jueves, 11 de diciembre de 2014

MUJERES AFRICANAS SINGULARES-LXX

 


 

ENTREVISTA a la protagonista de Azú: La discriminación no fue abolida

Yesenia Rincón Castellano

 

FLORA SILVESTRE

Con su piel púrpura oscura ella brilla, encandila. El fulgor de Flora Sylvestre nada tiene que ver con el color, sino con las fulgurancias de su alma cándida, y así lo percibió en el año 2010 Luís Castillo, un director de casting de La Villa del Cine que buscaba a la protagonista de la película Azú, del consagrado director venezolano Luís Alberto Lamata. El cineasta, respetuoso por la tierra donde nació el cine en Venezuela, quiso que el estreno nacional de su nuevo trabajo, producido por la Villa del Cine, fuera en la noche del 23 de mayo,  en el Centro de Arte de Maracaibo Lía Bermúdez, donde estará él para interactuar con él público, junto con el actor Juvel Vielma, que interpreta a Don Manuel Aguirre, y Flora Sylvestre, una caraqueña de padres haitianos, que debutó en la actuación con el papel de Azú, una africana de 15 años que llegó del Congo a Venezuela, y fue vendida a un hacendado que le gustaba abusar de sus esclavas adolescentes.
La escena de la cruel venta de Azú ameritó un desnudo de Flora porque para la época los esclavos eran revisados por los compradores para ver la “calidad de su carne”, cual animales.
“Antes de eso, la única persona que conocía mi desnudez era mi madre. Despojarme de la ropa delante de tantas personas me hizo sentir aterrorizada, pero con responsabilidad lo hice para mostrar una realidad histórica”, contó Flora a PANORAMA.
Es cristiana evangélica y su desnudo en la película le trajo inconvenientes en la iglesia donde se congrega: “Me dijeron que esperarán ver la película para tomar algunas decisiones. Si la escena está muy fuerte podrían quitarme la membresía, no presenciar bautizos, ni tomar la cena. Pero bueno, yo mantengo mi conciencia limpia, porque cumplí mi trabajo e hice una representación de tiempos pasados, para dejar una lección contra el abuso a los afrodescendientes, una enseñanza a mi país”.
En esa situación y en muchas otras, a más de 200 años después de la esclavitud, la vida de Flora coincide con la de Azú: “Ella (el personaje) también expresaba constancia, fe y lucha por conseguir su libertad. Fue parte de un movimiento libertario, como muchos que contribuyeron a la formación de nuestro país y que poco se dan a conocer”.
“En cuanto a la discriminación, en Venezuela, aunque no se viva todo el tiempo, sí la hay. Eso nunca se abolió”, manifestó con la convicción de sus propias experiencias: “Cuando tenía como 10 años, salí a comprar unas cosas que mi mamá me mandó y un hombre que iba en un Jeep me gritó: ¡Negra! y me escupió la cara”.
Para enfrentar el mal recuerdo, Flora apela a la enseñanza más valiosa que le dejó su padre, Vetel Sylvestre, quien falleció cuando ella tenía 12 años: “Me inculcó el amor al prójimo. A pesar de que recibamos patadas y malos tratos, siempre debemos pagar con bien”.
Pero también padeció la discriminación como modelo: “Mucha veces me han dicho: ‘Estamos buscando a una menos morena que tú’. Es una manera cortés de decir: ‘No queremos a una negra”.
“En Venezuela el modelaje es muy competitivo y no suelen buscar mi tipología, no solo por afrodescendiente, sino también porque aquí los implantes de busto con casi obligatorios y yo no me quiero operar —afirma Sylvestre—. No me gustan ni siquiera las inyecciones, mucho menos las operaciones. Además tengo mala cicatrización, formo queloides. Me siento bien como estoy, natural”.
Pese a esas limitaciones, entró en el concurso Gran Modelo Venezuela 2010, en el que ganó la oportunidad de modelar en octubre de ese año en Estambul, Turquía. Pero comenzaron las grabaciones de Azú y prefirió quedarse en Venezuela”.  Su tipología corporal de modelo y de afrodescendiente pura fue el “gancho” para que Luis Castillo, al verla en una estación del Metro, le propusiera audicionar, cuando jamás se había planteado ser actriz.
“Nunca pensé participar en una película porque no sabía nada de actuación y había muchas muchachas que tenían experiencia”, reconoció.
Pero su alma como un cocuyo irradió por su piel atezada. El mismo Castillo, testimonió: “El día del casting definitivo, cuando ella entró, todos voltearon a verla. Esa vaina se iluminó”.
 Habilidades de la debutante
Es técnico superior en administración de recursos humanos, egresada del Colegio Universitario de Los Teques Cecilio Acosta.
Es modelo de la agencia Garbo & Class, en Caracas, pero tras la grabación de la película se postuló para estudiar actuación en la Uneartes. Maneja el idioma creol (papiamento haitiano), el francés, el inglés y español.
Imaginó ser una pantera para perfilar su personaje de esclava indómita.
Cuando realizó las grabaciones de la película tenía 19 años. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario