Eduardo Pedro García
Rodríguez
Capitulo
II
LOS PRIMEROS POBLAMIENTOS DE CANARIAS
Los planteamientos expuestos por el Sr. García
Talavera, han sido asumidos y desarrollados por notables investigadores
europeos, a pesar de que como casi siempre suele ocurrir con todo planteamiento
innovador, tiene que enfrentarse a las teorías vigentes y comúnmente aceptadas
por los científicos de salón, que perciben nóminas del ministerio
correspondiente, y poco o nada habituados a la investigación. Éstos no dudan en
vituperar estos trabajos y a sus autores, crucificándolos en aras de unos
supuestos para ellos inamovibles.
Llegados a
este punto, el amable lector nos va a permitir el que disgreguemos un poco pues
creemos que el tema que vamos a tratar merece que le dediquemos un espacio en
éstas páginas entre otras cuestiones, por los estrechos lazos culturales que
tiene con el origen de los primitivos canarios.
En los
milenios X al VIII a. de C. las
condiciones climáticas del Sahara eran semejantes a las de Centro-Europa,
abundando la fauna y la flora, en las orillas de ríos y lagos habitaban grupos
humanos de pescadores y recolectores. De estos grupos surgió una “revolución
neolítica” según se deduce de los millares de yacimientos de grabados rupestres
existentes en bastas regiones del Sahara, en los que se representan animales
tales como la Jirafa ;
el Elefante; el León; el Hipopótamo etc. Estos yacimientos tanto de pinturas
como de grabados rupestres están concentradas en la zona mesosahariana,
principalmente en los grandes macizos montañosos del Hadrar de los Iforas, y
del Hoggar, el Tassili-n-Ajjer o Tassili -n- Azyer, (que quiere decir “La Meseta entre los dos ríos”)
con su prolongación Libia el Tadrart Acacus, el Tibesti y el Ennedi. Como queda
dicho más arriba, en las zonas templadas se asentaron grupos humanos de los que
surgieron estilizadas civilizaciones, alcanzando un considerable desarrollo en
la época neolítica, teniendo su máxima expresión en el culto a los muertos. El
interés por preservar los cadáveres de sus parientes ya denota una incipiente
capacidad mágico religiosa, con concepciones abstractas de una posible vida en
otro plano de la existencia. Los enterramientos, es una práctica muy extendida
entre las sociedades norteafricanas que se remonta a la Prehistoria. En el
Norte de Áfrika, las prácticas funerarias son dudosas en el Paleolítico pero
están plenamente documentadas en el Neolítico. Modas y formas de enterramiento
que gozarán de amplia pervivencia en todo el ámbito sahariano, manteniéndose en
un principio en buena medida libre de las influencias púnicas, aunque más tarde
una gran parte de estas sociedades avanzadas asumieron la cultura púnica a
través de Cartago, tal como nos lo muestra la ingente cantidad de estelas
funerarias dedicadas a la
Diosa Tanit , (Astarte)
y que afectaría al mundo mazigio que solamente empezaría a cambiar muy
tardíamente con la imposición del Islam.
La forma de
enterramientos predominantes en todo el Sahara parece ser que es el túmulo. A
estos túmulos los naturales, denominan aarrom al que se compone de un
simple túmulo de piedras (La
Rasca ,) Chinecch, y radjen a la construcción turriforme de bloques. Los radjen
pueden ser cilíndricos, denominándose en estos casos chuchet o con
gradas que es lo que se conoce como Bazinas. (Pírámides de: Chacona,
Güímar. Puerto de la Cruz.
Icod. Isla de La
Palma. La Isleta, Tamarant,
cuya base fue convertida en un nido de ametralladoras, etc. Generalmente
estas construcciones funerarias o de
observación astronómicas se emplazaban en lugares elevados, pequeños
promontorios, o en las márgenes cortadas por la erosión uads. Puede aparecer uno solo,
aislado, o formando agrupaciones. (Túmulos funerarios de Tamarant)
En ocasiones
estas Bazinas cumple con las funciones de mausoleos, monumentos para reyes y
héroes y como observatorios astronómicos cuando están situados en determinadas
elevaciones geográficas. Este fue el caso de un héroe legendario mazigio
caudillo de los Âyth Wâryaghar, llamado Sidi Mahan (Majan) cuando murió lo
enterraron en el punto más alto del macizo de Yabal Hmam, (Montaña de Palomas)
le dedicaron un Igurramen (Murramen) que llamaron Mahan Dadda (Majano del
Abuelo)
Retomando el temas de los
grabados del Tassili, éstos fueron descubiertos para los europeos en 1933, por el Teniente Coronel de la Legión francesa Brenans,
quien estaba al mando del destacamento de Fort Polignac, en cuanto se repuso de
la sorpresa que le causó la visión de los inmensos paneles que conforman los yacimientos
mandó un correo urgente al Museo del Hombre en París. El Museo preparó de
inmediato una expedición a cargo del prestigioso arqueólogo especializado en
temas del Sahara Enri Lothe, quien acompañado de Perret, presidente de la Societé de Geographie
inicia los estudios preliminares, y que posteriormente los especialistas
clasificaron cronológicamente en una serie de faces denominadas como: fase de
la “gran fauna salvaje” o fase del “bubale antiguo” que sólo comprendía
grabados. Una fase arcaica de las pinturas o fase de “Las Cabezas Redondas”. La
fase Pastoral” que termina con el neolítico sahariano. La fase del Caballo” (
ver grabado del yacimiento del barranco de Balos, Gran Canaria, página 31) que
empieza con el periodo posneolítico y termina con la fase del “Camello”,
próxima a nuestros días.
