lunes, 24 de noviembre de 2014

EFEMERIDES DE LA NACION CANARIA




UNA HISTORIA RESUMIDA DE CANARIAS

PERIODO COLONIAL 1481-1490


CAPITULO-V




1483. A pesar de las inexactitudes y lagunas que menudean en los relatos de las diversas operaciones militares, aquellos momentos críticos de la invasión y colonización europea dejaron en las Islas episodios y personajes, como el que hoy traemos aquí, cuya proyección social y ética ha trascendido las flaquezas, más o menos inducidas, de la memoria colectiva. En los capítulos finales de la conquista de Gran Canaria y con el guanarteme de Gáldar, el converso y traidor  Tenesor Semidán (T’nzwurt, ‘aventajas’), alineado abiertamente en el bando de la corona de Castilla, quienes habían decidido resistir en medio de una situación tan delicada debían elegir a quien ahora les guiaría:
Eran muchos aspirantes a la corona y entre ellos se contaban la hija de Thenesor, llamada Guayarmina, su prima Arminda, única heredera de Guayasen el Bueno, un hermano del Guanarteme denominado Aythamy, guerrero de carácter indócil e intratable y los jóvenes Bentejuí y Thagoroste, de la familia real de Semidán. Rechazaban la mayoría a Aythamy y Thagoroste como personas antipáticas al pueblo. Inclinándose a dar sus votos a Bentejuí, patrocinado por el influyente faicán de Telde, funcionario, como ya sabemos, activo, inteligente y poderoso, el cual, al fin, después de algunos esfuerzos obtuvo el triunfo para su protegido. Con el objeto de tranquilizar a algunos que aun esperaban el regreso de Tenesor ofreció Bentejuí tomar por esposa a la princesa Guayarmina con cuyo enlace no se excluía a la familia de Tenesor (Millares (1881) 1977, II: 183).
Frente a la imagen pretendidamente dinástica que siempre intentaron ofrecer los descendientes del linaje guanartémico, una vez más el viejo principio electivo regía en la definición de la jefatura. Y, en efecto, sobre este Bentejuí recayó la dura tarea de dar continuidad a las légítimas instituciones sociales de la población canaria.
Pronto, este «gaire, alto, seco, y prieto de grande esfuerzo» que, según afirma Marín de Cubas [(1694: 57v) 1986: 207], ostentaba hasta entonces el significativo nombre de Tazarte (Tadsart, ‘rebeldía’, ‘dignidad’), sería puesto a prueba en el sitio del Bentayga ante las huestes castellanas. Pero no estaba solo, el faycán de Telde aparece junto a él en una célebre cita en la que increpan al antiguo guanarteme que intentaba convencer a las gentes reunidas allí: «Todavía Canaria no ha desaparecido del mundo y aquí la tienes toda sobre estos cerros» (Viera y Clavijo (1772) 1982, I: 529).
Bentejuí se trasladó, encabezando un importante contingente humano, hacia la protección que brindaban las agrestes montañas de Tirajana. Pero, de nuevo, fueron cercados en Ansite, paraje cuya localización exacta aún se discute. Esta vez la espera acabó en éxito para los castellanos, previa mediación de Fernando Guanarteme ante los cansados sitiados, que finalmente aceptaron las condiciones de rendición. Todos, menos Bentejuí y el faycán teldense, que prefirieron mantener su libertad hasta el último momento de sus vidas: «[…] menos Tazartico y un faisage biejo de Telde, que ambos se derriscaron llegandose el muchacho a el viejo le cojio de un brazo, y diciendo a tiz Tirma, a tiz Tirma, de un salto vajaron hechos pedasos» (Marín (1694: 60r) 1986: 214).
