Mujeres
En los últimos años hemos sido testigos del papel
cada vez más relevante que las mujeres empiezan a jugar en todos los ámbitos de
la vida diaria de África. Sabemos que durante generaciones ellas han sido las
encargadas de alimentar, cuidar, educar… a sus familias. Ahora están llegando a
lugares que antes ni soñaban. Cada día son más las caras femeninas que se ven
en la política, por ejemplo, convirtiéndose en agentes necesarios en la toma de
decisiones en cualquier nivel de la vida de un país. Ya hay dos mujeres
Presidentas de Liberia y Malaui, una sudafricana que es Secretaria General de la Unión Africana , la
organización que integra a todos los países del continente (menos Marruecos que
se retiró voluntariamente en protesta por la admisión de la República Saharaui )
y cientos de ellas en cargos de relevancia en todo el continente o dirigiendo
grandes empresas.
En esta conquista de sus derechos en la que se
ven envueltas la mayoría de las mujeres africanas, han llamado mi atención un
par de hechos que resultan muy esperanzadores. El primero de ellos es que cada
vez es más seguro para una mujer dar a luz en África.
Según el último informe disponible sobre el tema:
Trends in maternal mortality: 1990 to 2000, presentado por OMS, UNICEF, UNFPA y
el Banco mundial en mayo de 2012, en los últimos 20 años la mortalidad materna
se ha reducido un 41% en África subsahariana. Además, 15 países africanos han
conseguido llevar estas cifras por debajo del 50%, acercándose, algunos de
ellos bastante, a la consecución del 5º Objetivo de Desarrollo del Milenio.
Estos son: Guinea Ecuatorial (81%), Eritrea (73%), Etiopía (64%), Ruanda (63%),
Angola y Madagascar (62%), Cabo Verde (61%), Malaui (59%), Burkina Faso (57%),
Benín (55%), Santo Tomé y Príncipe (54%), Níger (53%), Malí y Togo (51%),
Guinea y Gambia (50%).
Cada vez las mujeres son más conscientes y están
más sensibilizadas sobre la necesidad de un embarazo seguro, sometido a
controles sanitarios y también sobre las ventajas que supone el dar a luz en un
centro de salud, atendidas por personal especializado y no por parteras
tradicionales.
El trabajo que se realiza con muchas de ellas
está facilitando este cambio de tendencia. A ello hay que sumar políticas
sociales, servicios gratuitos o facilidad de accesos a los centros de salud.
Campañas en las que muchas Primeras damas del continente están implicándose
cada día más.
Sin embargo, este progreso no está llegando a
todas las mujeres africanas. Alrededor de unas 265.000 mujeres todavía mueren
cada año intentando traer una nueva vida al mundo. Las razones de estas muertes
hay que buscarla en la falta de educación y en el hecho de que los servicios de
salud no llegan a todos los rincones del continente, y cuando llegan,
especialmente a las zonas rurales, no están bien equipados, son caros o se
encuentran lejos de las aldeas donde la población habita. Este fenómeno se da
incluso en países que están experimentando un fuerte crecimiento económico.
Por eso, no hay que dar por buenos los resultados
obtenidos hasta el momento en este campo, por el contrario, hay que seguir
trabajando para que ninguna mujer africana tenga que perder su vida en el acto
de dar vida. Para ello, se necesita, principalmente, voluntad política de los
gobiernos africanos. Que es un elemento que muchas veces falla en el
continente.
El segundo hecho que ha atrapado mi atención es
el de la intensificación de la lucha contra la Mutilación Genital
Femenina (MGF). En España ha pasado un poco desapercibida la resolución
aprobada el pasado 20 de diciembre por la Asamblea General
de las Naciones Unidas en la que se pide a sus miembros que condenen la Mutilación Genital
Femenina y aprueben legislaciones que la prohíban.
Este documento fue apoyado desde el principio por
la totalidad de los países africanos y fue aprobado por unanimidad por todos
los países miembros de las Naciones Unidas. Su adopción refleja el
convencimiento universal de que la Mutilación Genital
Femenina es una violación de los Derechos humanos y por eso todos los países
deben proteger a las niñas y mujeres de esta forma de violencia y terminar con
la impunidad de los que la practican.
Este es un fenómeno que afecta a unos 100-140
millones de mujeres y niñas en todo el mundo, muchas de ellas en África.
Además, se estima que cada año otros 3 millones de niñas corren el riesgo de
ser sometidas a esta práctica.
Como tantas otras resoluciones de la ONU se trata una recomendación
sin mayor fuerza vinculante, pero no por ello deja de ser un gran paso. Además,
en este caso, al menos en África, parece que existe una clara voluntad política
de que las cosas cambien. En julio de 2011 los jefes de Estado y de Gobierno de
la Unión Africana
emitieron una declaración en la que se pedía a la Asamblea General
de las Naciones Unidas que aprobase una resolución prohibiendo esta práctica.
Ese fue un momento clave en la lucha contra la MGF que puso en marcha todo el proceso que ha
venido después. Además fueron los embajadores de los países africanos los que
en la reunión de la Comisión
de Naciones Unidas sobre el estatus de la mujer, celebrada en marzo de 2012,
los que pidieron que se diera curso a la petición de la Unión Africana.
Se trata de pequeños avances que mejoran la
calidad de vida de miles de mujeres en toda África. La clave de estos cambios y
de muchos más que se están produciendo en el continente hay que buscarla en la
educación. A pesar de las desigualdades a la hora de acceder a la escuela, de
que el analfabetismo tenga rostro de mujer, de que muchas niñas no completen la
educación secundaria… cada día son más las que estudian y vencen los obstáculos
que las desposen de este derecho.
El que cada vez haya más niñas y mujeres educadas
en África hace posible estos avances. Por eso, no podemos pararnos aquí y
debemos seguir trabajando para que la condición de la mujer siga mejorando en
África.
Chema Caballero
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