UNA HISTORIA RESUMIDA DE
CANARIAS
PERIODO COLONIAL
1471-1480
CAPITULO XI
Eduardo
Pedro Garcia Rodriguez
1480 Junio 18. Toledo (f. 78). Mandamiento al capitán don Martín de
Cabra, del Consejo Real, y a Cristóbal de Castro, alcaide de Valencia, para que
obliguen a devolver a Ruiz Sánchez de la Vega , vecino de Burgos, y tesorero de la bula de la Santa Indulgencia
de Canaria en el obispado de Oviedo, los maravedís que en concepto de impetra,
de quinta parte para dicha iglesia y de derecho de recaudación, superior al
establecido de cinco maravedís por bula, han llevado al deán, cabildo y
provisores del obispado de Oviedo, así como otros eclesiásticos y seglares, ya
que la bula papal ordena que no se pague ningún tipo de derechos. Se concede a
don Martín de Cabra ya Cristóbal de Castro el nombramiento de ejecutores y
poder cumplido para actuar contra las personas y bienes de los que se nieguen
apagar sus deudas, y se ordena que les sea prestado todo favor y ayuda. (E.Aznar;1981)
1480 Junio 18. Toledo (f.293). Carta a las justicias de las
ciudades de Burgos, Santo Domingo de la Calzada , Calahorra, Logroño y Nájera y de las
otras ciudades, villas y lugares de los obispados de Burgos y de Calahorra y de
todo el Reino, para que a requerimiento de los tesoreros de las bulas de la Santa Indulgencia
de Canaria, en los obispados de Burgos y Calahorra, les den ayuda para exigir
los maravedís cobrados por personas sin su licencia y los que han cobrado por
personas con su poder, que se han ausentado sin dar cuenta de lo recaudado. En
ambos casos se les ordena proceder contra las personas y bienes de los deudores
para saldar sus cuentas y entregar los padrones e inventarlos que dichas
personas tienen para que los tesoreros puedan realizar su misión. El Rey.
Camañas. Quintanilla. Rodericus. (E. Aznar; 1981)
1480 Diciembre 10. Medina del Campo (f.50). Poder a Juan de Torres,
corregidor de las villas, valles y merindades de Trasmiera, Peña Melera,
Valdebeseros, Peña Samago, Peña Rubia y Val de los Herreros, para que en nombre
de Sus Altezas pueda prometer palabra y seguridad de perdón a los delincuentes
de su jurisdicción y del marquesado de Santillana y tierra del conde de
Castañeda, salvo a los reos de traición, delito de falsa moneda, falsedad hecha
en nombre de los reyes y saca de monedas de oro o plata, que fueren a servir a
su costa en la conquista de Gran Canaria por espacio de seis meses, contados
desde el día en que se presentaren a Pedro de Vera, capitán y gobernador de
dicha isla, y de Miguel de Moxica, receptor de la misma. Se ordena a las
justicias que no actuen contra las personas o bienes de quienes muestren la
concordia hecha con Juan de Torres y fe de Pedro de Vera y Miguel de Moxica de
haberla cumplido, pudiéndole exigir únicamente la restitución de los bienes que
hubiesen tomado; y se ordena al chanciller ya los notarios que les libren las
cartas y sobrecartas de perdón que necesitasen, con obligación de ser
perdonadas por las justicias. La Reina. Rodericus. (E. Aznar; 1981)
1480 Diciembre 18. Medina del Campo (f. 56). Carta a las justicias
ordinarias y de hermandad del Principado de Asturias ya Rodrigo de Salazar,
pesquisidor de dicho Principado, y Gonzalo Bernaldo Quirós, a quienes se nombra
jueces y meros ejecutores; para que a requerimiento de Diego de Soria y
Gregorio Pinelo, depositarios de los maravedís de la Santa Indulgencia
de Canaria, hagan pagar lo que deben a los encargados por el difunto Ruiz
Sánchez de la Vega ,
tesorero que fue de dicha Indulgencia en el obispado de Oviedo, de recaudar los
maravedís de tales bulas y que han quedado con ellos, a los que los recaudaron
sin su poder ya los que tomaron o se empadronaron para tomar las bulas y no las
han pagado; y para que obliguen a los empadronadores a devolver los padrones.
Se concede a dichos jueces poder cumplido para actuar contra las personas y
bienes de los deudores y se ordena que se les dé todo favor y ayuda. La Reina. Rodericus.
