoría los
supervivientes prefieren vivir en las montañas de Anaga, dedicados a su
tradicional actividad pastoril, o en su reducto de Candelaria -Güímar.
En cuanto a otro significativo núcleo de naturales, los gomeros que habían participado en la conquista, padecieron así mismo ciertas dificultades de adaptación en esos años iniciales. En 1504 Cabildo acordó extrañar a Pedro Abtejo y a otros naturales gomeros. Parece que estos isleños, en contacto con los alzados de Tenerife optan por llevar un tipo de vida ajeno a los parámetros europeos
principal acusación es la carencia de bienes para sobrevivir —ni siembran ni cogen ni biven de trabajo—, indicativo de falta de integración. Pero Abtejo y otros acabarán insertos en las
estructuras urbanas, por tanto
culturales y económicas de los castellanos. Obtendrán las datas y
vivirán arruados en determinadas zonas de la capital y sus alrededores, como Geneto y Gracia, así como en
otros puntos del actual municipio lagunero, como la parte baja de Tejina
y la Punta del
Hidalgo. Después de 1511 el “problema gomero” correrá parejo
al de los guanches, y más que su deportación se intenta su adaptación
procurando el avecindamiento en la capital, pero a pesar de que una cédula real
facultaba al Concejo para proceder a tal forzada concentración, se suavizará la postura municipal en ese sentido en los años
veinte, de modo que la exigencia consistía en
habitar en lugar poblado.” (José Miguel Rodríguez Yanes, 1997: 191-193).
Tenemos
referencia de uno de los gomeros datado con unas cuevas:
Diego
Lopes, gomero. Un c. de ta. de s. en Tegueste
os ove dado agora cuatro años por otra albalá
q. perdistes, os doy este y la dha. ta.
parte con Juan Delgado, el de las Islas, y más vos
do unas cuevas en la Punta
del Ydalgo para vuestro ganado. Digo...
14-VI-1502.
Diego Lopes. Di una ta. de dos f. y-media en Tegueste, limpia q. está en
un pedazo y otra poca q. está por desmontar. Mándesela dar a D. L. «porque me hande sirviendo» El Adelantado [todo autógrafo].
El Cabildo colonial en sesión de 29 de diciembre de
1504 dictaminó sobre lo incomodo que les
resultaban sus antiguos servidores, quienes como buenos conocedores de los
métodos de los colonialistas, optaron por unirse a los guanches resistentes
denominados alzados:
“E luego todos
los dichos señores, asy su Señoría como los señores regidores, platycaron
sobre los gomeros porque esta es gente que no tyene ningunos bienes en que biva ni sienbran ni cogen ni biven de trabajo; y que
quebrantan las hordenanc.as fechas y comen los ganados de los vecinos y
fazen otros muchos daños vagamundando. En
que se vido y determinó entre los dichos señores que se devian echar de
la hisla ecebto Fernando Aguaberque y Pedro
del Obispo y Marcos de Simancas e Pedro Abtejo, Juan Gracia.
E luego su señoría del señor Adelantado votó que todos los susodichos
gomeros con sus mugeres y fijos e haziendas salgan desterrados desta ysla perpetuamente.