Es muy probable que, antes, Bentejuí (Wenteghuyyit, ‘éste vocifera, alerta o invoca’) interviniera también en la famosa Batalla de Ajódar, donde los castellanos sufrirían la mayor derrota en la Isla, contribuyendo con su arrojo a que los canarios salieran indemnes en los inciertos episodios de asedio a los que fueron sometidos. Con su desaparición, se sellaba la finalización “oficial” de la conquista de Gran Canaria, un 29 de abril de 1483.
 Hoy en día muchas personas participan en la Ruta de Bentejuí, que se celebra cada mes de abril para conmemorar el acontecimiento en el que nuestro protagonista dirigió a los suyos desde el Bentayga hasta Ansite, con un trazado aproximado al que siguiera el último gran héroe de Canaria. (Victor Perera; 2007)
1483. El último rey consorte de Gáldar el converso Thenesor Semidan, más conocido después de bautizado por el rito católico como D. Fernando Guanarteme, fue un converso que se entregó a sí mismo y a parte de sus compatriotas a los invasores castellanos convirtiéndose en un traidor a su pueblo, olvidando sus raíces regias llegó a ser un simple peón en manos de los invasores quienes le obligaron a realizar tareas serviles ante las que cualquier Guanarteme hubiese preferido la muerte antes de caer ante tales humillaciones.
Los reyes fundadores de la monarquía reunificadora de la isla de Tamaránt (Gran Canaria), en los tiempos previos a la invasión castellana cuyos nombres nos ha transmitido la historia precolonial, fueron Andamana y Gumidafe. Ella, mujer de extraordinaria inteligencia y él, conocido también como el "Caballero de Facaracas", el más valeroso caudillo de armas de la isla. Deciden instalar su corte en Gáldar, donde anualmente se celebraba el gran "Sabor" o Audiencia General, y a la cual asistían todos los representantes de  distintos cantones. Desde este momento queda constituida Gáldar como la primera capital de Tamaránt.
La sucesión de estos monarcas vuelve a conocerse a principios de siglo XV de la era occidental con el príncipe Artemi Semidan, valeroso guerrero que obtuvo una gran victoria sobre las tropas del pirata normando Jean de Bethencourt en las costas de Arguineguín.  A Artemi le sucedió Taghoter Semidan quien a su vez tuvo dos hijos llamados Guayasen y Bentagache. El primero fue nombrado rey de Agáldar y el segundo Faykan de Telde. De Guayasen quedó, con tan sólo ocho años, una hija Arminda heredera universal de la isla. Por esta razón el gobierno de Tamaránt (Gran Canaria) pasó como tutor a su sobrino Tenesor Semidan quien más tarde, ya bautizado, el, rito católico pasó a llamarse Fernando Guanarteme y fue  rey de Tamaránt como tutor de su sobrina. 
Testimonio de ese pasado esplendor precolonial son los yacimientos arqueológicos patentes en el suelo de Gáldar. Por ejemplo en la costa  se descubrió en los años treinta un gran túmulo circular conocido como el Panteón de los Guanartemes que contenía restos de más de cuarenta individuos. En el agujero se descubrió otro túmulo con 5 esqueletos y 3 ánforas, y un poblado con estructuras habitacionales.
Otros yacimientos también muy importantes se encuentran en "Cuevas de Facaracas", "Silos de Taya", "Huerta del Rey", "Barrio del Hospital", "Anzofé" y "Montaña de Gáldar". Siendo, sin lugar a dudas, el más importante  complejo de la Cueva pintada.