(E. Aznar; 1981)
1480 Diciembre 18. Medina del Campo (f. 77). Provisión a petición
de Diego de Soria y Gregorio Pinelo, depositarios de los maravedís de la Indulgencia de
Canaria, para que sean levantados los embargos que sobre los maravedís de dicha
bula han puesto algunas justicias, a requerimiento de ciertos frailes, que no
han cobrado 1o que se les debe por la predicción de tales bulas. La Reina. Avila.
Rodericus. (E. Aznar; 1981)
1480 Diciembre 18. Medina del Campo (f.183). Provisión a petición
de Diego de Soria y Gregorio Pinelo, depositarios de los maravedís de la Indulgencia de
Canarias, remitiendo a Alfonso Díaz de Cuevas, alcalde mayor de Burgos, el
pleito que aquéllos tratan con Francisco de Arceo, vecino de Burgos, que pasó
en primera instancia ante los Idos. de Miranda y de la Torre , quienes condenaron a
Francisco de Arceo a pagar 210.000 maravedís, habiendo apelado éste a Rodrigo
de Fuentes, teniente de alcalde, por Antonio Sarmiento, alcalde mayor, quien no
quiso conocer en él y lo remitió al Consejo Real ya los oidores de la Audiencia , Corte y
Chancillería. Se otorga poder cumplido a Alfonso Díaz de Cuevas y se ordena al
escribano ante quien pasó dicho proceso que se le entregue en un plazo de tres
días, a partir del momento en que le fuere mostrada esta carta, pagándole Diego
de Soria y Gregorio Pinelo su salario. La Reina. A vila, Rodericus. (E. Aznar; 1981)
1480 Diciembre 18. Medina del Campo (f.197). Comisión a Alonso Díaz
de Cuevas, alcalde mayor de Burgos, a petición de Diego de Soria y Gregorio
Pinelo, depositarios y receptores generales de los maravedis de la Santa Indulgencia
de Canaria, y de los tesoreros y recaudadores de dicha Indulgencia, para que se
informe de los daños que éstos dicen haber recibido de los embargos y
secuestros, puestos por el Papa y el Rey, y para que obligue a los tesoreros y
recaudadores a pagar lo que deben a Diego de Soria y Gregorio Pinelo,
descontando los daños, si son ciertos, causados por tales secuestros,
recibiendo fianzas llanas y abonadas del montante del descuento. Se declaran
sin apelación sus sentencias y emplazamientos, salvo la sentencia definitiva
ante el rey y los de su Consejo, y se le concede poder cumplido para proceder
contra las personas y bienes de los que se nieguen a pagar sus deudas. La Reina. Avila.
Acordada: Rodericus. (E. Aznar; 1981)
1480 Mayo 3. En Winiwuada (Las Palmas) los invasores europeos de la
secta católica celebraba una misa en la ermita de San Antonio Abad cuando
irrumpió el mercenario al servicio de Castilla Juan Rejón, espada en mano,
escoltado por hombres adictos. Había llegado a la isla durante la noche
procedente de la península ibérica y dispuesto a vengarse de Pedro de Algaba.
En el interior del templo, Rejón entregó al alcalde de los invasores Esteban
Pérez de Cabitos un pergamino real, para que procediera a su lectura.
El escribano Angelo leyó la real
providencia por la que los nefastos Reyes Católicos indultaban a Rejón de todos
los cargos imputados por Algaba y lo restituían en los cargos anteriores, al
tiempo que le ordenaban que terminara la conquista de Tamaránt (Gran Canaria). Pedro
de Algaba fue encarcelado y juzgado por traición, siendo condenado a morir en
la horca.
1480 Agosto 18. Desembarca en Las Isletas el sanguinario asesino
esclavista y masacrador de pueblos, el judío converso Pedro de Vera, tal como
recoge el fraile de la secta católica Abreu Galindo: “Estaba el capitán Juan
Rejón, gobernador de la isla de Canaria, contento en haber satisfecho su pecho
y rencores.
Parecio1e sería bien hacer alguna
entrada en la isla, y acordó él y el alcalde Esteban Pérez Cabitos y los demás
ir al término de Tamarazayte. Y, marchando con el ejército la cuesta arriba, mirando la mar vieron venir una vela en la alta
mar hacia el puerto de Las Isletas, que fué causa dejasen la empresa y camino
que llevaban, y fueron camino del puerto. El navío traía el viento prospero, y
en breve tomó puerto.
Tuvieron aviso venía en él Pedro
de Vera, por gobernador y capitán general de la conquista.