Los canarios participamos en
los estudios de algunos de los yacimientos. En 1992 el Museo Canario organizó
una expedición con destino a los afloramientos rocosos de Lemgasen a unos 70 kilómetros al Oeste de Tifarati, al Noroeste del Sahara
Occidental y dio a conocer la existencia de estaciones rupestres con pinturas
que representan escenas de caza, en la que participan seres humanos y animales.
Es sobradamente conocido y admitido el indiscutible paralelismo entre las
culturas de los antiguos canarios con las del continente, especialmente con el
Magreb y Sahara región donde se produjo un gran movimiento de pueblos durante
la prehistoria tardía y la protohistoria de Áfrika noroccidental, donde hubo
una gran diversidad cultural y, al mismo tiempo, una gran movilidad de pueblos,
algunos de los cuales poblaron las islas Canarias en sucesivas oleadas y
distintas épocas como ya hemos dicho, confirma este aserto el indudable origen
común de la lengua y las distintas variedades dialectales de las islas con la
lengua tamazight y sus diferentes dialectos hablados en el continente. En Gran
Canaria, la cerámica pintada tiene un innegable paralelismo con otras
norteafrikanas de tradición mediterránea, que mantendrá la cerámica kabilia.
Las cuevas artificiales presentes en todas las islas, y los graneros colectivos
son también de tradición mediterránea, difundidas desde el Norte al Rif, Atlas
Medio, Anti-atlas y Gran Atlas, siendo usadas en la actualidad. En Túnez,
encontramos las casas semiexcabadas de inequívoco paralelismo con las casas
hondas de Lanzarote y Fuerteventura. Los túmulos prehislámicos de los imazighen
de gran difusión sahariana y surmagrebí tienen sus homólogos en los de
Tamarant.
Los artefactos líticos, cerámica,
grabados alfabetiformes, idolillos, definen el horizonte más reciente de la
isla de La Palma ,
íntimamente ligado con el Sahara, por el contrario, otras manifestaciones más
antiguas de cerámica, grabados, ciertos artefactos líticos y óseos tienen diversos
paralelos norteafrikanos. En Chinet, algunos de los elementos de la cultura
material tienen clara similitud con comunidades magrebíes occidentales
cronológicamente protohistóricas, tales
como la cerámica y las espátulas.
Titeroygatra y Erbania o Erbani,
participan igualmente de paralelos magrebies ambientados en lo que pudiera ser
el mundo indígena protomazigio. Los grabados rupestres de Esero o Hero, los
podomorfos de Chinech, Erbania y Titoreygatra, y los alfabetiformes líbicos nos
conectan aún más con lo mundo mazigio, si bien los de tipo meandros, espirales,
etc., tienen paralelos en la fachada atlántica europea (Galicia y Portugal, e
incluso en las fachadas atlánticas del Norte y del Sur de América.)
En cuanto al
origen de los primeros pobladores de nuestras islas, si bien las fuentes
historiográficas son unánimes al afirmar
que los primitivos habitantes procedían de Áfrika, son bastante parcos en
detalles, limitándose los más explícitos a decirnos que, por lo que frisan
sus costumbres, y tanto en el hablar como en contar tienen, son como los de
los moros. La mayoría de los investigadores modernos “oficiales” vienen
situando los primeros asentamientos humanos en las islas en torno al siglo I
d.C., si bien algunos van paulatinamente retrocediendo en el cómputo de tiempo,
y los más avanzados los sitúan en torno al siglo I a.C., fecha que como veremos
están totalmente alejadas de la realidad. Creemos que el poblamiento de las
islas hay que situarlo como mínimo a comienzos del holoceno. Recientemente, va
tomando forma una hipótesis en la que trabajan varios investigadores de
reconocido prestigio científico, sobre la arribada y poblamiento de las islas
por fenicios o libio-púnicos entre los siglos VI y V antes de la era Cristiana,
a los que posteriormente seguirían varias arribadas de otros pueblos
procedentes del noroeste afrikano, contrariamente a las teorías comúnmente
aceptadas hasta la fecha, las cuales
vienen admitiendo como inicio de los
primeros asentamientos el siglo II de la era Cristiana, asentamiento promovido
según estos autores por Juba II de Mauritania.
Modestamente, compartimos el planteamiento de
la presencia humana en las islas (especialmente en las orientales) desde hace
más de 4.500 años. Las arribadas más recientes se producen durante los
siglos VI y V a.C., nos basamos para
sostener esta afirmación en las observaciones de campo que desde el año 1996
venimos llevando a cabo en la isla de Tenerife, donde numerosos yacimientos de
grabados rupestres nos muestran elementos gráficos de indudable origen
libio-púnico y mazighio, los cuales son fácilmente contrastables con otros
existentes en el continente, debidamente datados y documentados.
Fuera de las
rutas marítimas del Mediterráneo, el mar se hacía tenebroso, la navegación
antigua estaba marcada por leyendas de monstruos que devoraban a las naves y
marinos. Según las narraciones de la época los
peligros eran prácticamente insuperables. Estas leyendas eran sostenidas
por los pueblos navegantes especialmente los fenicios cartagineses y gaditanos,
para mantener en secreto las rutas comerciales y las consiguientes fuentes de materias prima, que
explotaban así de manera exclusiva.
No
obstante, la necesidad de abrir nuevas rutas comerciales, a la búsqueda de
nuevas fuentes de materias prima o por descubrir nuevas tierras, incitó a
algunos pueblos navegantes a emprender nuevas aventuras marítimas desafiando
los peligros supuestos y reales que implicaba el adentrarse en mares
desconocidos. Una de estas empresas fue acometida por el faraón Neko o Nekao,
quien según Heródoto (IV, 42) decidió
circunvalar Áfrika, tras abandonar la excavación de un canal que había proyectado entre el Nilo y
el Mar Rojo, hacía el 600 a .
de C.
Los egipcios
mantenían excelentes relaciones comerciales con un pueblo conocido como <Los
reyes del mar>, los fenicios, así el faraón Neko confió la primera
circunvalación del continente afrikano de que tenemos noticias a la pericia de
los fenicios. La expedición debía rodear el continente con el encargo de regresar
por el estrecho de Gibraltar, una aventura tan arriesgada que hubiese hecho
desistir a cualquiera que no fuesen los fenicios. El mismo Heródoto dice que el
persa Sataspes, con una tripulación egipcia, fue incapaz siglo y medio más
tarde de hacer el viaje en sentido inverso, a pesar de que era su único recurso
para conmutar la condena a muerte que le
había impuesto Jerges, la cual finalmente, se ejecutó sin admitir excusas a su
fracaso.
El viaje
sufragado por el faraón Neko duró tres años; los fenicios debían saber ya lo
que se esperaba de ellos puesto que llevaron los medios necesarios para sembrar
la tierra y recoger la cosecha; efectuaron un recorrido exclusivamente costero
con dos escalas invernales, una, posiblemente al sur de Mozambique, y otra, en Senegal.
Heródoto que no conocía la esfericidad de la Tierra y la posición del Ecuador, le pareció
increíble que los fenicios afirmaran que habían hecho buena parte del viaje con
el sol a mano derecha; siendo precisamente este dato el que da veracidad a todo el relato.
Narra Heródoto
que esta exploración había sido confirmada por los cartagineses, lo que puede
referirse al famoso viaje de Hannón, contemporáneo de la época en que escribía
el historiador griego.