1483. Fernando Vello se disponía a recorrer la "Yslas" de Gran Canaria, Madera "e otras yslas", cuando fue robado por armador vizcaíno, "junto al Cabo de Sant Vicente de Lagos", navegando "por la mar adelante". Habiendo partido de Sevilla, era evidente que navegaba hacia el "ueste".

1483. Pedro de Vera, capitán y gobernador colonial por los Reyes Católicos, sustituye a Juan Rejon  el  18 de agosto de 1480 y termina la conquista de la isla  Tamarant en abril  de 1483; en cuya operación efectuó asesinatos y depredaciones e hizo esclavos a más de doscientos guanches bautizados y mandó venderlos como tales en Castilla. Y a gran número de los vencidos, al final de la guerra (29 de abril de 1.483) los desterró a Sevilla, donde recibieron malos tratamientos y agravios.

1483. Después del mes de Junio envió Pedro de Vera recado á D. Fernando Guadartheme, que hiciese venir á su sobrina, con los demás nobles sus parientes, al Real, á entregarse como estaba pactado; y luego dieron orden de traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano español; traíanla en hombros de cuatro capitanes nobles, de cabello largo y rubio, en una andas de palo á modo de parihuelas, sentada, vestida de gamuza á modo de badanas ó pieles adobadas, de color acanelado; venían delante de las andas cuatro capitanes con capotillos de badana llamados tamarcos, braguillas de junco, majos en los pies y guapiletes en la cabeza, y lo
demás desnudo; al lado de las andas, algo hacia atrás, dos tíos suyos Faisajes, y después se seguía un grande acompañamiento de hombres todos que servían de traer las andas á remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento, y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua ó intérprete, diciendo que allí venía la Señora de toda la tierra, heredera única y legítima hija de su señor Guanartemy Guanachy Semidan, legítimo dueño y señor de la verdadera línea y sucesión de dominio y señorío de la tierra; y que ella hacía entrega voluntaria, y todos sus tíos y parientes que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de la palabra de su señor muy poderoso y católico Rey D. Fernando entregaba su persona y personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se halla que es Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás caballeros la recibieron á pie, y fue abrazando á todos con mucho cariño; traían todos los canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda, que los españoles llamaron Almendrabella, traía vestido un ropón de gamuza con medias mangas hasta la sangraqera y largo hasta los pies, y zapatos de lo mismo pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de jubón á modo de justillo, de más delgada badana; era el cabello largo y rubio, aderezado con arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le habían dado á uso de España; y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era gruesa y más de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y vivos y el rostro algo alegre y celebrada de hermosura, la boca algo larga, la nariz pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos.

Después que se hubieron adelantado del lado de las andas los dos Faisajes é hicieron entrega de su Señora y los demás pidieron que se encomendase á persona noble, y ellos pidieron que fuese en casa de Francisco de Mayorga con su mujer Juana de Bolaños, que allí estuvo con otras españolas y Pedro de Vera la prometió y juró hacerlo así como todos lo pedían, aunque estuvo siempre á su cuidado y al del Obispo ella fue muy bien recibida y siempre correspondió agradecida al cariño de todos tenía ingenio y discreción, fue cristiana, que luego la prometió de ser llamóse Doña Catalina de quadarthemy, fue su padrino Rodrigo de Vera, hijo de Pedro de Vera, y Francisco Mayorga y su mujer la madrina echóle el agua el Obispo D. Juan de Frías decíale esta Señora á las canarias que aquella era vida de hombres y la que tenían primero era de brutos y fieras salvajes fue casada con un capitán de infantería, D. Ramiro Guzmán, andaluz pasaron á la conquista de Thenerife, no tuvo sucesión él murió de repente, que se presumió ser violentamente. Casaron con españoles otras primas ó parientes de esta Señora. Una hija de Vtindana, hermano de quanache, que se llamó Juana quadartheme casó con Francisco de Cabrejas y tuvo sucesión en Gáldar, otra prima, hija del Faisaje tuerto de Tara en Telde, hermano de su madre, se llamó María Guadartheme y casó con Juan Delgado que pasó á Tenerife y tuvo sucesión y otras á este modo, que hubo por línea femenina, donde feneció la generación de los canarios: El Obispo cuidaba con grande celo del regalo de los canarios así viejos, niños, como hombres y mujeres, dándoles de comer y reparos de vestir con liberal mano, que todos la aclamaban como Padre y Santo Prelado, por ser ejemplar su vida siempre.

Diose luego cuenta de todo á España, de que Sus Altezas tuvieron mucho gusto del reducimiento de los canarios y de su buen estado. Envió Pedro de Vera á la isla de la Madera á buscar plantas de todos frutales, hierbas de olor, flores de recreo y animales mayores y menores, que de todo se ha dado bien al mismo modo que en España, sin diferencial de la Gomera se trajeron perdices y conejos que había criado y traído de África Sancho Herrera el Viejo, de un coto de venados y montería que allí tenía repartiéronse entre los vecinos algunos granos para sembrar, que acudían largamente en su multiplicación viniéronse algunas, y después muchas familias á vivir, repartiéronse en los campos y lugares, plantando caña de azúcar, parras, árboles, sacando acequias, haciendo albercas, molinos de agua, ingenios de azúcar, hasta que enviase S.M. la Cédula de Repartimiento, que todos esperaban por el debido premio y pago de sus servicios.

Demás de los hidalgos aventureros que sirvieron sin sueldo, hubo muchos que con sus personas, armas, caballos y maravedíes sirvieron á S.M. fueron el factor Miguel de Mujica, que nombró por heredero á su pariente Juan Siverio que cobró toda su parte. El capitán Palencia, con cinco hijos, sirvió con peones pagados, sus personas, armas y préstamos; murió en la conquista él y tres hijos; cobraron los dos, Tomás de Palencia y Alonso Rodríguez de Palencia; y otros que faltan á la memoria. De Lanzarote vino Santa Gadea, francés, que trajo caudal, que casó una hija con Francisco Martel, francés, vecino de Lanzarote, que sucedió en el mayorazgo de Arucas, que fue de uno de los Palencias.