Los Reyes Cató1icos habían sido
avisados de las discordias que en Gran Canaria pasaban entre los invasores conquistadores,
y la gran necesidad que en ella se padecía; y acordaron con toda presteza
proveer gobernador y capitán de confianza. Y, estando en Toledo el rey don
Fernando, año de 1480, nombraron para ello a Pedro de Vera, caballero natural
de Jerez de la Frontera ,
en quien concurrían todas las calidades que para la empresa convenían. Luego
que fué proveído, se fué a Sevilla, ante los comisarios de la conquista Diego
de Merlo y Alonso de Palencia; y, dándole orden e instrucción de lo que había
de hacer, se vino a Jerez de la
Frontera , y entre sus deudos y amigos se proveyó y dió
asiento como lo proveyesen de mantenimientos para la conquista necesarios, caso
que los Reyes Cató1icos o sus comisarios tardasen en mandarlos. Apercibióse de
buena gente y algunos caballos, y se embarcó en Cádiz, en el navío dicho,
dejando aprestados otros dos navíos en Cádiz a Hernando de Vera, su hijo, con
más gente y municiones.
Llegó Pedro de Vera a la isla de la Gran Canaria en 18 de
agosto de 1480. Vino con él Miguel de Moxica, vizcaíno, receptor de los quintos
y derechos reales, y Juan de Siberio, su primo. Desembarcó luego Pedro de Vera,
y les dio noticia de las provisiones que traía y que, por no detenerse, por
habérselo así mandado Sus Altezas, había venido con aquel navío, por remediar
alguna parte de la necesidad que se decía tenían; y que dejaba dos navíos con
Hernando de Vera y Rodrigo de Vera, sus hijos, que habían de venir en su
seguimiento.
Fué de todos obedecido; y otro
día, después de su llegada, desembarcada toda la gente y caballos, se vino al
real bien acompañado y a recaudo. De esta venida de Pedro de Vera ningún
contento recibió Juan Rejón, ni Esteban Pérez Cabitos, alcalde mayor. Fuéronlo
a recibir y venirse con él, mostrando contento, con que las muestras del placer
y alegría daban seguridad de disculpa de lo que habían hecho en la muerte de
Pedro del Algaba, gobernador, y del destierro del deán don Juan Bermúdez, el
cual murió dende a pocos días, de enojo y disgusto.
Llegados al real, Juan Rejón
aposentó a Pedro de Vera en la torre donde él tenía su aposento, y se pasó a
otra casa, aunque fué muy importunado Juan Rejón de Pedro de Vera posasen
entrambos juntos.
Publicó luego Juan Rejón se
quería ir luego a Castilla, en el navío en que había venido Pedro de Vera, a
dar descargo a Sus Altezas de todo lo hecho, y dar cuenta de lo que pasaba en
la conquista. Sabido por Pedro de Vera, procuró estorbárselo, dando a entender
hacía el navío agua, y que sería homicida de sí mismo, si en él fuese; que
esperaba otros dos navíos en que venían sus dos hijos y gente y mantenimientos,
nuevos y bien aderezados, que en cualquiera de ellos podía ir mejor acomodado;
que en el entretanto quería le hiciese favor y merced de su consejo, porque
iría mejor y más acertado lo que traía acordado, como hombre experto y cursado
en aquella conquista, y en ello hacía servicio a Sus Altezas.
Con buenas palabras lo fué
entreteniendo, hasta que de ahí a pocos días llegó Hernando de Vera y Rodrigo
de Vera, con los dos navíos que aguardaba al puerto; y, entendido eran sus
hijos, dió aviso no saltasen en tierra, sin que tuviesen su orden y aviso. Otro
día los fueron a recibir y venir con ellos Juan Rejón y Esteban Pérez Cabitos,
alcalde mayor, con otros muchos del real, y entraron en los navíos, y también
Juan Rejón y Esteban Pérez, por ver el navío en que habían de ir a España y al
tiempo que iban a salir del navío, les dijo Hernando de Vera a Juan Rejón y al
Esteban Pérez que se detuviesen y se tuviesen por presos, que así cumplía al
servicio de Sus Altezas; y los detuvo, con mucho recaudo y recato. Pedro de
Vera les hizo proceso, y cerrado, los envió presos a Castilla, a Juan Rejón, a
Esteban Pérez Cabitos, alcalde mayor, ya Ruiz Díaz. Llegado que fué Juan Rejón
a la corte, no hubo quién por parte de Pedro del Algaba pidiese cosa
alguna, por estar quieto y
tenerlo asegurado, dando algunos descargos, con el mucho favor que tenía en
Hernán Rejón, comendador y capitán general de la artillería del rey; y se
libró, y alcanzó provisión para ir a conquistar la isla de La Palma , en cuya conquista lo
mataron en La Gomera.”