…Manda su señoría del señor don Alonso Fernandes de Lugo, Adelantado de las yslas de Canaria e governador de las yslas de
Tenerife y Sant Miguel de la Palma , en nombre del Rey y
de la Reyna
nuestros señores, asy como su Oovernador y Justicia
Mayor, que por quanto su señoría del señor Adelantado
a sydo ynformado que los gomeros que
están en esta ysla de Tenerife son ladrones y vagamundos, y biven mal,
quebrantando las hordenanças, decipando los
ganados y faziendo otros muchos dabños y castrando las colmenas abejeras que son de los propios, que está
defendido, y que traen perros,
siéndoles todo defendido, que por tanto, que todos los dichos gomeros salgan desta ysla de Tenerife con sus
mugeres y fijos e fazienda o vendiendo sus faziendas, ecebto ciertos gomeros
questán ecebtados que no salgan agora
(al presente de la ysla) por que son
aprovados por buenos; e que salgan de
la ysla dende el día que se pregonare esta hordenança en un mes, e los que no
tovyeren haziendas ni devieren que salgan dentro de ocho días, e aquel gomero que no lo cunpliere que
muera por ello; e que aquel que deviere
qualquier debda que le sean vendidos todos sus bienes e que sean pagados a quien deviere, y que el tal gomero salga
luego de la tierra. E los que no tovieren bienes que sean tasados e dados e
entregados a los acreedores fasta
tanto que ayan conplido e pagado lo que asy devieren a los acreedores. Y luego salgan de la tierra so la dicha
pena de muerte, el que no sre, asy del que no deviere como del que
deviere, en los dichos plazos. Y que este
destierro faze dellos su Señoría perpetuamente destas quatro yslas de Tenerife y la Palma y la Gomera y el Hierro; y por que venga a noticia de todos mándalo pregonar públicamente.” (Actas
Cabildo colonial)
Retomando
el tema de los homicianos según Almazan: “Las leyes castellanas aplicadas en
los primeros tiempos de la colonización distaban mucho de ser tan benévolas
como las guanches, en Chinech (Tenerife) existen elocuentes
testimonios de esta practica desde los inicios de la invasión y conquista, es
frecuente encontrar en las datas de repartimiento referencias a topónimos como
barranco del ahorcado, montaña del ahorcado árbol ahorcado etc. etc.
“Como
las posibilidades eran múltiples, la fantasía, tanto como el sentido práctico
de los legisladores condujeron a una gran riqueza de formas en la pena capital.
Según el delito, el delincuente o la institución que castigaba. La más
utilizada entre las formas de ejecución era la horca, sobre todo para los
ladrones, pero es bien conocido que las diferencias sociales también se
plasmaban en este ámbito. Los nobles sólo podían ser decapitados,
exclusivismamente a espada o cuchillo (en Castilla no podía usarse el hacha o
cualquier otro instrumento cortante). Para los herejes quedaba la purificadora
hoguera.
Para los
condenados por la
Santa Hermandad , el asaeteamiento.
Tan importante como la pena elegida, o su modalidad,
resultaba el espectáculo de que se rodeaba la ejecución, que usualmente debía
ser pública, ya que servía también como escarmiento de delincuentes, teatro del
poder y lección para el resto de súbditos. Todo contribuía a ello: el pregón de
la sentencia, el “paseo” del condenado por las calles habituales, sometido o no
a castigos previos, como los azotes, la ejecución en el patíbulo (usualmente en
las inmediaciones de la urbe), la asistencia obligatoria para los vecinos (o la
convocatoria de necesitados para sustituirlos, mediante el reparto de
alimentos), el acompañamiento del cadáver por cofradías piadosas, la
exposición pública de los restos durante un tiempo determinado, a veces
muy largo, a fin de dar el máximo de publicidad a lo ocurrido y rememorar
constantemente la “lección” impartida.
Iñaki
Bazán incide en un punto que también ha destacado la historiografía europea,
particularmente la del periodo moderno. Ya a finales de la edad media se
constata una “economía” en la aplicación de las penas que tiene en cuenta
factores diversos. Frente al carácter intimidatorio de la ejecución se imponen
otras consideraciones, como la necesidad de “negociar” el perdón con los
numerosos huidos de la acción de la justicia, “el elevado gasto que suponían
para las arcas públicas las ejecuciones capitales como consecuencia del
pago al juez que imponía la sentencia, al verdugo que la ejecutaba, al
carpintero que confeccionaba la horca, al retén de vigilancia que custodiaba el
cadáver, etc” o las propias necesidades del poder. De ahí que, frente a la
universal tendencia de las leyes a señalar la pena de muerte como castigo para
numerosos delitos, luego la aplicación de la misma se reducía mucho en la
práctica, conmutada a cambio del destierro, el servicio en el ejército real o
las multas pecuniarias.” (Ismael Almazan)
El
heredamiento de La Punta
del Hidalgo
El Heredamiento de la Punta del Hidalgo tuvo por
base el reparto hecho por el primer Adelantado de Canarias Alonso Fernández de
Lugo, en 1504, al portugués Diego Sardinha, y por otro de 1512 a favor de
Francisco Ximénez, Diego Riquel y Antón de Vallejo, por lo que les fueron dadas
las aguas del barranco de Tedixe y las tierras que con ellas pudieran regar,
bajo condición de hacer las obras necesarias para el buen aprovechamiento de
las primeras y hacer un ingenio azucarero, base como sabemos, de la riqueza
colonial entonces de las islas.