Sirvieron sin sueldo tres hijos del Gobernador Pedro de Vera, Fernando, Rodrigo y Martín de Vera, que dejó su casa para Hospital de Pobres, que es San Martín, Hospital de Canaria. (Marín de Cubas [1694] 1993:168-72)
1483. Tras dar por finalizada la invasión y conquista castellana la isla de Tamaránt (Gran Canaria) en 1483 con el asentamiento europeo en la denominada villa de Winiwuada (Las Palmas), Gáldar no pierde su rango anterior. El modelo antiguo de doble jurisdicción -que tenía en Galdar la capitalidad insular de la población canaria- pervive en gran medida añadiéndose por los invasores castellanos a la jurisdicción de winiwuada (Las Palmas). Desde el mismo momento de que la  isla se estructura tripartidamente según la costumbre castellana, quedando Wiwuada en Tamamránt (Las Palmas de Gran Canaria) como cabecera administrativa, sede del Obispado de la secta católica y del Cabildo castellano. Galdar y Telde figuraron como cabeceras de las primeras demarcaciones eclesiásticas, con los beneficios más antiguos, primera vara de alcaldía y justicia, escribanías, heredamientos, distritos de repartimientos, etc.
1483. Mientras se disponían los nefastos reyes católicos a enviar sus instrucciones para la constitución definitiva de la futura colonia en la isla Tamaránt (Gran Canaria), distribución de su suelo, abono de salarios, indemnización de anticipos y recompensas a los mercenarios por servicios en tan ruda campaña, el general invasor, de acuerdo con el obispo de la secta católica, había dispuesto como una de las primeras necesidades de su gobierno llevar inmediatamente a efecto la traslación de la Catedral de Rubicón a Winiwuada (Las Palmas,) en virtud de la bula expedida en 25 de agosto de 1435, pues de este modo adquiría la nueva población europea una gran importancia.

Para realizar un deseo tan unánimemente servido, el prelado envió sus poderes a Sevilla con objeto de acordar con aquel cabildo metropolitano el plan capitular de la diócesis, sus dignidades y canónigos y los estatutos que habían de regirla.

Mientras se elegía un sitio para levantar un templo más decente y capaz que aquella que
estaba en la plaza de San Antón, se dio principio al trazado de algunas calles inmediatas al lugar que había servido de punto central al campamento de los invasores, extendiéndolas por la llanura, limpia ya de palmeras, árboles y maleza, en líneas curvas, angulosas e irregulares, como era costumbre en las poblaciones moriscas de Andalucía.

Derribáronse las tapias que limitaban y defendían el Real de los invasores, dejando en pie el torreón que servía de almacén a los pertrechos militares y como prevención de posibles ataques de los canarios que continuaban alzados, y se trató de constituir una asamblea municipal que cuidase de los intereses de la población colona europea, procurase su adelanto y administrase los arbitrios que le fueran asignados.