EL PERIPLO DE HANNON
Los fenicios a pesar de ser los
creadores e introductores de la escritura en el mundo conocido de la época, no
nos trasmitieron documentos escritos o estos fueron destruidos por griegos y
romanos durante la segunda guerra púnica en las luchas finales por el control
de las rutas comerciales en el Mediterráneo y
el Atlántico conocido, en las que finalmente Roma, consiguió derrotar a
Cartago, reduciéndola a cenizas y destruyendo todo vestigio de la opulenta
civilización cartaginesa, apoderándose del inmenso imperio comercial de éstos,
incluidas las islas Canarias, tal como queda manifestado en algunas escrituras
rupestres (estelas) de la islas del Hierro y La Palma. Lo que de los
fenicios conocemos es a través de los historiadores griegos y romanos fuentes
que naturalmente eran parciales, y por las estelas votivas o sepulcrales que
están saliendo a la luz últimamente en el noroeste del continente. Debemos una
vez más a Heródoto el conocimiento de una de las odiseas marítimas más grande
de la antigüedad, el viaje de HannónEl pueblo cartaginés encargó a Hannón una
expedición con el objeto de establecer colonias en el litoral atlántico
afrikano. El conocimiento de esta famosa expedición, se ha conservado por la traducción griega de
lo que parece fue el informe directo del propio jefe de la flota. Se hizo a la
mar con sesenta pentecónteras, en las que viajaban sesenta mil futuros colonos
con sus provisiones; su propósito debió ser
consolidar la ocupación de una costa ya conocida por los gaditanos como
hemos apuntado, puesto que Plinio indica que la navegación se inicio en Cádiz,
al igual que la de Himilcón y la de Eudoxo. El viaje se inicio en la primera
mitad del siglo V a. de C. y fue llevado a cabo en dos etapas bien
diferenciadas; en la primera se fundaron diversas colonias a lo largo del
litoral del actual Marruecos, o bien
reforzaron la presencia cartaginesa en establecimientos gaditanos
anteriores, quienes antes de la fundación de Cádiz, ya habían creado
establecimientos en la costa atlántica del actual Maruecos, en Lixus,
según la versión que recoge Estrabón, de los gaditanos sobre los viajes que
habían dado origen a la fundación de la ciudad. Menciona un primer intento en Sexi
y otro en Onoba, donde había una isla dedicada al dios Melkart. A
partir de entonces Cádiz parece controlar con sus magnificas flotas tanto la
pesca como el comercio de todo tipo de productos en el Atlántico.
Algunas de las
naves empleadas por los fenicios fueron: la Pentecontera , de 25 metros de eslora y
cincuenta remeros, buque esencialmente mercante; la Trirreme , de 36 metros de eslora y 170
remeros, ochenta y cinco por banda, la Tretera de cuarenta metros de eslora y treinta
remos manejados por doscientos cuarenta remeros cuatro por remo, de igual
eslora que la anterior pero manejada por trescientos hombres cinco por remo era
la Pentera. Estas
tres últimas naves conformaron las flotas gaditanas y fenicias que participaron
en las guerras Púnicas durante el siglo IV a.C. Del potencial de la marina
fenicia nos puede dar una idea el hecho de que las tres naves que participaron
en la aventura de Cristóbal Colón, sólo pudieron transportar un total de
noventa hombres.
Así pues,
Hannón aprovecho los conocimientos que tenían los gaditanos del litoral atlántico, contratando pilotos y marinos, e
intensificó la amistad con los lixitas pastores nómadas de las riveras
del río Lixus que puede identificarse con el Draa, al sur de Marruecos.
Aquí toman guías lixitas quienes le acompañan hasta Cerne, donde
fundaron una colonia que les serviría de base a la segunda etapa. Se cree que
río el Kretes, que desembocaba
próximo a la colonia de Cerne es el río Senegal.
Estudiando las
rutas de los periplos tanto del organizado por el faraón Neko o Nekao, como el
del legendario Hannón, vemos que es prácticamente imposible que las flotas no
realizaran escala en las Islas Canarias, máxime si tenemos en cuenta que la
distancia entre la isla de Fuerteventura y el continente es apenas de 97 kilómetros y que
en días claros, algunas de las islas se divisan claramente desde determinados
puntos del continente. Por otra parte, es de suponer que las corrientes
marítimas y el sistema de navegar costeando propio de la época, contribuirían
en gran manera al acercamiento de las naves de ambas expediciones a
nuestras costas, como es natural en fechas distintas, estas escalas pudieron
estar motivadas por la intención de formar colonias fijas y estables, o bien
por la necesidad de sembrar los cereales y legumbres necesarios para el
sustento de la expedición en su viaje de regreso, los cuales sería recogidos
con los demás productos que en la tierra pudieran recolectar, a este fin,
dejarían pequeños grupos de personas con semillas y animales de corral en diferentes islas.