El Heredamiento comprendía las tierras siguientes: La Laja , por debajo de la
ermita; el valle de Acuijar, La Porcuna , Valle Seco, Valle de Arodoque, Valle del Auchón, Valle de Benjía, Risco de Aramuiga, Valle de Chinamada, el barranco de Acuija a Chinamada, La Fajana , junto a los Dos
Hermanos, y el Tanquillo, arriba de la ermita; Roque Agudo, Paso del Fraile,
Cumbre de Juan Perdomo, Paso Roquete, Roque del Carnero, Lomo de Juan García,
tierras de Tane, la cumbrecilla de las Escaleras, hacia abajo a dar
al Bailadero; Roque de Tonejía y Tacorontillo, Mesa de Tesegre y Lajinas, que bajan al barranco de Taborno.
Hay luego un
largo periodo, casi de un siglo, en el que no conocemos por que manos pasase el
Heredamiento, hasta llegar a los comienzos del siglo XVII, en que pertenecía a
un riojano establecido en Tenerife, Mateo Díaz Maroto, comerciante rico, que
logró ocupar importantes cargos en la
Isla ; pero al ser condenado un mercader inglés por
contrabando, del que había salido fiador Díaz Maroto e hipotecado el
Heredamiento fue este sacado a subasta por la Justicia y adjudicado a
Jacinto Amado. No obstante, uno u otro debieron pagar la pena impuesta y los
gastos, y el Heredamiento lo volvemos a encontrar en manos de los descendientes
de Maroto, hasta que pasó, a fines del mismo siglo, al presbítero y abogado
Juan Onofre de Castro, en cuya familia continuó hasta que en 1756 lo adquirió
por compra Amaro González de Mesa (Amaro Pargo). Personajes de los que nos
ocuparemos más ampliamente más adelante.
El Heredamiento comprendía en 1701, fecha de
la que hay inventario y avalúo, un total de 1608 fanegadas de tierra, más la
ermita de San Mateo, vivienda, lagares, bodegas, dornajos y demás dependencias,
todo lo cual se valoró en 170.000 reales de plata, sin incluirse las aguas, que
estaban en litigio, porque el Cabildo y los vecinos sostenían que eran
públicas, ya que el Adelantado así se las había concedido el 29 de diciembre de
1506.
La tradición ha señalado siempre a la Punta del Hidalgo como lugar
desde el que se hacía contrabando en la
Isla , y la realidad es que sus condiciones lo hacía el más
adecuado para ello. Así ha conservado viva la figura de un famoso capitán de
mar, don Amaro Rodríguez Felipe, conocido como Amaro Pargo, apellido de una de
sus abuelas, y se han contado sus hazañas en el mar, pero confundiéndolo y
aplicándole hechos y circunstancias de otros, al menos de Mateo Díaz Maroto, y
así cuando hablan de “Amaro Pargo” y de “Mateo Amaroto” han pensado que es una
misma y sola persona, cuando claramente se colige que tras de Mateo Amaroto
hemos de hallar la figura de Mateo Díaz Maroto, y lo curioso es que también la
leyenda hace a don Amaro Rodríguez Felipe dueño del Heredamiento de la Punta del Hidalgo, cuando en
realidad es que según algún autor no tuvo un palmo de tierra en la misma, como
se comprueba por el “libro de la
Hacienda del Capitán don Amaro Rodríguez Phelipe”, que se
conserva en la Casa
de Ossuna, y si su sobrino don Amaro González de Mesa lo adquirió, fue
precisamente nueve años después de la muerte de su tío, ocurrida en 1747.