(Fr. J. De Abreu Galindo)
1480.
Un sábado por la mañana del mes de junio en Winiwuada bajaba el caudillo
canario Doramas desde los riscos hoy conocidos como San Lázaro al cuartel del
capitán de los invasores castellanos el genocida Pedro de Vera para una
entrevista ya concertada.
Iba escoltado Doramas en aquella mañana calurosa,
al atravesar lo que es hoy la plaza de Santa Ana, por el faycan de Telde
Acorayta; el de Agüimes: Egenacar, y por el de Arucas: Guriruguian. El Jefe
caminaba enérgico, reluciendo su torso fornido y bella musculatura, usando unas
sandalias de cuero de cabra con gruesas tiras que le llegaban hasta las mismas
rodillas, al tiempo que empuñaba su temible espada de tea y su rodela de drago.
La comitiva de canarios, acrecentada por tres
guerreros escogidos en los cantones de Moya, se dirigía al feudo del invasor
para aquella reunión trascendental, como era la de un canje de prisioneros
entre invasores y canarios. Una esperanza que parecía iba a ser dichosa, porque
lograba desaparecer refriegas y escaramuzas en diferentes puntos de nuestra
Isla. Por tal motivo, esa reunión anunciada causó gran jubilo porque
determinaba el fin de muchos sufrimientos y la paz tan acariciada.
Como decíamos al principio, cruzó Doramas la
plaza de Santa Ana de forma arrogante para dirigirse al acuartelamiento del
capitán Pedro de Vera, situado en aquel entonces en un ángulo norte de lo que
es hoy la Casa
de Colón. Una vez en los dominios militares del general, se hizo anunciar el
caudillo canario con olímpica indiferencia, hasta que pasados unos instantes
hace su presencia Pedro de Vera, el cual, afectuosamente, invita a la comitiva
a pasar a los interiores del cuartel y les invita a tomar agua fresca para
saciar la intensa sed de todos los viajantes.
El capitan Pedro de Vera, una vez dispuesto para
el parlamento acordado por ambas partes, ordena que se retiren los vasallos que
escoltan a Doramas, al tiempo que presenta a sus subordinados: capitán Miguel
de Mujica, su primo Juan Siberio, Miguel de Trejo de Carvajal y a su hermosa
esposa la infanta canaria Thenesoya Vidina, casada con el normando Maciot Perdomo de Bethencourt.
En la conversación entablada entre los dos jefes
se deduce desde un principio que el Vera no trata de profundizar el tema de
canje de prisioneros, lo que se traduce más bien en una encerrona cuando el
invasor tuvo la osadía sorprendente de vociferar amenazas e improperios a los
nativos, exigiendo sin condiciones la entrega inmediata de unos sesenta
prisioneros españoles en los cantones de Galdar. Además, el capitán Pedro de
Vera, sin intervenir sus subalternos, acusó a los guerreros de Doramas de
salvajes porque quemaban vivos a muchos prisioneros castellanos.
Repetimos, ante las duras alusiones del general
en la histórica entrevista, Doramas, sereno y persuasivo, respondió a Pedro de
Vera que en las guerras no se admitían piedades como ocurría con sus compañeros
de raza, que además de ser despojados de sus tierras y ganados, eran torturados
y muertos a tiros por los arcabuceros castellanos si se resistían, para más
tarde ser encadenados en las playas de Arguineguin, o Guiniguada, esperando ser
vendidos como esclavos negros en los mercados de Sevilla y Valencia.
El capitán español, descompuesto y humillado,
ante las referencias del caudillo canario, quien se negó a aceptar la
imposición de la religión católica, rechazando el bautismo cristiano, hizo
intervenir como decíamos anteriormente a los suyos para comunicarles su funesta
decisión de decretar la famosa trampa de detener y encarcelar a Doramas y
acompañantes aprovechando la ventajosa situación.
Ante el delicado momento e injusta decisión de
Pedro de Vera, el capitán Miguel de Mujica y Thenesoya Vidina se negaron a
secundar semejante patraña, convenciendo al capitán invasor de no realizar una
traición de tanta bajeza. Y sobra decir por lo tanto que toda la comisión
isleña se marchó como mismo había venido. (Julio Vera Trujillo.)