Recordaremos que, cuando en febrero de 1480 se había firmado en Toledo la contrata o
convenio bajo cuyas bases se enviaba a Canaria a Pedro de Vera, (ver efemérides de 1480 Febrero 24) se había al mismo tiempo expedido otra Real Cédula en la que Sus Altezas, dirigiéndose al nuevo gobernador, le decían: «A vos Pedro de Vera, nuestro Gobernador e capitán e Alcaide de la isla de Gran Canaria, salud e gracia. Sépades que Nos habernos sido informados que algunos caballeros, escuderos e marineros e otras personas, ansí de las que están en la dicha isla, como otras que agora van o fueren de aquí adelante, quieren vivir e morar en la dicha isla e fazer su asiento en ella con sus mugeres e hijos e sin ellos; e porque la dicha isla mejor se pueda poblar e pueble, e hayan más gana las tales personas de vivir en ella, según dicho es, y tengan de qué se puedan substentar e mantener. Por ende, Nos vos mandamos que repartades todos los exidos y dehesas y heedamientos de la dicha isla entre los caballeros e escuderos e marineros e otras personas que en la dicha isla están e estovieren y en ella quisieren vivir e morar, dando a cada uno aquello que veredes que, según su merecimiento e estado, ovieren de menester, e asimesmo para que podades entre las tales personas de nuevo nombrar e elegir oficios de Regimiento e Jurados e otros oficios, que viéredes son necesarios en la dicha isla, para que sean cadañeros  o por vida o perpetuos e de la manera que a vos bien visto fuere, no embargante, que cualesquier personas tengan los dichos oficios por autoridad de cualesquier personas e dellos hayan sido proveídos, salvo si las tales personas han sido proveídas de los dichos oficios por Nos o por cualquier de Nos, e ansí para fazer el dicho repartimiento de los dichos heredamientos, como para proveer de los dichos oficios, por esta nuestra Carta vos damos poder cumplido con todas sus incidencias e dependencias emergencias, anexidades y conexidades, no embargante cualesquier cartas e poderes, que cerca del repartimiento de las dichas tierras e términos e de nombramientos de los dichos oficios Nos o cualquier
de Nos habernos dado e mandado dar a otras personas, las cuales por esta nuestra carta revocamos e inhibimos y damos por ningunos y de ningún valor ni efecto. e los unos ni los otros no fagades ni fagan ende al por ninguna manera, so pena de la nuestra merced e de 10.000 maravedises para la nuestra Cámara; e demás mandamos al ome que vos esta nuestra carta mostrare, que vos emplaze que parescades ante Nos en la nuestra Corte doquier que Nos seamos del día que vos emplazare en 15 días primeros siguientes so la dicha pena, so la cual mandamos al ome que vos o cualquier escribano público,
que para esto fuere llamado, que de ende, al que vos la mostrare testimoniada con su signo, porque Nos sepamos como se cumple nuestro mandado. Dado en la muy noble Cibdad de Toledo a 4 días de Hebrero, año del nacimiento de Nuestro Señor Jesuschristo de mill e cuatrocientos e ochenta años.- Yo el Rey .~ Yola Reyna.- Yo Pedro Camañas, secretario del Rey e de la Reyna nuestros Señores, la fize escrebir por su mandado acordado. Registrada. Alonso González, Diego Vázquez, Canciller.

En virtud de estas amplias facultades y sintiendo Vera la urgencia de proveer inmediata-
mente de asamblea municipal ala naciente villa, determinó elegir entre los invasores conquistadores y vecinos de más mérito doce regidores y dos jurados que desempeñaran estos cargos con inteligencia, aplicación y probidad.

Después de bien meditado, recayó su elección en las personas siguientes: Pedro García
de Santo Domingo, Fernando de Prado, Diego de Zorita, Francisco de Torquemada, Francisco de Espinosa, Martín de Escalante, Alonso Jáimez de Sotomayor, Pedro de Burgos, Juan de Siverio Mujica, Juan Malfante, Juan de Mayorga y Diego Miguel.

Nombróse de escribano de Cabildo al converso Gonzalo de Burgos y de causas a Gonzalo Díaz de Valderas, de fiel ejecutor a Juan de Peñalosa, de jurados a Rodrigo de la Fuente y al mismo Valderas, de alguacil a Juan Mayor y de pregonero al trompeta Juan Francés.

Organizado de este modo el ayuntamiento de corte europeo, se procedió por el gobernador al repartimiento de tierras y  aguas como botín de guerra, dividiendo en pequeñas suertes los terrenos de riego constante y en mayores lotes las dehesas y ejidos y los prados sin agua, reservando para el aprovechamiento común y pastos de los ganados los extensos predios del centro y agrestes distritos del sur y oeste de la isla. Al hacer la distribución tuvo en cuenta Vera la preferencia que todos concedían a los conquistadores sobre los que venían a poblar, y la de los soldados de caballería sobre los peones o infantes.

Tampoco se olvidó de los principales indígenas, si bien con el secreto propósito de alejarlos del país y enviarlos en tiempo oportuno a la conquista de La Palma y Tenerife, cuya empresa solicitaba con empeño. Respecto a la clase plebeya y trabajadora quedó bajo la vigilancia de los capitanes y propietarios, con el fin aparente de adoctrinarlos en la religión y de enseñarles las prácticas agrícolas, pero en realidad para mejor avasallarlos y reducirlos con el tiempo a la condición de siervos.