Algunos autores aventuran que
los expedicionarios hicieron paradas estaciónales para proceder a la siembra,
nosotros pensamos que de ser así alargarían demasiado la duración prevista para
periplo puesto que tendrían que estar parados durante unos cuatro meses, tiempo
mínimo para la siembra y recolección por cada parada realizada con este fin,
coincidiendo además los meses en se suele realizar estas labores con los más
propicios para la navegación, por ello, creemos que fueron dejando
asentamientos de pequeños grupo de colonos como hemos expuesto más arriba. Este
hecho queda refrendado no sólo por existencia de grabados alfabetiformes y
figurativos libio-púnicos localizados en varios de los yacimientos rupestres de
las islas, y por los zoomorfos de la cañada de los ovejeros,( Tenerife) la
piedra Zanata y ánforas de factura libio-púnica encontradas en nuestras costas
e interior de las islas, así como restos de centros ceremoniales, en la Punta de Rasca, además de
salinas y hornos ciegos éstos de forma tronco cónicas y con una serie de
peldaños externos que ascienden hacía la boca formando una escalera de caracol,
o la ingente cantidad de símbolos representativos de la diosa Tanit ( de la que
por su excepcional importancia trataremos en un capítulo posterior) que se
encuentran en los paneles de grabados rupestres diseminados por los barrancos y
cumbres de nuestra geografía, además de las Representaciones de naves de la
época Existentes en varias de las islas, especialmente en las de
Fuerteventura, Lanzarote, La Palma , Gran Canaria y Tenerife, que algunos autores
tratan de confundir con otros de factura
claramente posteriores.
Como dato
interesante diremos que los grabados geométricos que adornan la cueva pintada
de Galdar (Gran Canaria) y otros que se encuentran representados en una muñeca
egipcia en forma de sandalia o paleta, que actualmente se encuentra en Museo
británico de Londres, tienen los dibujos y colores en una disposición muy similar en cuanto a
formas y colores.
Creemos que
los vestigios de la presencia de los fenicios en las islas, son más que
evidentes, y aunque éstas no son admitidas por los sectores más inmovilistas
del estamento académico, al final no van a tener más remedio que aceptar la
realidad, aunque les cueste reconocer su estrechez de miras o su Obcecación. En la
actualidad, algunos científicos consientes están abordando una línea de
investigación en este sentido, y que indudablemente abrirá nuevas perspectivas
para un mejor conocimiento de nuestra historia pre colonial.
Veamos lo que
sobre el tema que venimos tratando nos dice el investigador español don Enrique
Gozalbes Cravioto, de quien reproducimos algunos párrafos de un interesante
artículo publicado en la revista “Ere”, volumen 9 (diciembre 2000) <<... La
revisión que hemos hecho del texto del periplo de Hannón tiene unas indudables
implicaciones en la problemática del poblamiento y la colonización de la Canarias en la
antigüedad. Desde el rechazo de su carácter de exploración ultrasahariana sitúa
la discusión entre dos alternativas:
a) Se
trata de un texto falsificado, una especie de “refrito” a partir de otras
fuentes antiguas de las que tomó algunos datos y topónimos. Hemos visto más
arriba como las objeciones planteadas no sólo no son definitivas sino que son
recusables. Únicamente tiene cabida la observación del cuidado que debe ponerse
en el trabajo con un texto bastante alterado respecto al original.
a)
Se trata de un texto, alterado sobre todo por
traducción al griego, de un proceso histórico real. El mismo supone una
colonización con libio-fenicios, en el litoral
marroquí, sobre todo en su zona septentrional. Y una segunda parte que
parece congruente con la anterior, sin desentonar de ella: se trata de una
exploración con vistas a una colonización posterior. Dicha exploración, en
buena parte, se abría realizado en las islas Canarias.
En los
últimos años una interesante línea de investigación viene apuntando a la
existencia de una presencia púnica en estas islas. Nuevos hallazgos como la Piedra Zanata , o las
ánforas de clara influencia púnica, junto con algunas inscripciónes en lengua neopúnica, va conduciendo a la
necesaria revisión de viejos materiales y de algunos restos constructivos. La
nueva visión obliga también a revisar antiguos paradigmas y a comenzar a
aceptar lo que cada vez es más evidente: el influjo púnico en el poblamiento de
Canarias.
El argumento contrario, la
falta de móviles para un interés económico, se ha contestado con un elemento
que nos parece de una indudable importancia: la atracción que suponía la
explotación pesquera. Desde esta misma óptica se ha planteado el problema de
que no solamente se trata de unos influjos, de una presencia, sino incluso en
la participación en el poblamiento de las islas (tema siempre muy debatido).
Pero al
respecto existe un evidente problema centrado en la cronología.
Dentro de esta difícil
precisión se ha apuntado la posibilidad de “una primera arribada de gentes a
Canarias hacía el siglo VI a. C. así como otras (en número indeterminado) en
los siglos posteriores, relacionadas directamente con la situación política y
económica que vive cada momento el Mediterráneo occidental.
Y
finalmente, también se ha profundizado en las dificultades de un proceso de
poblamiento como el de Canarias, dados los paralelos en otras muchas partes.