(Leopoldo de la Rosa
Olivera , 1966).[3]
Mateo Díaz Maroto
Un curioso Intento de
señorío en La Laguna :
la “villa de Acujar” (Punta del Hidalgo
“Un episodio significativo de esta etapa, y que
pensamos inédito. es la fracasada tentativa de crear un señorío en la zona de
Punta del Hidalgo con ocasión de la petición del donativo de 1632, que alcanza
a las islas en 1634. Según otros grandes propietarios pretenden hábitos de
Santiago, o su propio yerno aspira a los oficios de contador y de fiscal de la
isla, el maestre de campo Mateo Díaz Maroto apunta más alto. No se trata tanto
de la importancia cuantitativa en personas y riqueza del señorío, sino en la
cualitativa como señor de vasallos. Pensemos que hasta entonces no había
ningún seglar en las islas de realengo que gozase de dominio jurisdiccional
privativo.
Como otras familias prominentes, Mateo Díaz Maroto y
su esposa doña Violante Fernández de Ocampo hablan diseñado el futuro de su
descendencia: su hijo, del mismo nombre, enlaza con doña Inés de Hemerando y
Cabrera; su hija doña Juana, con el capitán d. Francisco Ruiz Varrio uno de los
más destacados cazadores de cargos de la época; a su hija doña Isabel la
casarán con el licenciado. D. Tomás Vandoval y Aguiar, mientras otras tres
hijas, como ya hemos visto, entran en el monasterio de Santa Catalina,
formalizando ese mismo año 1634 las escrituras dotales
Conviene, además, insertar este asunto en el
contexto general de enajenaciones lugareñas promovidas por Felipe IV, quien se
sirve de este fácil procedimiento como parte de una política que apuradamente
pretendía multiplicar la maltrecha hacienda española. Las diferentes acciones
emprendidas por nuestro aspirante a señor siguen los pasos habituales en este
tipo de operaciones, como la redacción de un primer informe con el número de
pobladores y características generales del territorio pretendido, seguido luego
de otro con una medición precisa del término, censo de vecinos, etc. Hemos de
tener en cuenta que, entre otras razones, era esto importante para fijar el
valor de la merced, pues solía cotizarse el vecino a 15.000-16.000 mrs.,
y la legua cuadrada a 5.600-6.400 ducs.
Así las cosas, cuando en septiembre de 1634 se
presente en La Laguna
el inquisidor Valero, comisionado regio para solicitar el donativo en las islas,
no se tomó mucho tiempo Maroto para proponer su oferta, pues presenta un
completo memorial con las características del territorio, número de vecinos,
etc. además de concretar la cantidad que estaba presto a desembolsar y las
condiciones de pago el 28 de diciembre de ese año. Hay que pensar que debieron
transcurrir al menos varias semanas de conversaciones y tanteos entre el
apoderado real y Maroto, en cuanto una cuestión de naturaleza tan delicada como
la enajenación jurisdiccional de parte de la isla debió ser objeto de más de un
encuentro y tanteo, pues aunque es justo reconocer que no se trataba de un área
particularmente poblada, rica o estratégica. sí se hallaba relativamente
cercana al núcleo capitalino y dentro de su ámbito de influencia.
Parece que la petición formal de la merced por
escrito tuvo lugar el 3 de julio de 1635, y la demarcación objeto de apetencia
señorial se ubicaba en el nordeste de la isla, en el área de la Punta del Hidalgo, en Acuyar
Según la descripción y valoración que manifiesta el propio interesado del
estado de sus posesiones, se tratada de una cierta cantidad de tierras de pan
sembrar, viñas y aguas, pero escasamente pobladas (unos 9 vecinos). Este es un
punto en el que insiste mucho. pues un crecido número de vasallos podía elevar
la valoración por parte de la
Corte e incluso desaconsejar la operación si se preveía alguna
reacción hostil por parte de los poderosos de la isla. Por idéntica razón se
resalta la aspereza y casi nulo interés económico de la mayoría de la zona,
que se presenta exageradamente como todos barrancos y riscas muy Iebantada;
donde no a abido ni ay beçinos, sin que en todo ello se interpolase
hacienda ajena. De los vecinos se dice que eran pobres y menesterosos. Y como
dato probatorio se asevera que entre todos no superaban las 10 fas. de pan
llevar y algunos pedacitos de viña de poco fruto, y unificado en un cuerpo.