1480. "Estando la reina Isabel en Calatayud el
año de 1480 llegaron algunos de los pobladores de la Gran Canaria a
prestarle obediencia, apurados por los agravios del capitán Pedro de Vera,
encargado de su reducción". Esta información la entresacó de Zurita, en
cuyas Crónicas no encontraba, el académico bilbilitano, referencias del
presunto encuentro de 1483. Vicente de la Fuente en su "Historia de Calatayud",
publicada en 1880, se quejaba de las escasas visitas que el monarca aragonés
hacía a su Reino, y que no siempre que acudía a Zaragoza lo hacía a Calatayud.
Añade que: El Archivo del Ayuntamiento de Calatayud tampoco aportó ninguna.
Todos los testimonios y documentos se limitaban a revelar una visita a
Calatayud de un guanarteme, que no era el de Gáldar, sino el de Telde -Gran
Canaria estaba dividida en estos dos reinos-, y el viaje no tuvo por finalidad
la firma del Tratado de Unificación, sino transmitir las quejas contra los
métodos inhumanos de Pedro de Vera. Se sigue hablando de 1480 y no de 1483.
Miguel Ángel Ladero Quesada, de la Universidad de Madrid, especifica que, en
noviembre de 1480, el guanarteme de Telde fue presentado a los Reyes Católicos
en Calatayud, y que en 1487? se capturó a la mujer del guanarteme de Gáldar y
luego a él mismo, siendo bautizado en Castilla como Fernando Guanarteme en el
verano de 1483 -no habla de Calatayud. Antonio Rumeu de Armas en su libro
"Gran Canaria" sigue una línea expositiva similar a la que estamos
desarrollando.
Hay una variante en las referencias de Rumeu.
Según él, al llegar el guanarteme de Gáldar a la metrópoli se le trasladó en la
primavera de 1483 a
Madrid, en donde estaban los Reyes Católicos. El régulo de Gáldar se bautizó
con el nombre de Fernando.
Recopilado lo expuesto, comprobamos que la
llegada del guanarteme de Gáldar a Castilla, y su bautizo como Fernando, a sí
como su compromiso de ayudar a los conquistadores fue en 1483, en un lugar que
oscila, según la fuente de consulta, entre Castilla, Madrid y Sevilla, pues ya
se ha justificado que en aquellas fechas el rey Fernando estaba en Córdoba entrevistándose
con Abu Abdallah. Tampoco hemos de olvidar que la guerra de Granada comenzó en
1482 y la costumbre del rey aragonés era estar siempre junto a sus tropas.
De las muchas crónicas e investigaciones llevadas
a cabo, sólo la crónica de Gómez Escudero -la única que circulaba editada en
1936- y que es -según los entendidos- la que más contradicciones y errores
contiene, habla de Calatayud. En dicho texto se dice que el monarca gran
canario desembarcó en Sevilla, pasó a Granada y de allí marchó a Calatayud.
El error es doble, si tenemos en cuenta que un
año antes había comenzado la guerra de Granada y la capital granadina no se
rindió a los castellanos hasta 1492, por lo que parece difícil que la corte que
acompañaba al guanarteme pudiese circular por zona enemiga, con la
particularidad de que la guerra por el último reducto musulmán se llevaba a
cabo durante la primavera y el verano y descansaba con el frío, y la llegada de
los isleños fue en verano. (Sergio
Zapatería G)
1480 Febrero 4. Toledo (f. 2). Orden al concejo de la ciudad de
Sevilla, para que rec1ute en su término 100 ballesteros de monte, que deben
unirse al gobernador Pedro de Vera que marcha a la conquista de Gran Canaria.
El Rey y la Reina.
Camañas. Señalada: Villalón y Lillo. Reg: Diego Sánchez.
(E.Aznar;1981)
1480 Febrero 4. Una real cédula promulgada en la metrópoli por los Reyes
Católicos en la ciudad de Toledo, ordena a Pedro de Vera, genocida y gobernador
impuesto de Tamaránt (Gran Canaria) que “proceda al repartimiento de todos los
exidos (campos de labor) y dehesas y heredamientos de a dicha ysla entre los
caballeros e escuderos e marineros e otras personas que en dicha isla están”.
Este repartimiento empezaría tres años antes de concluir la conquista de la
isla, que finalizó el 29 de abril de 1483.
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