Dificultades que, en opinión de los investigadores, corroborarían la existencia
de decisión política púnica, con un proceso de colonización de las Canarias en
toda regla. En otros casos también se ha apuntado la posibilidad de que el
poblamiento con indígenas africanos fuera realizado por los cartagineses
mediante la trasportación de tribus belicosas>>.
Los planteamientos expuestos
por Gozalve ya habían sido defendidos en el 1998 en el mismo medio por el
Doctor don Rafael González Antón, en un trabajo (como todos los suyos
profusamente documentado y magistralmente desarrollado) sobre los primeros
poblamientos de las islas. Por la luz que aporta al periodo histórico de que
venimos tratando, Creemos interesante insertar algunos párrafos del artículo en cuestión: <<...Este
planteamiento nos lleva directamente a buscar el origen y el momento del
poblamiento canario dentro del proceso colonizador fenicio-púnico que se lleva
a cabo en el Mediterráneo occidental y en el Atlántico durante el primer
milenio a.C.
Esta nueva perspectiva nos
permite emitir una serie de hipótesis instrumentales que nos van a facilitar el
camino hacía el entendimiento de nuestro pasado más remoto. Frente a la visión
de prehistoria plana o única que aún se viene manteniendo y a las dificultades
por vertebrar temporalmente la secuencia prehistórica, creemos que en
protohistoria del Archipiélago hemos de distinguir cuatro periodos:
A) Un primer periodo de
frecuentación y posterior poblamiento e intercambio cultural entre los pueblos
trasplantados y sus trasplantadores y que tiene sus orígenes a lo largo del
primer milenio.
B) Un segundo periodo, de
tránsito hacía la autarquía, caracterizado por el abandono de los contactos con
las poblaciones foráneas.
C) Un tercer periodo de
aislamiento y, por consiguiente, de reestructuración política y social,
que da lugar a lo que nosotros llamamos
ahora propiamente Cultura Canaria.
D) Y, por último, un cuarto
periodo, presente de forma desigual en las distintas islas y que comenzaría con
la frecuentación de los mares insulares por navegantes europeos a partir del
siglo XI>>.
Diferenciar con materiales
arqueológicos cada uno de los periodos reseñados resulta prácticamente
imposible, sobre todo en las dos primeras fases y hasta hora no ha habido una
estructura teórica que lo permitiera. Primero el yacimiento terrestre de El
Bebedero (Atoche, et al:1995) que relacionaba el Archipiélago con los romanos y
paralelamente la llamada Piedra Zanata (González Antón, et al. 1995) con los
feno-púnicos han sido, aunque en distinta intensidad y maneras, descalificados
sin aportación de prueba científica alguna. Para algunos, la arqueología ha
sido bastante parca en mostrarnos evidencias de la presencia de poblaciones
colonizadoras en el archipiélago; para otros, es necesario acometer una
revisión de los supuestos teóricos y materiales arqueológicos al uso, en el
convencimiento de estas irán aflorando poco a poco. Como señala Alvar, (1988:
429), mientras la arqueología no detecte un asentamiento con cronología
segura, los escépticos mantendrán su postura, que (sin embargo) no encuentra
suficientes apoyos como para rebatir las ideas contrarias. Esta es la
situación en la que nos encontramos.
Nosotros añadimos otro
periodo para las islas de Tenerife, Hierro, La Palma y en menor medida Gran Canaria, El relato
trasmitido por la tamusni y recogido por Espinosa al hablar de “los sesentas
del hijo del grande” en Icod o Icoden, los Zanatas,
que conformarían las últimas arribadas y
asentamientos de origen mazighio Zanata en las islas.
ORIGEN DE LOS IMAZIGHEN CANARIOS
Como hemos expuesto
anteriormente, las islas Canarias han sido ocupadas en diferentes épocas y por
distintos grupos humanos pero que indudablemente todos procedían de un tronco
primigenio común, quienes aportaron diferentes elementos culturales acordes con
las épocas correspondientes a cada desembarco, es notorio que cuando los
europeos en la edad media aportaron a
Canarias, la sociedad guanche se encontraba en un franco retroceso de su
cultura material debido al aislamiento en que se vieron sumidas las islas como
consecuencia en una primera etapa al derrumbe sufrido por el imperio cartaginés
provocado por la derrota sufrida de mano de los romanos, y posteriormente, por
el retroceso cultural, político y comercial acaecido en la Europa clásica, la cual se
sumió en el oscurantismo de la edad media como consecuencia del auge del
cristianismo fanático que gobernó al continente europeo, tanto en lo terrenal
como en lo espiritual, y Cuyas nefastas consecuencias han sido evidentes hasta
bien entrado el siglo XX, y aún en el XXI continúan manifestándose en aquellos
países llamados del tercer mundo en los que la religión predominante es la
católica.