Algunos de los hidalgos que habían contribuido a la sumisión de la isla, al saber que los reyes tenían ya decidida la conquista de Granada, impulsados por su odio a los infieles y
por el afán caballeresco de correr siempre aventuras y contribuir a la independencia de la patria, volvieron a España, regresando con ellos las compañías mercenarios de la Santa Hermandad que a sueldo del estado había conducido Mujica en su última expedición.

Al dar principio los nuevos pobladores a romper los terrenos, talar algunos bosques y
encauzar y recoger las aguas para destinarlas al riego periódico de los nuevos predios, se pidió a Andalucía ya las islas de Madera, Gomera y Lanzarote, cañas de azúcar, vides y árboles frutales de todas clases, buenas semillas de cereales, con el ganado y ave del corral que no hubiese aún en el país, donde encontraron desde luego un suelo admirablemente dispuesto para su reproducción.

El cultivo de la caña fue el primero que ocupó la atención de los agricultores. Levantáronse al efecto toscos ingenios, entre los cuales podemos citar el de Pedro de Vera, en el mismo valle de Las Palmas a orillas del riachuelo; el de Alonso Jáimez en las faldas de la montaña opuesta, donde después se construyó el convento de San Francisco; habiendo al poco tiempo otros en la costa de Lairaga, Arucas, Firgas y Gáldar y por la parte del sur en Telde, Agüimes y Tirajana.

Reservóse el general para solar de su casa la llanura que hoy ocupan la plaza y la parro-quia de Santo Domingo, y levantó a sus alrededores una ermita dedicada a San Pedro Mártir, como recuerdo del 29 de abril.

Su hijo Jorge de Vera, que luego fue canónigo de la Iglesia Catedral, tuvo casa asimismo en la calle hoy llamada de San Marcial, que después fue destinada a Hospital con el nombre de San Martín, dotándolo de buenas rentas sus  fundadores Tomás de Palenzuela hubo repartimientos  en Arucas, Tirajana y Sardina, y su hermano Alonso Rodríguez los tuvo en Telde, en cuya extensa vega construyó tres ingenios, de los. cuales estaba uno en el barrio de Los Llanos y lugar que hoy ocupa la parroquia de San Gregorio. De estas tres fincas vendió la primera a Gonzalo de Jaraquemada, hidalgo que había llegado de Lanzarote con el propósito de establecerse en Canaria; otra enajenó a Cristóbal García del Castillo, vecino de Moguer, capitán conquistador y fundador además de la iglesia de San Juan Bautista en aquella localidad, y la tercera al poblador portugués Francisco de Matos. Estos ingenios fueron con el tiempo progresando, mejorándose el cultivo de la caña y la calidad del azúcar, cuyo codiciado producto venían a comprar a buenos precios algunos traficantes europeos en buques que fondeaban en la rada de Melenara.

El fértil valle de Agaete fue cedido a  Alonso  de Lugo, por sus valiosos servicios en la última campaña y especialmente por la prisión del guanarteme. Allí también levantó ingenio y plantó viña, utilizando como su residencia el castillo o casa fuerte de las Nieves. Vendido después el valle para contribuir con su importe a los gastos de las expediciones de La Palma y Tenerife al comerciante genovés Francisco de Palomares, éste lo enajenó a su vez al español Zayas de Arellano, que aumentó considerablemente su producción y riqueza.

A vecindáronse en Gáldar muchos hidalgos colonos y conquistadores y algunos canarios principales, especialmente de la familia de Thenesor Semidan (Fernando Guanarteme).

Descollaban entre éstos la infanta doña Catalina, hija del rey Guayasen, casada como ya sabemos con Hernán Pérez de Guzmán, colono toledano de la noble casa de Batres y Alcubillete; su prima Margarita, hija de don Fernando Guanarteme, unida en matrimonio con Miguel de Trejo Carvajal, y la princesa Tenesoya Vidina, llamada Luisa en el bautismo por el rito católico y enlazada desde antes de la conquista con Arriete Perdomo, de la casa y linaje del barón normando como extensamente hemos consignado.

Creían todos que la villa de Gáldar, corte de los guanartemes, seguiría siendo la capital
de la isla; y ya fuese por esa circunstancia o por la fertilidad del suelo y pureza del aire, resultó que se agruparon en aquella localidad muchas familias, obteniendo que el reparto de sus terrenos tuviese lugar en aquellos alrededores.


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