Exceptuando esto. según Maroto, lo demás que comprendían los linderos era
propiedad suya. en su mayor parte riscos sin tierra. inútiles. si no era para
criar ganado cabrío. Como muestra de la fragosidad y lejanía se indicaba
que no
existía servicio ni camino más que hasta La casa de Maroto. pues allí
finalizaba por la escabrosidad de los riscos. Desde el punto de vista
eclesiástico, apenas contaba el paraje con una ermita dedicada a S. Mateo que
el maestre de campo había fabricado por su devoción. donde le decían misas a su
costa cuando allí asistía y era anejo a la parroquia y lugar de Tejina. donde
tenían los vecinos su cura que les administraba sacramentos
En lo que se refiere a la calidad y amplitud de las
atribuciones solicitadas, y en principio aceptadas por Valero. Maroto
afino mucho y no se recató en sus demandas. Pretendía comprar la jurisdicción
de la vecindad, terrazgo y vasallaje, con mero y mixto imperio perpetuamente
por juro de heredad, sin que el corregidor, teniente u otra justicia ordinaria
se pudiesen entrometer en ninguna causa civil ni criminales decir: jurisdicción
civil y criminal, alta y baja, mero y mixto imperio señorío y vasallaje, pues
ello tocaría a Maroto y de sus autos y sentencias se apelaría ante la Real Audiencia de
Canarias. Por lo demás, la compra debía acompañarse de las preeminencias y
exenciones con que SM. había vendido las demás jurisdicciones.
Tras recibir el memorial, Valero consultó a d. Luís
Henríquez visitador de la
R. Audiencia , a quien envió un tanto del mismo. Henríquez se
limitó a exigir la cuantía del ofrecimiento. que Maroto se había cuidado en no
señalar, pero ahora se vio obligado a precisar el precio (40.000 rs.) y la
modalidad de pago. Además, aprovecha la ocasión para añadir otras peticiones
que acompañaran a la futura merced como la facultad de poder vincular el
señorío e intitulado la Villa
de Acuyar, con las mismas exenciones, libertades, fueros y derechos que las
demás villas de Castilla, de modo que él y sucesores se nombrarían señores
de la villa de Acuyar también solicitaba poder nombrar alcaldes ordinarios
gobernador que conociera de todos los casos y causas. y dem6 ministros necesarios.
Valero, como celoso servidor regio, y tal como actuó
en otras solicitudes de gracias y privilegios, instó al interesado a que
incrementase su contribución, pero Maroto insistió en que le era imposible. El
inquisidor dejaba correr el tiempo como forma de presión. ante la desesperación
del aspirante a señor, que repetidas veces requirió a Valero para que efectuase
el remate o le diese por desistido. Al fin y comprobando que no surtía efecto
su ardid y debía encaminarse a la
Corte , en agosto de 1635 proveyó auto para que Maroto
escriturase en favor del monarca.
Entusiasmado con su triunfo y saboreando
prematuramente la gloria señorial, el maestre de campo quiso redondear su
heredamiento adquiriendo propiedades colindantes. A finales de dicho mes de
agosto invierte 4.061 rs. en la compra a un labrador de unas suertes de tierra
situadas al oeste de sus posesiones mirando al mar.
Una vez obtenida luz verde en las islas. las miras
de Maroto se centran en la
Corte. donde pretende acelerar la concesión del señorío y
conseguir licencia para instituir mayorazgo en un hijo. Con ese designio
nombra apoderado en Madrid a mediados de septiembre para gestionar ambos
asuntos.
