El Árbol de
Garoé por Tadeo Casañas Reboso.
Tadeo Casañas es uno de los sabios
del pueblo herreño de San Andrés. Perfecto conocedor del árbol, en una dicción
lingüística muy particular de la isla, nos acerca de viva voz sus conocimientos
del mítico árbol, del que en este año se celebra el cuarto centenario de su
derrumbe.
El Garoé o Árbol Santo es un Bien
de Interés Cultural, monumento natural, situado en el Paisaje Protegido de
Ventejís, en el ámbito rural de la isla de El Hierro, nombrada Reserva
Mundial de la Biosfera
por la UNESCO. La zona del Garoé es,
además, Lugar de Interés Comunitario en la Lista Nacional
de la Red Natura
2000 por parte de la
Comisión Europea , así como zona ZEPA
por su riqueza avícola.
El Garoé, un til, sagrado y totémico
monumento de la naturaleza; Garoé para los bimbaches y Árbol Santo
para los francocastellanos, destilaba agua de sus hojas cuando la bruma
empujada por los alisios las acariciaba. En 1610 fue derrumbado, según las
crónicas, por un fuerte temporal; pese a ello, no dejó de ser protagonista de
la mayoría de los textos antiguos que reflejan la historia de esta isla. Mito,
leyenda, historia… El Garoé es el símbolo indiscutible de El Hierro, de sus
habitantes y de la lucha secular de los herreños para superar las duras
secuelas de la sequía.
Este año, pues, se anda celebrando en la
meridiana isla el IV Centenario del Derrumbe del Garoé, y por ello
nuestro compañero herreño Miguel Ángel Rodríguez Domínguez, de la página amiga Revista Digital de Folclore Herreño,
se ha acercado a uno de los sabios conocedores de la historia del conocido
árbol, entre tantas otras cosas, el autodidacta y siempre sorprendente Tadeo
Casañas Reboso, del pueblo de San Andrés, que nació allá por el año 1918. El
texto que a continuación podrás leer es la transcripción de la grabación de
viva voz a don Tadeo que, tras el escrito, puedes escuchar pinchando en el
enlace puesto con ese propósito. Un documento altamente significativo que no
puedes dejar de escuchar.
Leyenda del Árbol Garoé
El árbol Garoé se considera que es uno
de los árboles de los que más se ha escrito en el mundo, además de los 7 cedros
del Líbano, los gigantes milenarios de California con sus 111 metros de altura,
el Ombú de la Pampa
y muchos otros más como el Drago de Icod: y otros que no están reseñados como la Mocanera del risco de
Jinamá, que tiene 11`50 metros de circunferencia en su tronco.
De todos estos
árboles el más famoso ha sido el Garoé por el hecho de destilar agua cuando tan
necesitados estaban aquellos guanches, o bimbaches, como se les quiera llamar.
Lo tenían como auxilio durante el verano en aquel lugar donde los pastos para
sus ganados eran más ricos y tenían el agua muy cerca.
Cuando los
conquistadores entraron en la isla tuvieron que irse, porque no sabían de dónde
se nutrían de ese preciado líquido que es el origen de la vida.
Este árbol, que fue
visitado por muchos personajes, no tenemos noticias de que haya sido un
botánico el que habló de él. Fray Juan Abreu Galindo dijo que tenía
unas bellotas amargas, pero medicinales. Andrés Bernáldez, el cura de Los
Palacios (Sevilla), que eran dulces; y de ahí venía la controversia, si eran
dulces o amargas. Posiblemente uno las comió verdes y otro las comió maduras.
Pero siempre todos creyeron que sus bellotas eran medicinales.
En una revista que
se publicaba en La Orotava
habla un sabio de hace muchos años sobre ese árbol y opinó, por la descripción
de todos los que escribieron sobre el árbol, que era la falsa nuez moscada de
Las Antillas, que su nombre científico es la Mespilodaphne
moschata.
Se ha seguido con el
tema y en 1492 dícese que un huracán lo echó por tierra y permaneció muchos
años casi en el secreto hablándose de generación en generación de las virtudes
del árbol Garoé, pero sin mayor importancia; y después de la Guerra Civil española
ya se fue redescubriendo lo que era aquel árbol.
El lugar donde
estaba el Garoé no es exactamente el que se cree ahora. El Garoé actual está
plantado dentro de la alberca donde goteaba el árbol, pero el tronco del árbol
estaba en una orilla: aquello fue excavado por el hombre para llegar a una capa
impermeable, donde goteaba ese árbol. Al excavarle todo aquello, el árbol quedó
débil de una parte y el viento se hizo cargo de él. En ese lugar ha nacido otro
ahora recientemente que no se le está poniendo mucho cuidado y mejor que no se
le ponga... Está a la orilla aquello donde caben todas las leyendas de Las
Mil y una Noches: los árboles hablan, los pájaros cantan y el agua de oro.
Todas estas leyendas se reflejan en aquel punto.
Aquella alberca
donde está, si algún día se hace una excavación volverá a salir otro de la
misma familia. Es una laurácea, al parecer, y allí volverá a salir otro que
pueda sustituirlo con más seguridad, porque se agarrarán mejor sus raíces; y
así se descubre la verdadera alberca, de la que se ve en las paredes los
agujeros donde tenían una empalizada para pasar por sobre de ella para recoger
el agua donde más limpia estuviera. Aquello lo está hablando la tierra porque
la tierra habla y las piedras también...
(Miguel Ángel Rodríguez Domínguez y José Miguel
Perera
Publicado en el número 343 de Bienmesabe)
Publicado en el número 343 de Bienmesabe)
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