<<La historia, o mejor
dicho, la conciencia de la memoria colectiva nos arroja más luz sobre lo que
son los imazighen, aunque la mayoría de ellos hayan perdido su lengua
autóctona. Por ejemplo, el avance de la arqueología prehistórica
(protohistórica) en las Islas Canarias confirma rotundamente la procedencia
amazigh de los guanches, por lo que los canarios actuales, totalmente
hispanizados, toman cada vez más conciencia de ser imazighen. Igualmente los
mauros de Mauritania que hablan solamente el hasania se definen
imazighen>>. Esta es la visión que de la realidad actual de Canaria nos da el
Investigador en antropología Bereber y Presidente del Colectivo de
Documentación y Estudios Amazighs de la Universidad de Granada
Rachid Raha Alumed.
Los imazighens fueron
fundadores de grandes dinastías, especialmente en la edad medieval, a pesar de
ello, no han sido capaces de crear y mantener un estado amazigh con continuidad
en el tiempo con una conciencia colectiva común, ni fijar una lengua escrita
única. Excepto el Reino Masil de los siglos IV al VII a.C., y el Imperio
Almohade, siglo XII. A pesar de las vicisitudes históricas a que ha estado sometida la comunidad imazighen desde tiempos
inmemoriales por fronteras tribales y
geográficas, o por parte de potencias extranjeras tales como los icsos,
fenicios, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, turcos y europeos, han
provocado el devenir divergente que han conocido las comunidades
norteafricanas, y que se han traducido en una diversidad extraordinaria
lingüística y social. No obstante, las comunidades amazighs han conservado
sorprendentemente y, en gran medida intacta, su propia idiosincrasia cultural,
su mitología compartida y sus raíces lingüísticas comunes, ya sean éstos
rifeños, kabilios, sussis, mozabitas o tuareg.
Hoy esta extensa zona consta
de cinco países: Mauritania, Maruecos, Argelia, Túnez y Libia, conocida desde
hace tiempo como <<berbería>>, y que ahora usando un término árabe
se conoce como <<al-Magrib>> (el Occidente), en clara
diferenciación de <<al.Masriq, el Oriente) En estos países la lengua
oficial es la árabe, pero existen grande bolsas de verberófonos que se resisten
a ser totalmente absorbidos por la lengua árabe.
¿Por qué le llamaban
Beréberes? Término que nunca fue empleado por ellos, quienes se ha denominado
siempre como <<imazighen>>, plural de <<amazig>>, cuyo
significado es el de <<hombre libre>>. <<Hombre libre>>
quiere decir también en sánscrito <<warwara>>, que da <<barbaroi>> en griego, en
el sentido de <<extranjero>> y que pasa al latín como
<<barbarus>> con un matiz peyorativo, término éste que algunos
autores españoles vienen usando con el mismo sentido peyorativo. Ahora bien,
¿es nuestro <<beréber>> el <<barbarus>> latino? Ibn
Jaldun no lo cree pues lo deriva del verbo árabe <<barbara>>
(alborotar, vociferar, pronunciar palabras ininteligibles). Continua explicando
éste sabio y sociólogo árabe del siglo XIV, que, Ifrikos, hijo de Qays ibn
Sayfi, rey de Yemen, invadió el Norte de Áfrika (de ahí el nombre de este
Continente) y, cuando vio a este pueblo extranjero (¿?) Y oyó su lengua empleó
el verbo <<barbara>> para definirla. Y añade Ibn Jaldun que, que
por esta razón se llama <<beréberes>> a los habitantes. Sea como
sea lo ciertos es que, como hemos dicho estos pueblos de denominan así mismo
<< imazigen>> es decir <<hombres libres>>. Los
contactos continuados de éstos <<beréberes>> con la cultura europea
de la época, se inician con el asentamiento fenicio y la fundación de Cartago,
por Elisa o Dido, si bien es plausible que los comerciantes fenicios ya practicaban
el comercio silencioso en las costas cartaginesas y por consiguiente tenían un
amplio conocimiento del país que eligieron para crear la colonia. Por la
importancia que posteriormente tuvo esta fundación para el pueblo mazigio,
estimo oportuno dar unas ligeras referencias sobre la fundación de Cartago:
Cuenta Justino, basado en un relato anterior de Timeo que durante el reinado de
Pigmalión de Tiro (fines del siglo IX a. C.) se produjo en la ciudad una grave
crisis; el anterior rey, Mattan, había pretendido que le sucediera
conjuntamente sus dos hijos, Pigmalión y Elisa, pero el pueblo prefirió al
primero, un niño de sólo once años, contra el que debieron intrigar su hermana
Elisa y el marido de ésta, Azerbas o Zakerbaal, que era al mismo tiempo su tío
y sumo sacerdote de Melkart. En cuanto Pigmalión obtuvo una cierta mayoría de
edad y poder, hizo asesinar a Azerbas y se apoderó de sus riquezas.