Ignoramos por que fracasó el señorío. No parece que
fuera por la oposición municipal. Llama la atención precisamente este aparente
desinterés municipal ante este intento, pues así como en otras ocasiones
similares las enajenaciones constituyeron tema de arduo debate y rechazo
general en el Cabildo, en este caso es un asunto ignorado en las actas
capitulares y en el resto de la documentación de esa institución. Es muy
difícil, aunque no imposible, que la materia fuera llevada en un principio con
tanto sigilo que apenas hubiera unas pocas personas de confianza al tanto de la
cuestión, pero cuesta trabajo creer que. al menos cuajado el acuerdo inicial
entre las partes y formalizada la obligación ante escribano, el asunto no
trascendiera.
Por lo demás, algunos detalles contribuyen a arrojar
alguna luz sobre el desenlace de la solicitud. Al menos a finales de 1637
sabemos que habla fallecido Maroto, ocupándose de los asuntos económicos su
yerno, el licdo. Tomás Vandebal de
Aguiar, juez de registros de Gran Canaria, quien arrienda tierras en Chinamada
y El Dragonal
Según se deduce de documentación posterior, la
operación señorial se frustró por motivos económicos de Maroto, quien junto con
otras importantes personas participó en la que resultó ser una muy desafortunada
fianza, que trastocó todos sus planes. El problema radicó en que la autoridad
entabló proceso contra el mercader Jaques Belduque, ordenando la confiscación
de sus bienes por considerarlos de contrabando. Tales mercancías las habla
adquirido el cap. Esteban de Herrena, a quien fió Maroto. En virtud de real
cédula, el capitán general impulsó la cobranza ejecutiva de las partidas, entre
otras de una de 2.218.179 mm. castellanos, procedidos del remate de las dichas
mercaderías con sus intereses, más lo que corriesen hasta el día de la cobranza
de los capitanes. Esteban de Llarena Calderón, como principal, y de Mateo Díaz
Maroto como fiador, y de los capitanes. Pedro Fernandez. de Ocampo. Alonso de
Llerena Carrasco y Francisco Martín de Llerena. Ya para entonces había
fallecido el maestre de campo. que no alcanza a ver el despedazamiento de su
sueño ‘y el remate de su hacienda. que para hacer frente al pago del dinero
exigido por el general es subastada Y pasa a ser propiedad del lagunero
Jacinto Amado a comienzos de 1640.” (J.M. Rodríguez Yanes, 1997)
[1] José Peraza de Ayala,
propietario de la finca Sabanda, donde nacieron Los Sabandeños, en Punta del
Hidalgo.
Estudió Derecho y
Filosofia y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, donde se
doctoró en ambas carreras. Fue profesor universitario en las de Granada y
Barcelona, hasta que obtuvo la cátedra de Historia de España en la Complutense.
Su amplia
formación académica le permitió acceder a las más prestigiosas instituciones
universitarias del mundo.Especializado en historia de América y de las Islas
Canarias, fue profesor extraordinario en la Universidad de
Georgetown en Estados Unidos y emérito de la Escuela Diplomática
en España y en varios países sudamericanos -Mexico, Argentina, Perú, Colombia y
Chile-, en los que le nombraron académico de número en sus correspondientes de
la historia.
Fue Presidente de la Real Academia de la Historia de la que era
miembro desde 1968 y fundador del Anuario de Estudios Atlánticos, que
dirigió hasta poco antes de morir. Además dirigió Hispania y Cuadernos
de Historia, editados por el Centro Superior de Investigaciones
Científicas, del que también fue miembro activo.
[3] La leyenda y la tradición ha señalado siempre a la Punta del Hidalgo, como
lugar desde el que se hacia contrabando, en realidad es que sus condiciones lo
hacían mas adecuado, (hoy en día para mí sigue siendo sospechosa, sobre 2009 se
encontró en la playa de Troche una
caja llena de balas de fusil). El 5 de
junio de 2012 desembarcó en la
Playa de San Juanito una narco patera
la embarcación fue descubierta a primeras horas de la mañana e inmediatamente
se dio el aviso a las Fuerzas del Orden que dieron una batida en busca de los
posibles narcotraficantes que viajaban a bordo, sin que las pesquisas diesen
resultado positivo. En el mes de marzo del mismo año había arribado otra narcopatera que transportaba más de 1.300
kilos de hachís y tres de sus ocupantes fueron detenidos en las siguientes
horas ocultos en unos invernaderos.
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