viernes, 28 de noviembre de 2014

Leyendas canarias.


El Árbol de Garoé por Tadeo Casañas Reboso.

Tadeo Casañas es uno de los sabios del pueblo herreño de San Andrés. Perfecto conocedor del árbol, en una dicción lingüística muy particular de la isla, nos acerca de viva voz sus conocimientos del mítico árbol, del que en este año se celebra el cuarto centenario de su derrumbe.
 El Garoé o Árbol Santo es un Bien de Interés Cultural, monumento natural, situado en el Paisaje Protegido de Ventejís, en el ámbito rural de la isla de El Hierro, nombrada Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO. La zona del Garoé es, además, Lugar de Interés Comunitario en la Lista Nacional de la Red Natura 2000 por parte de la Comisión Europea, así como zona ZEPA por su riqueza avícola.
 El Garoé, un til, sagrado y totémico monumento de la naturaleza; Garoé para los bimbaches y Árbol Santo para los francocastellanos, destilaba agua de sus hojas cuando la bruma empujada por los alisios las acariciaba. En 1610 fue derrumbado, según las crónicas, por un fuerte temporal; pese a ello, no dejó de ser protagonista de la mayoría de los textos antiguos que reflejan la historia de esta isla. Mito, leyenda, historia… El Garoé es el símbolo indiscutible de El Hierro, de sus habitantes y de la lucha secular de los herreños para superar las duras secuelas de la sequía.
 Este año, pues, se anda celebrando en la meridiana isla el IV Centenario del Derrumbe del Garoé, y por ello nuestro compañero herreño Miguel Ángel Rodríguez Domínguez, de la página amiga Revista Digital de Folclore Herreño, se ha acercado a uno de los sabios conocedores de la historia del conocido árbol, entre tantas otras cosas, el autodidacta y siempre sorprendente Tadeo Casañas Reboso, del pueblo de San Andrés, que nació allá por el año 1918. El texto que a continuación podrás leer es la transcripción de la grabación de viva voz a don Tadeo que, tras el escrito, puedes escuchar pinchando en el enlace puesto con ese propósito. Un documento altamente significativo que no puedes dejar de escuchar.
 Leyenda del Árbol Garoé
 El árbol Garoé se considera que es uno de los árboles de los que más se ha escrito en el mundo, además de los 7 cedros del Líbano, los gigantes milenarios de California con sus 111 metros de altura, el Ombú de la Pampa y muchos otros más como el Drago de Icod: y otros que no están reseñados como la Mocanera del risco de Jinamá, que tiene 11`50 metros de circunferencia en su tronco.
     De todos estos árboles el más famoso ha sido el Garoé por el hecho de destilar agua cuando tan necesitados estaban aquellos guanches, o bimbaches, como se les quiera llamar. Lo tenían como auxilio durante el verano en aquel lugar donde los pastos para sus ganados eran más ricos y tenían el agua muy cerca.
     Cuando los conquistadores entraron en la isla tuvieron que irse, porque no sabían de dónde se nutrían de ese preciado líquido que es el origen de la vida.
     Este árbol, que fue visitado por muchos personajes, no tenemos noticias de que haya sido un botánico el que habló de él. Fray Juan Abreu Galindo dijo que tenía unas bellotas amargas, pero medicinales. Andrés Bernáldez, el cura de Los Palacios (Sevilla), que eran dulces; y de ahí venía la controversia, si eran dulces o amargas. Posiblemente uno las comió verdes y otro las comió maduras. Pero siempre todos creyeron que sus bellotas eran medicinales.
     En una revista que se publicaba en La Orotava habla un sabio de hace muchos años sobre ese árbol y opinó, por la descripción de todos los que escribieron sobre el árbol, que era la falsa nuez moscada de Las Antillas, que su nombre científico es la Mespilodaphne moschata.
     Se ha seguido con el tema y en 1492 dícese que un huracán lo echó por tierra y permaneció muchos años casi en el secreto hablándose de generación en generación de las virtudes del árbol Garoé, pero sin mayor importancia; y después de la Guerra Civil española ya se fue redescubriendo lo que era aquel árbol.
     El lugar donde estaba el Garoé no es exactamente el que se cree ahora. El Garoé actual está plantado dentro de la alberca donde goteaba el árbol, pero el tronco del árbol estaba en una orilla: aquello fue excavado por el hombre para llegar a una capa impermeable, donde goteaba ese árbol. Al excavarle todo aquello, el árbol quedó débil de una parte y el viento se hizo cargo de él. En ese lugar ha nacido otro ahora recientemente que no se le está poniendo mucho cuidado y mejor que no se le ponga... Está a la orilla aquello donde caben todas las leyendas de Las Mil y una Noches: los árboles hablan, los pájaros cantan y el agua de oro. Todas estas leyendas se reflejan en aquel punto.
     Aquella alberca donde está, si algún día se hace una excavación volverá a salir otro de la misma familia. Es una laurácea, al parecer, y allí volverá a salir otro que pueda sustituirlo con más seguridad, porque se agarrarán mejor sus raíces; y así se descubre la verdadera alberca, de la que se ve en las paredes los agujeros donde tenían una empalizada para pasar por sobre de ella para recoger el agua donde más limpia estuviera. Aquello lo está hablando la tierra porque la tierra habla y las piedras también...

(Miguel Ángel Rodríguez Domínguez y José Miguel Perera
Publicado en el número 343  de Bienmesabe)

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