Elisa tuvo que escapar de
Tiro, tras encomendarse a Melkart, y la acompañaron en la aventura el jefe de
la flota tiria, Bitias, y el noble Barcas, posiblemente antepasado de la
familia de Aníbal; recalaron primeramente en Chipre, donde se les unió un
séquito de ochenta mujeres destinadas a la prostitución sagrada y el sumo
sacerdote de Astarté, (Tanit) con la condición de que se le respetara el
derecho hereditario del sacerdocio en el nuevo templo que fueran a fundar.
Luego arribaron a la costa tunecina, fueron bien acogidos por sus paisanos de
la antigua colonia de Utica, y negociaron con los indígenas y su rey Yarba la
compra de un terreno para la nueva ciudad; llegaron a un acuerdo de ocupar una
parcela que pudiera delimitarse con la piel de un buey; Elisa recurrió al ardid
de cortar la piel en finísimas tiras con las que rodeó una colina que recibió
desde entonces el nombre de Byrsa, que significa en griego piel de buey.
El rey Yarba admitió el engaño de buena gana, teniendo en cuenta los futuros
beneficios que podría reportarle el establecimiento de los fenicios en sus
dominios. Transcurrió el tiempo, y la ciudad fue tomando forma, se construyeron
los puertos el comercial y el militar,
la vida de los fenicios se desarrollaba en relativa calma hasta que un día el
rey Yarba, citó a su corte a los diez nobles más importantes de la ciudad y le expuso
su propósito de casarse con Elisa de quien se había enamorado, advirtiéndoles
que de no aceptar su oferta destruiría la recién construida ciudad. Ante esta
delicada situación, los notables trataron de convencer a Elisa de la
conveniencia de aceptar la imposición de Yarba para así salvar a la
ciudad, la astuta princesa fingió
aceptar la oferta y pidió tres meses de plazo para celebrar las bodas, en este
tiempo, mandó construir un ara de
sacrificios en las afueras de la ciudad en la que sacrificaba algunos animales
en honor del dios Melkart, cuando expiraba el plazo convocó al pueblo para un
último sacrificio, y en presencia del pueblo después de ofrendar un cordero se
dirigió a la muchedumbre diciéndoles: puesto que la salvación de la ciudad
necesita de un gran sacrificio seré yo la ofrenda, y sacando un puñal de entre
sus ropas se lo hundió en el pecho arrojándose acto seguido a la pira. Así ella prefirió suicidarse sobre una hoguera
antes que traicionar la memoria de su marido. Así se cumplió el ciclo
fundacional, al establecerse el primer sacrificio humano del ritual que sería
el más importante de los cartagineses.
Nos dice Ramón Corzo que: <<la leyenda
de Elisa es tan atractiva que sirvió de
tema a muchas reelaboraciones
literarias, como la de Virgilio en la
Eneida , que la presenta bajo el nombre de Dido y como amante
de Eneas; de todas estas contaminaciones poéticas sólo conservan verosimilitud
los nombres de los reyes tirios, atestiguados por otras fuentes, y el
planteamiento de la crisis con ingredientes religiosos y económicos, que son
muy aceptables. Sin embargo, ningún otro texto, ni los hallazgos
arqueológicos, dan píe a pensar que la ciudad nueva de Cartago iniciara una
verdadera política exterior propia hasta fines del siglo VII a. C.>>.
<<Los nuevos fenicios de Cartago adoptaron un
modelo político propio; la institución monárquica debió extinguirse con Elisa y
el régimen pasó a un sistema democrático; los propios ciudadanos formaron parte
del ejercito y crearon una potente armada; la dependencia de Tiro, a la que se
enviaban tributos anuales, se presentaba como un diezmo religioso al dios
Melkart, no como una sumisión política; los contactos con los vecinos no tenía
el carácter de mera resistencia a imperios poderosos, sino que se transformaron
en una competencia entre fuerzas similares por el control del mar y las islas
en las que chocaban sus intereses. La conclusión de un enfrentamiento tan
directo obligaba a la anulación total de uno de los contendientes, de modo que
los cartagineses perdieron en la última batalla hasta su propia identidad como
pueblo, mientras que las ciudades fenicias originarias conservaron un relativo
grado de independencia económica y cultural aún bajo el poder del imperio
romano>>.
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